Shokei Shoujo no Virgin Road (LN)

Volumen 4

Capítulo 2: Descanzando Tras La Fuga

Parte 3

 

 

El temblor que recorrió el suelo no dejaba lugar a dudas sobre el poderío de la muchacha: grietas como telarañas se extendieron desde el punto de impacto.

El Incremento Guía no debería haber sido suficiente para producir este nivel de fuerza sobrehumana. Los hombres se quedaron paralizados ante la demostración de superioridad.

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—Si alguno de vosotros intenta huir, estaré encantado de presentarle mi puño como hice con ese pedazo de basura.

¿Cómo podía una adolescente ser tan despiadada? ¿Por quésusojosno contenían un solo atisbode compasión, si era una virtud que supuestamente pregonada su iglesia? ¿Y no acababa de causar importantes daños colaterales con ese movimiento exagerado? Los asaltantes tenían muchas preguntas, pero la mayoría no se atrevía a expresarlas.

—¿A qu-qué te refieres con que si intentamos huir?—, preguntó con cautela uno de los desgraciados. — ¿Qué debemos hacer, entonces…?

Estaba claro que su grupo de diez no era rival para Momo. Sin embargo, no hizo ningún movimiento para atormentar a los hombres. Esto tenía que significar que había algo que quería.

Si cumplían, ¿les dejaría marchar? El hombre que había planteado la pregunta rezaba por ello.

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—Si atacan a esta imbécil de aquí y consiguen ganar, los dejaré marcharse.

Akari, con quien no tuvieron la amabilidad de explicar las cosas de antemano, se quedó mirando a Momo con total incredulidad. Su mirada parecía preguntar: “¿Estás bien de la cabeza?”

—Te dije que aprendieras a usar tus poderes en combate, ¿no es así? Al principio, pensé que esto no era más que un mal intento de emboscada, pero me alegra ver que había algo más.

—…espera, Momo, ¿es por eso que querías salir?

—Por supuesto. El que paseáramos en kimono fue con el fin de atraer a algunos idiotas.

Los hombres se estremecieron. ¿Su objetivo había visto su plan desde el principio?

No obstante, seguían sin entender qué buscaba Momo. Habían intentado lanzar un ataque por sorpresa, pero ahora uno de sus objetivos les ordenaba que fueran a por su compañera. Ninguna persona normal podría entender la lógica que había detrás de la sugerencia de Momo.

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—Como los efectos de tus encantamientos son tan extraños, no importa que no puedas controlarlos con demasiadaprecisión.Sólo tienesque probaralgunas cosas en combate real.

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—Umm… aunque todavía no soy muy buena controlándome…

—Está bien. Sólo tienes que seguir practicando. Aunque gastes algo de Fuerza Guía, no será nada grave.

—¡E-Espera!

Era un plan que obviamente valoraba la potencia de fuego y la fuerza por encima de la delicadeza. Los hombres intentaron desesperadamente detenerla.

—¡Es peligroso abusar de la Fuerza Guía sin el entrenamiento adecuado! ¡¿Si quiera pensaron en el culatazo?! ¡¡NO ES EL TIPO DE COSA QUE UN NO COMBATIENTE DEBERÍA INTENTAR!!

Él tenía razón.

Fue una observación razonable, viniendo de un criminal. La Fuerza Guía era una energía producida por el alma. Las conjuraciones eran técnicas precisas que utilizaban ese poder.

Sin embargo, había muchas excepciones.

—¿Lo que dice es verdad?

—Noes necesarioescucharlaopinión de uncriminal.

Momo, que se preocupaba muy poco por el bienestar de Akari, hizo una señal irresponsable.

Los hombres se armaron de valor. Esto estaba muy lejos de lo que esperaban al entrar, pero no tenían otra opción. Su única esperanza era proteger a la chica de cabello negro que estaba siendo engañada por esta viciosa sacerdotisa y correr como demonios.

«LasFaustorealmentesonun grupo desagradable». Lleno de justa indignación, uno de los hombres se acercó para salvar a Akari.

Cuando le agarró del brazo, ella se apartó inmediatamente.

—¡Eek!

A diferencia del breve grito que salió de su boca, el resultado fue todo menos pequeño y bonito.

