Bungo Stray Dogs (NL)

Volumen 2

Capitulo 2: Un Raton Cayó En La Tramapa

Parte 2

 

 

—¿Podrían por favor no acercarse más? Apestan —dijo con disgusto con sus codos aún sobre el escritorio. Dazai y yo ni siquiera podíamos decir una palabra mientras estábamos parados junto a la puerta. Un silencio incómodo descendió sobre la habitación oculta.

Había oído que este joven era el chico nuevo, Ango Sakaguchi, pero esta era la primera vez que lo conocía. Dazai y yo intercambiamos miradas. De hecho, olíamos terriblemente mal. Después de todo, estábamos regresando de una misión. Debimos haber apestado a petróleo, óxido y sangre. Mi nariz había dejado de enviar señales a mi cerebro hace mucho tiempo.





Era en medio del conflicto de Dragon’s Head. No hubo una noche en la que no se escucharan disparos, y prácticamente cada gota de agua residual estaba contaminada con sangre. Los cuerpos de los miembros de los sindicatos clandestinos se apilaban en todos los rincones de la ciudad. Incluso la policía militar no podía detenerlo, no importaba que tuviera la mano de obra para inspeccionar las escenas del crimen.

Dazai y yo recibimos órdenes de limpiar los cuerpos de los miembros caídos de Mafia Port. Fotografiaríamos los cadáveres y luego nos llevaríamos sus pertenencias. No podríamos permitirnos que la policía tome nada como evidencia en su intento de frenar el crimen organizado.

Sin embargo, no era un trabajo que te permitiese obsesionarte demasiado en medio de la guerra. Además, todos los tiroteos tuvieron lugar en el sitio de eliminación de desechos del Acuerdo de Yokohama. Ahí fue donde el lodo y el aceite de desecho industrial generalmente se arrojaban ilegalmente, y la policía nunca se acercó, mucho menos los residentes vecinos. Por eso Dazai y yo estábamos cubiertos de barro y aceite. El hedor persistente fue suficiente para enviar a un gato callejero corriendo al otro lado de la ciudad en la dirección opuesta.

En un momento durante nuestra misión, Dazai me había dicho con una mueca incómoda:

—Huele tan mal que quiero cortarme la nariz

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Al mirarnos, Ango habló sin rodeos: —Pongan las pertenencias en mi escritorio, luego retrocedan. No abran la boca a menos que les pregunte algo.

Hicimos lo que nos dijeron.

—Eres el chico nuevo, ¿verdad? —Dazai habló— Lo siento, pero ¿puedo usar tu ducha? Como usted tan amablemente señaló, huelo horrible-

—Les dije que se queden callados.

Ango interrumpió a Dazai, haciéndole callar con la boca abierta. La otra mitad de la oración que Ango le había arrebatado flotaba ociosamente en el aire. Independientemente de lo joven que se haya visto, Dazai era el principal candidato para el próximo ejecutivo. Si bien Ango pudo haber sido un nuevo empleado en la firma de contabilidad, eso era excusa para su comportamiento.

Ango sacó los artículos de las bolsas que le dimos y comenzó a inspeccionarlos uno por uno. Identificaciones, llaves, teléfonos, cuchillos, pistolas, fotos. Revisó cada artículo mientras los registraba en su libro de cuentas. No tenía idea de lo que estaba haciendo Ango. Creía totalmente que la evidencia sería incinerada después de marcarlos con los nombres de los fallecidos. Sin embargo, el tipo nuevo estaba inspeccionando todos y cada uno de los artículos, anotándolos. ¿Qué estaba haciendo?

—¿Qué estás haciendo? —Mi curiosidad se apoderó de mí.

—¿Cuántas veces tengo que pedirles que se callen? —Ango respondió mientras su lápiz se deslizaba sobre el bloc de notas— ¿No es obvio? Estoy creando registros, por supuesto.

—Ya veo… —respondí.

—¡Dinos tu nombre! —Dazai de repente gritó, haciéndome saltar de sorpresa.

Los ojos de Ango se volvieron hacia Dazai. Luego, después de unos momentos de silencio, respondió:

—Ango… Sakaguchi.

—Je, je, je, je…

Dazai comenzó a reírse, sonriendo de oreja a oreja por alguna razón.

—¿Qué pasa con esa risa nauseabunda?

—Eres un tipo bastante interesante, Ango. Hacer eso no hará feliz al jefe. De hecho, solo costará más dinero y creará trabajo extra; olvídate de ascender en las filas.

—¿Estás diciendo que sabes lo que estoy haciendo? —Ango preguntó con más que un toque de sorpresa en su rostro.





—Estás haciendo registros de las vidas de los fallecidos. ¿Estoy en lo cierto?

Ango fue tomado por sorpresa, con sus ojos muy abiertos por la sorpresa como si acabara de darse cuenta de que Dazai estaba allí.

