Zero kara Hajimeru Mahō no Sho (NL)

Volumen 1

Capítulo 6: Hechizo Prohibido

Parte 3

 

 

“¡Mercenario!” “¡Zero!”

“Alto. No hagas más movimientos. Ponte de rodillas.”

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Tras empezar a correr, al momento siguiente estaba siguiendo al pie de la letra las órdenes de Decimotercero, postrándome en el suelo.

“¿Qué…? ¿Por qué hice esto…?”

“Dije que los mentalmente superiores podían manipular animales. Los humanos también son animales, y esta cámara fue construida para amplificar mi destreza mental. Este es mi santuario.”

“Mercenario, ¿estás bien?”

“Además de parecer un tonto, sigo sano como un buey… pero ¡maldita sea!”

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Desesperadamente, sólo conseguí mover un dedo para arañar la baldosa de piedra. Mi cuerpo no obedecía mis órdenes. Mis miembros no se habían dormido, ni había perdido la sensibilidad en ellos, pero no podía levantarme por nada del mundo.

“Estás perdiendo el tiempo. Aquellos con ira en sus corazones caerán en la mente de cualquier otro.”

Así que es eso, ¿eh? Pero aun así, me enfurecí.

Decimotercero dio un paso adelante. Hacia mí. Zero gritó.

“Tú… Decimotercero… ¡No te perdonaré! ¡Esa es mi posesión! ¡Mi mercenario, que ha vuelto a mí! ¡Devuélvelo en este instante!”

“Tus palabras son inútiles, Zero. Hay un campo delimitado alrededor de esa jaula tuya.

Ni siquiera tú podrías escapar de él: te harás daño si lo intentas, así que quédate quieta.” “¡No me des órdenes, Decimotercero!”

“Entonces qué tal si lo pongo de esta manera: por favor, te lo ruego. Hasta que lo mate y libere tu espíritu, cierra los ojos y tápate los oídos por mí. Entonces sellaré tus recuerdos con respecto a este hombre.”

“¡Como si te fuese a dejar! ¡Nunca permitiré eso, Decimotercero-Decimotercero!”

Zero gritó y golpeó los barrotes de hierro, haciéndolos sonar y provocando un clamor. Aunque no parecía que pudiera hacer nada dentro de la jaula sin puerta, al no poder utilizar la hechicería.

Realmente no quería hacerlo, pero decidí que tal vez debía intentar una reconciliación.

Chasqueé la lengua y me esforcé por levantar la cara para encarar a Decimotercero.

“Tengo que decir esto incluso ahora, Decimotercero. Hay una manera de deshacerse de la magia sin matar a todas las brujas. Las que estás tratando de purgar, como la rebelión del Aquelarre de Zero y el caos de los hechiceros descarriados, pueden ser detenidas si usas el ‘Rechazo’ en ellas. Podrás recuperar el Libro de Zero y deshacerte de todas las brujas que han estado causando problemas bajo el nombre de Zero.”

Y entonces, cuando Albus utilice la confusión resultante para organizar a las brujas novatas bajo la memoria de Solena, los problemas de las brujas de Wenias llegarían por fin a su fin. La existencia de la magia no sería olvidada, pero con los esfuerzos de Albus tal vez la magia podría ser utilizada como Zero había esperado. Seguí hablando, siempre mirando el rostro sin emoción de Decimotercero.

“He venido a llevármela para poder conseguirlo. Así que, con todo el respeto, debes soltarnos lo más rápido posible… ¡Decimotercero!”

“Lamentablemente, debo negarme. Zero no saldrá de este lugar, y tampoco usará la magia ‘Rechazo’.”

“… ¿Qué?”

Me quedé atónito. —¿No fue suficiente mi explicación? Creía que Decimotercero quería recuperar el Libro de Zero y deshacerse de los que habían estado haciendo mal uso de la magia que Zero había ideado. Supuse que buscábamos las mismas cosas, así que no tenía motivos para negarse. Decimotercero tampoco era tan mezquino como para negarse sólo porque le cayera mal o alguna mierda.

