Tatoeba Last Dungeon Mae no Mura no Shōnen ga Joban no Machi de Kurasu Yō na Monogatari (NL)

Volumen 10

Prologo: Suspiro

Un chico estaba apoyado contra el marco de la ventana, mirando la vista exterior.

Tenía tal vez catorce o quince años. Rasgos sanos, bronceados y bien definidos.

Pero la expresión de su rostro era tan fría que arruinó su buena apariencia. No estaba viendo pasar a la gente, sino pensando en algún lugar lejano. Tal vez estaba nostálgico; tal vez algo más… El aire que lo rodeaba era difícil de expresar con palabras.

La habitación detrás de él estaba ornamentada, demasiado grande y bien amueblada para un chico que vivía solo.

No había nada más que muebles lujosamente decorados. Sin señales de vida. La decoración no era ni minimalista ni indiferente, sino que sugería el tipo de limpieza que precede a un suicidio.

Este sombrío silencio fue roto por un visitante.

“¡Shouma! ¡Ese hechizo era otra cosa!”

Vestido con una túnica de mago y accesorios de hechicero, el orador se frotaba las manos.

El chico ni se volvió ni contestó.

“Realmente asombroso. ¡Un monstruo, desaparecido en un abrir y cerrar de ojos! ¡El mundo debe saber sobre esto! ¡Nuestros nombres juntos en la disertación!”

“Suspiro…”

Shouma se giró por fin, luciendo poco entusiasta, un hecho completamente perdido por el mago.

“Con mis conexiones, podemos publicar sin toda esa burocracia. ¡Simplemente pase directamente a las ganancias! Tendrás una fortuna para toda la vida. Y eso no es nada malo, ¿verdad?”

Esto no provocó ninguna reacción, excepto la mención del dinero, que provocó un resoplido de disgusto.

Antes de que el mago pudiera exigir una respuesta, entró otro hombre.

“¡Shouma! ¡Monstruos avistados! ¡El gremio de guerreros solicita tu ayuda!”

El representante del gremio, que vestía una armadura extravagante, apartó al mago de su camino.

“No estoy en tu gremio”, dijo Shouma, mirándolo.

“¡No seas así! ¡Todo hombre quiere ser un guerrero! ¡Todos soñamos con proteger a los ciudadanos de los monstruos y recibir una lluvia de elogios!”

El rostro de Shouma se contrajo con más disgusto. “Entonces ve a hacer realidad tu sueño”, espetó el chico.

“No, yo… soy un hombre casado, así que…”

Las excusas del soldado eran tan débiles que Shouma ni siquiera tuvo la energía para suspirar.

Luego,  un  tercer  visitante  intervino.  “Fuera  con  ustedes,  caballeros.

Shouma está ocupado y no debe ser molestado”.

““Tercera Reina Consorte…””

La repentina entrada de la realeza fue suficiente para enviarlos a ambos a empacar.

Cuando estuvo segura de que se habían ido, la reina se volvió hacia Shouma.

“Sir Shouma, he desterrado a esos intrusos. Espero sus cumplidos.

“Gracias.”

Una respuesta a regañadientes, por decir lo menos. Pero a pesar de la total falta de calidez, la reina consorte parecía estar fuera de sí de alegría.

“Los magos poderosos y los guerreros del gremio anhelan su atención, pero él está en mis manos. El arma más grande que una mujer podría tener. Un regalo de los dioses que me liberará de las limitaciones de ser una tercera esposa. ¡Todos los que me despreciaron llorarán!”

“…………”

Aparentemente, él era un “regalo”, no una persona.

La mirada en su rostro se estaba volviendo genuinamente enojada—

“¡————————–!”

Los ojos de Shouma se abrieron de golpe.

Carreteras empapadas de cálido sol. Se había dejado llevar por las riendas.

“He estado cansado, últimamente. Mucho que hacer…”

El caballo que tiraba de su carruaje le lanzó una mirada preocupada.

De su bolsillo, sacó una foto de sí mismo con su brazo alrededor de un chico de cabello castaño y aspecto gentil. En la foto, Shouma estaba sonriendo, una sonrisa tan cálida que era difícil creer que era el mismo chico de ese sueño.

“No dejaré que sufras el mismo destino que yo, Lloyd”.