Monogatari (NL)

Volumen 7

Capitulo Ocioso: Jiangshi Mayoi

Parte 12

 

 

Cuando escuchas el término “postapocalíptico”, ¿qué tipo de mundo imaginas?

¿Una extensión de tierra desolada, sin una sola brizna de hierba?


¿Una extensión congelada del océano, envuelta en poderosos glaciares?

¿Una extensión de cielo ardiente, envuelta en llamas abrasadoras?

Probablemente todo el mundo tenga su propia visión de la ruina, pero lo que yo, lo que Araragi Koyomi imagina en primer lugar cuando oye esa palabra, no es en realidad el estado del mundo en sí.

Por decirlo de otro modo, no me importa en qué estado se encuentra el mundo.

Un páramo asolado no equivale a la ruina. Los glaciares masivos no equivalen a la ruina.

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Las tormentas de fuego en la atmósfera no equivalen a la ruina.

Por poner un ejemplo extremo, aunque la Tierra explotara y desapareciera por completo del universo, no diría necesariamente que es el fin del mundo.

Por muy transformado que esté el mundo. Por muy acabado que esté el mundo.

Siempre que haya gente—

El mundo no se ha acabado.

Sí, y por eso cuando imagino un mundo postapocalíptico, lo que veo es un mundo sin una sola persona—y.

El mundo al que regresamos tras nuestro deslizamiento temporal de once años, es decir, el mundo del presente que yo creía conocer, era exactamente ese tipo de mundo.

Me caí por las escaleras como antes—y esta vez, ya sea gracias a cómo aterricé o por mi vampirismo potenciado, felizmente no perdí el conocimiento—pero lo que nos esperaba era una ciudad fantasma desprovista de cualquier presencia humana.

Una ciudad fantasma—

Tan fantasmal que ninguna otra expresión se ajustaba mejor. Dado que, de hecho, era el mundo entero el que yacía en ruinas, tal vez “mundo fantasma” fuera incluso más apropiado.

Naturalmente, tardamos algún tiempo en darnos cuenta de ello.

De hecho, al principio no estábamos seguros de haber conseguido viajar realmente los once años de vuelta al presente—porque (y en retrospectiva esto tiene sentido, claro) cuando probé con mi teléfono móvil, seguía sin poder conectarme a cualquier tipo de red.

No sintonizaba 1seg, como hace once años.

Y cuando llamé a Senjougahara y a Hanekawa, no pude comunicarme.

“Oh, vamos.” Gemí. “¿Volviste a meter la pata? ¿Otra solución hecha al paso que se torció de parte de Shinobu la Inútil?”

“Dejad de dirigiros a mi persona de ese modo tan vergonzoso. Si no os retractáis de vuestras palabras inmediatamente, descubriréis por fin los límites de mi tolerancia.”

“¿Ya has olvidado lo que…?”

“No me he equivocado. Estoy seguro de que esta vez ha sido un éxito rotundo.”

“Lo dudo. ¿Dónde está la prueba?”

“Vuestra necesidad de pruebas demuestra la diferencia de nuestro nivel intelectual.”

“¿Qué es lo que estás diciendo? ¡Una mierda eso del nivel intelectual! Con un simple ‘nivel’ bastaría. Hmph, de todos modos. Lo sabremos cuando lleguemos a la ciudad.”

Después de ese intercambio—después de lo que fue, en retrospectiva, un intercambio verdaderamente idílico, Shinobu y yo comenzamos nuestro descenso.

Cuando pasamos por debajo del torii, once años atrás, había sido en mitad de la noche, y de repente se hizo de día cuando me caí por las escaleras, así que parecía que, como mínimo, habíamos viajado en el tiempo. La pregunta era: ¿a qué día, a qué mes, a qué año?

¿Y qué hacer con el hecho de que mi teléfono no se conectara a nada? Dado que era ciertamente posible que estuviera estropeado (posible, en concreto, que funcionara mal porque me lo había llevado al pasado), no era fácil juzgarlo.

¿Acaso en algún momento fue fácil hacerlo?

Nos dirigimos a la ciudad, totalmente desorientados por el problema que teníamos entre manos, y mientras estábamos de camino seguíamos sin darnos cuenta de nada. No entendimos nada.

A pesar de que nos echaban en cara el terrible desastre que habíamos hecho—

“Pero qué… No hay nadie por aquí.” “Es cierto.”

“¿Qué ha pasado? ¿Se han ido todos a la vez?”

