Durara! (NL)

Volumen 3

Capítulo 10: ¡Por Eso Estoy Aquí!

Parte 3

 

 

TARDE ESA NOCHE, FUJIMIDAI HILL, PARQUE CENTRAL DE SHINJUKU

Escondido en el Parque Central había una pequeña glorieta con un techo hexagonal rodeada de árboles. El reloj se estaba aproximando a la media noche.

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Muchas de las ventanas de los altos edificios que rodeaban el parque aún estaban iluminadas, lo que dejaba de lado el sentido de la hora.

Era bajo este escenario que dos figuras silenciosamente se reunieron encima de la pequeña colina, en medio del bosque urbano.

La sombra más pequeña le entregó al otro un paquete bien atado. La otra figura desató ágilmente el nudo y verificó el contenido, sonriendo.

— Sí, es esto. Has entregado el paquete sano y salvo. Ahora finalmente puedo obtener esa recompensa del Awakusu-kai —dijo Izaya, sosteniendo el arma que había estado en posesión de Horada más temprano.

— Gracias… Sin embargo… no fui capaz de recuperar… las balas.

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— Oh, está bien. Mientras tengamos el revólver, no hay problema si la policía encuentra las balas. Aprecio tu duro trabajo, Higa. Se hizo muy rápidamente. — Seguro…

El hombre joven que debería haber estado con Horada inclinó su cabeza a modo de reverencia hacia Izaya. Era completamente diferente a su comportamiento normal alrededor de Horada, este respeto no se derivaba solamente del miedo.

— Hubiera estado bien solo con pasar la información de Horada, así el Awakusu-kai pudo hacerse cargo del asunto completo… pero supuse que si usaba el arma para asesinar a Shizu, hey, dos pájaros de un tiro.

— Correcto. Por eso tú le dijiste a Horada donde estaba Shizuo a través de mí.

— Ciertamente. Es una verdadera vergüenza; si él le hubiera disparado en la cabeza o el corazón, podría haber funcionado de verdad.

Curiosamente, al siguiente instante, Higa se giró sobre sus talones y le habló al aire en la dirección opuesta de Izaya.

— Si, parece que ese es el caso… Madre… —dijo hacia la sombra de un pilar y se inclinó en una profunda reverencia. Los oídos de Izaya captaron la dudosa voz de una chica adolescente.

— Em, gracias… Puedes irte a casa, y vive normalmente desde ahora…

No era una voz que se debiera escuchar en un parque a media noche. Rápidamente Higa dejó la escena, y una chica tomó su lugar. Al igual que su voz, su apariencia no calzaba con la situación. Quizás ella hubiese lucido más apropiada durante el día, porque su atuendo era demasiado serio para una chica que se junta con un hombre en el parque mucho después del atardecer.

— Em, ¿eres… Izaya… Orihara? —la chica de anteojos preguntó con vacilación.

Izaya sonrió encantado.

— Si, Anri Sonohara… ¿o debería llamarte Saika? No… no estas siendo poseída, así que Anri estará bien para ti. Por cierto, ¿recuerdas cuando nos conocimos antes?

Ellos parecían dos personas que no tenían ninguna conexión, pero de hecho ellos habían tenido contacto muchas veces en el pasado. Cuando estaba siendo acosada por el grupo de siempre después de empezar la escuela, él había estado con Mikado cuando irrumpieron para ahuyentar a los matones. Por supuesto, Shizuo había aparecido momentos después, así que no hubo oportunidad para una presentación adecuada en ese momento.

— Así que tú eres Izaya… Gracias por tu ayuda ese día.

Ella se inclinó delicadamente y puso una expresión seria antes de continuar.

— Bueno… no me causa placer hacer esto, pero…

Mientras hablaba, una hoja plateada crecía desde su palma. Un katana apareció frente a los ojos de Izaya, un movimiento tan suave y rápido como el de cualquier maestro de iaido[1] desenvainando su espada.


— Necesito… cortarte.

