Monogatari (NL)

Volumen 2

Capitulo 1: Serpiente Nadeko

Parte 10

 

 

A continuación, dibujamos líneas utilizando una rama de árbol cercana y unimos las linternas en un cuadrado casi perfecto, el llamado límite espiritual. Fue bastante improvisado, pero según Oshino serviría, porque el simple hecho de que estaba demarcado era lo que más importaba de estos límites. Extendimos una lámina de plástico en el suelo para cubrir el terreno. Naturalmente también fue comprada en la tienda.

Y entonces, Sengoku entró en el cuadrado.

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Sola.

En un traje de baño escolar.

“……”

El traje de baño no fue adquirido en la tienda (no los venden en ese tipo de tiendas). Al igual que esos pantalones cortos de voleibol, Kanbaru “casualmente” tenía uno a mano.

Le dije: “No tenías dinero para comprar una linterna, así que, ¿qué haces llevando pantalones cortos de voleibol y trajes de baño de escuela?”





“Hay algunas cosas en este mundo que el dinero no puede comprar.”

“Estoy completamente de acuerdo, pero los pantalones cortos de voleibol y los trajes de baño de escuela no están entre esas cosas.”

“Intentaba ir de acuerdo a tus gustos.”

“Bueno, no lo hagas.”

“¿No estás negando que sean de tu gusto?”

Verifiqué que Sengoku realmente se estaba riendo entre dientes, casi ya no pudiendo contenerse… La broma fue en torno a que llevaba un traje de baño de escuela en medio de un santuario decrépito, ¿pero a ella también le pareció gracioso?

De todos modos.

Para ver cómo avanzaba la purificación, necesitábamos hacer un seguimiento de las marcas de escamas en su piel, y las instrucciones de Oshino eran que no debía quedarse en mangas largas y pantalones largos, pero no podíamos tenerla en nada más que un par de pantalones cortos de voleibol al aire libre. Mientras nos mostraba las marcas de Jagirinawa en mi habitación, en un momento dado Sengoku se había quitado las manos del pecho, haciendo que empezase a llorar de nuevo, un contratiempo que incluso un chico honesto como yo no compartía con Oshino, así que esto era especialmente necesario.

Y así, un traje de baño escolar.

En lugar de cambiarse en el santuario, se lo había puesto bajo las mangas largas y los pantalones largos como una colegiala de escuela elemental. Aunque pudimos ver las marcas de escamas en sus piernas, el traje de baño escondió su torso, lo que dificultó medir la magnitud de su aflicción, y tal vez solo me lo estaba imaginando, pero parecían haber subido alrededor de su cuello. ¿Su agarre en ella se había fortalecido?

Si es así, teníamos que darnos prisa.

Simplemente no lo vimos.

Pero el cuerpo de Sengoku, todavía estaba constreñido en una serpiente gigante.

Le entregué el amuleto que Oshino me había dado.

“Ahora, siéntate en el centro… en la lámina de plástico. Sostén el amuleto tan fuerte como puedas, cierra tus ojos, calma tu respiración, y todo lo que necesitas hacer es orar.”

“Orar… ¿A qué?” Preguntó Sengoku.

“A algo. En este caso, probablemente a…”

La serpiente.

El dios de las serpientes.

La Jagirinawa.

“Está bien… haré mi mejor esfuerzo.”

“Perfecto.”

“Koyomi-onii-chan… ¿Me cuidarás?”

“Lo hare.”

“Tienes que cuidarme.”

“… Sí, definitivamente lo haré.”

En cualquier caso, era lo único que podía hacer.

Honestamente, desde aquí todo dependía de Sengoku.

No importa lo que pase.

La gente se salva por sí misma.

Salí del límite y, junto con Kanbaru, que acababa de terminar de encender un serpentín de mosquitos, rodee una parte del terreno para pararme frente a Sengoku.

“Bueno…”

Los ojos de Sengoku ya estaban cerrados.

Sus dos manos estaban apretadas contra su pecho.

El ritual ya había comenzado.

Ni siquiera Oshino sabía cuánto tiempo tomaría, había dicho que en el peor de los casos debía estar preparado para quedarme aquí toda la noche. Kanbaru y yo éramos una cosa, pero no sabía si la psique de Sengoku podría resistir tanto tiempo. Tendríamos que intentarlo. Para esto no había ensayos.

El resplandor de las linternas.

La iluminaron gentilmente, desde cuatro esquinas.

“Hey.” Me habló Kanbaru.

Su voz era tan baja que podría haberla pasado por alto, a pesar de que ella me hablaba directamente. Debe de ser su forma de ser considerada con Sengoku, que se estaba concentrando dentro del cuadrado, pero en ese caso, ¿no era mejor no hablar en absoluto?