Por un momento, todo el cuerpo de Akari brilló con la Luz Guía, y entonces el hombre que la había agarrado detectó un extraño encantamiento con el que no estaba familiarizado. Un instante después, se encontró volando por los aires.

Todos los ojos del callejón siguieron al hombre mientras caía en una parábola perfecta.

Este fue el resultado de que Akari moviera su brazo con demasiada rapidez como para ser visible al ojo humano. Lanzó al hombre con tantafuerza que la gravedad hizo poco para impedir que saliera disparado.

Luego cayó de nuevo con un espantoso SPLAT.

Fue un estruendo extremadamente doloroso. Afortunadamente, el hombre no estuvo consciente el tiempo suficiente para sufrir el impacto. Cayó demasiado rápido para cualquier intento de protegerse y podría haberse golpeado fácilmente la cabeza y morir al instante. Sin embargo, tuvo la suerte de aterrizar de tal manera que simplemente se desmayó y rodó por el suelo.

—Ohh…— la chica de cabello negro se veía avergonzada. —S-Siento eso… supongo que no contuve mi [Aceleración] lo suficiente…

Akari era del tipo que se disculpaba por sus errores. Eso no era exactamente útil en esta situación particular, pero aun así era mejor decir lo siento que no hacerlo.

—Mira, Momo. Realmente no sé cómo moderar mis poderes. ¿Esto está realmente bien? ¿No estamos cometiendo un delito? Siento como si fuéramos las malas aquí.

—Está bien. No hay necesidad de contenerse. Apunta al máximo rendimiento y a los máximos resultados en todo momento, por favor.

—¿Estás segura…?

—Por supuesto que lo estoy. Toda defensa personal es legítima, así que no importa lo que hagas a los criminales.

Claramente, tampoco es como que Momo tuviera el concepto de ‘moderación’ muy presente que digamos. A juzgar por la confianza con la que hizo esta afirmación, resultabaevidente querealmente no le importaba lo queles sucediera a los hombres.

—Aun así, la cantidad de poder que produces es alarmante. Supongo que es inevitable con toda la Fuerza Guía que posees… pero aquí tenemos los sujetos de prueba perfectos. Sigan intentando atacarla como puedan.

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Los hombres se estremecieron al ser designados sujetos de prueba.

Ellos fueron los que inicialmente tendieron una emboscada, pero ahora se encontraban como ratas de laboratorio de un experimento vicioso. Una supuesta mujer santa que sugería experimentos violentos con humanos era una vergüenza para su especie. Pero ya nadie consideraba a Momo como una mujer santa.

Fue ahí cuando concluyeron que, pese a ser más poderosa que cualquier otra chica con la que se hubieran topado, este monstruo con cara de niña probablemente seguía siendo una sacerdotisa asistente por su retorcido sentido de las cosas.

Y para su desgracia, dieron en el clavo.

—¡O-Oye, sacerdotisa! ¡¿No te sientes culpable por lo que estás haciendo?!

—¿Culpable, dices…?

Momo repitió la acusación del hombre como si fuera un concepto completamente extraño.

—¿Hmm? No lo entiendo del todo. ¿Por qué debería sentir remordimientos por limpiar la basura? Culpa es lo que sientes cuando has hecho algo malo, ¿no? Mis acciones están justificadas, así que estoy en paz con mi alma.

Los hombres se quedaron sin palabras ante semejante distanciamiento emocional.

Habían sido entrenados para mantener la cabeza fría, al igual que ella. La empatía sólo se interponía cuando uno tenía que ensuciarse las manos o tomar decisiones crueles.   Así,   los  asaltantes  habían  entrenado deliberadamente sus mentes para ser fríos e inhumanos cuando fuera necesario.

Sin embargo, la chica que tenían delante era una historia completamente aparte. Ella no dudaría en herir a quien sea. Algunos individuos raros obtenían placer al infligir agonía, pero eso no concordaba con exactitud a esta chica. Se limitaba a utilizar cualquier medio violento que considerara necesario, sin respuesta emocional alguna. No es que reprimiera sus emociones humanas; simplemente era tan despiadada como un soldado sortílego cumpliendo una orden.