Todos los días la misma repetición. Las mismas maldiciones incesantes de Saika, el mismo sueño, aceptadas sin sentimientos o emoción. A través de sus encuentros con Mikado, Masaomi y Celty, podría haber parecido que ella escaparía de su aparente normal anormalidad.

Pero aunque ella deseaba algo diferente, no quería que Mikado y Masaomi fueran miserables. Esto era algo que tenía que hacer para obtener la vida diaria que quería y asegurar las vidas pacificas de Mikado y Masaomi.

Y él era el verdadero maestro de marionetas que manipulaba a aquellos a su alrededor para causar caos; primero, los hijos de Saika, y ahora, los ´Dollars` y ´Yellow Scarves`. Ahora Anri extendía su arma y lo enfrentaba, lista para controlar a este maestro de marionetas por sí misma.

— ¿Por qué… por qué hiciste esto? A Kida… y a Ryuugamine.

— ¿Hmm? Pero no hice nada. Ni siquiera los presioné. Solo les mostré una guía. Pero si necesitas una razón incluso para este simple acto…

La pregunta de Anri era algo bastante razonable. Pero la respuesta de Izaya fue tan superficial como si estuviera describiendo lo que había comido de almuerzo ese día.

— Es porque amo a la gente.

— ¿…?

Anri no entendía lo que él quería decir con eso. Izaya extendió sus manos con deleite.

— Si, simplemente amo a las personas —su altruismo y malevolencia por iguales—. La única excepción es Shizuo Heiwajima, lo odio. Quizás solo quiero ver los diferentes lados de la humanidad. Así que aquí está tu pregunta: esa respuesta, ¿es verdadera o falsa? —él se burló.

Los ojos de Anri se estrecharon.

— Lo sabré… una vez que te controle.

Era el tipo de gruñido que normalmente sería impensable de Anri. Ella saltó bruscamente hacia Izaya. Desde su paso hasta su giro, el movimiento era puro y preciso. Fue tan suave como un dibujo de iaido sin funda y debería haber desviado la sensación de distancia de Izaya.

Pero en anticipación a esto, Izaya había saltado hacia atrás de una forma que casi parecía cobarde, desde el centro de la glorieta hexagonal hasta la colina cubierta de hierba.

— Dicen que en cierta escuela de iai está menos centrada en la velocidad que en desviar el sentido de la distancia del objetivo… Supongo que es verdad —Izaya remarcó con admiración. Cuando Anri tomó su postura neutral otra vez, él la desafío—. Así que, ¿Qué hay acerca de ti? Si realmente quieres una vida tranquila y pacífica, deberías usar esa katana para acuchillar a todos los que conoces. Una vez seas la reina, tendrás todo lo que quieras.

— Eso… ¡eso no es verdad! Yo… yo no puedo amar a nadie más… pero incluso yo sé que eso está mal.

— Entonces, ¿Qué hay de Mikado y Masaomi? Ambos han expresado su afecto por ti, pero tú no le has dado una respuesta seria a ninguno de los dos: ¿Realmente puedes decir que tu actitud hacia ellos es correcta?

— …

Mientras Anri mantenía su silencio, Izaya se burló.

— Que agradable tipo de auto satisfacción. Tu asumes que no puedes amar a nadie, y estas usando eso como una razón para estar satisfecha con donde estas ahora. ¿Saika ama a las personas por ti? Eso es ridículo. ¿Cómo exactamente pretendes demostrar que las maldiciones de la espada son lo mismo que el amor humano?

— Por favor… cállate…

Ella ya estaba saltando hacia adelante antes que las palabras terminaran de salir de su boca. El golpe fue aún más feroz y cercano que el anterior, pero Izaya se movió hacia atrás y lo bloqueó con un pequeño cuchillo que sacó desde su bolsillo.

Mientras tanto, él giró hacia la parte trasera de Anri, situándose a sí mismo en un punto ciego. Anri anticipó esto y giró su espada a su alrededor… pero Izaya no estaba atacando. Él tomó más distancia esta vez.

— Escucha, deseo que no hayas asumido que soy un pusilánime. Hay una razón por la que puedo defenderme por mi mismo de Shizuo todo el tiempo. Además… tú no deberías haberme entregado esto.

