Zero kara Hajimeru Mahō no Sho (NL)

Volumen 4

Capítulo 5: Contraataque

Parte 1

Interludio: Fin del trabajo

Recostado en su silla, Argentum sonrió para sí mismo al pensar en la bruja de las Tinieblas, en las bestias caídas y en su alumna.

Al final pude observar algo bonito. Han pasado casi cien años desde que nací en este mundo.

“¿O quizás ya han pasado más de cien años? No lo recuerdo.”

Desde que conoció el concepto de conocimiento, dedicó toda su vida a observar. Deseaba saber, comprender. Era un hambre. Un anhelo.

Estaba dispuesto a hacer cualquier cosa, por escandalosa que fuera, con tal de observar. Para compensar la reducción de la población de la isla causada por los ataques de los dragones, desencadenó tormentas para atraer a los barcos como un malvado hechicero de antaño.

Pero ahora, ese hambre y ese ansia se habían desvanecido, sustituidos por una satisfacción extrema. Desde que empezó a observar la magia, cada día había sido un día emocionante. No podía seguir el ritmo de la serie de nuevos acontecimientos. Incluso documentarlos todos le frustraba.

Hoy ha llegado a un punto muerto. Con la llegada de la “administradora”, la Bruja de las Tinieblas, el reino se paralizaría durante un tiempo.

Lo que sucedería después era previsible. No. No existía tal cosa como una predicción impecable. Tal vez podría suceder algo tan sorprendente, que ni siquiera él podía imaginar.

“Oh, cómo me gustaría haber visto eso.”

Argentum exhaló. La suya era la voz de alguien que hablaba de sueños que nunca se cumplirían.

Una hoja de plata brilló y la cabeza de Argentum salió volando. La cabeza cortada rodó por el suelo, con la mirada perdida en su cuerpo decapitado.

Sabía que esto ocurriría.

Las innumerables informaciones que Argentum observó apuntaban todas a este día.

Aunque el guerrero bestia le perdonara la vida, estaba destinado a morir hoy.

Detrás del cuerpo decapitado, se agitó la silueta de un hombre. Tenía el cabello verde jade y llevaba un atuendo de sacerdote de color negro azabache. Su mano sostenía una guadaña, del tipo que los agricultores utilizan para segar el trigo.

La sangre fresca goteaba de la guadaña. Argentum sabía que le pertenecía.

Un adjudicador de la infame Dea Ignis. Ejecutores enviados por la Iglesia para matar brujas y hechiceros.

“Argentum el brujo. Los pecados que has cometido son demasiado graves. Propagar la brujería impía en la isla, lavar el cerebro de la gente, guiarla y tomar la vida del virtuoso sacerdote que vive en la iglesia. Expiarás tus transgresiones…” Argentum pensó que su voz tenía un tono de dulzura. “… Con tu vida.”

El hombre dio un golpe con su guadaña y ésta se transformó inmediatamente en un bastón ordinario.

Es un artilugio interesante, pensó el hechicero. Incluso al borde de la muerte, se alegró de haber visto algo inusual.

El adjudicador se volvió de espaldas a Argentum, sin interesarse ya por su cadáver, y luego encendió un paño en la chimenea y lo dejó caer al suelo. Antes de que las abrasadoras llamas pudieran alcanzar el cuerpo de Argentum, el sacerdote salió solemnemente de la habitación.

La mente de Argentum, sin embargo, estaba tranquila y satisfecha.

Quizá ya no me arrepiento de nada.

Encontró la magia, la observó durante años y hoy conoció a su creador. Había aprendido todo lo que quería saber, había visto todo lo que deseaba ver. Había escrito todo lo que debía ser documentado. Ni siquiera el fuego del infierno podría quemar eso.

Argentum había completado todo el trabajo que se había asignado a sí mismo.

Si cerraba los ojos, seguramente vería un futuro sin límites. Los muchos pasados que había observado convergerían y se convertirían en un único y claro camino.

Me voy a tomar una siesta…

Se sintió cómodo mientras su conciencia se desvanecía lentamente. Las llamas eran agradablemente cálidas.

Creo que no he tenido un buen sueño en mucho tiempo. Estoy seguro de que esta vez tendré uno.

