Shokei Shoujo no Virgin Road (LN)

Volumen 4

Capítulo 3: La fuga En Su Apogeo

Parte 1

Manon Libelle estaba visitando una ciudad termal de montaña, famosa por ser unlugar popular para relajarse. Ella lucía un elegante kimono blanco y sus sandalias geta resonaban sobre los adoquines. Su sofisticado estilo encajaba a la perfección con el yukata y los anticuados edificios de madera.

Siendo no menos importante, caminaba tomada de la mano con una niña de cara angelical vistiendo un vestido sencillo y pulcro. Dicha niña miraba a la ciudad con los ojos bien abiertos.

—♪♪ Mm, mm ♪♪, qué extraño. Hay algo en este lugar que me resulta familiar.

—Comprendo lo que quieres decir. Ciertamente es una atmósfera tranquila y amigable.

Platicando desenvueltas, las dos se veían como hermanas con varios años de diferencia.

Sin duda habría sido una escena conmovedora para cualquiera que no conociera su verdadera naturaleza—

—¿Y qué hacemos aquí?

—Pensé que sería bueno descansar un poco.

—¿Mmm?

…pero lo cierto es que fuera de cualquier artificio, estratagema o plan siniestro que valdría esperar a estas alturas, esta visita en particular no pretendía ser más que un inocente descanso, para confusión de la niña.

Luego de su batalla contra la Maestra Flare, apenas y lograron escapar con vida. No obstante, el riesgo rindió sus frutos, dado que al final consiguieron que la sacerdotisa pelirroja se mostrará.

—Terminamos   la  mayoría   de  nuestros preparativos yconfirmamos lo que necesitábamos saber en la última ciudad que visitamos. Pensé que podríamos tomar un pequeño descanso.

Las dos habían provocado una pandemia utilizando a Glotonería, uno de los Conceptos del Pecado Original. Se dispusieron a montar tanespantosa empresa en una ciudad pequeña del occidente con el propósito de probar todo el poder de la niña, quien en realidad era sólo un dedo meñique.

Su verdadero ser     ostentaba de un poderío prácticamente ilimitado. De estar en su mejor forma, sería lo suficientemente poderosa como para infectar a todos los seres vivos de este mundo usando losConceptos del Pecado Original.

Pero como esta Pandæmonium tan sólo era la fracción de un todo, sus recursos estaban lejos de ser inagotables.

A lo sumo, se aproximaba que su compañerita podría propagar el Concepto de Pecado Original entre la población de una ciudad mediana. Dado que la escala de sus encantamientos estaba directamente relacionada con el número de víctimas que podría producir, ese era el límite superior del poder que podría ejercer antes de que la detuvieran.  Sin  mencionar  que    siempre     estaba    la posibilidad de convocar por tiempo limitado a un poderoso monstruo creado por su cuerpo real dentro de la neblina.

Lo primero  resultaba perfecto  si buscaban propagar el caos; lo segundo desembocaría en una inmediata matanza masiva.

—Tomar  un  descanso, tomar  un  descanso… ¿descansar? ¿Qué es ‘descansar’?

—Es algo bueno de vez en cuando. Tomarse un tiempo para descansar y vacacionar es muy importante.

Habían descubierto los límites del dedo meñique de Pandæmonium, pero como resultado, agotaron toda la reserva de sacrificios quenecesitaba para producir energía. Por lo tanto, Manon decidió que descansarían en esta ciudad y de paso reunirían algunos sacrificios.

Pandæmonium, no obstante, se mostró un poco impertinente al respecto. Manon se aferró a su mano para que no se separaran mientras caminaban hacia la posada que había elegido. Al frente, un hombre atado era escoltado por un grupo de caballeros.

«¿Qué paso aquí?».  Observó la situación, escuchando atentamente a su alrededor para recabar información.

—Escuche que tiene que ver con el hombre corpulento que se coló en los baños de esa posada e intento robar la ropa interior de una joven…

—No, a mí me contaron que ese formaba parte de la banda de pervertidos que fue detenida por aquella sacerdotisa luego de que intentaran asaltar a otra turista.

—Me parece mucha coincidencia que justo al día siguiente uno de los empleados intentará colarse dentro de la habitación de otra joven. ¿Será acaso que esa posada alberga agresores sexuales?

—El gerente de aquí realmente necesita tomar medidas…

Todos los rumores susurrados traían un contenido decididamente inquietante.

—……

Manon tapó los oídos de Pandæmonium en silencio.

Esta se paralizo de forma incomoda, pero Manon se limitó a negar en silencio con la cabeza. Sabía que una niña no debería escuchar cosas tan horribles. Si todavía podía considerársele una niña a una existencia que había vivido durante    los  últimos  mil  años  era  cuanto  menos cuestionable, pero Manon ya decidió hace tiempo que la trataría de acuerdo con su apariencia.

