Zero kara Hajimeru Mahō no Sho (NL)

Volumen 7

Capítulo 4: Tiempo De Unidad

Parte 3

Como dijo Cal, huboun poco dealboroto mientras la reuniónestaba en receso.

Sept estaba en el pasillo, con un caballero a un lado. La cara hinchada del rey sugería que estaba golpeado. Más de una docena de otros caballeros detenían a los que intentaban ayudar.

“¿No puedes ayudar con la misión al Altar?” Dijo el caballero.

“¿Sólo elegir un nuevo profeta? Sé que están intentando aprovechar el caos para derribar la Iglesia, ¡pero no dejaremos que eso ocurra!”

“No me interesa la caída de la Iglesia.” Respondió Sept. “En todo caso, estoy a favor de coexistir con ellos.”

“¡Mentira! ¡Y una mierda me voy a creer eso! ¡Apuesto a que esa bruja que quiere destruir el mundo era una de las tuyas!”

“Cielos.” Dije.

Cal asintió con una risa forzada. “Esto es lo que sucedió después de que el comandante Eudwright les contara a sus hombres sobre la reunión. Esos dos discutieron un rato, pero ya sabes cómo es el rey.

Tiene una lengua un poco afilada.”

El joven caballero acudió a protestar, pero se encontró con las crueles palabras del rey, que acabaron golpeando a Sept. Cal intuyó el peligro en cuanto los caballeros irrumpieron en la sala y envió a Lia a su habitación inmediatamente. Mientras lo hacía, vino a llamarnos y volvió para ver que la situación se había convertido en un enfrentamiento bastante violento.

Por desgracia, el gobernador, Albus y el sacerdote no estaban aquí.

“¿Dónde están los otros?” Pregunté.

“La gente los está llamando ahora mismo. Al parecer, todos salieron de la iglesia después de que algunos de los que causaron el alboroto les dijeran que lo hicieran.”

Me reí. Podía ver por qué ni siquiera Firulais estaba de guardia.

“Muy minucioso.Así que no son tontos corriendo porahí. Encomiable, supongo.”

“Parece que la Iglesia tampoco es monolítica.”

Las cosas sólo se complicarían si una Bestia Caída como yo interviniera, y probablemente la gente saldría herida. Podría contenerme, pero los caballeros no dudarían en dirigir sus espadas hacia mí. Sobre todo, el propio Sept no pidió ayuda.

Mientras hablábamos, el joven caballero que montaba a Sept le puso la mano en el cuello al rey, con los ojos brillando de rabia.

Me pareció un poco mugriento para ser un caballero,pero sólo tenía la piel morena. Su cabello corto y desordenado y sus grandes ojos almendrados me recordaban a un gato montés.

Mientras que el caballero tenía fuego en sus ojos, los ojos verdes de Sept eran fríos como el hielo.

“Usas la fuerza cuando no consigues lo que quieres.” Comenzó Sept. “Presionas por lo que es mejor para ti sin preocuparte por los demás. Si se niegan, los denuncias como malvados. ¿Es eso lo que llamas justo? Muy admirable.”

“Por supuesto. Nosotros, los Caballeros Templarios, lucharemos para salvar a una persona, incluso si eso significa perder mil soldados.

No abandonaremos a los que esperan ayuda sólo porque no vale la pena. Defenderé con orgullo nuestra forma de justicia. Si te niegas, te consideraremos un malvado. No hay nada malo en esperar integridad de los gobernantes.”

“Entonces puedes dejar que tus caballeros defiendan tu rectitud mientras mueren en vano. Estoy seguro de que lo entiendes. Mis tropas no tienen ninguna obligación de unirse a ti en tu cruzada suicida.”

“¡Bastardo!” El caballero levantó el puño una vez más.

“¡Basta!” La voz retumbante de Eudwright detuvo al caballero.

Me giré para ver al comandante, al gobernador, a Albus y al sacerdote corriendo por el pasillo de la iglesia hacia nosotros.

Eudwright parecía furioso mientras se abría paso entre la multitud de gente. Agarró al caballero que montaba el Sept, lo levantó con una mano y lo lanzó contra la pared. El caballero gimió de agonía mientras se desplomaba en el suelo.

Ignorando al caballero, Eudwright ayudó a Sept a levantarse. “Me disculpo sinceramente, Su Majestad.” Dijo. “No supervisé a mis hombres. Son excelentes caballeros, pero pueden ser un poco temperamentales.”

