Tearmoon Teikoku Monogatari (NL)

Volumen 2

Capitulo 32: Lambert, Líder Y Agitador

 

 

El trío se dirigió hacia la mansión del alcalde, haciendo todo lo posible para mantener un perfil bajo en el proceso. Pensando que era mejor disfrazarse, Sion se puso un sombrero mientras Mia se cubría la cabeza con un paño y se lo ponía debajo de la nariz. Sion, por su parte, vestía bien su ropa nueva, pero no se podía decir lo mismo de Mia. Debido a que estaba bastante nerviosa, sus manos no podían dejar de inquietarse y sus ojos seguían corriendo por todo el lugar. En todo caso, su disfraz la hizo sospechar más. Sin embargo, la población estaba preocupada y nadie les prestó mucha atención.

Jóvenes armados se alinearon en las calles. Su vestimenta y armamento — una mezcla de todo tipo de cosas — carecían de la uniformidad de un verdadero ejército, pero todos tenían la misma expresión de emoción de ojos brillantes.

“El ejército revolucionario…”

Al principio, la vista evocó recuerdos pasados, pero rápidamente notó la diferencia entre el ejército que recordaba y el que veía ahora. Los ojos de estas personas brillaban con el inocente entusiasmo de quienes asistían a un festival. No estaban sumidos en el tipo de odio y amenaza que se filtraba hacia afuera, envolviéndola como zarcillos invisibles y sedientos de sangre. Estos no fueron los revolucionarios del Imperio.

Todas las casas junto a las carreteras tenían puertas y ventanas cerradas, presumiblemente un intento de evitar mezclarse en el alboroto, pero no había signos de robo o saqueo. Aunque hubo mucha conmoción, no hubo violencia.

Lo que más o menos coincide con nuestra experiencia hasta ahora. Ese par de niños eran idiotas, pero realmente no puedo verlos matando a nadie.

“Mira allá. Esos son nuestros camaradas revolucionarios.”

Lynsha señaló a una reunión de personas. Los que abandonaban la reunión sostenían en sus manos una tira de tela azul.

“¿Que son esos?”

“Son un símbolo de la revolución. Aparentemente, se supone que deben atar eso alrededor de sus cabezas. Creo que se llaman a sí mismos ‘Pañuelos azules’ o algo así.”

“¿Las… bufandas azules?” repitió Mia.

Hm, qué nombre tan extraño. Casi suena plagiado. Y por alguna razón, me hace pensar en algún culto extraño con un líder espeluznante.

Por un breve momento, los instintos de Mia se dispararon al máximo rendimiento, ¡captando información que fluyó literalmente de otra dimensión! El único problema era que este conocimiento adquirido con tanto esfuerzo era completamente irrelevante para todos en su mundo. Demasiado malo para ella.

La Legión Diamante suena mucho más fuerte.

“Por cierto”, dijo Sion, “¿cuánto saben estas personas sobre nosotros?”

“Los miembros más antiguos probablemente han sido informados, pero no estoy segura acerca de esas personas. Parece que solo aparecen después de contestar la llamada de mi hermano.”

“Entiendo. Perfecto. Vamos a mezclarnos con ellos y acelerar nuestro ritmo.”

Sion corrió hacia la multitud y regresó con un paño azul.

“Aquí, Mia. Deberías ponerte uno también.”

“¿E-Estás seguro de esto?” preguntó mientras se envolvía la tela azul alrededor de la cabeza como un pañuelo.

Una vez que terminó, Lynsha la miró y suspiró.

“Bueno… supongo que es mejor que el que estabas cubriendo tu cabeza.”

La mansión del alcalde tenía un aire casi lujoso que se parecía a las viviendas de la nobleza. Cuando llegaron, la conmoción ya comenzaba a calmarse, y el gran patio se estaba llenando constantemente de hombres con pañuelos azules. Pronto se escuchó una voz por encima del estrépito, hablando de una manera que estaba destinada a irritar sus emociones. La voz provenía de un joven con cabello castaño que compartía los profundos ojos azules de Lynsha, aunque los suyos parecían casi vidriosos con celo eufórico.

“La demanda que hacemos no es nada si no está justificada. Los impuestos pesados nos han causado muchas dificultades. Queremos hablar. Para que se escuche nuestro sufrimiento. El viejo Dasayev es quien nos dio una voz, y queremos que vuelva. Eso es todo. Sin embargo, el Rey y su gobierno han hecho oídos sordos. ¿Les parece razonable? ¿Se les debería permitir tratarnos con tanto desprecio? ¡No! ¡Y es por eso que nos estamos levantando! El alcalde ya había huido con los guardias antes de rodear la mansión, ignorando nuestras súplicas y abandonando la responsabilidad del gobierno.”

Su voz no poseía la textura aterciopelada de un cantante, ni resonaba con poder como el poder de un capitán de guardia. Tenía un flujo y reflujo muy particular que lo imbuía de un carisma que se ve con mayor frecuencia en los políticos que buscan energizar, o tal vez instigar, a las masas a la acción.

“Es muy desafortunado que no pudimos evitar la fuga del alcalde, pero a cambio, hemos obtenido el control de la ciudad sin perder a un solo hombre”. Todo esto es gracias a ustedes, mis camaradas. Nada de esto hubiera sido posible si no hubiera respondido a nuestra llamada y nos hubiera prestado su fuerza. Por eso tienes mi más profundo agradecimiento.

Los rugidos de aprobación aumentaron en la multitud de jóvenes que escuchaban. A pesar de que ni siquiera habían peleado una batalla, no importaba que salieran victoriosos, su moral era extremadamente alta.

“Ah… Un orador convincente”, comentó Sion. Más un agitador que líder, tal vez, por la forma en que despierta emociones, pero interpreta bien ambas partes. ¿Ese es tu hermano, Lynsha?”

Su pregunta no fue respondida por Lynsha sino por el mismo orador que miró en su dirección.

“Oye, Lynsha. No sabía que vendrías.”

“Lambert…” murmuró Lynsha, encontrando su mirada.

“¿Oh? Veo que trajiste algunos niños contigo. ¿Quiénes son?” preguntó su hermano mientras miraba con curiosidad a sus compañeros. “¿Podrían ser los niños de los que hablaba Jem? ¿Los que se supone que son un peligro para la revolución?”

Ante sus palabras, toda la multitud de personas alcanzó sus espadas. Sion estaba a punto de responder en especie, pero Lambert levantó una mano para apaciguar a su audiencia.

“¡Paz! Debemos mostrar moderación, camaradas, para que no rebajemos la integridad de nuestras voces, porque ¿quién escucharía las palabras de aquellos que desenvainan sus espadas en los niños?”

“Los traje aquí para que puedas escuchar lo que tienen que decir. Por favor, Lambert…” imploró Lynsha. “Habla con ellos.”

“¿Hablar, dices?”

Le dio a Sion y Mia una mirada escrutadora antes de que las comisuras de sus labios aparecieran en una leve sonrisa.

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