Cerrando lentamente los ojos, Argentum comenzó a soñar, un sueño del que nunca despertaría. ¿Era su sueño una profecía del futuro? O quizás…

***

Tras abandonar la guarida de Argentum, no regresamos a Nordis, y en su lugar nos dirigimos al reino vecino de Altaria.

“El ritual tendrá lugar en Altaria.” Dijo la princesa. “Invocar al dragón en Nordis, donde están los ciudadanos, no es ni mucho menos la mejor opción.”

Habíamos decidido dejar Argentum en paz. Nuestro objetivo ahora era recuperar las copias del Grimorio de Zero, matar al dragón y abandonar la isla a salvo. Para ello, era necesario el éxito del Festival de la Matanza del Dragón. Así que, por el momento, decidimos observar cómo se desarrollaban las cosas en lugar de armar un escándalo por las copias.

El Cuerpo Mágico partió anoche hacia Altaria, y ya se estaban preparando para el ritual en el castillo real de Altaria.

Raúl me explicó por el camino la geografía y la historia de Altaria. “Altaria se encuentra al pie de la montaña donde vive el dragón. En la Isla del Dragón Negro, cuanto más te acercas a la montaña donde vive el dragón, más rica es la tierra y más fácil es que crezcan las plantas, así que la gente que llegó a esta isla hace mucho tiempo empezó a cultivar campos allí.”

“De acuerdo, claro, los cultivos crecen allí, pero ¿se cultivarían normalmente campos al pie de una montaña donde vive un dragón?”

“Al principio, nadie creía que un dragón viviera en la isla. Ya sabes, los dragones rara vez se muestran.”

Se decía que los dragones sólo se despertaban una vez cada cien años, e incluso cuando lo hacían, volvían a entrar en un profundo letargo tras una breve comida.

Así, los habitantes que llegaron a la isla construyeron una aldea que acabó convirtiéndose en un reino a lo largo de un siglo. Sólo entonces se dieron cuenta de la existencia del dragón.

“Al parecer, apareció con la lava de la montaña que escupe fuego y devoró a la mitad de las personas que vivían cerca del castillo real. A diferencia de otros animales, los humanos estaban reunidos en un solo lugar, lo que los convertía en un objetivo fácil. Pero los habitantes de Altaria eran originalmente criminales exiliados, y no tenían la tecnología necesaria para construir un barco. No tuvieron más remedio que quedarse en la isla.”

No podían salir de la isla y, fueran donde fueran, el dragón los seguía. Como resultado, se creó el Festival del Dragón Sagrado para convivir con la criatura.

“El festival se celebra una vez cada cien años. Ofrecen tantos sacrificios como sea posible, y como indicación de no resistencia, también ofrecen una virgen al altar. Todo eso lo aprendí de un viejo libro.”

“¿Una nación que perduraba ofreciendo sacrificios a un dragón?” Murmuró Zero. “Eso explica el nombre de Altaria, de altar.”

Miré a la princesa que caminaba delante de nosotros. “Así que el plan de la princesa es atraer al dragón haciendo el papel de la virgen, no mostrar resistencia y luego matarlo.”

“Esa es nuestra mejor opción.”

“Eso otra vez… ¿De verdad funcionará?”

“Si no funciona, se acabó. No hay nada más que podamos hacer.” “Tienes muchas agallas…”

Estaba más que impresionado. Estaba sorprendido. Argentum nos pidió que protegiéramos a la princesa, pero no tenía ni idea de cuáles eran los planes de Zero.

En cualquier caso, no pude hacer nada contra el dragón. Sólo recordar la criatura que vi en el barco me hizo sentir que iba a morir tres veces.

“¡Veo el castillo!” Exclamó Raúl, señalando una colina más allá de la carretera principal. En la cima de la suave pendiente había una ciudad con tejados rojos, de la que sobresalía una torre cilíndrica.

“Vaya… Ese castillo es antiguo.” Dije.

“Oh. ¿Se puede saber con sólo mirar la torre?” “Más o menos.”

Se dice que los castillos empezaron siendo torres construidas sobre un montón de tierra.

Casi se puede adivinar cuándo se construyó sólo por la forma de la torre del castillo.

“Si es simple y sencillo, suele ser antiguo. Si es rectangular, es aún más antiguo.” “Ese es un criterio bastante flojo.”

Con el paso del tiempo, las torres se convirtieron en las viviendas de la familia real, se construyeron más casas alrededor de las torres para que vivieran los soldados y los castillos se hicieron más grandes y complejos.