“Tú también quieres recuperar el Libro de Zero lo antes posible, ¿no? Con ese plan…”

“Eso no resolvería nada. De hecho, pondría fin temporalmente al conflicto y haría que esta nación volviera a ser como antes. Las brujas aguantarían la respiración y volverían a la convivencia a medias del pasado. Pero cargarían con una nueva herida agravante: la de un levantamiento de brujas.”

Decimotercero desmonto mi argumento de forma desapasionada.

No resolvería nada. Simplemente volverían al estado anterior de las cosas, curando nuevas heridas.

***

 

 

—¿Qué hay de malo en eso?

Los que no querían una coexistencia incómoda, que más bien presionaban para ganar la verdadera tranquilidad para las brujas, eran ‘esa persona’ y el Aquelarre de Zero. ¿Por qué Decimotercero, alguien que luchó por purgarlas, estaría en contra de que las cosas volvieran a ser como antes?

“—Exactamente, mercenario.”

Zero se aferraba a los barrotes de su jaula con la cabeza agachada cuando oí su voz tensa. “El objetivo de Decimotercero no es la recuperación del Libro de Zero ni la resolución

del caos en Wenias. Esos son sólo los medios. Lo que él busca es el fin que traerán…”

“Vamos, siempre te digo que expliques la situación de forma que hasta un idiota pueda entenderla, ¿no? Entonces, ¿qué es lo que quiere Decimotercero? ¿No es recuperar el libro robado el motivo por el que Decimotercero salió de tu cueva?” Grité, mirando a Decimotercero. Entonces, me di cuenta.

En el extremo del bastón innecesariamente grande que sostenía Decimotercero brillaba una joya escarlata.

¿No es esa cosa parecida a la gema en el cuello de Albus?

No soy especialmente inteligente. Pero puedo entender bastante bien las conspiraciones y los complots secretos, por ser mercenario. ¿Y si lo que quería Decimotercero no era acabar con el conflicto derivado del Libro de Zero —en otras palabras, el conflicto entre las brujas y el reino—, sino algo que esto provocaría?

Eso significaría que Decimotercero necesitaba la guerra si quería lograr sus objetivos.

Y el que robó el Libro de Zero y causó la guerra en Wenias fue ‘esa persona’.

Pero casi toda la gente de Wenias conocían el antagonismo de Decimotercero hacia ‘esa persona’ y el Aquelarre de Zero.

Además.

¿Quién demonios era ‘esa persona’, que robó el Libro de Zero de la cueva, que difundió la magia a lo largo y ancho de Wenias y que era esencialmente una figura en las sombras, y dónde estaba ahora?

Sentí que me salían gotas de sudor por todo el cuerpo. Vi que en la mano de Decimotercero había un solo libro. ¿La cubierta era de ébano?

—¿Qué tipo de libro era? Dijiste que era un libro sobre brujería.

Le había preguntado a Zero, y Zero había respondido así.

—La cubierta era de ébano pulido hasta alcanzar un brillo de espejo, con bisagras de oro y adornada con detalles imposibles.

En las garras de Decimotercero había un libro que se ajustaba perfectamente a esa descripción.

Como si hubiera estado ahí desde el principio, se podría decir.

“Hey, espera un segundo… no puede ser… no puedes hablar en serio, Decimotercero.”

¿Y si el Libro de Zero no hubiera sido robado en absoluto?

¿Y si Decimotercero hubiera mentido sobre la salida de la cueva para buscar el libro, y en cambio se hubiera ido para difundir la magia?

‘Esa persona’, que mató a las brujas de la cueva, robó el Libro de Zero y dio a conocer ampliamente sus enseñanzas, y Decimotercero, que salió a perseguirla y a recuperar el Libro de Zero, y estuvo luchando contra las brujas de Wenias.

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No puede ser, no pueden ser la misma persona, ¿verdad?

“Para detener por completo la caza de brujas, es necesario que se haga creer a las masas que todas las brujas malas han desaparecido.” Respondió la voz de Zero.

