Lord of Mysteries (NW)

Volumen 1

Capitulo 23: Brazo Lateral

Mientras Klein caminaba por Zouteland y disfrutaba del cálido clima, de repente se dio cuenta de algo.

Solo tenía tres peniques de cambio. Si regresaba a la Calle del Cruce de Hierro en transporte público, le costaría cuatro peniques. Si tuviera que entregar un billete de una libra de oro, sería como usar un billete de cien dólares para comprar una botella de agua mineral barata en la Tierra. No había nada de malo en eso, pero era bastante incómodo de ver y hacer.

¿Debo usar tres centavos para viajar tres kilómetros y caminar el resto del viaje? Klein metió la mano en su bolsillo mientras aminoraba el paso, considerando otras soluciones.

¡Eso no funcionará! Pronto, rechazó la idea.

Le tomaría un tiempo caminar el viaje restante. Teniendo en cuenta cómo cargaba doce libras, una gran fortuna, ¡no era seguro!

Además, deliberadamente no había traído el revólver con él, temiendo que los Halcones Nocturnos lo confiscaran. Si se encontrara con el peligro que causó la muerte de Welch, ¡no había forma de que pudiera defenderse!

¿Obtener algo de cambio de un banco cercano? ¡No, no hay manera! Hay una tarifa de procesamiento del 0.5%. ¡Eso es demasiado extravagante! Klein negó con la cabeza en silencio. ¡Solo la idea de los honorarios involucrados le causaba dolor en el corazón!

Habiendo descartado una solución tras otra, los ojos de Klein se iluminaron repentinamente cuando vio una tienda de ropa frente a él.

¡Así es! ¿No sería el curso de acción normal comprar algo a un precio adecuado para obtener algo de cambio? Un traje formal, camisa, chaleco, pantalones, botas de cuero y un bastón estaban dentro del presupuesto. ¡Había que comprarlos tarde o temprano!

Oh, es muy problemático cuando se ajusta la ropa. Además, Benson sabe más sobre esto que yo y es mejor negociando. Debería considerarlo solo después de que regrese… Entonces, ¿debería comprar un bastón? ¡Sí! Como dicen por ahí, un bastón es la mejor opción de defensa para un caballero. ¡Un arma en una mano y un bastón en la otra es el estilo de combate de una persona civilizada! Después de debatir internamente, Klein tomó una decisión. Se dio la vuelta y entró en la tienda de ropa, Ropa y Sombreros Wilker.

El diseño de la tienda de ropa se parecía a las tiendas de ropa en la Tierra. La pared izquierda estaba llena de filas de atuendos formales. Las filas del medio estaban adornadas con cosas como camisas, pantalones, chalecos y pajaritas. A la derecha había zapatos y botas de cuero colocados dentro de vitrinas de vidrio.

“Señor, ¿puedo ayudarlo?” Un vendedor vestido con una camisa blanca y un chaleco rojo se acercó y preguntó cortésmente.

En el Reino de Loen, los caballeros ricos y poderosos de alto estatus soían vestir trajes negros compuestos por camisas blancas combinadas con chalecos y pantalones negros. Sus colores eran relativamente monótonos, por lo que requerían que sus sirvientes, vendedores y asistentes de servicio se vistieran de manera más brillante y colorida para distinguirse de sus amos.

En contraste, las damas y amantes usaban vestidos de todo tipo en modas glamorosas. por el contrario, las sirvientas vestirían de blanco y negro.

Klein pensó por un momento antes de responder la pregunta del vendedor masculino. “Un bastón. Algo con un buen peso y dureza”.

¡Del tipo que puede romper el cráneo de otros! El vendedor de chaleco rojo evaluó furtivamente a Klein antes de llevarlo a la tienda. Luego señaló una hilera de bastones en la esquina. “Ese bastón con incrustaciones de oro está hecho de madera de corazón de hierro. Es a la vez muy pesado y duro, y cuesta once soles siete peniques. ¿Desea probarlo?

¿Once soles siete peniques? ¿Por qué no vas a robar un banco? ¡Gran cosa con la incrustación de oro! Klein se sorprendió por el precio.

Con una expresión imperturbable, asintió suavemente. “Bien.”

El vendedor bajó el bastón de madera de corazón de hierro y se lo entregó con cuidado a Klein, aparentemente con miedo de que Klein lo dejara caer y rompiera la mercancía.

Klein tomó el bastón y lo encontró pesado. Intentó moverse con él y descubrió que no podía balancearlo suavemente como le gustaría.

