Zero kara Hajimeru Mahō no Sho (NL)

Volumen 2

Capítulo 4: La Ciudad Portuaria de Ideaverna

Parte 3

 

 

Lo siguiente que supe fue que la noche se acercaba rápidamente.

Acabamos volviendo al puerto para conseguirle un regalo para Zero. Pensé que había comprado un artículo decente. Parecía útil y probablemente también le quedaría bien a ella.


“Los regalos son buenos, ¿no?” Theo parecía feliz por alguna razón. “A mi papá le encantaba darle un regalo a mi mamá porque la hacía feliz.”

Con Theo sobre mis hombros, nos apresuramos a volver al castillo. Presté al chico la mitad de mi atención mientras hablaba de asuntos triviales, dándole las respuestas adecuadas, mientras yo pensaba en la marca de la cabra. A nuestras espaldas, el sol poniente teñía el mar de un rojo intenso.

Probablemente no fue pura coincidencia que los bandidos tuvieran el escudo de la santa tatuado en sus cuerpos. ¿Está Zero al tanto de esto? Debería haberlo notado desde hace tiempo. La asistente de Lia siempre llevaba el escudo alrededor del cuello. Zero definitivamente lo habría notado.

Todavía no había ocurrido ningún problema, pero podría haber uno algún día. Zero vio la conexión entre los tatuajes y el escudo de la santa.

“Hey, Theo.”

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“¿Sí?”

“Dijiste que aquellos con la marca de la cabra se volverían bandidos. ¿Sabes por qué?” “Ni idea. Mi madre dijo que era algo así como una grate coz. Ella dijo que cualquiera con

la marca de la cabra sabe lo que es.”

¿Grate coz? Oh, quiere decir gran causa.

“Ella dijo que era para mejorar el país. Aparentemente están pasando cosas malas por culpa de la santa, así que hay que capturarla. Pero no lo creo.”

¿Su gran causa era secuestrar a Lia? ¿Creían que eso resolvería el problema de este país: la escasez de médicos? En todo caso, estarían cortando la última línea de vida que les quedaba.

Pensé que la gente no moriría por los bálsamos, pero aparentemente la gente podía muy bien pelearse por ellos. Pero Lia no tenía la culpa de eso.

Sin embargo, se trataba de un problema causado por la magia. Incluso la magia del Capítulo de Protección podía causar problemas similares en otros países. Y eso era algo que Zero no podía pasar por alto. Tenía que encontrar la persona que le enseñó magia a Lia.

Como guardaespaldas de Zero, tenía la obligación de seguirla. Desde que me convertí en el guardia de Lia, tuve muy pocas oportunidades de estar a solas con Zero, y mucho menos de hablar con ella. Una vez que me di cuenta de eso, de repente sentí la necesidad de escucharla.

Tal vez comprarle un regalo haya sido la elección correcta.

Cuando llegamos a la puerta del castillo, le mostré al portero el escudo de la santa. En cuanto se nos concedió la entrada, vi un caballo que salía del castillo a toda prisa. A juzgar por el vivo chaleco granate, lo más probable es que fuera el gobernador. Pero, ¿por qué tenía tanta prisa a estas horas?

Devanando los sesos, pasamos por la puerta del servicio. Nuestro dormitorio estaba por la zona donde tuvimos el festín. Pero antes de volver a nuestra habitación, necesitaba encontrar a Zero primero. Ahora, ¿dónde está?

“Ay…”

Poco después de colarme por la puerta lateral, tropecé con algo y me detuve en seco. Miré hacia abajo y vi un cabello plateado bañado por la luz carmesí del atardecer.

“Hey. Qué oportuno. Resulta que estaba…”

“¿Dónde has estado, Mercenario?” Zero levantó la vista, con una mirada fría e inexpresiva. Estaba claramente enfadada.

Con una sonrisa en la cara, me estremecí y di un paso atrás. “Fui a la ciudad…” “Sin mí.”

“¡¿Puedes culparme?! Estabas hablando con el gobernador…” Me quedé en blanco y luego me callé.

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No podía llevar a Zero conmigo a comprar su regalo. Tampoco quería decirle que había salido a comprarle un regalo.

“Uh, oh.” Theo susurró en mis oídos.

“Pensé que eras mi Mercenario. ¿No es tu trabajo estar conmigo en todo momento?”

“Lo es, pero incluso los guardaespaldas necesitan su tiempo libre.”