¿Era esto el resultado de haber sido criada bajo el adoctrinamiento de la iglesia? La extrañeza de todo esto hizo que los hombres sintieran miedo. Normalmente, uno se siente reacio a herir a otro. Convertirse en una máquina de matar sin emociones era imposible. Esta joven debe haber nacido diferente, lo que a su vez debió verse exacerbado por el entorno en el que había sido criada.

—Ahora bien, ¿continuamos?

—Hrmm… bueno, si es por el bien de Menou, supongo que no tengo otra opción.

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Mientras una tormenta de imparable violencia llovía sobre los hombres, se les recordó lo profunda y dolorosamente crueles que podían ser Las Fausto.

***

 

 

Los caballeros se llevaron a casi diez atacantes más.

Se les acusó de intento de asalto tras un intento fallido de robo y se les consideró un grupo insensato que se vio frustrado por unas chicas que no pasaban la adolescencia.

Probablemente no habrían sido arrestados sólo por una proposición, pero el hecho de que hubieran atacado a una sacerdotisa era un delito grave. Los caballeros cumplieron con sus deberes con un nivel de eficiencia casi inusual y sentenciaron a los hombres a ser castigados, no queriendo incurrir en la ira de Las Fausto por algo tan trivial. La reprimenda consistiría simplemente en ser tachados de aspirantes a ligones. Aunque era más leve que la sentencia por intento de secuestro, fue doloroso para los experimentados guerreros el que tuvieran que ser tratados como vulgares plagas.

El único asaltante que le quedaba al Reclutador era el que estaba encubierto como empleado de la posada.

Al pensar en sus camaradas interrogados en la estación de los caballeros y sermoneados por intentar ligar con un par de niñas, el rufián de incógnito apretó los dientes.


Él y sus compañeros eran vanguardistas de La Cuarta, guerreros que luchaban por la libertad. Era demasiado denigrante para ellos ser desechados como idiotas que se entregaban a la lujuria. Es mejor sufrir una muerte honorable en el campo de batalla que encontrarse en una celda siendo tratado como un acosador sexual.

—Creo que tu naturaleza agresiva se me está pegando últimamente, Momo.

—Siempre has sido una chica peligrosa con afinidad por la violencia. ¿O no recuerdas que primero intentaste atacarme por sorpresa?

—Oye, estaba siendo amable. Agradece que tan solo pretendía inmovilizarte.

—Esa es una extraña definición de bondad. ¿Seguro que estás bien? ¿Perdiste tu sentido común?

—No quiero escuchar eso de ti…

Mientras trabajaba en la posada, los sentimientos asesinos del hombre hacia las muchachas despreocupadas crecían cada vez más.

Habían arrastrado el nombre de sus aliadas por el barro, pero a ellas les daba igual. El último asesino decidió realizar un asalto nocturno para reclamar el honor de sus compañeros de La Cuarta.

No era necesario un plan de ataque complicado. Era un auténtico trabajador de la posada. Años de duro esfuerzo le habían hecho ganarse la confianza de sus compañeros, por lo que podía moverse libremente por la posada sin levantar alguna sospecha.

Entraría en su habitación mientras dormían y los mataría sin que pudieran hacer algo.

Era un plan sencillo, tanto que seguramente resultaría hermético.

Pronto cayó la noche, trayendo consigo el sueño. Con la llave maestra de la posada robada de la oficina, el hombre entró silenciosamente en la habitación de las chicas.

Las dos jóvenes que habían sumido a sus compañeros  en   la  vergüenza  y la   desesperación descansaban plácidamente en la habitación débilmente iluminada por la luna.

La sacerdotisa dormía con la mayor corrección. La manta le llegaba hasta los hombros y respiraba suave y constantemente. No había ni un pelo fuera de lugar.

Mientras tanto, la chica de cabello negro estaba exactamente al revés. Se había quitado la manta y se había enredado en las sábanas, aferrándose a la almohada con un poco de baba en los labios y murmurando “Je-je, Menou…” en sueños.

Era una imagen desaliñada, como mínimo. El obi que sujetaba su yukata se había aflojado mientras dormía, revelando una gran cantidad de piel blanca y pura que brillaba débilmente a la luz de la luna. En circunstancias normales, habría sido lo suficientemente lascivo como para hacer sudar a alguien.

