Mezametara Saikyou (NL)

Volumen 2

Epílogo: Buen viaje

Nuestra celebración no acabó con nuestros recursos lo

suficiente como para retrasarnos. La comida y las bebidas procedían en su mayoría de las reservas personales de Elma y Mimi. Aun así, nuestro pequeño festín había resultado ser un asunto agotador.

Cuando me levanté a la mañana siguiente, las chicas seguían durmiendo, así que me puse a entrenar, a bañarme y a disfrutar de un café mientras buscaba información.

Pero no buscaba información sobre nuestro próximo destino, sino sobre el ataque bioterrorista. Parecía que esos monstruos pálidos estaban realmente hechos de formas de vida de la planta de carne cultivada.

La manipulación genética había provocado su comportamiento agresivo y los había protegido del dispositivo de seguridad que debería haberlos matado en el momento en que salieron de la planta.

Un grupo que se autodenomina Asociación para la Protección de la Vida Artificial, o APAL, dio un paso al frente y se atribuyó el ataque.

El gobierno imperial ya tenía la vista puesta en la destrucción de la organización. Eran como una versión retorcida de un grupo de derechos de los animales, empeñados en utilizar cualquier medio necesario -incluida la violencia- para proteger los derechos y la vida de las formas de vida artificial creadas por los humanos para cosas como la producción de alimentos. Definitivamente, no quería enredarme con el os.

Inagawa Technologies me envió una recompensa por proteger al hospital y a los investigadores, junto con una elegante y sospechosamente pesada cesta de frutas. Incluso escondieron un poco de Rare Metal debajo de las golosinas. De cualquier manera, no iba a demandarlos. Sólo me parecía una molestia, ¿sabes?

–Buenos días, Maestro Hiro.

–Buenos días.

Acababa de terminar de leer un artículo sobre todo el incidente cuando Mimi y Elma entraron en la cafetería.

–Buenos días, chicas. ¿Qué tal si desayunamos y nos ponemos en marcha?

Elma puso los ojos en blanco. –¿Crees que nos interrumpirán de nuevo?

–No creo que la teniente comandante Serena vuelva a aparecer hoy, dije.

Mimi trató de sonreír con dulzura, pero había un filo en su sonrisa.

Parecía que su imagen de Serena como alborotadora se había consolidado.

–Todo irá bien, les aseguré. –De todos modos, no es que tengamos prisa. Uno o dos días de retraso no es un gran problema. Aumentaría nuestros costes de atraque, pero teniendo en cuenta que teníamos más de 17.000.000 de Ener (1.700 mil ones de yenes japoneses), eso no era problema para nuestros fondos.

–¡Eh, vamos a comer! ¿Qué nos tiene preparado la Steel Chef para hoy?

Elma se frotó la barriga. –Necesito una gran comida.

–Me parece bien algo ligero, dijo Mimi. –Las mañanas no me hacen rugir la barriga.

Incluso en la mañana de nuestra partida, disfrutamos juntos de un cómodo y animado desayuno, como de costumbre.

***

–Mimi, manda una solicitud para despegar, dije.

Partimos hacia el Sistema Cierra en cuanto terminamos el desayuno.

La Unidad de Caza de Piratas de Serena estaba merodeando este sistema, dejando pocos bocados para que los limpiáramos. Era hora de ir a pastos más verdes.

–¡Entendido!

–Sigue haciendo lo que haces, Elma.

–Entendido, jefe. Me encargaré de los subsistemas.

Con el estado de la nave en verde, Mimi anunció nuestra salida. —

Hemos recibido permiso para despegar.

–Genial. Vamos, dije.

Soltamos nuestro acoplamiento de la bahía del hangar, metimos el tren de aterrizaje y salimos lentamente de la colonia. Valía la pena ser precavido cuando se salía de un lugar tan concurrido y bullicioso.

Un pequeño accidente podría suponer una fortuna en reparaciones para mi nave, la otra y la propia colonia, por no hablar de las reparaciones. No quería ir a la quiebra.

–Parece que seremos los terceros en salir, me informó Mimi. —

Después de ese barco contenedor amaril o de ahí.

–De acuerdo. Las colonias de alto tráfico como esta tenían que gestionar las colas de barcos para evitar desastres. Ser el tercero en la fila significaba que este era un día tranquilo por aquí.

–Somos los siguientes, me dijo Mimi.

–Conduciré con cuidado hasta que salgamos de la colonia.

–Sí, señor.

–No me gustaría tener un accidente frente a la puerta, dijo Elma con una mirada de preocupación, seguramente atormentada por su accidente.

Reduje mis escudos al mínimo para evitar interferir con otras naves, pero eso significaba que una colisión sería aún más peligrosa. Al poco tiempo, la nave amaril a que nos precedía emprendió la huida. Era nuestro turno.

–Muy bien. Estamos listos para ir, Maestro Hiro.

Avancé con cautela, atravesando el escudo hermético que dividía la colonia del espacio exterior. La barrera permitía el paso de las naves, pero no del aire ni de la presión atmosférica, un invento verdaderamente milagroso de este universo.

