Imouto Sae Ireba Ii (NL)

Volumen 8

Capitulo 13: Nayulathotep⁸

Itsuki averiguó que las chicas compartían un apartamento al día siguiente de mudarse. Nayuta estuvo en casa de él esa noche, cenando y jugando juntos a unos juegos de mesa para dos personas, pero ni siquiera cuando estaban a punto de salir los últimos trenes de la noche dio señales de irse.

“Oye, ¿no tienes que tomar un tren?”

Ella eligió ese momento para revelarle la jugada de ayer.

“¡¿Qu…?!”

Fue como un rayo caído del cielo.

“No puedo creer que tus padres te dejaran vivir sola otra vez…”

“No estoy sola”.

“¿Eh?”

…Luego reveló el resto de la historia, la mudanza junto a Miyako y Kaiko. Itsuki se sintió un poco solitario después de no ver a Nayuta en los últimos diez días, pero no tenía ni idea de lo que estaba pasando.

“¿Te sorprende?”, preguntó Nayuta con una sonrisa pícara.

“…Bueno, por supuesto que sí”.

“¡Nya-ja-ja! ¡Ahora puedo verte cuando quiera, aunque no vivamos juntos, Itsuki!”

⁸ Referencia a Nyarlathotep, un dios primordial ideado por el escritor Howard Phillips Lovecraft.

Su cara daba a entender que no sabía qué pensar al respecto.

Por supuesto, tener a Nayuta tan cerca—como cuando estaba en el hotel—no lo hacía infeliz. Se había negado obstinadamente a vivir con ella, ya que su hábito de ir casi siempre desnuda en interiores le pasaría factura a su salud física y mental. Pero no esperaba que ella intentara acortar distancias de ese modo.

“Cada vez que creo entenderte, te las arreglas para sorprenderme, ¿sabes? Hay algo en eso que simplemente… Bueno… me gusta, supongo”.

La amable sonrisa de Itsuki hizo que Nayuta se sonrojara. “¡Sí!”, dijo alegremente, tratando de ocultar su vergüenza. “¡Ahora, Itsuki! ¡No te preocupes por los trenes! ¡Hagamos el amor hasta la mañana! ¡Ya pasó demasiado tiempo!”

En un abrir y cerrar de ojos, Nayuta se había quitado la ropa.

“¡Si vas a quitarte toda la ropa, no tienes por qué actuar de forma tímida!”

Pero incluso mientras Itsuki protestaba, aquel ser carnívoro se arrastraba hacia él.

“¡Nya-ja-ja! ¡Hora de comer!”.

Y, una vez más, Itsuki fue consumido esa noche—cuando terminó, no quedaba ni una migaja.