Zero kara Hajimeru Mahō no Sho (NL)

Volumen 6

Capítulo 3: El Baile de la Bruja y la Bestia

Parte 1

 

 

Interludio: A la Libertad

Un monstruo estaba metido en una jaula estrecha. Encadenado y amordazado, no podía moverse.





El hedor de la sangre, las heces y la orina llenaba la oscura habitación. Los gemidos, los forcejeos y los retorcimientos de los que sufrían el mismo destino resonaban sin cesar.

El monstruo no podía entender por qué estaba allí, por qué tenía tanto dolor.

Ni siquiera recordaba que en el pasado había hablado en lenguaje humano e incluso se había enamorado de alguien.

Rechazado, temido, maldecido y herido por la persona que amaba, cayó en la desesperación. Ya no soñaba con su odiado pasado.

El dolor, el hambre inexplicable y las ansias que se arremolinan y hierven en la boca del estómago, eran asfixiantes.


Humanos.

Deseaba desesperadamente a los humanos. Esa piel suave, esa carne blanda, esa sangre caliente. Oh, cómo los deseaba.

Quería escuchar sus gritos de auxilio. Sus ruegos.

Nunca le habían reconocido como un ser humano, excepto al final, cuando gritaron: “¡Ayúdame! Eres humano, ¿verdad?” Era lo único que daba consuelo a la mente de la bestia que había perdido su humanidad.

Sólo podía sentir el calor humano sorbiendo su sangre y devorando su carne. Sacudió su cuerpo y las cadenas crujieron.

Si tan sólo no estuviera encadenado. Si no tuviera esta mordaza. Si sólo no estuviera en esta jaula.

Clank.

Un rayo de luz lo atravesó, iluminando la cosa en el suelo. Una llave.

La llave de las cadenas, la mordaza, la jaula. La llave de la matanza gratuita.

***

 

 

Un baile era una reunión social de la nobleza. Era un lugar para la política, el amor y la comida gourmet. Pero a los ojos de un ser inferior como yo —incluso inferior a los plebeyos— no era más que un lugar de extravagancia.

El lugar de celebración era una sala del castillo, un enorme salón rectangular. Había un gran espacio abierto en el centro para bailar, y mesas circulares alineadas en las paredes.

Sobre la mesa había elaborados platos, desde frutas en forma de pájaros voladores hasta dulces en forma de castillo.

Los enormes candelabros en forma de flor que colgaban del techo brillaban con innumerables velas. Los atuendos de los invitados eran tan deslumbrantes como la luz que los iluminaba.

Estaba de pie en la entrada del salón con Zero, Albus y Lily, con el ceño fruncido.

“¿En serio debería estar aquí?” Refunfuñé. “Sinceramente, ¿no sería suficiente una bruja para vigilar a la chica?”

Albus me fulminó con la mirada. “¿Sigues con eso? ¿Y si me asesinan mientras Zero está distraída con la comida? Entonces será tu culpa.”

Odiaba no poder negar esa posibilidad. Si eso ocurría, ¿no sería entonces culpa de Zero, y no mía?

“¿No se supone que este es el trabajo de Firulais?”

“¡Holdem está ocupado vigilando el exterior! Tenemos que asegurarnos de que todos los invitados estén a salvo, no sólo yo. De cualquier manera, tienes que quedarte en el pasillo. Deja de quejarte ya.”

“Si estuviera en mi atuendo habitual, estaría más que feliz de vigilarte.”

Ni siquiera estoy seguro de poder caminar con este traje tan estrecho, y mucho menos protegerte.

La túnica de Albus parecía un poco más elegante que de costumbre.

No estaba acostumbrado a los innumerables botones que me oprimían el cuerpo, a los odiosos cordones y a los molestos y largos dobladillos.

Quería quitarme todo esto ahora mismo, y si pudiera, haría pedazos el atuendo. Pero teniendo en cuenta el precio de esta ropa, tampoco podía hacerlo. Por eso también quería liberarme del atuendo lo antes posible.

