Zero kara Hajimeru Mahō no Sho (NL)

Volumen 1

Capítulo 5: Inmolación

Parte 2

 

 

Usé un cuchillo caliente para cauterizar su herida. Luego, con un kit de costura que todo mercenario debería tener, lo cosí. Debería ser suficiente para cerrar la herida de una bestia caída. Cara de Perro se quejó de la rudeza de mis puntos, así que le di el alcohol que se usa para limpiar, y después de tragar un trago, lanzó un largo suspiro.

Luego empezó a hablar. Cara de Perro no llamó a la nieta de Solena por su nombre, sino “señorita”. Intenté preguntarle su nombre, pero me miró con desprecio: “¡No puedo pronunciar casualmente el nombre de una bruja!”, así que desistí. En todo caso, eso dio credibilidad a su historia.

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No había olvidado lo que Zero y Albus dijeron acerca de que las brujas tenían mucho cuidado de no revelar sus nombres. Eso significaba que el nombre “Solena” era un alias, y por eso se difundió sin ningún problema.

Me recordaba lo extraño y complejo que era para las brujas ocultar sus nombres reales, optando en cambio por llamarse entre ellas usando alias.

“Formé un contrato con Solena. Ella me convertiría en un guerrero bestia y yo protegería a su nieta. Antes era un caballero al servicio del reino.”

“¿Un caballero, como eso que hay por los castillos?” “Sí.”

“¿De este reino?” “Sí.”

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“Así que eras un noble.”

Cara de Perro hinchó el pecho con orgullo. Resistí el impulso de golpearlo ya que podría morir.

“Veras, era el tercer hijo de una familia aristocrática, incapaz de heredar el estatus de noble, tuve que servir como oficial en el castillo del rey… pero mi ingenio masculino —o debería llamarlo ahora mi instinto animal— siempre fue muy fuerte. Cómo decirlo… ‘Mientras la chica fuera bonita, no me importaba nada su estatus social o si estaba casada o no’.”

“… ¿Me estás diciendo que hiciste un movimiento con la esposa de otro y te echaron de las filas de los caballeros?”

Cara de Perro se rió a carcajadas.

“No, se convirtió en un gran problema que terminó a un par de centímetros de un duelo. El tipo de rabia que se espera de algo como ‘no codiciarás a la mujer de tu prójimo’. Sin embargo, yo era un tipo tan sexy que todas las damas querían un retrato mío, ¿sabes? Bueno, todavía soy bien parecido.”

Al menos espera a que te crezca el pelo para decir eso, bufón, quise espetar, pero resistí el impulso ya que no me serviría de nada interrumpir su historia.

“Los hombres de buena apariencia se destacan, ¿sí? Eso hizo que mi huida fuera mucho más difícil. Corrí hacia el bosque, y cuando me caí y no pude ir más lejos, Solena vino y me recogió. ¿Puedes creerlo? Siempre había pensado que era una anciana, pero era una dama muy bella. Le rogué que me dejara quedarme con ella, pero me dijo que no estaba interesada en un humano débil. Así que le dije que haría cualquier cosa, incluso si tenía que convertirme en un monstruo…”

“Entonces, ¿terminaste convirtiéndote en una bestia caída…?”

“Porque me importaba una mierda mi viejo cuerpo. Si me convertía en una bestia caída, quizá me miraran mal, pero nadie me perseguiría. Además, podría seguir haciendo lo que quisiera.”

“Las brujas son tu enemigo natural. Incluso si Solena no te ataca, otras brujas lo harán.”

“Normalmente no lo hacen. Después de todo, pueden hacer sus propias cabezas de bestia caídas.”

—Eso era interesante. Pero yo había seguido teniendo mi propia cabeza cazada por brujas, siendo Albus uno de tantas. Cuando le pregunté a Cara de Perro sobre eso, continuó con su explicación.