“Es demasiado pesado”. Klein sacudió la cabeza, aliviado.

El vendedor recuperó el bastón y señaló otros tres bastones.

“Este está hecho de madera de nogal, creado por el artesano de caña más famoso de Tingen, el Sr. Hayes. Tiene un precio de diez soles tres peniques. Este otro está hecho de madera de ébano e incrustaciones de plata, es duro como el hierro, cuesta siete soles y seis peniques…Este está hecho del núcleo de un árbol de palo blanco y también con incrustaciones de plata,  cuesta siete soles y diez peniques…”

Klein probó cada uno de ellos y encontró que tenían el peso apropiado. Luego los golpeó con los dedos para comprender su dureza. Finalmente, eligió el más barato.

“Tomaré el que está hecho de madera de ébano”. Klein señaló el bastón con incrustaciones de plata que sostenía el vendedor.

“No hay problema señor. Sígame para proceder con el pago. En el futuro, si este bastón está rayado o manchado, puede entregárnoslo para que lo reparemos de forma gratuita”. El vendedor llevó a Klein al mostrador.

Klein aprovechó la oportunidad para soltar los cuatro billetes de libra de oro de su fuerte agarre y sacó dos de las denominaciones más pequeñas.

“Buen día señor. Serán siete soles y seis peniques. El cajero detrás del mostrador saludó con una sonrisa.

Klein planeaba mantener su imagen de caballero, pero cuando extendió la mano con el billete de una libra de oro, no pudo evitar preguntar: “¿Puedo obtener un descuento?”

“Señor, lo que tenemos es todo hecho a mano, por lo que nuestros costos de producción son altos”. respondió el vendedor a su lado. “Como nuestro jefe no está aquí, no podemos bajar los precios”.

El cajero detrás del mostrador agregó: “Señor, lo siento”.

“Bien.” Klein entregó la nota y recibió el bastón negro con incrustaciones de plata.

Mientras esperaba que le dieran el cambio, retrocedió unos pasos y se distanció de ellos. Giró alrededor de su brazo como una prueba.

¡Whoosh! ¡Whoosh! ¡Whoosh!

El viento sonaba fuerte cuando la caña cortó el aire. Klein asintió con satisfacción.

Volvió a mirar hacia adelante, preparado para ver billetes y monedas, pero se horrorizó al ver que el vendedor de chaleco rojo se alejaba. El cajero detrás del mostrador se había retraído en un rincón, apoyándose cerca de una escopeta de dos cañones que colgaba de la pared.

El Reino de Loen tenía una política semirregulada sobre armas de fuego. Para poseer un arma de fuego, era necesario solicitar un certificado de uso de armas de uso múltiple o una licencia de cazador. Independientemente del tipo, uno aún no podría estar en posesión de armas de fuego militares restringidas, como repetidores, pistolas de vapor a presión o ametralladoras de seis cañones.

Un certificado de uso de armas de uso múltiple podría usarse para comprar o almacenar cualquier tipo de arma de fuego civil, pero obtener el certificado era extremadamente problemático. Incluso los comerciantes de gran prestigio podrían no ser aprobados. La licencia de cazador era relativamente fácil. Incluso los agricultores de los suburbios podrían recibir la aprobación. Sin embargo, la licencia se limitaba a armas de caza con números restringidos. Las personas con activos considerables tenderían a solicitar un certificado de cazador para usarlo en defensa propia en situaciones de emergencia, como ahora…

Klein miró a los dos cautelosos vendedores mientras las comisuras de su boca se contraían. Él se rió secamente. “Nada mal. Este bastón es perfecto para golpear. Estoy muy complacido.”

Al darse cuenta de que no tenía intención de agredirlos, el cajero detrás del mostrador se relajó. Entregó los billetes y monedas que había sacado con ambas manos.

Klein echó un vistazo a lo que recibió y vio dos billetes de cinco soles, dos billetes de un sol, una moneda de cinco peniques y una moneda de un penique. No pudo evitar asentir interiormente.

Después de una pausa de dos segundos, ignoró la forma en que lo miraban los vendedores y desplegó los cuatro billetes hacia la luz para asegurarse de que las marcas de agua contra la falsificación estuvieran presentes.

Klein guardó los billetes y las monedas cuando terminó. Con el bastón en la mano, se quitó el sombrero y salió de Ropa y Sombreros Wilker. Gastó extravagantemente seis peniques en un carruaje sin rieles para llegar a casa sano y salvo.

