Zero kara Hajimeru Mahō no Sho (NL)

Volumen 7

Capítulo 3: Oscuridad Tenebrosa

Parte 2

Me tragué la risa. Sin embargo, el asunto era demasiado escandaloso para tomarlo en serio. Por lo menos, no creía que fuera un tema que debíamos discutir durante una comida.

“Parece que no has entendido algo, Sacerdote.” Dijo Zero.

“Destruir la Iglesia es difícil, pero destruir el mundo es fácil. Las cosas se vuelven más sencillas cuando no te limitas.”

“¿Como si en lugar de buscar a los matones en un pueblo, fuera más fácil quemar todo el pueblo?” Dije, y Zero asintió.

“Suena como un argumento que esperaría de una bruja.” Comentó el sacerdote. “¿Así que destruir el mundo para alcanzar la paz mundial?”

“Ah, recuerdo que dijiste algo así.” Dije.

Anoche, mientras esperábamos la señal de Decimotercero para comenzar la operación, sugerí que entregáramos al sacerdote para que se ganara a la princesa, y posteriormente sellar a Sanare.

El sacerdote dijo entonces que sería más fácil matar a Albus, que estaba siendo engañada por Sanare.

Entonces Zero intervino diciendo que la destrucción del mundo lo resolvería todo. Esa vez no pedí detalles, pero si ese era el objetivo de Cestum, no podíamos ignorarlo.

“¿Así que Cestum planea destruir el mundo para destruir la Iglesia?” Preguntó el sacerdote.

Zero inclinó la cabeza, con una mirada de desconcierto. “No exactamente. Como dijo antes la princesa, su objetivo no es la destrucción de la Iglesia. Si tuviera que aventurar una conjetura, es el renacimiento del mundo. Supongamos que hay veneno en esta olla.”

Golpeó la olla con una cuchara. “Se vuelve incomestible, pero no puedo quitar el veneno que ya se ha disuelto. ¿Qué harías tú en esta situación, Rata?”

“¿Eh? Uhm, ¿hacer uno nuevo?” Respondió Lily.

“Sí. Tu única opción es rehacerlo. ¿Pero qué haces antes de eso?”

“Tira la comida…” La respuesta de Lily fue sencilla. Cualquiera habría llegado a la misma conclusión, y eso me erizó la piel.

“Eso es lo que quieren decir con destruir el mundo. Es sólo el primer paso hacia su objetivo final de reconstruirlo.”

“Impresionante como siempre.” Dijo la princesa. “Por desgracia, nadie sabe cómo van a ejecutar exactamente su plan. Sin embargo, una cosa es segura: el Jefe planeó reunir a los Caballeros Templarios en el reino de Wenias. Al parecer, Sanare pensó que entonces atacarían a los caballeros por la espalda.”

Eso no sería suficiente para destruir el mundo. Sólo sonaba como si quisieran aniquilar a los caballeros.

“¿Cómo lo harías, bruja?” Pregunté.

Zero levantó la cabeza. “Buena pregunta. He pensado en algunos métodos. Convertir el agua y el aire en veneno es fácil, pero también afectaría a las plantas y los animales. Consideré la posibilidad de lanzar una maldición sobre la gente que les impidiera tener hijos, pero si se desea reconstruir el mundo, es necesario dejar recién nacidos puros e inocentes.No pude llegar a una conclusión concreta. Y entonces pensé: ‘Los no brujos deberían hacerlo en su lugar’.”

“¿A qué te refieres con lo de los no brujos?”

“Yo tampoco estoy segura. Sin embargo, algo inesperado es definitivamente necesario. Violencia pura que aniquile a la Iglesia, a las brujas, a los adultos, a los bebés y a todo lo que esté en medio al azar, sin distinción. Es la única manera de destruir el mundo de manera uniforme, dando lugar a un mundo de paz. Eso es lo que pensé.”

“¿Pensaste? ¿En pasado?” Señaló el sacerdote.