Finalmente, atravesamos el escudo y entramos en la amplia extensión del espacio. Subí la potencia del generador al máximo y dejamos atrás la colonia. –Mimi, prepara la navegación.

–Sí, señor. Enrutando ahora. Con un par de toques en su consola, Mimi me dio la información que necesitaba para navegar a nuestro destino.

–Comienza a cargar el motor más rápido que la luz.

–Entendido, dijo Elma. –Cuenta atrás FTL entrando. Cinco, cuatro, tres, dos, uno. Activando el motor FTL.

¡Boom! Un estruendo familiar retumbó en el espacio que nos rodeaba mientras las estrel as pasaban por nuestras ventanas.

–Nuestro destino es el Sistema Pamoni, a unas cuatro salidas de hiperlane del Sistema Cierra, anuncié. –Bien, Elma, ¡comienza a cargar el hipermotor!

–Cargando hipermotor.

–Conectado con éxito a la hiperlínea, nos dijo Mimi.

–Cuenta atrás, dijo Elma. –Cinco, cuatro, tres, dos, uno…

Hipervelocidad activada.

El espacio se deformó, la luz de las estrel as se fundió en rayas. Un torrente de estrel as rugió a nuestro alrededor mientras los colores caleidoscópicos del hiperespacio giraban.

–Bueno, deberíamos poder tomarnos las cosas con calma durante un tiempo, dije.

El piloto automático podía dirigirnos a través del hiperespacio. Era especialmente útil para los viajes largos, aunque siempre era buena idea tener a alguien cerca en caso de emergencia, o eso me dijo Elma.

En Stel a Online, los viajes por el hiperespacio se hacían en un abrir y cerrar de ojos.

¿Cómo de cutre sería el juego si tuvieras que esperar horas para viajar? Era una simple cuestión de activar la hipervelocidad, saltar a un carril, y ¡bam! ya estás al í.

–¿Qué deberíamos hacer para vigilar? Pregunté.

–Erm, ¿es realmente necesario? Mimi ladeó la cabeza, desconcertada, como si l evara un rato preguntándoselo.

–No lo sé. Lo hice porque Elma me lo dijo, pero no puedo explicar por qué tendríamos que hacerlo. En realidad, yo mismo no estoy seguro de el o. Hay funciones para corregir el piloto automático cuando empieza a funcionar mal, y podemos poner una alarma si lo necesitamos. Miré a Elma. El a asintió.

–Sí, eso era mentira.

–¿Eh? Mimi jadeó.

–¿De verdad? Dije.

–Quiero decir, ya que nos quedamos sin nada que hacer durante tanto tiempo… ¿sabes? Es bueno tener tiempo a solas a veces. Elma desvió la mirada avergonzada. « Ah, ya veo. Por eso insistió en que alguien vigilara. Qué astuta, Elma».

–De acuerdo. ¿No hay que vigilar a partir de ahora, entonces?

–Er, espera un segundo.

–Sólo tenemos que trabajar juntos, ¿verdad? Dije. –No hay razón para establecer turnos sin sentido y estropear el sueño de la gente.

Me parece una tontería.

–S-sí, tal vez, pero…

–Vamos. ¿Qué hay de malo en que seamos un poco degenerados?

–¿Hablas en serio? Elma me fulminó con la mirada.

¿Qué puedo decir? Yo era un hombre sencil o, y esto era la fantasía de todo hombre sencil o. En realidad, no cambiaría mucho. Ya estábamos apiñados en esta pequeña nave durante cientos de horas.

Además, ¿qué más había que hacer durante la hipervelocidad? No podíamos tener recepción de red para realizar investigaciones. Era puro tiempo de ocio: vídeos, juegos, libros electrónicos, entrenamiento, comer, bañarse, etc. En general, era terriblemente aburrido. Pero con dos o más adultos que daban su consentimiento alrededor, bueno, podría haber una forma más agradable de pasar el tiempo, si sabes a lo que me refiero. Podía ver por qué la gente del pasado había tenido tantos hijos.

–Bien, chicas, el trabajo está hecho. Como capitán, declaro que son libres de hacer lo que quieran.

–Entendido, dijo Mimi.

–Ugh, gimió Elma. –¿Hablas en serio ahora?

–Oye, vamos, dije. –Es un viaje largo, así que tomémoslo con calma.

Mimi, ¿tienes alguna vista que quieras ver en el Sistema Cierra?

–¡Sí, por supuesto!

–Entonces echemos un vistazo en la cafetería, dije. –Me encantaría saber más sobre esa galaxia turística. Elma, vamos.

–¡Eh, espera! Deja de empujarme.

Arrastré a Elma hasta la cafetería, decidido a que todos nos pusiéramos cómodos y nos relajáramos por primera vez desde que habíamos entrado en el desafortunado Sistema Arein. ¡Buen viaje!

-FIN DEL VOLUMEN 2-