“¿Tiempo libre?” Zero bajó la mirada. “Ya veo. Tienes razón. El tiempo libre es necesario. Me disculpo por interferir en tu tiempo libre. Simplemente…” Su voz se convirtió en un susurro. “Simplemente quería ir contigo.”

Zero se dio la vuelta, con su larga capa ondeando, y desapareció en el castillo. Perdí la oportunidad de llamarla, así que me quedé en blanco, viéndola marchar.

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¿Qué ha sido eso de ahora? No está actuando como ella misma.

Theo se deslizó de mi hombro y me dio una palmada en la espalda tan fuerte como pudo con su pequeña palma. “¡Apúrate y ve tras ella! ¡Zero se sentía sola! Estoy seguro de que te estuvo esperando todo este tiempo para que pudieran salir juntos. ¡Soy un idiota! ¡Deberíamos haber regresado antes!”

“¿Ir tras ella? ¿Y luego qué?”

“Discúlpate, ¿qué más? ¡Ahora es el momento de darle tu regalo! Discúlpate como si realmente lo sintieras, ¿de acuerdo? Mi papá decía que si hacías enojar a una mujer, entonces te disculpabas.”

¿Podemos realmente confiar en las palabras de tu padre?

No podía dejarla ir, así que fui tras ella.

Zero marchaba por el largo pasillo, sus pasos resonaban con fuerza. La alcancé e intenté hablar con ella, pero no respondió y siguió caminando.

“¡Hey, espera! ¡Escúchame un segundo! Siento haberte dejado atrás. Theo me rogó que fuera, así que no tuve otra opción. También tenía algunos asuntos que debía atender en el centro, y tú estabas con el gobernador…”

“Sí, estaba hablando con el gobernador. A solas. ¿Qué estabas haciendo durante ese tiempo?”

“¿Qué…?”

Zero se burló. “Le diste una mano suave a la santa y me dejaste atrás. El sacerdote me dijo que te quedaste a su lado, haciendo cosas indecentes. He aprendido el verdadero significado de la frase ‘no comer la comida que se le pone delante es la vergüenza de un hombre’. ¿No se sirvió ella misma para ti? Sería una vergüenza para ti si no aceptaras su invitación.”

“¡Espera! ¡Eso no ha ocurrido en absoluto! Aunque me gustaría darte la razón por haberte aprendido la frase, ¡es todo un malentendido! ¡Es una mentira! ¡La maquinación del cura!

¡¿Crees realmente que tengo las agallas para hacer eso?!” Decirlo yo me hizo sentir un poco mal, pero era la verdad.

“Además, sólo terminé con Lia porque tú y el gobernador nos echaron de la sala.”

“Te equivocas. Quería comer contigo. Sabía que el gobernador quería hablar conmigo, así que hice que el banquete se preparara en tu habitación. Sin embargo, ¡tú elegiste a la santa y no a mí!”

Oh, mierda. Así que eso es lo que era.

El gobernador sólo quería que salieran Lia y el cura, y casualmente yo seguía a Lia. “Uh, sí. Ese fue mi error. Pero ya viste cómo estaba Lia. El sacerdote la dejó, y su asistente

sola no podía…”

Zero siguió caminando. “Siempre eres así. Sólo te preocupas por la santa porque no puede hacer las cosas por sí misma, porque es débil, porque te preocupas por ella. Te ocupas de todas sus necesidades. Entonces, ¿qué tal si te conviertes en un servidor de tu amada santa? No tienes que preocuparte por tu pago. Te compensaré como te prometí. Quédate aquí, y en cuanto recupere mi poder, vendré a visitarte.”

“¡¿Puedes dejar eso ya?! Santa esto, santa lo otro. ¡Esto no es propio de ti! ¡Parece que estás celosa de Lia!”

“¿Celosa?” Zero se dio la vuelta y me miró fijamente. Por un momento se quedó sin palabras, luego perdió toda la energía rápidamente. “No estoy celosa…”

Parecía más bien que estaba hablando consigo misma. Su mirada se desvió hacia el suelo, con la boca abierta y cerrada.

“Simplemente… Esto me hace parecer una tonta… De hecho, esto no es propio de mí…”

Zero bajó los hombros y exhaló. Finalmente, Zero me miró directamente, con una expresión de desconcierto. Sin el habitual aire trascendental para ella, parecía una niña.

“Simplemente me sentí extremadamente desagradable. Cuando te veo ser tan amable con la santa, no puedo controlar la agitación en mi mente, aunque sé que tus acciones son razonables. ¿Es algún tipo de enfermedad?”

