Bungo Stray Dogs (NL)

Volumen 2

Prologo: Trabajos Divertidos

 

 

Bungo Stray Dogs Volumen 2 Prologo Novela Ligera

 

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Eran las once de la noche. Me dirigí al bar, sintiendo como si alguien me llamase allí, deslizándome por las calles como un fugitivo del fantasmal brillo de las lámparas de gas antes de cruzar la puerta del bar. El humo del tabaco llegaba hasta mi pecho mientras bajaba las escaleras para encontrarme a Dazai ya sentado en el mostrador haciendo girar una taza de licor entre sus dedos. Él suele estar aquí. Sin tomar ni un sorbo de lo que había ordenado, Dazai me miró en silencio.

—Hey, Odasaku —dijo con una nota alegre en su voz.

Levanté una mano y saludé a Dazai antes de tomar asiento a su lado. El camarero puso mi bebida habitual en el mostrador delante de mí sin siquiera tener que preguntar.

—¿Qué haces aquí? —Le dije a Dazai.

—Pensando. Ya sabes, sobre cosas filosóficas y metafísicas.


—¿Como qué?

Dazai reflexionó por un momento antes de responder: —Para la mayoría de las cosas en la vida, es más difícil tener éxito que fracasar. ¿No estás de acuerdo?

—Cierto —respondí.

—¡Es por eso que debo intentar suicidarme en lugar de cometer suicidio! ¡Cometer suicidio es difícil, pero debería ser relativamente más fácil fallar al intentar suicidarse! ¿Cierto?

Miré mi vaso por unos momentos. —Tienes razón

—¡Lo sabía! ¡Eureka!, como dicen. Bueno, no hay tiempo que perder. Probemos mi teoría. Barman, ¿tiene algún detergente en el menú?

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—No —respondió el viejo camarero detrás del mostrador mientras lavaba un vaso.

—¿Qué tal detergente con refresco?

—No.

—Nada, ¿eh?

—Parece que hoy no tienes suerte —añadí.


Examiné el bar una vez más. Al estar en el sótano, el lugar no tenía ventanas. El interior era como un nido de tejón silencioso y discreto con un mostrador, taburetes, botellas vacías alineadas contra la pared, clientes habituales taciturnos y un camarero con un chaleco carmesí. Este espacio subterráneo estaba tan lleno que la gente apenas podía pasar por el pasillo. Todo allí era viejo, como si su existencia misma estuviera tallada en el espacio.

Tomé un sorbo de mi licor, y luego pregunté a Dazai: —Así que estás de ánimo filosófico esta noche, ¿eh? ¿Te equivocaste en el trabajo o algo así?

—Sí, me equivoqué. Y a lo grande. —Dazai hizo un puchero— Verás, era una operación encubierta; todo comenzó cuando nos enteramos de que un pequeño y alegre grupo quería robar nuestros artículos de contrabando durante la entrega. Estos amigos estaban dispuestos a arrebatarnos el pan de la boca, así que estaba seguro de que serían una especie de banda de imponentes guerreros intrépidos. Me quedé al acecho para emboscarlos; mi corazón latía intensamente de la emoción. Pensé que, si todo salía bien, podría morir heroicamente en el campo de batalla. Pero la docena de tipos armados que aparecieron eran un grupo realmente descuidado. Lo único que vale la pena mencionar es el camión de lona que tenían equipado con ametralladora y un lanzacohetes. Estaba tan decepcionado que puse la trampa en el almacén, pero cuando los rodeamos y atacamos, huyeron llorando. Por lo tanto, desafortunadamente evité la muerte una vez más. Qué aburrida pérdida de tiempo…

Me imaginé muchas cosas, pero no podía imaginarme a ese hombre cometiendo un error en el trabajo.

—¿Con qué grupo estaban?

—Atrapamos a una de esas pequeñas bolas de energía antes de que pudiera escapar, por lo que lo estamos torturando mientras hablamos. Probablemente no debería pasar mucho tiempo antes de que hable.

Esos tipos tenían agallas. Ciertamente los consideraría guerreros intrépidos, ya que no tenían miedo de las implacables represalias de la Mafia Port. Y a pesar de la decepción de Dazai, vinieron con ametralladoras y lanzacohetes. No eran idiotas completos sin control sobre la realidad. Fue una lástima que se enfrentaran a Dazai.