En los últimos tiempos, hubo incluso castillos construidos únicamente para presumir, con mucho dinero gastado en lugares que no tenían ninguna importancia defensiva.

En este sentido, las catedrales eran similares. La Iglesia compartía la misma mentalidad con la gente de poder, construyendo edificios enormes, llamativos y caros como muestra de su autoridad.

Llegamos a Altaria antes del anochecer y nos reunimos con Gouda, que nos esperaba frente a la puerta abierta de la ciudad.

No sólo el castillo era antiguo, sino también la ciudad. Los muros que lo rodeaban eran de madera.

“O bien la llegada de la tecnología aquí se retrasó debido a la ubicación remota de la isla, o bien los materiales no estaban disponibles para empezar.” Murmuré mientras observaba la ciudad.

“Ambas cosas.” Contestó Gouda bruscamente, dándome la espalda. “Además, Altaria está lejos del mar. A diferencia de Nordis, no podría dedicarse al comercio a gran escala.”

“Me sorprende que no se haya caído.”

“Bueno, nos las arreglamos de alguna manera. Construimos un modesto puerto lejos del castillo e invitamos a los barcos mercantes. En la Tierra Prohibida crecen hierbas y plantas medicinales raras, así que la gente se detenía cuando comerciaba con Nordis.”

La guerra no sólo consistía en matar, sino también en conseguir recursos. La razón por la que los dos reinos permanecieron en estado de guerra durante tanto tiempo en esta pequeña isla fue probablemente porque les resultaba difícil obtener materiales, lo que les impedía tener batallas a gran escala.

“¿Has terminado con los preparativos?” Preguntó la princesa con voz imperativa, como si le dijera a Gouda que dejara la palabrería.

“Sí.” Respondió con rotundidad. Ni siquiera pareció inmutarse por su tono, aunque siempre tenía el ceño fruncido.

“Siguiendo la tradición, hemos colocado todas las ofrendas que hemos podido en el altar del acantilado.”

“¿Y el silbato que llama al dragón?”

“Toma.” Gouda sacó de su bolsillo una flauta negra vertical. Tenía finas tallas y estaba ornamentada con oro y gemas.

“Parece una flauta muy cara.” Di mi sincera impresión.

“¡Cállate, bruto!” Gritó Gouda, con un aspecto extremadamente ofendido. “Nadie pidió la opinión de un sórdido.”

Me encogí de hombros.

“Esta es una flauta transmitida en la familia real de Altaria. Su timbre puede convocar al dragón, aparentemente.”

“¿Aparentemente?”

Gouda desvió la mirada. “No lo sé, ¿vale? El ritual es antiguo. Los que invocaron al dragón están todos muertos. El último ritual se realizó hace trescientos años.”

Se había transmitido como una tradición legendaria, pero nadie la conocía realmente. Más aún cuando el rey y el príncipe de Altaria habían muerto.

“¿Conoces la melodía?” Preguntó la princesa.

“Sí. Encontré una hoja. No es una melodía complicada.”

“Bien. Comenzaremos los preparativos para el ritual inmediatamente.”

***

Siguiendo el camino que salía de la parte trasera del castillo real, llegamos a un escarpado precipicio. En el borde del acantilado había un viejo altar de piedra, lo suficientemente grande como para que un dragón gigante se posara en él.

En total, había trece juegos de escaleras que llevaban a la cima del altar, y justo delante de él se encontraba la montaña donde vivía el dragón.

A los lados de la escalera había esculturas de dragones, que destacaban inquietantemente en la oscuridad mientras la hoguera los iluminaba.

“No me siento muy cómodo con esto.” Dije. “Sé que es una trampa para atraer al dragón, pero aun así.”

Sobre el altar había varias ofrendas: ciervos, jabalíes y frutas. En el centro había una silla con acabado de seda donde la princesa estaba sentada.

Se había soltado el cabello, se había quitado el monóculo y la armadura, y sólo llevaba un sencillo vestido blanco, que desde la distancia la hacía parecer una indefensa mujer sacrificada.

La princesa sostenía un cuchillo con la sangre de Raúl en la mano. Dijo que usaría el hechizo más fuerte de su arsenal. Me pregunté qué tipo de hechizo sería.

“¿Estás preocupado por la princesa?” Preguntó Zero.