“La cosa es que sólo las brujas novatas que no pueden realizar el ritual de la concesión de bestias cazan cabezas de bestias caídas. Las personas que compran caras cabezas de bestias caídas a los bandidos son mujeres de la nobleza que tienen mucho tiempo libre y una obsesión por invocar demonios. Las brujas de Wenias sólo cazan bestias caídas desde hace un año o así, cuando la lucha empezó a ser intensa, así que cuando elegí ser una bestia caída, ese peligro no existía.”

Y podría luchar contra cualquier bandido fácilmente, concluyó Cara de Perro.

Así que parecía que las brujas que me perseguían por mi cabeza no eran brujas de verdad, sino burlas que acababan de iniciarse en la hechicería y tenían demasiado tiempo libre. Así que si eso era cierto, entonces Zero no necesitaría mi cabeza.

“Y así, viví una vida despreocupada con Solena y la señorita…”

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Sin embargo, un día estalló una plaga, y Solena fue acusada falsamente y ejecutada por ello. Su nieta estaba empeñada en vengarse, y como Solena le dijo a Cara de Perro que cuidara de su nieta, naturalmente se había opuesto a la decisión de la nieta. Pero parecía que esta “señorita” había dejado a Cara de Perro y se había unido al Aquelarre de Zero. Ahora, Cara de Perro estaba cada vez más desesperado por encontrarla y había pasado este año recopilando información sobre el Aquelarre con ese fin.

“Con dinero y fuerza, extraje información de los hechiceros descarriados. —Pero no tengo ni idea del paradero del libro que buscas. No es como si hubiera pertenecido al Aquelarre o algo así.”

“Eres un perro verdaderamente inútil…”

“¡¿No te acabo de decir que soy un lobo?! ¡¿Realmente quieres que te explique la diferencia entre un perro y un lobo?!”

“Ese es un lobo verdaderamente inútil…” Dije, sin que me afectara. Como si Cara de Perro se hubiera rendido, su cola cayó y sus hombros se desplomaron.

“Bueno… la posibilidad de que ‘esa persona’ lo tenga es casi nula, así que probablemente lo posea la nieta de Solena…”


“¿Cómo puedes asegurarlo?”

“Nadie ha visto nunca a ‘esa persona’, es así. ‘Esa persona’ es sólo alguien que se dice que existe, y no tiene influencia directa sobre el Aquelarre de Zero… excepto cuando reparte castigos.”

“¿Castigos? ¿Cómo pasa eso sí ‘esa persona’ no se presenta?”

“Las brujas firman sus declaraciones de lealtad con su propia sangre. Lo que significa que si estas brujas rompen su voto de lealtad a ‘esa persona’, entonces son aniquiladas. Por alguna razón definen la ‘lealtad’ de forma bastante vaga.”

Cara de Perro indicó que el Aquelarre de Zero estaba atado con reglas y regulaciones.

Esto tenía que ser parte de la lucha por la causa justa de la paz y la armonía para todas las brujas. Las brujas que no soportaban estas reglas y abandonaban el Aquelarre de Zero eran los llamados hechiceros descarriados.

“Entonces, ¿los hechiceros descarriados no son castigados?”

“A veces lo son, y a veces no. Sin embargo, es cierto que no se les castiga sólo por marcharse. Un caso famoso fue cuando un grupo de hechiceros descarriados que saqueaban un pueblo que ocupaban fueron aniquilados. Intentaron tender una emboscada a Decimotercero, que había venido a acabar con ellos, y tomaron algunos rehenes del pueblo, pero cada uno de ellos fue aniquilado por el castigo de esa persona antes de llegar a luchar contra Decimotercero.”

Pero las brujas que atacaron Latette, que estaban en el corazón de la academia, no recibieron ningún castigo y fueron aplastadas por Decimotercero. —A veces el castigo fue entregado, a veces no. Era un contrato ambiguo, sin duda.

Una vez que descubrieron que podían romper las reglas un poco sin consecuencias, los idiotas harían todo tipo de estupideces con sus poderes hasta que realmente fueran castigados. Si el contenido del contrato de sangre fuera algo así como ‘destruir a esta persona si abandona el Aquelarre’, entonces no habría hechiceros descarriados.





