Kenja no Deshi wo Nanoru Kenja (NL)

Volumen 5

Capitulo 7: El Reino Santo de Alisfarius

 

 

El Reino Santo de Alisfarius era un país importante. Adoraba a la Diosa de la Benevolencia, una de las tres deidades principales de la Región de Schmegoffe, que abarcaba los dos continentes de Ark Earth Online.

La noche anterior, había llegado a la estación de la ciudad de Puerta Santa y había pasado la noche en una posada de la estación. A la luz del sol de la mañana, miró alrededor de la plaza, toda ella engalanada de un blanco deslumbrante.

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La ciudad de la estación era nueva en comparación con la capital en términos de historia, pero estaba llena de gente. Y como éste era un país sagrado, las tiendas y las casas estaban todas decoradas con la cuna, símbolo de su diosa. Mira divisó varias iglesias en su corto paseo desde la estación.

Sus campanarios se elevaban en lo alto; ni siquiera la estación era tan alta como ellos.

Mira contempló uno de ellos y pensó en Tact, que sin duda visitaría este país algún día con la esperanza de aprender magia sagrada en una de estas nuevas iglesias.

Después de todo, Alisfarius era el centro de la magia sagrada.

Preguntándose si podría preguntar alguna vez al representante de la Torre Sagrada, Mira encontró un lugar apartado e invocó a Pegaso.

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Cuando el caballo alado salió del círculo mágico, miró a su alrededor y se apresuró a acariciar el pecho de Mira. Frotó su cara contra ella incluso más que de costumbre, y ella se preguntó si tal vez se había preocupado por su ausencia. Se rió de lo mimado que estaba y le rozó las crines con los dedos.

Pegaso ascendió desde el callejón con Mira a su espalda, y salieron volando de la ciudad. Las praderas se extendían por debajo, el viento agitaba los largos tallos como las olas del mar. A lo lejos, las montañas nebulosas se perdían en e lhorizonte.El destino de Mira eran las Ruinas Celestiales, una cuenca más allá de esa cordillera.

Pegaso voló hacia el norte, claramente animado. Normalmente, volaba de forma agresiva, como si quisiera ahuyentar a cualquier ave que se acercara y que pudiera interrumpir su tiempo en el cielo con Mira. Pero hoy les permitió volar libremente. Sus gorjeos llenaron de música el aire que rodeaba a Mira.

“Hoy hemos conseguido un buen número de seguidores. Quizá sea un viaje divertido.” Dijo Mira, provocando un relincho de respuesta de Pegaso.

Grupos de muchas especies diferentes abrieron sus alas de par en par. Volaron en bucle y luego volvieron a planear a su lado. Su formación de vuelo era como un espectáculo aéreo.

“¡Magnífico!” Mira aplaudió a los pájaros mientras retozaban en el cielo.

Al ver esto, Pegaso dejó que sus alas brillaran. La luz desbordante destelló en sus plumas como si fuera polvo de oro, hinchándose con un sonido parecido al de una campana antes de disolverse en el aire y caer sobre los pájaros. Se trataba de una bendición de luz que podía dar una bestia sagrada, conferida a los pájaros por traer alegría a su ama.

“Qué luz más bonita. ¡Tampoco estás mal!”

Al no haber presenciado nunca la bendición de una bestia sagrada, Mira pensó que era simplemente la forma en que Pegaso retozaba con los pájaros. Su humor mejoró aún más, Pegaso continuó extendiendo su bendición, fortaleciendo la fortuna de los pájaros para darles paz en las generaciones venideras.

Mira nunca lo sabría.

***

 

 

A medida que se acercaban a las montañas y las praderas se convertían en bosques, Mira divisó monstruos que se elevaban en el cielo. Pegaso ordenó a los pájaros que se dispersaran, sabiendo el peligro que les esperaba. Pronto se quedaron solos sobre las imponentes cimas de las montañas.

Su ascenso por los picos era empinado. Aunque esta no era la ruta adecuada para llegar a las Ruinas Celestiales, Mira había imaginado que no sería un problema para Pegaso superar estas montañas.

