Shokei Shoujo no Virgin Road (LN)

Volumen 4

Capítulo 3: La fuga En Su Apogeo

Parte 2

 

 

Manon Libelle era del tipo que tomaba decisiones basándose en sus sentimientos por encima de la lógica.

No es que tuviera una personalidad impulsiva, ni mucho menos, pero raras han sido las ocasiones en las que esta haya acabado perdiendo los estribos contra alguna persona en específico, rompiendo en llanto en cara a un acontecimiento trágico, o que demostrará cualquier otra muestra de emociones prominentes. Dado lo reprimida que estuvo durante su infancia, las olas del temperamento de Manon eran, en todo caso, bastante tranquilas y niveladas.

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Sin embargo, basaba sus prioridades en sus preferencias personales.

Sus elecciones dependían de lo que le gustaba más; no de lo que fuera más ventajoso.

Desde que obtuvo su libertad al cumplir su deseo suicida de convertirse en una entidad tabú, dirigió su atención hacia la satisfacción de sus propios caprichos.

Y actualmente, sólo había una cosa en la mente de Manon—tomar un baño en las aguas termales.

—…y así, como ves, esa es la situación actual. La racha de supuestos crímenes fue en realidad perpetrada por una impetuosa sacerdotisa llamada Momo. Esos hombres no eran delincuentes sexuales. Sólo intentaban cerciorarse   de  que  podrían  recibirnos  sin     ningún inconveniente. Esa chica sigue suelta, y a este paso–

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El Director estaba de pie frente a Manon, parloteando mientras insistía en que la posada que había elegido era perfectamente segura y que no había hecho una mala elección en ese ni en ningún otro tramo de la realidad. «Más o menos por ahí va la cosa…».

Evidentemente, una serie de malentendidos había llevado a un grupo de miembros de La Cuarta a ser confundidos como pervertidos yarrestados. Pero, ¿qué tipo de confusión salvaje llevóa quese tomara alos asesinos por simples plagas sexuales? Manon no lo entendió del todo, así que dejó que la larga explicación del Director le entrara por un oído y le saliera por el otro.

La joven no tenía convicciones particularmente fuertes. Prefería no estar atada a obligaciones como el deber y la responsabilidad. Sólo había liberado al Director como resultado incidentalde su primer encuentro. El hecho de que la siguiera a todas partes tan solo le parecía molesto.

«Tan solo deseo que me acompañen chicas tiernas; no viejos raros».

Ymientrasmanifestaba este sincero capricho desde el fondo de su corazón, cogió una pequeña tetera y se sirvió un poco de té. Se trataba de un pequeño objeto excepcional que utilizaba una simple cresta de conjuración para hervir agua. Sin embargo, para quien no supiera conjurar encantamientos, era una tetera normal y corriente, lo que la hacía parecer una inclusión extraña para una posada de clase media.

Manon dio un sorbo al té y suspiró.

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Ella y los demás se encontraban en una habitación estilizada con temática del otro mundo.

El pasillo tenía hermosos suelos de madera, y cada cámara estaba dispuesta con esteras de tatami. Toda una rareza, sin mencionar que el edificio tenía una norma estricta de no llevar zapatos más allá de la entrada y que a las huéspedes les eran entregadas yukatas en lugar de pijamas.

El padre de Manon, quien fue miembro de La Nobleza, acabo siendo un ferviente admirador de la cultura japonesa debido a su esposa. Los kimonos que Manon llevaba a diario eran realmente llamativos, pero palidecían en comparación con los de esta posada de estilo japonés.

Había un total de tres personas en la habitación.

El Director, quien seguía parloteando; Manon, a quien poco le ignoraban sus parloteos; y Pandæmonium, que estaba tumbada sobre el tatami.

La más joven del trío llevaba su habitual vestido blanco y se revolcaba adorablemente en el suelo—para luego  para  luego  detenerse  de  forma  abrupta, presumiblemente por algún capricho.

Su inesperado pasmo atrajo las miradas de Manon y del Director.

Y por supuesto que Pandæmonium hizo caso omiso de su atención, mirando al vacío con una sonrisa alegre que se extendía de oreja a oreja.

—¿Ha surgido algo?

—Uh-huh. Una chica muy interesante está cerca. Iré a meterme un poco con ella.

Este comportamiento inexplicable no era nada nuevo viniendo de la niña. Se dieron cuenta de que estaba mirando en dirección a la estación de tren de la ciudad. Manon dudó brevemente, preguntándose si debía intentar detenerla—

Pandæmonium no era otra que la personificación de la Pureza Conceptual del Mal. Sin embargo, en su estado actual, su poder era muy limitado.