—¿Cuándo miraste dentro de mis diarios?

—No tuve que hacerlo. Es bastante obvio lo que estás haciendo.

No tenía idea de qué lo hacía tan obvio, pero cosas como esta siempre ocurrían cuando estaba con Dazai, así que solo observaba en silencio la escena. Dazai caminó directamente hacia Ango sin tener en cuenta su reacción.

—Cuanto más violenta se vuelve esta guerra, más comienzan a parecer sólo números los difuntos. ¿Cuántos murieron ayer? ¿Cuántos murieron hoy? La línea entre las pérdidas humanas y las de dinero y equipo comienza a desdibujarse. Ya no hay individuo, ni alma, ni dignidad de muerte. Pero estás luchando contra eso. De todos modos, ¿podrías leernos uno?

Ango miró a Dazai con irritación por unos momentos, pero finalmente bajó la mirada hacia los archivos y comenzó a leer.

—Cuatro de nosotros perecieron ayer durante el ataque cerca del sitio de desechos: Kurehito Umeki, Shoukichi Saegusa, Miroku Ishige y Kazuma Utagawa… Umeki fue un ex oficial de la policía militar que fue estigmatizado y expulsado de la fuerza por presuntamente matar a su colega. Se unió a la Mafia poco después y demostró ser un hábil líder en la batalla, incluso dirigió este pequeño grupo. Umeki ya había perdido a sus padres antes de estos eventos. Tiene un hermano muchos años más joven, pero no han estado en contacto. Si realmente mató a su colega ahora es un misterio que nunca se resolverá… El siguiente es Saegusa. Sucedió a su padre en la Mafia y había estado involucrado con la organización desde que era un niño. Tenía una manera de calmar las situaciones y aparentemente era amado por los dueños de las tiendas en nuestro territorio. Su sueño era convertirse en ejecutivo… Ahora tenemos a Ishige. Ella era una ex-trabajadora sexual que había estado cuidando a sus padres enfermos. Tenía una vista pobre pero un excelente sentido del oído, lo que le permitía escuchar a los enemigos antes de que atacaran. Ishige probablemente jugó un papel muy importante en la supervivencia de muchos de nuestros miembros… La víctima final, Utagawa, originalmente fue un asesino de un sindicato enemigo que se convirtió en una subsidiaria de la Mafia cuando casi fueron eliminados. A Utagawa le sobreviven su esposa e hijos, que no conocen su vida de asesino ni su asociación con la Mafia. Quizás nunca lo sabrán.

Me imaginaba la vida de los cuatro fallecidos mientras escuchaba a Ango. Si bien no podía verlos vívidamente, me sentí más cerca de ellos y de su existencia, que ya no existía. Ango cerró su libro y luego dijo:

—Todos encontraron la paz. Nadie puede quitarles eso. La información en este libro es evidencia de sus vidas y del legado de personas que nunca serán registradas como simplemente “cuatro muertes” en un informe. Comencé a recopilar esta información entre trabajos, y he creado los mismos registros para las ochenta y cuatro personas en la Mafia que han muerto desde que comenzó el conflicto.

Me encontraba mudo del asombro. Era difícil imaginar cuánto trabajo debió haber sido.

—¿Sabe el jefe sobre esto, sobre el hecho de que estás recopilando y registrando datos que no tienen valor estratégico? —Pregunté.


—Sí, reúno los archivos cada semana y los pongo en las manos del jefe. Al principio estaba molesto, pero ahora siente que esta es “una fuente valiosa de información para comprender realmente el estado de toda la organización”. Ha llegado a disfrutar de leerlos.

Lo que había comenzado como un proyecto paralelo entre trabajos se convirtió en su principal responsabilidad, uno que el jefe le entregó directamente. Supongo que eso explica por qué el jefe le dio órdenes a Dazai, un candidato para el próximo ejecutivo, a hurgar entre los cadáveres.

—Fascinante, ¿no es así, Odasaku? —Dazai palmeó descaradamente a Ango en la espalda.

—Realmente no hay nadie en la Mafia como este hombre, una verdadera pérdida de talento.

—Te dije que te quedaras atrás. Vas a hacer que empiece a apestar. —Ango hizo una mueca.

—¿No estás de acuerdo, Odasaku? ¿No te mueres de ganas de leer estos registros?

Asentí, y luego respondí: —Dime su precio, te los compraré.

—¡No están a la venta! ¿Por qué me molestan de todos modos? Estoy ocupado, ¿sabes? ¡Y hueles a tsukudani5 podrido!

—Vamos, ¿qué es un pequeño pez podrido a fuego lento entre nosotros? Además, va muy bien con el sake.

—¿De verdad? No tenía ni idea.