“A Solena no le gustó el Aquelarre de Zero desde el principio. Decía que ‘la magia es un medio increíble para conseguir un fin, pero esa forma de enseñarla está mal’. Luego, fue quemada hasta la muerte por ‘esa persona’.”

“Espera, aguanta un segundo. ¿No fueron los aldeanos asustados por la peste los que quemaron a Solena en la hoguera?”

“¿Y si te dijera que esa plaga fue causada por brujería?” Mis ojos se abrieron de par en par.

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“Alguien causó esa plaga con brujería. Por eso Solena la suprimió con brujería. A Solena le tendieron una trampa. Era evidente que si Solena usaba brujería en esa situación, los aldeanos cometerían el error de encerrar a Solena en su lugar. No hay pruebas de que ‘esa persona’ lo hiciera, pero eso es lo que creo.”

No sabía si la corazonada de Cara de Perro era correcta o no. Pero si lo era, entonces ‘esa persona’ no sólo mató a los compañeros de Zero y robó el Libro de Zero hace diez años, sino que también mató a Solena hace un año.

“Yo… no pude proteger a Solena. Por eso tengo que encontrar a la señorita. ¡Tengo que protegerla!”

La hoguera crepitó y las brasas quedaron flotando en el viento.

Nunca había oído hablar de que las bestias caídas se reunieran, pero aquí no teníamos otra opción. Además de que la ubicación de ‘esa persona’ es un completo misterio, la persona más cercana al Libro de Zero era la ‘señorita’ de Cara de Perro.

***

 

 

Parecía que nuestros intereses estaban alineados; yo no estaba en contra de trabajar con Cara de Perro para conseguir nuestros objetivos, ya que era en general un utilitario.

“¿Tienes alguna pista o algo?” Cara de perro se puso en guardia.

“Como dije, estoy buscando el Libro de Cero. Si tu ‘señorita’ lo tiene, entonces tengo algunos negocios con ella. Te ayudaré a encontrarla, pero me llevaré el libro a cambio.”

Si encontrara el libro y se lo llevara a esa mujer, ¿cómo reaccionaría a mi regreso? Había un noventa por ciento de posibilidades de que se enfadara, se molestara o se ofendiera, en lugar de limitarse a darme las gracias. Iba a reclamarla yo misma; esto es algo que tengo que solucionar yo sola; me has traicionado, ¿y pretendes volver a mí ahora con esto? Refunfuñaría y me arrebataría el libro de las manos.

¿Volvería a convertirme en su mercenario si me disculpara por dudar de ella? “—Pero esa bruja que arrastrabas… ¿dónde está ahora?”

Sospechando que acababa de leerme la mente, me giré hacia Cara de Perro con un sobresalto.

“Olía un poco como a la señorita. Las brujas son difíciles de rastrear por el olfato porque están cubiertas con los olores de las hierbas medicinales y demás, pero había un olor persistente que podía sentir. Traté de asegurarme, pero terminé de esta manera…”

“Oh, así que eso intentabas…”

Cuando nos encontramos por primera vez con Cara de Perro fue en la posada de Foamicaum, se interesó por el olor de Zero porque había captado un poco del olor de su señorita. Pero eso no significa que hayas perdido tu pelaje porque hayas intentado confirmar lo que estabas oliendo, Cara de Perro. Fue porque tu mera existencia nos molestaba a Zero y a mí, intenté transmitirlo con mi expresión, pero por supuesto Cara de Perro no entendió el mensaje.

“Sin embargo, siempre estuve con esa bruja… ¿no lo hueles en mí?”

“No, las bestias caídas huelen demasiado como para que el olor perdure. Creo que puedo olerlo un poco en ti, no, está ahí.”

Cara de Perro abrió mucho los ojos.

“Tú, ¿dónde estabas antes? Hay una gran posibilidad de que la señorita aún esté allí.”