“¿Qué pasa?” Dije. “De aquí en adelante no más bromas.” No podíamos permitirnos hacer reír a Sengoku durante el ritual. De ser así todo sería en vano.

“Pero, ahora que estamos aquí, hay algo sobre lo que me estaba preguntando.”

“¿Sobre qué?”

“El asesinato de la serpiente que ella llevó a cabo con firmeza por su cuenta. ¿Qué hay de todo eso?”

“Es una manera increíble de decirlo… pero sí. Te refieres a cortar esas serpientes.”

“Sí. ¿No se debía hacer esto, sólo en la forma correcta, la medida correcta, en lugar de esta onerosa ceremonia?”

“Bueno, sí… y dije lo mismo, pero parece que así llevaría incluso más tiempo. Eso según Oshino. Aparentemente, cuando se trata de cortar serpientes, lo importante es en realidad el lugar.”

“El lugar… Y como las cosas malas se reúnen aquí…”

“Bueno, este lugar es el peor de todos, pero eso no significa que cualquier otro lugar serviría. No tuve tiempo suficiente para pedir detalles, pero habló de que no es muy efectivo a menos que uses serpientes de Tohoku, o alguna cosa.”

“¿Diferencias regionales?”

“Diferencias regionales. Eso es algo importante cuando se trata de excentricidades.”

Había que hablar de ello, y todo eso.

Sengoku había elegido esta montaña porque había escuchado que podía encontrar serpientes, pero supuestamente necesito hacer un mejor trabajo al escoger su montaña y sus serpientes para el ritual. Por supuesto y para empezar, en lo que a eso se refiere, habría sido mejor que Sengoku Nadeko no hubiera hecho nada.

Ella, de todos los lugares, eligió este lugar de reunión.

Este lugar donde las cosas malas se reunieron.

Pero ahora, irónicamente, necesitábamos poner esas cosas malas de nuestro lado para ayudar a liberar a Sengoku de su excentricidad.

“Lo tengo, tiene sentido.” Dijo Kanbaru. “Oshino-san mantiene algunas cosas bastante útiles, ¿no es así? ¿Un amuleto que puede usar para exorcizar excentricidades?”

“Cuando le pregunte por eso, él dijo que no era tan útil como objeto. Es inútil, excepto en casos como este.”

Sólo funcionó porque la excentricidad había sido enviada por un humano.

Y solo porque era una serpiente.

“Así que estamos combatiendo juego sucio con juego sucio.” Comentó Kanbaru.

“Lo describió como una heterodoxia para otra.”

“Supongo que está bien si salva a Sengoku-chan… Aun así, realmente intentas ayudar a cada persona que te encuentras, ¿no?”

Amable con todos

Irresponsablemente amable con todos.

“No diría cada persona, pero lo hago siempre que puedo.” Le respondí. “Especialmente si es alguien que conozco.”

“Creo que eso es parte de lo que mi querida senpai ama de ti, y yo también, creo que es parte de tu encanto. En este punto, me alegro de que esté saliendo con alguien como tú. Pero espero que…”

Kanbaru se detuvo antes de continuar.

“Si llega el día cuando tengas que elegir a una sola persona, espero que la elijas sin pensarlo dos veces.”

“……”

“Eres libre de sacrificarte tanto como quieras, pero por favor cuídala bien… No es que realmente tenga derecho a decir esto.”

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El brazo izquierdo de Kanbaru.

Una vez trató de matarme.

No porque alguien la obligara.

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Sino porque tenía una firme voluntad propia, como una excentricidad.

“Kanbaru… creo que tienes derecho a decir eso. De hecho, creo que estás especialmente calificada.”

“… Es bueno saberlo.”

“Me alegro tanto de que seas la kouhai de Senjougahara como tú de que yo sea su novio.”

“Escuchar eso de ti… realmente ayuda. Oh…”

Allí, Kanbaru señaló al frente.

A Sengoku, quien estaba allí orando con todo su corazón y alma.

Y cuando la miré.

Las marcas de escamas en las partes de su cuerpo que no estaban cubiertas por el traje de baño de escuela, esas huellas claras grabadas en cada centímetro de ella, se fueron desvaneciendo gradualmente. Oshino había dicho que estuviera preparado para pasar toda la noche, pero no habían pasado ni diez minutos.

Entonces, ese talismán sí que era poderoso.

El proceso iba bien.

Las marcas de escamas en la base de su cuello desaparecieron. Las marcas de escamas alrededor de sus clavículas, desaparecieron. La Jagirinawa estaba saliendo de Sengoku.

“Parece que está avanzando, sin ningún problema.”


“Sí.” Kanbaru estuvo de acuerdo.

“Estupendo.”