Decimotercero me miró, todavía inexpresivo.

“Para ello, primero hay que sacar a la luz a las brujas malas.” Siguió Zero. “Hay que darles poder, oportunidades, y convertir sus brasas ardientes en una hoguera ardiente. Y, por último, hay que apagar públicamente su llama, o el mundo seguirá temiendo a las brujas.”

Por encima de la voz de Zero, el discurso de Decimotercero en la hoguera resonó en mi cabeza. Había proclamado en voz alta que cazaría a las brujas malvadas por la justicia y por el pueblo.

“Por eso.” Zero encadenó sus palabras con voz temblorosa. “Decimotercero extendió la magia por todo este reino, y provocó la rebelión de las brujas agitando el Aquelarre de Zero, todo ello bajo el velo de ‘esa persona’. Y se ha abierto paso en el castillo imperial, actuando como el hechicero del bien con el poder de resistirlos. Desde el principio…”

El libro nunca había sido robado.

—La justicia no puede existir sin el mal. Antaño, la Iglesia había pintado a las brujas como malvadas para que el pueblo confiara en su rectitud. ¿Había conseguido Decimotercero hacer justo eso?

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“… ¿Estaba todo planeado?” Pregunté titubeante. Sin embargo, no era una pregunta sino una afirmación.

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“La revuelta del Aquelarre de Zero… las revueltas de los hechiceros descarriados… ¡¿tú planeaste todo eso?! ¡Decimotercero!”

A pesar de depender de las brujas, el pueblo de Wenias no podía aceptarlas. Era un claro doble rasero. Por supuesto, las brujas no estaban contentas de vivir en un mundo así.

Sin embargo, la impresión que el pueblo tenía de las brujas era mucho más amable que la de los pueblos de otras naciones. Era innegable que la existencia de cuento de hadas de Solena daba una especie de tranquilidad.

Se habían puesto los cimientos de la cooperación, pero también existían los rescoldos de la guerra. Por eso Decimotercero había elegido a Wenias para sus planes. Al extender el poder de la magia y destruir el equilibrio de poder, crearía una oportunidad para el estallido del descontento de las brujas. Una vez hecho esto, podría cazar y matar a las brujas rebeldes bajo la bandera de la justicia.

—Todo era para la “verdadera tranquilidad de las brujas” que resultaría de ello. Un profundo y cansado suspiro se escapó de los labios de Decimotercero.

“Planeado, supongo que fue así. Sin embargo, fueron las brujas y la gente de esta tierra quienes llegaron a conclusiones y tomaron medidas a través de su propio pensamiento consciente. Yo no se lo ordené.”

***

 

 

La voz de Decimotercero, ausente desde hace tiempo, no tenía ningún tono y sonaba muy inhumana.

“Los sutiles agravios que sufrían continuamente estaban reprimidos en su interior… y como se permitía que llegaran a un punto crítico sin ser resueltos, la mala sangre nunca terminaría. Y así, en un futuro no muy lejano, la revuelta comenzaría en Wenias. No hice más que acelerar su llegada. Los que querían luchar eran los brujos de esta tierra. Por así decirlo, actuaron por el camino que yo les prepare.”

“¡¿Qué camino?! Eso cae en el territorio de la conspiración.”

Apenas podía moverme y, con gran esfuerzo, escupí en el suelo. Decimotercero parecía no darse cuenta.

“Tengo que hacer una corrección, Zero. No he hecho nada para agitar el Aquelarre de Zero. Lo único que he hecho es asegurar la propagación de la magia por Wenias. También había numerosos caminos que el Aquelarre de Zero podría haber tomado para hacer lo correcto y coexistir con los humanos, pero en su lugar eligieron el camino que les llevaría a su propia destrucción.”

“¿Un camino que llevaría a su propia destrucción?”

