Tearmoon Teikoku Monogatari (NL)

—Dios mío, seguro que te rechazó bien, mi Lord— dijo Keithwood, mientras se acercaba a Sion, que ahora estaba solo después de la partida de Mia y Abel. —Debo decir, sin embargo, seguro que no lo vi venir. Rechazándote, eh. Ella tiene algo de arena. Es una pena que se haya perdido esta oportunidad de familiarizarse con la princesa. Aún así, esta no es la única oportunidad que tendrá. No hay razón para molestarse… ¿Oh? Bueno, ¿Qué es esto?

Keithwood arqueó una ceja, ya que acaba de ver una vista extremadamente poco común. Sion (su señor y maestro, que había sido entrenado desde la infancia para mantener la compostura y la disposición de la realeza) tenía el desagrado escrito en toda su cara. De hecho, no fue solo desagrado. Casi parecía como… de mal humor.

—Ahora no me digas que estás de mal humor solo porque una chica no va a bailar contigo.

—Por supuesto que no— respondió Sion, forzando las comisuras de sus labios hacia arriba. Pudo haberlo dicho con una sonrisa, pero definitivamente no involucraba suficientes músculos. —Las acciones que tomó fueron ejemplares, lo que resultó en la resolución del conflicto y un daño mínimo a la reputación del Príncipe Abel. El Primer Príncipe de Remno parece tener una personalidad bastante desagradable, por lo que es completamente comprensible que ella quiera defender al Príncipe Abel.

«Buenos puntos, buenos puntos. Ahora, si solo no sonara como si estuvieras tratando principalmente de convencerte a sí mismo.»

Keithwood era mayor que Sion por cuatro años. Su relación no era simple, y debido a sus múltiples facetas, albergaba una variedad de diferentes emociones y actitudes hacia su príncipe. Si bien amaba y respetaba a Sion como un señor de principios, también sentía la obligación de ser mentor del querido hijo del Rey que tanto le debía. Además, habiendo crecido juntos, siempre compartirían la inocente camaradería de los amigos de la infancia. También hubo momentos (como ahora) en los que no pudo evitar sentirse como un hermano mayor que tuvo la oportunidad perfecta de burlarse de su hermano menor.

—Además, fui yo quien preguntó. Soy muy consciente de que la otra parte tiene el derecho de aceptar y rechazar mi invitación.

—Pero por alguna razón, ¿No puedes evitar molestarte por eso?

—¡No estoy de mal humor! — Gruñó Sion, en una refutación infantil que sorprendió a Keithwood con la guardia baja. —Solo estoy… un poco decepcionado. Pero no estoy molesto por eso.

Keithwood, con ambas cejas completamente arqueadas, miró el puchero en la cara de su príncipe.

«Huh. No todos los días ves a Sion ponerse tan nervioso» pensó. Normalmente, Sion calmaba tranquilamente sus burlas. «Me pregunto si hemos pasado la etapa de interés desapasionado… Tal vez Sion tiene sentimientos genuinos por esta chica…»

La verdad era que Keithwood había identificado correctamente la fuente de la petulancia de Sion incluso antes que el mismo Sion. Los sentimientos actuales del príncipe se parecían mucho a los de un niño que había recibido el hombro frío de la chica que le gustaba.

«Princesa Mia, ¿eh?»

Es cierto que la respuesta de Mia también fue una sorpresa para él. Aunque no lo diría en voz alta, en opinión personal de Keithwood, Sion hizo que Abel golpeara de plano. No había un solo aspecto en el que Abel tomara la delantera. De acuerdo, ahora que lo había mirado, podía ver que el segundo Príncipe Remno era realmente un muchacho atractivo. No solo era guapo, también se portaba con un aire de gracia. Una vez que comenzó la escuela, probablemente era del tipo que se había vuelto bastante popular.

… Pero eso fue todo. A los ojos de Keithwood, Abel realmente se ajustó al viejo adagio “la belleza solo es superficial”. Su encanto era extremadamente superficial. Aquellos que consideran que sus gustos son atractivos no merecían ser considerados.

«En circunstancias normales, de todos modos. El problema es que, en este caso, él está en contra de Sion.»

De lado a lado, el aspecto cotidiano de Abel palidece en comparación. El superior de los dos en términos de atractivo interno y externo, Sion era abrumadoramente la opción más atractiva. De hecho, si uno se deleitaba en la frivolidad de la cara o buscaba la sustancia de la mente, el Príncipe Heredero, Sion Sol Sunkland, lo tenía todo. Encantó a la colegiala y al sabio por igual.

Y, sin embargo, Mia eligió a Abel para ser su compañero de baile, rechazando una oferta de Sion para hacerlo. Ella dejó pasar la oportunidad de pisar el piso del salón de baile con Sion, e ignoró la ferviente súplica de Abel de que reconsiderara.

«¿Para proteger la reputación del Príncipe Abel…? Supongo que tiene sentido, pero…»

Keithwood sospechaba que había algo más que eso. Tenía que haber alguna otra razón. Algo sobre lo que ella le había dicho… Casi parecía que estaba tratando de motivarlo.

«¿Ve algo más en el Príncipe Abel? ¿Algún talento oculto que se me escapa?»

Ella era, después de todo, la muy alabada Gran Sabia del Imperio. Sería prudente asumir algún motivo más profundo.

Entonces, princesa, ¿qué eres? ¿Un santo benevolente preocupado por el bienestar social de los demás, o una intrigante cuidadosa cuyos movimientos se calculan meticulosamente?

En ese momento, se le ocurrió una idea que lo hizo sonreír con ironía.

«O tal vez… ¿Ella solo estaba bromeando? Esa sonrisa suya era menos santa y más… joven seductora, si me preguntas. ¿Quién lo hubiera pensado? Inteligente como es Sion, puede haber una chica que lo está interpretando como un violín.»

Pasaría algún tiempo antes de que Keithwood se enterara (lo que él pensaba) de las verdaderas intenciones de Mia. La experiencia lo sacudiría hasta la médula, ya que sería testigo de primera mano (nuevamente, lo que él pensaba que era) la razón por la cual Mia era conocida como la Gran Sabia del Imperio.

Eso, sin embargo, viene más tarde. Por ahora, solo una cosa era segura: sin que ella lo supiera, Mia había ganado otro título “la joven seductora”.