“O tal vez el plan ‘evitemos-a-ese-par’ se ha puesto en marcha.” “¿Qué, ahora la ciudad se puso de acuerdo para acosarme de forma

organizada?”

Ese era el alcance de nuestra conciencia.

No es que pensara que debían celebrar un gran desfile para darme la bienvenida desde el pasado…

“¿Quizás todos se están dedicando a los deberes? Es el último día de las vacaciones de verano.”

“Los adultos normales no tienen deberes en las vacaciones de verano… Es decir, no tienen vacaciones de verano para empezar.”

“¿Ah, no?” Preguntó Shinobu, desconcertada.

“Por conveniencia lo disfrazan llamándolo la fiesta del Obon. Oh, espera. Si se ha deformado el tiempo en la noche del último día de las vacaciones de verano, entonces hoy no sería el último día de las vacaciones de verano en absoluto.”

“Ah, puede que tengáis razón. Me equivoqué por un día. Si la deformación del tiempo fue realmente exitosa, hoy sería el primer día del nuevo período.”

“Estabas tan segura de que habías tenido éxito…” “Mi confianza trasciende la realidad.”

“Eso sólo significa que estabas equivocada… No, espera, si eso es cierto, entonces esto es malo. Realmente malo. Si fuera un pirata, sería Sinbad. Nunca terminé mis deberes de verano, así que voy a tener que suspender el primer día de clases.”

Estaba en problemas.

Si sólo se tratara de no hacer los deberes, al final no pasaría nada, pero mi mala actitud se reflejaría en mi expediente permanente. La mala impresión que causa está más allá de lo normal—

Y así sucesivamente.

Estas eran mis preocupaciones.

Mis preocupaciones erróneas.

Ya que este era un mundo en el que ese tipo de preocupaciones eran totalmente innecesarias.

Por no hablar de que era un mundo en el que ni siquiera importaba si era el último día o el primero, ya que esas distinciones triviales habían perdido todo su sentido.

Lo que realmente hizo imposible ignorar mi sensación de inquietud—lo que me hizo empezar a notar la sensación de inquietud que supongo que había estado sintiendo todo el tiempo—no fue la falta de transeúntes, sino la constatación de que no había ni un solo vehículo en la carretera.

Claro que se trataba de un pueblo rural, y la población no era gran cosa, pero por esa misma razón, los vehículos eran un medio de transporte indispensable—y sin embargo.

Ni había ni un solo vehículo.

Podía afirmar con absoluta certeza que aunque saliera corriendo a la calle, aunque el semáforo estuviera en rojo, no me atropellarían— una carretera tan desierta que podría utilizarse como pista de aterrizaje para aviones se extendía ante mis, ante nuestros, ojos.

… No.

Los semáforos ni siquiera funcionaban.

Todos estaban fuera de servicio, sin que se viera ningún cartel de fuera de servicio.

“Shinobu. ¿Te parece que hay algo extraño?” “No me habléis.”

“¿Qué, por qué no?”

“Estoy sumida en mis pensamientos. Así que no me habléis.” “Está bien…” Por su tono de voz, no parecía una broma, así que

dije: “Yo también pensaré.”

Y la conversación terminó ahí.

Hubo un largo período después de las vacaciones de primavera en el que Shinobu no habló, pero en el fondo era una auténtica conversadora, así que últimamente no era habitual que la charla entre los dos decayera—la escena que se presentaba ante nosotros, sin embargo, era aún más inusual.

Y aunque dije que yo también intentaría pensar, cuanto más pensaba, más me hundía en una profunda tristeza—cuanto más nos acercábamos a mi casa, más se convertía mi incertidumbre en desazón.

En realidad, estaba claro a simple vista.

Pero era difícil poner en palabras el qué y el porqué de aquello— era algo que iba más allá de las palabras.

Un ejemplo directo: los árboles que bordean la carretera y los jardines de las casas vecinas estaban todos cubiertos de maleza, como si nadie los cuidara en absoluto; todo estaba así. O, aunque este sea un ejemplo menos directo, las propias hileras de casas.

Parecían dañadas—decrepitadas. No lo sé.

Tal vez era sólo mi imaginación.

Habiendo presenciado la ciudad tal y como era once años antes, quizá era natural que, en comparación, las vicisitudes del tiempo dieran esa impresión a lo que una vez había sido familiar.

Sin embargo.

Cómo puedo poner esto—lo sabía. Conocía este tipo de ciudad.

Para ser precisos, conocía este tipo de edificios.