Teníamos un dicho en la Mafia Port: “La mayor desgracia para los enemigos de Dazai es que sean enemigos de Dazai”. Si quisiera, incluso podría hacer un picnic en medio de un tiroteo. Dazai nació prácticamente para estar en la Mafia.

Este hombre —Osamu Dazai— era ejecutivo de la Mafia Port.

Para un extraño, ver el título de ejecutivo de la Mafia en un tipo que fácilmente podría confundirse con un niño sería una broma hilarante. Pero no se reirían si vieran la lista de logros de Dazai, una lista oscura y sangrienta. Alrededor de la mitad de las ganancias de la Mafia Port en los últimos dos años fueron todas gracias a él. Un simple esbirro como yo ni siquiera podía imaginar cuánto dinero era, ni cuántas vidas se perdieron como resultado.

Por supuesto, toda la gloria tiene un precio.

—Veo que tienes algunas lesiones nuevas. —Señalé las vendas recién envueltas de Dazai mientras tomaba un sorbo rápido de mi bebida.

—Sip —Dazai sonrió mientras se miraba.

Su cuerpo estaba cubierto de cicatrices, el precio que pagó por su éxito. En otras palabras, el hombre estaba hecho un desastre. Siempre había una parte de su cuerpo que estaba en reparación. Una vez más, me hacía consciente realmente de cómo Dazai prosperaba en el centro de la violencia y la muerte.

—¿Qué le pasó a tu pierna? —Le pregunté mientras se la señalaba. Estaba seguro de que la lesión fue de un horrible y cruel enfrentamiento.

—Estaba caminando mientras leía un libro titulado Cómo no salir lastimado inesperadamente y caí en una zanja de drenaje.

Una razón sorprendentemente absurda.

—¿Qué hay de tu brazo?

—Corría por un sendero de montaña y caí por el acantilado.

—¿Qué pasa con las vendas alrededor de tu cabeza, entonces?

—Estaba tratando de suicidarme azotando mi cabeza contra la esquina de un bloque de tofu.

—¿Te lastimaste con un bloque de tofu?

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Debe haber necesitado desesperadamente algo de calcio.

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—Inventé un método para endurecer el tofu. Usas sal para absorber el agua y agregarle peso… todo en tu propia cocina, verás. Estaba tan duro que podrías clavarle un clavo. Gracias a eso, sé más sobre hacer tofu que nadie en esta organización.

Un ejecutivo de la Mafia que es un fanático de la producción del tofu… Los cinco ejecutivos realmente están en otro nivel.

—¿Estuvo bueno el tofu? —Pregunté.

—Agravantemente sí. —Dazai hizo una mueca con aparente decepción— Lo corté en finas rodajas y luego lo comí con un poco de salsa de soya. Sabía increíble.

—Estuvo bueno, ¿eh…? —Estaba impresionado. No importa lo que hizo, Dazai parecía llegar a alturas que la gente normal no podría— Déjame probar un poco la próxima vez.

—Odasaku… Deberías haber dado tu opinión justo ahí.

Escuché una voz proveniente de la entrada, luego me di la vuelta para encontrar a un hombre joven de aspecto académico que bajaba la escalera.

—Eres demasiado blando con Dazai. Deberías estar regañándolo y golpeándole la parte posterior de la cabeza con un martillo por cada dos de tres cosas que dice, o de lo contrario se nos saldrá de los rieles. Mira a tu alrededor. Observa el incómodo silencio de todas las personas que desean decir algo. Hasta el barman tiembla un poco.

Su nombre es Ango Sakaguchi. Vestido con una chaqueta de negocios y lentes redondas, parecía un académico, pero en realidad era uno de nosotros. Ango era el informante personal de la Mafia.

—¡Hey, Ango! ¡Mucho tiempo sin verte! ¡Luces bien! —Dazai levantó una mano con una sonrisa.

—¿Llamas a esto “lucir bien”? Acabo de regresar de hacer negocios en Tokio… y fue sólo un viaje de un día. Estoy tan desgastado como un viejo periódico.

Ango torció su cuello de un lado a otro mientras se sentaba sobre el taburete junto a Dazai. Luego se quitó la pequeña bolsa de cuero carmesí que colgaba sobre su hombro y la colocó sobre el mostrador.

