Bungo Stray Dogs (NL)

Volumen 2

Capitulo 3: Lacayo

Parte 1

 

 

Había estado lloviendo ese día. Estaba sentado. El tiempo pasaba lentamente, y todo el sonido era ahogado por el vago ruido de la lluvia que caía. El mundo mismo se sentía como una aparición. La lluvia caía ante mis ojos con inclinación, empapando el paisaje y volviendo todo azul. La niebla se mezclaba con el océano, ambos entrelazados con el aguacero. El paisaje húmedo y yo nos sentamos cara a cara, aunque separados por un vidrio.

Tenía catorce años en ese momento. Estaba en una cafetería leyendo un libro viejo. Las esquinas de la cubierta estaban desgastadas; una parte estaba rota. El libro era antiguo, con algunas letras desvanecidas aquí y allá. Encontré este libro después de un asesinato y lo traje conmigo, su antiguo propietario ya no lo necesitaría. Pasé las páginas.

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Era una persona mucho más simple a los catorce años. Había estado trabajando como asesino a sueldo independiente haciendo asesinatos por contrato, y no fallé ni una sola vez. El rico propietario original de ese libro junto con su familia eran simples manchas en la pared en ese momento. Ya no podía recordar por qué traje este libro conmigo.

Algo sobre eso, algo leve, acababa de quedarse en el fondo de mi mente. No tenía la costumbre de leer libros en esa etapa de mi vida, pero este era diferente. Era una vieja novela. La historia tenía lugar en cierta ciudad, y trataba de una miríada de personajes. Sin embargo, todos los personajes eran débiles y lamentables, incluso las cosas más pequeñas les causaban pánico. Pero misteriosamente, era una historia muy interesante.

Después del trabajo, siempre iba al mismo café y me sentaba en el mismo asiento para leer esa novela. Se había convertido en una rutina diaria, por eso había leído ese libro tantas veces. Lo estaba leyendo ese día también.

—Siempre estás leyendo el mismo libro, muchacho. ¿Es realmente tan interesante?

Alcé la vista en la dirección de la voz repentina.

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Parado frente a mí, derecho como una baqueta, había un hombre larguirucho de mediana edad con un bastón y un bigote corto que acentuaba su leve sonrisa. Lo había visto algunas veces aquí antes. Cuando le dije que era un buen libro, me miró con curiosidad.

—Eres un muchacho extraño. Hay muchas historias en este mundo que son mucho más interesantes que esa novela.

Miré al hombre sin decir una palabra. A decir verdad, ni siquiera sabía cómo explicarle a alguien por qué leía este libro con tanta frecuencia.

—¿Dónde está el último volumen?

Miré la pila sobre la mesa donde yacían los dos primeros libros. Había una desventaja importante en esta novela: solo había encontrado los dos primeros volúmenes. Por lo tanto, no tenía idea de cómo concluía la historia. Fui a todas las librerías usadas que pude encontrar, pero aún no pude encontrar el volumen final. Le dije al hombre que no era el dueño del libro.

—Ahora tiene sentido. Eres un chico con suerte. El último volumen de esa serie es el peor de los peores. Es tan malo que querrás lavarte el cerebro una vez que lo hayas terminado. Sé feliz con solo los dos primeros volúmenes. Es por tu propio bien.

Le dije que no podía hacer eso.

—Entonces escribe lo que pasa después, —dijo el hombre del bigote— Esa es la única forma de preservar su perfección.

Estaba atónito. Nunca pensé en escribir algo yo mismo.

—Escribir novelas es escribir sobre personas, —dijo el hombre— Se trata de cómo viven y cómo mueren. Por lo que puedo ver, estás perfectamente calificado para ello.

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No pude decir ni una palabra. No sentía que tuviera las cualidades que él reclamó: ese día, acababa de regresar de asesinar a otra persona por trabajo. Pero había algo extrañamente persuasivo en lo que dijo ese hombre. Era como si un brillo radiante a años luz de distancia brillara en sus ojos, y había una cierta firmeza en su voz que parecía lo suficientemente poderosa como para sacudir la tierra misma. Nunca había visto a una persona así antes.

Cuando le pregunté su nombre, me lo dijo, pero hace mucho que lo he olvidado. Unos días después, volví al café al mismo tiempo para encontrar un libro en mi asiento habitual. Pegado a la portada había un pedazo de papel que decía: “No me culpes si te arrepientes”.