—¡No, no combinan! ¡¿Cómo puedes mentir sobre eso tan descaradamente?!

—P-pero… realmente… sabe bien, ¿sabes?

—¡No quise decir que debías ser más tímido al respecto!

—Realmente podría ir a tomar una copa ahora.

—¡Que buena manera de pensar! Vayamos al lugar de siempre. Incluso podemos llevar a este aprendiz de contador con nosotros mientras lo hacemos. ¿Qué te parece?

—Perfecto.

—Dije que estoy ocupado, así que…

—Odasaku, solo hay una forma de salvar a este hombre de su ajetreo. Todo lo que tenemos que hacer es abrazarlo con fuerza desde cada lado, cubriéndolo con barro, aceite y nuestro pútrido olor. ¡De esa forma, físicamente ya no podrá trabajar más hoy!

—Buen punto.

  1. Tsukudani (佃煮): tipo de comida que consiste en pescado, carne o vegetales, cortado en pequeñas

porciones y fritos en salsa de soja y mirin. Se utiliza como acompañamiento del arroz y no se come solo, puesto que el fuerte sabor a soja que tiene contrasta bien con el arroz hervido típico de la gastronomía japonesa.

—¡¿Q-qué?! ¡¿Me están amenazando?!

—Escucha, chico nuevo, la Mafia no amenaza. Nosotros asesinamos. Odasaku, toma su lado derecho, ¿quieres?

—Seguro.

—¡E-espera! ¡Estas son mis mejores ropas! ¡P-para! Me vas a hacer enoja… ¡Aaah!

Todos nos reunimos en el bar después de eso y nos conocimos. No había jefes ni subordinados presentes; los tres básicamente actuamos como iguales. Bebimos y charlamos. Eso es todo. Hablamos de la ciudad, del licor, de las personas que hemos conocido. No era como si estuviéramos discutiendo apasionadamente algún tema especial que quisiéramos compartir, pero, aun así, no nos quedamos sin cosas para conversar. Éramos como soldados que se habían topado en el campo de batalla del desierto por casualidad, reunidos alrededor de una fogata juntos, intercambiando palabras tranquilamente y bebiendo; simplemente compartiendo un momento del tiempo del otro.

En el mundo en el que vivimos, encontrar este tipo de relaciones es raro, como encontrarse con un palacio dorado en medio de un denso bosque. Si esta relación se rompiera alguna vez, no habría una segunda oportunidad para construir algo así con nadie más.

Pero entonces…

La pistola pasada de moda. El código de la caja fuerte.

Nuestra relación comenzaba a desmoronarse visiblemente a un ritmo alarmante.

***

 

 

Dazai bajó por unas escaleras que conducían a un sótano oscuro. Una niebla blanca se filtró silenciosamente a través de las grietas de los muros de piedra, haciendo que la cámara se volviera nebulosa, como si estuviera bajo el agua. Las paredes estaban húmedas y negras, brillando tenuemente después de absorber innumerables gritos y desesperación.

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Esta era la prisión subterránea de la Mafia. Muchos entraban vivos, pero muy pocos se iban de la misma manera. Decenas de personas fueron llevadas aquí por varias razones, entre ellas la gran cantidad de instrumentos de tortura disponibles, la extrema dificultad involucrada en el rescate de prisioneros y el simple hecho de que era un poco más fácil limpiar cualquier desastre y sangre en el sótano.

Dazai caminó por la prisión en silencio mientras se dirigía hacia la celda de los prisioneros especiales. No era más que una habitación individual de unos treinta y tres metros cuadrados. La única entrada y salida era una pequeña puerta de hierro; ni siquiera había una ventana para dejar entrar la luz. Grilletes y cadenas como las de una cárcel medieval colgaban de la pared.

Había tres cadáveres en el medio de la celda, todos relativamente frescos. Su sangre se extendía lentamente por el suelo, como si luchara infructuosamente por escapar de la sombría cámara. Los que murieron aquí eran soldados de Mimic. Habían perdido el conocimiento después de inhalar gas adormecedor en el casino, y la Mafia los había llevado allí para ser torturados.

—Dime qué pasó. —dijo Dazai.

Cuatro miembros de la Mafia también estaban dentro de la celda, tres de los cuales eran subordinados de Dazai que habían ayudado a luchar contra el francotirador en el callejón. El cuarto era un chico bajo y delgado vestido con un abrigo negro.

—Utilizamos gas para dormir para noquear a la vanguardia de Mimic cuando atacaron nuestro casino, y luego los trajimos aquí, —respondió un subordinado, levantando sus lentes de sol— Planeábamos torturarlos para obtener información sobre sus lealtades, e incluso retiramos el veneno escondido en sus molares para que no pudieran suicidarse.

—Sí, ya estoy al tanto. Ese era mi plan, después de todo. Lo que quiero saber es lo que sucedió después.