Zero se mesó los rizos y sacudió la cabeza. Desconcertada por sus propias emociones — emociones que todo el mundo tenía— estaba completamente perdida. No estaba enferma. En todo caso, estaba perfectamente sana. Sólo que no había sentido esas emociones antes. Por eso se dejaba arrastrar como una niña.

“¿O son celos? ¿Estoy celosa de la santa?”

“Eh, no sé… Probablemente…” Me costó responder a pesar de que yo sacara el tema.

Decirle que estaba celosa era como decirle que yo le gustaba. En retrospectiva, yo, una bestia caída, diciéndole a Zero, una mujer hermosa de la que todos los hombres estarían locamente enamorados, que se sentía celosa, era bastante presuntuoso.

“Mercenario. Hay algo que siempre he querido preguntarte. Lo he pensado mucho, pero no he podido entenderlo. ¿Podrías escucharme?”

Zero Kara Hajimeru Volumen 2 Capitulo 4 Parte 3 Novela Ligera

 

“¿Por qué tan formal de repente? Si puedo responder, entonces claro, lo haré.” “¿Prefieres los pechos grandes?”

***

 

 

Casi me derrumbé de rodillas. ¿Pechos grandes? ¿Qué? Si me preguntaban si me gustaban o no, entonces sí, me gustaban los pechos grandes. Pero, ¿qué relación tenía eso con la conversación que estábamos teniendo? No pude pronunciar una palabra.

“Le pregunté al gobernador.” Continuó Zero. “Le pregunté qué tenía la santa que yo no tuviera. ¿Por qué la eligió a ella? Dijo que los pechos grandes vuelven locos a los hombres.”

¿Qué clase de cosas le está metiendo en la cabeza ese marinero? ¿Y por qué lo aceptas como si nada, oh gran bruja de las tinieblas?

“Cálmate, bruja. No sé por qué tuviste esa conversación con ese tipo, pero yo no juzgo el valor de una mujer por el tamaño de sus pechos.”

“¡Pero si estabas mirando los pechos oscilantes de la santa!”

Para. Silencio, por favor. El sacerdote te escuchará. Si eso ocurre, seguro que estoy muerto. Además, ni siquiera los miraba. Entraban en mi visión de vez en cuando, pero no los miraba a propósito.

“Mis pechos son… de tamaño normal.” Dijo Zero. “Es cierto, no son grandes.”

“¡Pero el gobernador elogió su gran forma!” “¡¿Se los enseñaste?!”

“Dijo que podía decirlo incluso con mi ropa puesta.”

Oh. Casi me das un ataque al corazón. Los había visto antes —pura coincidencia, por supuesto— y tenían una forma perfecta. No, espera. Eso no importa ahora.

“Pero si valoras más el tamaño que la forma, entonces no soy rival para la santa. Pensé que era la razón por la que te preocupabas tanto por ella.”

“¡No!”

¿Cómo se te ha ocurrido eso? ¿Piensa esta mujer que soy una especie de idiota que decide a quién servir basándose únicamente en el tamaño de sus pechos?

Pero era cierto que toda la atención que hubiera dirigido a Zero se dirigía a Lia. Como dijo el gobernador, hice un buen trabajo como escolta de la santa, pero no como guardaespaldas de Zero. Por eso Theo me dijo que le diera un regalo y me disculpara. Cierto, casi me olvido de eso. Busqué en mis bolsillos el regalo de Zero. Pero, ¿debería dárselo ahora? ¿Cómo lo hago? ¿Qué voy a decir?

“Lo siento.” Dije.

Zero levantó rápidamente la vista y me miró extrañada. “¿Te estás disculpando por estar cautivado por los pechos grandes?” Preguntó.

“¡Olvídate de los pechos! Me estoy disculpando por no poner a mi empleador original en primer lugar!”

“Está bien. La santa es aburrida, y está debilitada por la magia o los milagros. Es lógico que la priorices sobre mí. Pero hay más que eso. Le tienes cariño.”

“Eso no es…” “Es cierto.”

Parecía estar diciéndome que no mintiera a mi jefe. Lo pensé por un momento y me di cuenta de que Lia me gustaba.

“No se puede odiar a ese tipo de personas.” Dije.

Lia era torpe, vulnerable, demasiado optimista y, en el fondo, una buena persona. Era como ver una pila de troncos a punto de derrumbarse. No podías evitar apoyarla.