Como la palma de mi mano.

“Hey, Shinobu…” “…”

Incapaz de soportar todo esto que pesaba en mi mente, volví a hablar con Shinobu, pero esta vez ni siquiera dijo: No me habléis.

No dijo nada en absoluto.

Ahora que lo pienso, lo primero que me dijo Hachikuji fue: “Por favor, no me hables”—de todos modos, incapaces de buscar refugio incluso en nuestros intentos equivocados de evitar la realidad, seguimos caminando.

La verdad es que estábamos arrastrando las piernas. Simplemente estábamos apartando la vista de lo evidente.

Sin vacilar—sin perder el rumbo, podría decirse—tanto Shinobu como yo habíamos llegado a una conclusión hace bastante tiempo.

Pero para evitar sacarlo a la luz y reconocer esa conclusión como la conclusión—para retrasar la presentación de una prueba concluyente.

Estábamos apartando la vista de lo evidente.

En realidad, ya nos habían presentado pruebas concluyentes—no obstante, seguimos apartando la vista, ignorando de forma activa eso que estaba frente a nosotros, hasta que llegamos a la residencia de los Araragi.

Mi casa, tan dañada como podía estarlo—era una prueba concluyente, definitiva, inamovible.

Estaba dañada.

No solo había caído en la ruina—estaba dañada. No solo estaba desordenada—estaba dañada.

El tipo de daño—que sólo puede venir de un lugar que lleva deshabitado meses y meses.

El polvo estaba amontonado y no se parecía en nada a un edificio abandonado.

De hecho—bueno, aunque haya tenido que mirar dentro de mi propia casa para darme cuenta, todo el pueblo.

La ciudad entera estaba así. Sí.

Los conocía bien.

Conocía este tipo de edificios.

Conocía—esa escuela de preparación abandonada.

Deshabitada, descuidada, a merced de los elementos—en resumen, mi ciudad era una gran ruina abandonada.

En otras palabras, se había convertido en una ciudad fantasma.

“Lunes, veintiuno de agosto—9:17 a.m.” Leyó Shinobu la pantalla del radio-reloj, el que tenía la función de calendario y que estaba colocado frente al televisor del salón de nuestra casa. “Me atrevo a decir que la propia deformación del tiempo ha salido como estaba prevista.”

Por otra parte, era dudoso que aquel reloj siguiera recibiendo correctamente las transmisiones de radio—era difícil creer que una antena siguiera funcionando lo suficientemente bien en este mundo como para transmitir la hora.

Es cierto, la pantalla coincidía con mi teléfono, así que probablemente Shinobu tenía razón en su convicción de que el propio viaje en el tiempo—el regreso al presente había sido un éxito.

Sin embargo, lo que realmente sentí al oírla no fue la alegría de saber la hora actual, sino el vacío desolador del hecho banal de que, incluso sin gente, un reloj seguía funcionando mientras las pilas aguantaran.

Como mínimo.

Esto demostraba, como mínimo, que alguien había cambiado alguna vez las pilas—aunque no tenía ni idea de cuánto tiempo había estado abandonada la residencia Araragi.

Tomé el mando a distancia e intenté encender la televisión. No pasó nada.

Sospeché que no era porque las pilas del mando estuvieran agotadas, sino porque no había electricidad en la casa. Aunque no estaba oscuro, ya que era de día, encendí el interruptor de la luz para asegurarme.

Nada.

La bombilla—tampoco estaba quemada.

“Y los semáforos no funcionaban… De alguna manera siento que empiezo a entender la situación… aunque todavía no puedo entenderla. Hmm, es lógico, pero no parece que todo haya estado abandonado tanto tiempo como esa vieja escuela de preparación. Parece que ha estado abandonada durante unos pocos meses, como mucho medio año…”

Expresé mis pensamientos tal y como me vinieron. Sin entender realmente, sin ir a ninguna parte.

“Si vamos a mi habitación y comprobamos hasta dónde llegué en mi guía de estudio, deberíamos ser capaces de determinar cuándo esta casa—cuando este pueblo, se despobló… ¿verdad, Shinobu?”

Aunque no pensaba mucho en lo que decía, seguía más o menos hablando con ella. Pero ella no dio ninguna respuesta.

Esto era diferente del silencio de “estoy pensando” que había mantenido durante todo el camino de vuelta a nuestra casa—era como si no pudiera oírme.

No me ignoraba porque estuviera perdida en sus pensamientos— era más bien como si no pudiera tratar conmigo.