—Lo de siempre, por favor.

El camarero casi inmediatamente dejó un líquido dorado sobre el mostrador frente a Ango.

Había comenzado a preparar la bebida en el momento en que lo escuchó bajar las escaleras.

La espuma se levantó del cristal, brillando serenamente a la luz de las luces bajas.

—Viaje de negocios, ¿eh? Perro suertudo. Yo también quiero pasar el rato en Tokio… Camarero, más cangrejo enlatado. —Dijo Dazai, sacudiendo la lata vacía. Había ya tres latas vacías frente a él.

—¿Pasar el rato? No todos en la Mafia viven para matar el tiempo como tú, Dazai. De verdad estaba trabajando.

—Si me preguntas, Ango —continuó Dazai con un nuevo trozo de cangrejo enlatado entre sus dedos— todo en este mundo es solo una forma de matar el tiempo hasta que estemos muertos. De todos modos, ¿qué tipo de trabajo era?

La mirada de Ango vagó brevemente antes de responder —Pesca.

—Oh, genial. ¿Capturaste algo?

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—Nada. Fue una pérdida de tiempo. Escuché que habría algunos artículos de primera categoría de Europa, pero terminó siendo nada más que la basura habitual que verías en un mercado de pulgas local.

Pesca es un código en el sindicato para comprar bienes de contrabando. Por lo general, los productos que compramos eran armas o artículos ilegales hechos en el extranjero. En raras ocasiones, también habría obras de arte y joyas.

—Aunque había un reloj antiguo que no era tan malo. Fue creado por un relojero a finales de la Edad Media. Probablemente sea falso, pero quizá alguien esté dispuesto a pagar por una artesanía tan fina.

Ango nos dio un vistazo a una caja envuelta en papel dentro de su bolso. Además, había cosas que trajo consigo durante su viaje de negocios, como un pequeño paraguas y cigarrillos.

—¿A qué hora terminó el trato? —Dazai preguntó de repente mientras observaba los productos.

—Ocho de la noche. Regresé inmediatamente después de que terminó. —Ango sonrió con ironía antes de agregar— De todos modos, he hecho lo que me pagan, por lo que parece que por hoy no me van a despedir.

—Eso es bastante manso de tu parte, Ango Sakaguchi, eres el hombre que sabe todo sobre la Mafia —agregó Dazai con una sonrisa.

Ango, el informante personal de la Mafia, intercambiaba información secreta con otros sindicatos. No estaba afiliado a ninguna de las facciones de los ejecutivos. El jefe le dio órdenes directas de cuándo tendría lugar un acuerdo, y formó alianzas con otros sindicatos, a veces actuando como mediador para transmitir información crítica y altamente sensible que involucra colusión, deserción, traición y cosas por el estilo. En pocas palabras, él era un mensajero secreto. Casi toda la información importante que decidió el curso de la Mafia pasó por Ango antes de llegar al jefe. Naturalmente, si fuera torturado para hablar, la información que pudiera proporcionar sobre la Mafia valdría más que el oro. Un papel tan esencial como el suyo no podía dejarse en manos de un idiota. Se requería a alguien tan duro como el acero.

—Comparado con el ejecutivo más joven en la historia de la Mafia Port, mis logros no son diferentes a los de un estudiante. Por cierto, ¿están ustedes dos aquí para una reunión de algún tipo?

—¿Lo estamos, Odasaku?

—No, —respondí en lugar de Dazai— Nosotros no planeamos esto. Dazai simplemente estaba aquí cuando llegué.

Cosas como esta pasaban todo el tiempo.

—¿Oh, en serio? Tenía la sensación de que me encontraría con ambos si venía aquí esta noche, así que aquí estoy —Dazai sonrió, como si le divirtiesen sus propias palabras.

—¿Nos necesitabas para algo? —preguntó Ango.

—Realmente no. Solo pensé que, si venía aquí, sería una de esas noches. Eso es todo.