Fruncí el ceño. “Estoy más preocupado por mí, en realidad. Si la princesa falla, el dragón se pondrá furioso.”

“No hay necesidad de preocuparse. Estoy aquí.” “Entonces, ¿por qué no tomas su lugar?”

“La princesa es la gobernante de este país. Su acto heroico, actuando como cebo para matar al dragón, será la clave para unir los reinos. Eso es probablemente lo que ella está pensando. En ese caso, es mejor que me mantenga al margen.”

“Tal vez.” Apoyado en el tronco de un árbol, miré alrededor del altar. El Cuerpo Mágico estaba en espera abajo, preparándose nerviosamente para lo que iba a suceder. Arrugué la nariz y moví los bigotes. “Parece que va a llover.”

Un sonido agudo y claro resonó en la noche. Procedía de Gouda, que tocaba la flauta desde debajo del altar. Había tres tipos de melodía: alta, baja e intermedia. Soplaba una nota cada vez, con cuidado y de forma prolongada, como si quisiera verificar cada nota.

Hubo una pausa momentánea. Una melodía tan suave y agradable al oído comenzó a recorrer la noche.

El viento soplaba desde el acantilado hacia la montaña. Tal vez llevara consigo el sonido de la flauta. La melodía me dio sueño en el buen sentido. Ahogué un bostezo.

Un rugido procedente de la montaña sacudió el aire. Agudicé los oídos y rápidamente puse mi cuerpo en alerta total.

Un momento después, mis oídos captaron el sonido de unas alas batiendo. En la oscuridad de la noche, pude ver la silueta de un dragón volando desde la distancia.

Vetas escarlatas brillantes recorrían su cuerpo negro como si fueran grietas. Cuanto más se acercaba el dragón, más caliente se volvía el aire. Probablemente traía consigo el aire caliente del volcán.

“¡Viene el dragón!” Gritó alguien del Cuerpo Mágico.

Gouda seguía soplando su flauta, mientras la princesa permanecía inmóvil en su silla. Bajo el altar, los soldados gritaban, esperando el momento adecuado para desatar su magia sobre el dragón que se acercaba.

El dragón llegó al frente del altar y se posó de una manera que parecía rutinaria. Miró a la princesa y las ofrendas, las olió, inclinó ligeramente la cabeza y abrió lentamente la boca.

“Whoa, whoa. No vamos a sentarnos aquí a verla morir, ¿verdad?” Me incliné hacia adelante, ansioso.

La princesa se levantó y blandió su daga.

Gouda dejó de tocar la flauta. “¡Inmovilícenlo!” Ordenó. “¡No dejen que se acerque más al altar!”

El dragón estaba a punto de devorar a la princesa cuando el Cuerpo Mágico que rodeaba al dragón desencadenó Steim a la vez. Gimiendo, la criatura retrocedió. Perdió el equilibrio y cayó del altar, pero recuperó el equilibrio en el aire y se elevó.

Intentó darse la vuelta y marcharse, pero el Cuerpo Mágico no se lo permitió. Los soldados utilizaban magia para sujetar al dragón y mantenerlo cerca del altar.

“Eso definitivamente es un reino que luchó en una guerra mágica.”

Eran expertos en el uso de la magia en la lucha. El furioso rugido del dragón sonó, pero ninguno de ellos vaciló ante la presencia de la criatura, cuyas garras eran tan grandes como un humano de tamaño adulto.

La princesa abrió la boca y comenzó a cantar. “Hectseid nedfrad ista tum di haria.” Dibujó un diagrama en el aire con su daga y lo elevó al cielo.

“¿Qué pasa con las nubes?”

Se estaban reuniendo arriba, como si respondieran a la llamada de la princesa. Un trueno, fuerte como el rugido de una bestia feroz, retumbó desde las nubes, sacudiendo el aire.

“¡Eso es Adwecris, de la página diez del Capítulo de la Caza!” Exclamó Zero. “¡Eso es magia muy avanzada!”

“¿Es realmente tan increíble?” Pregunté.

“He explicado antes que la magia contenida en el Grimorio de Zero se vuelve más poderosa y más difícil de controlar cuanto más se avanza en las páginas. La magia más poderosa que la muchacha de Wenias puede lanzar es Flagis, un hechizo de la sexta página.

¿Ahora te das cuenta de lo imprudente que está siendo la princesa?” “En ese caso, ¿estará bien?”