“Hey, Shinobu.” “…”

“¡Hey, Shinobu!”

“¡Hiekk!”

Cuando me acerqué a Shinobu y me dirigí a ella, tocándole la clavícula (no las costillas, para que quede claro…), finalmente respondió y se giró para mirarme.

“O-Ohh… No sabía quién era, pero sois vos.” “¿Quién más podría ser? Todos se han ido.” Karen-chan y Tsukihi-chan.

Mi madre y mi padre. Todos se han ido.

Como el humo, o la niebla—desaparecieron sin dejar rastro.

“Todo el mundo se ha ido, como el… ¿era el Mary Celeste? Ese barco en el que toda la tripulación se desvaneció… No es que haya tazas de café con alcohol medio llenas por ahí ni nada, pero igual.”

“Mi amo. ¿No deberíamos investigar otro domicilio, para estar seguros? Para confirmar si es sólo la residencia de los Araragi, o si es realmente toda la ciudad.”

“No creo que quede nada por confirmar.” “Y sin embargo, debemos estar seguros.”

Tal es nuestra responsabilidad, instó Shinobu. Bueno, en eso tenía razón.

Estaba    tanto    la    responsabilidad,    como    el    sentido    de    la responsabilidad.

Decidimos inspeccionar no sólo las casas de los vecinos, sino todo el pueblo—y pasamos cinco horas completas en ello.

¿Buscábamos alivio haciendo esto o buscábamos descender más en la desesperación? A juzgar por el resultado, sólo puede haber sido lo segundo—no, tengo que decir que no sé cuál es.

Cómo decirlo… En algún momento la inercia se apoderó de nosotros, y por mucho que esta situación irreal se impusiera en nuestra realidad, seguíamos siendo incondicionalmente incapaces de aceptarla.

Volvimos a la residencia de los Araragi antes de las 3 de la tarde. Un café o algo así habría estado bien, pero el agua y el gas estaban cortados, al igual que la electricidad.

Shinobu y yo nos sentamos en el sofá, sin comida ni bebida (en realidad había algunos aperitivos en la cocina que aún no se habían estropeado, pero eran del tipo de cosas secas que son demasiado intensas para comer sin una bebida a mano, así que decidimos esperar).

Si quieres saberlo, no estábamos sentados uno frente al otro, sino en un abrazo de regazo—Shinobu en mi regazo, naturalmente.

“Muy bien.” No importaba, ya que era evidente que cualquiera de nosotros terminaría diciéndolo, pero a modo de ejemplo, o tal vez para asumir algún tipo de responsabilidad, lo dije yo: “El mundo ha sido destruido.”

“Ajá.”

“Excelente respuesta.”

“Ajá.”

“Así que supongo que no hay duda de que un descuido tuyo al saltar en el tiempo ha cambiado la historia.”

“No puedo sino pensar que la historia ha sido alterada porque vos salvasteis a esa muchacha perdida.”

La perspectiva de una célula de dos personas con cero sentido de la responsabilidad asomó su fea cabeza cuando nos sentamos alegremente echando la culpa de todo al otro. Desde otro punto de vista, eso demostraba hasta qué punto ambos nos sentíamos responsables.

Sin embargo.

“No es bueno…” Me lamenté. “El mundo entero. La escala es demasiado grande, no parece real… Es tan impactante que no puedo ni entrar en pánico.” Si las vacaciones de primavera eran un infierno, y la Semana Dorada una pesadilla—no podía evitar sentir que todo esto era una broma. Una divertida, incluso. “Aunque Karen-chan y Tsukihi- chan hayan desaparecido, aunque no pueda encontrar a Senjougahara ni a Hanekawa, ni a Kanbaru, ni a Sengoku, parece que no puedo afligirme, lo cual es francamente un verdadero shock… Es demasiado incluso para llorar.”

Mi conciencia no podía ponerse al día. Los sentimientos no llegaban.

En realidad, la palabra “conmoción” probablemente no empieza a expresarlo.

Vamos—¿el mundo entero?

La magnitud de un incidente así no era algo que un estudiante de escuela secundaria pudiera asumir.

“Al fin y al cabo, se ha provocado una paradoja temporal. ¿Qué pasó con la compulsión de la historia o la teoría de que el destino se corrige a sí mismo? Pase lo que pase, y resulte lo que resulte, la humanidad ha sido aniquilada sólo porque salvé a una chica perdida.”