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“¿Te acuerdas?” Preguntó Zero. “Antes dijiste que a los hombres les atrae más la timidez o la vulnerabilidad que les hace querer proteger a la chica. La santa encaja perfectamente en ese criterio. Tu afición por la santa es simplemente una providencia natural que se ha transmitido a través de las generaciones desde el principio de la humanidad.”

“Mira, ahora estás exagerando.”

“Pero deseas protegerla, ¿no es así? No quieres matarla, al menos.”

“No quiero matar a la gente sin razón, independientemente de quiénes sean.” “¿Y si tuvieras una razón para matarla?”

“¿Qué?”

“Puede que no quieras creerlo, pero por lo que he oído del gobernador, la santa es una bruja que debe ser destruida.” Afirmó Zero con rotundidad.

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Sólo un momento después procesé sus palabras. “Espera un segundo. ¿Qué quieres decir con eso? ¿Cómo puedes estar tan seguro?”

Recordé la cara de Lia cuando lloraba, susurrando que tenía miedo. Sus lágrimas, mientras temblaba al pensar en todo el odio hacia ella, cuando lo único que quería era salvar a la gente.

“¿Recuerdas al médico de la posada hablando de que cada vez hay menos médicos en Cleón, verdad?” Preguntó Zero.

“Lo sé. El número de médicos está disminuyendo por su culpa. Pero, ¿la llamas bruja basándote en eso?” Mi voz era feroz.

Me di cuenta de que había perdido la compostura. Me sorprendió que las palabras de Zero me impactaran tanto. Fue inquietante.

“No es eso lo que estoy diciendo. El problema es que los médicos están disminuyendo en número, y sin embargo la santa no está desempeñando su papel de médico.”

“¡Claro que sí! Está haciendo bien su trabajo.”

“No lo hace. Para ser más exactos, selecciona a las personas que cura. Los que no son seleccionados se dejan morir con sus heridas y enfermedades. Ese es el estado actual de la República de Cleón.”

Suena como algo de lo que no podemos hablar en un pasillo.

Insté a Zero a salir al patio trasero del castillo. Sólo era mi teoría personal, pero era mejor tener una conversación privada al aire libre. Había muchas posibilidades de no notar a los fisgones en espacios reducidos. Sin embargo, en un patio trasero vacío, notarías fácilmente a cualquiera que se acercara.

“¿Conoces la definición de república?” Preguntó Zero en cuanto llegamos al patio trasero.

“Un reino elige a su jefe a través de la sucesión hereditaria. En una república, el jefe de Estado es elegido por el pueblo.”

“Qué respuesta tan espléndida. A veces me pregunto si eres estúpido o inteligente.”

“Soy un mercenario y un guerrero. Me contratan las naciones para matar. Conozco las formas básicas de gobierno, al menos.”

No podía dar una explicación exhaustiva, ya que no había estudiado sus definiciones detalladas, pero aprendí lo suficiente para al menos mantener una conversación.


“Tienes razón.” Dijo Zero. “Dicho de otro modo, una república es un país en el que no se ha decidido quién será el próximo gobernante. Si el actual jefe de Estado muere, su hijo no necesariamente toma el relevo. La persona que sea popular entre el pueblo y tenga más poder será el próximo gobernante de la República de Cleón.”

“Para mí tiene sentido.”

“Entonces, ¿cómo se llega a ser popular con el pueblo?”

“Dando a la gente lo que quiere. Como comida, ropa, refugio y trabajo. También hay medidas contra los desastres…”

“Y luego está la asistencia sanitaria.”

Mencione un principio. La sanidad significaba la vida. Tenías un lugar al que acudir cuando te lesionabas. Había un médico al que podías llamar cuando estabas enfermo. La gente se reunía en ese tipo de lugares, y los lugares donde la gente se reunía se volvían ricos.

“Los médicos están disminuyendo en número en Cleón.” Continuó Zero. “Pero sólo hay una santa, y no hace falta decir que no puede curar a todo el mundo. Así que, ¿a quién debe tratar primero? ¿A los pobres al borde de la muerte? ¿O al hijo de un poderoso gobernador que sufre un resfriado del que ya se estaba recuperando?”

“¡Ese tipo mintió para convocar a Lia aquí! ¡Vino hasta aquí porque la carta decía que el hijo tenía un problema pulmonar!”