“Desiste, Mercenario.” Dijo Zero. “Simplemente piensa que este lugar es un peligroso campo de batalla, y que lo que llevas puesto es una especie de armadura. Debería hacerlo soportable.” Se rió.

No podía mirarla directamente. Siempre había pensado que demasiada belleza podía ser venenosa, pero últimamente me había acostumbrado a ella. O eso creía, hasta que se puso este vestido.

El tejido negro azabache, con un sutil bordado plateado, se ajustaba al pecho de Zero hasta sus caderas, acentuando sus líneas. Había un ligero bulto de la cintura para abajo que ocultaba las líneas de su cuerpo. El dobladillo era tan largo que se arrastraba por el suelo, excepto en la parte delantera, donde la falda sólo llegaba por debajo de las rodillas, ya que a Zero no le gustaba no poder moverse libremente.

El velo negro que ocultaba la mitad de su rostro sólo servía para resaltar sus labios rojos.

No tenía ni idea de dónde mirar.

Su aspecto se podría resumir en una palabra: hechizante.

Apartando mi mirada de Zero, miré a mis pies para ver a Lily temblando con el vestido escarlata pálido que le habían obligado a llevar. No podía quitárselo sola, ni refugiarse en el almacén por miedo a ensuciar el traje, así que no tuvo más remedio que seguirnos.

Sintiéndose fuera de lugar, seguía gimiendo, repitiendo la rutina de aferrarse a mis piernas, alejarse y volver de nuevo. Probablemente moriría de un ataque de nervios si la dejara atrás.

“Mercenario.” “¿Hmm?”

Zero me tendió los brazos. Quería que la llevara, lo que era mejor para mí, sinceramente.

Al cargarla, estaría demasiado cerca y quedaría fuera de mi campo de visión.

Mientras levantaba a Zero sobre mis hombros, Lily levantó la vista y suplicó: “¡Yo también!”

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“No tendré ningún brazo para moverme si también te llevo a ti.” Normalmente, se pegaría a mi nuca, pero ahora llevaba un vestido. “Puedes dejarme caer si me pongo en el camino, ¡por favor!”

Los ojos de Zero y Albus se clavaron en mí. Mierda. Si me niego, seré un imbécil. Cuando levanté a Lily de mala gana, ella dejó escapar un suspiro de alivio.

“En este momento soy más un botones que un guardia. Espera, ¿la mejor opción en este caso no sería llevar a Albus?”





Los ojos de Albus se abrieron de par en par y Zero chasqueó la lengua. “¡Tiene razón, Zero! ¡Cambiemos!”

“Por mucho que me gustaría, no creo que el Mago Jefe deba aparecer montada en los hombros de una bestia caída. La forma más digna de hacer acto de presencia es entrar en la sala de pie.”

“Déjate de tonterías y entra ahí. Los invitados te están esperando.” Con mis dos brazos ocupados, le di una palmada en el trasero a Albus con mi cola.

“¡Ay! Eso ha dolido.” Albus respiró profundamente. “Vamos.” La puerta del gran salón se abrió.

Una luz cegadora atravesó mis ojos durante un segundo. Todas las miradas se posaron en nosotros.

La entrada a la sala estaba a un nivel más alto que el salón en sí, por lo que la gente que estaba en la sala podía ver claramente quién entraba.

No había visto tanta atención desde que fui ejecutado públicamente en la ciudad portuaria de Ideaverna.

Todo tipo de emociones —curiosidad, adulación, malicia, miedo— se mezclaron y se abalanzaron sobre mí como una ola. Estuve a punto de dar un paso atrás bajo la presión, pero me mantuve firme cuando vi a Albus mirando al frente, con los pies firmes en el suelo.

Así que este es su mundo.

“Increíble.” Dije.