Estuve poco tiempo en Prasta y, antes, en la desolada Latette. Lo que naturalmente significaba que la última vez que había estado en contacto con mucha gente fue en Foamicaum.

“Entonces parece que tenemos que poner rumbo a Foamicaum. Probablemente tu señorita esté en ese vecindario.”

Curiosamente, los carros tirados por caballos que iban de Foamicaum a Prasta parecían apurados este día.

Se trataba de un camino hacia la capital imperial, lo que significaba un tráfico intenso, pero me pareció que las cosas estaban más tranquilas cuando avanzaba ayer. Hoy ya habíamos tenido varios roces con carros de caballos, casi chocando de frente con ellos. Al final, nos adentramos en el bosque que bordea la carretera para evitar un accidente.

“Hey hermano~.”

¿A quién carajo llamas hermano? No soy como tú, lobo con cara de perro.

Fruncí el ceño todo lo que pude mientras miraba por encima del hombro a Cara de Perro, que caminaba con bastante brío para ser alguien con un agujero en el abdomen.

“¿No hay manera de recuperar mi pelaje? La señorita se va a reír de mí por tener este aspecto. Es una mierda tener la ropa rozándome. El viento también sopla justo al lado. Hace frío. En serio.”

“Bueno, no puedo ayudarte con eso, ¿verdad? Ve a preguntarle a una bruja, no a mí.” “¿Cómo el de la fortaleza de la capital? ¿Estas cuerdo?”

“Capaz más de lo que crees. Si prometes invitarle a comer, puede que te ayude.”

“¡¿Puedes tomarte esto en serio, por favor?!” Cara de Perro suplicó en un tono lastimero, gimiendo como lo haría un perro. Había pensado seriamente que una comida sería suficiente, pero… quizás no era muy lógico después de todo.

En ese momento, apareció en la carretera otro carruaje que se movía con una rapidez inusitada. Desde el vagón de pasajeros se escuchaban fragmentos de conversación:

“—La ejecución de una bruja.”

Sólo escuché esa única frase. Instintivamente, miré por encima de mi hombro hacia Cara de Perro.

“… Dicen que hoy habrá una ejecución de brujas al mediodía—.” Me di cuenta de que se me erizaba el pelo.

—Coopera, o arde en la hoguera.

Decimotercero había obligado a Albus a elegir entre esas dos opciones. Se le prometió más conocimiento si se inclinaba ante Decimotercero, y una muerte ardiente si se negaba. De ninguna manera, pensé.

No puede ser, era Albus. Salí a un ritmo vertiginoso hacia la capital del reino.

—Este mediodía tendrá lugar la ejecución de una bruja en la plaza central de la capital.

La mañana del día anterior, este aviso se había difundido rápidamente y los visitantes abarrotaban la plaza. Corrí sin preocuparme por el riesgo de que la herida abdominal de Cara de Perro se abriera, y ahora, era un poco antes del mediodía, el sol se acercaba a su cenit. Lo bueno de ser una bestia caída era que, al correr, mi velocidad máxima era igual a la de un carro tirado por caballos. No era rival para un caballo sin carga, pero era tan rápido como uno que tirara de un carro cargado de equipaje voluminoso.

Me sumergí en la multitud, apartando a la gente, y llegué a una plaza repleta de un mar de transeúntes. Vi de lejos que una figura estaba atada con fuerza al enorme poste que se alzaba en la plaza.

De ninguna manera, era Albus. Mi predicción fue acertada.

***

 

 

“¡¿Qué demonios está haciendo ese imbécil?! ¡¿Por qué va a ir en contra de Decimotercero?!”

Incluso desde mi lejano punto de vista, podía ver la estructura temblorosa de Albus, que amenazaba con ceder en cualquier momento. Sin embargo, su rostro no estaba en absoluto oculto. Miró abiertamente a la multitud de espectadores, y su mirada captó la mía por un instante.

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Frunció los labios. —Albus se había fijado en mí.

