Tearmoon Teikoku Monogatari (NL)

Volumen 2

Capitulo 5: Mia Sostiene Los Dados

 

 

Existía una caja de joyas que se denominaba “Ataúd Maldito de la Princesa Mia”. Forrado lujosamente con una deslumbrante variedad de gemas preciosas y otros materiales valiosos, todo cuidadosamente elaborado en patrones intrincados. Era un artículo de gran valor monetario y artístico. También se decía que estaba maldecido, ya que había llevado a la ruina a todos sus dueños.

El dueño original no era un misterio; está en el nombre, después de todo. Pregúntele a cualquiera sobre el Ataúd Maldito, y le dirán que primero perteneció a la famosa Princesa de la Guillotina, Mia Luna Tearmoon. Sin embargo, pregunta quién lo hizo, y las respuestas comienzan a diferir.

Pocos sabían que la caja había sido hecha por el vizconde Berman, un noble cuyo dominio era vecino de la ciudad natal de Tiona, el condado de Terrallende de Rudolvon. Menos aún sabían que era el vizconde cuyas acciones habían llevado indirectamente a la caída del Imperio.

“Lord Berman, como se esperaba, el Conde de Rudolvon no estuvo de acuerdo con nuestra solicitud”.

“¿Conde? ¡Es un Conde Foráneo, tonto! ¡Conde Fronterizo! ¡No hables como si fuera digno del título de conde!”

El vizconde se encogió molesto cuando el asistente que había entregado el informe se inclinó respetuosamente en disculpas.

“¡Pah! Malditos nobles del campo…” escupió.

La causa de su irritación fue, de hecho, un asunto verdaderamente insignificante.

“Hablando de eso, Lord Berman… Debo decir que me resulta más desconcertante que un hombre de cultura como usted, que proviene de una larga y honorable línea de nobleza central, gobernaría un dominio más pequeño que el de un patán como este Conde Foráneo de Rudolvon”, dijo un compañero noble en la fiesta a la que asistía el vizconde Berman.

El vizconde arrugó la nariz con desagrado, pero mantuvo la cabeza.

“Bueno, sí, las tierras del Conde Foráneo pueden ser extensas, pero en su mayoría son tierras de cultivo y bosques. Casi nada de qué jactarse”.

“Cierto, pero si fuera yo, mi señor, me resultaría insoportable saber que era inferior, incluso de una sola manera, a un noble inculturado como él. Ah, por supuesto, si ese pensamiento no te molesta, mi señor, entonces todo está bien…”

Berman estaba a punto de discutir el tema, pero se dio cuenta de que el hombre tenía razón. La idea de que él era menos que un patán del campo — de alguna manera — hirió su orgullo. Entonces el otro noble se inclinó hacia su oído y le susurró; “¿Puedo ofrecerle algún consejo, mi señor? ¿Por qué no limpiar algunas tierras para ti en el bosque de Sealence?”

“¿El Bosque de Sealence, dices?”

Los dominios de Berman y Rudolvon estaban separados por una vasta extensión de bosques, una de las regiones de bosque más grandes del Imperio. El límite entre sus tierras nunca se hizo completamente claro porque nadie se molestó en dirigirse al bosque y en realidad averiguar dónde debería trazarse la línea. Como tal, el bosque siempre se había utilizado como una delineación aproximada de los dos dominios.

“Entiendo. Cualquier tierra que despeje de mi lado del bosque me pertenecería, expandiendo así el tamaño de mi dominio”.

Como nunca había decidido dónde se encontraba realmente la línea límite, técnicamente podría cortar todo menos una sola línea de árboles en el extremo más alejado del bosque y aún así afirmar que era un juego justo. Entonces podría argumentar que toda la tierra recién despejada debería pertenecerle. Por ridícula que parezca la idea para algunos, representaba una forma de pensar común entre la nobleza, en la que esa conducta egoísta era la norma. Además, el vizconde no era dilatorio; una vez que se decidió, hizo los arreglos para que el claro comenzara de inmediato. Fue entonces cuando se metió en problemas.

El bosque no era un tramo vacante de desierto; La gente vivía allí. La tribu Lulu que habitaba la región se opuso ferozmente al plan de talar el bosque, adoptando una postura de vida o muerte y dejando en claro que tenían la intención de resistir hasta el final.

“Bribones impertinentes…”

El Vizconde inmediatamente trajo el asunto al Ministerio de la Luna de Ébano, que manejó los asuntos militares. Como resultado de su compromiso con el soborno, el ministerio envió rápidamente una centuria de cien soldados a la zona por él. Sin embargo, para su consternación, al llegar a la escena, el centurión que comandaba la unidad declaró que no iban a tomar ninguna acción militar contra la tribu minoritaria.

“La misión que me dieron es mantener la paz en el área. Nada más”.

Completamente irritado, el vizconde salió corriendo, murmurando: “Inútil… ¡Todos ustedes son inútiles! ¡Nadie me escucha!”

Sin embargo, este revés no le impidió tratar de salirse con la suya. Ahora fijó su mirada en un nuevo objetivo que esperaba que finalmente lo ayudara a poner las cosas en marcha: la amada hija del Emperador, Mia Luna Tearmoon. El plan era simple. Iba a crear una caja de joyas exquisita y se la ofrecería como un “regalo”. El problema era que iba a adornar una sección de la caja de joyas con la madera del Cuerno de Unicornio — un tipo especial de árbol que solo crecía en el bosque que quería limpiar. No tenía que ser demasiado complicado. Una pequeña talla sería suficiente, siempre y cuando llamara su atención. Entonces, él le decía: “Su Alteza, si tales tallas le atraen, puedo hacer tantas como desee… pero necesitaría la madera de cierto bosque para hacerlo…” El respaldo de Mia, él dominaría al ejército imperial. Mientras pudiera convencerlos de que tomaran medidas, exterminar a los Lulus sería una tarea fácil.

Había un segundo plan, que tenía la intención de promulgar al mismo tiempo. Iba a secuestrar a un par de niños de los Lulus, venderlos a los esclavistas y hacer que pareciera que lo estaban haciendo los soldados imperiales. Los Lulus, en su ira, seguramente cesarían su resistencia pasiva y tomarían represalias con violencia activa. Una vez que se abriera el derramamiento de sangre, el ejército no tendría más remedio que luchar. Si esto funcionara, ni siquiera tendría que esperar a que se hiciera la caja.

Sin embargo, su plan maestro finalmente sería innecesario… porque un día, algún chisme llegó a sus oídos.

“¿Has oído? Recientemente, Su Alteza le ha gustado bastante a una horquilla hecha con cuerno de unicornio. Aparentemente, ella lo usa todos los días…”

Suponiendo que esto fuera cierto, ni siquiera necesitaba hacer cajas con joyas. El cuerno de unicornio creció allí mismo, en el bosque de Sealence. Si eso era todo lo que se necesitaba para complacer a la princesa, podría hacerse una horquilla de inmediato.

Y así, sin que Mia lo supiera, estaba al borde de la historia, con el dado del destino en sus manos aún sin lanzar. Continuaron rodando en silencio sobre su palma, cada giro los acercaba más a su borde. Luego, con la llegada de un invitado, cayeron.

“Milady, el vizconde Berman ha solicitado una audiencia…”

“Dios mío, ¿quién podría ser? No creo haber oído hablar de él antes”.

Con los arcos tensos y el conflicto cerca, el destino de Tearmoon que ella decidiría sin darse cuenta.

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