Cualquier uso de sus habilidades requeriría el correspondiente sacrificio. No hace mucho, había gastado casi todas sus reservas en una batalla contra la Maestra Flare. En este momento, sólo disponía de unos diez sacrificios humanos. No corría peligro de morir, ya que podía ofrecerse como sacrificio para convocar una nueva copia de sí misma, pero le resultaría complicado mantener una batalla…

—Muy bien… ve con cuidado.

—Mm. Me aseguraré de traer un suvenir.

En última instancia, Manon dejó que la niña hiciera lo que quisiera.

De todosmodos, no escomo situviera un verdadero control sobre el Error Humano. Pandæmonium no albergaba verdaderas intenciones propias. Nada más reconocía a Manon porque el Mal del mundo la había considerado un individuo necesario.

Algún día, Pandæmonium seguramente arrastraría a Manon hasta las profundidades del infierno. Cual parasito consumirá la totalidad de su existencia hasta que no quede nada, y la única certeza que podría tener la medio-japonesa es que esta niña, a quien trataba como una hermanita, mantendría la misma sonrisa inocente que cuando le devolvió la vida.

Y eso estaba bien para ella.

Porque  Manon  Libelle  disfrutaba  viajar  con Pandæmonium, aun sabiendo el terrible destino que le aguardaba.

—Tú también deberías salir, Manon. Apuesto a que tendrás un maravilloso encuentro casual.

Pandæmonium   soltó  una  risita  querubínica mientras salía de la posada para ofrecer a alguna otra alma atormentada el camino de la maldad.

***

 

 

Cuando oyó que el tren disminuía la velocidad, Sahara supo, desde su lugar dentro de las Escrituras, que habían llegado a salvo a la ciudad termal.

Por los momentos, no podía ver nada en el exterior. Menou había metido las Escrituras que contenía su espíritu en la bolsa que llevaba en la cintura.

Mientras la arrastraban como un equipaje, calculó que llevaban aproximadamente dos días de retraso con respecto a Momo y Akari. Dicho esto, le daba igual si Menou alcanzaba a las chicas—

No, eso no era del todo cierto. Cuando Menou se reuniera con Akari, la llevaría a la Tierra Santa. Y cuando llegaran allí, la sacerdotisa entregaría las Escrituras con Sahara dentro a sus superiores.

A partir de ahí, lo mejor que podría esperar esta monja renegada esquela quemen. Sitenía muy mala suerte, incluso podrían usarla como conejillo de indias.

Mire por donde se mire, el día de su ejecución se acercaba, y Sahara ni siquiera podía moverse por sí misma. Pensar en el futuro inevitable fue desgastando para su espíritu. Pero ella sabía que esto era un castigo por sus actos.

Y mientras se hundía en una espiral de pesimismo, Menou y su compañera de viaje desembarcaron del tren y se separaron.

Ashuna envió a Menou a la ciudad para que se registrara en la posada. La princesa pensaba descansar en el área de descanso de la estación de tren, y luego tomarse su tiempo para ir a la posada una vez que su habitación estuviera lista. Estaba claro que estaba acostumbrada a poner a otras personas a trabajar durante sus viajes.

«Qué suerte tienen algunos», pensó con amargura.

En realidad, nunca se habían dirigido una sola palabra, pero a Sahara le desagradaba profundamente Ashuna Grisarika. La inmensa confianza en sí misma de la princesa le parecía molesta, y también detestaba su actitud excesivamente familiar. Incluso si Sahara hubiera estado en un estado saludable, ciertamente no habría querido hacerse amiga de Ashuna.


Así que mantuvo oculta su Fuerza Guía, esperando que no se diera cuenta.

…a decir verdad, deseaba desaparecer por completo.

Ser una don nadie le resultaba inaguantable. Cargaba y sufría con la amargura y los celos, y cuando por fin se dio cuenta de que sus habilidades nunca alcanzarían el nivel de persona que anhelaba ser, su vida se desmoronó.

Envidia.

Este sentimiento fue la base de una clase de encantamiento que se encuentra entre los tabúes del Pecado Original, y era también el pecado que definió toda la vida Sahara: el deseo de convertirse en Menou, que eventualmente la dejo tirada en el fango.

«Si tan sólo mi alma se desvaneciera. Si tan sólo mi espíritu se apagará de una vez por todas. Si de cualquier forma me van a matar, tal vez pueda terminar con todo yo misma—».

O no. Una oleada de fastidio la golpeo de lleno.

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«…pero yendo al caso, ¿por qué debería acabar con todo sinmás?», pensó. Ydado que todavía seguía existiendo, concluyo que bien podría incomodar a Menou hasta su último aliento, permaneciendo como una espina en sus recuerdos.

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Mientras Sahara estaba formando estos nuevos principios profundamente negativos, Menou regresó. Esto fue más rápido de lo esperado. Evidentemente, Ashuna pensó lo mismo.