Era el último volumen. Pasé todo el día leyendo ese libro.

En cuanto a lo que pensé de él…

***

 

 

Abrí mis ojos para encontrarme en una cama. Mis dos manos estaban envueltas en vendas.

Cuando me senté, el dolor en mi espalda por mi encuentro cercano con la explosión regresó.

Dejé escapar un gemido.

Estaba en una habitación de hospital. Estaba limpio, ordinario y tan silencioso como una morgue. Junto a la puerta había un hombre parado con traje negro y lentes de sol con los pies separados, pero firme. En el momento en que nuestros ojos se encontraron, se fue en silencio, aparentemente para ir a buscar a alguien.

—Hola, Odasaku. Estás despierto ahora, ¿verdad? ¿Como te sientes?

Dazai entró en la habitación con una sonrisa alegre.

—Siento que me han golpeado las resacas de los próximos cincuenta años —respondí, y luego miré alrededor de la habitación— ¿Encontraste a Ango?

—No, mis hombres solo te encontraron tirado en el suelo. No vieron ninguna señal del enemigo, ni siquiera una sombra. Akutagawa estaba realmente frustrado porque no podía “ejecutar al traidor”… De todos modos, Ango realmente estaba allí, ¿eh?

Le expliqué todo lo que sucedió en el edificio abandonado y le conté cada pequeño detalle tal como realmente había ocurrido.

—El cautiverio de Ango, la explosión, André Gide y las Fuerzas Especiales vestidas de negro…

Dazai colocó un dedo contra sus labios y luego cambió a una posición de pensamiento. Ni siquiera se movió una pulgada durante un minuto después de eso. Solo sus ojos vacilaron, siguiendo algo que solo él podía ver. Esperé en silencio.

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—Las cosas se pueden clasificar principalmente en dos fenómenos aquí. Uno es el ataque de Mimic. El otro es Ango y las maniobras secretas de las Fuerzas Especiales.

—¿Las Fuerzas Especiales y Mimic son organizaciones diferentes?

—Lo son. Para ser un poco más específico, esta gran disputa se debe a la confrontación de tres fuerzas: la Mafia, Mimic y las Fuerzas Especiales. Pero podemos ignorar al último por ahora. Debemos tener cuidado con Mimic. Mientras dormías, explotaron seis tiendas en el territorio de la Mafia… todas al mismo tiempo. Las bajas aumentan a cada minuto.

Junto con el contrabando y el comercio de bienes robados, la Mafia protegía tiendas y compañías a cambio de una compensación. Si esas empresas eran atacadas, la Mafia perdía instantáneamente la confianza de sus partidarios junto con parte de su infraestructura económica. De repente pensé en Pops en el restaurante. Ese lugar era uno de los pocos que manejaba.

—Pero parece que las tiendas más pequeñas se están guardando para más adelante.

Dazai debió haber leído mi mente.

—Mimic no se parece a nada que hayamos enfrentado hasta ahora. Son terriblemente rápidos, sus ataques son devastadores y aparecen sin hacer ruido. Incluso si quisiéramos atacar su cuartel general, ellos aparecen de la nada y se esfuman en el aire. No hay forma de tomarlos por sorpresa. Es como si estuviéramos luchando contra los fantasmas, contra verdaderos grau geists.

Pensé en el francotirador y en el edificio abandonado donde Ango había estado cautivo. Realmente había algo fantasmal en su existencia. Un escuadrón fantasma: almas difuntas que deseaban devorar incluso el espíritu corrupto de la Mafia.

—Todavía no podemos determinar un patrón definido de ataque, pero lo que sí sabemos es que se toman en serio la tarea de arrasar el territorio de la Mafia. Ni siquiera las atormentadas almas del infierno harían algo tan loco. Akutagawa y otras facciones militantes han formado filas y están luchando, pero… aún no sabemos la habilidad del líder enemigo. Estamos en desventaja.

—Ese usuario de habilidades… Akutagawa, es uno de tus subordinados, ¿verdad? —Dije, buscando en mi memoria— Escuché que tenía una habilidad bastante agresiva… ¿pero ni siquiera él es rival para ellos?