“Sí. Al traicionar la confianza de los humanos con las Revelaciones de Venganza, el Aquelarre de Zero eligió el camino del mal. Así, tuve que conformarme con el camino de la rectitud hasta que, al salvar al rey y protegerlo de sus atacantes brujos, me convertí en el bufón que representaba las obras de justicia que el pueblo anhelaba. Increíblemente… eran ellos los que deseaban defender este reino como la fuerza del bien, incluso usando el nombre de Zero en el suyo, pero acabaron convirtiéndose en todo lo contrario. Por eso la situación es ahora tan difícil: hay tantas incógnitas que las cosas no proceden con lógica… diez años se desperdiciaron por este motivo.”

Decimotercero encorvó ligeramente sus anchos hombros y suspiró, enarcando las cejas con aparente frustración.

“Los malentendidos, la venganza y la venganza por la venganza: el nacimiento de una nación a partir de un conflicto marcará invariablemente el mundo con la miseria. Zero, no tenías que ver esto. Si sólo me hubieras esperado en la cueva, y simplemente hubieras aceptado el reino que habría creado. Habrías reinado como el símbolo mismo de la paz y la prosperidad, la madre de la magia, sobre un mundo en el que las brujas son reverenciadas como iconos justos y la magia es conocida por todos como el arte más noble.”

“¡Idiota! ¡¿Me he imaginado eso, Decimotercero?! ¡Si simplemente hubieras pensado en volver, habría sido…!”

“Siempre has dicho que querías ver el cielo, ¿verdad?”

Zero tragó bruscamente. Cielo, los labios de Zero pronunciaron la palabra.

“Anhelabas el mundo fuera de la cueva. Dijiste que querías que los demás conocieran la magia del Libro de Zero, y que querías un reino en el que todos pudieran vivir cómoda y felizmente. De hecho, te advertí que la magia era un arte que traería perdición al mundo. Pero aun así, te aferraste al Libro de Zero como a un sueño infantil. Por lo tanto, decidí que te concedería ese sueño.”

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Todo había sido por la paz de las brujas. —Y a través de eso, la felicidad de Zero.

Ya veo, Decimotercero. Esto sólo se estaba volviendo más y más loco.

“Ahora es el momento de construir una nación, Zero. Todo terminará muy pronto. Todo. Con las palabras de la nieta de Solena —se llamaba Albus, ¿no?—, todas las brujas que han elegido luchar vendrán a derrotarme. Es decir, ‘esa persona’, a la que han jurado su lealtad absoluta mediante pactos de sangre.”

La ruptura de un pacto de sangre de brujas significaba la aniquilación. Lo que me había dicho Cara de Perro encajó de repente en mi mente.

—Los hechiceros descarriados trataron de matar a Decimotercero.

—Ni siquiera tuvieron la oportunidad de luchar antes de que la fuerza de esa persona los abatiera.

Ah, así que eso era todo. Entonces, ¿de eso se trataba?

Para aprender magia, era necesario ser inducido en el Aquelarre de Zero, lo que requería que uno jurara su lealtad a ‘esa persona’ en un pacto de sangre de brujas. Incluso los hechiceros descarriados habían aprendido originalmente su magia en el Aquelarre de Zero.

Lo que esto significaba era que esencialmente todas las brujas que usaban magia habían jurado su lealtad a Decimotercero. Por eso, cuando esas brujas intentaron matar a Decimotercero después de tomar rehenes, fueron aniquiladas por el poder de sus pactos de sangre.

Lo mismo iba a ocurrir de nuevo. Sólo que esta vez, a una escala mucho mayor.

Ya podía ver al Aquelarre de Zero y a los hechiceros descarriados, normalmente enemigos, reuniéndose y uniendo fuerzas para derrotar a Decimotercero.

Y en el momento en que las brujas que se movilizaran comenzaran su asalto contra él, serían aniquiladas sin dejar rastro. —En otras palabras, las brujas malvadas serían aniquiladas ante la población temerosa de las brujas.

Sólo quedaría Decimotercero, y así, su rectitud se volvería incuestionable. Ese era el “camino” de Decimotercero.

“—¡No!”

Zero gritó y sacudió la jaula.

“¡No, no, no—! ¡¿De verdad vas a matar a todas las brujas de esta tierra, Decimotercero?!