Después de cerrar la puerta, contó tres veces las once libras y los doce billetes antes de colocarlos en el cajón del escritorio. Luego tomó el revólver de bronce con la empuñadura de madera.

¡Click! ¡Clack! Cinco balas de latón cayeron sobre la mesa cuando Klein insertó las balas plateadas de caza demonios que tenían patrones complicados en el cilindro del revólver.

Al igual que antes, solo insertó cinco balas y dejó un lugar vacío para evitar algún accidente. Las balas restantes se colocaron junto con las cinco balas ordinarias en una pequeña caja de hierro.

¡Pa! Colocó el cilindro en su lugar, dándole una sensación de seguridad.

Con entusiasmo, colocó el revólver en la funda de su axila y lo abrochó con seguridad. Luego, practicó repetidamente desabrochar y sacar el arma. Descansaba cada vez que le dolían los brazos, y esto continuó hasta la puesta del sol cuando escuchó los sonidos de los inquilinos caminando por el corredor exterior.

“¡Uf!” Klein dejó escapar un suspiro antes de volver a guardar el revólver en la funda de su axila.

Solo entonces se quitó el traje formal y el chaleco. Volvió a ponerse su habitual abrigo amarillo pardusco y movió los brazos para relajarlos.

Tap. Tap. Tap. Escuchó el sonido de pasos acercándose antes del sonido de una llave insertada.

Melissa, tan bella como siempre, entró. Su nariz se torció un poco mientras barría su mirada hacia la estufa apagada. Su rostro pareció decepcionado por un instante.

“Klein, calentaré las sobras de anoche. Benson probablemente estará en casa mañana”. Melissa se volvió para mirar a su hermano.

Klein tenía las manos en los bolsillos mientras se apoyaba contra el borde del escritorio. Él sonrió y dijo: “No, hoy vamos a comer afuera”.

“¿Comer afuera?” Melissa cuestionó sorprendida.

“¿Que tal te suena..uhm, La Corona de Plata, en la calle Narciso? Escuché que sirven comida deliciosa”, sugirió Klein.

“P-pero..” Melissa todavía estaba confundida.

Klein sonrió y dijo: “Para celebrar mi nuevo trabajo”.

“¿¡Encontraste un trabajo!?” La voz de Melissa se elevó sin saberlo, “P-pero, ¿no es la entrevista de la Universidad de Tingen mañana?”

“Otro trabajo.” Klein sonrió levemente antes de sacar las notas apiladas del cajón. “Incluso me dieron un adelanto de cuatro semanas de salario”.

Melissa miró las libras de oro y los soles mientras abría mucho los ojos.

“Diosa… Tú… ellos… ¿qué trabajo conseguiste?”

“Esto…”  La expresión de Klein se congeló mientras deliberaba sobre sus palabras.

“Una empresa de seguridad cuya misión es buscar, recolectar y proteger reliquias antiguas. Estaban en necesidad de un consultor profesional. Es un contrato de cinco años, gano tres libras a la semana”.

“¿Estabas pensativo por eso anoche?” preguntó Melissa después de un momento de silencio.

Klein asintió. “Sí, aunque ser un académico en la Universidad de Tingen es respetable, prefiero este trabajo”.

“Bueno, tampoco está mal”. Melissa le dio una sonrisa alentadora. Ella preguntó medio con sospecha y medio con curiosidad: “¿Por qué te darían un pago adelantado de cuatro semanas completas?”

“Es porque tenemos que mudarnos. Necesitamos un lugar con más habitaciones y un baño que podamos llamar propio”, dijo Klein mientras sonreía y se encogía de hombros.

Sintió que su sonrisa era impecable, justo antes de la palabra: “¿Sorprendida?”

Melissa se quedó atónita por un momento antes de que de repente hablara nerviosa: “Klein, estamos viviendo bastante bien ahora. Mis quejas ocasionales de no tener un baño personal son solo un hábito. ¿Recuerdas a Jenny? Ella vivía al lado nuestro, pero desde que su padre se lesionó y perdió su trabajo, no tuvieron más remedio que mudarse a los barrios bajos. La familia de cinco terminó quedándose en una habitación, tres de ellos durmiendo en una litera y dos durmiendo en el suelo. Incluso desean alquilar el lugar vacío restante a alguien…

“En comparación con ellos, somos realmente muy afortunados. No malgastes tu salario en este asunto. Además, me encanta la panadería de la señora Smyrin”.

Hermana, ¿por qué tu reacción es completamente diferente de cómo se desarrolló en mi imaginación? La expresión de Klein se quedó en blanco cuando escuchó a su hermana.