Kami Tachi ni Hirowareta (NL)

Volumen 11

Capitulo 7

Episodio 37: Actividad En La Capital

Mientras Ryoma trabajaba a su propio ritmo en Gimul, el duque Reinhart, su esposa Elise y su hija Eliaria se encontraban en el palacio real, el núcleo del reino y símbolo de la influencia del rey. Un guía los condujo a través de pasillos profusamente decorados, acordes con la arquitectura real. Después de pasar varias puertas, finalmente llegaron a una particularmente grande y pesada, custodiada por dos caballeros a cada lado. Su guía habló con los caballeros, y varios de los caballeros procedieron a interrogar y luego cachearon al trío. Una vez que se les permitió entrar, la puerta hizo un ruido mecánico artificial al abrirse sola.

“Es un objeto mágico”.

“¿Oh? ¿No recuerdas la última vez que estuviste aquí, Elia?”

“No madre. ¿Esto siempre ha estado en el palacio? No recuerdo haberlo visto en visitas anteriores aquí”.

“Esta es la puerta real. Ha estado aquí durante cientos de años, mucho antes que cualquiera de nosotros. La puerta separa el sector más importante del ya importante palacio, el espacio privado de la familia real. Todos deben pasar por el procedimiento de seguridad que acabamos de hacer, y la puerta no se abrirá hasta que un caballero use un objeto mágico diferente para indicarle a otra persona en otra habitación que active la puerta para que se abra”.

“No me di cuenta de que era tan complejo”.

“No hay necesidad de explicar cómo funciona una pieza de seguridad para cada invitado, supongo. Además, eras muy pequeña la última vez que estuviste aquí, Elia. No es de extrañar que no te acuerdes. Lo importante, Elia, es que estamos entrando en los aposentos privados de la familia real. No sabrás con quién nos encontraremos. Asegúrate de estar empleando la etiqueta perfecta. Ten mucho cuidado.”

“Si padre.” Elia respondió nerviosa y enderezó su postura.

Reinhart asintió con aprobación y miró hacia la puerta abierta. Pronto, los tres comenzaron a seguir al guía nuevamente, y finalmente llegaron a otra puerta a la que llamó el guía.

“Su Majestad, los Jamil han llegado”.

“Entra”, respondió un gruñido enérgico.

El guía rápidamente se hizo a un lado y Reinhart se paró frente a la puerta con Elise detrás de él. Solo Elia siguió a sus padres, y los tres entraron lentamente por la puerta abierta. De acuerdo con la etiqueta adecuada, dieron tres pasos después de que Elia entrara por completo en la habitación antes de arrodillarse e inclinarse. Justo cuando Reinhart intentaba hablar, una voz rompió el aire solemne.

“Adelante, imbéciles. Ponte de pie y ven a sentarte.”

Reinhart levantó la cabeza y le dirigió una mirada asesina al orador, más por exasperación que por enojo. “Erias, ¿no tienes tacto?”

“¡Hmph! ¡Como si estos rituales sofocantes me hicieran algún favor! Es una pérdida de tiempo, y ¿qué necesidad hay de formalidades entre nosotros? Juego bastante bien al rey en público, así que déjenme relajarme en la comodidad de mi habitación”.

“Tiene que haber un mínimo de decoro. Incluso traje a mi hija conmigo—”

“¡Sí! Me alegro mucho de verte, Elia. ¡Dios mío, cómo has crecido!” Erias llamó alegremente.

“S-Sí, Su Majestad…”

“¡¿Qué es esto?! ¡Solías llamarme ‘tío’!”

“E-Eso fue cuando era mucho más joven… Ya tengo doce años. Posiblemente no podría…”

“¡No me importa! ¡No hay nadie más aquí! Siempre puedes llamarme tío.” “Pero…”

“Bueno, primero tienes que sentarte en el sofá. Ven a sentarte. No te quedes de rodillas así. Incluso puedes sentarte en mi regazo, como cuando eras pequeño…” La actitud de Erias desconcertó incluso a su querida sobrina.

Reinhart, que intentaba rescatar a su hija de su mejor amigo, notó algo, se estremeció y se tapó los oídos.

“¡Suficiente!” Elise espetó al rey excesivamente descarado.