“Hm. El efecto mariposa.” Dijo Shinobu como si ahora lo entendiera. Como si hubiera llegado a entender un nuevo término por sí sola—no es agradable, qué niña tan inteligente.

“¿Pero qué demonios ha pasado? Quiero decir, después de que la salvamos, ¿hizo Hachikuji algo escandaloso en su recién prolongada vida que causó que todo el mundo cayera en la ruina?”

“Creo que la muchacha no tiene la capacidad…”

“Sí, y no parece que haya habido una guerra nuclear o algo así.”

Aunque el pueblo, y todas las casas, estaban dañados, no parecía que hubieran sido destruidos por armas. Realmente parecía un pueblo abandonado, en el que los daños sólo se debían a la negligencia—

“Da la sensación de que todos los residentes fueron secuestrados…

¿Crees que tal vez alguien como Raoh de El Puño de la Estrella del Norte los reclutó a todos para su ejército?”

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“No hay ninguna semblanza de una ruina tan dura… pero no lo sé.”

Ugh, gruñó Shinobu, desplomando todo su peso contra mí.

Parecía derrotada, pero no por el potente sol de mediodía que nos golpeaba mientras contemplábamos la ciudad—era psicológico.

Aunque había vivido 500 años, o mejor dicho, 600 años, quizás precisamente por haber vivido 600 años, su espíritu podía ser muy débil—hasta el punto de haber querido suicidarse.

Así que esta situación, esta realidad.

Podría haber sido incluso más dura para ella—que para mí.

Aunque haya visto la ruina de muchas naciones y la caída de muchos regímenes—eso no significa que haya desarrollado la fortaleza para aceptar la ruina.

De hecho, tal vez sea todo lo contrario.

Ese tipo de experiencia tiene que ser traumática.

“El efecto mariposa…” Murmuré. “Dadas las circunstancias, tenemos suerte de haber subido los niveles vampíricos del otro, ¿eh, Shinobu? Los dos estaremos bien aunque no comamos ni bebamos nada durante un tiempo.”

“Si buscáis consuelo, supongo que lo hay.” Dijo Shinobu. “Parece que no puedo sino abandonar mi plan de darme un festín de donas.”

Sí.

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Apenas prometía ser lo único a lo que íbamos a renunciar.

***

 

 

En este tipo de casos, siempre empiezo tratando de entender la situación actual. Pero esta vez, al menos, la verdad es que no había ninguna situación que controlar.

Porque la situación, si insistimos en llamarla así, a dominar era un mundo en ruinas.

No tenía sentido conseguir nada.

Si íbamos a buscar algún consuelo, como decía Shinobu, en esta situación—no es que quedara nada que pudiera llamarse realmente situación—, el lado positivo era que parecía que mi memoria no se había alterado hasta ahora para estar de acuerdo con la “historia”—en concreto, aún recordaba mis vacaciones de verano en el “mundo desbaratado”.

Mis vacaciones de verano, las que conocí—las vacaciones de verano de una historia no arruinada.

Era como una ensoñación, esas vacaciones de verano que ahora nunca habían existido.

Mi ida y vuelta con Kaiki.

La rehabilitación de Senjougahara.

Mi violento encuentro con Kagenui-san—recordé todas estas cosas, que probablemente ni siquiera habían ocurrido en este presente, en esta línea temporal.

Por otro lado, mi memoria no se había complementado con los acontecimientos de esta historia alterada—que no sólo fue por las vacaciones de verano, sino también por ese Día de la Madre de hace tres meses.

Mi recuerdo del encuentro con aquella joven perdida, Hachikuji Mayoi, mi recuerdo de nuestras posteriores charlas desenfadadas, nada de eso se había borrado.

Al rescatar a Hachikuji de aquel accidente de tráfico en el pasado y entregarla en la puerta de Tsunade-san, definitivamente debería haber evitado su transformación en una excentricidad, haciendo que el accidente en aquel Día de la Madre nunca se produjera, lo que estaría en desacuerdo con la realidad—pero esa parte no parecía haber sido corregida.

De todos modos, resolvió una preocupación.

Pero teniendo en cuenta el abrumador número de preocupaciones que se presentaban ante mí, pensé que tal vez no era un consuelo digno de ese nombre.

“Hay que ver… Parece que me he olvidado de perecer junto con el resto del mundo.”


“A pesar de la gravedad de la circunstancias no os ha afectado tanto como debería. Como si esto fuera una película de Hollywood.”

