Kenja no Deshi wo Nanoru Kenja (NL)

Volumen 5

Capítulo 4: Bentos

La luz del sol pintó la niebla de la mañana con un suave resplandor.

Mientras Mira dormía en la habitación japonesa con suelo de tatami, un crujiente carillón sonó en algún lugar del exterior.

“Hrmh… ¿Qué fue eso?” Sacó la cabeza de la manta y entornó los ojos.

“Anuncio delestado delservicio ferroviario delContinental. Eltren Bucle de las Agujas del Reloj ha salido de la estación de Woodholm a las 8:15AM. La hora prevista de llegada es las 12:45PM…” Era una emisión informativa desde la megafonía de la estación. Las horas de llegada de los trenes no eran perfectamente precisas al minuto cada vez, por lo que la megafonía transmitía las llegadas y salidas a toda la ciudad.

Mira abrió el menú del sistema y comprobó la hora actual. Eran las 8:30AM.

Todavía tengo cuatro horas y pico.

Se levantó de la cama y se estiró mientras se acercaba a la ventana.

Frotándose los ojos adormecidos, observó el mundo exterior. Había gente de todo tipo caminando por la ciudad, y la estación ya estaba llena de gente.

Con la mirada perdida en la ola de gente, Mira se acordó de la amplia zona comercial que había en el interior de la estación. Tardaría algún tiempo en echar un vistazo allí.

Excitada por la perspectiva de deambular por las tiendas hasta su salida, se apartó de la ventana, se quitó el yukata —que ya estaba medio caído— y se puso a trabajar en sus asuntos matutinos.

Se lavó la cara en el lavabo, que parecía la pila de agua de un santuario. Después, volvió a utilizar el retrete de estilo japonés y se puso la túnica de tecnomancia.

“Uy. Cierto, cierto.” Murmuró, deteniéndose para tocar la campana junto al arreglo floral.

Mira terminó de cambiarse, preparó té y se sentó en un cojín. Pasó un momento de tranquilidad sin hacer nada mientras esperaba el desayuno.

“Qué tranquilidad.” Murmuró. Luego se preguntó si así era como una persona jubilada pasaba todos los días. Por un momento se sintió extrañamente triste.

Pronto, una voz tranquila y elocuente llegó desde el pasillo.

“Buenos días. Hemos traído el desayuno.”

Mira se levantó y abrió la puerta paraque elpersonal pudiera entrar.

La comida que le pusieron en la mesa era un auténtico desayuno tradicional japonés. Mira se sentó a escuchar otra conferencia mientras la preparaban, y luego comenzó a comer mezclando su natto.

***

Una vez llenó su barriga, Mira se vio en el espejo con una cinta en la mano. No sabía atarse el cabello tan bien como Mariana.

Nngh… Esas colas de caballo gemelas eran tan lindas como podrían serlo, Mira agonizó.

Habían pasado algunas semanas desde su llegada a este mundo, y había empezado a acostumbrarse a su nuevo ser. Aunque ésta era su forma ideal, se dio cuenta de que los demás podrían considerarla vanidosa si pudieran oír sus pensamientos. Después de algunas pruebas y errores, finalmente consiguió alisarse el cabello. Mira posó ante el espejo.

Ya preparada para el día, inspeccionó la habitación para asegurarse de que no se había olvidado de nada y salió de mala gana del Cuarto del Cielo.

Tras perderse un poco, encontró el vestíbulo. Pero se dio la vuelta cuando vio la cornisa de la entrada principal del edificio. La llave de su habitación era también la de su taquilla, y no podía salir sin su contenido.

Ahora con los zapatos en la mano, Mira devolvió su llave al escritorio. “Gracias por todo.”

“Gracias por elegirnos. Por cierto, señorita… ¿piensa irse con el cabello así?” Preguntó la recepcionista, con una mirada de ligera preocupación que coloreaba su habitual sonrisa de atención al cliente.

Mira se palpó el cabello para asegurarse de que seguía en su sitio.

No estaba deshecho en ninguna parte…

“Um… ¿Debería?” Preguntó ella.

“¿Me permite un momento de su tiempo?” La mujer respondió, ofreciendo una amable sonrisa mientras sacaba un espejo de mano de su escritorio.

De alguna manera, Mira se las había arreglado para recogerse el cabello de la forma más desastrosa posible. Dejando el espejo en el suelo, la recepcionista se acercó al lado del mostrador para prestarle ayuda.