—Akutagawa… es como una espada sin vaina. —Dazai sonrió de oreja a oreja— Seguramente se convertirá en el usuario de habilidades más fuerte de la Mafia en un futuro no muy lejano, pero por ahora necesita a alguien que pueda enseñarle cómo guardar esa espada.

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Estaba sorprendido. Nunca había escuchado a Dazai hablar abiertamente tan bien de uno de sus hombres así antes.

—¿Realmente es tan talentoso?

—Cuando lo vi por primera vez en los barrios bajos, me horroricé. Sus talentos son extraordinarios, y su habilidad es extremadamente destructiva. Además, es terco. Si lo hubiera dejado a su suerte, habría terminado siendo esclavo de sus propios poderes hasta que se destruyera a sí mismo.

Dazai no escogía libremente a la gente que trabajaba para él, punto; mucho menos un niño al borde de la inanición en los barrios bajos. Pero Dazai parecía tener sus propios motivos para hacerlo.

—En cualquier caso, volviendo al tema, Mimic es a quien debemos vigilar actualmente. Se ha convocado una reunión entre los cinco ejecutivos donde discutiremos cómo manejar la situación usando todo lo que tenemos. Estamos en alerta máxima.

El presidium era una conferencia legislativa extremadamente poderosa que decidiría el curso de toda la Mafia. Hasta donde tengo memoria, la última vez que tuvieron uno fue durante el Conflicto de Dragon’s Head. Una vez más, me encontré cara a cara con la amenaza que representaba Mimic.

—Todavía no sé qué persiguen las Fuerzas Especiales, —continuó Dazai— Pero después de ver lo que te hicieron, parece que no enseñarán sus colmillos y nos atacarán pronto. Mimic es la verdadera amenaza. Hace poco tiempo, mis hombres, incluido Akutagawa, fueron emboscados. Fue como una bestia devorando una serpiente venenosa. La batalla tuvo lugar en la carretera principal frente al museo de arte…

Salí de la cama mientras escuchaba. Mis dedos todavía estaban ligeramente entumecidos, pero no lo suficiente como para molestarme durante la batalla.

—Odasaku, no me digas que planeas ir, —dijo como si me estuviera reprendiendo.

—La Mafia está devolviendo el golpe con todo lo que tenemos, ¿verdad? —Respondí, deslizando mis brazos por las mangas de mi abrigo que colgaba en la pared.

—Pensé que no te interesaba pelear —respondió Dazai con una sonrisa.

—No me gusta —insistí mientras equipaba el arnés de mi arma— Pero a veces hay cosas pequeñas que me molestan… como las dos personas con las que tengo una deuda.

Después de terminar de prepararme, crucé la habitación. Dazai me miró en silencio. Cuando llegué a la puerta, me arrojó algo que tintineó cuando lo atrapé. Abrí la mano para encontrar la llave del auto. Entonces Dazai agregó:

—No te preocupes por las deudas. Siquiera nadie recuerda haberte hecho favores.

—No soy bueno para olvidar —me di vuelta y respondí— Dazai, ya me has ayudado varias veces con este caso. Tus hombres están bajo ataque, ¿verdad? Necesitan tu ayuda.

—Ya sabes, realmente me duele que consideres algo tan pequeño como esto una deuda —Él sonrió débilmente— Entonces, ¿quién es el otro a quien le debes?

No le respondí; Acababa de abrir la puerta y me fui de allí. Dazai me despidió sin presionar más. A pesar de ni siquiera intercambiar una palabra, estábamos pensando lo mismo.

***

 

 

Dos fuerzas se enfrentaban en un tiroteo frente al santuario blanco como la tiza: los soldados Mimic con ropa gris hecha jirones y los miembros de la Mafia con trajes negros y lentes de sol. Ambos disparaban los mismos rifles automáticos extranjeros. Las balas volaban a través de la plaza del pueblo, desgarrando los pilares de color pálido del santuario como una escultura de hielo. El edificio rectangular con su fachada de alabastro se elevaba hacia el cielo. El pavimento de adoquines cuadrados se extendía sin cesar por el patio, evocando una sensación digital y pixelada. Las columnas blancas espaciadas juntas actuaban como escudos para los disparos cuando se derrumbaban una tras otra.

