Tearmoon Teikoku Monogatari (NL)

—Propongo el método de dejar caer algo.

—… ¿Eh?

Mia parpadeó un par de veces, desconcertada por la repentina propuesta. Mientras se rascaba la cabeza, preguntándose qué poseía Anne para hacer un comentario tan extraño, su interlocutor continuó, moviendo su dedo de la misma manera que lo hacían los maestros cuando predicaban a los niños.

—Ya ves, Princesa Mia, la gente necesita una razón para conocerse.

—Sí, soy consciente de eso.

Lo que dijo Anne era cierto. Comenzar una conversación con un completo desconocido de la nada fue difícil. Se requería mucho coraje para hacerlo. Para Mia, que era particularmente de corazón de pollo, era una tarea extremadamente difícil. Para complicar las cosas era el hecho de que era una fiesta de baile, en la cual los chicos normalmente eran los que pedían. Entre los círculos nobles, se aceptaba ampliamente que se invitaba a las chicas a bailar, y sus esfuerzos deberían centrarse en hacerse lo suficientemente atractivas para atraer tales solicitudes. Si una chica toma la iniciativa y le pregunta a un chico, rápidamente podría ser víctima de muchos chismes sobre su comportamiento desvergonzado y grosero. Por lo tanto, para que se le pidiera a Mia que bailara, primero necesitaba organizar un escenario en el que ella y su objetivo se involucraran naturalmente en una conversación. Eso les permitiría familiarizarse entre sí, lo que facilitaría que ocurriera la solicitud crucial.

Por supuesto, podrían permanecer completamente desconocidos y él aún podría invitarla al baile. La posibilidad ciertamente existía en teoría, especialmente considerando que había chicos que preferían seguir siendo agentes libres hasta el día de la fiesta, cuando iban preguntando a quien les apeteciera. Sin embargo, esto no era aplicable a Mia, nadie se atrevería a acercarse a la Princesa del Imperio por capricho. Además, su cambio de opinión fue solo un evento muy reciente. Aunque algunas personas en el Imperio habían comenzado a referirse a ella como “Santa” y “La Sabiduría”, solo los reinos vecinos con redes de inteligencia bien establecidas sabrían algo sobre esto. Para la mayoría de sus compañeros de clase, su reputación se mantuvo sin cambios, y teniendo en cuenta que era conocida por ser una princesa arrogante y egoísta que hizo alarde de su poder de la peor manera, la gente probablemente no estaba haciendo cola para ser su pareja de baile. Por lo tanto, necesitaba aprovechar el tiempo limitado que le quedaba para convencer a la gente de que no era una ególatra aterradora.

… Es más fácil decirlo que hacerlo.

—Y ahí es donde entra, dejar caer algo. Imagine esto: El caballero que le interesa está justo en frente de usted. Estás pasando junto a él y, de repente, algo simplemente… se te escapa de la mano y cae al suelo. ¿Qué crees que pasaría entonces?

—Ah-hah. Tienes razón. Si parecía que accidentalmente se me cayó algo justo delante de él, no tendría más remedio que recogerlo.

—Exactamente. Y en el proceso de decir gracias, solo mencionas casualmente el baile y le preguntas si tiene pareja. Si no…

—Hm. Entonces, la idea es crear una oportunidad de conversación que naturalmente lo lleve a invitarme al baile… Qué terriblemente inteligente— dijo Mia, profundamente impresionada por la brillantez táctica en exhibición.

No tenía idea de que su confidente era capaz de idear un esquema de detalles tan meticulosos. Todo tipo de descriptores que nunca antes había asociado con Anne comenzaron a pasar por su mente: confiable… maestra estratega… debería estar a cargo de todos los ejércitos del Imperio…

—Si resulta que es un poco del lado denso, entonces puedes invitarlo al baile, pero lo expresas como una expresión de gratitud por su cortesía.

Si bien en general era tabú para la chica hacer las preguntas, enmarcar la solicitud como una forma de agradecimiento debería protegerla de ser vista como desvergonzada. Ofrecer un obsequio a alguien sin razón aparente se consideraría una felicitación barata, pero hacerlo como pago por un favor anterior no conlleva tal desprecio. De hecho, en el último caso, no hacerlo se consideraría descortés.

—Además, puedes llamar la atención sutilmente sobre tus encantos femeninos a través de lo que dejas caer. Recomiendo un bonito pañuelo, por ejemplo. Demuestra que tienes buen gusto.

—Increíble, Anne. Eres absolutamente increíble…

Antes de darse cuenta, Mia aplaudía la propuesta de Anne. Mientras más escuchaba, más apreciaba la perfección maestra de la “Operación Caída del Pañuelo”. De lo que no se dio cuenta, por supuesto, fue de que toda la operación fue sacada paso a paso de una historia que la hermana de Anne había escrito. ¿Y cómo podría ella? Después de todo, la historia que sacó Anne era mucho más antigua que la que Mia estaba leyendo. Fue uno de los primeros años de Elise cuando comenzó a escribir historias, lleno hasta el borde de situaciones de ensueño que reflejaban las fantasías de una joven para quien el romance aún permanecía únicamente en el ámbito de la imaginación…

Para Mia y Anne (dos amateurs románticas que no podían distinguir entre ficción y realidad) nada parecía particularmente extraño sobre esto.

—Todo bien. Hagamos eso— dijo Mia. Lentamente, se levantó con un gran sentido de propósito mientras se preparaba para llevar a cabo su magistral plan de dejar caer un pañuelo.