Sonriendo, Izaya sacó el arma que Higa le había entregado minutos atrás y apuntó hacia ella. Pero Anri no se vio afectada. Obviamente ella había anticipado esto y primero se aseguró que las balas fueran removidas del arma.

Pero Izaya, sonriendo con la seguridad de alguien que sabe lo que hace todo el tiempo, sostuvo una bolsa plástica con su mano libre.

— ¡…!

Dentro de la bolsa transparente había un número de objetos que lucían como balas.

— Entonces… ¿fue posible para mí… cargar esta arma mientras teníamos esta conversación? —se burló.

Pero Anri se estaba manteniendo en calma, poniendo todo su esfuerzo en anticipar el siguiente movimiento de su enemigo. Incluso si él hubiese recargado el arma, si ella se entregaba a la memoria y la experiencia de Saika, ella podría sobrevivir de todas formas.

Por supuesto, la misma Anri estaría expuesta al miedo de la muerte, pero encerró su visión dentro del cuadro, encerrando y suprimiendo su miedo.

Sin embargo, al ver su mirada tranquila y su postura firme, Izaya dijo tranquilamente.

— Solo para ser claros, no voy a dispararte realmente.

— ¿…?

— Elijo a Higa en tu lugar.

— ¡…!

— O quizás a aquella pareja caminando por ahí sería mejor.

Esas palabras atrajeron el corazón de Anri al mundo dentro del cuadro.

Los ojos de Izaya no solo estaban centrados en Anri, sino detrás de ellas, la dirección en la que Higa había descendido de la colina. Ella no sabía cuán lejos estaban las personas que él había mencionado. No podía escuchar sus pasos. ¿A cuanta distancia podía Izaya asesinar personas con esa arma?

Ni Anri, ni Saika tenían conocimiento de cómo funcionaban las armas.

— Digo, tú no puedes amar a otras personas, así que causar dolor a los inocentes no debería herirte realmente, ¿cierto? —dijo claramente, mientras Anri estaba congelada en su lugar—. Solo para ser claros, sabía que Higa era víctima del acuchillador. Se metió en una pelea con Shizuo y dijo que había sido cortado mientras huía, quebrado y golpeado. Así que, ¿por qué crees que le ordené a él devolver el arma?

Sus siguientes palabras.

— Por ti. Yo quería hablar contigo… así podía declararte la guerra en persona.

Él no le estaba hablando a Anri, sino a la espada en sus manos.

— Verás, también tengo un profundo, profundo amor por la humanidad —repitió, sonriendo—. No dejaré que una estúpida espada me aleje de la gente.

Una forma apropiada de declararle la guerra a Saika.

— Porque las personas… me pertenecen —agregó al final con una sonrisa. Todo lo que debía ser intimidante antes, ahora sonaba como una broma—. Oh, pero parece que le has tomado simpatía a Shizuo. No lo quiero, así que es tuyo. Rezo para que lo cortes en pequeños pedacitos lo más pronto posible. Buena suerte… Y hasta luego.

Y con una genial sonrisa, Izaya le dio la espalda a Anri como si nada hubiera sucedido entre ellos. Cuando Anri se giró, Higa no estaba a la vista, en su lugar, habían parejas y otras personas deambulando de aquí para allá en el parque.

Debido a la oscuridad y la distancia, nadie parecía haber notado el combarte de Anri e Izaya, pero eso fácilmente podía haber cambiado.

Incluso si Higa no estuviera efectivamente ahí, ¿Izaya habría accionado su arma en contra de gente inocente? Anri estaba segura que él era un tipo completamente diferente de persona a las que ella había conocido antes.

Lentamente devolvió la hoja de Saika a su cuerpo. Quizás incluso la misma Saika había reconocido algo inquietante y extraño en Izaya. Como evidencia de eso, las voces malditas, usualmente instantáneas, habían permanecido completamente en silencio hasta que Izaya se perdió de vista.

Como si por primera vez, Saika hubiese encontrado un ser humano al que despreciaba.