“En efecto. Una vista espectacular.” Coincidió Zero.

“¿Verdad? A mí también me temblaban las piernas la primera vez que di un discurso y, para ser sincera, en estos momentos sigo aguantando a duras penas.”

Lily ya estaba medio llorando, enterrando su cara en mis brazos, escondiéndose.

Albus se adelantó y levantó tranquilamente una mano, y la sala se sumió en un completo silencio. Después de un rato, Albus habló.

“En nombre del difunto rey, ahora un alma pura, yo, el Mago Jefe, les doy la bienvenida a todos, sea este su hogar o vengan del extranjero. Estoy encantada de que tantos de ustedes hayan respondido a mi invitación a esta reunión para celebrar y desear la coexistencia de los magos y la gente corriente, y para evitar futuros conflictos. Nuestra nación ha perdido a su rey y se encuentra en medio de la confusión. Sin embargo, creo que la agitación terminará pronto y veremos más paz y prosperidad. Espero que hoy todos disfruten al máximo.”

Levantó los brazos hasta el pecho, con el largo dobladillo ondeando, y luego deslizó una pierna hacia atrás y se inclinó por la cintura en una perfecta reverencia. Fue un gesto impresionante.

Los invitados en la sala se miraron entre sí, tratando de averiguar cómo reaccionar.

***

 

 

El silencio no duró mucho. Alguien aplaudió y la sala no tardó en llenarse de aplausos y alabanzas.

En este momento Albus podría simplemente despedirse e irse, para no tener que preocuparse por el complot de asesinato, pero después de invitar a los dignatarios desde lejos, no podía irse de inmediato.

Cuando llegamos al vestíbulo, el miedo y la tensión de Lily llegaron a su punto máximo.

Metió la cabeza entre mis brazos y no movió ni un músculo.

Zero se rió. “Parece que llevas un adorable animal de peluche.”

Miré al techo con consternación. Las lámparas de araña no ayudaban a mejorar mi estado de ánimo.

“Ahora me siento un poco mal por obligarla a unirse al baile.” Dijo Albus. “Ajá. Tenemos comida deliciosa y otras cosas. ¿Quieres un poco? Puedo conseguirte algo.”

Albus le tendió a Lily un dulce horneado relleno de fruta en un intento de ponerla de buen humor. Lily levantó la vista un segundo y, con una rapidez cegadora, arrebató la comida, se la metió en la boca y volvió a meter la cabeza en mis brazos rápidamente.

“Tan rápida como una rata.” Murmuré en voz baja. “Soy una rata.” Respondió Lily con voz apagada. “¡Hazlo una vez más!” Dijo Albus. “Toma, tengo más.”

“Ustedes dos, no le presten demasiada atención.” Dijo Cero. “La timidez de Rata es lo que le permite percibir el peligro y las anomalías rápidamente. Incluso cuando es llevada por el Mercenario, hace bien su trabajo como guardia.” Arrebató la comida de la mano de Albus y se la metió en la boca.

“De acuerdo.” Dijo Albus. “Dime entonces si hay algún peligro, Lily.” Lily respondió con un chillido infeliz.

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Zero se acercó despreocupadamente a la torre de caramelos y tomó dos, metiéndose uno en la boca y el otro en la mía.

Cuando bajamos al vestíbulo, todo el mundo se limitó a mirarnos desde la distancia. Nadie se atrevía a acercarse. O tenían miedo de mí, o de la siniestra belleza de Zero.

Albus frunció el ceño. “Esto es un pequeño problema, ¿eh?” Hizo un mohín.

Teníamos que vigilar al asesino, pero la propia Albus también organizó este baile para estrechar lazos con gente poderosa. Su miedo a acercarse a ella interferiría con sus objetivos.

Entonces, apareció alguien verdaderamente despreocupado.