Desanimada por su fracaso, Mira permaneció pacientemente mientras la señora lo arreglaba de nuevo. Al mirarse de nuevo en el espejo, estaba claramente muy mejorada. La recepcionista le revolvió suavemente el cabello a Mira, que revoloteaba como plumas, para comprobar su trabajo.

“¡Eso debería bastar!”

“Muy agradecido.”

***

Mira dejó la Mansión de las Estrellas y se dirigió directamente a la Estación Silverside. Allí, volvió a mirar la enorme estructura que era fácilmente tan grande como la Academia Alcait.

Mira atravesó las amplias puertas principales. Las tiendas continuaban hasta la parte trasera de la estación, como una zona comercial, pero cerca de la entrada había unos mostradores con el rótulo de TICKET. Se dirigió a ellos para saber más sobre el ferrocarril.

“¿Puedo hacerle una pregunta?” Preguntó, con sus dos coletas onduladas mientras asomaba la cabeza por encima del mostrador.

“Por supuesto.” La saludó una agente, con oficiosa cortesía. “Por favor, siéntase libre de preguntarme cualquier cosa.”

“Deseo viajar en tren, pero es mi primera vez. ¿Cómo funciona esto?”

“Ya veo. En primer lugar, permíteme que te explique lo que es un billete.” Respondió, con una sonrisa inquebrantable, mientras mostraba a Mira un expositor con tres billetes. En lugar de papel, estaban hechos de un material como el que se utiliza para los permisos de las mazmorras. “Hay tres tipos de billetes, uno para cada clase de asiento. En este mostrador vendemos los tres. Por orden de precio creciente, son la clase económica, la clase superior y la primera clase.

Necesitará un billete por estación, y sus precios son de 3.000 ducados, 10.000 ducados y 20.000 ducados respectivamente.”

“Hrmm. Uno por estación, ¿eh?” Mira refunfuñó al ver los tres billetes. Muy diferente de Japón.

Se diferenciaban por el color y el texto escrito en ellos. Las comodidades de la clase turista eran fáciles de imaginar para alguien que había crecido en una familia de clase trabajadora. Pero Mira siempre había soñado con la clase superior y la primera.

“Quiero ir a Alisfarius.” Dijo Mira. “¿A cuántas estaciones está eso?”

“Serían cinco estaciones desde Silverside, lo que hace un total de 15.000 ducados para la clase económica.” Respondió la mujer con una sonrisa.

“Entonces quiero cinco de estos.” Mira señaló el billete de primera clase y puso diez monedas de mithril sobre el mostrador: 100.000 ducados.

La mujer del mostrador hizo un ligero ruido de ahogo, pero su sonrisa volvió rápidamente. “Sí, por supuesto. Para confirmar: ¿desea cinco billetes de primera clase?”

“Efectivamente.” Mira asintió. Una vez aceptados los billetes, los guardó en su bolsa de la cintura.

La recepcionista la observó, aparentemente buscando palabras.

“Los billetes de primera clase son bastante caros. Si yo fuera usted, evitaría que los demás los vieran.” Advirtió finalmente en un tono tranquilo.

“Bien. Tendré cuidado.” Aceptó Mira. Acercó la bolsa de su cintura un poco más a su vientre.

Dio las gracias a la recepcionista y se dirigió a la fila de tiendas, preguntándose con emoción cómo sería la primera clase.

***

Mira comprobó la hora en su Menú del Sistema; ahora eran las 9:30AM.

Sabiendo que el tren no llegaría hasta dentro de tres horas y ante un centro comercial aún más grande de lo que esperaba, su corazón dio un salto de alegría.

Las tiendas que se alineaban en las paredes del atrio de dos plantas parecían suplir cualquier deseo o necesidad. Mira entró en la tienda más cercana, dispuesta a disfrutar de las compras hasta su hora de salida. Aprovecharía bien estas tres horas.

La primera tienda se llamaba Luna y Torres de Boutique de Silverside, y parecía ir bastante bien. Era una cadena de tiendas de recuerdos y tenía muchos clientes dentro. En un lugar muy destacado se exhibían nueve túnicas de aspecto muy familiar en tallas para niños.

Mira hizo una mueca.

Eran esas terribles réplicas de las túnicas de los Reyes Magos.

Dejando a un lado el disgusto, Mira no pudo evitar fijarse en la desigualdistribución de lasexistencias. Todos los demás Reyes Magos tenían al menos cinco en la estantería, y había una flagrante predisposición hacia Luminaria en particular.

¿Por qué sólo tienen tres de las mías? Seguramente eso significa que venden la mayoría de las mías, ¿no? Sí. Debo ser la favorita del público.