“No lo sé.” La voz de Zero tembló, y esbozó una sonrisa inusualmente tensa. “La habilidad latente es algo aterrador. Ya veo por qué Argentum quería confiármela. Es peligrosa.” Había terror en su voz.

Un grito repentino atravesó la oscuridad y una persona cayó. ¿Qué está pasando?

Siguieron más gritos. “Mercenario, ¿qué fue eso?”

“No lo sé, pero algo está mal. Parece que fueron atacados.”

¿Saldrían bandidos en esta situación? ¿O eran animales salvajes? Me asomé a la oscuridad. Una hoja blanca brilló. Capa negra. Cabello de jade.

“¡Es el adjudicador de Dea Ignis!”

“¡¿Qué?! ¡¿Por qué el sacerdote aparece aquí ahora?! Los encantamientos para hechizos avanzados son largos. ¡La princesa está indefensa mientras canta!”

Era la peor combinación posible. La Iglesia trataba a los dragones como criaturas sagradas, y la princesa estaba tratando de matar a uno. No había manera de que Dea Ignis no interfiriera.

“Desde el trono de las turbulentas nubes oscuras, ven, ¡oh Rey del Trueno envuelto en rayos!”

Mientras escuchaba el canto de la princesa a través del fuerte viento, desenfundé mi espada y comencé a correr.

“¿Qué piensas hacer?” Preguntó Zero. “¡Va a matarla!” Grité.

Hubo un miembro del Cuerpo Mágico que se dio cuenta de la inusual situación. Estaba observando de cerca al sacerdote. Era el capitán Gouda.

Gouda saltó hacia delante, protegiendo a uno de los soldados que intentaba huir, presa del pánico. Con un movimiento fluido, desenfundó la espada que llevaba en la cintura y paró la guadaña del sacerdote. A pesar de ser el comandante de un Cuerpo Mágico, su habilidad con la espada era notable.

La punta de la guadaña atravesó el suelo y el sacerdote se tambaleó. Pero tenía más de un arma. En todo caso, las finas cuerdas que se extendían desde su guadaña eran más problemáticas.

El crujido de la cuerda sacudió el aire. Varios hilos bailaron y brillaron a la luz de la hoguera, apuntando al cuello de Gouda.

Girando mi espada en el aire, enredé las cuerdas alrededor de ella, empujé a Gouda hacia un lugar seguro y luego tiré de las cuerdas.

“¡¿Q-Qué?!” El sacerdote se tambaleó cuando tiré con fuerza.

Puse mi mejor sonrisa. “Es un placer encontrarte aquí, padre. Ha pasado mucho tiempo.

Deberías pensar en la situación antes de aparecer, ¡sacerdote molesto!”

Sus ojos, normalmente ocultos por su parche, se abrieron de par en par con asombro. “¡Tú, eres esa bestia caída! ¿Por qué estás aquí? No me digas que me has seguido.”

“¡Claro que no! Fuimos arrastrados a la orilla después de que un dragón hundiera nuestro barco.”

“Si tan sólo te hubieses perdido en el fondo del mar.” “¡Por qué tú…!”

El sacerdote aflojó las cuerdas y dio un salto hacia atrás. Me abalancé sobre él, blandiendo mi espada con toda la fuerza que pude. Con las rodillas dobladas, el sacerdote bloqueó mi ataque con la empuñadura de su guadaña. Le clavé la espada más profundamente. Con un chasquido de su lengua, el sacerdote rodó hasta el suelo.

“Monstruo.” Dijo. “¡Mis manos se han entumecido! Ahora mismo no tengo tiempo para jugar contigo.”

“¡Y necesitamos que te quedes quieto hasta que matemos al dragón!”

Con otro chasquido de lengua, el sacerdote giró, dirigiéndose directamente a la princesa. Lo agarré por el cuello y tiré de él hacia abajo, inmovilizando su cuerpo con mis rodillas. Ya no podía moverse.

“Qué pena. Se acabó el tiempo.” Dije triunfante. El canto de la princesa terminó.

“¡Oh, portador del rayo que quema toda la creación! ¡El beso de la lanza que atraviesa la tierra! Capítulo de la Caza, Página Diez: ¡Adwecris! Concédeme poder, pues mi nombre es Amnil.” Bajó la daga y la apuntó hacia el dragón.

Hubo un instante de quietud.