Zero le miró a los ojos. Esbozó una suave sonrisa, del tipo que una anciana mostraría a su nieto. “Eso fue antes de que inventara la magia.

Destruir el mundo era una respuesta demasiado simple y parecía más bien una negativa a pensar de forma más crítica. Entonces se me ocurrió la idea de la magia para ayudar a los brujos y a los humanos a coexistir. Además, el destino me hizo conocer a alguien a quien no quiero ver morir. Por eso, ya no deseo la destrucción del mundo.”

“Dame un respiro.” El sacerdote miró el techo de tierra. “No otro de tus discursos ñoños. Ya sé que estás obsesionada con el Mercenario. No tienes que recordármelo.”

“También me refería a ti, sacerdote.” Zero le señaló con su delgado dedo.

El sacerdote se quedó sorprendido por su comentario. Entonces forzó una mirada severa. “¿Yo? Que un sacerdote le guste a una bruja es simplemente morboso. Aunque sea un argumento de algún cuento de hadas.”

“También Rata. Por supuesto que tampoco quiero que sus padres mueran. La princesa que Argentum me confió, su ayudante, Caballo.

Los habitantes de la Isla del Dragón Negro, donde la magia se ha extendido y ha echado raíces. La Santa de Akdios, que decidió afrontar sus pecados y seguir viviendo, y el que la apoya, Halcón. El astuto gobernador de Ideaverna. La muchacha que lleva este reino sobre sus hombros. Tampoco me desagrada su ayudante, Lobo.” Contando con los dedos, Zero enumeró las personas que había conocido en el último año.

“Al principio, pensé que sólo Mercenario era especial. Pero me gusta ver a Mercenario discutiendo contigo sobre asuntos tontos, y también me gusta que Mercenario cocine con Rata. Así que te convertiste en especial para mí.”

“¡¿Así que todo gira en torno a mí?!” Intervine.

Zero sonrió. “Sí. Tú eres el denominador común. Cuando Theo murió, te dolió mucho. Recordar eso también me dolió a mí. No quería que volvieras a experimentar eso. Entonces me di cuenta de que las muchas personas con las que había interactuado desde que salí de la bodega eran todas insustituibles y únicas.”

“Lo sabía.” Dijo el sacerdote. “Como dije, ñoño.” Me miró a mí y a Zero.

La bruja dejó escapar una risa divertida. “Tal vez.”

No pude reírme en absoluto. Todo el mundo era especial y único para otra persona. Lo sabía desde que era joven, pero abandoné esa noción al crecer. De lo contrario, no sería capaz de hacer mi trabajo como mercenario. Si pensaras que el enemigo que tienes delante tiene una esposa o un hijo, nunca serías capaz de matar a nadie.

Si Zero desarrollaba sentimientos de ‘piedad’ o ‘benevolencia’, dejaría de ser despiadada. Me pareció que mis pensamientos eran crueles.

Mientras me quedaba en silencio, Zero, que había terminado su comida, se dejó caer en mi regazo.

“¡Whoa!”

“Soy una bruja despiadada, Mercenario.” Dijo. “Eso no cambiará, tenlo por seguro. No dudaré en arrebatarle a alguien sus cosas preciadas por el bien de los que me importan. Pero no me gusta la idea de arrojarte a un mundo que será destruido al azar. Eso es todo lo que digo.”

Todos los seres humanos daban un trato preferente a sus allegados.

Encontré alivio en el egocentrismo de Zero.

“Entonces, ¿vas a proteger el mundo?” Preguntó la princesa.

“Sí.” Respondió Zero con somnolencia. Hizo que pareciera fácil, como si simplemente se ocupara de una tarea servil de desbrozar algún césped. “Si Cestum desea destruir el mundo, entonces lo protegeré lo mejor que pueda. ¿Qué hará usted, princesa?”

“Yo…” La princesa lanzó una mirada al sacerdote. Incluso dentro de las oscuras paredes de tierra, pudo ver un poco una vez que sus ojos se ajustaron. “¿Qué pasó con la Isla del Dragón Negro?” Su pregunta iba dirigida al sacerdote.