Idiota, ¿por quién te haces el valiente? Te van a condenar a muerte, te van a quemar en la hoguera. Va a ser largo y doloroso. ¿Entiendes, maldito niño de mierda?

“Esa persona… hermano… ¿es quien dijiste que conocías?” Preguntó Cara de Perro, jadeando cuando por fin se puso al día, entrecerrando los ojos.

“Es un niño brujo que me atacó. Hice que nos llevara a su academia, y fue capturado por Decimotercero, pero cuando tuvo que elegir entre servir a Decimotercero o ser quemado vivo,

¡esa mierdecilla eligió lo segundo!”

“Huuuh. Eso es muy valiente por su parte.” Contestó Cara de Perro con despreocupación mientras escudriñaba la lejana estaca.

“…Hey, hermano.” “¡¿Qué?!”

Ah, mierda, le respondí sin protestar. Ahora estoy atrapado siendo su hermano, maldita sea.

“Ese, eh, niño… ¿tiene el cabello rubio?” “¿Qué pasa con eso?”

“¿Y ojos dorados?”

Era cierto; Albus tenía, de hecho, los ojos del color del oro. Sin embargo, ¿cómo sabía Cara de Perro que Albus tenía ojos dorados? A esa distancia, no había forma de que un canino

—incluso una bestia caída lupina— pudiera determinar el color de los ojos de Albus. “Señorita…”

—¿ Señorita?

¿Qué quería decir con eso? Albus era un tipo. Empecé a preguntarle a Cara de Perro, pero el silencio se apoderó rápidamente de la ruidosa plaza. Volví a mirar hacia el centro de la plaza. Allí estaba Decimotercero de pie.

El dobladillo de su túnica parecía arrastrarse por la tarima, y empuñaba un pesado bastón. Tenía la espalda encorvada y una expresión sombría. El hombre que parecía la imagen misma de un hechicero malvado se erigía en árbitro de la justicia en la hoguera.

“—Hoy inmolaremos a una bruja.”

La voz grave de Decimotercero resonó en silencio por la plaza. A su lado, Albus seguía atado a la viga.

Hoy inmolaremos a una bruja, dice. Eso es ponerlo muy a la ligera, ¿no es así, Decimotercero?

“No deben sentir compasión simplemente porque parece ser muy joven. Lo que deben considerar es cuántos humanos ha matado esta bruja hasta ahora, y cuántos más matará en el futuro.”

Decimotercero enfatizó la palabra bruja mientras hablaba. Comprendí su intención. Le estaba diciendo a la gente que las brujas eran algo distinto a los humanos.

De este modo, dejarán de ver a las brujas como seres humanos. Las masas pensarán en ellas como males que merecen morir y, poco a poco, podrán vitorear y alegrarse ante la visión de las figuras que gritan y mueren quemadas.

En cualquier época y en cualquier nación, en tiempos de guerra, se maldice a los ejércitos enemigos y se les califica de basura y de bichos que hay que aplastar. Esta práctica siempre tiene un significado importante. El significado es proporcionar una razón incontrovertible y suficiente para que estos ejércitos maten a otros humanos, y glorificar su matanza.

“Señoras y señores, yo también soy un hechicero. Sin embargo, no hago daño a los humanos con la hechicería, ni apruebo el acto de infligir daño a otros. Nunca he deseado llevar el poder de la hechicería y usarlo para promover mi propio ego.”

El aire temblaba, casi como si estuviera a punto de hacerse pedazos. La voz clara y sonora de Decimotercero, junto con sus palabras y su postura autoritaria, se ganó la atención de los espectadores y los mantuvo perfectamente quietos.

“Señoras y señores, yo practico la hechicería. Sin embargo, no soy reacio a emplear ese poder para purgar a aquellos que han aprendido la misma hechicería que yo y se han desviado. Por favor, quiero que todos ustedes dirijan su odio hacia esas brujas malvadas. Deseo que todos entiendan que la hechicería no es mala en sí misma, y que sólo existe el mal que utiliza la hechicería.”

