Mezametara Saikyou (NL)

Volumen 3

Capítulo 10: El Fin De Nuestras Vacaciones.

Parte 2

–¡Achoo! Haa-choo!

–Teniente Comandante, ¿está usted segura de que no tiene un resfriado?

–Qué extraño. Mi chequeo médico de la mañana no mostró ningún problema.

–¡Teniente Comandante! Las comunicaciones provienen de una nave no identificada que sale de Cierra III.

–¿Una nave no identificada?

–Sí. Comprobando el modelo ahora… ¡Oh!

–¿Hm?

–Un informe: He identificado la afiliación de la nave. Es el Krishna, la nave pilotada por el mercenario de rango oro, el Capitán Hiro.

–¿Eh…? ¡¿Qué?!

***

Poco después de abrir las comunicaciones con la Unidad de Caza de Piratas, una cara muy familiar apareció en la pantalla.

–Ha pasado mucho tiempo, capitán Hiro, dijo Serena.

–Así es, Teniente Comandante Serena. Me alegra ver que estás con buena salud.

–Sí, bastante bien. Es una pena que todo esto haya ocurrido durante tus vacaciones, ¿no? Serena sonrió, pero prácticamente podía sentir el aura oscura que emanaba de ella. Su expresión parecía decir, «¡Tus vacaciones terminan aquí!»

–¡Ja, ja, ja! Bueno, por alguna razón, la Flota Imperial tardó demasiado para llegar aquí y proteger los bienes del Imperio, así que tengo que hacer algo de dinero extra. Fue sólo una semana, pero creo que disfruté de las vacaciones, eso fue más que suficiente. Aaah, el resort de Cierra III era simplemente encantador. Comida deliciosa, un océano precioso…

–Ya veo. Bien por ti. Hee hee… Ante mi insistencia, el aura oscura que impregnaba la sonrisa de Serena sólo se espesó. «¡Qué miedo!»

–¡Ja, ja, ja! De todos modos, Teniente Comandante…

–¿Sí, capitán Hiro?

–¿Recuerdas que me debes una?

La sonrisa de Serena se transformó en una mueca.

«¡Ja, ja, ja! Ese es el espíritu».

***

Aterrizamos en el hangar del buque insignia de la Unidad de Caza de Piratas, Lestarius, y algunos soldados nos guiaron a los cuarteles de los capitanes.

Realmente no lo necesitábamos, ya que había estado aquí millones de veces durante mi servicio de enseñanza. Mimi y Elma también habían venido unas cuantas veces, pero como este era probablemente un trabajo importante para los soldados, me callé y dejé que se ocuparan de ello.

Para Chris, sin embargo, esta parecía ser una oportunidad muy rara.

Sus ojos brillaban de curiosidad mientras recorrían el interior metálico de la nave, y se aferró a la mano de Mimi para no caer y se hiciera daño o se alejara. Era una visión conmovedora.

Mei estaba de vuelta en el Krishna. Nadie en el Lestarius era probable que se metiera con nuestra nave, pero también había que tener cuidado, ¿no?

–Teniente Comandante, he traído el grupo del Capitán Hiro, dijo un soldado cuando llegamos.

Entonces escuchamos la voz de Serena desde el otro lado. –Gracias. Puede volver a su puesto.

–Así se hará. Se inclinó hacia ella a pesar de la puerta entre ellos y se fue.

«Estos militares sí que se atienen a las reglas», pensé mientras la puerta se abría.

–Entren, dijo Serena, y todos obedecimos.

La habitación estaba sorprendentemente ordenada. Había un escritorio, una pequeña zona de salón, algunos armarios a lo largo de las paredes decorados con crestas y escudos, y unas cuantas espadas. «Las espadas son geniales. Quiero una, aunque nunca la vaya a usar».

–Gracias por responder a nuestra petición, empecé. –Odio que nosotros, los mercenarios, te quitemos tiempo de tu apretada agenda.