Podemos hacerlo… ¿verdad?

El aire se enrareció a medida que elbosque de la base de la montaña se difuminaba en la distancia. Cuanto más subían, más frío atravesaba el abrigo de piel de Mira.

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Lospicosque obstruían su camino eran una delas cuatro cordilleras más grandes del continente terrestre, más alta de lo que Mira había volado nunca. La cima de la montaña estaba oculta por las nubes, que amenazaban con bloquear todo el paso.

El frío extremo, el creciente dolor de cabeza y su visión borrosa hicieron que Mira se aferrara con fuerza a Pegaso.

“Pegaso… ¿podemos descender?” Pidió Mira mientras el pánico empezaba a cundir. Reconociendo su dolor, los ojos de Pegaso se llenaron de agonía. Descendió rápidamente hacia el bosque.

***


 

 

Una vez que aterrizaron en un pequeño claro del bosque, Pegaso envolvió con sus alas a la chica que se aferraba a él. Un deslumbrante velo de arco iris emanó de sus plumas, iluminando el oscuro bosque con la magia curativa más potente de Pegaso. Las motas de luz curaron también las heridas y dolencias de la fauna circundante.

No hubo cambios drásticos en el estado de Mira, pero pareció relajarse bajo la luz arcoíris.

“Ya estoy un poco mejor. Siento haberte preocupado, amigo.”

Probablemente, ésta era otra de las consecuencias de que el juego se hiciera realidad. Mira se tranquilizó y cerró los ojos, reflexionando sobre qué hacer a continuación. Parecía que no podía llegar a las Ruinas Celestiales por aire. Tendría que tomar la ruta adecuada: atravesar una mazmorra terrestre.

Mientras Mira se preparaba mentalmente para el viaje, Pegaso comenzó a empujarla con su hocico.

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“¿Qué? ¿Qué te pasa?” Mira observó a su alrededor, preocupada por si había una emergencia, pero sólo vio un bosque de ensueño envuelto en la persistente aurora mágica. Cuando se incorporó, Pegaso parecía aliviado, enterrando su cara en su pecho. “Hrmm. Eres un bebé muy mimado, ¿verdad?”

Se relajó contra Pegaso mientrasesperaba a que se le pasara el dolor de cabeza.

***

 

 

Me pregunto si necesitaré un permiso.

Para viajar a las Ruinas Celestiales, Mira tendría que pasar por una mazmorra conocida como la Escalera del Cielo. La mazmorra estaba gestionada por el Sindicato de Aventureros, por lo que tendría que volver a una ciudad en la que operaran.

La luz de Pegaso se asentó y el bosque volvió a su habitual estado sombrío. Ya recuperada, Mira abrió su mapa y buscó un pueblo cercano.

Mientras lo hacía, los sonidos ondulantes de los insectos en los árboles formaban un ritmo constante. Mira utilizó su escáner biométrico y encontró dos seres, ambos del tamaño de un humano.

Sólo puedo imaginar que son aventureros, Quimera o Isuzu. ¿O quizás cazadores?

Receloso de los recién llegados, Pegaso se adelantó para proteger a Mira, con un débil rayo en sus alas. Escuchando atentamente, Mira pudo oír el claro sonido de unos pasos en el bosque. Venían directamente hacia ella. Mientras escuchaba, el ritmo de las pisadas se aceleró hasta que la fuente de la perturbación se abrió paso entre los árboles justo delante.

“¿Qué tenemos aquí?” Murmuró el forastero al encontrarse cara a cara con Pegaso.

El hombre llevaba un traje completo de armadura de estilo samurái de color negro, con una espada en una vaina de color rojo sangre que colgaba de su cadera. A un paso de ser de mediana edad, su rostro parecía áspero y cincelado, como un peñasco con ojos maduros.

Curiosamente, pensó Mira, no parecía malvado. Pero Pegaso no iba a arriesgarse.