“No te preocupes. Fui descuidado. Bajé la guardia demasiado cerca de los Caballeros Templarios. Tendré una escolta a mi alrededor la próxima vez.”

La expresión de Eudwright se endureció, incapaz de replicar.

“¡Comandante!” Ladró el caballero, arrastrándose por el suelo.

“¡¿Por qué estás adulando a ese hombre?! Ha dicho claramente que debemos abandonar al profeta. Entiendo que necesitamos la ayuda de las brujas. Pero si nos arrastramos ante ellas, ¿qué será de nuestra dignidad como Caballeros Templarios?”

“¡Idiota! ¿Dónde está tu dignidad como caballero? ¡Nuestro poder sólo debe usarse contra las amenazas a las masas! ¡Lo que has mostrado es violencia unilateral!”

“Siento discrepar, Comandante.” El hecho de que no cediera ante la reprimenda del comandante demostró lo firme que era. Con las manos en la pared, el caballero se puso en pie tambaleándose y se enfrentó a Eudwright. “Ese hombre está dispuesto a sacrificar a uno para salvar a mil. Sacrificará a mil para salvar a diez mil. Es una amenaza para el pueblo. Debemos esforzarnos por proteger a todos.

Alguien en el poder que no tiene en cuenta ni a una sola persona debe ser condenado.” Su cortante comentario superó incluso a Eudwright, su superior.

Estuve a punto de silbar en señal de admiración, pero me contuve, dado el ambiente. En cambio, un silbido vino de mi lado. Sorprendido, bajé la mirada y, efectivamente, era Zero.

“¡Hey, bruja!”

“Está bien, Mercenario.” Dijo Zero. “Demasiado ingenuo y obstinado. Me gusta bastante su marca de rectitud. Muy bien.

Acompañaré a los caballeros en su cruzada al Altar.”

Mierda. Lo ha dicho. Y encima delante de mucha gente.

La tensión se convirtió en confusión cuando la multitud se agitó.

Zero se abrió paso entre la gente y se interpuso entre el joven caballero y Eudwright.

“Está claro que la zona del norte es ahora el lugar más peligroso de este continente. Enviar brujas inexpertas a ese lugar sólo hará que todos, incluidos los caballeros, caigan ante los demonios. Sería un suicidio ir allí sólo con los Caballeros Templarios. Sin embargo, si los acompaño, es posible liberar la Catedral de Knox e incluso rescatar al profeta de la Isla de Generos.”

“¡Espera, Zero!” Interrumpió Albus, con el rostro pálido. “¡Eres nuestra baza más poderosa! Eres mucho más fuerte que yo. Tienes que estar en Wenias cuando los demonios ataquen de nuevo.”

“¿Por qué tendría que estar aquí, la que Llama a la Luna?”

Albus cerró la boca. Zero ya no la llamaba “muchacha”. Ya veía a Albus como una bruja de pleno derecho.

“Tú misma ibas a abandonar tu puesto e ir a la batalla.” Continuó Zero.

“Eso fue en parte porque tú estás aquí.”

“Exactamente, la que Llama a la Luna. Mi sugerencia se basa en la suposición de que Wenias puede ser defendida adecuadamente incluso sin mí. Como tú estás aquí, puedo hacer mi jugada.”

“¿Hacer tu jugada?” El gobernador parpadeó, inclinándose hacia delante. “¿Estoy entendiendo bien, Lady Zero? ¿No vas acompañar a los caballeros para salvar al profeta?”

“En efecto. Eso es sólo un extra, por así decirlo.”

“Entonces, ¿cuál es su verdadero objetivo?”

“Lo mismo que el joven caballero recto de allí. Salvar tanto a una sola persona como a mil, sin excepciones. Es decir, salvaré el mundo.”

Era como una frase sacada de un drama. Si no fuera por la situación actual, las risas habrían llenado este lugar, no el silencio.

¿Pero quién podría reírse de la declaración de Zero? Si había alguien que podía salvar el mundo, era ella.

“¿Cómo va a hacerlo?” Preguntó el gobernador. Probablemente todo el mundo albergaba la misma pregunta, excepto yo, claro.

La respuesta de Zero fue breve. “Encontrando a la bruja que causó todo esto y matándola.”

