Zero kara Hajimeru Mahō no Sho (NL)

Volumen 7

Capítulo 4: Tiempo De Unidad

Parte 2

 

 

Mientras Eudwright se asombraba de la diferencia en su percepción de la Iglesia y la del público, Sept continuó. “Si el profeta sirve de apoyo emocional a las masas, entonces lo pensaré. Sin embargo, si su propósito es únicamente unificar la Iglesia, entonces me gustaría proponer la elección de un nuevo profeta.”

“¡¿Sugieres que los dejemos morir?!” Rugió el comandante.

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Sept se encogió de hombros con indiferencia, ignorando su arrebato. “Lo único que digo es que no puedo ayudarte. Los eclesiásticos tiendes a pensar que recibirán ayuda de los demás, pero deberían entender nuestra situación actual. Tenemos las manos llenas tratando de sobrevivir.”

Los asuntos que no tienen que ver con la supervivencia deben tratarse por su cuenta, era lo que estaba diciendo.

El rostro rugoso de Eudwright se torció amenazadoramente. Lia intentó ansiosamente suavizar las cosas entre los dos, pero el sacerdote la detuvo.

“¿Qué tal si voy contigo?” Albus rompió el ambiente tenso. “No pertenezco a ningún escuadrón, y mi guardia puede proteger a los caballeros de los demonios. De todos modos, es mi culpa que la mayoría de los Caballeros Templarios estén reunidos en Wenias. Yo empecé la guerra. No, yo empecé todo.No puedo quedarme en un lugar seguro mientras la gente está en peligro.”

No me gusta a dónde va esto.

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Albus intentaba mantener la compostura, sus puños temblaban, pero el miedo, el arrepentimiento y la responsabilidad que pesaban sobre su espalda la estaban aplastando.

Probablemente era difícil para ella seguir siendo la Maga Jefe de Wenias. Sólo conservó el puesto porque no había nadie más disponible.

Si Decimotercero estuviera vivo, no habría sido sometida a semejante tortura tras cometer un error histórico. Pero incluso Decimotercero murió tratando de protegerla. Ni siquiera un adulto sería capaz de mantener la calma.

Y ahora mismo estaba tomando una decisión peligrosa en un estado mental inestable.

“No puedes ir, Albus.” Dijo Sept con firmeza. “Hemos hablado de esto muchas veces. La razón por la que no te he incorporado a ninguno de mis escuadrones es porque tienes el trabajo más importante de todos, mantener la guardia que protege el reino.”

“Su majestad tiene razón.” Convino el gobernador. “Es cierto que la expedición al norte tendrá éxito si el jefe de los magos acompaña a los caballeros, pero no vale la pena.”

“¡Pero no podemos abandonarlos!”

“No podemos permitirnos ser sentimentales en este momento, Albus. Si tú mueres, ¿quién va a proteger el reino? ¿Qué pasa con el pabellón? ¿Conceder el permiso para usar la magia? Torres tiene razón. Enviarte a ti no vale la pena el riesgo.”

“¡Deja que Sept se encargue de todo! ¡De por sí está atrapado en el reino!”

La expresión de Sept se volvió un poco agria. Ya le había dicho a Albus que él y Sept eran la misma persona. Albus le estaba diciendo básicamente que protegiera el reino él mismo.

Era imposible que Sept no se sintiera ofendido por esto.

“No quería recordarte esto, Albus, pero su mentor murió protegiéndote.”

Las palabras de Sept pusieron en tensión no sólo a Albus, sino también al gobernador. Torres, al ser colaborador de Sept, conocía la identidad de Sept y de su amo. Incluso Eudwright y Lia, ajenos a las circunstancias, percibieron el incómodo ambiente. Sus rostros se pusieron rígidos.

“Si todavía estuviera vivo, nunca diría que le echaras todo encima a Sept y que hicieras lo que quisieras.” Sept hizo una pausa y miró fijamente a Albus. “Porque la bruja conocida como Sept es inexperta y no es lo suficientemente fuerte como para defender solo a Wenias, un reino ahora clave para la supervivencia de la humanidad. Te dio su poder a ti, no a Sept. Sin embargo, ni siquiera entiendes eso. Qué decepción tan grande.”

