Tearmoon Teikoku Monogatari (NL)

Aunque había decidido hacer tropezar a Sion, Mia no tenía intención de hacerlo físicamente. Eso sería demasiado obvio. Si bien ciertamente tenía las habilidades para lograrlo (una patada rápida a las espinillas podría disfrazarse fácilmente como un paso en falso descuidado) no llevaba la vestimenta adecuada. A diferencia de un vestido más largo que ocultaba los tobillos, el que usaba actualmente tenía una falda mucho más corta, lo que hacía mucho más difícil ocultar una patada. De hecho, ella nunca había planeado comportarse agresivamente con Sion para empezar. La hostilidad absoluta obviamente despertaría su ira, y un Sion enojado parecía exactamente el tipo de cosa que la lanzaría directamente a la ruta de la guillotina.

«Además, ni siquiera lo necesitaré. No es como si él pudiera seguirme el ritmo cuando bailo con mi mayor nivel de habilidad. ¡Si no me detengo, terminará tropezando con sus dos pies tratando de mantenerse al día!» pensó que Sion no podía sostenerle el ritmo. « Oh, puedo verlo ahora. Tu inútil intento de seguirme el ritmo. Tu espectacular caída. Y la vergüenza de plantar caras delante de todos. ¡Simplemente sublime!»

Era el plan perfecto. Pensó. Pero, durante el baile…

—Bueno, me ha sorprendido. Esperaba bailar un vals con una novata, pero me encuentro tangente con un cisne— dijo Sion, con una sonrisa enérgica mientras se deslizaba por el suelo con ella, sus pasos suaves y seguros.

«¡¿C-C-Cómo está pasando esto?!»

La mitad de su cerebro estaba dedicada a mantener la complicada habilidad de pies de su baile, mientras que la otra mitad intentaba desesperadamente contener un grito. Daba vueltas y más vueltas, tejiendo y girando como un hada en un prado. Cada vez que pasaba por la ventana, la luz de la luna rebotaba en su piel perlada, brillaba con un aura celestial. Los pasos de sus compañeros se detuvieron. En poco tiempo, ella y Sion fueron los únicos bailando.

Al principio, la burla continuó. Le dieron crédito a Sion. Dijeron que era porque él era un buen líder. En segundos, los murmullos se desvanecieron. Entre la nobleza, era de conocimiento común que se necesitaron dos para bailar. Un solo bailarín brillante era sinónimo de futilidad. Solo cuando ambos bailarines eran excepcionalmente hábiles podían realizar el tipo de actuación fascinante que se presencia ahora.

El cuerpo de Mia giraba, elegante e ingrávido. Ella cayó libremente a un lado, donde el brazo de Sion ya estaba al acecho. Sintió un empujón en la espalda, gentil pero firme. La volvió a poner de pie con el impulso justo para lanzarla a la siguiente secuencia de pasos. Su baile fue elegante y suave. Lideró con un toque suave y una postura elegante. La forma en que la atrapó en sus brazos se sintió tanto como un tierno abrazo que Mia no pudo evitar sentir un aleteo en su corazón.

«Las lunas tienen piedad… ¡Qué terriblemente soñadora… quiero decir, no! ¡No sueñes! ¡Esta es la última persona con la que debería estar soñando!»

Mientras Mia luchaba por mantener a su “fangirl” interior bajo control, sus ojos errantes encontraron una figura familiar en un rincón de la habitación.

«¿No es ese el príncipe Abel?»

Ella lo vio caminando hacia el bar con dos vasos en sus manos. Al darse cuenta de que los vasos estaban vacíos, sintió una ola de calor en su corazón.

«Qué alma tan amable es él.»

Finalmente, la música se detuvo y el número terminó. Mia le dio un tirón rápido a su falda y realizó una elegante reverencia.

—Bueno, ahora— le dijo Sion. —Si es posible, me gustaría unirme a usted para otro número. Una más tranquilo esta vez. ¿Qué dices?

—Lo siento mucho, Príncipe Sion, pero debo declinar. Seguramente sabes que hay alguien más que sería un socio más adecuado para ti.

Lo dijo como un insulto, interpretado con el matiz de Buen Intento, chico inteligente, pero no eres lo suficientemente bueno para mí, pero en realidad era solo que ella era una perdedora. Luego, hizo una rápida reverencia y se alejó, dejando a Sion parpadeando en aturdido silencio.

—¡Príncipe Abel!

Mirando hacia arriba, Abel se sorprendió al encontrar a Mia acercándose a él. Ella y Sion habían formado una pareja tan perfecta que pensó con certeza que bailarían al menos dos o tres números más juntos. De todos modos, ahora que ella estaba allí, él tomó uno de sus dos copas (ahora llenos) y se lo entregó con una sonrisa.

—Ah, Princesa Mia. Estuviste brillante en la pista.

—Dios mío, qué halagador de tu parte.

La vista de Mia riéndose tímidamente le resultó demasiado difícil de manejar, y tuvo que apartar los ojos.

—Aún así, tengo que decir… simplemente no soy rival, eh.

—¿Sin coincidencia?

—Por el Príncipe Sion. Me duele admitirlo, pero desafortunadamente, no hay forma de que haya podido sacar tanto de tu verdadero potencial.

Había sentido el torrente de pasión. Había jurado no rendirse, pero la realidad era un amante cruel, y ante la abrumadora diferencia de habilidad, su resolución comenzó a tambalearse. En respuesta, Mia se llevó el vaso de jugo a los labios.

—Aprecio mucho esta bebida. Es genial y bastante refrescante— dijo, sin mencionar a Sion. —Eres una persona amable y maravillosa, Príncipe Abel.

—Hah, eso me está condenando con un elogio débil. ¿Creías que era el tipo de hombre que se presentaba solo con un vaso para él?

—Deberías tomarlo en el sentido de que veo que eras consciente de la naturaleza físicamente agotadora del baile y fuiste a refrescar mi bebida. Gracias.

La mandíbula de Abel se cayó ante este comentario. No había esperado que ella golpeara el clavo justo en la cabeza. Lo que ella dijo era verdad; él había ido a tomar bebidas calientes tan pronto como la música comenzó. Sin embargo, después de ver la forma en que Mia bailaba, pensó que después se sentiría caliente y fue a cambiar las bebidas por unas frías.

—Príncipe Abel, por favor no te menosprecies. Eres una persona maravillosa.

Las palabras de Mia fueron pronunciadas con genuina amabilidad, sin que se vieran afectadas por su mezquindad y falsedad. Ella realmente quería decir lo que había dicho. Era la primera vez que un chico de su edad la había tratado tan bien. Como princesa, había recibido mucha cortesía de sus súbditos, pero como niña, nunca se había sentido tan personalmente atendida. Un poco aturdida por la experiencia, había terminado diciendo algo que podría decirse que estaba un poco por delante de ella.

—Aún así… si es posible, preferiría no perder con el Príncipe Sion en el piso tampoco.

—En ese caso, permíteme entrenarte. Sin embargo, le insto a que se prepare. No malcrío a mis alumnos.

Por lo tanto, en esta noche, Mia logró por primera vez en su vida bailar al contenido de su corazón, disfrutando cada jadeo de la multitud y el aleteo de su corazón.