Unos pasos orgullosos y descarados llegaron tamborileando desde más allá de la ola de gente, dirigiéndose directamente hacia nosotros. Fornido y canoso, era una cabeza más alta que todos los demás.

“Disculpe.” Dijo. “Si no tiene ningún asunto con el jefe de los magos, ¿podría dejarme pasar? Oh, gracias. Me disculpo por mi enorme cuerpo. Oh, discúlpame, hombrecito. Eres demasiado pequeño, no podía verte.”

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En lugar de atravesar la multitud, parecía más bien que la estaba separando.

El hombre saltó delante de nosotros con un vaso de vino en la mano y, en cuanto vio a Albus, esbozó una brillante sonrisa.

“¡Es un placer conocerte por fin, Mago Jefe del reino de Wenias, Bruja que Llama a la Luna, Lady Albus! Los rumores son ciertos. Eres imponente para tu edad.”

Entregando con gracia su vaso a un camarero, el hombre agarró con firmeza las dos manos de Albus y apretó los labios contra ellas.

“Dentro de otros diez años, me encantaría pedir tu compañía personal, pero me temo que un viejo como yo no es un buen partido para una bruja tan joven y hermosa.” Le guiñó un ojo.

Era la imagen misma de un mujeriego y, por alguna razón, me resultaba familiar. Al principio pensé que podía estar equivocado, pero ahora estaba seguro.

“¡¿El gobernador lujurioso de Ideaverna?!”

“Puedes llamarme Lord Torres, Peluche.” El alto y anciano hombre soltó una sonora carcajada.

Torres Nada Gadio, gobernador de la mayor ciudad portuaria de la República de Cleon, Ideaverna.

“¡¿Qué demonios estás haciendo aquí?!”

“Una pregunta tonta, muchacho. ¿Tu cerebro se convirtió en una bola de pelo? Fui invitado, por supuesto. Soy un VIP, después de todo.” Infló el pecho.

Como siempre, no había ningún indicio de rencor en su arrogancia.

Zero golpeó con un puño la palma de su mano, como si se diera cuenta de algo. “Ya veo.

Perro mencionó que estaba custodiando a un dignatario de Cleon. Se refería a ti.”

“En efecto. No es por presumir ni nada por el estilo, pero probablemente soy el hombre de más alto rango en esta sala. Como tal, el Jefe de los Magos me proporcionó una escolta especial.” Su voz bajó a un susurro. “También soy el próximo jefe de Cleon.”

¿Se ha tomado ya una decisión? Pregunté sólo con los ojos.

Esbozó una gran sonrisa, como si dijera que el trabajo de base era perfecto.

“Al principio no podía creer lo que veían mis ojos, pero pensar que volvería a ver a un viejo amigo aquí. La fortuna debe estar sonriéndome. En el momento en que vi la excepcional belleza que domina a los demás desde lo alto de sus hombros, supe que este milagro era real. Oh, Lady Zero. Estás tan hermosa como siempre, como el reflejo de la luna ondulando en la superficie de un mar en calma.”

“Hace tiempo que no nos vemos, gobernador.” Dijo Zero. “No has cambiado nada.” Extendió tranquilamente una mano, y el gobernador le dio un respetuoso beso.

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“¡Espera un momento!” Dijo Albus. “¿Qué está pasando aquí? ¿Cómo conoces al gobernador de Ideaverna? No lo mencionaste en tu informe.”

“Bueno, no lo escribí.” Dije.

“¿Por qué no escribiste algo tan importante?” Albus se rascó la cabeza con frustración.

No había ni rastro de su dignidad de Mago Jefe de antes.

“Es mucho más adorable de lo que pensaba.” Murmuró el gobernador para sí mismo, observando a Albus con gran interés. Luego le dio un golpe a Albus en el hombro y le sonrió. “Mis disculpas. He oído hablar de ti por ellos. Debería haberte informado al respecto.” Bajó la voz. “Pero tenía que evitar los aterradores ojos de la Iglesia, así que tardé más de lo esperado.”