“¡E-Eso es demasiado, Su Majestad!” Intervino el gobernador.

“Lady Albus no estaba siendo del todo desconsiderada.”

“No, Torres. Está siendo imprudente. Ser imprudente a pesar del poder que posees es un pecado.”

“Ah, mierda.” Murmuré. “Suena como una gran pelea.”

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“Efectivamente.” Aceptó Zero en un susurro. “No parece una reunión. Sept tampoco está tranquilo.”

Sept estaba claramente irritado. Había perdido a su abuelo, al anterior rey, y luego a su maestro Decimotercero. No era de extrañar que no estuviera tan tranquilo como antes.

Cuando Albus guardó silencio, el sacerdote levantó la voz de repente. “¡¿Su Eminencia?! ¡¿Por qué está llorando?!”

Miré a Lia y la vi temblando, aun sonriendo, pero con lágrimas en la cara.

“No soporto que la gente se enfade… Lo siento. P-Por favor, sé más amable…” Incapaz de terminar su frase, se cubrió la cara con las manos y comenzó a llorar.

Cal corrió inmediatamente a su lado y Lia se aferró a él, sollozando.

“Lo siento.” Repitió sin cesar.

Sept frunció el ceño avergonzado. “Lo siento.” Dijo. “Estaba siendo un poco inmaduro. Por favor, disculpa mi comportamiento, Albus.”

Albus, aún abatida, asintió.

“Vamos a calmarnos y volver a los negocios.” Dijo Sept.

“¿Comandante Eudwright?”

“Hmm… Uh, ¿sí?”

“Sobre el viaje al Altar. Me gustaría que la Iglesia discutiera el asunto internamente primero. Como dije, es peligroso. El profeta sobrevivirá un año, ¿no? Creo que podemos prescindir de las tropas después de algún tiempo.”

“Estoy de acuerdo.” Dijo el comandante. Fue más discreto de lo que esperaba. “También creo que enviar al jefe de los magos es una mala idea. Si no tenemos la mano de obra, tendremos que ocuparnos nosotros mismos.”

Parecía que el asunto estaba resuelto. Pero Albus no parecía satisfecha. Antes de que pudiera hablar, Lia levantó la cabeza, sorbiendo.

“Dejé morir a mucha gente.”

Sonó como una confesión repentina. El sacerdote, que sabía la verdad sobre ella, dio un respingo, mientras el despistado comandante se quedó helado.

Lia se enfrentó a Albus. “Incluso ahora, muchos me llaman asesina.

Dicen que debería avergonzarme por llevar una buena vida, fingiendo ser una Santa, después de haber matado a tanta gente. Pero si muero, no podré ayudara nadie. Sime derrumbara porelhambre, mucha gente a la que podría haber salvado sufriría.”

“¿Qué intentas decir?” Albus la miró con ojos inquisitivos.

Sintiéndose un poco angustiada por no haber dado a entender bien su punto de vista, Lia se dirigió al sacerdote en busca de ayuda.

El sacerdote pareció un poco preocupado al principio, pero decidió apoyarla. “Asegúrate de asumir la responsabilidad como es debido, es lo que está diciendo. Incluso si tienes la culpa, aceptar un trabajo que no es apropiado para ti es simplemente absurdo.”

Lia asintió repetidamente con alegría. “Yo también estuve a punto de cometer ese error. Quería morir. Pensé que si me iba, haría que toda la gente enfadada se sintiera mejor. Pero alguien me dijo que sólo estaba huyendo. Que iba a abandonar a los que podía salvar.”

Ah, buenos tiempos. Zero le dijo esas palabras a Lia cuando perdió toda esperanza de vivir. Lia decidió entonces seguir viviendo y resarcirse, recibiendo una copia del Grimorio de Zero. Había pasado algún tiempo desde entonces, y ahora era una espléndida Santa.

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“Esto puede parecer obvio.” Añadió Lia. “Pero el lugar donde eres más útil no es el lugar donde más sufres. Cuando estás en un lugar difícil, sientes que te perdonan tus pecados, y si vas a un lugar peligroso, crees que puedes apaciguar un poco a la gente enfadada. Pero para mí, sólo lo haces para sentirte mejor.”