Dazai luego movió su vaso con la uña. Sabía lo que estaba tratando de decir. A menudo nos reuníamos en este bar como si estuviéramos tratando de evitar algo. Luego mataríamos el tiempo bajo el disfraz de “comunicación” hasta la madrugada. Con frecuencia nos encontrábamos aquí por alguna razón. A pesar de que todos éramos parte del mismo sindicato, Dazai era un ejecutivo, Ango un informante, y yo un simple matón de fondo sin un título del que hablar. En circunstancias normales, ni siquiera deberíamos haber conocido los nombres de los demás, mucho menos emborracharnos juntos, pero aquí podríamos pasar el rato, independientemente de la posición o la edad. Quizás fue gracias a nuestras grandes diferencias en la jerarquía de la Mafia.

—Por cierto… —Dazai murmuró abruptamente mientras miraba al espacio.

—Odasaku, ha pasado un tiempo desde que todos comenzamos a beber aquí juntos y, aun así, nunca te he escuchado quejarte realmente sobre el trabajo

—Estoy de acuerdo. A diferencia de Dazai y mía, tu trabajo es algo único.

—No hay nada único en lo que hago. —Negué con la cabeza— Simplemente no tengo nada que valga la pena decir. Solo los aburriría.

—Ahí vas con tus secretos de nuevo. —Dazai inclinó la cabeza hacia un lado, disgustado— Honestamente, Odasaku, de los tres, tu trabajo es el más interesante para hablar. Así que escúpelo, ¿Qué has estado haciendo en el trabajo la semana pasada?

Después de pensar por un momento, comencé a responder mientras contaba los trabajos en mis dedos.

—Investigué un robo en un centro comercial bajo la jurisdicción de la Mafia. Los culpables fueron algunos niños de la escuela primaria local. Luego fui a la casa del lacayo de un grupo afiliado para buscar una pistola faltante, que encontré en su olla arrocera mientras estaba limpiando. Después de eso, medité una disputa entre la esposa y la amante de uno de los ejecutivos de nuestra compañía fantasma. Por último, me deshice de un inútil ubicado detrás de las oficinas de la Mafia.

—Oye, Odasaku, te lo ruego. Por favor, cambia de trabajo conmigo. —Dazai se inclinó hacia adelante, brillando sus ojos.

—De ninguna manera.

—¡Pero encontraste a un fracasado! ¿Escuchaste eso, Ango? ¿Por qué Odasaku consigue todos los trabajos divertidos? ¡No es justo! ¡Lo primero que haré mañana es ir al jefe y decirle que este ejecutivo va a renunciar porque no lo dejan lidiar con inútiles!

Los otros ejecutivos podrían haberse derrumbado si hubieran escuchado eso. Ango respondió apáticamente: —Tú haces eso —como siempre lo hacía.

En cierto sentido, era parte de la Mafia solo de nombre. Todos los trabajos que aparecían en mi camino eran trabajos basura, los que nadie más quería lidiar. En pocas palabras, fue realmente fácil darme los pequeños trabajos que no me beneficiaban debido a mi falta de logros y rango, y dado que no trabajaba directamente bajo ningún ejecutivo en particular,.

Básicamente, yo era el chico de los recados de la Mafia. No hacía eso solo por diversión. Esa vez, cuando me pillaron en medio de una pelea a gritos entre la esposa y el amante de ese ejecutivo, consideré seriamente morderme la lengua dos veces. Pero la razón por la que me forzaron a esta posición fue simplemente porque no podía hacer nada más.

Porque…

—Entonces al menos déjame ir contigo la próxima vez. No me interpondré en tu camino.

—No recomendaría eso. —Ango miró a Dazai por el rabillo del ojo— Olvídate de buscar criminales o buscar bienes perdidos. Traer a Dazai para resolver una pelea de enamorados es como echar gasolina al fuego.

—¿Quién no querría mantener encendido el fuego de una relación? Suena maravilloso si me preguntas.

—¿Ves? ¿Qué acabo de decir?

Tomé un trago en silencio sin responder a Ango.

—Dazai, tal vez deberías tener un pasatiempo antes de comenzar a entrometerte en el trabajo de otras personas, —continuó Ango— Algo más saludable que intentar suicidarte.

—¿Aficiones? Hmm… —Dazai hizo un puchero infantilmente— Bueno, el ajedrez y el Go son demasiado fáciles, me aburren. ¿Qué más hay por ahí?

—¿Qué pasa con los deportes?

—Detesto cansarme

—¿Qué tal estudiar, entonces?