—Hrm, eso fue rápido. ¿Pudiste conseguir una habitación?

—Sí. Sin embargo, dijeron que el registro tardaría un poco y pidieron que esperáramos aquí un poco. ¿Está bien?

—¿Oh? Entonces supongo que disfrutaré de tus servicios durante un tiempo más.

—Como quiera, su alteza.

Menou parecía estar acostumbrándose a hacer el papel de sirvienta. Sonrió con dulzura, todavía vestida con el traje de mayordomo, y se dirigió al mostrador de la comida para traer algunos aperitivos ligeros. Por lo que parecía, estaba pidiendo el té negro favorito de Ashuna.

—Aquí tienes.

—Excelente—. Le acercó el té a la princesa, que lo aceptó con una altiva inclinación de cabeza. Parecía estar disfrutando de hacer el papel de ama con una asesina entrenada como su mesera.

Mientras Ashuna tomaba el té, Menou empezó a recoger  sus  cosas.   Como  ambas   eran   viajeras experimentadas, no había mucho equipaje entre ellas. Menou no parecía especialmente interesada mientras ordenaba sus pertenencias, y aparto descuidadamente las Escrituras de Sahara—

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—¿…?

Sahara sintió algo extraño.

En su estado actual, no tenía los sistemas sensoriales de un cuerpo humano. Su alma y el espíritu estaban recibiendo información a travésde lasfuncionesde las Escrituras. Y lo que estaba recogiendo y enviando a ella contenía algo muy inusual.

—¡……!

Cuando se dio cuenta del origen de la extraña sensación, su alma se estremeció.

Ni siquiera el momento anterior a su muerte a manos de Menou la había conmocionado tanto. Al mismo tiempo, se sintió aliviada de que su existencia hubiera pasado milagrosamente desapercibida.

Permaneció en absoluto silencio hasta que la persona que revisaba la bolsa terminó de guardar sus cosas y se alejó.


***

 

 

—Eso demoro bastante más de lo esperado—, refunfuñó la Verdugo parasí misma mientras caminaba por el camino principal hacia la estación donde le esperaba Ashuna.

El registro en la posada fue más engorroso de lo que había supuesto en un principio.

Era la primera vez que Menou paraba en este asentamiento. Tardo en encontrar una posada elegante que pudiera ser del agrado de la princesa, y tardo todavía más en decidir qué piso de habitación conseguir cuando eligiera una posada.

Resultaba poco probable que Ashuna se enfadara por la espera, pero de todos modos podría burlarse…

Y coincidiendo pues, al acercarse a la estación— Menou se sorprendió al encontrar a Ashuna parada en la entrada.

—¡Hola, Menou! ¡¿Ya te has registrado?!

—¿Su alteza?

Los ojos de Menou se abrieron de par en par cuando la otra chica la saludó con un gesto amigable. No esperaba que la princesa saliera a esperarla.

Después de todo, el tren cama de lujo hacía honor a su nombre. Los precios de los pasajes eran desorbitados, pero contaban con muchos más servicios que los que podría ofrecer un pasaje genérico. Naturalmente, eso incluía las estaciones de tren. Estos pasajeros tenían acceso exclusivo a áreas de descanso especial.

Menou     había  supuesto  que Ashuna  estaría descansando allí, pero al parecer salió a saludar a la sacerdotisa.

—Bueno,    esperar  dentro acabo  siendo más aburrido de lo quepensaba. Toma, puedesllevar el equipaje.

—Bien… muchas gracias.

Esto era muy inusual viniendo de ella. Mientras Menou recibía las maletas, se preguntaba por qué la princesa estaba siendo tan amable—

—Ahora, al caso. Veamos si este hotel que has tardado taaanto en elegir cumple con los estándares, ¿te parece?

—Por favor, no…

Evidentemente, Ashuna sólo salió porque estaba ansiosa por hacer valer su contrato. Menou suspiró y dejo caer sus hombros, entonces se dio cuenta de algo.

Sahara no mostraba señales de actividad desde las Escrituras.

Las Escrituras que Menou llevaba bajo el brazo izquierdo eran las de Momo. El que Sahara no estuviera burlándose le pareció confuso. Sospechaba; sin embargo, no podía hablar abiertamente de sus incomodidades delante de Ashuna.

—Ahora, me pregunto, ¿tenías razón sobre la presencia de Momo? Estoy deseando verla.

—Eso es lo que hemos venido a averiguar. No estamos aquí para divertirnos, así que agradecería que moderaras tus expectativas, por favor…

Mientras conversaban, se dirigieron a la ciudad termal donde sospechaban que podría encontrarse Momo.

***

 

 

—¿Y bien?

Después de haber entrado en una mansión en las afueras de la ciudad, Momo miró a la persona que estaba a sus pies.