***

Sept resopló, atrayendo todas las miradas hacia él. “Disculpen.” Se disculpó sin inmutarse. “Tu absoluta confianza y determinación me han recordado a un amigo fallecido. Él habría dicho lo mismo. Como si dijera que lo dejara todo en sus manos.”

Naturalmente, me vino a la mente Decimotercero. No me gustaba nada ese cabrón, pero sí recordaba la tremenda sensación de alivio que sentía cuando estaba de nuestro lado.

“De todos modos, no estás afiliada a Wenias.” Añadió Sept. “No tengo nada que decir sobre lo que debes o no debes hacer.” Se volvió hacia el comandante de los caballeros. “La decisión es suya, comandante Eudwright.”

“Es lo mejorque podemospedir.”Respondió elcomandante.“Pero, ¿qué hay para ti? No hay ninguna garantía de que la bruja esté en el Altar. Me cuesta creer que una bruja como tú sirva realmente a la Iglesia.”

Ha hecho una observación muy válida, y su mirada interrogativa era comprensible.

“Sencillo.” Dijo Zero, dejando de lado el escepticismo de Eudwright. “Cuento con los recursos de la Iglesia. Espero que me asegures comida y agua en el camino, que me proporciones un lugar para dormir y que vigiles por la noche. Además, puedes reunir información. Si llegamos a la Catedral de Knox, una bruja y una Bestia Caída sólo atraerían sospechas. Nadie sería tan tonto como para escucharnos si les decimos que se refugien en Wenias. En resumen, quiero buscar pistas sobre el paradero de la bruja mientras te dejo a ti todos los asuntos complicados.”

“Bueno, en ese caso…”

“Eso es todo en lo que respecta a los intereses.” Dijo Zero. “Sin embargo, hay una razón más.” Su expresión se tensó. Su mirada se dirigió a Albus, haciendo que la joven bruja se asustara, sin saber por qué la miraba. “Estabas hablando de asumir responsabilidades, la que Llama a la Luna.”

“Sí.”

“Y el rey. Y el joven caballero.”

¿De quién era la culpa de que las fuerzas de todo el continente se hubieran reunido en Wenias?

¿De quién fue la culpa de que el mentor de Sept muriera?

¿De quién fue la culpa de que el mundo se inundara de demonios?

Nadie lo dijo explícitamente, pero todos pensaban lo mismo. Sabía lo que Zero iba a decir a continuación.

Al notarmi expresión, Zero me dedicó una rara e incómoda sonrisa.

“Prometí no volver a decirlo, Mercenario.” Dijo. “Pero lo diré ahora.

La culpa es mía. Yo soy la raíz de todo este mal. Yo creé la magia. Yo inventé la técnica y fallé en controlarla. Nunca me he perdonado por ello.” Su voz era firme. “Por eso me voy al norte. Iré aunque los Caballeros Templarios rechacen mi compañía. Incluso si tengo que hacerlo sola. ¿Alguna objeción?” Nadie respondió, y Zero asintió con satisfacción. “Entonces está decidido.”

Mientras miraba fijamente a Zero, Cal, que estaba a mi lado, me lanzó una mirada, como si quisiera decir algo.

“Parece que tienes algo que decir.” Dije.

“Sólo pensé que parecías tranquilo.”

“¿Qué?”

“Si Zero va a acompañar a los caballeros, eso significa que tú vas con ella, ¿no? Para ser franco, es un viaje con menos de un ochenta por ciento de supervivencia.”

“Oh, claro.” Rascándome la nariz, dirigí mi mirada a otra parte.

Asombrado, Cal se acarició la barbilla —o el pico, en este caso—.

“¿Siempre fuiste tan atrevido?”

“No. Incluso ahora, no quiero morir. Es que han pasado muchas cosas desde el incidente de Akdios. Además, si hay algún lugar en el mundo que sea más seguro, es junto a ella.”

“Es cierto, supongo.” Cal se cruzó de brazos, miró al techo y dejó escapar un suspiro. Parecía entenderlo.

“¿Y tú, Sacerdote?” Preguntó Zero.

El sacerdote, que había estado observando la situación en silencio, enarcó una ceja. “¿Yo?”

“La Iglesia te ordenó que nos vigilara. Esta crisis afecta a la Iglesia, no sólo a Dea Ignis. ¿Seguirás acompañándonos o te encargarásde otra tarea?”