***

 

 

QUINCE MINUTOS DESPUES; SHINJUKU

Mientras él caminaba por el sendero desde el parque hacia su apartamento, escuchó una voz a su espalda.

— Hey.

Izaya se giró hacia la voz familiar y vio a un gigante de casi dos metros de alto con la piel suficientemente oscura para fundirse con la noche.

— ¿Simon? —él preguntó. Simon le dio su habitual sonrisa de saludo.

« ¿Qué está haciendo Simon aquí?».

Por una vez en su vida, la mente de Izaya estaba ocupada con duda. Normalmente era él quien causaba en otros la duda y la confusión, pero ahora él estaba en su posición.

Esto solo duró por un instante, pero un instante era todo lo que Simon necesitaba.

El momento en que Izaya comenzó a hablar, el puño cicatrizado se hundió en su rostro.

***

 

 

TREINTA MINUTOS DESPUES; EDIFICIO DE APARTAMENTOS, SHINJUKU

— Eso te tomó suficiente tiempo. ¿Recibiste el…? ¿Qué te sucedió? Te ves horrible —exclamó Namie, sorprendida por el brillante e hinchado ojo azul de Izaya.

Su parpado estaba hinchado como el de un boxeador después de un combate con un contrincante particularmente duro, y el moretón a su alrededor era vivido y oscuro.

— Me dieron un golpe bastante bueno, aunque no me noqueó. Mientras trabajaba para volver a ponerme de pie de nuevo, recibí una reprimenda en ruso. ´No quiero darte un sermón`, de hecho… Fue uno memorable.

— ¿Qué? ¿Ruso? ¿Qué quieres decir…? Pensé que nunca tendrías un moretón como ese, incluso peleando con ese tipo Shizuo.

Izaya hizo una mueca al escuchar el nombre de su archienemigo. Él analizó el golpe que había recibido, comparándolo con el del repugnante.

— Shizu es más poderoso, por supuesto… pero este fue el golpe de alguien que tiene algún tipo de entrenamiento en combate mano a mano. Fui capaz de reaccionar, pero no de evitarlo… Heh. Supongo que aquellos rumores sobre que él es un mercenario o mafioso ruso tienen algo que ver.

— ¿Estás bien? No tienes una hemorragia, ¿o sí?

Era raro que Namie le mostrara cualquier tipo de preocupación, pero Izaya no estaba escuchando.

— Demonios… Justo cuando había obtenido lo mejor de Saika y pensé que yo era algo especial, me sucede esto a mí.

Pero a través de la primera muestra de dolor físico en años, Izaya no pudo evitar disfrutarlo.

Él miró sus pupilas a través del espejo y se realizó las pruebas básicas de hemorragia, sonriendo todo el tiempo. Se giró hacia Namie.

— Oye… ¿puedo preguntarte algo?

— ¿Qué?

— ¿Fuiste tú la que le dio la información de Mikado a Horada?

— Me pregunto. Y si lo hice, ¿lo habrías visto venir, no es así? —respondió ella sin pestañear. Izaya hizo una mueca y miró al techo con entusiasmo.

— ¡Heh! Honestamente, hay personas a las que puedo leer como un libro, como tu… y otras que retan  completamente mis predicciones, como Simon y Shizu. Es por eso que no puedo dejar de amar a la humanidad… Eso es correcto. Esto debe ser porque puedo seguir haciendo este trabajo de mierda… Es tan divertido, me hace sentir enfermo.

En algún lugar ahí, en medio de sus palabras, había la mínima cantidad de verdad.

Pero Namie escuchó su confesión, con seriedad, y lo interrumpió con su típica frialdad.

— He dicho esto, una y otra vez, pero… creo que en respuesta la humanidad te odia.

***

 

 

TREINTA MINUTOS ANTES EN LA CALLE

Izaya sintió su cuerpo flotar en el aire mientras el dolor explotaba en su rostro.