“N-No quise decir eso.” Murmuró Albus en voz baja, encogiéndose.

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“P-Por supuesto.” Dijo Lia, bajando la cabeza avergonzada.

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Consiguió calmar a Albus, al menos.

Zero emitió un gruñido de aprobación. “No sé quién te ha dicho esas palabras, pero tienen un punto notable.”

“Uh, tú eres la que le dijo eso.” Dije.

“¿Qué? ¿Yo? Vaya. ¿Soy notable o qué?”

¿Está bromeando? ¿O lo dice en serio?

Mientras me preguntaba si debía hacer algún comentario, sonó un grito que, por el sonido de la voz, debía de proceder de la plaza de fuera. Hubo un revuelo en la sala de conferencias. Mientras intercambiábamos miradas, entraron unos pasos desde el exterior.

“¡Su Majestad! ¡Jovencita!” Firulais irrumpió en la sala, con el rostro pálido.

Albus se puso en pie, furiosa. “¡Hay que ver! ¡Esta es una reunión importante! Te dije que no interrumpieras a menos que fuera una emergencia. Puedes ocuparte de los pequeños problemas tú mismo.”

“Bueno, respecto a eso… no creo que pueda manejar esto.” Con una expresión dibujada en su rostro, señaló la puerta que acababa de atravesar. “¡Hay un dragón en la plaza de la iglesia!”

Fue una emergencia que sacó a todos los presentes de sus asientos.

***

 

 

Salimos corriendo de la iglesia y, efectivamente, había un dragón.

No era tan grande como había imaginado, pero era lo suficientemente grande como para llevar a un adulto fácilmente.

Cubierto de escamas plateadas, tenía dos cuernos deformados en la cabeza. Me resultaba familiar, pero lo que realmente llamó mi atención fue el hombre familiar montado en el cuello del dragón.

“¡El tipo de la Isla del Dragón Negro!” Grité.

Zero Kara Hajimeru Volumen 7 Capitulo 4 Parte 2 Novela Ligera

 

“Oh.” Zero sonrió. “Si es el Rey Cazador de Dragones.”

Gouda miró en su dirección y sus ojos se abrieron de par en par.

“¡No me llames por ese nombre! ¡No quiero que me presten atención!”

Dijo el hombre que, literalmente, acababa de entrar volando a lomos de un dragón. Probablemente fue la entrada del siglo.

Atrayendo toda la atención de los curiosos, Gouda bajó rápidamente del dragón. “¡¿Qué haces en un pueblo como éste?! Creía que habías dicho que te dirigías al bosque Arco de Luna. Maldita sea.

Menos mal que tenía a Heath aquí para seguir tu olor, pero ahora estoy siendo sometido a una humillación pública.”

“¿Heath? ¿Quién?” Pregunté.

El dragón respondió con un gruñido bajo.

Ya veo. Así que le dio un nombre al dragón. Tiene sentido. Lo monta, después de todo. No darle un nombre sería bastante extraño.

“¿Es este el joven dragón de entonces?” Preguntó Zero. “Me sorprende. No ha pasado mucho tiempo desde que nos separamos y ya ha crecido mucho.”

“Ya somos dos.” Dijo Gouda. “Sigue creciendo día a día.”

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“¿Cómo lo entrenaste para que te llevase?” Pregunté.

Una silla de montar y algo de equipaje estaban atados al cuello del dragón.

“Yo no lo entrené.” Dijo Gouda, frunciendo el ceño. “Me vio montar en mi caballo y me obligó a empezar a volar. Cuando intento subirme a un caballo, se enfada y trata de devorarlo. Así que no tuve más remedio que hacer una montura.”

Zero se rió. “Eres amado. Es una parte de ti ahora.”

“Su amor es demasiado para mí. De todos modos, probablemente deberías explicarles la, uhh, situación. Mira. Están completamente congelados.” Con una mirada de disculpa en su rostro, Gouda sacudió su barbilla hacia todos menos hacia mí y hacia Zero.

