Koujo Denka (NL)

Volumen 3

Capitulo 4: No Lo Menciones

Parte 3

La información de que habíamos compartido un paraguas corrió por la Royal Academy como un reguero de pólvora gracias a un estudiante que aparentemente había estado presente en el café. El albatros entonces se había dado cuenta y se abrió paso en mi alojamiento… pero esa es otra historia.

En realidad, su momento había sido perfecto, ya que había un asunto que tenía la intención de discutir con ella en persona. Aun así, me preguntaba para qué me había estado midiendo.

***

“Creo que es suficiente por ahora”, le dije a la joven sin aliento.

Estábamos en los terrenos de la villa Algren. El piso de tierra de nuestra área de entrenamiento estaba congelado en algunos lugares, y la luna y las estrellas brillaban en el cielo. Era hora de llamarlo un día.

Gil me había presionado la llave de la villa y me había dicho: “Te dejaré la cocina, la limpieza y las reparaciones. Sírvete tú mismo. Y Senpai… intenta no arrasar la ciudad.” Que descaro. No es que no lo apreciara.

“No todavía. Todavía puedo… seguir adelante”, jadeó Stella-Ojou, sonando como si aún no estuviera satisfecha.

“No, lo dejaremos aquí”, respondí.

“El duelo es mañana, así que ve a casa temprano y duerme bien”

“P-Pero—”

“No te preocupes. Llegaste a tiempo” Señalé el círculo con  mi  espada  de  madera.

Había fragmentos de hielo en su interior.

Ella lo miró dudosa, luego se giró para mirarme con silenciosa sorpresa.

“¿Stella-Ojou?” Yo pregunté.

“No me llames ‘Ojou’“. Hizo una pausa y luego agregó:

“Lo he dicho por dos semanas”

Le lancé una mirada burlona.

“Finalmente, finalmente conseguí un golpe en su círculo, Allen-sama. A pesar de que eres malo y estricto, y estás tratando de hacerme adicta a los dulces”

“Eso me parece una mezcla de realidad y ficción”, comenté.

“Y en ese caso, por favor no me digas ‘sama’.”

“¡N-No lo es, y no podría! Pero tú… tú me pusiste en el camino correcto cuando me había perdido. Realmente eres el mago más amable que podría pedir”

Su voz se apagó hasta ser inaudible mientras hablaba. ¿Dónde se había ido toda su emoción?

“¿Stella?”

“Terminemos aquí. S-Si te gustaría unirte a mí en los baños…”

“No tomaré uno; Voy a volver a poner esta arena como estaba. Ahora, mi señora que se avergüenza fácilmente y es una pobre mentirosa…”

“¡Allen-sama!

“Espero que ambos hagamos todo lo que podamos mañana. El asunto que discutimos depende de la situación”.

“¡Por supuesto!”

“Por favor, ve a enjuagarte. Luego, vayamos a cenar a un maravilloso restaurante en el distrito oeste”

Regresé a mi alojamiento después de acompañar a Stella a su villa y encontré la puerta abierta.

Entonces, ella está aquí.

Entré y descubrí a una chica del clan de los lobos en mi sofá, abrazada a un cojín y usando una de mis camisas en lugar de un camisón.

“Estoy en casa, Karen”

“Bienvenido de nuevo”, respondió ella después de un breve silencio.

“Llegas temprano. ¿Has ideado un plan para vencernos?”

“Uhm… Buena pregunta. ¿Has comido?”

“Si”

Tan pronto como comencé a quitarme el abrigo, ella se acercó rápidamente a mí y me lo quitó de las manos. A pesar de su comportamiento sombrío, lo colgó de una percha y lo guardó en el armario con movimientos practicados.

“He puesto en forma a Tina y Ellie”, dijo hoscamente.

“Estás emparejado con Stella y te superan en número. Dudo incluso que tengas una oportunidad. Esas chicas son tan brillantes como dijiste que eran. Solo tengo que presentarles un concepto para que ellas mismas averigüen el resto. Aprenden mucho más rápido que Stella”.

“Karen, ¿esa forma de hablar?”

Hizo una pausa por un momento antes de responder secamente.

“No me importa. Me voy a la cama y vamos a ganar mañana”.

Luego, se dirigió a la habitación de invitados. Debía de estar más enfadada de lo que me había dado cuenta, y eso probablemente también se aplicaba a Tina y Ellie. Tendría que compensarlas una vez que esto terminara.

Necesito encontrar alguna manera de mejorar nuestras probabilidades.

Pensé mientras apagaba las luces y me dirigía a mi propia habitación. Recibí una respuesta a la carta que envié al norte por grifo unos días antes, así que revisé su contenido y luego lo guardé en una pequeña  caja.  El Duque  Walter  era  tan exasperantemente torpe como Stella.

Me puse a escribir una fórmula de hechizo en el cuaderno que estaba abierto en mi escritorio. Probablemente me faltó el maná para desplegarlo, pero—

La puerta se abrió silenciosamente. Continué escribiendo mientras sentía que alguien se movía hacia la cama y la escuchaba deslizarse debajo de las sábanas.

“Karen, ¿no te he dicho que no puedes dormir aquí?”

Le recordé mientras mi bolígrafo se aceleraba sobre la página.

“No me importa”, fue su respuesta tardía.

“Estoy ejerciendo mi derecho natural como tu hermana pequeña”.

Eso fue inequívoco, lo que significa que tratar de hacerla cambiar de opinión sería un esfuerzo inútil. El albatros dijo casi lo mismo.