La sensación de flotar terminó abruptamente cuando su espalda se estrelló fuertemente contra la pared de un edificio de apartamentos varios metros más allá. El choque sacudió su espalda, cintura y extremidades, los vasos sanguíneos en sus extremidades casi estallaron de dolor y entumecimiento.

Su cabeza estaba abombada, pero el dolor interno y las náuseas por el shock forzaron a su cerebro a ponerse en marcha.  La voz del hombre negro en cuclillas sobre él alcanzó sus oídos.

— Hey. ¿Te importa escuchar algo que no quieres escuchar?

Estas amables palabras fueron el comienzo de un mucho, mucho más largo monólogo.

— Sabes, es irrisorio la mierda cobarde que eres. Ja-ja… ja-ja-ja-ja-ja-ja-ja-ja.

La burla del ruso inundó a Izaya. Miró al gran hombre y lentamente contestó.

— De hecho… estoy de acuerdo.

Su respuesta fue en ruso también, creando una visión bastante surrealista de un asiático y un hombre negro hablando en ruso sobre el asfalto.

— El asunto es, Simon, resulta que me gusta ese lado de mi personalidad —dijo, apoyándose contra la pared, con su rostro aun rebosando confianza—. Sé que te preocupas por este vecindario… pero ¿por qué te estas mostrando ahora? ¿Qué tiene que ver todo esto contigo? — Oh, ¿eso? Es muy sencillo.

Fue una rara y honesta pregunta de Izaya, y Simon la respondió con su propia honestidad.

— ¿Recuerdas a la novia de Masaomi?

— Si…

— Ella le dijo a mi compañero de restaurante un montón de cosas. Sobre ti y lo que está sucediendo ahora.

El rostro de Saki Mikajima vino a la mente de Izaya. Él le había dicho a ella parte de su actual plan, había estado usándola como arma para manipular a Masaomi Kida y traerlo de vuelta cuando lo necesitara.

«Oh, ahora veo. Saki realmente estaba enamorada de él».

Saki lo había traicionado. Esto no lo sorprendió particularmente.

«En ese caso, puedo darles mi bendición».

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Esto estaba, de hecho, dentro del rango de expectativas, pero había algo que él no entendía.

— ¿Por qué ella los contactaría a ustedes en vez de decirle al mismo Kida?

— ¡Ja! Kida no se habría detenido, incluso si ella se lo decía. Además… probablemente ella no tenía a nadie más a quien llamar. Dudo que ella supiera los números de alguien en el pequeño grupo de Kadota.

— De nuevo, ¿Por qué tú? —Izaya comenzó a preguntar, entonces lo descubrió.

¿Por qué Simon? Saki no era particularmente cercana a él. Era un destino en común de sushi, pero ciertamente no era el tipo de lugar donde uno consiguiera los números de los empleados.

« ¿Huh? ¿Números…?».

Ahí fue cuando lo entendió. Si, Saki no conocía ningún número al que ella pudiera recurrir por ayuda. Por eso exactamente, en ausencia de alguien a quien preguntar, ella obtuvo la información de contacto de Simon o del chef blanco con el que trabajaba.

Lo que significaba…

— Nuestra tienda de sushi tiene muchos negocios.

La conclusión a la que llegó fue tan tonta, que él no lo comentó.

Simon se río y lo dijo de todos modos.

— Ya sea en un hospital o donde sea… podemos llegar a cualquiera con un directorio telefónico.

Un directorio telefónico.

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Una respuesta tan simple y tan básica.

Cuando le chef contestó el teléfono y dijo ´Rusia Sushi, ¿podemos ayudarlo?`, ¿ella se lo tomó literalmente?

Izaya no pudo evitar que una sonrisa tocara sus labios. Simon miró la alegría de Izaya con una sonrisa fría.

— No llegué a tiempo hoy, pero aquí estoy para ponerte en tu lugar.

— …

— No deberías estar alterando la ciudad así, Izaya.

— Sabes, Simon —Izaya murmuró en japonés, mirándolo rápidamente a través de su ojo hinchado—. Eres completamente diferente hablando ruso que cuando hablas japonés…

***

 

 

— Sabes… es realmente impresionante lo horrible que eres —Shingen dijo rotundamente mientras se ponía los zapatos—. He estado observando tu pasado… Estuviste tirando los hilos todo el tiempo en aquella guerra territorial dos años atrás, ¿no es así?

