Tearmoon Teikoku Monogatari (NL)

¡¿Cómo pasó esto?!

El hombre conocido en el Reino de Remno como Graham estaba al borde de una crisis nerviosa. Se había puesto en contacto con sus asociados que actualmente trabajan encubiertos en Tearmoon, quienes le informaron que los esfuerzos para sabotear el Imperio habían fracasado y que debía continuar con el plan en Remno temprano.

¡¿Me estás tomando el pelo?!

Originalmente, el plan para derrocar a la monarquía Remno a través del caos de la revolución debía ponerse en marcha después de que el Imperio Tearmoon hubiera caído. Se suponía que iba a ser lento y pernicioso, demorar unos diez años o más, y gradualmente habría ido destruyendo los cimientos de Remno al estropear sus tierras y corromper a su gobierno. Solo después de que el reino descansara sobre un humus fértil de su propia descomposición, lo regarían con la sangre de su gente y verían la salvaje germinación de la revolución. Luego, después de todo esto, finalmente cosecharían las recompensas de su tan esperada cosecha. Excepto que ahora le decían que siguiera con las cosas de inmediato. El plan fue diseñado para desarrollarse durante una década. ¿Cómo demonios se suponía que funcionaría con tan poco tiempo?

Pero tengo que… tendré que hacer que funcione. No tenemos opción.

Si no actuaban ahora, todos sus planes — todo por lo que habían trabajado — corrían el riesgo de ser desmantelados por la Gran Sabia del Imperio. Les había tomado tanto tiempo, pero finalmente lograron infiltrarse en el gobierno de Remno. Iban a ser las semillas de la ruina que absorbieron el reino de su vida, solo que ahora estaban mirando la hoja de un arado masivo que amenazaba con desenterrarlos a todos de una sola vez. Presionó sus palpitantes sienes, tratando de mantener a raya la creciente sensación de pánico.

¿Qué demonios lo estaba haciendo tan desesperado? La causa estaba en una serie de cartas — es cierto, la cadena de correspondencia en la que Mia y Abel se habían involucrado secretamente desde que se separaron para las vacaciones de verano.

Graham y sus compañeros agentes se habían incrustado profundamente en el gobierno de Remno. Había límites a la información a la que podían acceder — las misivas oficiales del Rey, por ejemplo, estaban fuera de su alcance — pero espiar la correspondencia privada entre príncipes y princesas era relativamente trivial. Y cuando abrieron esas cartas y leyeron su contenido… estaban desconcertados. Porque lo que encontraron fueron cartas de amor. Solo cartas de amor regulares, llenas del torpe sentimentalismo de la inexperiencia juvenil y expresadas en un lenguaje tan banal que uno se preguntaba si los escritores entendían el amor.

Frente a un contenido tan insignificante, dejar escapar un suspiro de alivio colectivo, darse palmaditas en la espalda y no pensar dos veces en las cartas… eran, por supuesto, el tipo de cosas que absolutamente no hicieron. Más bien, solo se volvieron más sospechosos. Se quedaron mirando las cartas, completamente desconcertados por lo inocuos que parecían.

“Estamos hablando de la princesa Mia. ¿Es realmente el tipo de persona que escribiría cartas tan cursis?”

Ella tampoco escribió solo uno. Ella seguía escribiéndolos. Muy frecuentemente. El ritmo vertiginoso al que intercambiaba cartas con Abel era completamente anormal. Si hubieran estado lidiando con una chica normal, nada de esto habría sido notable, pero estaban en contra de la Gran Sabia del Imperio. Ninguno de ellos creyó por un momento que se tratara simplemente de viejas cartas de amor. Como resultado, redoblaron sus esfuerzos para decodificar los mensajes que indudablemente estaban ocultos dentro de los pasajes aparentemente inocentes. Para su infinita consternación, no pudieron encontrar nada — ni patrones, ni cifras, ni entendimientos. No importa cuán duro miraran las páginas, las palabras no revelaron nada más que el afecto mutuo de sus autores. Incluso consideraron la posibilidad de tinta invisible, que podría revelarse aplicando calor, pero finalmente decidieron renunciar a las pruebas. Después de todo, cualquiera que recibiera una carta dorada se daría cuenta de que alguien había estado husmeando en su correspondencia. Si volaron su tapadera, su lenta y ardua infiltración en Remno habría sido en vano. Sin mencionar que, si no hubieran encontrado nada después de todo, habrían saltado de un acantilado con frustración.