“¡Hey, no te acerques a la gente sin más!” Gritó otro hombre, asomándose por detrás del samurái. “Mira lo que has hecho; cree que somos hostiles.” Su equipo parecía enfatizar la ligereza y la movilidad, con una armadura de cuero verde que sólo protegía sus partes vitales.

En su carcaj de la cadera se veían las plumas de las flechas, pero las flechas parecían demasiado gruesas y largas para ser disparadas con un arco normal. Parecía un cazador, con rasgos fieros que contrastaban con unos ojos sabios.

“Mis disculpas.”

“Todavía parece lista para atacar. ¿Qué has hecho?”

“Una vez más, disculpas. Simplemente estoy helado de admiración por esta bestia divina.”

“Siempre he oído que los Pegasi tienen un temperamento suave.”

Pegaso miró amenazadoramente, y los dos hombres retrocedieron ligeramente mientras trataban de evaluar la situación juntos.

Finalmente, Mira preguntó: “¿Puedo ayudarte?”

“¡Hey! ¿Podría ser la voz de Pegaso?” El samurái se inclinó reverentemente.

“No. Vino de atrás.”

El otro cazador vio a Mira. Se había cubierto con una de las alas de Pegaso y ahora se asomaba por detrás. El samurái se inclinó ligeramente en busca de la voz. Cuando se fijó en la pequeña, sus ojos se abrieron de par en par por la sorpresa.

“¡¿Una doncella celestial?!”

Incluso en la penumbra del bosque, el cabello plateado y brillante, la piel clara y el rostro asombrosamente hermoso de Mira ejercían una magia especial.

“No, soy Mira. Una aventurera. ¿Quiénes son ustedes dos?”

Preguntó Mira. Colocando una mano tranquilizadora en la espalda de Pegasus, dio un paso adelante. Esto pareció devolver al samurái a la realidad.

“Me conocen como Heinrich. Un aventurero como tú.”

“Me llamo Gilbert. Yo…supongo que se me puede llamar erudito.”

Una vez terminadas las presentaciones, los tres se enfrentan de nuevo.

Pegaso relajó un poco su guardia, pero mantuvo sus alas alrededor de Mira. Gilbert murmuró para sí mismo en señal de comprensión: el habitualmente gentil Pegaso estaba protegiendo a su protegida.

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“Perdonen que los haya asustado.” Dijo Gilbert, levantando ambas manos para demostrar que no tenía malas intenciones. “Notamos luz en el bosque mientras viajábamos a nuestro destino y vinimos a investigar.”

Mira se dio cuenta de que la luz que vieron debía ser la magia curativa lanzada por Pegaso.

“En ese sentido, ¿supongo que vino de esta criatura?” Preguntó Gilbert.

“En efecto, lo hizo. Intentaba curarme.” Mira rodeó el cuello de Pegaso con sus brazos en un abrazo de agradecimiento. La bestia relinchó felizmente.

“Eso se parece más al gran Pegaso de la leyenda.” Murmuró Heinrich en señal de comprensión.

“¿Intentó curarte? Dada la cantidad de luz, debes estar muy herida.

¿Estás bien? No me importa compartir algo de la medicina que hemos traído.”

Bajó la mirada con cierta culpabilidad. “Ah, no estoy herida.

Simplemente intenté cruzar las montañas en Pegaso y me puse un poco enferma por el camino. Nos apresuramos a bajar para que pudiera descansar. Pegaso sólo estaba siendo considerado.”

“¿Intentaste volar sobre las montañas?” Gilbert jadeó. “¡Ridículo!

Seguro que tienes el mal de altura. Esta montaña está a más de cinco mil metros sobre el nivel del mar. Es una tontería intentar volar sobre eso.”

“¿Mal de altura? Hrmm… Un mal plan después de todo.”

Montar en Pegaso significaba ascender a una velocidad mucho mayor que la de un escalador, lo que suponía entrar en un aire más fino sin aclimatarse. Cualquiera podía sentirse mal haciendo eso.

Mira había visitado las Ruinas Celestiales muchas veces.

Normalmente, a través de la Isla Flotante. Esta era una experiencia totalmente nueva.