Lia, en particular, se desmayó por el shock, y Cal se apresuró a sujetarla. Incluso el sacerdote, que había luchado antes contra el dragón, se había quedado tieso, con la mandíbula en el suelo.

“Oh, hmm. Sí, por supuesto.” Dijo Zero. “Permítame presentarle, entonces. Este hombre es el Rey Cazador de Dragones. Derrotó a un dragón en la Isla del Dragón Negro, y se convirtió, creo, en el primer humano en ser compañero de un dragón.”

“¡Te dije que no me llamaras así! ¡No es para tanto!”

“¿No es para tanto?” Gritó Albus. “¡Has venido aquí montado en un dragón!” Sus palabras hicieron que todos volvieran a sus cabales.

“¿Q-Qué está pasando aquí? ¿Y por qué conocen a este tipo que monta en dragón? ¿Por qué está aquí?” Ella estaba en pánico.

“Como sea. Con la aparición de una criatura mítica, dudo que podamos seguir con la reunión como si no pasara nada.” El gobernador mantuvo la calma incluso en esta situación. “Ya que Su Eminencia se ha desmayado, tomemos un descanso. ¿Supongo que no hay objeciones?”

Sept ya había empezado a estudiar al dragón con Zero. Incluso Eudwright sabía que no debía exigir que la reunión continuara.

El comandante de los caballeros se quedó mirando al dragón durante un rato. “Perderemos todos nuestros caballos si colocamos ese dragón en los establos.”

Una observación práctica.

Gouda frunció el ceño. “Heath sólo devora para matar, no para comer.”

***

 

 

“¿Qué has dicho, Rey Cazador de Dragones?” Zero estaba asombrada.

Gouda se estaba quitando la pesada armadura y el casco. “Deja de llamarme así ya.”

“Eso no importa por el momento. ¿Estás seguro de que no han aparecido demonios en el sur del continente?”

Gouda parecía más sorprendido por la mirada amenazante de Zero.


“Sí. Esa noche, cuando una extraña bruja dijo que iba a destruir el mundo, Heath se mostró inquieto.”

Ya sabíamos, por innumerables testimonios, que la declaración de la Bruja de las Tinieblas fue presenciada desde todas las partes de Wenias.

Al parecer, su voz sonaba como si viniera de todas partes, desde el cielo hasta el bosque, llegando incluso a los oídos de los sordos. Su silueta contra la luna llena se reflejaba incluso en los charcos de agua de las cuevas.

Los Caballeros Templarios estacionados fuera de las montañas mencionaron que lo mismo ocurrió fuera también, e incluso llegó a la Isla del Dragón Negro.

“No ocurrió nada inusual en la Isla del Dragón Negro.” Continuó Gouda. “Volé hacia el sur, al bosque Arco de Luna, para seguirte.

Intenté pasar desapercibido, así que no pude ver mucho, pero no fue tan horrible en el sur. De hecho, no fue hasta que nos acercamos a Wenias, con Heath guiando el camino, que noté algo inusual.”

Si lo que decía Gouda era cierto, la situación sería muy diferente.

Zero sacó un mapa del continente de su equipaje y lo desplegó, midiendo la distancia con el dedo y asintiendo para sí misma.

“¿Te importa compartir lo que estás asintiendo con el resto de la clase?” Dije.

“Como todo, la hechicería tiene un área de efecto, con el lanzador en el centro. Depende del tipo de hechizo, pero el que usó mi maestro invocaba a los demonios sobre los guerreros bestia dentro de un cierto rango.”

“El mismo hechizo que usaste conmigo hace un año, ¿verdad?” Hice una mueca.

“Sí.” Respondió Zero sin un ápice de culpa.

“Eso dejo que un demonio se apoderase de tu conciencia, ejerciese un poder inhumano para acabar con el enemigo y restringiese con éxito

el uso de la Magia en Wenias.”

“Sí. Tardé tres días en recuperar la conciencia. Incluso después de despertar, me sentí mal durante un tiempo.”

“Esta vez, el lanzador lanzó el hechizo al azar en una amplia zona.