–Por favor, basta con la actuación, gimió ella, disgustada. –Se me está poniendo la piel de gallina. De las malas.

–¿De verdad? Genial, entonces hablaré como siempre.

–Ugh… Sí, eso servirá. Entonces, ¿cuál es el problema ahora? Si estás aquí para presumir de tus vacaciones en el resort, entonces estoy muy contenta de cortarte ahí donde estás.

–Eww, no. Eso da demasiado miedo. En realidad, estoy aquí para hablar en serio. ¿No crees es sospechoso cómo todos esos piratas vinieron a atacar Cierra III?

Serena entrecerró sus ojos carmesí. Parecía que sí le parecía sospechoso.

–Y dejemos de lado la escala por un segundo, continué. –Ellos adjuntaron motores FTL y propulsores a los asteroides para atacar desde la órbita. Eso no puede ser fácil ni barato, ¿verdad? ¿No crees que hay alguien detrás de ello? Bueno, tenemos una idea de quién podría ser.

–Qué interesante. Me encantaría escuchar tus pensamientos, pero primero,

¿qué es lo que buscas?

–Aww, todo lo que quiero es una semana o dos de ayuda. Me gustaría conseguir suministros a través del Imperio también.

–Así que ese es tu objetivo. ¿Planeas usarnos como escudo?

–Esa es una forma mezquina de decirlo. Sólo quiero que nos ayudes a luchar contra el gran villano, eso es todo. Por un tiempo limitado.

–Supongo que eso tiene sentido… Sigue.

Estaba claro que quería saber qué pasaba. Me pregunté por dónde empezar.

–¿Debería contarle todo? Les pregunté a las chicas. Elma asintió. –Eso sería lo mejor, ¿no crees?

–Sí. Empecemos por hablarle de Chris, dijo Mimi.

Todos nos giramos para mirar a Chris. Serena siguió nuestra mirada, haciendo que la chica se removiera incómoda. «Empezar desde el principio sería mejor, supongo».

–Primero, tan pronto como llegamos a este sistema estelar, los piratas nos atacaron. Anularon nuestro viaje FTL usando un interdictor, pero los derribamos.

–Atraes una cantidad impactante de problemas. ¿Y entonces?

–Encontramos una cápsula de criosueño entre los restos. Chris estaba dentro. Su nombre completo es Christina Dalenwald; es miembro de la familia Dalenwald y la nieta del actual conde.

–El conde Dalenwald… Hace unos meses escuché que su heredero fue asesinado en un ataque pirata. Así que es una superviviente. ¿Cuál es el significado de esto?

–Aparentemente, fue una disputa por la herencia disfrazada de un ataque pirata. Descubrieron que Chris sobrevivió, por lo que la disputa se está agitando de nuevo. Este ataque pirata fue planeado por su tío, igual que el primero. Su nombre era… ¿Qué?

–Es Balthazar Dalenwald, susurró Mimi.

–Oh, eso es correcto. Creemos que es obra de Balthazar. Incluso envió robots de batalla a nuestra isla.

–Hmm. Creo que necesito escuchar más.

Cansado de estar de pie y hablar, fuimos a la zona de la sala de dibujo para sentarnos y contarle todo lo que había pasado hasta ahora, incluyendo la batalla. Mei había recibido datos de Milo sobre los robots de batalla -y lo que parecía ser una nave de descenso sigilosa- y los envió a la tableta de Mimi, que ésta compartió con Serena.

–Sólo lo he hojeado hasta ahora, pero Dios… No me gusta el aspecto de esto. Serena frunció el ceño mientras lo miraba.

–Te refieres a la nave de transporte sigiloso, ¿verdad?

–Sí. Normalmente, sólo los militares deberían tener acceso a esa tecnología. Me pregunto cómo la habrán conseguido. Los robots de batalla eran de alta calidad, pero al parecer no es demasiado difícil conseguirlos para la nobleza rica. Si hubieran sido de grado militar, probablemente no habríamos logrado pasar por ellos tan fácilmente como lo hicimos. –Puedo ver que nosotros, los militares, no podemos ignorar esta situación. Este tal Balthazar está seguro de intentar algún ataque de último recurso. ¿Me imagino que quieres utilizar mi unidad como protección?