— ¿Que quieres decir?

—  Esos dos grupos de delincuentes… Ellos eran las versiones japonesas de las pandillas callejeras, ¿cierto? Tú manipulaste a ambos equipos, mantuviste tus manos limpias, y te fuiste con los pedazos de información más jugosos para vender.

— …

Shingen se volvió para mirar a Izaya sonriendo con confianza y sonrió por dentro de su máscara de gas.

— Enviaste a una chica que te adoraba con aquellos chicos. Por lo que escuché, fue su herida la que terminó resolviendo el asunto por completo…

Él se pausó, luego ofreció una conjetura que chorreaba ironía.

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— Sospecho que incluso eso estaba en tus órdenes. Tal vez tú le diste a ella todas las instrucciones, hasta el punto de su secuestro… aunque no sé si realmente hay chicas capaces de seguir ordenes hasta el punto de sufrir daños corporales graves.

Un momento de silencio.

Izaya no contestó la pregunta directamente. Tenía una sonrisa irónica cuando dijo.

— Saki y las otras chicas… eran tan desafortunadas. Eso es lo que las hacia tan adorables.

— Marionetas de un desafortunado hombre como tú. Entiendo que has estado haciendo este tipo de cosas desde la preparatoria. Shinra solía decirme que tú ´no entendías nada sobre el amor`.

— Eso es sofisticado, viniendo de un pervertido con un fetiche por mujeres decapitadas… Pero de cualquier forma… Todas aquellas chicas, incluyendo Saki, fueron terriblemente abusadas por sus familias y amantes, peor de lo que posiblemente tú puedas imaginar…

Mientras hablaba, el rostro de Izaya tenía una compleja mezcla entre pena y éxtasis.

— Pero incapaces de odiar a sus abusadores, ellas estaban atrapadas donde estaban. Ese es el tipo de personas que eran, y eso es exactamente lo que las hacia tan manipulables. Ellas estaban poseídas por algo más que el amor a su compañero, sino un tipo de adoración. Y yo cambié esa adoración hacia mí, eso es todo. Si deseara la muerte, ellas dudarían, pero aun así se unirían a mí al final…

— Hmph. Tú tratas esto tan ligeramente. Casi me hace pensar que sería muy sencillo cambiar la doctrina de alguien en un instante —Shingen notó con partes iguales de admiración y exasperación. Él reconoció que el hombre joven parado ahí era un verdadero monstruo. ¿Cuántas vidas la mente escondida tras esa sonrisa había destruido?

Izaya cambio de tema repentinamente.

— ¿El término leanan sidhe significa algo para ti?

Los ojos de Shingen se abrieron de sorpresa.

— … — ¿?

— Er, nada. Es un tipo de hada en el folclor de Irlanda y Escocia, ¿no es así? Del tipo que asesina al hombre que se enamora de ella.

— Sí. Ella seduce a un hombre, y si él acepta su amor, ella le entrega talento a cambio de su vida. Si él se resiste a su amor, ella se convierte en una esclava dispuesta para él hasta que se rinde… Saki es de ese tipo.

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Shingen vio el punto de Izaya. Enamorarse del tipo de chicas que Izaya describió, sino te da poderes mágicos, ciertamente parece más probable que termine en tragedia.

— Pero ahora… Saki ha terminado como esclava de Kida. Lo que significa, como el poeta en la leyenda, la vida de Kida será arrebatada. Como era, así será —dijo Izaya en duelo por el adolescente.

Shingen consideró esto, luego pensó en su propio hijo y su relación con un monstruo… y decidió argumentar en contra.

— Pero… ¿puedes decir verdaderamente que el acortar la vida del poeta es una tragedia? Izaya sonrió de una forma que sugería que a él no le importaba en absoluto. Suspiró.

— Bueno, si él ama verdaderamente a la hada, entonces quizás él es feliz de todas formas.