¿Incluso a las brujas ancianas con su sabiduría y conocimiento cristalizados? Incluso las brujas jóvenes con sus esperanzas y sueños, ¡¿vas a hacer que todas mueran por mí?!”

“Los únicos que morirán serán los que decidan luchar. Sólo aquellos lo suficientemente tontos e irreflexivos como para abandonarse a alguien tan dudoso como ‘esa persona’, alguien cuya verdadera identidad y paradero se desconocen. Tales alborotadores eran indignos del poder en primer lugar. Las viejas y sabias brujas siguen viviendo modesta y discretamente, esperando a que pase la tormenta.”

Era la consecuencia de la irreflexión. Eran responsables de sus propios actos. Tomaron sus propias decisiones, lucharon por su propia voluntad, y morirían por sus propias manos.

Es cierto, no tenía sentido simpatizar con gente como esa. Pero, Decimotercero.

Estas supuestas verdades a las que te adhieres no son todas convenientes para ti. “—En ese caso… Solena, ¿qué pasa con ella?”

***

 

 

Aunque todavía no podía moverme, gruñí tan amenazadoramente como pude.

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Decimotercero me miró con frialdad.

“¿Era una bruja tonta e irreflexiva? ¿Quería ella esta guerra? ¿Quién preparó el escenario para las Revelaciones de Venganza? ¡¿Quién causó la plaga?! Solena usó su brujería sólo para salvar la aldea, ¿no es así?”

“De nuevo, todo es el resultado de las elecciones de las brujas de esta tierra. Unas cuantas brujas que habían aprendido magia se interesaron por su hechicería subyacente, y realizaron una prueba de hechicería de peste. Por lo tanto, como los sentimientos anti brujas eran muy elevados, era obvio que realizar un ritual llamativo allí sólo encendería la ira de la gente, independientemente de que el ritual estuviera realmente destinado a limpiar la aldea de la aflicción. Fue decisión de Solena hacer caso omiso de tales peligros y proceder con su hechicería.”

Hey, Cara de Perro. Tu suposición estaba muy equivocada. No fue ‘esa persona’ — Decimotercero— quien propagó la plaga, sino algunos hechiceros caprichosos… De cualquier manera, fue Decimotercero quien lo hizo posible en primer lugar.

Sin embargo, fue la propia elección de Solena. Sabía que sería acusada injustamente si salvaba al pueblo, pero lo hizo a pesar de todo. Supongo que se la podría llamar una bruja miope.

“Bien… pero ¿qué pasa con Albus? Seguro que eligió luchar, y seguro que es impulsiva,

¡pero es sólo una niña! Mataron a sus padres, la familia que amaba, sus mentores. ¿Así que la acusas de algo falso, y cuando no te escucha, la tratas como una herramienta y la quemas en la hoguera?”

Junto con mi grito de rabia, tensé los músculos y la parte superior de mi cuerpo se levantó un poco. Una débil sombra de irritación revoloteó ante la mirada de Decimotercero. Los que tienen ira en el corazón caerán en la mente de todos los demás, ¿es así?

Mejor que no te enfades entonces, Decimotercero. ¿No te gusta cómo expongo los hechos y la lógica?

“Eres muy quisquilloso, Decimotercero. ¿Acaso ignoras los hechos que no te convienen?

¿Qué hay de ti y del profesor de Zero? ¿Sus compañeros? ¿Eran tontos, miopes y querían la guerra?”

“¡Huir del cambio y vivir una existencia cerrada también es una tontería! ¡Cada día era simplemente un refrito constante de argumentos circulares! Ella y los demás dejaron de lado todo intento de pensamiento, y hacía tiempo que habían muerto por dentro. La única excepción era Zero. Propuse que dirigiéramos nuestra atención hacia el mundo exterior, proporcioné algunas opciones e intenté la persuasión. Sin embargo, la respuesta que recibí fue un obstinado no. Tenían miedo del poder de Zero, y querían sofocarlo.”