Había muchos factores que hacían que cosas antes fáciles fueran ahora imposibles. Ni siquiera Mira podía desafiar a la naturaleza, sobre todo cuando no se había preparado para las cosas que faltaban en el juego.

Heinrich normalmente dejaba la conversación a Gilbert, pero viendo una solución, propuso: “Si quieres cruzar las montañas, ¿puedo sugerir que uses eltúnel conectado al camino sagrado? Elpeaje debería ser calderilla para cualquier aventurero.”

“Mi destino no es el otro lado; son las Ruinas Celestiales.” Explicó Mira. “Volar habría sido más rápido… pero parece que tendré que tomar la ruta habitual. ¿Por casualidad saben desde qué ciudad puedo conseguir un permiso para la Escalera del Cielo?” Preguntó Mira.

“La sucursal más cercana de la Unión de Aventureros sería la de Lorwyn, al este. Pero requiere un Rango B. ¿Cumples las condiciones?”

“¿De verdad…?” Mira se quedó boquiabierta. Su rango actual era el C. Sólo había obtenido la certificación para poder acceder a las mazmorras, así que no había hecho ningún trabajo necesario para volver a subir de rango. Incluso la autoridad de Salomón se limitaba a llevarla al Rango C. Así como ascender del Rango D al C era difícil, ascender del Rango C al B requería su propio conjunto de pruebas. No era una hazaña fácil.

Se sintió caer ligeramente, como una flor marchita.

Gilbert, suponiendo que su rango era demasiado bajo, se fijó en el brazalete de usuario que llevaba en el brazo. “¿Eres de Rango C, Mira?” Le preguntó.

“Sí, así es.” Mira levantó ligeramente la vista y asintió.

Gilbert señaló a Heinrich y dijo: “Yo también soy de Rango C, pero Hank es de Rango A. Planeamos ir a la Escalera del Cielo, e incluso ya tenemos un permiso. ¿Te gustaría unirte a nosotros?”

¡Qué golpe de suerte!

“Ciertamente lo agradecería, pero ¿estás seguro?” Mira estaba exultante, pero le dio educadamente la oportunidad de retirar su ofrecimiento.

“Por supuesto. Seguramente lo sabrás, pero ambos estamos clasificados como guerreros. Incluso con alguien de Rango A a bordo, me sentía un poco inseguro de ir a una mazmorra de Rango B. Pero tú pareces un mago, y de Rango C, además. Deberías ser una gran ayuda para nosotros.”

“Hrmm, ya veo.” Todo esto parecía demasiado bueno para ser verdad, pero Mira estaba convencida por la lógica de Gilbert. Y como no tenía otro plan, aceptar era ciertamente una opción.

“Por cierto, ¿qué clase de mago?” Gilbert miró a Mira expectante.

“Un hechicero o sacerdote sería fantástico.”

Hinchó el pecho con orgullo y declaró: “¡Un invocador!”

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El grito de una cigarra llenó el silencio.

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“Oh. En ese caso debes haber trabajado mucho para alcanzar el Rango C… ¿Es ese Pegaso una invocación?” Gilbert señaló a la bestia que se acurrucaba junto a Mira. Pegaso tenía un poder que rivalizaba con el de un aventurero de Rango A.

“En efecto, lo es.” Pasó los dedos por las crines de Pegaso. La criatura agitó sus alas alegremente, como para enfatizar su punto.

El alivio era evidente en la cara de Gilbert mientras miraba a la criatura. “Excelente, uf. Estuve preocupado por un segundo, pero no creo que tengamos ningún problema.”

“Invocar a Pegaso es una hazaña notable.” Heinrich clavó los ojos en Pegaso, se enderezó y se inclinó ante él.

“Entonces puedes protegerte.” Confirmó Gilbert.

“Una preocupación innecesaria. ¿Qué tal si también los protejo a ambos?” Ofreció Mira con una sonrisa de confianza.

“Adelante.” Murmuró, mirando su mapa y marcando un punto para calcularla distancia ala mazmorra.“Entonces pongámonos en marcha.