Las personas que aprendieron magia deberían seguir viviendo en la Isla del Dragón Negro. Tenían la opción de renunciar a la magia y a cualquier recuerdo relacionado con ella, pero los magos eligieron quedarse.

El sacerdote era consciente de ello, por supuesto, ya que se le había asignado la investigación de la isla. Su informe a la Iglesia determinaría el destino de la isla. No tenía ni idea de lo que había contado a sus superiores, ni de lo que estaba ocurriendo en la Isla del Dragón Negro en ese momento. Debió entregar su informe cuando pasó por la Catedral de Lutra.

“Fue destruida por el dragón.” Respondió el sacerdote.

“Uh, ¿qué?” Dije.

La princesa levantó una ceja.

“Los pocos supervivientes escaparon todos de la isla en barco.”

Continuó. “Aunque logramos poner temporalmente al dragón en estado de letargo, acercarse a la isla sería extremadamente peligroso.

Le dije a Su Excelencia que sería prudente designarla como zona restringida. Lo más probable es que siga mi consejo.”

Zero silbó. Me volví hacia ella, sorprendido. “Te estoy copiando.”

Dijo. El cura hizo un trabajo tan perfecto que casi también me dieron ganas de silbar.

Dio un informe falso a la Iglesia para proteger a los magos de la Isla del Dragón Negro. No hacía falta ser muy versado en las normas de la Iglesia para saber que lo que hizo era un delito grave.

“¿Por qué?” Preguntó la princesa. “Eres Dea Ignis. Mataste despiadadamente a mi maestro. ¿Por qué mostrar misericordia a la gente de la isla?”

“Porque no han matado a nadie y nunca lo harán.”

Su respuesta fue sencilla. La princesa dio un pequeño respiro, con una expresión de dolor en su rostro.

“Históricamente hablando.” Continuó el sacerdote. “La Isla del Dragón Negro es una colonia penal. Si la gente se queda en la isla, no es diferente de estar muerta. Y si la Iglesia intentara exterminarlos, podríamos sufrir bajas considerables. Algunos de ellos podrían incluso huir de la isla. No los perdoné por piedad.”

Raúl silbó. Asustada, la princesa se dio la vuelta. “Estoy copiando al mercenario.” Dijo.

“Por favor, no hagas nada burdo.”

“Sí, señora.”

Bueno, discúlpame por ser grosero.

Por alguna razón, Lily también silbó, y luego se tapó rápidamente la boca. “Sólo estaba practicando… no creí que fuera a funcionar.”

Temblando de vergüenza, se hizo un ovillo. Probablemente se arrastraría a un agujero si hubiera uno. Incluso podría cavar uno para sí misma.

Zero se rió.

La princesa también se rió. “Así que la Isla del Dragón Negro ha sido destruida.” Dijo, con una mirada distante en sus ojos.

Como la isla era ahora una zona restringida, la posibilidad de que la princesa regresara por su cuenta era escasa. Tal vez pudiera llegar nadando, pero eso sería poco práctico. Sin embargo, no parecía desanimada.

“Gracias, Sacerdote.” Dijo la princesa con firmeza. “Por destruir la Isla del Dragón Negro. No tengo intención de perdonarte, pero tienes mi gratitud.”

“No necesito tu gratitud. De todos modos, responde a la pregunta de Zero. Es imposible que vuelvas a la Isla del Dragón Negro, pero si pides protección a la Iglesia, algún país te acogerá.”

“No necesito protección.”

“Entonces, ¿necesitas un nuevo maestro?” Preguntó Zero.

Los ojos de la princesa se abrieron de par en par.

“Has utilizado la investigación de Sanare y has aplicado la Nigromancia para crear un nuevo hechizo mágico. Es una muestra de tu formidable don y el resultado de un esfuerzo extraordinario.