Al menos eso es lo que se dijo a sí misma.

Después de los estantes de ropa, Mira siguió hacia los estantes de comida. Parecían muy populares. Y muy caros, por alguna razón.

Lo primero que le llamó la atención fue una caja de galletas hechas con mermelada de la famosa uva moscatel alcaitiana. En el centro de cada galleta de azúcar simple había una porción de mermelada de moscatel de color verde esmeralda.

También había caramelos de moscatel y bebidas de moscatel.

Mira siguió adelante. La siguiente estantería estaba llena de otro género de recuerdos comunes. Banderines con la etiqueta de los Nueve Reyes Magos, pins con los apodos de los Nueve Reyes Magos y del Rey Salomón, minilinternas de papel con la etiqueta del Reino de Alcait, e incluso réplicas de las Torres de Plata Enlazadas, cada una de las cuales brillaba con habilidad artesanal. Mira no sabría qué hacer con ellos aunque los hubiera comprado, pero extrañamente tenían la atención de la mayoría de los clientes.

Al final, Mira compró galletas de moscatel por 600 ducados y salió de la tienda de recuerdos.

A continuación, visitó unalibrería. Teniendoen cuenta el contenido de la tienda, estaba llena de gente con aspecto de magos, algunos acompañados de guerreros musculosos y de aspecto aburrido.

Mira tomó un libro de una de las pilas. En la portada se leía Introducción a la Magia, y el libro presentaba los fundamentos de los catalizadores mágicos y las maniobras para los novatos. De hecho, era una introducción básica.

Mira se dio cuenta de que vendían todo tipo de guías de introducción. Al final de cada una de ellas había un folleto de la Academia Alcait, en el que se sugería no muy sutilmente que los lectores se inscribieran si querían aprender más.

Dejó el libro en su sitio y sonrió ante las guías de artes marciales apiladas junto a él. Enseñaban los fundamentos de la esgrima y el manejo de la lanza. Por supuesto, cada una de ellas incluía un folleto de un dojo al final.

Un marketing audaz, sin duda. Más asombrada que nada, Mira se adentró en la tienda.

Vio enciclopedias mágicas, enciclopedias botánicas, guías turísticas y colecciones de cuentos heroicos. Más atrás, encontró una estantería de libros ilustrados. Parecía ser literatura infantil y novelas, y la más llamativa era La Historia de los Nueve Reyes Magos.

En un rincón lejano —fuera del alcance de los niños— vio dudosos títulos sólo para adultos. Mira trató desesperadamente de alcanzarlos, para horror de los clientes y el personal que miraban.

Finalmentese rindió, provocandoun suspiro colectivo de alivio. Un momento después, utilizó una técnica de las Artes Inmortales para saltar y recuperar un libro. Un miembro del personal entró en pánico y se apresuró a arrancarlo de sus manos.

Argh… ¿Confiscado, eh?

No importaba. Su siguiente descubrimiento le hizo perder inmediatamente el interés. No era alta literatura para adultos; era diversión para las masas.

¡Había encontrado manga!

Hay tantos mangas que no he visto nunca… ¡Estoy deseando leerlos!

Sin duda, este aspecto de la cultura japonesa había sido traído por antiguos jugadores. Por supuesto, los títulos le eran desconocidos; todas las portadas eran nuevas. Mira tomó cada serie de la estantería y comprobó sus portadas y resúmenes. Ahora que estaba mirando con entusiasmo la estantería de mangas, la multitud finalmente se relajó y comenzó a dispersarse.

Al final, reunió los primeros volúmenes de varias series y un único mapa del Reino Sagrado Alisfarius para comprarlos.

***

Después, echó un vistazo a muchas otras tiendas. La cadena de tiendas Comercios Denoir, especializada en herramientas útiles para aventureros, era especialmente interesante. Echó un vistazo a otras tiendas de souvenirs mezcladas, tiendas de variedades, farmacias y todo lo demás.

La espera en el tren era un buen momento para disfrutar de las compras en los escaparates.

Había pasado algún tiempo desde el comienzo de su gira. Justo cuando salía de una tienda de ropa, Mira oyó una campanada familiar.

“Anuncio del estado del servicio ferroviario del Continental. El tren Bucle de las Agujas del Reloj está en camino a esta estación. La hora de llegada prevista es dentro de una hora. De nuevo…”

“Una hora, ¿eh?” Al oír el anuncio, calculó cuánto tiempo más de aventura al por menor podía hacer y reanudó.