— Si él sabe muy bien que será desafortunado, y él la ama de todos modos… ¿eso no lo hace feliz al final?

***

 





 

HABITACIÒN, HOSPITAL GENERAL RAIRA

Masaomi miró al techo desde su cama de hospital.

A pesar que había tomado los analgésicos, un latido sordo aun recorría su cuerpo. No era insoportable, pero era peor que el tipo de dolor que uno pudiera ignorar para dormir un poco.

Las horas de visita habían terminado, y sus heridas no eran mortales, así que Anri y Mikado ya habían sido enviados a casa. Ellos metieron a Masaomi en una habitación vacía, y él permanecía ahí, aburrido, examinando los patrones del cielo y pensando sobre sus experiencias pasadas en este hospital.

Dos años atrás.

Cuando él caminó hacia la habitación de Saki para decir que ellos habían roto, ella le sonrió.

— Gracias… Viniste por mí.

Su sonrisa era exactamente la misma que tenía cuando había estado fuera del hospital, la expresión de alguien verdaderamente deleitada de verlo. Y fue esa misma sonrisa que cortó más profundo que un cuchillo su corazón.

«No puedo. No puedo resistirlo».

«Tengo que decírselo».

«Dilo. Solo dilo Masaomi».

— Lo sé.

— ¿Huh?

Saki le estaba ofreciendo una escapatoria mientras él permanecía ahí, sudando nerviosamente.

— Lo sé, Masaomi… Tú no viniste realmente, ¿cierto?

— ¡…!

— Si… Lo escuché de Izaya… Lo estabas llamando, ¿cierto? Una y otra, y otra vez… Él me mostró el historial de llamadas y se río de ello.

«Ese maldito bastardo».

Sintió una ola de furia hacia Izaya, pero fue inmediatamente aplastado por una emoción diferente. No importaba a quien dirigiera su rabia, está siempre terminaba volviéndose hacia él. El hecho innegable de que había huido era más pesado y más real que cualquier emoción,  y tenía un fuerte agarre en su corazón.

— Pero no dejes que te moleste. No debería haber cambiado mucho para mí si vinieras después de eso o no.

— Detente…

— Digo, mientras no termines herido… esa es la parte más importante…

Fue en ese preciso momento que las palabras finalmente se desparramaron desde la boca de Masaomi.

— Vamos a romper.

Para interrumpirla.

Su consuelo no era más que dolor para él.

Y en ese momento, él escogió huir del dolor sugiriendo que ellos rompieran.

— Pensar en ello con la cabeza fría… realmente fui una absoluta mierda desagradable…

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Masaomi le habló en voz alta al cielo, reflexionando sobre los eventos de dos años atrás.

— Me pregunto que pudo haber visto Saki en mí que ella pensó que era genial.

Quizás todo estaba en las órdenes de Izaya después de todo. A esta altura, nunca lo sabría.

O eso pensaba.

— Tal vez es esa extraña forma en la que puedes ser honesto contigo mismo. — ¡¿Bwah?!

Él no estaba esperando una respuesta desde el otro lado de la habitación.

Los ojos de Masaomi se movieron en esa dirección y vieron a Saki recargada contra la pared. Él no se había dado cuenta que estaba en el mismo edificio, en el mismo piso de la habitación de hospital de Saki. Quizás esto fue un movimiento considerado del personal que lo reconoció cuando ingresó.

— ¿Q-que demonios Saki? ¿Cuándo llegaste aquí?

— Un momento atrás. No quería despertarte, así que…

Ella lo estaba mirando fijamente con su sonrisa habitual.

— Escuche la historia completa de Kadota.

— Oh, genial… ¿entonces tú me odias? Antes escapé de los problemas cuando tú me necesitabas, y aun hoy, me metí en medio del enemigo en solitario. Es un milagro que solo haya obtenido este daño —señaló con ironía, mirando hacia otro lado. Su expresión solo se nubló más.

— Tu idiota. Eres realmente un idiota, Masaomi… — Lo sabias años atrás —él se calmó después de eso.