“Pero fue la propia santa la que decidió aceptar la petición. Muchos enfermos viajan a la Ciudad Santa por los milagros de la santa. Sin embargo, ella viajó a Ideaverna, dejándolos atrás. ¿Por qué? Supongo que vino porque fue a petición del gobernador de Ideaverna, un hombre que tiene un poder considerable en la república.”

“Eso es…”

“No estoy criticando a la santa por su elección. De hecho, las vidas tienen un orden de prioridad. La vida de un anciano que está a pocos días de morir y la de un recién nacido pesan de forma diferente. Pero los que ni siquiera están entre las opciones, ¿en quién deben confiar? Los pobres sólo pueden esperar la muerte. Ese es el estado actual de este país.”

“¡Pero matar a Lia no resolverá ese problema!”

***

 

 


“Yo no iría tan lejos, por supuesto.” Dijo Zero. “Pero por mucho que se esfuerce, la santa tiene que elegir a quién tratar. Ahora bien, ¿qué pasa si se apodera de ese derecho a elegir?”

¿Qué harías si tuvieras el derecho de elegir a quién va a tratar Lia?

“Si, por ejemplo, respaldarme como próximo jefe de Estado me diera la oportunidad de ser priorizado por la santa, ¿no te esforzarías por hacerme ganar?”

El derecho a tener prioridad en la atención sanitaria era demasiado tentador, sobre todo en un país en el que las nuevas enfermedades llegaban con frecuencia del exterior.

Menos médicos y un sistema sanitario centralizado. Controlar ese sistema te daría el poder de dirigir la sanidad de toda la república.

“Los que están bajo la gracia de la santa tendrán la oportunidad de convertirse en el jefe de Estado. Si ese es el caso, todos ellos tratarán de apoderarse de la santa. ¿Cómo lo harían?” Zero hizo una pausa. “¿Lo sabías? La persona que presentó la ciudad de Akdios como Ciudad Santa era una rica comerciante con fama de ver a los pobres como meros esclavos. Al parecer, la santa le tiene mucho aprecio como compañera para tomar el té. El gobernador dijo que la santa no es muy versada en política y es incapaz de juzgar a los que se acercan a ella si son buenos o malos.”

Donativos, contribuciones, sobornos, y narices marrones. En otras palabras, era una batalla para ver quién era más querido por Lia. No sería exagerado decir que Cleón estaba gobernado por la santa. Tenía una gran influencia en el futuro del país precisamente porque la república no tenía un gobernante absoluto.

“Pero eso no es culpa de Lia, ¿verdad? Si el problema es esa perra que se desliza hacia ella, ¡entonces ocúpense de ella! Incluso es posible que sea ella la que le enseñó magia a Lia,

¿no?”

“Sí, supongo.”

“Lia sólo salva a la gente. Claro que tiene que elegir a quién tratar, pero si se lo piden, está dispuesta a curar a cualquiera. De hecho, ella hace precisamente eso. Me curó a mí e incluso se ofreció a curar a los bandidos. ¿Aún puedes decir que es alguien que necesita ser eliminado?”

“También he oído otras historias.”

No quería escuchar más a Zero cuestionando las intenciones de Lia.

“Que la santa es una bruja horrible que caza y recoge las almas de los pobres y se las da a los ricos.”

“¡¿Y tú te crees eso?!” Rugí, agarrando a Zero por el pecho y acercándola.

Su esbelto cuerpo era extremadamente ligero, las puntas de sus pies se elevaban ligeramente sobre el suelo. Los hermosos rasgos de Zero y sus ojos de color púrpura azulado estaban ante mis ojos. Su expresión algo despectiva y vacía me produjo un escalofrío.

Acabo de amenazar a mi empleador. Amenacé a alguien a quien ni siquiera pude vencer en un ataque de ira.

“Lo siento.” De alguna manera me las arreglé para expresar una disculpa desde mi boca seca. He decepcionado a Zero.

Después de arreglar su ropa en silencio, me miró directamente. “¿Te has enamorado de la santa?” Me preguntó.

“¡No! Yo sólo…”

Sólo recordaba la sensación de su mano agarrando desesperadamente mis dedos. No podía creer que una mujer tan frágil que sólo sabía salvar a la gente fuera una bruja que debía ser aniquilada.

No tenía ni idea y, sin embargo, la gente la llamaba bruja, una encarnación del mal, simplemente por las cosas que ocurrían a su alrededor. Era injusto, y lo odiaba.

Era lo mismo que si me dijeran que la gente a mi alrededor estaba muriendo porque yo era una bestia caída. Era como decirle a Zero que humanos inocentes morían en la caza de brujas por su existencia. Sé que no tienes mala intención, pero si no existieras, las cosas irían mejor.