—Uno de los soldados se despertó más rápido de lo que esperábamos… —El que llevaba lentes de sol comenzó a tropezar con sus palabras— Antes de que pudiésemos encadenarlo… agarró una de nuestras armas y mató a sus hombres… solo para asegurarse de que no hablaran. Luego nos atacó y…

—Yo lo ejecuté —El joven del abrigo negro terminó la oración del mafioso. Dazai miró al niño, cuyos grandes ojos le devolvieron la mirada— ¿Hay algún problema?

—Ya veo… No, no hay problema —Mirando directamente a los ojos del niño, Dazai continuó— Derrotaste a un enemigo formidable e inflexible y protegiste a tus aliados, Akutagawa. Buen trabajo.

Dazai comenzó a caminar hacia el chico del abrigo negro, al que había llamado Akutagawa.

—Solo tu habilidad puede derrotar a un enemigo tan poderoso de un solo golpe. Impresionante. No esperaría menos de un subordinado mío. Gracias a ti, los tres enemigos que capturamos están muertos, enemigos a los que puse una trampa y trabajé muy duro para capturar vivos. Ahora volvemos al punto de partida sin una pista. Si al menos uno de ellos todavía viviera, podríamos haber obtenido información valiosa: dónde está su base, qué es lo que quieren, cuál es su próximo objetivo, quién es su líder, de dónde vino este líder, cuál es la habilidad de este líder… Realmente nos hiciste un favor.

—¿Información? Los cortaré en pedazos hasta que…

Dazai golpeó de repente a Akutagawa en la cara, evitando que terminara su oración. Akutagawa voló de regreso al suelo, su cabeza rebotando en el piso de piedra con un ruido sordo.

—Quizás hice que pareciera que quería escuchar excusas. Perdón por el malentendido —dijo Dazai mientras se frotaba los nudillos.

—Urgh…

Akutagawa gimió. Se había golpeado la cabeza con tanta fuerza que ni siquiera podía ponerse de pie.

—Dame tu arma —ordenó Dazai a uno de sus hombres. El subordinado estaba reacio a dársela, pero entregó su arma. Luego, Dazai sacó el cargador de la pistola automática, lo descargó hasta dejar sólo tres balas, y luego volvió a colocar el cargador. Inmediatamente apuntó con el arma a Akutagawa, que todavía estaba en el suelo.

—Tengo un amigo que está apoyando a varios huérfanos por su cuenta, —continuó, con el arma todavía apuntando al niño— Akutagawa, estoy seguro de que Odasaku habría sido lo suficientemente paciente como para darte la orientación que necesitabas si él hubiera sido el que te hubiera encontrado al borde de la inanición en los barrios bajos. Eso habría sido lo “correcto”. Pero “hacer lo correcto” no va mucho conmigo. Y solo hay una cosa que la gente como yo hace a los subordinados inútiles.

Dazai apretó sin piedad el gatillo en el momento en que terminó su oración. Tres disparos.

Tres destellos de luz. Tres casquillos vacíos tintinearon en el suelo.

Sudor goteaba por la frente de Akutagawa.

—¿Lo ves? Realmente puedes hacerlo si te lo propones.

Las balas flotaban inmóviles justo en frente de Akutagawa. Había usado su habilidad para detenerlos. Sin embargo, a pesar de eso, su expresión indicaba que estaba luchando.

—Te lo dije una y otra vez, —dijo Dazai, divertido— Tu habilidad no es solo para cortar a los pobres prisioneros. También puedes usarlo para defenderte.

La habilidad de Akutagawa, [Rashomon], le permite controlar su abrigo negro como otra forma de vida, transformándolo en colmillos o cuchillas para atravesar a sus oponentes. Dazai también había teorizado que su habilidad podría incluso romper el espacio, bloqueando las balas entrantes.

—Hasta ahora… nunca lo había usado para bloquear con éxito.

La voz de Akutagawa era sin vida, ronca. Había usado la mayor parte de su fuerza mental para crear una interrupción en el espacio.

—Pero mírate ahora. Lo hiciste. Estoy tan feliz por ti.

Akutagawa frunció el ceño. Una mirada de severa tensión se disparó en su rostro, casi explotando de emoción.

—La próxima vez que te equivoques, te golpearé dos veces y dispararé cinco veces. ¿Entendido?

La voz de Dazai era más fría que el hielo. Akutagawa trató de responderle algo, pero la mirada severa de Dazai lo presionó para que se callara.


Bungo Stray Dogs Volumen 2 Capitulo 2 Parte 2 Novela Ligera

 

—Ahora que he terminado de educar a mi subordinado incompetente, es hora de trabajar.

Veamos los cuerpos. Podríamos encontrar algo.

Después de dar órdenes a los tres subordinados a su lado, uno habló tímidamente.