“¡¿Entonces qué pasa con la propia Zero?!”

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La expresión de Decimotercero cambió al instante. Un profundo surco se cinceló en su frente con clara malevolencia y desprecio. Me parecieron celos. No es agradable, Decimotercero. Que estes celoso de alguien como yo.

Gracias a ella, aunque a duras penas, pude volver a moverme.

“¿Cuándo le has dado a Zero alguna opción, eh? ¿Siquiera sabes lo que quiere? Mírala bien, Decimotercero. ¿Crees que aprueba lo que estás haciendo? ¿Cuándo te ha dicho, con una sonrisa en la cara, ‘gracias por matar a esos molestos hechiceros de entonces’?”

Por un momento, la mirada de Decimotercero pasó de mí a Zero. Aprovechando su lapsus, me levanté y, al mismo tiempo, eché a correr.

Cubrí la distancia entre Decimotercero y yo en un instante y, agarrando algo de mi bolso, se lo lancé. El objeto pasó volando junto a Decimotercero y se hizo añicos en el suelo.

Sin más que un corte en la mejilla provocado por un fragmento de cristal que salía despedido, Decimotercero lanzó su brazo como una guadaña y un rayo atravesó el aire, golpeándome. Caí al suelo.

“¡Mercenario!”

Gritando, Zero extendió la mano entre los barrotes de su jaula. Quería tomar su mano, pero no era el momento. Sólo un poco más.

“Maldita sea, contenerme es problemático…”

Decimotercero escupió como si estuviera irritado. ¿Lanzo ese rayo conteniéndose? Hacía tiempo que sabía que las descargas eléctricas eran desagradables, pero ésta de ahora fue realmente efectiva. No pude levantarme.

—Pero bueno, da igual.

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De repente, Decimotercero golpeó su bastón contra el suelo. Mientras grababa un círculo en el suelo a su alrededor, finas lenguas de fuego ardían a mi alrededor. —Un círculo mágico.

“No has cometido ningún crimen. Con la determinación que mostraste al escalar un escarpado acantilado usando sólo dos cuchillos por el bien de Zero, quizás te habría acogido como asistente de Zero en tiempos más felices. Sin embargo, Zero está demasiado absorta en ti.”

A través del delgado velo de fuego que nos separaba, miré a Decimotercero con el ceño fruncido.

“Había pasado diez años sola, en una cueva, después de haber sido abandonada, ¿y crees que es raro que esté ensimismada después de haber conocido por fin a una persona decente y honesta como ella? No me guardes rencor, Decimotercero, y definitivamente no culpes a Zero, eso sería ladrar al árbol equivocado. ¡Le robaste a Zero sus compañeros y le diste la soledad y el dolor! ¿Te imaginas lo hambrienta que debía estar de conversación… lo hambrienta que debía estar de compañía?”

“¡Todo fue por el bien de Zero!”

“¡No me vengas con esa mierda, Decimotercero! ¡Todo fue por ti! ¡Todo fue porque tú lo quisiste así! ¡No hay que mentir sobre eso!”

“Has estado con ella unos pocos días, como mucho, ¿y crees que la entiendes? ¡Me haces reír!”

“¡Déjate de tonterías! ¿Cómo podría alguien entender a esa bruja glotona, perezosa, engreída, egoísta, sin sentido común e impulsiva? Pero, Decimotercero. No voy a dejar que calles a una mujer tan hermosa con tu suave coacción, ni que te quedes parado mientras la enojas o la haces llorar. Soy un hombre y un mercenario. El trabajo de un hombre es amar a las mujeres, y el de un mercenario es seguir las órdenes de su cliente a cambio de una paga. Ah, y me olvidé de mencionar algo, ¡Decimotercero!”

Mostré los dientes y gruñí.

“No quiero ese regalo tuyo. Sigo siendo el mercenario de la bruja, y mi cliente nunca se olvida de darme mi paga. —Por eso te lo devuelvo.”

“¿Qué…?”

“Ese medicamento mágico que me diste.”