“Yo… Mientras mi orden siga siendo la misma, seguiré observándote.”

“¿Incluso ahora que no tienes a nadie a quien informar?”

El sacerdote tragó saliva.

“No hay nadie aquí que pueda darte una orden diferente para empezar. Es hora de que uses tu juicio y decidas qué acción tomar. Te das cuenta de que la situación es tan grave que la Santa se une a una reunión como representante de la Iglesia, ¿no?”

“Yo, uhh…”

“En cualquier caso, eso lo tienes que averiguar tú mismo.” Zero se volvió hacia Eudwright. “Comandante, cuando haya decidido la fecha de salida, envíeme un mensajero. Vamos, Mercenario.”

Zero se dio la vuelta y se alejó, como si dijera que ya no tenía nada que hacer en la reunión. Nadie la detuvo y la seguí en silencio. Detrás de nosotros, el gobernador dispersaba a los curiosos mientras anunciaba la reanudación de la reunión.

Después de caminar un rato por la espaciosa iglesia, vi una pequeña rata Bestia Caída sentada detrás de un pilar de una puerta lateral.

“Qué coincidencia, o no. ¿Qué pasa, chiquilla?”

Obviamente nos estaba esperando.

Lily nos miró. “¿Van al norte?” Preguntó.

Probablemente se apresuró a ver la conmoción antes, pero no pudo mostrarse, y terminó escuchando a escondidas.

“Aparentemente.” Respondí.

“Sí.” Añadió Zero. “Lo encuentro bastante molesto, pero el mundo necesita ser salvado.”

“¿Y yo qué?” Preguntó Lily.

Zero y yo intercambiamos miradas, frunciendo el ceño. ¿Debemos llevar a Lily al norte o no? Nos había estado siguiendo por voluntad propia todo este tiempo, pero a partir de aquí, sería demasiado peligroso. Incluso para una aterradora Bestia Caída como ella.

“Uh…”

“¿Me están dejando?”

Me sentí algo culpable. Antes de que pudiera decir algo, Zero se agachó y miró a Lily a los ojos.

“¿Qué quieres hacer?” Preguntó la bruja.

Incapaz de responder siquiera a una simple pregunta, Lily se limitó a bajar la mirada y a murmurar algo en voz baja, agarrando y soltando su ropa repetidamente.

Había algo extraño en ella. Se había empeñado en venir con nosotros, prácticamente en contra de nuestra voluntad.

De repente, recordé la razón por la que insistió en venir con nosotros. “¿Estás preocupada por tus padres?”

Su agarre de la falda se tensó. No quería venir con nosotros. Quería que la siguiéramos.

En el momento en que me di cuenta, sentí caer mis orejas. No tenía ni idea de qué hacer. Yo también tenía una familia que había dejado atrás. Aunque hacía años que había dejado el pueblo, tenía curiosidad por saber cómo estaban mis padres y los habitantes del pueblo.

¿Cómo podía Lily, que acababa de dejar a sus padres hacía poco tiempo, no estar preocupada?

“No es tan peligroso en el sur.” Dijo Lily. “Puede que mamá y papá sigan vivos, pero pueden estar en peligro. Quiero ir a ayudarlos.”

No podía decir que podía ayudarla. Ella también lo sabía, pero aun así quería hacer algo.

Cuando no pude decir nada, Zero le dio a Lily una palmadita en la cabeza y se levantó. “Se supone que los Caballeros Templarios serán enviados a la Catedral de Lutra en algún momento. Puedo hacer arreglos para que los acompañes. Pero eso es todo lo que puedo hacer por ti.”

Lily asintió, agarrando la gema que llevaba al cuello. “Supongo que… esto es una despedida.”

Bueno, ¿qué te parece? Ella ya sabía lo que era importante para ella desde el principio. Hagamos lo que hagamos, nunca cambiaría el camino que había decidido tomar.

Lily temblaba de miedo y soledad. Estaba preparada para acompañar a gente desconocida y atravesar una tierra plagada de demonios para llegar a Lutra.

“Hablando de eso, Rata.” Dijo Cero. “El sacerdote te debe un favor, ¿no es así?”

Lily levantó las orejas.

“Si te diriges a Lutra,esposible que quieras resolverlo cuanto antes.

Dea Ignis nunca utiliza la puerta principal de una iglesia. Si le esperas por una entrada lateral, puede que le veas después de la reunión.”