***

Diez minutos más tarde, Elia se sentó en el sofá con sus padres a cada lado, con Erias tumbado frente a ellos, luciendo bastante desanimado. Erias vestía un atuendo informal confeccionado con los mejores materiales del país sobre su cuerpo tonificado y su característico bigote abundante. Habría llevado una considerable realeza y dignidad con un poco de aplomo, pero no se pudo encontrar ninguno en este momento. Este era el único Erias De Rifall, el mejor amigo de Reinhart, el hermano mayor de Elise, el tío y padrino de Elia, y el rey del Reino de Rifall donde vivía Ryoma.

“¿No puedes levantarte ya? Somos sus invitados”, dijo Elise.

“Ustedes no son mis invitados, son mi familia”.

“Elia empezó en la academia este año. Se espera que actúe apropiadamente en ciertas situaciones. La traje aquí para que pueda practicar su etiqueta tanto como sea posible, solo para que su rey actúe así…”

“¡Cuando me relajo, me relajo! Cuando actúo como un rey, actúo como un rey. Sé dónde trazar la línea”.

“Siempre fuiste genial poniendo excusas”.

“Cortarme un poco de holgura. No es fácil ser el rey. Estos últimos años han sido especialmente duros, con los monstruos cada vez más activos en todo el país… ¿Quieres tomar el trono, Reinhart?”

“No. Y esa no es una oferta que debas hacer a la ligera.”

“Es tan estresante… Ya no quiero trabajar”.

“Aun así, ¿quién recibe a sus invitados acostados en el sofá?”

“Tu rey.”

“Eres muy terco en tu pereza hoy”.

“Sí, lo soy. ¿Por qué no me dices por qué estás aquí? Terminemos con las cosas aburridas”. Erias miró a los tres sombríamente, aunque todavía de su lado.

Reinhart ignoró el contraste discordante entre la expresión seria y la postura poco seria del rey. Tráiganos nuestro paquete, por favor. Tomó una pequeña caja del guía que había estado de pie a un lado y se la pasó a Erias.

“Déjame ver…” El rey se rio entre dientes como si le hubieran dado un juguete mientras levantaba la parte superior de su cuerpo con el brazo. “Un collar de perlas. Cada uno de ellos son grandes, con color y forma uniforme. Espectacular. No encontrará esto en ningún lugar de nuestro país, y sería difícil encontrarlo incluso donde se cosechan perlas. ¿De dónde has sacado esto? ¿Por qué traérmelo?”

“Le prometí a mi fuente que no se lo contaría. Te prometo que no es de contrabando ni ilegal. Quédatelo. Como regalo para Su Majestad. Si quieres más, puedo traerte más”.

El rey sonrió. “Muy bien. La reina ha estado buscando piezas bonitas para los próximos bailes. Haré que se lo ponga. Daré el ‘sello real de aprobación’ a todas las perlas que manejes”.

Elia miró a su tío con curiosidad. “Tío, ¿comprendiste la intención del padre solo con ese regalo?”

“Hice una suposición educada considerando el estado actual de su territorio… y nos conocemos desde hace tanto tiempo. Escuché que algunos nobles están saboteando las cosas en tu tierra, y que tus padres han estado apareciendo en fiestas, que solían evitar a toda costa. Ahora me trae un collar y me dice que puede conseguir más. Puedo asumir que tu padre está tratando de fortalecer su influencia y conexiones en la alta sociedad a cambio de estas perlas. Eso significa que Reinhart y Elise están aquí para pedirme que les facilite esos tratos. También entienden lo que puedo y haría muy bien. No solicitarían nada que yo no pudiera proporcionar. Incluso si su pedido es grande, estaba seguro de que harían que valiera la pena”. Les dirigió una sonrisa traviesa.

Elia miró de un lado a otro entre sus padres, quienes parecían compartir una expresión. Sintió una oleada de adoración por la gran confianza que compartían con el rey.

“¿Algo más que pueda hacer por ti?” preguntó el rey.

“Eso es suficiente. De todos modos, no tiene sentido si confiamos demasiado en ti.”

“Pensado así. Si no hay nada más de lo que quieras hablar, tengo algo en mente.”

“¿Qué es?” inquirió Elise.

“Ryoma Takebayashi.”

Elia mostró la reacción más grande de los tres. Ella guardó silencio, pero su expresión delató la sorpresa de escuchar un nombre familiar. Reinhart y Elise compartieron una mirada comprensiva poco después.

