Boku Wa Tomodachi (NL)

Volumen 3

Capitulo 2: Historía

El segundo día de vacaciones de verano.

Yozora se quejó porque llegué tarde ayer por aparecer a la misma hora que nos reunimos normalmente, así que hoy me dirigí a la escuela inmediatamente después de terminar mí almuerzo.

Viendo como hoy estaba tan caluroso como ayer, Kobato optó por quedarse en casa de nuevo.

Llegué a la sala del club sólo unos cuantos minutos pasada la una de la tarde.

El único en la sala era Yukimura.

—Excelente trabajo como siempre, Aniki.

—Buenas… aunque en realidad no hice ningún trabajo hoy.

Mientras le hacía un codazo rápido a Yukimura que estaba inclinando su cabeza como si yo fuera algún jefe de una banda yakuza que acababa de salir de prisión, pregunté,

— ¿Dónde está todo el resto?

—Sena-anego y Yozora-anego aún no han llegado y María-dono está ocupada con su trabajo como monja hoy.

—Ya veo… ¿Le diste a María su comida?

—Sí. De acuerdo a tus instrucciones, me aseguré de que fuera saludable también.

— ¿Ohh? ¿Y qué le diste?

—Una sustancia conocida como proteína. He escuchado que es bastante buena para la salud.

Había una botella de píldoras de proteínas tirada encima de la mesa.

No puedo negar que es buena para la salud, pero…

— ¡¿Por qué siempre tienes que ir de un extremo a otro?!

Grité y tomé la botella.

Está estaba completamente vacía.

—… ¿María comió todo esto?

—Sí. No parecía estar muy a gusto, pero me ordenaste alimentarla Aniki, así que no tenía elección más que endurecer mi corazón y forzarla a comerlo.

—Estás bromeando… ¿no?

Realmente no podía imaginar al pequeño Yukimura forzando a María a comerse la botella entera de píldoras de proteína.

Entonces, con una mirada sumisa en su rostro, Yukimura dijo,

—…Ahora entiendo los sentimientos que Hashiba Hideyoshi tuvo cuando Manpukumaru fue ejecutado.

— ¿Manpukumaru?

—Él era el hijo mayor de Asai Nagamasa, después de la derrota de su padre en manos de Oda Nobunaga, fue crucificado por Hideyoshi bajo las órdenes de Nobunaga. Era un niño de solo 10 años.

—…Un niño de 10 años ¿eh?… Me siento mal por él.

Por cierto, María tiene 10 años también.

—Sí. Creo que los alaridos y gritos de Manpukumaru eran muy similares a los de María.

— ¡¿Sonaban similares?!

—A partir de mañana, no te preocupes de hacerlo saludable, ve por un sabor normal… Intenta darle algo más normal que una botella de píldoras, ya sabes, algo que de verdad ella quiera comer. Ya no estamos en la era de los Reinos Combatientes, no es necesario repetir la tragedia de Manpukumaru.

—Muy bien, déjamelo a mí.

Lo único bueno de eso era el hecho de que me escuchó.

—… Sabes a lo que me refiero, ¿verdad?

Mientras pensaba sobre las diferentes tragedias en la historia, me senté en el sofá.

Pensé que podría también matar algo de tiempo hasta que Yozora y el resto llegasen aquí, así que tomé un libro de mi bolso y empecé a leerlo.

… Pero, no pude calmarme.

Me di la vuelta, y vi a Yukimura parado ahí con su cara de póker sólo mirándome fijamente.

—Yukimura…

—Sí, ¿Hay algo que requieras de mí?

Me preguntó Yukimura con un tono feliz en su voz, por alguna razón.

—Ah, es sólo que, realmente no puedo calmarme, así que ¿podrías dejar de mirarme?

Cuando dije eso, Yukimura pasó de feliz a triste en un instante.

Su expresión facial no cambió mucho, pero podía sentir que toda la atmosfera alrededor de él había cambiado.

— ¿Puede que yo sea una molestia para ti?

—No, no es que estés molestándome…

—Si hay cualquier cosa insatisfactoria en cuando a mi comportamiento, la arreglaré inmediatamente, así que te suplico, Aniki, por favor permíteme quedarme a tu lado.

—Uu…

Gh, está siendo tan ridículamente sobre-formal conmigo como siempre, ¡Pero cuando me mira con esos ojos llorosos me hace sentir como que hice algo terrible!

—Puedes hacer lo que quieras.

Dije exhausto, ante lo cual, el rostro de Yukimura se iluminó como una ampolleta.

Y así, mientras la mirada intensa de Yukimura se dirigía a mi espalda, terminé de leer mi novela cuando ya eran un poco pasadas las seis de la tarde.

—Así que nadie vino ¿eh?… Bien, podría irme a casa, supongo.

Me levanté del sofá.

—Nos vemos mañana, Aniki.

—Sí.

Me separé de un Yukimura, que se veía ligeramente triste, y empecé mi viaje de regreso a casa.