Dada mi propia presencia, que tendía a echar a perder todo, este estado de la situación, honestamente, podría calificarse de inesperado. Bueno, gracias a Dios. Ahora Sengoku necesitaba mantenerse enfocada por otro minuto…

“Aun así.” Dije. “No es como si todo hubiera terminado una vez que la liberemos de la serpiente.” Para evitar agotar la motivación de Sengoku, por supuesto, no le había dicho esto antes de tiempo. “Como mínimo, su relación con esa vieja amiga se romperá irreparablemente.”

“Bueno… podrías tener razón.” Kanbaru asintió. “No hay mucha gente que pueda perdonar algo así. No… No es que Sengoku-chan quisiera arreglar la amistad, y tampoco la otra parte.”

“Entonces, eso se traduce en una ruptura en su relación.”

Los humanos asustaban más que las excentricidades.

Sin embargo, no hay necesidad de dar voz a tal cliché.

“Los enredos románticos dan tanto miedo.” Dije. “Pero me pregunto de quién está enamorada Sengoku. Estoy un poco celoso de saber que alguien por ahí es el objeto de los afectos de esa linda chica.”

Cuando se tratara de un manga de comedia romántica, el interés amoroso no resultaría ser nadie más que yo, pero dudaba mucho de que ese fuera el caso. Yo era su “Onii-chan” y nada más.

Hermano y hermana.

Aunque dije que estaba celoso, tenía una novia, así que claro, si Sengoku realmente tenía sentimientos por mí, solo sería un dolor de cabeza. Pero aprovechar esta oportunidad para revivir nuestros lazos, hará que quizás todo esto no fuese algo tan malo. Sería un buen desenlace, y ella era lo suficientemente precaria como para que alguien tuviera que cuidarla, aunque no tenía idea de lo que dirían mis hermanitas…

“Después de todo ella es una niña. ¿Y, tiene catorce años? Jejeje.” Kanbaru se rio entre dientes. “Yo incluida, no todas las chicas de su edad anhelan que un príncipe de blanco venga y las salve.”

“Bueno, sí, estoy seguro…”

Porque, por un lado, sería un príncipe sobre azul. Hay que ver, de blanco… ¿Cómo un doctor?

Ofiuco.

“Vamos, Kanbaru, ¿no te dije que nada de bromas? Todavía no hemos terminado, así que no podemos arriesgarnos a romper su concentración.”

“¡Mira!” De repente Kanbaru gritó.

Fui yo el que termino con su concentración rota. Sin cuidado, había quitado mis ojos de Sengoku. Cuando volví mi mirada hacia ella, Sengoku Nadeko se había derrumbado boca arriba sobre la lámina de plástico que habíamos tendido en el suelo, y estaba temblando de forma violenta y monstruosa.

Su boca.

Estaba abierta de par en par.

Su mandíbula estaba lo más abierta posible.

Como una serpiente, tragando un huevo.

Como si pudiera haber, una cabeza de serpiente dentro.

“¿Q-Qué pasó?”

“No lo sé, de repente…”

Las marcas de escamas en el cuerpo de Sengoku estaban desapareciendo.

Estaban a mitad de camino.

Pero, la otra mitad se quedó.

No habían desaparecido.

Y.

Incluso estaban en el cuello de Sengoku, donde hace un momento no parecían estar. La serpiente, la Jagirinawa la tenía agarrada.

¿Qué pasó… qué salió mal?

¿Dónde nos habíamos equivocado?

La ilustración de la Jagirinawa que Oshino había mencionado que estaba en la Compilación de Maldiciones de Serpiente, de un hombre constreñido por una serpiente que entró en su cuerpo a través de su boca, no era una excentricidad mortal sino una excentricidad mortífera y asesina.

Un dios serpiente.

Posesión de un dios serpiente.

“¿¡Falló!?” Gritó Kanbaru. “¿¡Paso eso!? Falló, y el ritual de purificación se salió de control, enloqueció…”

“No, se supone que este ritual no es un truco arriesgado… No es una hazaña poderosa. Por eso es heterodoxo. No se supone que surgiesen contratiempos, no hay razón para eso. Porque se supone que esto es como una negociación con la excentricidad…

Preguntarle.

Tienes que preguntarle, había dicho Oshino.

Humillarte ante él.

Y sin embargo… ¿Sengoku se dejó distraer, como en el caso de Senjougahara? Incluso entonces… de repente la excentricidad llega a su etapa final…

¡Estaba yendo tan bien hasta que estaba a mitad de camino!

“… ¿A medio camino?”


Mierda, me tarde en darme cuenta.

Sengoku se retorcía en la lámina de plástico.

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En sus piernas, aún sin cubrir, que se extendían desde el traje de baño de escuela, se podía ver que las marcas de escamas habían desaparecido a medias.