Al parecer, el anuncio estimuló a la gente a subir al segundo piso por las escaleras cercanas. Mira se encontró atrapada en el torrente y se dejó llevar por él hacia arriba. Esta nueva planta estaba repleta de restaurantes y tiendas especializadas en el tipo de deliciosos almuerzos bento que sólo se venden en las estaciones de tren.

Los olores entremezclados hicieron que su estómago retumbara.

Mira recordó la verdadera alegría de viajar en tren: los bentos de la estación. Ese momento singular de extrema felicidad en el que uno se posa sobre el bento que ha elegido mientras las vistas pasan a toda velocidad. Antes de darse cuenta, Mira había empezado a examinar todos los bentos que había.

El primero parecía un restaurante de estilo occidental con colores pastel. Normalmente funcionaba como restaurante, pero cambiaron a la venta de bentos cerca de las horas de llegada. Vendían sobre todo carne, pescado y sándwiches vegetales. Los muchos colores parecían ser populares entre las mujeres. Mira se abrió paso entre la creciente multitud de mujeres y se fijó en la siguiente tienda.

La segunda planta seguía llenándose de más y más gente mientras Mira visitaba Comidas Calientes y Deliciosas. Parecía que sólo vendía bentos; sus variedades para el almuerzo incluían pollo frito, algas, carne a la parrilla y albóndigas, que eran un sólido placer para el público. Con sus bajos precios y grandes porciones, los aventureros eran su principal clientela. Mira vio a un guerrero corpulento que compraba dos almuerzos de algas.

Nunca me di cuenta de lo mucho que echaba de menos la comida de la estación.

Aunque le tentó la comida de pollo frito, Mira siguió adelante. La siguiente tienda era bastante elegante, con opciones elaboradas: omurice con demi-glaseado, rollos de col cocidos a fuego lento en caldo de tomate, huevos escoceses con hierbas, etc.

Mira acercó su nariz todo lo que pudo a la exquisita muestra de omurice. El aroma combinado de la salsa demi-glaseada y la mantequilla hizo que su cara se fundiera en una sonrisa.

Pero podía haber mejores comidas por ahí.

Puso el omurice en su lista de candidatos y se dirigió a su siguiente parada. Mira nunca sabría que ese día las ventas de ese bento en particular batirían el récord anterior.

La siguiente tienda estaba cortada por el mismo patrón que la Mansión de las Estrellas. Una vendedora vestida de japonesa trabajaba en el mostrador vendiendo onigiri envasados. Se ofrecían más de diez tipos de rellenos diferentes, con verduras en escabeche y té al lado. El té estaba incluso envasado en botellas de té de estilo japonés retro.

Aquí también tienen pollo frito.

Las variedades de onigiri iban desde los sospechosos habituales hasta los misterios de otro mundo. Su sencillez parecía hacerlos prosperar en este mundo.

La tienda vecina formaba parte de la misma cadena que la tienda de onigiri. Ésta vendía bentos compuestos por setas, brotes de bambú y castañas dulces cocinados en arroz integral. La fragancia de los ingredientes y la vista del arroz integral eran realmente magníficas, y los acompañamientos no hacían más que aumentar su atractivo.

Recuerdo que los brotes de bambú cocidos en arroz que comía en el campo eran realmente maravillosos.

Tomando nota mentalmente de ésta como su segunda candidata, Mira continuó espiando en las tiendas.

Una de ellas era elegante y hasta la comida más barata costaba 2.000 ducados. La siguiente utilizaba una parrilla de carbón para hacer extravagantes brochetas de carne. Otra tenía el verdadero alimento básico de la comida rápida: la hamburguesa. Y otra era un local de sushi que se adaptaba a todos los gustos y precios.

Al final, después de examinar docenas de ellas, Mira encontró lo que consideraba el ideal platónico de las tiendas de bento de las estaciones de tren. Vendían las clásicas cajas de bento divididas, llenas de arroz y de varias guarniciones diferentes a la vez. La más barata costaba 500 ducados, la más cara 1.300. Simple, pero lleno de comida.

Un placer para los ojos y la lengua.

Aquí, en el primer viaje en tren de Mira en un nuevo mundo, no podría haber una comida más tranquilizadora.

Observó las muestras con avidez, comparando sus precios y diferencias. Las verduras diferían en tipo y número entre las baratas y las caras, pero las atracciones principales —la carne y el pescado— eran la verdadera diferencia. Los más baratos tenían pescado blanco

frito, mientras que los más caros contenían salmón salado y filete de Hamburgo.

Ya decidida, pidió descaradamente la caja más cara de todas.