Por supuesto, es un hechizo más avanzado que invocar a un solo demonio. Cuanto mayor sea el área de efecto, más pesada será la carga.”

“¿Así que estás diciendo que el sur estaba fuera del alcance del poder de tu maestro?”

“Eso es muy probable. Dado que los guerreros bestia de todo el continente convergen en Wenias, tiene sentido que el daño sea menor a medida que se avanza hacia los bordes del continente. Si el Maestro está en el centro del continente, también debería haber una cantidad razonable de daños en el sur. Pero si apenas hay nada inusual allí, entonces hay una alta posibilidad de que el Maestro esté escondido en algún lugar del norte.”

Coincidía con la opinión de Torresde que Cestum se dirigía al Altar de la Isla de Generos para tomar la tierra sagrada de la Iglesia.

“Por supuesto, una hipótesis es simplemente eso, una hipótesis.”

Continuó Zero. “Sin embargo, no hay duda de que el Maestro se esconde dentro de un pabellón para protegerse de los demonios. Una protección poderosa que ni siquiera yo puedo detectar. Y los demonios apuntan a la zona vacía creada por el pabellón, porque saben que quien los convocó está allí.”

Gouda dejó de quitarse la armadura. “¿Por qué se dirigen allí?”

Preguntó con voz dura.

“O cumplen su contrato o matan a la bruja. De lo contrario, los demonios no podrán volver al infierno. Hay un elemento de coerción al convocar a los demonios. Se convoca y se negocia con ellos por la fuerza. Por supuesto, los demonios pueden elegir no negociar, pero en ese caso, estarán atados a este mundo hasta que cedan o la bruja muera.”

“Suena como una verdadera molestia por parte de los demonios.”

“En efecto. Por eso la magia es beneficiosa tanto para las brujas como para los demonios.” Zero se cruzó de brazos con orgullo.

“¿Así que si matamos a tu maestro, los demonios se irán?”

“Sí.”

“¿Qué pasa con los demonios que no quieren volver al infierno?”


“Todos desaparecerán sin excepción. Los demonios que tengan una buena relación con el lanzador y no deseen volver al infierno simplemente los protegerán a toda costa.”

En cualquier caso, los demonios acudirían al maestro de Zero. Para matarla y restaurar la paz en el mundo, tendríamos que sumergirnos en una guarida de demonios, como los Caballeros Templarios cabalgando hacia el Altar para salvar al personal de más alto rango de la Iglesia.

Exhalando profundamente, Gouda colocó sus grebas en el suelo.

“¡Qué pena! Dejé la Isla del Dragón Negro por un tiempo sólo para enterarme de este lío. Preferiría estar en la isla preocupándome por la cosecha del próximo año que por esto.”

“Te entiendo.” Dije. “No hay Bestia Caída en la Isla del Dragón Negro, y no es que los demonios se vaya a desviar de su camino para atacar una isla remota como esa.”

“Me gustaría fingir que no he oído nada y volver ahora.”

“La situación no es tan deprimente.” Dijo Zero. “Puede que el mundo esté un poco más cerca del infierno, pero hemos conseguido salvar a algunos. Hablando de eso, Rey Cazador de Dragones.”

“¿Qué es?” En ese momento ya aceptó su apodo.

Zero sonrió y levantó la barbilla hacia la ventana. “Mira. He salvado a esa.”

Enarcando una ceja, Gouda se asomó a la ventana y vio a la princesa y a Raúl caminando por la calle. Se le cortó la respiración por un momento, y luego salió corriendo de la habitación, con la cara roja.

“¿Por qué no me lo has dicho antes? Tenemos tantos asuntos que necesitan la decisión de la princesa.”

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“Es consciente de que ahora es el rey, ¿verdad?” Dije mientras lo veía irse.

Zero se rió. “Es consciente de que no es perfecto.”

Llamaron a la puerta. La abrí, revelando un halcón blanco Bestia Caída.

“¿Qué pasa, Cal? ¿Vamos a reanudar la reunión?”

Como siempre, Cal abrió y cerró un poco las alas. “Te lo iba a decir al principio. De todos modos, ven conmigo. Las cosas están empezando a ponerse un poco interesantes.”

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