“Shinobu-san, amante de Shogakukan. ¿Está familiarizada con un artilugio que aparece en un episodio temprano de Doraemon llamado el Interruptor Dictador?”

“No lo estoy.”

“¿Cómo es que eres una verdadera fan de Fujiko?”

“Sólo conozco los episodios más recientes de Doraemon.” “Así que eres una fanática normal de Fujiko.”

“Háblame ya de este ‘Interceptor Disyuntor’.”

“Interruptor Dictador. Es un artilugio que borrará del mundo a alguien que no te guste con sólo pulsar un botón. No mata al objetivo, sino que hace que ‘nunca haya existido’… de modo que la persona es incluso borrada de los recuerdos de la gente que la conoció.”

“Vaya, un artilugio muy útil.”

“Excepto que no existe. De todos modos, es un objeto de una época de ciencia ficción de Doraemon, pero… como Nobita-kun es ese tipo de personaje, al final utiliza el botón para borrar a toda la humanidad.”

“Un dictador aterrador, sin duda.”

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“Claro, algunas personas definen a un dictador como alguien que lleva a cabo un genocidio… Escucha, no estoy tratando de hacer ninguna reflexión profunda con esto, sólo se me ocurrió que se siente como si alguien hubiese usado el Interruptor Dictador en este mundo.”

“¡Decís que Nobita-kun aún puede estar vivo, en algún lugar de este mundo!”

“No. Qué conclusión tan precipitada… Además, ser un fan de Nobita-kun es raro. Tener a Nobita-kun como un personaje moe es totalmente incomprensible para mí. Pero eso no importa. Que todos los humanos de la Tierra desaparezcan es impensable en circunstancias normales. Es imposible sin algún elemento de ciencia ficción, ya sea un genocidio o un secuestro masivo. Llevaría mucho tiempo.”

“Hmm…”

Mi intento de ilustrarlo con un ejemplo lo más sencillo posible utilizando manga no había salido del todo bien, pero aun así parecía que había conseguido transmitir mi idea de alguna manera.

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Antes de ir a mi habitación para comprobar hasta dónde había llegado en mis ejercicios, busqué un montón de periódicos que estaban escondidos en la casa.

Los padres Araragi (me refiero a mi madre y a mi padre) eran personas muy metódicas, por lo que los periódicos y las circulares publicitarias se clasificaban y guardaban cuidadosamente.

Supongo que la pulcritud estaba en los genes—y si el mundo había caído en la ruina por etapas, es decir, “según las reglas”, siguiendo el procedimiento adecuado, entonces ese proceso, o al menos un presagio de él, debería estar acechando en algún lugar de las páginas de esos periódicos. Comencé a hojearlos con esa suposición en mente.

Encontraría la información mucho más rápidamente si pudiera conectarme a Internet en mi teléfono móvil, pero resultó que el papel era el último medio en pie.

Sin embargo, en unos cientos o miles de años, todo ese papel se convertiría en polvo y, al final, no tendríamos suerte.

Bueno, sin suerte en cuanto a averiguar qué pasó—por qué proceso el mundo cayó en tal ruina—pero no fue como si no aprendiera nada en absoluto.

Los periódicos almacenados en la residencia Araragi llegaban hasta la edición vespertina del 14 de junio.

No hubo ni una sola edición posterior a esa fecha.

Cuando fui a mi habitación para ver hasta dónde había llegado en mis ejercicios, el libro estaba abierto en la página con la misma fecha.

“Por supuesto, no hay garantía de que el yo de esta línea temporal no haya abandonado allí sus deberes… Si hubiera llevado un diario.”

“¿No podemos examinar los diarios de vuestras hermanas menores?”

“No, tampoco me imagino que esos dos tuvieran uno… y suponiendo que lo tuvieran, ¡ni siquiera este hermano mayor leería el diario de sus hermanas pequeñas sin permiso!”

Bueno.

Las fechas coincidían de forma definitiva, así que eso era lo suficientemente fiable, dentro de lo que cabe. Y, de paso, habíamos confirmado que el yo de este mundo también estaba debidamente ocupado en su preparación para los exámenes, lo cual era su propio tipo de consuelo—

“Ahora bien.” Comencé, volviendo al salón y abriendo de nuevo la edición vespertina del 14 de junio. “Podemos decir con seguridad que algo aparentemente sucedió, algún tipo de algo sucedió, durante la noche del 14 de junio—después de que la edición de la tarde hubiera sido entregada, pero antes de que la edición de la mañana hubiera sido impresa—y el mundo se desmoronó, no por etapas, sino de un solo golpe.”