¿Cómo puede tener el valor de decir eso con la misma boca que me dijo que las brujas ven a los demás simplemente como herramientas, y nada más?

Más espeluznante aún fue el hecho de que “no había ni una sola mentira” en las palabras de Decimotercero. Presentó ambas afirmaciones como verdaderas: que las demás personas eran simples herramientas para los brujos y brujas, y que no se contendría a la hora de purgar a los brujos que se habían desviado del camino recto.

Zero había dicho que Decimotercero era hábil con la verdad. Era la fuerza de “hablar sin mentiras”. De la confianza en que se trataba de la verdad nacía una actitud de gran autoridad y majestuosidad. La gente se dejaba engañar por este aire imponente.

¿No lo convierte eso en un gran estafador? Parecía que yo también había sido engañado. Decimotercero simplemente había querido distanciarme de Zero. —¿Fue por envidia? Eso es muy honorable, ¿no es así, Decimotercero?

Apreté las muelas y miré fijamente a Decimotercero, con la admiración y la rabia atravesando mi mirada.

“Señoras y señores, me dedicaré a servirles. Les juro que dedicaré este cuerpo, junto con toda la fuerza que poseo, a mantener la paz de esta nación. Juro que trabajaré para erradicar a todos los brujos malvados de esta tierra, y protegeré este reino con el poder de los brujos. Para ello.”

Decimotercero levantó los brazos. Los ojos de los espectadores se volvieron como uno solo hacia Albus.

¡Yo!”

Decimotercero hizo una pausa, breve y contundente. “¡Pondrá a esta bruja en llamas!”

Un alegre rugido se elevó desde la multitud.

¡En llamas, en llamas, en llamas!

Los gritos retumbaron en la plaza, como si hicieran temblar la propia tierra. Decimotercero, lleno de poder, levantó ambos brazos, y brillantes llamas brotaron en los montones de paja alrededor de la estaca. Fue mágico. Los espectadores estaban tan excitados como si estuvieran viendo una representación en un escenario. El público enloqueció al ver la magia de Decimotercero, embriagado por el poder de este justo hechicero. El conocimiento de que había un gran poder que les protegía incitaba una alegría sin igual entre las masas.

Me quedé mirando lo que parecía ser una paja llena de aceite alrededor de Albus, rechinando los dientes.

Hey, Decimotercero, ¿realmente vas a quemar a ese niño hasta la muerte?

Hey Zero—Señorita Bruja. ¿Realmente vas a permitir esto? Si no puede ayudarte a encontrar tu libro, si ya no es útil, ¿lo dejarás morir?

Y yo estoy aquí parado, viendo cómo matan a Albus.

Pero entonces, una voz estridente partió la plaza.

“¡Escuchen, mis camaradas! ¡Escuchen, todas y cada una de las brujas que han decidido luchar por nuestra liberación!”

La voz provenía del centro de la plaza: la voz de Albus, aún sujeto a la columna de madera. Me sorprendió que pudiera reunir palabras para no burlarse, desesperarse o suplicar por su vida, incluso cuando estaba a punto de ser ejecutado por el fuego.

“¡Hoy, este cuerpo mío será quemado hasta las cenizas! Como lo fue Solena hace un año. ¡Presten atención a estas palabras, mis compatriotas! Así como su llama se convirtió en la señal de fuego para la guerra, ¡hagamos de este fuego otra señal! —Soy la heredera de la Bruja del Canto Lunar, que unió esta tierra: ¡la sucesora de la gran Solena!”

La voz chillona de Albus, completamente diferente a la de Decimotercero, estaba llena de poder y abrumaba su entorno.

Albus era la heredera de la Bruja del Canto Lunar. Así que parecía que Cara de Perro tenía razón.

Hey Albus, ¿has sido una chica todo este tiempo? Y encima, tu abuela era Solena, la difunta Solena, eh. Eso te pone en una situación de soledad parecida a la de Zero.