—Entonces… ¿qué quiere que verifiquemos exactamente?

—¡Todo! ¿No es obvio? —Dazai exclamó exasperado— Necesitamos encontrar algo que pueda llevarnos a su escondite. Cualquier cosa podría ser una pista: las suelas de sus zapatos, la basura en el bolsillo, las migajas de comida de lo que comieron, los adhesivos pegados a la ropa… todo. Tsk… Mis lacayos parecen creer que golpear al enemigo hasta la muerte es todo lo que hace la Mafia. Odasaku resolverá todo por sí mismo a este ritmo.

—Sakunosuke Oda… Conozco a ese tipo —agregó vacilante el subordinado con lentes de sol— Dazai, señor, no quiero ser grosero, pero… lo vi barrer detrás de las oficinas el otro día. Un hombre de su estatus no está calificado para ser su amigo, y mucho menos luchar contra un enemigo como este.

Dazai miró atónito a su subordinado.

—¿Estás bromeando? ¿Odasaku no está calificado? —Preguntó Dazai, completamente sorprendido.

—Sí… —Los otros hombres asintieron también.

—¡Tontos! —Los labios de Dazai se curvaron en una mueca de genuino disgusto— Escuchen, les digo esto por su propio bien. No hagan enojar a Odasaku, no importa lo que hagan. Si tuvieran que enojarlo —de verdad, molestarlo profundamente — entonces las cinco personas en esta habitación estarían muertas antes de que pudieran sacar sus armas.

Los subordinados estaban sin palabras. Incluso Akutagawa miró a Dazai con una expresión tensa en su rostro.

—Cuando va en serio, Odasaku da más miedo que nadie en toda la Mafia. Akutagawa, podrías entrenar durante cien años, y aun así no podrías vencerlo.

—Eso es absurdo… —murmuró Akutagawa, con su voz sofocada— Eso es imposible… ¿Estás diciendo que yo…?

Pero Dazai simplemente lo ignoró.

—Ahora, ¡manos a la obra! Nuestro enemigo puede ser un dolor de cabeza, pero si no solucionamos esto pronto, la División Especial para Poderes Inusuales se presentará para apagar el fuego, y no queremos eso.

Con sus manos aún en el piso de piedra, Akutagawa simplemente miró a Dazai. Su mirada rencorosa estaba dirigida no solo a Dazai, sino incluso al propio Akutagawa.

***

 

 

Dejé la firma de contabilidad pensando en Ango, el hombre lentamente se estaba metiendo en el mal en algún lugar de la ciudad. O quizás nosotros, la Mafia, éramos los malos mientras que Ango y Mimic estaban del lado de la justicia tratando de derribarnos. Empecé a creer que esta hipótesis en realidad tenía aún más sentido que las otras. Dazai, el jefe, yo, todos en la Mafia, tal vez todos merecíamos morir, cargados de pecado, soledad y remordimiento. Por lo que sabía, eso podría haber sido prueba de la justicia de este mundo. Esos pensamientos me atormentaron la mente desde el momento en que salí de la empresa hasta que recibí una llamada de Dazai poco después.

—Hola, Odasaku. Sé que esto es repentino, pero tenemos una pista. Necesito que vayas a algún lado por mí ahora mismo.

Según él, los zapatos de los soldados de Mimic tenían múltiples hojas muertas pegadas en ellos de cierta hoja ancha perenne que no perdía sus hojas durante este período. Toda la planta tendría que marchitarse para que las hojas cayeran, pero las plantas perennes no morirían tan fácilmente. Por lo tanto, una posibilidad concebible era que se usara un herbicida para matarlo.

A partir de ahí, los hombres de Dazai buscaron especialistas que habían usado herbicidas para deshacerse de los árboles en los últimos meses. Como resultado, encontraron una tienda alrededor de Yokohama que de hecho había eliminado el mismo tipo de hojas anchas. Los trabajadores habían despejado a un grupo de ellos del costado de la carretera para un proyecto de reajuste de tierras, parte del cual incluía la expansión de un túnel de tráfico.

El área estaba en las montañas y sin ningún punto de referencia importante. La única instalación cercana era una estación de observación meteorológica que había sido abandonada hace más de una década. Nadie se atrevía a acercarse, por lo que poco a poco se vino abajo, desvaneciéndose con el tiempo. El edificio era grande, aislado y capaz de almacenar bienes y recursos. Era el escondite perfecto para Mimic, un grupo solo en un país extranjero sin nadie a quien recurrir.

La noche no estaba lejos. Conduje por la carretera hacia mi destino mientras los violetas y cerezas peleaban en el cielo sobre el horizonte. En algún lugar a lo lejos, escuché el sonido de las aves marinas graznando.