Zero Kara Hajimeru Volumen 6 Capitulo 3 Parte 1 Novela Ligera

 

Actuaba preocupado por el entorno, pero conocía al hombre. Debe haber preparado una buena razón para que la Iglesia no desconfíe de él.

“Ahora, normalmente, sería difícil para un hombre de mi posición aceptar la invitación, pero hice algunos arreglos. Acepté una petición de la Iglesia para observar los movimientos de sus enemigos. Además, por el interés de mi país, que vive de la industria del transporte, debo mantener nuestros vínculos con Wenias. Después de todo, está en el centro de una ruta comercial muy importante.”

Lo sabía. Podría parecer negligente, pero en realidad era astuto.

“Lo siento, no hay nada que valga la pena observar aquí.” Dijo Albus. “Puedes enterarte de lo que ocurre en Wenias a través de los seguidores de la Iglesia que quedan en el reino. Me gustaría poder contarte uno o dos secretos relacionados con las brujas.” Esbozó una sonrisa irónica.

El gobernador soltó una carcajada. “Eso sí que es una bruja. Eres joven, pero hablas como un viejo primer ministro. No te preocupes por nada. Puede que no lo creas, pero también soy bastante hábil. Está bien si no divulgas ninguna información. Me conformaré con mi elocuencia.”

“No lo sé.” Dijo una voz fría y dura desde algún lugar muy cercano.

El gobernador saltó. Fue el camarero… no, en realidad fue el cura homicida. Me preguntaba dónde estaba. Al parecer, se disfrazó de camarero.

“Ha pasado un tiempo, gobernador.” Saludó. “Como puede ver, estoy aquí como los ojos de la Iglesia, así que si presenta un informe incorrecto, afectará negativamente a su posición.” Sonaba inusualmente frío.

Entonces recordé la vez que el gobernador habló mal del sacerdote, echándolo de la mesa. El gobernador respondió al sacerdote con una sonrisa provocadora, indicando que él también recordaba el incidente.

“Bueno, bueno, bueno. Si es el cura ciego. ¿Esto es una venganza por haberme pasado de la raya en la cena? ¡Seguramente un discípulo de Dios no puede ser tan mezquino!”

“Por supuesto que no. Sólo estoy cumpliendo con mis obligaciones.”

“Entonces yo también haré mi trabajo, que es perseguir mis intereses y los de mi pueblo.

¿Qué tal un concurso? ¿Qué palabras son más importantes para los altos mandos de la Iglesia, las mías o las tuyas?”

“Basta ya.” Zero golpeó la cabeza del gobernador. Como la llevaba, podía golpear fácilmente la cabeza del hombretón.

Tocándose la cabeza, el gobernador miró a Zero, parpadeando.

“Debido a las complicadas circunstancias, actualmente estamos trabajando juntos hacia un objetivo común.” Dijo Zero. “Si la situación del sacerdote empeora, tendríamos problemas.”

Los ojos del gobernador se abrieron de par en par. “¿Una bruja y un sacerdote uniendo sus manos? ¡Interesante! Te has ganado mi respeto, sacerdote. No sabía que fueras tan abierto de mente.” Riendo, el gobernador le dio una palmadita en la espalda al sacerdote.

El sacerdote se quitó la mano de encima, molesto. “De todos modos, por favor, absténgase de hacer algo que pueda avergonzar el nombre de Dios.” Luego volvió a desaparecer entre la multitud.

***

 

 

El sacerdote tenía rasgos llamativos —cabello verde, un parche en el ojo, un bastón—, pero su sencillo uniforme de servidor le sentaba tan bien que la gente no se fijaba en él.

Albus dejó escapar un suspiro, horrorizada. “Ese sacerdote es como un hechicero.” Dijo. “En cuanto a la personalidad, y creo que también tiene el talento. Aunque probablemente no sea del Capítulo de Protección.”