Pasar todo mi tiempo con Stella los fines de semana y después de que ella terminara la clase entre semana me había hecho darme cuenta de algo. La magia de hielo existente convirtió por la fuerza los elementos de agua y viento para manifestar en hielo, pero los hechizos de Stella también contenían luz, y no en una proporción fija. No procedía de las fórmulas de sus hechizos, por lo que solo podía adivinar la razón. Era un truco de los elementales si alguna vez había visto uno.

La única certeza era que cuanta más luz contenían sus hechizos, mayor era su poder y menos maná consumían. Las fórmulas de hechizos existentes eran  consistentes  en su desempeño,  salvo diferencias extremas en el maná. Por eso la magia se había generalizado tanto y también por qué estaba en declive. Pero había algo diferente en los hechizos de hielo de Stella.

Sentí que Karen se había movido al borde de la cama, al alcance de mi mano. Aparentemente estaba ansiosa por llamar la atención. Cerré mi libreta, dejé mi bolígrafo y me giré para mirar a mi hermana, que me miraba con inquietud.

“Nii-sama”, dijo vacilante.

“¿Uhm?”

“¿Crees que Stella… me odia ahora?”

“Ella te ama. A Felicia, Tina y Ellie también”

“Entonces… ¿por qué ofrecerme a darme su presidencia si pierde? Tina y Ellie también están nerviosas. Están preocupadas por lo que sucederá si ganamos. Haré lo mejor que pueda, y las chicas han leído tus notas tantas veces que están prácticamente hechas jirones, pero… no puedo apoyar a Stella como lo hace Felicia.”

Las orejas de Karen estaban planas y había lágrimas en sus ojos. Extendí una mano hacia ella y ella la agarró.

“Escucha, Karen,” dije.

“Stella estaba nerviosa”.

“¿Nerviosa por qué?”

“Como descendiente de una casa ducal, soporta una pesada carga de responsabilidad. Ver el crecimiento de las niñas y el tuyo, la decisión de Felicia, Lydia y yo le hicieron perder la fe en sí misma”

Karen  pareció  tomarse  un   momento  para reflexionar sobre eso.

“Soy quien soy”, dijo.

“Mamá y papá creen en mí, y tú también, así que yo creo en mí misma”.

“Estoy seguro de que sí, pero Stella-Ojou no tiene a nadie así. Solía hacerlo, pero ya no”.

Mi hermana debe haber sabido sobre la Duquesa Rosa.

Estaba seguro de que Stella había sido precoz y sensata. Eso le había ganado la confianza de las personas en su vida, pero también la había dejado incapaz de pedirle a nadie que caminara con ella en la oscuridad. No había sido capaz de decidirse a decir las palabras.

“Una vez que todo esto termine, quiero que escuches todas sus preocupaciones”, continué.

“Haz eso, y estoy seguro de que las cosas estarán bien”.

“Está bien”, respondió Karen lentamente.

Sus oídos habían vuelto a la normalidad.

Ahora, de vuelta al trabajo.

“Nii-sama”

“¿Uhm?”

“Cuida bien de mi mejor amiga”.

“Lo hare.”

“Y…”

“¿Uhm?”

“Quiero dormir en tu habitación esta noche.”

“Estás tan mimada”

“Pero… he estado tan sola”.

Su confesión amenazó con desvanecerse en el silencio. No había tenido una conversación larga conmigo en dos semanas. Stella-Ojou vivía en la villa de los Howard y Felicia estaba ocupada conspirando con los Leinster y los Howard, por lo que probablemente tampoco había tenido muchas oportunidades de hablar con ellas.

Extendí la mano y alboroté su cabello.

“Está bien, pero será mejor que no te guardes nada mañana”

“Ya te lo dije, incluso con tu ayuda, Stella no puede…”

“Puedes perder si no la tomas en serio”.

“Pero—”

“Ve a dormir. Seguiré sosteniendo tu mano hasta que te quedes dormida.”

Karen guardó silencio por un momento y luego dijo:

“Tú también vete a la cama”

“Todavía tengo cosas que revisar”.

“No. Duerme un poco. No me iré a la cama hasta que tú lo hagas.”

Eché otro vistazo a mi cuaderno. Había formulado con éxito la teoría, aunque esperaba que no tuviéramos que usarla. Karen apretó mi mano.

“Lo siento,” dije.

“Iré a la cama.”

“Quiero dormir aquí… contigo”

El adorable sonido de la respiración rítmica de Karen me dijo que ya se había quedado dormida. Pude sentir que mi corazón se calentaba y decidí no guardarme nada al día siguiente. Luego, apagué la luz y me acosté en el borde de la cama. Esa noche no tuve sueños.

***

Era el Día de la Luz del duelo, y no había ni una nube en el cielo. Los combatientes y los espectadores estaban todos reunidos en la villa de los Algren, que ahora estaba impecable: las doncellas de Leinster y Howard evidentemente habían limpiado a fondo su interior.

Ya me había encontrado con Stella, que estaba vestida con su uniforme escolar. Señaló la insignia plateada de ala y espada en su boina, su insignia de oficina como presidenta del consejo estudiantil, y declaró alegremente:

“¡No renunciaré a esto! ¡Voy a ganar!”

Y con eso, ella salió delante de mí para comenzar a calentar.

En cuanto a mí, estaba perdido en pensamientos melancólicos. Tenía una idea… pero aun así. Miré con reproche al albatros, que vestía un vestido escarlata nuevo.

“¿Qué?” ella preguntó.

“Has ido demasiado lejos”, respondí pesadamente.

“¡¿Disculpa?!”

“Seguramente si alguien debería estar perdiendo los estribos, soy yo”