Todavía tapándole los oídos, se dio la vuelta lentamente. Allí estaba el hombre que tan fervientemente había recomendado esta posada.

Parecía rondar los cincuentas, y vestía un bombín sostenía en la mano un bastón en forma de J. El esmoquin de aspecto caro que llevaba lo hacía ver como un caballero fuera de su entorno.

A Manon no le agradaba el hombre, pero confiaba en sus habilidades. Era mayor y tenía más experiencia que ella, y en el pasado había sembrado el caos en todo el continente; auncon toda la incomodidad que le generará su actitud, no le cabía duda de que se trataba de un individuo excepcional.

—Disculpe, señor Director…

El hombre que sonreía afectuosamente a Manon, llamado el “Director” por su sequito, se estremeció en respuesta.

—Creo que usted dijo que este lugar era el resort perfecto para que nos relajemos un poco.

—S-Sí, en efecto.

—Afirmo que esta posada era administrada por un viejo amigo de confianza, si mal no recuerdo. Que sería barato, seguro y confortable.

—Ja, jajaja…

El Director se rio, nervioso. Manon le devolvió la sonrisa con demasiada intensidad.

A pesar de haber sacrificado a toda su familia para sellar un pacto con la encarnación de la Pureza Conceptual del Mal que podía destruir el mundo y pretender viajar a la tierra natal de su madre—la cual se encontraba en otro mundo—, seguía siendo una adolescente. Teniendo en cuenta lo que Manon acababa de escuchar sobre esta posada, no le apetecía mucho quedarse en un lugar así, siendo una chica tan joven.

—Entonces, ¿tienes algo que decir en tu favor?

—¡…lo siento mucho! ¡Pero escuche, señorita Manon! Tengo contactos en otras posadas, ¡así que puede estar tranquila!

—Me temo que eso no me tranquiliza lo más mínimo.

Manon mantuvo su sonrisa educada mientras regañaba al Director.

Mientras Pandæmonium observaba el intercambio con una expresión de confusión apropiadamente infantil, con las orejas aún tapadas, murmuró para sí misma: —Mm-mm… no ha cambiado nada desde que lo conocimos, ¿o sí?

***

Hace ya un mes que Manon y Pandæmonium conocieron al Director.

Su primer encuentro tuvo lugar en una torre situada en una región remota del Reino de Grisarika. Pero se trataba de una región tan remota queno habíacarreteras a las ciudades cercanas, o siquiera una estación de tren. Hacía a uno preguntarse cuánto tiempo llevaba esta torre en un lugar tan inconveniente—¿y con qué propósito?

La mayoría de las personas ni siquiera sabían de su existencia, pero una noche tenebrosa en donde la luna se amparaba     tras  mantos   de  neblina, un  monstruo azabachado se aferró inadvertidamente a su cima.

Los monstruos eran criaturas vivas que fueron impregnadas por el Concepto de Pecado Original y que enloquecían hasta el punto de que sus impulsos más bajos superaban hasta su instinto de supervivencia. No obstante, la repulsiva bestia se mantuvo extrañamente tranquila y silenciosa mientras dos chicas se asomaban de su espalda.

—Esa fue una aventura medio decente en el cielo. ¿No es así, Manon?

—Sí, una experiencia espléndida.

Bajaron de su lomo e ingresaron en la torre. Manon se había unido a Pandæmonium en Libelle, y fue por sugerencia suya que llegaron a este chapitel donde supuestamente se hallaba el Director.

—¿Buscamos la habitación del señor Director, entonces?

Trasinfiltrarse fácilmenteen la estructura, la pareja comenzó a descender por el interior aparentemente vacío. Comprobaron las habitaciones de la planta superior hasta la planta baja, y así continuaron por un rato sin encontrar a nadie.

Pero tras buscar un poco más, descubrieron unas escaleras que conducían a un sótano.

—¡Lo conseguimos!

—¡Sí!

Pandæmonium chocó sus pequeñas palmas con las de Manon. Y efectivamente, luego de bajar las escaleras, encontraron lo que buscaban.

La prisión del sótano estaba acondicionada como una sala de estar increíblemente cómoda. Manon echó un vistazo a la cámara, intrigada.

Ni  siquiera  los  miembros  de  la  realeza perteneciente a alguna facción de La Nobleza se permitirían tanto lujo. Era como una sala VIP para recibir a visitantes aristócratas. Y el hecho de que el hombre de la habitación estuviera vestido a la perfección no hacía sino acentuar la extrañeza de la situación.