“Así que has oído hablar de él”, dijo Elise.

“Los rumores de crimen en tu territorio me habían llegado. Si se tratara de cualquier otro territorio, es posible que no le haya prestado atención, pero cuando mi querido amigo, hermana y sobrina están allí… No pude evitar enviar un informante a la ciudad que me informa regularmente”.

“Así es como escuchaste de Ryoma”.

“Está dando todo el espectáculo. Aparentemente, todos los rumores hoy en día terminan siendo sobre el joven Ryoma, de alguna manera. Por pura coincidencia, mi informante había encontrado un trabajo en la lavandería de Ryoma para ganar dinero para su viaje. En su último informe, dijo que ahora se desempeñaba como guardaespaldas del niño”.

“¿Tu hombre es tan cercano a él?” preguntó Reinhart, pensando en los hombres y mujeres que había enviado a Ryoma.

“Curiosamente, el chico sabe que trabaja para mí y lo mantiene cerca de todos modos”.

La mandíbula de Reinhart cayó. “¿Qué dijiste?” preguntó, incrédulo a sus oídos.

Erias resumió cómo Hudom se convirtió en el guardaespaldas de Ryoma. “¿Entonces Ryoma vetó a los demás?”

“Larga historia corta. Estoy seguro de que escuchará los detalles de sus empleados pronto. Aunque sabía que mi informante no le haría daño, se necesita algo de coraje para mantener a un espía de una fuente desconocida a su lado. Además, me envió información detallada sobre Gimul compartiéndola frente a mi informante”.

“Qué está pensando Ryoma…” murmuró Elia, con el acuerdo silencioso de sus padres.

“No es un mal movimiento. Como rey, naturalmente estoy por encima de cualquier noble que pueda estar interfiriendo con su territorio, y me inclino hacia su favor. Él entendió esto y me dio información. Tratando de jugar al rey… Si hubiera sido más elitista… Bueno, parecería patriótico, cooperando activamente con el informante del rey. Tampoco tendría sentido crear grietas innecesarias. Pensó en todo esto… De todos modos, ¡me gustan sus agallas! ¡¿Por qué no me hablaste antes de este niño divertido?!”

“Porque sabía que dirías eso”, dijo Elise.

“Es un buen chico, pero a veces hace las cosas de la nada…”

Reinhart y Elise intentaron imaginar una reunión entre Ryoma y el rey, y fallaron. Todo lo que sabían era que la reunión no terminaría bien.

“¿Nada bueno saldría de conocer al chico? ¿Eso es todo?”

“¿Qué más hay ahí? Ni siquiera puedo contar cuántas veces me ataron a sus caprichos.”

“Bien… quiero conocerlo, pero no tengo tiempo, de todos modos. Pero déjame decirte esto: sujeta sus riendas con fuerza”. Erias ya no tenía ningún aire juguetón. “No soy el único que se enteró del nombre Ryoma Takebayashi y vislumbró sus poderes. Cualquiera en un círculo decente, noble o plebeyo, ya lo habría escuchado. Si quieres protegerlo, mantenlo al alcance de la mano. El niño no es exactamente una flecha recta. Estoy seguro de que tiene buenas intenciones para tu casa y Gimul en general, pero tiene más iniciativa y empuje que la mayoría de los adultos; sus habilidades le dan una gran influencia. Digamos que el niño se vuelve rebelde y algo sale mal. Si es el único que sufre por ello, se lo merece. No deseo que sus acciones te afecten negativamente, pero puedo pasar por alto si tu familia es la única afectada. Pero, en el peor de los casos, si el chico se convierte en una amenaza para el país, no lo toleraré. Me vería obligado… a ejecutarlo”, declaró Erias con una resolución inquebrantable y un aura real.

Reinhart y Elise se endurecieron ante su cambio de tono.

“Todo estará bien”, intervino Elia con calma, atrayendo la mirada de los adultos. “Oh… Te interrumpí tío, lo siento mucho”.

“No importa. ¿Puedes decirme por qué crees que todo estará bien?”