Había cuatro miembros de la Mafia y nueve de Mimic. Mimic dominaba en calidad, cantidad y experiencia, ya que acorralaron a la Mafia en una esquina. Ellos se dividieron en dos grupos para lanzar fuego cruzado a través de un movimiento de pinza. Uno de los hombres de la Mafia gritó órdenes mientras devolvía el fuego mientras se retiraban al museo de arte. Los soldados de Mimic, por otro lado, no dijeron una palabra. Simplemente avanzaron, persiguiendo a su presa en silencio. Cuando el primer soldado de Mimic entró en el edificio, algo llamó su atención y rápidamente levantó la vista.

Eso, sin embargo, terminó siendo el último movimiento que hizo.

—¿No disfrutas el arte?

La cabeza del soldado voló hacia un lado, luego rebotó en la pared antes de terminar a los pies de su dueño. Pasó un momento antes de que brotara sangre fresca del corte limpio del cuello del soldado. Una sombra oscura se deslizó hacia el suelo, un abrigo negro ondeando elegantemente en la brisa. Al darse cuenta de que algo andaba mal, el siguiente soldado de Mimic sacó su arma.

—Qué grosero. Esta obra de arte aquí es la manifestación del espíritu humano. Muestra algo de respeto.

La sombría figura retorció su cuerpo, girando suavemente su abrigo negro. Se dividió en tres partes, cada una transformándose en una cuchilla sin masa antes de lanzarse hacia adelante.

Primero, el rifle se dividió en dos. Su contenido luego se derramó, mostrando una rebanada perfectamente lisa hasta el final. Luego, los dedos que sostenían el rifle cayeron sin ruido al suelo uno por uno. Finalmente, el torso del soldado de Mimic se deslizó lentamente hacia adelante mientras su mitad inferior se inclinaba hacia atrás antes de tocar el suelo.

Los soldados restantes, que afortunadamente habían estado fuera del alcance de la matanza de las cuchillas oscuras, apuntaron simultáneamente sus bozales al abrigo negro y apretaron el gatillo.

—Las armas son instrumentos de tontos.

La figura sombría con un abrigo negro, Ryuunosuke Akutagawa, dio otro paso adelante. Una fracción de segundo después, las doce balas chocaron con lo que parecían ser cuchillas silenciosas de oscuridad solidificada. La mayoría de las balas rebotaron incluso antes de llegar a Akutagawa, mientras que las restantes se estrellaban en una pared invisible, deteniéndose a escasos centímetros de él. Akutagawa cortó a través del espacio, creando un escudo. Giró su cuerpo, y las cuchillas oscuras y asesinas surgieron como para responder a su llamado.

La cara de un hombre, el cuerpo de otro, incluso las piernas de un soldado más fueron cortadas por la mitad. Aun así, el baile salvaje de las cuchillas no había terminado. Volaron por el aire como una violenta tempestad de oscuridad que destruía todo a su paso, como si fueran criaturas vivientes con sus propias mentes. Era una habilidad especializada solo en destrucción y asesinato, nada más.

Akutagawa se echó a reír. Era como si un demonio completamente negro devorara a los fantasmas grises.

—¡Retraite!1

Los rostros de los sobrevivientes de los soldados de Mimic se pusieron pálidos mientras retrocedían rápidamente.

—¡Vuelvan! ¡Peleen conmigo! Akutagawa gritó mientras los perseguía. Lanzas negras y balas chocaron violentamente en el campo de batalla.

  1. Retraite: Parece que es francés, que significa retirada

—¡Esto no es nada! ¡Esto apenas cuenta como una prueba! ¡Muéstrenme crueldad, muéstrenme el tipo de brutalidad que congelará mi alma! —el chico vestido de negro gritó con un eco de súplica en su voz.

Justo entonces, un vehículo del personal de Mimic apareció ante el museo de arte que contenía nuevos soldados. Como un perro loco, una sonrisa diabólica cruzó los labios de Akutagawa.

Fue entonces cuando una bengala se disparó en el aire desde el transporte de personal. Su fosforescencia corrió hacia arriba, dejando un rastro rojo en el cielo y proyectando una sombra sobre la tierra de abajo.

Inmediatamente, los soldados de Mimic hicieron cese al fuego.

—Qué-?

Desconcertado, Akutagawa examinó el campo de batalla. Ni un solo enemigo estaba sosteniendo su arma. Uno tras otro, colocaron sus armas en el suelo. Algunos incluso tenían ambas manos en el aire.