Desechar tus habilidades sería una gran pérdida. Argentum me pidió que cuidara de ti. No tengo planes de ser tu mentor, pero afortunadamente, estamos en el Estado Mágico de Wenias. Tengo conexiones con el Mago Jefe, la que Llama a la Luna.

“¿Una aprendiz de un Observador de las Estrellas convirtiéndose en una estudiante de la que Llama a la Luna con la ayuda de una bruja de la Oscuridad Tenebrosa?”

“Suena bastante interesante, ¿no crees? Más interesante que matar al cura, al menos.”

“Así es.” La princesa asintió sin dudar. Miró a Zero directamente a los ojos. “Yo diría que es la mejor opción.”

***

Zero dijo que protegería el mundo, pero primero había que averiguar quién dirigía Cestum y dónde estaba.

Sin embargo, nuestra máxima prioridad en este momento era detener la guerra entre Wenias y la Iglesia.

“Apuesto a que ahora mismo Decimotercero le está dando una buena bofetada y una charla a la chica.” Dije. Imaginarlo me hizo reír.

Pensé que seguramente Zero también se reiría, pero parecía estar sumida en sus pensamientos, con el rostro duro.

“¿Qué pasa, bruja?”

“¿Hmm? Oh, me preguntaba por qué Decimotercero aún no ha enviado un familiar.”

“Probablemente esté ocupado dando lecciones a la chica.”

“Quizás, pero me siento algo incómoda. Tengo una sensación muy extraña aquí.” Zero se golpeó el pecho.

“¿Así que estás preocupada?” Dijo Lily.

Zero parecía que acababa de escuchar una palabra incomprensible.

“¿Preocupada? ¿Yo?¿Por Decimotercero? Tonterías. Aunque se acabe el mundo, no me preocuparé por él.”

“Dudo que Sanare o la chica puedan vencerlo.” Dije. “Deberías preocuparte por la chica, no por Decimotercero.”

“Tienes razón. Los sermones de Decimotercero son largos y despiadados. Refutarlo es difícil. Casi puedo ver a la chica llorando.”

“No creo que una reprimenda sea suficiente para iniciar una guerra.” Espetó el sacerdote.

Estoy seguro de que conseguirá más que eso.

De todos modos, nos deshicimos del virus que era Sanare. La cuestión ahora era cómo terminar la guerra que Albus comenzó.

Decidimos ir a la capital real de Plasta para encontrarnos con Albus y comprobar la situación, y también para dejar a la princesa con ella.

Tardaríamos unos siete días a pie en llegar desde el pueblo abandonado del noreste de Weniashasta Plasta. Éramos un gran grupo:

Zero, el sacerdote, Lily, la princesa, Raúl y yo.

Si nos íbamos ahora, la noche caería antes de llegar lejos. Nuestro grupo no tendría problemas para viajar de noche, pero no hacía mucho que Raúl había herido al cura. Sólo nos causaría problemas si se desmayara en el camino, así que decidimos pasar la noche descansando.

Mientras tanto, fui a por agua, recogí hierbas y fruta para comer, corté y ahumé la carne de ciervo que había sobrado y lavé la vejiga del ciervo para hacer una nueva bolsa de agua. Podríamos llevar más equipaje con Raúl, y no estaría de más tener más agua de la necesaria.

Convertimos el Etrach en una logia improvisada. Zero iluminó el interior lanzando un hechizo que invocaba un pequeño objeto redondo en miniatura parecido a un sol que flotaba cerca del techo. Tenía un aspecto extraño, pero proporcionaba luz y calor, así que no me molestó demasiado.

Esta bola de sol —Solum, la llamó Zero— era aparentemente un hechizo básico del Capítulo de la Cosecha. Su objetivo era proporcionar luz a los campos durante un día nublado.

Al ver el hechizo de Zero, la princesa dijo: “Yo también quiero usarlo.” Siguió a la bruja. “No dejaré que mi magia se descontrole más, así que por favor déjame usarla de nuevo.”

Sin embargo, Zero se mostró reticente.