Sin embargo, el asaltante sólo se enfureció mas al pensar que esta tonta descuidada ysu amiga habíanllevado a sus compañeros a la ruina.

Alcanzó la garganta de la chica de cabello negro. Usando la Incremento Guía, podría romperle el cuello y acabar con ella en cuestión de segundos.

«Se acabó para ti. Ahora muere».

Con ferviente ira, comenzó a cerrar su mano alrededor de la garganta de la chica dormida—

***

 

 

A la mañana siguiente…

Akari se despertó completamente ilesa y exclamó indignada.

—¡¡AAARGH!! ¡¿Qué diablos le pasa a esta posada?!

Estaba lo suficientemente enfadada como para renunciar a su habitual reticencia a despertarse, y todo por culpa del hombre que estaba congelado como una escultura junto a su cama.

—Primero un ladrón de ropa interior, luego una banda de asquerosos ligones, y ahora un tipo se cuela en mi habitación por la noche… ¡¿Cuántos degenerados pueden vivir en una sola ciudad?! ¡Esto es un desastre!

Era raro que Akari, la dormilona Akari, se despertara tan rápido. Sus mejillas estaban hinchadas de rabia por tener que entregar a un criminal a primera hora de la mañana.

—¡Una parada turística nodebería ser taninsegura!

—Sí, muy impactante.

Momo, que ya se había dado cuenta más o menos de la situación, respondió distraídamente con un bostezo.

Después de recibir otro acosador, tanto los caballeros como los demás ciudadanos expresaron sus condolencias.

—¿Quizá desprendes una feromona que atrae a los delincuentes?— sugirió Momo. —Ni siquiera a mí me han asaltado tres veces en un día, que yo recuerde.


—No pensarás en serio que esto es culpa mía, ¿verdad?

—Bueno, sí creo que eres una alborotadora…

Momo sabía muy bien que las ofensas se debían a La Cuarta. Incluso tenía información de que esa posada estaba dirigida por un turbio hombre de negocios actuando bajo el alias de el Reclutador.

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Aquella noche, los ojos de Momo se habían abierto en cuanto el hombre entróen la habitación. Observó con los párpados semi-cerrados para ver si Akari moría al menos una vez, pero justo cuando la mano del hombre estaba a punto de rozar su piel, el encantamiento de Suspensión se activó automáticamente, para horror de Momo.

—No puedo creer que hayas hecho una trampa de conjuración automática.

—Sí. Normalmente, puedo hacer que mis poderes hagan lo que quiera, más o menos. Eso incluye trampas automáticas o lo que sea.

Si  alguien tocaba  a Akari  mientras estaba durmiendo, se encontraría instantáneamente en el extremo receptor de la Suspensión.

Por cierto, su principal objetivo era Momo. Utilizó su  Pureza  Conceptual para establecer        defensas inconscientes para castigar a la otra chica por si acaso intentaba algo mientras dormía.

—¿Es eso cierto…?

Momo asintió con una expresión cuidadosamente neutra,   pero  internamente  se dejó llevar  por  la desconfianza hacia Akari. Había asumido, por la actitud general de la chica, que no podía lograr más que simples encantamientos sobre un enemigo que tenía delante. Sin embargo, estaba muy equivocada. Los encantamientos que se   activaban automáticamente  en  determinadas condiciones solían requerir una gran preparación y previsión. Si Akari podía lograrlo sin siquiera intentarlo, era más peligrosa de lo que Momo había creído.

—¿Y si te hubieras dado la vuelta accidentalmente y me hubieras tocado debido a tus malos hábitos de sueño, hmm?

—…yo… lo habría solucionado de alguna manera. Siempre puedo desactivar el encantamiento—, respondió, muy consciente. En todo caso, incluso podría haber estado esperando que su negligencia voluntaria condujera a tal acontecimiento… obviamente no lo admitiría en voz alta.

—¿Y qué vamos a hacer hoy?

—Buena pregunta. Supongo que por ahora…


—¿Por ahora?

Momo se encogió de hombros.

—¿Nos damos un baño matutino en las aguas termales?

El escondite de la pareja en la huida se estaba convirtiendo rápidamente en unas agradables vacaciones.

Fin del capítulo 2—

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