—¿Se están rindiendo? —Akutagawa murmuró con incredulidad— Imposible.

Con los brazos en alto, un soldado se acercó desde el otro lado del grupo. Tenía facciones hermosas, y tanto su ropa como su cabello tenían un tono gris plateado enfermizo, como si su alma hubiera sido succionada. El hombre se veía esencialmente igual que los otros soldados Mimic, pero era desproporcionadamente más alto que el resto. Y, sin embargo, sus pasos no emitían ningún sonido; Era como si no tuviera peso.

Decorando el pecho de su uniforme militar había varias medallas de honor de todos los colores. Los ojos sin emoción del soldado se clavaron en Akutagawa. Confundidos y perdidos, los miembros de la Mafia apuntaron con sus armas al hombre indefenso mientras se acercaba.

—Entonces eres tú… Eres el usuario de habilidades con túnica negra que dicen que es inmune a las balas —dijo el hombre alto, sus labios apenas se movían. Su voz parecía venir de ninguna parte en particular, como un viento aullante.

—¿Quién eres tú?

—El comandante… el líder de Mimic.

En el momento en que sus palabras se hundieron, los combatientes de la Mafia se apresuraron al unísono antes de apuntarle con sus armas. Los ojos del líder ni siquiera vacilaron.

—¿Su propio líder ha venido a rendirse? Una actitud admirable, pero apenas creíble… De hecho, me da asco.

El abrigo de Akutagawa se transformó en varios cinturones negros que unían las manos y los pies del líder Mimic antes de arrastrar al hombre de rodillas.

—Diga su nombre, líder de Mimic.

—Gide. André Gide. Vine a pedirte… un duelo.

El tono del líder era tranquilo; no parecía ser sacudido en lo más mínimo.

—¿El líder de Mimic desea pelear conmigo? Sería un honor si realmente te creyera. Responder preguntas que no te han hecho solo te hace menos convincente —Akutagawa le lanzó al hombre una mirada penetrante mientras hablaba— Líder de Mimic, ¿sabes por qué no te he cortado la cabeza todavía?


—Tal vez porque… ¿fuiste ordenado para no hacerlo?

Akutagawa golpeó a Gide en la cara. Con ambas piernas atadas juntas, no pudo esquivar, y una gota de sangre se derramó por la comisura de su boca.

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—La razón por la que aún no te he cortado la cabeza es porque escuché que el líder de Mimic es un usuario de habilidades.

Akutagawa le arrebató la anticuada arma de la cintura a Gide y luego se la apuntó.

—No puedo obtener su aceptación, sin importar cuántos debiluchos lanzaguisantes mate.

Muéstrame tu habilidad. Si es real, te daré el duelo que tanto deseas.

Gide solo miró a Akutagawa y el arma.

—Así que esta es tu habilidad… Puedes controlar el abrigo negro, —gimió, mirando las correas negras alrededor de sus brazos y piernas— Una habilidad extraordinaria, una sin aberturas. Sin embargo… te falta. No es suficiente para liberar nuestras almas del pecado original… Parece que esperaba demasiado de ti.

La cara de Akutagawa se puso rígida como un diamante. Su respiración se detuvo y algo en su cuerpo se quebró. Él respondió con el destello de su espada negra, cortando hacia un hombre que estaba atado y no podía moverse. Sin siquiera un toque de nerviosismo, Gide se inclinó hacia adelante e inclinó la cabeza. La cuchilla rozó el costado de su cara, cortando unos pocos pelos que revolotearon con el viento. Cuando Gide giró el cuello, la punta de su cabeza rozó el arma anticuada que Akutagawa acababa de robar. Cuando la pistola dejó la mano de Akutagawa, su dedo accidentalmente apretó el gatillo.





Uno de los cinturones alrededor de Gide reaccionó envolviendo la bala y deteniéndola antes de que pudiera llegar a Akutagawa. Sin embargo, esto liberó la mano izquierda de Gide… que llevaba otra pistola con su uniforme militar. Sacó su arma con esa mano y le disparó al mafioso a su lado antes de que el objetivo supiera lo que estaba pasando. La bala lo golpeó en el hombro, causando que el rifle automático del miembro de la Mafia disparara tres balas, una de las cuales atravesó el brazo de Akutagawa. Los otros dos golpearon a dos mafiosos en el cofre. Los disparos fueron fatales.