—Demasiado trabajo.

—Entonces, ¿qué tal coci—? Espera, olvídalo.

Ango bajó la cabeza y se cubrió la boca. Debe haber recordado cuando Dazai nos hizo ese “estofado energético”. Nos dio mucha energía, tal como su nombre lo indicaba, pero no teníamos memoria de lo que sucedió los siguientes días después de comerlo. Cuando interrogamos a Dazai más tarde sobre lo que había puesto en el estofado, él solo se rio.

—Ah sí, creé una nueva receta de aquel plato. ¿Podrían probarlo la próxima vez que nos reunamos? Lo llamo “estofado de resistencia sobrehumana”. Puedes correr durante horas sin cansarte después de comerlo. Es el sueño de cua-

—Ni en un millón de años —Ango rechazó severamente.

—Si evita que te canses, entonces podría ser bastante útil antes de un día de trabajo duro — añadí.

—Odasaku, ese es exactamente el problema allí mismo. Estás habilitando a Dazai. No estás hablando, y es por eso que se sale del camino.

Ya veo. Así que eso era lo que Ango quería decir con “habilitarlo” Aprendes algo nuevo cada dia.

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—Camarero, ¿tiene un martillo?

—No tengo.

—¡Oh!, qué mal.

—Supongo que no hay mucho que puedas hacer al respecto, —dijo Dazai con una sonrisa.

—Ahh Acabo de volver del trabajo y ya me duele la cabeza… —Ango bajó la cabeza. Debe haber tenido un día difícil.

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—Trabajas demasiado duro, Ango. —le dije.

—Sí, lo haces — Dazai también habló.

Ango miró bruscamente de un lado a otro entre Dazai y yo, y luego dijo: —Parece que sí. Siento que estoy trabajando horas extras sin paga en este momento. Debería ponerme en marcha.

—¿Qué? ¿Ya te vas? —Preguntó Dazai, con un tono de decepción en su voz.

—A decir verdad… —La sonrisa de Ango reflejaba lo mismo que sus ojos— Cuando estoy aquí bebiendo con ustedes dos, casi olvido que el trabajo que estoy haciendo es ilegal. Camarero, gracias por la bebida.

Ango retiró sus pertenencias del mostrador y luego se levantó.

—¿Llevas esa bolsa contigo cuando sales de la ciudad por negocios? —Pregunté, señalando su pequeña bolsa de cuero. No tenía ninguna razón específica para preguntar; eso es todo lo que se me ocurre para detenerlo.

—Si. Sin embargo, no tiene mucho contenido —Ango abrió su bolsa para mostrarnos su contenido— Solo unos cigarrillos, un arma para defenderme, un pequeño paraguas… ah, y esta cámara que uso para el trabajo.

—Oh… oye, tomemos una foto todos juntos —sugirió Dazai alegremente de la nada— Para conmemorar, ¿sabes?

—¿Conmemorar qué? —Pregunté.

—Conmemorar que estuvimos aquí. O para celebrar que Ango está en casa. O para celebrar que te deshiciste de ese fracasado. Cualquier cosa servirá, la verdad.

—Lo que diga el ejecutivo —dijo Ango encogiéndose de hombros antes de sacar la negra cámara de su bolso. Era una vieja cámara de rollo de película, con la pintura negra desprendida aquí y allá por la edad y el uso.

—Asegúrate de que se vea genial. —dijo Dazai.

Ango sonrió mientras tomaba una foto de Dazai y yo juntos. Luego, a pedido de Dazai, tomé una de él y Ango en el mostrador. Dazai posó colocando una pierna en el taburete e inclinándose hacia él.

—Tomarlo desde este ángulo me hace ver más guapo.

—¿Por qué quieres tomar fotos de repente, Dazai?

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—Simplemente sentí que, si no tomamos una foto ahora, no quedará nada para demostrar que pasamos este tiempo juntos, supongo. —Sonrió brillantemente.

Resultó que Dazai tenía razón. Esa terminó siendo nuestra última oportunidad para fotografiar ese algo invisible entre los tres, lo único que nos hacía tomar conciencia del vacío que quedaba una vez que lo perdimos. Nunca tuvimos otra oportunidad de tomarnos una foto juntos en ese bar.

Porque uno de nosotros murió poco después de eso.

 

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