“Ya he avanzado en mi estudio de la hechicería.” Insistió la princesa. “Después de investigar la Nigromancia, confío en poder controlar mejor mi poder. Debería ser capaz de lanzar magia del Grimorio de Zero sin enloquecer.”

Le agradecería que al menos esperara hasta después de que la entregáramos a Albus y a Decimotercero.

El cura estaba recuperando sus fuerzas y Lily se ocupaba de él. En última instancia, fuimos Raúl y yo quienes hicimos todos los preparativos del viaje.

“Estás muy acostumbrado a viajar, ¿eh?” Dijo Raúl mientras me veía inflar la vejiga de ciervo y secarla.

El caballo Bestia Caída estaba en medio de la recolección de alimentos para la cena utilizando una caña de pescar hecha de ramas, cuerdas y huesos de ciervo. Era increíblemente bueno pescando; casi diez peces yacían ya cerca.

“Podría decir lo mismo de ti.”

“Bueno, ya sabes, viví en un bosque durante mucho tiempo.”

Después de que su padre intentara matarlo nada más nacer, escapó a un bosque y sobrevivió por su cuenta. Pude ver de dónde sacó sus habilidades de supervivencia.

“Pero después de salir de la isla con la princesa, había muchascosas en las que sentía que no era bueno. Incluso me costaba poner una lona cuando dormíamos al aire libre.”

“Puedes llevarla, lo que creo que es una ventaja. Apuesto a que ustedes dos solos pueden llegar a la capital en tres días.”

“Montar a caballo es agotador. Puedo estar bien, pero la princesa no puede montarme todo el camino sin descansar. Estoy agradecido con Sanare por eso. Ella se quejaba rápidamente cuando se cansaba, mientras que la princesa lo soportaba.”

“Así es.”

“¿Qué pasa con Lady Zero? ¿Simplemente lo soporta?”

“Uh… No realmente, no.”

Era extremadamente egoísta. Ni siquiera llevaba su propio equipaje. Decía cosas como: “No lo necesito” o “Una muda de ropa es innecesaria”. Para colmo, odiaba caminar, y se subía a mi hombro para que la llevara.

“Debe confiar mucho en ti.” Dijo Raúl.

“No sé si se puede llamar a eso confianza.”

“Te envidio. La princesa no cuenta mucho conmigo. ¡Uy!” Raúl sacó su undécimo pez.

La comida era un asunto importante con un grupo grande de seis personas. Es posible que no encontremos suficiente comida para todos en el camino. Por ello, conservamos la mayor parte de la carne de ciervo. También podíamos utilizar las espinas del pescado para hacer caldo.

Más compañía significaba más problemas. Por supuesto, también había una gran ventaja: podíamos dividir nuestro equipaje.

“También se enfadó conmigo antes, por dejarnos atrapar.”

“¿No era ese tu plan?”

“Supongo.”

“Bueno, ya veo por qué no confía en ti.” Bromeé.

“Sí.” Su tono era despreocupado. “Oh, sobre lo que pasó en la Isla del Dragón Negro.”

“¿Hmm?”

“Lo siento. Te habrá dolido el hombro.” Se estaba disculpando por clavar su lanza en mi hombro y luego tirarme por un acantilado.

Até una cuerda alrededor de la abertura de la vejiga. “Es tan común en mi trabajo que ya lo había olvidado. El amigo de hoy te traiciona al mediodía del día siguiente y recibes una recompensa por su cabeza. ¿Mas bien no deberías de disculparte con el cura?”

“Bueno, mató al hechicero, así que se lo merecía.” Raúl se rió.

Parecía pensar que su intento de matar al sacerdote estaba perfectamente justificado.

“Eres bastante cruel a pesar de tu amable personalidad.”

“Y tú eres gentil a pesar de tu aspecto cruel.”

Frunciendo el ceño, me levanté. “Voy a volver primero para encender un fuego. Tú también deberías terminar. Cenaremos antes de que oscurezca, dormiremos pronto y saldremos temprano por la mañana.”