Paré mi auto por un sendero de tierra que cortaba las montañas y salí. A partir de ahí, troté por el camino de hierba gruesa hasta que finalmente vi un edificio de hormigón armado en la oscuridad, bañándose en el resplandor carmesí del crepúsculo. Era un edificio abandonado de tres pisos. La hiedra trepaba por lo que antes eran paredes blancas, que habían sido maltratadas por la lluvia, la brisa del mar y el paso del tiempo. La mayor parte de la pintura ya no estaba. En el centro del edificio había una torre de observación para monitorear el cielo, coronada con una sala de observación esférica que parecía haberse agregado más por estética que por cualquier otra cosa.

Como la tierra y los árboles absorbían la mayoría de los sonidos, el área estaba completamente silenciosa, como si flotara en el espacio exterior. No tuve la sensación de que había muchas personas escondidas dentro. Después de pensarlo un momento, decidí investigar el edificio en ruinas antes de que llegaran los hombres de Dazai. Tenía una corazonada, y si esta corazonada era correcta, entonces debería haber podido encontrar información sobre Ango allí, y esa información era probablemente algo que no debería mostrarle a nadie más en la Mafia.

Empujando la maleza, entré al edificio. No había nada en el primer piso… si ignorabas las baldosas sueltas, las sillas oxidadas y los escarabajos muertos diseminados. El sol de la tarde se asomaba a través de las grietas de las ventanas tapiadas, iluminando las partículas de polvo en el aire. Descubrí algunas huellas en el polvo y el suelo cubierto de grava: botas militares. Al parecer, varias personas habían venido a este lugar últimamente.

Había puesto un pie en la escalera del segundo piso, que parecía que podría derrumbarse en cualquier momento, cuando escuché un sonido proveniente de algún lugar del edificio. Era muy débil, tan ruidoso como un gatito rodando sobre su espalda. Subí las escaleras, pero no vi ni un alma en el segundo piso. Tampoco había signos de nadie en el tercer piso. Fue justo como pensaba. Corrí escaleras arriba, subiendo la torre de observación que conectaba con la sala de observación.

Cuando entré en una pequeña habitación en lo alto de las escaleras, encontré a alguien atado a una silla y sin poder moverse. Esa persona me gritó en el momento en que notó que estaba allí.

—¡Odasaku! ¡Quédate atrás!

Ignoré su orden y corrí. Ese hombre, Ango, luchó para liberar sus manos, que habían sido fuertemente atadas a la espalda, pero la cuerda ni siquiera se movió. Me deslicé detrás de él y comencé a tratar de desatar sus ataduras.

—¡¿Por qué viniste?! ¡Los enemigos están usando esta instalación como base!

—Simplemente sentí que querías mi ayuda.

Empecé a desamarrar los nudos, no era tarea fácil.

—¡No necesito ayuda!

—¿De verdad?

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Deslicé un dedo en uno de los nudos de la cuerda, luego tiré de él fuertemente. Se aflojó un poco.

—Déjame adivinar una de las razones por las que estás en problemas. Mimic descubrió que eras un espía. ¿Me equivoco?

—…! Eso es…

Ango se calló.

—Todos en la Mafia piensan que eres un espía de Mimic que se infiltró en la Mafia. Pero en realidad es lo contrario: Ango Sakaguchi es un espía de la Mafia que se infiltró en Mimic.

Ango instintivamente abrió mucho los ojos y me miró.

—Mimic estaba observando tu habitación a través de un visor de rifle de francotirador para asegurarse de que la vieja pistola dentro no fuera robada. Pero, ¿por qué no simplemente atacaban al jefe de la Mafia y acababan de una vez? La razón es simple: mentiste y dijiste que no sabías dónde estaba el jefe. ¿Pero por qué hiciste eso? Porque el jefe decide todo lo que dices y no dices sobre la Mafia.

Ango cerró los ojos con fuerza. Apretando sus dientes, parecía estar luchando por contener las emociones que brotaban de su interior. En poco tiempo, volvió a abrir los ojos y dijo:

—Odasaku, por favor, tienes que salir de aquí. Fallé. —Ango señaló al piso de arriba con la barbilla— Hay una bomba de tiempo arriba. Ahora que saben que los traicioné, planean no dejar rastro de mí.

—¿Lo ves? Sabía que necesitabas mi ayuda —Dejé de tratar de desatar el nudo y saqué mi arma— Inclínate lo más lejos que pueda de la silla.

Apunté cuidadosamente al nudo de la cuerda y disparé dos disparos. Toda la silla se sacudió cuando la cuerda voló.

—Vamos a salir de aquí. ¿Cuánto tiempo tenemos antes de que estalle la bomba?

—¡Todo el edificio se derrumbará en cualquier momento!