La Escalera del Cielo debe estar a unos treinta minutos a pie desde aquí.”

“Hrmm. Una distancia insignificante.” Dijo Mira, extendiendo la mano hacia Pegaso para despedirlo. Sin embargo, éste le devolvió la  mano en señal de rechazo. “Hrmm. ¿Qué te pasa?”

Cada vez que ella extendía la mano, Pegaso daba vueltas a la izquierda o a la derecha y acariciaba la cara de Mira.

“Vaya, estás mimado.” Refunfuñó. “Los tres no podemos montarte a la vez.”

Sin embargo, Pegaso sacudió la cabeza, como si dijera que estaba equivocada.

“¿Quizás Pegaso todavía duda de nosotros dos?” Sugirió Heinrich, encontrando la mirada de Pegaso con otra respetuosa reverencia.

“Parece del tipo que se preocupa por su amo.”

Pegaso miró fijamente a los ojos de Mira, como si confirmara su conjetura. Sus ojos no eran los de una mascota mimada; estaban llenos de profunda preocupación.

“¿Es así?” Preguntó Mira. Pegaso asintió con gravedad.

Gilbert se cruzó de brazos y se apoyó en un árbol. “Bueno, eso es justo. ¿Una chica en el bosque con dos hombres que no conoce?

Cualquiera pensaría que eso es un poco sospechoso. Diablos, hasta yo lo pienso.”


“Hrmm, ¿es por eso? No te preocupes por eso. No voy a ser víctima de estos dos, ¿verdad?” Insistió Mira, poniendo una mano en la frente de Pegasus.

“¡No te preocupes por eso!” Gilbert se rió de la injuria implícita.

Pero como hombre con la dignidad de un samurái, Heinrich no podía quedarse callado. “No puedo dejar pasar ese comentario. En efecto, Pegaso parece poderoso, pero yo confío en mi fuerza. Creo que puedo con un niño.”

“Oh, Dios mío.” Gimió Gilbert. “Para empezar, nunca lo intentarías, ¿acaso importa? Además, estamos perdiendo horas de sol.”

Heinrich no soportaba que alguien menospreciara su fuerza, ni siquiera en broma. Sin embargo, aunque el rostro de Heinrich, que parecía una roca, se volvía más severo, seguía inclinándose cada vez que él y Pegasus establecían contacto visual.

Mira comprobó los valores de las estadísticas de Heinrich; todos estaban por encima de la media. Ahora que sabía que era tan fuerte como decía, bromeó: “Hrmm. En efecto, parecesmuy hábil. Pero, ¿qué harías conmigo si pudieras superarme?”

“Bueno, yo…” Heinrich comenzó a gesticular salvajemente.

“Te está tomando el pelo, Hank.” Gilbert suspiró antes de que su amigo pudiera avergonzarse más.

Esas palabras devolvieron a Heinrich a la realidad. Vio que Mira le sonreía diabólicamente, satisfecha de su victoria. Se quedó con la boca abierta, incrédulo.

¡Ahora parece un hombre al que es divertido tomarle el pelo!

Mientras Heinrich echaba humo de indignación, Gilbert se reía.

Mira señaló a los dos y susurró a Pegaso: “¿Ves? No están tramando nada malo. Estate tranquilo.”

Pegaso evaluó a los dos hombres, asintió de mala gana y se dejó despedir.

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“De todos modos, no te preocupes por eso.” Sonrió Gilbert. “No voy a hacer nada tan estúpido.”

“¡Y yo tampoco!” Heinrich se mostró de acuerdo. “Señorita Mira, simplemente estaba expresando mi consternación por ser…”

“Lo sé, lo sé. Los samuráis son unos estirados.” Mira interrumpió a Heinrich mientras intentaba excusarse.

“Me alegro de que lo entiendas. Juro por mi espada que te mantendré a salvo.” Declaró alegremente, con una mano en la vaina de su espada.

Así, Mira consiguió dos compañeros y un billete para las Ruinas Celestiales.

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