El regalo de Abel para Mia los confundió aún más. ¿Quién envía un champú para caballos adolescentes como regalo? Seguramente, pensaron, este era algún tipo de mensaje. ¿Era una directiva para la caballería? ¿O tal vez una sugerencia para amasar caballos de guerra? Agotado, agotado y sin ideas, uno de ellos incluso trató de verter el champú en la carta con la desesperada esperanza de que aparecieran palabras. Para su alivio colectivo, su intento fue frustrado. Si hubieran escuchado de sus conspiradores en Saint-Noel que los dos tortolitos habían pasado mucho tiempo juntos en el club de equitación, podrían haber estado un poco menos desconcertados, pero incluso los espías tenían dificultades de comunicación. El resultado final fue que ninguno de ellos tenía idea de lo que se discutía a través de las cartas.

“Sin embargo, sabemos una cosa con certeza”. Definitivamente se intercambió información de naturaleza altamente confidencial entre el Príncipe Abel y la Princesa Mia, la última de las cuales fue la misma persona que desmanteló con maestría su plan meticuloso y de larga duración para derrocar al Imperio Tearmoon.

“Tenemos que hacer esto… y tenemos que movernos ahora, antes de que sea demasiado tarde… antes de que esta Gran Sabia arruine todo.”

En un ataque de desesperación, presionaron el botón En Marcha en sus planes mucho antes de lo que originalmente pretendían.

La primera etapa de su plan fue identificar un representante de las masas que los apoyara y hablara en su nombre. Luego necesitaban secuestrar o asesinar a este individuo. En Tearmoon, este papel habría sido desempeñado por Conde Foráneo Rudolvon. En Remno, fue tomada por el canciller, el conde Dasayev Donovan, quien tenía fama de ser recto y sensato. El veterano político, a punto de cumplir sesenta años y preocupado por el bienestar de su pueblo, había expresado su oposición al decreto del Rey de aumentar los impuestos para reforzar a los militares. Eso lo convirtió en el blanco perfecto para secuestrar. Al mismo tiempo, difundieron rumores acerca de que el Rey encarceló al viejo ministro por hacerle frente. A continuación, se acercarían a aquellos de los que habían tomado nota anteriormente porque guardaban rencor contra el gobierno de Remno y provocarían su ira, empujándolos a la revuelta. Sus demandas serían simples, al principio no había necesidad de objetivos elevados como derrocar al gobierno.

“Estamos luchando para recuperar a nuestro amado señor. Exigimos el regreso seguro del hombre que fue nuestra voz.”

Colocados en un terreno moral elevado, los alborotadores sentirían que sus acciones estaban justificadas, mejorando en gran medida el potencial persuasivo del movimiento. Una vez que acumularan suficiente impulso, sus activistas enojados se mudarían para ocupar una ciudad dentro de la jurisdicción del conde Donovan. En respuesta, el gobierno de Remno tendría que enviar tropas para reprimir la rebelión. Si los revolucionarios ganan la batalla subsiguiente, el resto sería fácil; anunciarían en voz alta su victoria al resto del reino y pedirían a las masas que se unan a su causa. Por el contrario, si el ejército aplasta con éxito la rebelión, simplemente podrían denunciar al gobierno por su cruel acto de represión. Una vez que se difundiera la noticia, alimentaría la ira hirviente que albergaba la gente hasta que los fuegos de la revolución comenzaron a arder en todo el reino.

Hasta ahora, tanto la primera como la segunda parte del plan, el secuestro y la ocupación, habían funcionado sin problemas.

“…O eso creemos. ¿Realmente fue tan bien?” murmuró Graham mientras escaneaba los informes de sus compañeros agentes.

Algo no se sentía bien.

“Entrega pacífica de las instalaciones del gobierno local… Desarme no violento de los guardias… Los resultados hasta ahora son definitivamente ideales, pero…”

No podía evitar la sensación de que estaba siendo manipulado de alguna manera, como si todo fuera un juego, y no era un jugador, sino una simple pieza en su tablero.

(JuCaGoTo: Ya sufre las fiebre y alucinaciones de Miavid – 19)