Prestando mi hombro a Ango, nos apresuramos a bajar las escaleras. Parecía que Ango había sido ligeramente maltratado antes de ser atado, se tambaleaba mientras se sostenía el costado. Pero incluso entonces, corrimos escaleras abajo tan rápido que casi nos caemos.

La bomba explotó justo cuando estábamos a punto de salir corriendo por la puerta. La onda expansiva vino primero, seguida de ráfagas de aire caliente que se precipitaron sobre nosotros.

Saltamos por la puerta de cabeza. Para ser más técnicos al respecto, la explosión nos dejó fuera de cabeza y fuimos arrojados arrojaron a los matorrales. Todo el aire fue exprimido de mis pulmones.

Finalmente, cascajos y escombros del edificio comenzaron a llover del cielo. Traté de moverme, pero la explosión de la bomba había inutilizado mi cuerpo. Afortunadamente, ningún trozo grueso de concreto voló hacia nosotros, y los ligeros cristales de las paredes fueron enviados volando a lo lejos. Aun así, nuestras espaldas estaban incómodamente acribilladas con innumerables trozos de grava, tanto grandes como pequeños.

Pasó casi un minuto entero antes de que pudiésemos comenzar a respirar normalmente. Tosí mientras me quitaba los escombros de la cabeza. Mi visión iba y venía de rojo a blanco.

—Ango… ¿Estás bien?

—Sí, de alguna manera.

Ango se arrastró para salir de los escombros antes de mirar hacia el edificio. Hice lo mismo antes de darme la vuelta también. El segundo piso estaba esencialmente destruido, dejando solo la estructura carbonizada. Incluso el piso de la habitación donde Ango estaba encarcelado había volado en pedazos. Mimic realmente hizo todo lo posible con los explosivos: destruyeron cualquier evidencia que hubiéramos usado para ir tras ellos.

—¿Cuánto sabe nuestro jefe sobre esto? —Le pregunté a Ango mientras trataba de recuperar el aliento.

—Casi todo, —respondió— él es el único en la Mafia que sabe que me infiltré en Mimic. Así de delicada es esta misión. Más gente sabiendo aumentaría las posibilidades de una filtración. Este es un principio fundamental cuando se maneja información secreta.

—Me han tenido —Me levanté y luego me senté sobre algunos escombros. —Así que por eso el jefe me ordenó encontrarte mientras mantenía la verdad en secreto.

Era un seguro en caso de que el trabajo encubierto de Ango saliera mal. Necesitaba un peón que lo salvara: alguien que no supiera nada, no engañaría a nadie y no sospecharía sin importar lo que sucediera.

—Las bombas y los roces cercanos con la muerte no son lo mío. —Ango sacudió la cabeza, dejando en claro su amargura— En cualquier caso, Mimic fue tan rápido para reaccionar como una flecha. Ni siquiera me dieron la oportunidad de tomar medidas para protegerme. Ugh… Puedo ver estrellas de colores cuando cierro los ojos. ¿Qué demonios es esto?

—Te acostumbrarás.

—Tengo que informar al jefe de lo que sucedió —Ango se puso de pie— El comandante de Mimic es un hombre peligroso. Es de mente fría, tiene las cualidades de un líder y busca conflictos. Planea aniquilar por completo a la Mafia, y sus hombres se cortarían la garganta por él. Incluso vi a alguien hacerlo.

—¿Cómo se llama su líder? —Pregunté.

—André Gide. Él mismo es un poderoso usuario de habilidades. Debe ser evitado a toda costa, especialmente por ti, Odasaku. Hagas lo que hagas, no luches contra él… Por cierto, fuiste tú quien encontró la pistola en la caja fuerte de mi habitación, ¿no?

Le respondí que sí.

—Esa arma es un símbolo. Hay un diseño especial en el martillo que demuestra que eres miembro de Mimic. Me tomó todo un año recibir una.

Mientras Ango se encontraba en medio de los escombros con sus piernas tambaleantes, rápidamente dirigió su mirada hacia los matorrales en las montañas… como si estuviera tratando de buscar algo allí.

—Es demasiado tarde para detener la guerra entre Mimic y la Mafia. Pelear es todo lo que piensan. Además, a ellos no les importa con quién luchan. Bailarían la macarena6 con el Cerbero si eso los llevara a su próximo campo de batalla. Si no hacemos algo pronto, la ciudad… ¡Ngh!

La piel alrededor de la sien de Ango se rasgó, y un rastro de sangre goteó lentamente por su mejilla. Le entregué un pañuelo, que me agradeció antes de usarlo para aplicar presión sobre la herida.

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—¿Quiénes son ellos?

—Son un ejército… aunque estoy seguro de que eso ya lo descubriste tú mismo. Son restos de una facción del ejército derrotado durante la guerra entre organizaciones anterior. Estos hombres no saben vivir fuera del campo de batalla. Son conocidos como grau geists, hombres sin maestro. Incluso ahora, están obsesionados con la guerra…

Ango de repente volvió su mirada hacia el camino de tierra.