El caballero levantó una mano desde el otro lado de unos barrotes, sin parecer sorprendido por la llegada de Manon.

—Hola al fin. Hasta donde sé, eres la nueva subordinada de Pandæmonium, ¿no es así? Buenas noches.

¿Cómo supo de la existencia de Manon si estaba encerrado en una celda, aunque fuera tanlujosa? El hombre se rio ligeramente e inclino la cabeza, tomando el control de la conversación.

—Soy el Director. Encantado de conocerle… aunque supongo que el gusto no durará demasiado.

—Igualmente, señor Director. Er… ¿así que no tiene intención de abandonar este lugar?

—¿Parece que lo deseo?

No lo hacía.

Aunque se tratara de una celda subterránea, la puerta no tenía cerradura. Se abriría al menor empujón. Y como las chicas habían aprendido de su exploración minuciosa de la parte superior de la torre, no había guardias estacionados aquí. Si deseaba salir, podría hacerlo en cualquier momento.

Era la primera vez que Manon estaba aquí, pero ya lo notaba.

No estaba encerrado en una celda. Estaba aquí por su propia voluntad.

—Me han dicho que tuviste compañeros que cometieron atentados terroristas para intentar liberarte. Sin embargo, ¿prefieres quedarte aquí?

—¿Ah, ellos? Qué seres tan lamentables. Aquellos que no saben nada, de vez en cuando toman acciones tan ridículas. Esa es la tragedia de los ignorantes—. Sacudió la cabeza. —Y las acciones de la señorita Orwell al abusar de esos tontos fueron todavía más deplorables. Al final, sus transgresiones sólo condujeron a… esto. ¿No es una tragedia?

El Director levantó un periódico que estaba sobre su escritorio. ¿Cómo había conseguido algo así viviendo en esta torre aislada?

El titular anunciaba el funeral de Orwell.

—Mira esto. Una gran mujer santa ha perecido. Alguna vez fue quien subyugó a un terrible Dragonblight, pero encontró su fin a manos de una mera aprendiz de Verdugo. Bien dicen que la edad es una cosa aterradora…

—No estoy segura de que se pueda describir a la fallecida arzobispa como una ‘gran’ mujer santa. La ejecutaron porque cometió un tabú.

—Ah… jóvenes—. El Director miró con lástima a Manon, quien dijo aquello con un semblante inexpresivo.

Pensar que alguien tan renombrado como la Arzobispa Orwell pudiera desvanecerse en sólo unas décadas. Las personas se olvidaban de los hechos con tanta facilidad; incluso los que no eran habitantes de otros mundos cuyos recuerdos serían desmenuzados por alguna Pureza Conceptual.

—Tanto si cometió un tabú como si no, la grandeza de la señorita Orwell está fuera de toda discusión. Por lo menos, seguiré cantando alabanzas de sus hazañas. Alguna vez fue una gran mujer santa, se lo aseguro. Y cometió un tabú precisamente porque fue más fiel que nadie a las enseñanzas del Señor—. El tono del Director era agridulce.

Este sujeto fue el primero en proponer la ideología de La Cuarta y trabajó duro para desmantelar el actual sistema de castas y cambiar el mundo. Como tal, conoció a muchas personas en su vida, y aun así le seguía guardando estima a la difunta.

—La señorita Orwell obtuvo el cargo de arzobispa, pero dejó de lado las Escrituras en sus últimos años. ¿Me pegunto si sabe usted la razón?

—¿Dejar de lado… sus Escrituras? ¿Por qué haría algo así?

—Porque no tuvo otra opción más que separarse de ellas. Las Escrituras son los ojos, los oídos y, a veces, también la boca del Señor. Y como la señorita Orwell perseguía a un Señor ideal y dedicó toda su vida al tabú llamado Marfil, se vio obligada a abandonar el arma con la que estaba más familiarizada… sin embargo, la señorita Orwell era más devota a su fe que nadie, así que en el fondo quizás; solo quizás… puede que la culpa la haya frenado de usar sus Escrituras, incluso teniendo frente suyo el amargo final.

—¿Las Escrituras están vinculadas al Señor–? No, lo queesmás importante… la forma en que lo has expresado hace que parezca que el Señor no es sólo un concepto, sino algo o alguien que existe físicamente.

—A eso voy. Es una certeza absoluta que el protector de este mundo existe en la Tierra Santa, rodeado de Ancianos, para mi frustración. Sentimiento que también atribuyo al inconveniente con la Sociedad Mecánica… ah, de verdad, qué irritante.

—Ya veo…—, respondió Manon vagamente a las misteriosas palabras del hombre. —¿Y por qué me cuentas esto?

—Has venido hasta aquí con la esperanza de aprender cosas, ¿no es así?