Algo exactamente como el Interruptor Dictador. Algo de ciencia ficción.

“No sé lo avanzado que ha llegado a ser el armamento en este mundo, pero no puedo imaginar que hayan desarrollado algo que pueda *puf* borrar a todos los humanos, y sólo a los humanos, de una vez.”

“Lo que significa, ¿qué?”

“Lo que significa que debe haber sido algún tipo de fenómeno provocado por una excentricidad. Sólo una excentricidad puede burlar la compulsión de la historia, o la teoría de que el destino se corrige a sí mismo, ¿verdad? Por eso puedes viajar en el tiempo, y por eso pude salvar a Hachikuji—por eso pude evitar su transformación en una excentricidad.”

“Ya veo. Es una explicación plausible.” “Sí…”

Así fue como, al menos, intenté darle sentido.

Y mi razonamiento probablemente no era erróneo, pero—por muy acertado que fuera, no podía negar que pensaba: ¿Y qué?

¿Si no fuera un fenómeno provocado por una excentricidad? Al final da lo mismo.

¿Qué sentido tiene analizarlo? En serio…

Yo, Araragi Koyomi, siento que, a mi manera, he pasado por muchas cosas. No sólo el infierno de las vacaciones de primavera y la pesadilla de la Semana Dorada que sigo mencionando. Creo que todas las tribulaciones que experimenté me ayudaron a crecer emocionalmente.

Pero—esto era de otro orden de magnitud.

Hasta ahora, las cosas se habían limitado más o menos a un nivel individual. Incluso la Gran Guerra de los Yokai se había evitado de antemano: de todos los incidentes ocurridos hasta ahora, las atrocidades de Black Hanekawa eran las que más víctimas habían causado, pero tampoco había muerto nadie del público en general.

Sin embargo, ahora, no estábamos hablando de la muerte de alguien.

Sino de que todas las personas vivas de la Tierra se habían ido, un asunto totalmente distinto.

“Hmmm. Si algo ocurrió hacia el 14 o el 15 de junio, supongo que el actual estado de ruina del mundo es el resultado de que hayan pasado dos meses desde el suceso de la aniquilación… En otras palabras, ocurrió hace muy poco.” Abordé el tema con Shinobu—lo hice, pero ella permaneció en silencio, frotándose metódicamente las sienes.

Era propensa a los cambios de humor salvajes, así que revisar los periódicos y enfrentarse a la realidad podría haberla puesto de un humor bastante sombrío—o eso creía, pero esta vez no parecía ser el caso.

En su lugar.

Simplemente parecía enfadada.

“¿Qué pasa, Shinobu?”

“Bueno… algo revolotea por los bordes de mi mente… pero no puedo precisarlo. Mi memoria se ha convertido en una verdadera ruina.”

“¿Qué demonios, tienes alguna idea de lo que está pasando? ¿De por qué el mundo es así—o de qué excentricidad hizo esto, si es que eso fue lo que pasó?”

“Hmm… me pregunto.”

Shinobu inclinó la cabeza con duda, pero la posibilidad estaba ahí. De vuelta a la escuela abandonada—ahora todo estaba abandonado, por supuesto—había asistido a varias conferencias de Oshino sobre el tema de las excentricidades.

Para Shinobu, que había estado consumiendo excentricidades sin importar el tipo, era como aprender los nombres de los ingredientes— en cuyo caso.

“Espera.” Dije. “Es muy posible que la Shinobu de esta línea temporal alterada no haya asistido a las clases de Oshino…”

“Aunque la yo de este mundo no lo hiciera, la que está aquí sí, así que no tiene importancia.”

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“Oh, claro.” Esto es tan complicado. Todo era una paradoja en mi cabeza. “En realidad, espera un segundo. Si seguimos con ese argumento, la situación se va a complicar aún más, pero… ¿dónde estamos tú y yo en esta línea temporal?”

“¿Estar cómo?”

“Cuando fuimos once años al pasado, me conocí a mí mismo. Bien, no me conocí, sólo me eché un vistazo, pero aun así.”

“En efecto. Y erais muy adorable.” “Si era o no adorable es irrelevante.”

“Es muy relevante. Os estoy alabando. Alegraos.”

“Dadas las circunstancias, no, no me alegro de que se alabe lo adorable que supuestamente es mi yo de siete años. La pregunta es,

¿qué ha sido de ese niño adorable once años después?”