—¿Qué es eso?

Seguí su mirada. Una pelota temari 7 azul, del tipo que usan los niños para jugar, bajaba por la pendiente de grava. ¿Se voló allí durante la explosión?

La pelota rodó hasta mis pies y la recogí. Era de un azul marino. Las cuerdas se estaban soltando, ya que era bastante vieja, pero había algo en el hermoso patrón geométrico que me atraía. La rodé en mi mano, y cuando junté mis palmas, encajaba perfectamente entre ellas. Miré hacia atrás, pero no había nada particularmente único-

  1. NT: Originalmente dice que bailarían el Jitterbug, que es un término que acoge todas las modalidades del baile del Swing, muy popular en los años 30-40, pero por motivos de acomodar la expresión a un ambiente hispano se decidió cambiar por La Macarena (1993). (PD: Gracias a Ahvarok por el consejo 😉
  1. Temari (手まり): La pelota temari son una forma de arte popular y de manualidades cuyo nombre significa “pelota de mano”. Para mejor referencia, en Kimetsu no Yaiba había una demonio que atacaba con esas pelotas

 

Bungo Stray Dogs Volumen 2 Capitulo 2 Parte 2 Novela Ligera


 

La tierra se sacudió de repente. De repente, mi mirada se encontró con el suelo frente a mí. Al segundo siguiente, me di cuenta de que me estaba cayendo, y me desplomé de cara, a pesar de que extendí ambas manos para atraparme. Mi visión se volvió borrosa. Me sentí enfermo. Cuando miré mis manos, estaban cubiertas de un líquido azul pegajoso; esa bola había sido cubierta en ella. Las partes de mi mano cubiertas en el líquido hormigueaban incómodamente. Las grandes campanas de alarma sonaron salvajemente en mi cabeza.

La visión terminó allí.

Me paré entre los escombros. Lo peor del final de la visión fue que ya estaba sosteniendo la pelota. Inmediatamente la tiré, pero ya era demasiado tarde. Empecé a sentirme mareado como hace un momento. Me froté las palmas de las manos sobre el abrigo para limpiar el limo azul, pero ya había sido absorbido por mi piel e infiltrado en mi cuerpo. Mi habilidad, [Flawless], me permitía ver algunos segundos —más de cinco, pero menos de seis— del futuro en mi cabeza. Así fue como pude evitar ataques sorpresa como disparos de francotiradores y explosiones. Sin embargo, si me diera cuenta de que estaba en peligro después de caer en la trampa… no había forma de evitarlo, incluso si tuviera una visión igual en el momento anterior.

Llevaba más de seis segundos sosteniendo la pelota. Fue muy tarde. Quien hizo esto sabía sobre mi habilidad a profundidad. No había muchas personas que podían. Sudando nerviosamente, intenté advertirle a Ango, pero no pude hablar. Una sombra oscura apareció silenciosamente detrás de él: eran cuatro, no, cinco personas vestidas con túnicas tan oscuras como la noche con máscaras de gas ocultando sus rostros. No eran de Mimic. Ninguno de ellos llevaba pistolas grises anticuadas, sino rifles de vanguardia con miras de precisión. Eran de las fuerzas especiales. Uno de los hombres de negro tocó a Ango en el hombro. Ango se dio la vuelta y asintió como si dijera que había entendido.

—Odasaku, me disculpo por los problemas que te causé.

Ango se acercó y colocó el pañuelo que acababa de darle en mi mano. No podía prepararme, no importa sostener el pañuelo. Ango sacó un guante de seda blanca de su bolsillo, luego se lo puso sobre la mano derecha antes de recoger el balón azul.

—Eres libre de hablar de todo lo que sucedió aquí. Todo lo que te dije sobre Mimic era cierto. Solo desearía haber podido tomar una copa contigo y con Dazai por última vez en el lugar y la hora habituales…

Un soldado de las Fuerzas Especiales tocó a Ango en el brazo, aparentemente dándole una señal. Después de responder con su mirada, Ango me miró y sonrió como si se hubiera rendido.

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—Cuídate.

Por el rabillo del ojo, vi a Ango dándome la espalda antes de irse con las Fuerzas Especiales. En ese momento, ni siquiera podía mover mi cuello o mis ojos. El mundo frente a mí fue tragado lentamente por la oscuridad. Con la lengua entumecida, llamé a Ango mientras se iba, pero ni siquiera yo sabía lo que estaba diciendo.

Un sentimiento indescriptible de soledad era lo único que llenaba mi corazón… como si estuviera flotando en el fin del universo.

Incluso eso fue tragado por la oscuridad.

Mi conciencia se desvaneció a la nada.

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