Un largo silencio reinó sobre la habitación. Fue Saki la que lo rompió primero. Pero fue menos lo que rompió que lo que decidió.

— Bueno, em… hay una cosa por la que necesito perdonarte, Masaomi —dijo, caminando contra el borde de su cama. Ella estaba usando sus propios pies, no las muletas apoyadas contra la pared o la silla de ruedas que ella siempre usaba.

— Esa noche… la verdad es… deje que me capturaran bajo las órdenes de Izaya. Lo sabía. Sabía lo que ellos me harían. Pero Izaya dijo… que sería el fin de todo. ¡Así que fui!  Fui a su lugar de reunión esa noche… justo cerca… por… y… luego…Izaya… dijo ellos… donde… yo estaba…

El rostro de Saki estaba pálido y aterrorizado mientras hablaba. Su voz estaba temblando demasiado para continuar, y el silencio volvió a llenar la habitación.

Ella había estado segura que nunca volvería a caminar. Masaomi mantenía una expresión seria mientras escuchaba, y se levantó. El dolor recorrió su cuerpo mientras lo hacía, pero se aseguró de no mostrarlo. Él invocó una sonrisa confiada.

— ¿Qué es todo eso?

— ¿Huh?

— Lo sabía —el mintió—. Vamos, ¿no sabes que soy un psíquico?

Él no tenía idea. Pero ahora lo sabía.

Así que Masaomi fingió que él siempre lo supo, asegurándose de no mostrar que alguna vez había estado invadido por la idea que ella no podría caminar nunca más.

— ¿Y qué te dijo después? Que pretendieras que no era capaz de caminar, así no sería capaz de dejarte atrás, ¿cierto? Entonces él quería convertirme en un peón. Probablemente pensó que todo esto era un gran experimento… Sheesh. No deberías estar usando un hospital como hotel. Creo que la única razón por la que ellos te dejar permanecer en este lugar es porque tienen demasiadas habitaciones vacías —Masaomi se quejó para ocultar su mentira.

Saki le ofreció una sonrisa llorosa.

— Sabes… creo que puedo decirlo ahora.

— ¿Decir qué?

— Debería haberme ido, pero cuando necesite salvarte, no lo hice… Lo siento.

Esas eran las palabras que él nunca dijo dos años atrás.

Las palabras que evitó decir porque tenía miedo de admitirlas.

Él finalizó con otra cosa de la que había estado temeroso de decir.

— Pero… aun te amo, Saki.

— …

— Por favor no me dejes.

Era extraño lo fácil que ellas salieron. El silencio llenó la habitación de nuevo.

Después de lo que se sintió como minutos, cuando Masaomi se preguntó si debía repetirlo, ella se presionó contra él.

— ¡Gwuh! —Masaomi gritó mientras la conmoción enviaba una ola de dolor a través de él—. Qué demonios…—comenzó a quejarse, hasta que vio una expresión demasiado seria en su rostro y se detuvo.

— Tú… tú realmente eres un idiota, Masaomi…. El mayor idiota de todos…

Mientras sus lágrimas anegaban sus ojos, Masaomi recordó algo que ella le había dicho una vez y decidió devolvérselo.

— No puedo evitarlo, ¿puedo? Al menos puedes pasar por alto un pequeño defecto.

Y segura de eso, ella reconoció aquellas palabras y las repitió de vuelta con lo que él le había dicho.

— Si tú sabes que es un defecto, entonces arréglalo.

Se pusieron frente a frente, reviviendo y reafirmando su pasado.

— Juntos… podemos empezar de nuevo.

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Fuera, la lluvia caía nuevamente, cubriendo la habitación con el sonido frío de su golpeteo. Pero nadie en el interior lo encontró deprimente.

Ningún espíritu se rompió, nada cambió.

La lluvia simplemente cayó, como la lluvia regular y vieja.

Fshh, fshh, fshh, fshh…

[1] El iaidō es un arte marcial japonés relacionado con el desenvainado y el envainado de la katana. Era practicado por los samuráis, especialmente en el periodo Edo.

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