“¡Reúnanse, nobles brujas que anhelan la tranquilidad y la paz! ¡Derroten a Decimotercero por el bien de alcanzar la verdadera armonía! —¡Todo en el nombre de la gran Solena!”

La paja se encendió en llamas. Gracias al aceite, el fuego se extendió inmediatamente a través de la paja y comenzó a atacar el pequeño cuerpo de Albus.

“¡Mercenario!”

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Al otro lado del furioso infierno, Albus me miró directamente. Esos labios se movieron

—Salva a Zero.


¿Eres estúpida? Estás rodeada de fuego, ¿sabes? O debería decir, ¿cómo sabías que podía leer los labios a esta distancia? Pero no es momento de pensar en eso, lo importante es qué hacer ahora. Lo que hay que hacer. Lo que hay que hacer. Correr, preferiblemente.

Pero es que una bruja que odiaba se estaba quemando. La idiota eligió quemarse hasta morir aunque había una opción que la salvaría. ¿Para qué demonios me dices que salve a Zero? A esa bruja rara no le va a servir mi ayuda. Ahora ella tiene a Decimotercero.

¿Por qué dijiste que derrotaras a Decimotercero? ¿No acabas de confirmar que el Aquelarre de Zero es un grupo malo? Oh, así que por eso no llamaste a las brujas a las armas en nombre de esa persona, sino en el de Solena. Pero si sólo ibas a hacer eso, esperaba que te unieras a Decimotercero y así tenerlo más fácil.

Pero te negaste y elegiste morir quemada, eso es lo que hiciste. Albus, tú… ¿qué descubriste en esa mazmorra?

“¡Señorita!” Gritó Cara de Perro y salió corriendo. Su actitud frívola casi había desaparecido, y su expresión estaba distorsionada por el miedo y la desesperación.

Ah, esto va a ser problemático. Si vas y haces eso, entonces no tengo otra opción que seguirte.

Antes de darme cuenta, estaba corriendo y alejando a los espectadores. Había dos bestias caídas corriendo hacia la plataforma de ejecución. Si yo fuera un humano allí, estaría bastante asustado.

Zero Kara Hajimeru Volumen 1 Capitulo 5 Parte 2 Novela Ligera
El mar de humanidad se separó a mi izquierda y a mi derecha, abriéndome paso. En toda mi nada larga vida nunca había atraído tanta atención negativa. Albus, sinceramente, godete. Decimotercero, Cara de Perro, incluso Zero, ustedes también jédanse. Saqué un explosivo de la bolsa que llevaba en la cintura y acorté su mecha mordiendo parte del cordón con los dientes. Tomando prestada la llama de los alrededores, blandí mi explosivo con fuerza.

“¡Protege a la chica, Cara de Perro! ¡Todos los que no quieran morir, agachen la cabeza!”

Lancé la bomba hacia la plataforma. Mientras todos —incluso Decimotercero— se tapaban los oídos y se agachaban, atravesé la onda expansiva y el estruendo ensordecedor de la explosión, agarrando a Cara de Perro por la nuca. Cara de Perro ya sostenía a Albus con fuerza en sus brazos.

En lugar de estar aturdido por el estruendo de la explosión, Cara de Perro estaba alerta.

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Empiezas a caerme bien, lobo bastardo.

El poste y la paja ardiendo salieron despedidos por la detonación y propagaron las llamas por todas partes, haciendo que la plaza se convirtiera en una agitada colmena de conmoción. Los gritos furiosos de los guardias y los gritos de los curiosos se mezclaron y nos sirvieron de cobertura perfecta para escapar.

“¡La bruja se escapa!”

“¡Arqueros! ¡Apunten y disparen!” “¡Alto, no disparen! —¡Le darán a Zero!”

Al oír esos gritos a mis espaldas, arrollé a los guardias y a cualquiera que se interpusiera en mi camino, robé un carro tirado por caballos, calme a los caballos desbocados, y con eso, salí a toda velocidad más allá de las murallas de la ciudad.

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