Tearmoon Teikoku Monogatari (NL)

—¿Qué? ¿Un torneo de esgrima? — Preguntó Mia mientras almorzaba un día en la cafetería con su habitual grupo de compañeras.

—Sí, los muchachos han estado hablando como una tormenta. Aparentemente, la academia está ayudando a organizarla, y se llevará a cabo durante la última semana antes de las vacaciones de verano o algo así— respondió una de las chicas.

—¿No has oído? — Preguntó otro.

—Hm… parece que no recuerdo haber escuchado algo así… Ugh, mi cabeza.

Tan pronto como intentó recordar los recuerdos pasados del evento, sintió un terrible dolor de cabeza.

«Torneo de esgrima… solo…»

Las palabras pasaron inquietantemente por su mente. Algo sobre ellos la hizo sentir que estos eran recuerdos que mejor quedaban enterrados…

—Tradicionalmente, si una chica tiene un chico que le gusta, le traerá una caja de almuerzo ese día, así que nos preguntamos si Su Alteza ya ha hecho un pedido…

«…¡Caja de almuerzo!»

Una escena de sus recuerdos estalló vívidamente en su mente. Era de la línea de tiempo anterior, en ella estaba inspeccionando ansiosamente la extravagante lonchera que había ordenado…

—¡Oh, puedo verlo ahora! ¡Voy a entregarle esto, y él estará tan impresionado que después de que gane, vendrá a decirme que esta caja de almuerzo fue el combustible para su victoria!

Tenía todo planeado y estaba ansiosa por irse. Sin embargo, su entusiasmo fue inmediatamente empapado con un balde de agua fría cuando el Príncipe Sion se negó rotundamente a aceptar su caja de almuerzo. Para empeorar las cosas era el hecho de que no podía confiarle a nadie sobre el rechazo. Al final, no tuvo más remedio que comérselo ella misma. En su habitación. Sola. Sollozando para sí misma.

«Qué horrible fue eso…»

Una sola lágrima cayó de su ojo.

—¡Qué… S-Su Alteza! Que pasa ¡¿P-Por qué estás llorando de repente?!

—¡A-Alguien! ¡Traigan un pañuelo!

Al ver a Mia derramar una lágrima silenciosa, todas las chicas entraron en pánico.

—Oh, no, no es nada— Mia se limpió la lágrima con el dedo. —Me alegra que me lo hayas contado. Gracias— dijo con una sonrisa.

«A diferencia del Príncipe Sion (que es un idiota) el Príncipe Abel es un caballero perfecto, por lo que comerá mi almuerzo. ¡Sé que lo hará! Las cosas habían cambiado desde entonces, y ella también». Esta no era la Mia de antaño. « Dicho esto, sin embargo, primero debería hacerle prometerme que aceptará mi almuerzo.»

De hecho, Mia Versión 2.0 vino con una actualización importante… la capacidad de planificar con anticipación. Ahora sabía que las personas pueden tener obligaciones previas y que era importante organizar las cosas con anticipación. Era posible, por ejemplo, que él mismo preparara el almuerzo ese día, haciendo que los esfuerzos de Mia fueran extraños. Por eso era necesario comunicar primero su intención de traerle una lonchera.

«¡Debería ir a decirle lo antes posible!»

Después de la escuela, Mia fue a buscar a Abel. El club de equitación se estaba reuniendo ese día, así que fue directamente allí y lo encontró en poco tiempo.

—Príncipe Abel.

—Hola, Princesa Mia. ¿Aquí otra vez? ¿Quieres practicar equitación un poco más? Preguntó mientras la miraba. Estaba vestida con un elegante conjunto de ropa de montar compuesta por un chaleco y pantalones largos. —Malong habló muy bien de ti, ¿sabes? Dijo que había pensado que estabas aquí por uno de tus caprichos de princesa, pero resulta que te estás tomando la práctica muy en serio.

La participación de los miembros del club, en general, no era obligatoria. No había necesidad de venir todos los días, y con los nobles (que estaban acostumbrados a dedicarse a su día como quisieran) formando la mayor parte de la población estudiantil, la asistencia nunca fue alta. La frecuencia con la que Mia apareció fue, en todo caso, una rareza. Ella venía todos los días, pero para ser honesta, prefería pasar el tiempo descansando en su habitación. Ella solo estaba allí porque consideraba que la equitación era una habilidad esencial para escapar rápidamente, por lo que tuvo que aprenderla.

—De todos modos, este es el único caballo disponible en este momento. ¿Te gustaría montarlo conmigo? — Preguntó, quitándose un guante y ofreciéndole su mano.

—¿De Verdad? Creo que me gustaría eso… — Mia colocó su mano en la de él. —Yo…

—¿Hm? ¿Qué pasa?

—Tu palma… — dijo mientras pasaba los dedos por ella. —Ha crecido bastante firme”.

Ella le dirigió una mirada encantadora.

—Uh, supongo. Probablemente sea porque, ya sabes, se avecina un torneo de esgrima, y he estado practicando…

—Mm…. Veo que has estado trabajando duro…

Se le ocurrió que la piel de las palmas de los caballeros de su país tenía callos similares. Miró al chico parado frente a ella otra vez. Aunque sus rasgos aún eran los de un niño, desde cierto ángulo, había algo decididamente masculino en la forma en que las sombras caían sobre su floreciente mandíbula. Envió un pequeño aleteo en el corazón de Mia.

Ella se subió al caballo, detrás de Abel, se aseguró de envolver sus brazos firmemente alrededor de él, luego preguntó con voz tímida:

—Um, Príncipe Abel, sobre el torneo de esgrima…

—¿Hm?

—¿Has… hecho algún arreglo con alguien para almorzar ese día?

—Uh, no especialmente…

Al escuchar su respuesta, Mia sintió una oleada de alivio.

—Perfecto. En ese caso, ¿Estaría bien si te preparo una caja de almuerzo ese día?

—¿Huh? ¿Para mí?

—Si. Haré todo lo posible para traerte algo maravilloso. Espero que te ayude a ganar.

Lamentablemente, había descuidado considerar un tema. Esta negligencia fue provocada por su alivio. Sintiéndose segura sabiendo que no sufriría el destino de un almuerzo solitario en la última vida, bajó la guardia. Además, su sentido común recién adquirido no era lo suficientemente sustancial como para alertarla sobre esta trampa inminente. Para la mayoría de las personas, el problema era obvio y no requería más que un momento de reflexión. Para Mia, nunca se le pasó por la cabeza.

Las cajas de almuerzo tuvieron que ser ordenadas. Y los pedidos tenían que hacerse por adelantado.

Felizmente ignorante del hecho de que todas las tiendas de la ciudad se verían inundadas de trabajo el día del torneo y, por lo tanto, dejaron de aceptar pedidos con una semana de anticipación, Mia sonrió feliz para sí misma al imaginar un futuro que nunca sucedería.

—Oh, que maravilloso. ¡Apenas puedo esperar!