“¿Preguntáis eso? ¿No se ha convertido en un listillo de instituto?”

“No me refiero a eso. Me refiero a lo que le ocurrió al joven Araragi-san el día X, a mediados de junio de su último año de secundaria.”

“…”

“En ese momento todavía estarías cohabitando con Oshino en la escuela de preparación abandonada… ¿O ese aspecto de la historia también cambió? Bueno, en cualquier caso, junto con todos los demás—¿supongo que los dos perecieron?”

Morir—por alguna razón era reacio a usar la palabra.

La muerte es difícil de manejar, como diría Ononoki-chan. Pero, sobre todo, no había cadáveres.

“Seguramente hay muchas excentricidades te parecen sospechosas,


¿no?” Continué. “Parece una deducción relativamente realista que toda la humanidad pueda haber sido presa de una… ¿Significa eso que no pude resistir esa excentricidad?”

Shinobu era una cosa—pero si incluso Oshino y Hanekawa se habían ido, no había forma de que hubiera sobrevivido al fenómeno.

“Mi amo. Me parece que es demasiado precipitado juzgar este fenómeno como la acción de una excentricidad.”

“¿Eh? ¿Cómo así? ¿No acabas de estar de acuerdo conmigo?”

“Me limité a deciros que era una explicación plausible. Nunca dije que lo fuera con toda seguridad: mirad vuestras propias palabras para comprobarlo. Si el enemigo fuera una excentricidad, no podría deshacerse tan fácilmente de mí, némesis de todas las excentricidades que soy. Y lo que es más, ese mocoso Aloha, tan aficionado a su papel equilibrador, nunca pasaría por alto una excentricidad capaz de destruir el mundo entero. A menos que tuviera una razón para hacerlo.”

“Oshino… No me sorprendería que estuviera vivo en algún lugar de este mundo desolado.”

¿Eh?

Espera.

A mediados de junio… En la línea de tiempo adecuada—aunque ahora esta era la línea de tiempo adecuada, supongo—eso fue justo cuando Oshino dejó la ciudad, ¿no?

No recordaba la fecha exacta, pero era más o menos cuando ocurrió—toda una coincidencia.

¿Significa algo?

“Creo que no es más que una ilusión por vuestra parte.” Dijo Shinobu. “Debemos admitir que tanto vos como yo probablemente hayamos perecido en este mundo.”

“Tienes razón… en cuyo caso, la historia realmente ha cambiado.”

No sabía qué tipo de persona era el Araragi Koyomi de esta línea temporal alterada—pero un mundo desprovisto de mí se sentía tan horriblemente extraño como suena.

Había bromeado sobre el hecho de olvidarme de perecer junto con el resto del mundo, pero el joven Araragi-san no lo había olvidado en absoluto y parecía haber perecido adecuadamente como todos los demás.

Qué tipo tan íntegro.

Si se me permite decirlo.

“Me resulta extraño estar aquí ahora mismo a pesar de ello.”

“Al menos hemos obtenido algún beneficio. Ahora sabemos la fecha en que el mundo cayó en la ruina.” Dijo Shinobu.

“Sí, pero la pregunta es, ¿qué pasó ese día? ¿O esa noche? Hasta que no lo sepamos, no podremos hacer nada al respecto.”

“¿Hacer algo? ¿Qué podemos hacer en nuestra situación?”

“Bueno, suponiendo que todo el mundo ha sido secuestrado o algo así, si podemos resolver el problema de la excentricidad, ¿no volverán todos al mundo? Incluso si no podemos llenar el vacío de dos meses, al menos podemos restaurar el mundo a su estado original.”

Realmente no lo sabía.

Pero esa esperanza aún permanece.

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En ese sentido, sí que podría esperar ver de nuevo a Karen-chan y a Tsukihi-chan, a Senjougahara y Hanekawa, y a todos los demás.

“Por eso quiero saber qué causó el fin del mundo.”

“Ya veo.” Asintió Shinobu. “Esa falta de voluntad para admitir la derrota es lo que os hace ser quien sois, es vuestra razón de ser—así que, ¿vamos a averiguarlo?”

“¿Vamos? ¿A dónde? ¿Quieres decir que deberíamos ampliar la zona de búsqueda? ¿Como salir de la ciudad, o ir hasta Tokio?”

“No, no.” Me dijo Shinobu antes de señalar tardíamente: “Si volvemos a viajar en el tiempo, a la noche del 14 de junio, quedará muy claro lo que ha ocurrido exactamente.”

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