“Simpatía y piedad.” Dijo Zero. “Tienes miedo de arrinconar a la gente que te adora.

Sientes que ayudar a arrinconarlos es traicionarlos.”

Zero dejó escapar un suspiro exasperado. Me sentí terriblemente patético.

“Ten la seguridad. No mataré a la santa sin estar segura de que debe ser eliminada.

Tampoco tomaré al pie de la letra la información que recibí del gobernador.”

Ya lo sé. Zero simplemente estaba hablando de la información que obtuvo. Simplemente dijo que Lia podría ser una bruja que debe ser eliminada basándose en la información del gobernador.

“Pero, sea o no consciente de ello, este país está sufriendo por su culpa. El número de médicos disminuye y la gente muere sin recibir tratamiento. Vidas que podrían haber perdurado si la santa no hubiera aparecido, se han ido. Debo hacer las cosas bien. Cualquier culpa por las vidas perdidas a causa de la magia, incluso indirectamente, recae sobre mí.” Zero levantó la cabeza y me miró directamente a los ojos. “Mataré a la santa, si es necesario. Ese es mi…”

“Tu deber, ¿verdad? Lo sé. Y es mi trabajo ayudarte con eso. Si vas a matar a la santa, voy a seguir tus órdenes.” Dejo que las frías e irreflexivas palabras escapen de mis labios.

La expresión de Zero se suavizó. “Si esto no fuera parte de tu trabajo, ¿qué harías?” Preguntó.

“¿Qué?”

“¿Violarías nuestro acuerdo y protegería a la santa? Si no fuera por tu obligación, si actuaras según tu propia voluntad, ¿qué harías?”

Mi propia voluntad. Incapaz de dar una respuesta en el acto, traté de esquivar la pregunta.

“¿De qué estás hablando? Tengo un contrato contigo y ya me has pagado por adelantado.

No entiendo el sentido de tu pregunta.”

“Eres un mercenario, alguien que antepone su propio interés, ¿correcto? Has traicionado a tus empleadores y has elegido a otro que te ofrecía un mejor trato. ¿Me equivoco?”

“Bueno, sí. Es cierto.”

Los mercenarios impulsados por el dinero no tenían lealtad ni ningún código moral.

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La razón por la que seguía trabajando con Zero era porque ella podía convertirme en humano. Pero incluso si dejaba de ser su guardaespaldas, dijo que volvería a mí y cumpliría su parte del trato.

Como si viera a través de mí, Zero, con una expresión suave, extendió de repente su mano. Sus dedos tocaron mi mejilla, moviéndose suavemente como si estuviera acariciando a un gato.

“Te lo dije antes, Mercenario. No te obligaré a estar a mi lado. Si deseas dejar de ser mi guardaespaldas, entonces puedes hacerlo. Aun así, un día vendré a cumplir mi parte del trato. Ahora estamos juntos porque es lo que queremos. Es nuestra voluntad. No hay ningún contrato que nos una para siempre. Encuentro este acuerdo agradable, pero al mismo tiempo temo que se deshaga.”

¿No fue eso lo que le dije a Theo antes? No es que no puedas, es que no lo haces. También se aplica a mí.

Mientras me quedaba sin poder decir nada, Zero se rió.

“Es extraño. Hasta hace un momento, los celos me hacían perder la compostura. Pero ahora que sé y admito que estoy celosa, vuelvo a sentirme tranquila. Espero con gran expectación que me elijas a mí en lugar de la santa. Seguramente será muy doloroso y a la vez muy agradable.”

“Pero, ¿antes no dijiste que usarías mi nombre para atarme y hacerme tu siervo?” “Si me dices tu nombre.”

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Así que, al final, todo se reduce a mi propia elección. ¿Exactamente qué es lo que quiero?

“Me gusta la expresión de tu cara.” Dijo Zero. “La cara de alguien perplejo y angustiado es extremadamente atractiva.”

“¿Te estás burlando de mí? La verdad es que ahora mismo me siento bastante deprimido.”

“Yo también. Después de todo, estaba a punto de ser traicionada por el primer amigo que hice en toda mi vida. Por segunda vez, de hecho. Tú me traicionaste una vez cuando Decimotercero te engañó.”

No pude ofrecer ninguna palabra de refutación. Zero me sonrió mientras me cubría la cara con la palma de la mano y guardaba silencio.

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