A medias, de la forma más grosera.

Las marcas de escamas habían desaparecido completamente de su pierna derecha, pero permanecían en cada centímetro de su pierna izquierda, desde los dedos de los pies hasta su entrepierna.

Ni una sola había desaparecido.


No sabía sobre su torso, pero era lo mismo para su cuello y clavículas, tan claro como el día, una vez que lo note…

“Kanbaru… lo entendimos mal. Si solo pudiéramos ver, nos habríamos dado cuenta de inmediato…”

“¿¡Qué quieres decir!?”

“La Jagirinawa, no era solo una. Había dos.”

“……… ¡Kk!”

Aun así…

Hubo pistas que deberíamos haber captado.

Los rastros cubrían cada centímetro de su piel, aparte de sus brazos y su cuello hacia arriba. Sus dedos de los pies, sus espinillas, sus pantorrillas, ella, claro está, tiene dos piernas. Que una serpiente se enrollara alrededor de cada centímetro de sus dos piernas era estructuralmente imposible. Si solo hubiera sido una serpiente, no podría haber marcas en sus muslos.

Desde las puntas de los dedos de cada pierna.

Una Jagirinawa tenía su agarre sobre ella, una para cada pierna.

Como si estuvieran constriñendo el cuerpo de Sengoku.

Dos serpientes.

“¡Maldita sea!”

Una de ellas, había sido eliminada con el poder del amuleto de Oshino.

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Una Jagirinawa se había ido.

Había desaparecido.

Pero entonces se gastó el poder del amuleto.

No había dicho lo suficiente, si me hubiera dado cuenta de que había dos Jagirinawa, Oshino habría ideado un plan apropiado. A diferencia de cualquier otro momento, no había límite a cuánto ayudaría. Sengoku Nadeko era una víctima, y estaba haciendo todo lo posible. Pero como habíamos basado nuestra discusión en una Jagirinawa, él había preparado una estrategia para una sola…

Es por eso que la otra se estaba volviendo loca. Por supuesto que era la otra serpiente gigante con la que había compartido su control sobre Sengoku la que había sido exorcizada.

“¡Kanbaru! ¡Ve con…, no, quédate aquí!”

“¿No deberíamos contactar a Oshino-san?”

“¡Él no tiene un teléfono celular!”

No por principio, sino porque era un fracasó manejando artilugios modernos.

Así que, nuestra única opción era un enfoque crudo o frontal.

Corrí hacia el límite improvisado, hacia la plaza iluminada por las linternas. Agarré el cuerpo de Sengoku y la senté erguida, estaba caliente al tacto. Se podría decir que está ardiendo. Era tan malo que pensé que mi mano podría quemarse…

Las marcas de escamas en la base de su cuello.

Ahora estaban cavando tan lejos en su piel que llamarlas rastros sería ridículo. Estaban devorándola hasta el punto de alterar su silueta, apretando como para pulverizar sus huesos y desgarrar su carne.

Como si quisiera cortarla.

Para luego comérsela.

Casi podía escuchar a su cuerpo gemir y crujir.

“Sengoku…”

Sus ojos se habían vuelto hacia atrás, había perdido el conocimiento.

Para ser tragada entera…

“¡Nkk…!”

Puse su cuerpo, que estaba sosteniendo, otra vez sobre la lámina de plástico.

Entonces, lentamente dirigí mis manos hacia ella.

No, no hacia ella.

Hacia la Jagirinawa.

“Incluso si no puedo verla, deberías poder tocarla.”

Él lo había dicho así.

Desde las vacaciones de primavera, por mis venas corría sangre de vampiro. Sangre. Se podría decir que yo mismo fui una excentricidad, y una excentricidad debería poder tocar otra excentricidad.

Si podía tocarla, podría quitársela.

Correcto.

La clave era imaginarlo. Visualizar la Jagirinawa a través de los rastros que sus escamas dejaban grabado en el cuerpo de Sengoku, y descifrar la forma en que ejerció su agarre. No podía permitirme el lujo de equivocarme. Maldita sea… Como la menor de mis dos hermanas pequeñas, y a diferencia de la mayor, siempre he sido de permanecer en interiores… así que esta fue mi primera vez tocando una serpiente. La primera vez iba a ser una excentricidad…

Yo, ten coraje.

Incluso Sengoku, que solía jugar con mi hermana más pequeña, atrapó a más de diez serpientes por su cuenta. ¿Qué clase de Onii-chan temía hacer tanto?

“Agh… ¡Hkk!”

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Deslizarse…

Una sensación desagradable, en mis dos manos.

Una sensación parecida a meter las manos en moco.

Una sensación parecida a meter las manos en escamas punzantes y que estas se te claven.

Era simplemente asqueroso.

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