Decimotercero palideció y se giró hacia la jaula. Por desgracia, llegó demasiado tarde. El líquido de la botella de cristal rota ya se había filtrado en el círculo mágico que aprisionaba a Zero. Con un último resplandor apagado, el círculo desapareció del suelo.

“¡Tú…!”

Decimotercero comenzó a decir algo, pero fue interrumpido por una explosión que amenazó con reventar mis tímpanos. La jaula de pájaros que había sido la prisión de Zero voló en pedazos.

“—¿Sabes, mercenario? Eso se llama usarlo, no devolverlo.” Quitando trozos de metal, Zero salió de los restos de la jaula.

“No vayas a arruinar mi buen nombre. Se la arrojé con la intención de devolvérselo. Lamentablemente, se rompió en el suelo cuando Decimotercero lo esquivó como si ya no lo quisiera. No tengo ninguna culpa de cómo resultó eso.”

“Hm, un hombre con lengua de demonio. —No me desagrada eso en lo más mínimo.”

Cacareando, Cero se estremeció de risa. Su emoción se desvaneció rápidamente cuando se enfrentó a Decimotercero.

“Decimotercero. Mi único compatriota, y mi último compañero.” “Retírate, Zero. No tienes ninguna posibilidad contra mí ahora.”

“Entonces, ¿has tomado hasta el último poder mágico de las brujas que has matado y lo has usado para fortalecer el tuyo, Decimotercero? ¿Olvidas la razón por la que yo soy Zero, y tú Decimotercero?”

“Es un valor de referencia inabordable para una bruja del Negro Turbio: la nada de la que procede todo. Sin embargo, el conocimiento y la habilidad a veces superan el talento innato.”

“Entonces, ¿te atreves a probar esa afirmación? Decimotercero. No estoy más que un poco disgustada.”

Mientras pronunciaba esas palabras, un torrente de partículas de tinta se agolpó alrededor de Zero, formando un círculo mágico en un instante. Decimotercero chasqueó la lengua, molesto, y un segundo después conjuró un círculo mágico idéntico. Al mismo tiempo, el fuego que me rodeaba se desvaneció. A pesar de los aires que se daba, Decimotercero no parecía capaz de mantener dos habilidades a la vez.

Ambos comenzaron simultáneamente a recitar un conjuro.

“Auldo, Geldo, Iin, Dei, Koa, Deya, Zeya: en nombre del soberano de la desesperación que mira con desdén desde la encrucijada del deseo y la sed, llamo desde las turbias y negras profundidades a la puerta decadente.”

De repente, el mundo cambió. Las paredes y el suelo de la cámara empezaron a traquetear y a desmoronarse, y de las oscuras fauces que se abrieron a mis pies surgió algo… algo que emanaba un frío ártico insoportable que se acercaba a nosotros.

Podía sentir el miedo a la muerte en la nuca. Sus mandíbulas y dientes desgarraban mi corazón.

“¡Sirviente de la contienda atado por el pacto de sangre y carne, desciende ahora sobre el desenfreno y el festín de los tontos!”

“¡Sirviente de la contienda atado por el pacto de sangre y carne, desciende ahora sobre el libertinaje y el festín de los tontos!”

“El Libro Prohibido, verso final: ¡Segtol Meidis! ¡Sanciona esto! ¡Soy el llamado Decimotercero!”

“El Libro Prohibido, verso final: ¡Segtol Meidis! ¡Sancionen esto! ¡Me declaro Zero!” Y la oscuridad fluyó.

Las tinieblas que se retorcían a las espaldas de Decimotercero y de Zero surgieron con fuerza hacia el exterior, tratando cada una de ellas de devorar a la otra en el olvido mientras se abalanzaban la una sobre la otra. Chocaron en un asalto frontal, y el infierno comenzó cuando la sombra consumió a la sombra. El aire se impregnó del olor de la sangre, la carne, la muerte, la batalla…

Sentí unas violentas ganas de vomitar. Las dos masas de oscuridad que se devoraban mutuamente eran… ambas eran masas de humanos. Cada una devoraba a la otra, cada una masacraba a la otra, gritando, riendo.

