Tearmoon Teikoku Monogatari (NL)

En medio de todos los reinos e imperios había un pequeño país conocido como el Santo Principado de Belluga. Su naturaleza santa proviene del hecho de que era el país de origen de la Iglesia Ortodoxa Central, la religión que se había observado en todo el continente desde tiempos antiguos. Aunque no tenía poder militar, poseía una cantidad de influencia sin igual. La existencia de cierta escuela dentro de sus fronteras era, en cierto modo, un testimonio de su poder.

La Academia Saint-Noel fue una escuela de élite que reunió a niños de la nobleza y la realeza de todo el país. Los futuros gobernantes de los reinos vecinos, que uno supondría que se criarían con el mayor cuidado en sus torres de marfil, fueron enviados a un lugar donde recibieron seis largos años de educación. Solo por este hecho, la autoridad que mandaba el principado era obvia.

Y eso era exactamente a donde se dirigía Mia esta primavera.

—¡Wow! ¡Esto es increíble!

Cuando la Academia Saint-Noel apareció a la vista, Anne dejó escapar un grito de emoción. Después de una semana de caminos llenos de baches en el carruaje, finalmente llegaron. Mia tenía una sonrisa cansada mientras veía a Anne maravillarse con las vistas del exterior, su rostro presionado contra la ventana.

—No durarás mucho si sigues así, Anne. No te agotes ahora.

—¡Pero, pero, Mi Lady! ¡Es asombroso! ¡Mira! ¡El mar! ¡Es el mar!

—En realidad, eso sería un lago— corrigió Mia, mientras seguía la mirada de Anne.

El pequeño bosque por el que estaban pasando estaba empezando a adelgazar. Más adelante, el verde fresco de su camino arbolado dio paso a la brillante superficie de un vasto lago. Conocido por su abundante belleza natural, más de un tercio del principado fue ocupado por el lago Noelige. En su centro había una gran isla, sobre la cual se alzaba la academia. Con sus hermosas paredes blancas y su aspecto de castillo, el edificio parecía haber salido directamente de un cuento de hadas. Si bien podía entender el deleite de Anne al verlo…

«Debo admitir que, después de verlo todos los días durante casi cinco años, se vuelve un poco viejo.»

Después de todo, ella ya había asistido a esta escuela en su línea de tiempo anterior. Si bien no tenía quejas sobre el entorno de la academia, ya no despertó ninguna emoción en ella.

—Wow… — dijo Anne mientras dejaba escapar un profundo suspiro. —Estoy sinceramente impresionado por lo tranquila que está con todo esto, Princesa Mia.

Mia no hizo ningún comentario. Ella simplemente le devolvió la sonrisa y luego cerró los ojos.

«Los próximos seis años serán cruciales.»

Antes de venir a la academia, había examinado cuidadosamente su diario y contemplado cómo iba a pasar su tiempo aquí. Al final, decidió darse dos reglas que debía seguir.

Regla número uno: evitar el peligro a toda costa. En particular, ella se mantendría lejos de cualquiera que hubiera tenido algo que ver con enviarla a la guillotina.

Regla número dos: en el caso de que sea poco probable que sus intentos de reformas en el Imperio fracasen y que la revolución trágica se repita, iba a necesitar mucha ayuda, lo que significaba conexiones. Para ese fin, necesitaba hacer tantos amigos útiles como fuera posible.

Ella lo tenía todo resuelto.

«Lo más importante es mantenerse alejado de las personas peligrosas. Como dice el viejo dicho: la discreción es la mejor parte del valor.»

En su mente, recordaba los rostros de sus enemigos mortales, esas dos personas odiadas que habían provocado su ruina…

Y no pensaba nada en particular de ellos. Ella no quería pelear contra ellos, y no era como si ansiara el dulce sabor de la venganza o algo así. De hecho, la venganza no sonaba muy dulce en absoluto. Parecía mucho dolor y sufrimiento, y Mia, siendo la pacifista perezosa que era, no encontró ninguno de esos atractivos. Este fue un caso en el que se aplicó su primera regla: no te acerques a nada peligroso. Después de todo, si nunca la conocieran, tampoco tendrían ninguna razón para odiarla.

«Dicho esto, no estar completamente preparado hubiera sido extremadamente tonto. Si el empujón llega, quiero estar listo. Lo que significa que necesitaré conexiones, y tendré que hacerlas lo más discretamente posible. ¿A quién, entonces, debo acercarme primero…?»

Justo cuando Mia se estaba perdiendo en sus pensamientos, el carruaje se detuvo.

—Ah, cabrón… — murmuró el conductor en un tono amargo.

—… ¿Hm? ¿Pasa algo?

—Ah, alteza, mis disculpas. Verá, estaba a punto de trasladar nuestro carruaje al bote que nos llevará a la isla, pero algún otro reino se puso frente a nosotros y tomó nuestro lugar.

—Huh… ¿Y?

“Normalmente, deberían permitirnos a los del Imperio ir primero. Permíteme ir y ponerlos en su lugar— dijo el conductor mientras se subía las mangas.

Mia suspiró suavemente.

—…Está bien. No me importa.

—P-Pero, qué pasa con la imagen del Imperio…

—Estoy segura de que la imagen del Imperio se vería mucho mejor al no discutir sobre asuntos tan insignificantes como el orden en que abordamos un barco. De todos modos, hay espacio para los dos— dijo Mia, un indicio de ira entrando en su voz.

La actitud del conductor la hizo querer apretarse la cabeza con frustración. Tenía la intención de hacer un gran alboroto sobre quién llegó primero a la isla. Era tan mezquino y frívolo y, sinceramente, vergonzoso. Pero la parte más vergonzosa fue el hecho de que en la línea de tiempo anterior, Mia había hecho exactamente eso. Para empeorar las cosas, el asunto había terminado con todo su carruaje cayendo al lago. Ella no pudo evitar encogerse ante el recuerdo. En general, había sido una experiencia terrible. Llevaba un vestido majestuoso que le gustaba especialmente. Siendo majestuosa, tenía una gran cantidad de tela, que absorbió mucha agua, que se hizo muy pesada, lo que significaba que casi se ahogaba… Incluso después de que de alguna manera luchó para llegar a la orilla, todavía tuvo que soportar una ronda de disturbios risas de todos los estudiantes curiosos.

Recordar que fue bastante doloroso, pero ver que sus propias acciones humillantes se repetían ante ella fue aún peor.

«Qué terriblemente vergonzoso… ¡Si pudiera, iría y pondría algo de sentido en mi estúpido pasado!»

—¿E-Estás bien, Mi Lady?

—Oh, sí, no te preocupes por mí. Simplemente estoy un poco cansada de nuestro largo viaje— respondió Mia, mientras abría la ventana.

La fresca brisa del lago se sentía bien en sus mejillas sonrojadas.