–Más o menos, sí, dije.

–Lo has admitido con bastante facilidad…

–No me gusta dar vueltas a la verdad. Soy un hombre honesto, después de todo. Además, esto no sería difícil de manejar para ti, ¿verdad?

–Uf… Muy bien. Aunque será caro.

–¿Caro? ¿Pero no estás pagando tu deuda conmigo? Le sonreí.

–Gnngh… Serena me miró, frustrada y temblorosa. «Ja, ja ja. Esto es simplemente encantador».

–Piénsalo de esta manera. Haces tu trabajo habitual, ¡Y tu deuda hacia mí se desvanece! Impresionante, ¿verdad?

–Sí, sí, ya he oído suficiente. Capitán Hiro, te contrataremos para vigilar una unidad de suministro privada. ¿Eso te satisface?

–No voy a decir simplemente que sí a eso. ¿Puedo tener más detalles?

–Tch.

«No me chasquees la lengua, bruja».

–Tenemos dos naves con nosotros que pertenecen a la familia Holz-ejem, tenemos dos naves de carga de propiedad privada. Uno es el Pelican IV, y el otro es el Flying Tortoise… Te contratamos para que las protejas.

–Oye, espera. ¿No son los barcos de suministro del Marqués Holz más o menos carnada viva para los piratas?

–¡Oh ho ho! Serena se rio con altanería. –Sí, tonto. Él se encuentra atacado con frecuencia por alguna extraña razón, y nosotros casualmente lo salvamos cada vez. Pero casualmente es tan útil para nosotros exponer a los que conspiran en nuestra contra.

Serena parecía disfrutar repartiendo tantos golpes como estaba recibiendo de mí parte. Era un método eficaz de caza de piratas, y mientras pudiéramos resistir un ataque durante el tiempo suficiente, la Unidad de Caza Pirata nos salvaría.

–Claro, dejémoslo así. ¿Cuál será nuestra recompensa?

–El salario estándar para un mercenario de rango oro es de unos 80.000 Ener por día.

–Eso es muy barato, me quejé.

–Cualquier recompensa de los barcos piratas destruidos también será tuya, añadió Serena.

Miré a Elma, que se encogió de hombros.

–Dada nuestra situación, me alegro de aceptar cualquier dinero que podamos conseguir.

–Cierto… De acuerdo. Vamos con eso.

–Muy bien. Prepararé el papeleo adecuado y lo enviaré a través del gremio. Por favor, esperen en su nave.

–Entendido.

–En cuanto a Christina, estaremos encantados de atenderla aquí. Serena miró a Chris.

La seguí, y la chica negó enérgicamente con la cabeza. Parecía que ella quería estar en el Krishna.

–Ahí lo tienes. Aunque agradecemos la idea.

–Ya veo. Sí, bueno, supongo que una nave llena de soldados no sería el mejor ambiente para una niña. Serena asintió en señal de comprensión.

«¿No eres tú también una niña?» La miré fijamente, desconcertado.

–Soy una soldado y una noble con entrenamiento formal, no una niña. Fíjate en la espada. Serena sonrió sin miedo. ¿Creía que esa espada la salvaría de cualquier cosa? ¿Qué, podría usar la Fuerza para desviar los láseres y hacer telequinesis? Un misterio, sin duda.

–Vaya. Si es así, está bien.

–Bien. Llamaré a los soldados para que te escolten a tu nave. No me gustaría que te metieras en nuestras divisiones secretas, después de todo. Serena utilizó su terminal de mano para llamar a alguien.

Había estado preocupado, pero esto parecía menos peligroso que estar por nuestra cuenta. «¡Uf! Ese es el poder de las conexiones».