—¡¿Qué-?!

Desconcertado por recibir un disparo en el brazo, Akutagawa utilizó reflexivamente su habilidad para bloquear. Cortó el espacio, bloqueando el siguiente disparo de Gide, pero a cambio terminó deshaciendo las tiras que sujetaban a Gide, liberándolo. Inmediatamente, Gide tomó su otra arma tirada en el suelo… y fue entonces cuando comenzó la masacre unilateral.

No era una especie de poder misterioso y visible en la práctica. Las balas no giraban ni volaban en la dirección opuesta, ni caían rayos ni fuego del cielo. Nadie estaba siendo congelado en su lugar de repente. Fue simplemente una repetición del tiroteo anterior, con la excepción de que todo estaba ocurriendo a una distancia extremadamente corta, eso, y que el resultado fue diferente.

Gide rodó por el suelo mientras disparaba las pistolas con ambas manos. Cada bala perforaba recta y profundamente en el órgano vital de un miembro de la Mafia. Solo Akutagawa pudo defenderse —o más bien, se vio obligado a defender sería una descripción más precisa—.

—¿Que está pasando? ¿Es esto… una habilidad? —Akutagawa pronunció.


Los disparos iluminaban los alrededores de Gide mientras eludía cada contraataque, ya fueran balas o las garras negras de Akutagawa. Con el más mínimo movimiento, Gide esquivó a Akutagawa como si fuera un simple insecto. En poco tiempo, una de las balas de Gide finalmente se escapó de la guardia de Akutagawa y lo golpeó en el abdomen con suficiente fuerza que lo hizo retroceder. Tosiendo sangre, Akutagawa se echó hacia atrás e inmediatamente envolvió su tela negra alrededor de las heridas en su brazo y estómago para actuar como torniquetes improvisados. Sin embargo, el resultado le dio menos tela para usar para atacar y defender, lo que lo puso en una desventaja aún mayor.

—Imposible… ¿Una habilidad destructiva que supera la mía?

—Estoy celoso, usuario de habilidades de la Mafia… podría haberte preguntado lo mismo. —Gide se puso de pie con ambas pistolas desenfundadas— Si fueras un poco más capaz, si tuvieras más experiencia, entonces tal vez las cosas habrían sido diferentes. Pero en este momento, no eres más que un patito negro.

—¡No te atrevas a hablar así conmigo!

El cabello de Akutagawa se erizó. Su abrigo negro giró cuando comenzó a formar púas, pero Gide los derribó justo cuando estaban a punto de lanzarse a la velocidad del sonido.

—¡¿Tú… puedes leer mis movimientos…?!

—Nosotros somos Mimic. —Gide apuntó su arma a Akutagawa— Somos un fantôme escouade2 abandonado por Dios y caído en desgracia. Continuaremos marchando a través de sangre contaminada hasta que nuestro verdadero enemigo nos traiga la salvación.

Akutagawa se sintió brevemente abrumado por la presencia de Gide… porque sabía que Gide no estaba actuando ni faroleando, sino que solo decía la verdad. Podía verlo en sus ojos.

—Contéstame, líder de Mimic… —dijo Akutagawa en voz baja con una pistola en la cara— ¿Qué estás tratando de lograr atacando el territorio de la Mafia?

—Nada, —respondió Gide sin perder el ritmo—Los fantasmas no desean nada. Todo lo que queremos es que nuestras almas dejen de existir. Hace mucho tiempo, recurrimos a la Orden de Clock Tower para ese propósito. Ahora estamos aquí para exigírselo a ustedes… ¿Alguna última palabra, usuario de habilidades de túnica negra?

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—Mátame. —Akutagawa cerró los ojos y luego sonrió levemente— Entiendo tus sentimientos, de verdad que sí. Lamento no haber podido convertirme en el enemigo que buscabas.

—Hasta nunca

Gide apretó el gatillo.

Pero él no disparó. Justo antes que estuviera a punto de disparar, reflexivamente tomó medidas evasivas. Levantando sus pistolas, giró su cuerpo para esquivar algo… pero sus esfuerzos fueron en vano.

La bala de Odasaku golpeó la pistola de la mano de Gide.

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