“Será mejor que no digas eso delante de él.” Le advertí. “O te cortará la cabeza con su guadaña.”

Hablando de pasar desapercibido, bajé la mirada hacia mi brazo. Lily no había dicho una palabra ni movido un solo músculo. ¿Está dormida? La sacudí un poco y sus orejas se levantaron. Me miró con ojos inquietos.

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“¡Oh!” Exclamó el gobernador. “¡Así que esa cosa blanca era una criatura viva! Me preguntaba por qué un tipo enorme como tú llevaba un objeto adorable y esponjoso. Permíteme echar un vistazo más de cerca.”

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“H-Hey, espera un—”

Antes de que pudiera decir nada, agarró a Lily por los lados y la levantó. Como llevaba a Zero, no pude detenerlo, permitiendo que Lily cayera en las manos del pervertido.

“¡Guau! ¡Tan pequeña! ¡Nunca había visto una bestia caída tan pequeña! No da nada de miedo. De hecho, la encuentro adorable. Como marinero, no me gustan las ratas, pero si tuviera una hija pequeña, me la llevaría a casa para que fuera su compañera de juegos.”

Lily se quedó tan sorprendida que se quedó completamente quieta por un momento, como un auténtico animal de peluche, e inmediatamente después empezó a chillar y a agitarse.

“¡Hey, viejo! No es un juguete. Bájala. Ah, y puede parecer débil, pero puede dar bastante miedo cuando se enfada. Así que, a menos que quieras que te maten las ratas, será mejor que la sueltes.”

“¡Yo nunca haría eso!” Dijo Lily.

“¡Ella habla!” Exclamó Torres. “¡No puedo creerlo! Oh, lo siento. Algunas bestias caídas no pueden hablar. Pensé que eras una de esas por tus chillidos. ¡Me gustas cada vez más! Olvídate de mi hija. Puedes ser mi compañera de juegos. ¿Qué dices, pequeña? ¿No te gustaría vivir con lujo en mi castillo?”

“¡Para ya!” Dejé a Zero en el suelo y arrebaté a Lily del gobernador. “¡¿Qué clase de juegos planeas jugar con ella, eh?! ¡Eres la obscenidad personificada!”

Lily estaba temblando. Aferrada a mi brazo, miraba inquieta a su alrededor. “Mírala. Está asustada.”

“Por tu mente sucia.” Dijo Torres. “De verdad que sólo quiero jugar con ella. ¿Parezco alguien que abusaría de una niña tan pequeña?” Levantó una ceja.

“¡No!” Gritó Lily.

La miré y se asustó cada vez más. “¿Qué pasa, chiquilla?” “No estoy segura.” Dijo ella, con el miedo en la cara.

Zero le agarró suavemente las manos y le miró a la cara. “No hace falta que lo expliques con detalle.” Dijo. “¿Qué debemos hacer?”

Lily la miró y luego a mí.

“¿Puedes oírlo?” Dijo.

“¿Oír qué?” Pregunté, levantando las orejas. Me centré en cualquier cosa extraña.

Música fuerte, innumerables pasos, el estruendo de las conversaciones, las risas, el golpeteo de las vajillas y el ladrido de un perro. En medio de todo esto se escuchaba el sonido de algo que se arrastraba.

“¿Qué…?”

En el momento en que percibí el sonido, un escalofrío subió por mi columna vertebral.

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Sentí que algo se acercaba. No podía sentir ninguna hostilidad o malicia, sólo un apetito voraz.

No me había dado cuenta hasta hace un momento, pero ahora que lo hice, no podía quitármelo de la cabeza.

“¿Mercenario? ¿Oyes algo?”

“No lo sé… Pero algo viene del patio.”

Un hombre gritó. Una ventana se rompió cuando algo fue arrojado al pasillo. Era el cadáver de un guardia bestia caída, con todos sus huesos aplastados.

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