—¿Te importaría decirme qué pasó exactamente ayer? Ya tengo muchas preguntas.

El hombre al que había atado despiadadamente con su sierra de afrontamiento de alambre era el gerente de la posada en la que se alojaban ella y Akari. Akari estaba convencida de que el día anterior habían sido atacados por una serie de delincuentessexuales sin relación alguna, pero la perspicaz Momo intuyo que había algo más siniestro detrás.

—Tú eres el Reclutador, ¿no es así? Entonces, ¿por qué contratarías a personas para que nos atacaran? Puede que sea una aprendiz vestida de blanco, pero aun así debería ser obvio que pertenezco a Las Fausto. ¿Por qué no podías dejarnos en paz?

—¡Como si fuera a hablar…!

Tal y como Momo sospechaba, en realidad no habían sido delincuentes comunes. El asalto se produjo porque ella formaba parte de Las Fausto. Desde el punto de vista de loshombres, una chica vestida de sacerdotisa había aparecido poco antes de que ellos recibieran a su recién fugado Director. Aunque sólo fuera una sacerdotisa asistente, era natural suponer que Las Fausto se habían enterado de sus planes y habían enviado a alguien para interceptarlos.

Sin embargo, se trataba de un desafortunado malentendido que sólo sirvió para atraer la atención de Momo hacia ellos.

—Ya veo. Déjame hacerte otra pregunta, entonces.

Momo no insistió demasiado en saber por qué les habían atacado. En su lugar, expuso la razón principal por la que había localizado al hampesco hombre de negocios conocido como el Reclutador.

—Entrégame tu lista de clientes.

El hombre atado se paralizo en silencio.

Su función era contactar a los delincuentes y darles trabajo. Nunca revelaría los secretos de sus asociados, ni siquiera si le torturaran o le amenazaran de muerte.

Momo observó su expresión decidida con algo parecido a la diversión. Sus ojos brillaban sádicamente, como un gato que se relame antes de jugar con un ratoncito agonizante.

Sacó su arma favorita del dobladillo de su falda.

Era la segunda que llevaba; la primera era la que había utilizado para atar al hombre. El sonido metálico y chirriante que producía daba a entender que no estaba diseñada para cortar o atar, sino para serrar. Había elegido esta arma específicamente para hacer sufrir a sus enemigos.

—Bueno, entonces veamos cuánto tiempo puedes aguantar. Puede que no lo parezca, pero obtuve notas bastante altas tanto en tortura como en interrogatorio.

La mayoría de las personas sólo pueden tolerar un cierto grado de dolor, aunque estuvieran totalmente preparadas para morir.

Momo era consciente de ello mientras empezaba a mover la sierra.

***

 

 

—Así que he encontrado nuestro próximo objetivo.

Un rato después, Momo regresó de su escapada matutina y transmitió los acontecimientos del día a Akari.

La oveja perdida miró a Momo con creciente horror mientras ésta le describía con sumo detalle cómo le había sacado la información al Reclutador.

—Uh, Momo…

Los métodos habrían hecho palidecer incluso a los criminales más diestros de esta ciudad. Akari sacudió la cabeza con incredulidad ante los atroces crímenes contra la humanidad que la otra chica describía con desparpajo.

—¿No tienes ni una pizca de conciencia o compasión o alguna de esas bonitas palabras con C? ¿Cómo siquiera te miras en el espejo?

—¿A qué te refieres?— Momo ladeó la cabeza, con la mirada realmente perdida sobre cuál era el supuesto problema de sus acciones. —Acabo de acabar con un grupo criminal que nos atacó primero. Luego he conseguido la información necesaria para erradicarlos por completo. En todo caso, deberías felicitarme por haber logrado ambas cosas en tan poco tiempo.

—¿De verdad…?

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—Sí, de verdad. No me cabe nila menor duda de que mi senpai estaría dándome palmaditas en la cabeza y alabándome ahora mismo.

—¿De verdad?

Los resultados por sí solosparecían estar bien, pero Akari no podía evitar sentir que Momo se había excedido. Como mínimo, dudaba seriamente de que Menou hubiera aprobado de todo corazón tales métodos.

Aun así, Akari tampoco estaba demasiado interesada en las víctimas de Momo.

—Entonces, ¿qué vamos a hacer ahora?


—He pensado que podríamos exterminar al resto de la escoria de La Cuarta y, de paso, conseguir un poco de entrenamiento—, dijo Momo, ofreciendo un plan bastante inquietante en el tono que uno podría utilizar para sugerir un ligero paseo después de un baño.

Akari arrugó la nariz.

—¿Más de tu supuesto entrenamiento de combate? No quiero hacer eso…

Akari  no  era del  tipo que se involucrara voluntariamente en actos violencia.

Ante su evidente reticencia, Momo ideó otra estrategia.

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