Eso era bastante cierto. Manon buscaba al Director porque quería escuchar sus opiniones.

Pandæmonium respondería con gusto a cualquier pregunta sobre    los caminos   del     mundo,   pero    su razonamiento era siempre un poco demasiado destructivo. Sobre todo, Manon no podía confiar en que la información unilateral de una sola fuente fuera totalmente cierta.

Por eso había decidido ponerse en contacto con el Director, pero éste resultó ser aún más intrigante de lo que esperaba.

—Sí, es cierto—. Manon se llevó un dedo a la barbilla y pensó un momento antes de continuar. —He venido a  preguntarle: ¿Qué son  exactamente los encantamientos?

—Muy buena pregunta—. El Director asintió, con cara satisfecha. —El hecho de que te preguntes algo así significa que ya te estás acercando a la verdad de este mundo. Muy bien. Por respeto a lo lejos que has llegado… y, sobre todo, como recompensa a los logros de la pequeña criatura que tienes a tu lado… estaré encantado de responderte–

—He cambiado de opinión—, interrumpió Manon.

—¿Hrmm?— El Director miró a Manon con curiosidad.

La joven juntó sus manos y se sonrió a sí misma.

—Tus     conexiones,  tu  reputación  y  todo  el conocimiento que has reunido a lo largo de tu vida. ¿Me legarías todo lo que queda de La Cuarta?

—Ja, ja, ja. Tendrás que conformarte con la mínima información, querida—. El Director rechazó la propuesta sindudar un instante.—Una jovencomotú debería ganarse sus propios logros y su fama. No hay razón para dar todo lo que uno tiene a otra persona de forma gratuita, salvo por amor. Por desgracia, eres demasiado joven para que pueda albergar sentimientos románticos por ti, y no soy tu padre ni nada parecido.

—Es cierto que sólo soy una joven, tal y como dices—. Manon sabía a qué atenerse y pasó a describir lo que podía ofrecer. —Por eso requiero tu ayuda. Tú tienes todo lo que a mí me falta, y estoy segura de que puedo ofrecerte la oportunidad que tú también has perdido.

—¿…eso piensas? ¿No te das cuenta de que este mundo no tiene arreglo?

—Oh, pero si lo tiene—. Manon sacudió la cabeza con calma y le dio a Pandæmonium una palmaditacariñosa. —Hay algo que debo arreglar. Y si no lo tuviera, ¿cómo es que a una joven como yo se le presento la oportunidad de viajar con esta amiguita de aquí?

—…hrmm.

Este intercambio dio al Director una idea de lo que Manon quería. Fue suficiente para despertar no poca empatía en él.

—¿Es eso cierto…? Sí, ya veo. Entonces, señorita Manon…

—¿Aceptará?

—La verdad es que tengo un único pesar. Si puede concederme  mi  deseo,  entonces  supongo  que  la acompañaré.

—Estaré encantada de complacerle, si está en mis manos.

La petición del Director era simple.

Hacía tiempo que no había dado curso a su amor y permanecía soltero, y lo lamentaba muy levemente.

Por eso, con una expresión seria, ofreció su petición a la chica que tenía la edad adecuada para ser su hija—

—¿Estarías dispuesta a llamarme Papá?

—Ya veo.

Al escuchar la petición del Director, la joven sonrió y realizó una cortés reverencia. Luego se dio la vuelta sin pensarlo dos veces.

—Lo mejor sería que un hombre peligroso como usted se quedara aquí para siempre. Ahora, si nos disculpa.

—¡¿P-Pero por qué?!

El hombre entró inmediatamente en pánico ante el cambio de opinión de Manon. Pero esta no vio ningún beneficio en responder a las súplicas del Director. comenzó a alejarse, pero la pequeñita mano de Pandæmonium tiró de su manga.

—Mmm, Manon. Ese hombre parece muy molesto por alguna razón. ¿De verdad le vamos a dejar?

—Sí, lo dejaremos. Es demasiado extraño. Me disculpo, ya que fue mi sugerencia conocerlo en primer lugar…   sin  embargo, está  claro  que  no debemos involucrarnos más.

—¡E-Espera! ¡Por favor, no te vayas!

Mientras Manon sacaba a Pandæmonium de la habitación, el Director finalmente saltó de su asiento.

Al oír esto, Manon se volvió de mala gana con evidente disgusto; —¿Qué? ¿Piensas salir por tu cuenta? ¿Y si mejor te alejas de nosotras, por favor?

—¡No, no puedo! ¡Juro que te ayudare en lo que necesites si me cumples este favor!

—Oh, cielos… ¿qué le pasa a este hombre?

Y así como así, el Director abandono su prisión, y desde entonces ha estado siguiendo a Manon cual gato callejero.