¿Zero inventó esta magia? —¿Qué sentido tenía esto? Era una magia que no servía para cazar, ni para proteger a los demás, ni para salvar vidas. Junto a las ganas de vomitar se deslizó un miedo que me hizo querer gritar y huir lo más lejos posible. Pero, ¿a dónde?

¿Cómo?

Crunch, escuché un sonido sordo. Levanté la vista y mis ojos se abrieron de par en par.

Decimotercero apretaba los dientes con una mirada desesperada. Zero, en cambio, estaba serena y sonriente, con los ojos llenos de una oscuridad profunda y constantemente vacilante.

Para mi sorpresa, Zero tenía a Decimotercero completamente superado. La oscuridad que colisionaba se acercaba constantemente a Decimotercero, y pude oír el rechinar de sus dientes.

“¡Imposible, esta brecha de poder!

Coff, Decimotercero tosió sangre y de alguna manera evitó caer de rodillas.

Señalaba hacia adelante como si exhortara a la oscuridad a seguir adelante, y mientras yo miraba, su dedo extendido se abrió y la sangre brotó de la herida.

—No, esto no podía continuar.

Decimotercero iba a morir. —Por la mano de Zero.

“¡Zero! ¡Ya es suficiente! ¡Se acabó!” Grité de inmediato. Justo en ese momento, Decimotercero se derrumbó de rodillas. Al ver que la oscuridad se abalanzaba sobre Decimotercero para consumirlo, me moví sin pensarlo.

¿Por qué estoy haciendo esto por él?

Era demasiado tarde para esos pensamientos. Cubrí a Decimotercero y nos empujé a ambos al suelo, apretando los dientes, medio preparado para morir.

Mi ambición como hombre y mercenario era morir valientemente mientras protegía a Zero. Pero morir protegiendo a Decimotercero de todas las cosas, era simplemente cómico. Un vendaval que transportaba el hedor de la sangre pasó, y el silencio regresó. Ante este sorprendente giro de los acontecimientos, me quedé desplomado encima de Decimotercero y levanté tímidamente la cabeza.

“¿Qué…? Estoy vivo…”

“¡Zero!” Gritó Decimotercero, todavía inmovilizado en el suelo. Al momento siguiente, fui empujado por una fuerza formidable, y enviado rodando por el suelo.

¿Qué demonios ha pasado? Pensé mientras me acercaba a la figura de Decimotercero, y allí vi el cuerpo de Zero, cubierto de sangre.

—¿Qué ha pasado con Zero?

Cero había tenido la ventaja. Decimotercero no tenía forma de ganar en esas circunstancias.

“¡¿Qué pasa?! ¡¿Por qué Zero está en ese estado?!

“¡¿Todavía no lo entiendes?! Zero ha asumido tu carga. ¡Debe haber un sello mágico en algún lugar de tu cuerpo que signifique un vínculo con Zero!”

“No tengo…”

Cualquier cosa por el estilo, estaba a punto de gritar, pero entonces me di cuenta. Recordé que mientras me bañaba en la posada de Foamicaum, Zero me había dibujado algo.

¿Podría ser eso? Me había dicho que le daría las gracias en el futuro, pero ¿esto?

“Para cortar ese vínculo entre sus almas y liberar a Zero, o bien ella debe liberar el hechizo, o bien ustedes deben perecer en mi campo delimitado. Si hubiera sido de otro modo, te habrías convertido en carbón en un instante.”

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Por fin lo entendí.

La noche en que fuimos capturados por Decimotercero, es decir, la noche en que me fui del lado de Zero, fui atacado por la bruja que Cara de Perro me echo encima, y me atravesó el abdomen con magia. Según Albus, Zero tosió sangre y se desplomó casi al mismo tiempo.

Yo había recibido un golpe y me quedé sin heridas, mientras que Zero fue herida en mi lugar.

—No disparen, le darán a Zero.

Las palabras de Decimotercero entonces tenían sentido ahora.

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