Kumo Desu Ga Nani Ka?

Volumen 14

Interludio 7: La Decisión del Presidente

“¿Cuál es la situación?”

“Ha habido fenómenos meteorológicos muy radicales y otros sucesos extraños en todo el mundo.”

“La violencia está estallando entre los ciudadanos, incluyendo asesinatos y otros delitos.”

“Los suicidios también han aumentado. Muchos de los adoradores de los dragones, especialmente, se han suicidado en masa.”

“La distribución de alimentos está paralizada.”

Cada informe era tan horrible como el anterior.

Pero estaba claro que ese sería el caso cuando el fin del mundo se acerca.

“… ¿Y cuánto tiempo nos queda?”

Nadie podía contestar a mi pregunta de inmediato.

Ninguno de ellos hizo ni un sonido, como si tuvieran miedo de decir la respuesta en voz alta.

Pero tarde o temprano, alguien tenía que romper el silencio.

Un ministro habló a regañadientes.

“Según Potimas Harrifenas, quizás tengamos menos de un año.”

Al escuchar el nombre de Potimas, me di cuenta de que mi cara mostraba mi desagrado.

No puedo echar toda la culpa de esta situación a Potimas, pero sin duda él era el origen de estos problemas.

Los delirios de grandeza de un hombre habían llevado al mundo a la destrucción.

Pero también era el único individuo que podría tener la oportunidad de resolver la situación que había creado.

Por lo tanto, no podíamos ejecutar a Potimas, por mucho que me doliera.

“Además, afirmó que ese era solo el período de tiempo en el que era probable que el planeta conservara su forma… Pero la cantidad de tiempo que la vida podría sobrevivir en él probablemente fuera mucho más corta.”

“Si se me permite añadir, cuanto más tiempo pasa, peor se vuelve la situación.”

La implicación era que si iba a tomar una decisión, debía hacerlo con prisa.

Estos hombres y mujeres que me habían seguido todo este tiempo estaban resueltos a acatar mi decisión, incluso en esta terrible situación.

En otras palabras, estaban dispuestos a cumplir con mi juicio como al que llamaban sabio del mundo, sin importar lo ilógico que fuera.

Pero mientras que sabía que se me había dado el derecho a decidir, no me atreví a abrir la boca.

Nuestra nación de Daztrudia se salvó en gran medida de los ataques de los dragones, quizás porque prohibimos el uso de la energía MA.

Mientras que otras naciones sufrieron daños catastróficos, nosotros salimos relativamente ilesos.

Por lo tanto, ahora estaba siendo elogiado y llamado “sabio” por resistirme al encanto de la energía MA y continuar condenando su uso, hasta el punto en que apenas había naciones que desafiaran a Daztrudia.

Es por eso por lo que tenía que hacer mi elección con mucho cuidado.

En esta situación, si Daztrudia dijera que lo negro es blanco, entonces así sería para el resto del mundo.

“Hmm…”

Lancé un profundo suspiro.

No importaba cuánto lo pensara, siempre llegaba a la misma conclusión.

Como presidente, como líder de hecho de la humanidad, necesitaba tomar una decisión aunque esta fuera un trago amargo.

“¿Es realmente la única manera?”

Más que preguntárselo a los demás me lo confirmaba a mí mismo.

Efectivamente, nadie más ofreció una respuesta.

¿Cómo podían?

Un largo, larguísimo silencio se apoderó de la sala de conferencias.

“Decidle a Potimas Harrifenas que haga los preparativos necesarios.”

“… ¡Sí, señor!”

Lo dije.

No había vuelta atrás.

Ese fue el momento en el que yo, el Presidente Dustin de Daztrudia, tomé la decisión que básicamente eligió el destino de la humanidad.

Las otras personas en la sala de conferencias agacharon la cabeza.

Yo solo me levanté de la silla y caminé hacia la ventana.

A través del grueso cristal antibalas, el cielo parecía haber perdido su luz, aunque todavía no era de noche.

Un ruido sordo llenó la habitación.

Era el sonido de mi frente golpeando contra la ventana.

“¿Un sabio? ¿Cómo podría nadie pensar que soy un sabio? ¡No soy más que un tonto desvergonzado!”

Mientras gritaba de desesperación, volví a golpear mi cabeza contra la ventana.

Y otra vez.

Una y otra vez.

“¡Presidente! ¡Presidente!”

Al ver que mi frente se partía y la sangre comenzaba a gotear, un ministro se apresuró a detenerme.

Pero aun así seguí golpeando mi cabeza contra el cristal.

Solo cuando tres de los ministros me arrancaron de la ventana finalmente dejé de lastimarme.

“¡Escoria! ¡Soy escoria!”

Pero mis palabras no paraban.

Continué lanzándome insultos a mí mismo.

“¡Presidente! ¡Presidente! ¡Es usted un hombre honorable! ¡No es escoria!”

Estoy seguro de que el ministro lo dijo desde el fondo de su corazón, pero sus palabras sonaron huecas en mis oídos.

“Estamos pagando la bondad con crueldad. ¡¿Cómo no se puede llamar escoria a eso?! ¡Qué vergüenza, maldita sea!”

Mis hombros se agitaban mientras gritaba, hasta que finalmente perdí mis fuerzas y me hundí en una silla.

“Mi nombre será arrastrado por el barro para siempre.”

“Seguro que no…”

“No, lo hará. Debería. Así que debo crear ese futuro con mis propias manos.”

Los ministros guardaron silencio ante esto.

“De ahora en adelante, usaré todos los medios necesarios para proteger a la humanidad, como la escoria que soy. Continuaré hasta que mi alma se haya ido. Eso es todo lo que puedo hacer, soy un tonto sin vergüenza.

Mis ojos estaban inyectados en sangre, pero hablé con convicción.

“La diosa Sariel salvó a la humanidad de los dragones. Y ahora la ofreceremos como sacrificio para mantener a este mundo con vida.”

Ante eso, todos los ministros agacharon la cabeza.

“Le seguiremos hasta las profundidades del infierno, Presidente Dustin.”

[DUSTIN EABEHIGHNAM

Nacido en la familia Eabehighnam, el padre de Dustin, su abuelo y su bisabuelo sirvieron como los anteriores presidentes de Daztrudia. Para poder distinguirse de sus antecesores, se referían a él por su primer nombre en lugar de por su apellido. Un hábil tomador de decisiones que siempre mantenía sus promesas, fue un presidente conocido por su fuerte liderazgo. Esta imagen tan resuelta lo hizo una figura popular también. Fue él quien se comprometió a la estrategia de sacrificar a Sariel para poder salvar al mundo, aunque lo hizo con gran pesar. A causa de eso, decidió que debía proteger a la humanidad por todos los medios necesarios, sin importar el coste. Incluso ahora, continúa trabajando para cumplir esa promesa.]