“Estaba pensando en voz alta…” Elia habló, eligiendo sus palabras. “Ryoma es una persona extraña. Empieza proyectos extraños y sabe muchas cosas, pero a veces le falta sentido común. Pero Ryoma es una persona amable. Puede ser cariñoso de una manera extraña o excesiva…

Por lo menos, Ryoma siempre se aseguraba de que nosotros y otras personas estuviéramos a salvo, lo mejor que podía. Además, Ryoma sabe muchas cosas que nosotros ignoramos, y es muy bueno con la magia, pero fuerte incluso sin ella. Aun así, nunca se jactó de sus habilidades ni trató de manipular a otros usándolas. Siempre trató de ayudar a otras personas a través de sus conocimientos y habilidades”.

“De hecho, eso coincide con lo que escuché de mis informes”, confirmó Erias.

“Tío, sé que no he conocido a tanta gente como tú, tu padre o tu madre. Pero aún conocí a muchas personas nuevas cuando comencé en la academia este año. Aprendí por las malas que algunas personas, ricas o pobres, quieren impulsar su lógica retorcida, tratan de controlar a otros por la fuerza o solo por su estatus, menosprecian a los demás solo porque eran mejores en alguna cosa sin importancia… Gente que podría apenas mantener una conversación. Ryoma no es como ellos. A veces parecía carecer de sentido común, pero solo porque había sido un recluso durante tanto tiempo. Siempre escuchaba las críticas y admitía las faltas cuando las tenía. Ryoma es alguien con quien puedo contar para llegar a un entendimiento común sobre cualquier cosa. Escuché que siempre había consultado a su padre o a otro adulto antes de actuar. ¿No es así, padre? ¿Madre?”

“Eso es cierto.”

“Sí preguntó esta vez. Más bien una petición de perdón, pero aun así”.

“¡Ves! Y Ryoma siempre escribe que disfruta vivir todos los días porque la gente lo ayuda. No puedo imaginarlo tratando de dañar o incluso incomodar a otros a propósito. Entonces… Lo que estoy tratando de decir es…” Elia no pudo encontrar más palabras, pero siguió tartamudeando, cada vez más desesperada por expresar su punto de vista.

Su tío se echó a reír. “Ya veo ya veo…”

“¿Tío?”

“Todo está bien. Entiendo tu punto, Elia.”

“¿De verdad?”

“Si mi querida sobrina está tan segura de ello… ¿Estás de acuerdo con ella, Reinhart? ¿Elisa?”

La pareja compartió una mirada.

“Sí. Estaremos atentos a él. No te preocupes.”

“Elia lo dijo todo”.

“Entonces confiaré en ti con él. Obtendrá aún más atención, buena y mala, de aquí en adelante. No dejes que un noble te lo robe delante de tus narices”, dijo Erias mientras se sentaba. Palmeó la cabeza de Elia. “No pensé que lo protegerías con tanto fervor, Elia. ¿Confías tanto en él?”

“¿Qué? Sí, por supuesto… ¿Por qué lo preguntas, tío?”

“Hm… quiero conocer a Ryoma Takebayashi… para poder golpear a ese chico en la cara”.

“¡¿Tío?! ¡¿De dónde viene esto?!”

“Oh, no importa. ¿Por qué no jugamos un juego? Tengo muchos juegos de cartas y juegos de mesa”.

“¡No cambies de tema, tío!”

“¡Eso es suficiente trabajo por hoy! ¡Vamos a jugar!”

Los tres se vieron obligados a jugar algunos juegos de mesa con el rey antes de regresar a su casa en la capital.

El rey, que logró esquivar la persecución de Elia, reflexionó en voz alta sobre una gruesa pila de papeles una vez que estuvo solo. “Reinhart casi ha ganado la batalla… Pero su enemigo no se quedará de brazos cruzados mientras tanto, especialmente si es quien creo que es… Al ver sus tácticas indirectas, dudo que vayan tras Eliaria y ella. familia directamente… Pero, ¿qué hay de Reinbach? Eso sería un suicidio. Los más propensos a sufrir un ataque directo son los allegados a Reinhart. Esperaría que dirigieran su atención a Ryoma haciendo tal espectáculo… ¿Cómo superará eso? Es muy probable que sobreviva a un ataque, si tengo razón sobre él… Si es tan buen luchador, necesito tomarlo por sorpresa para darle mi golpe…

¿Podría golpearlo con una patada desde el trono? cuando entra por primera vez y se arrodilla? Tal vez…” De alguna manera, el rey comenzó a planear seriamente cómo atacar a Ryoma.