Seiken Gakuin No Maken Tsukai (NL)

Volumen 6

Capitulo 1: El Rey Demonio Zol Vadis

 

 

“Leo-kun… ¿Quién eres?”

Los ojos azules de Lyseria, tan claros como la superficie de un lago, miraron a Leonis. Eran las nueve de la noche cuando, justo en el momento en que Leonis hablaba con Blackas, Lyseria había venido a verle. En sus manos había un trozo de papel, una copia de una inscripción encontrada en una estatua de Necrozoa. Lyseria había descifrado la escritura y descubierto que alguien llamado Leonis Death Magnus había sido el gobernante de esa región oscura olvidada hace tiempo.

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“E-Erm…” Leonis desvió claramente la mirada y tragó nerviosamente. (¡¿Cómo se las arregló para leer un texto antiguo y místico?!)

El Rey Demonio en el cuerpo de un niño de diez años apretó los dientes, molesto por su propio descuido. Debería haber destruido esa inscripción con discreción. Después de todo, Leonis conocía el ferviente interés de Lyseria cuando se trataba de investigar ruinas antiguas. Pero nunca imaginó que ella lograría descifrar el lenguaje.

(¡¿La escritura antigua no había sido borrada de los libros de historia?!)

Al parecer, Lyseria había traducido el nombre de Leonis utilizando un libro que había encontrado en el estudio de su padre. El Duque Christaria también había sido un estudioso de las reliquias antiguas. Aun así, pensar que su hija descifraría la escritura tan rápidamente…

Una parte de Leonis quería elogiar a su sirviente por su ingenio, pero no era el momento.

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Hasta ahora, Leonis mantenía la mentira de que era un antiguo mago que había despertado en esta época. Y si esta chica honesta, con su severo sentido de la justicia, se enterara de que Leonis era en realidad un Rey Demonio, no se sabía cómo podría reaccionar.

(¿Responderá como los humanos de aquel entonces…? No, ella…) Leonis se mordió el labio por un momento, y luego…

“Parece que me has descubierto. Muy bien, entonces…” Susurró con autodesprecio.

“¿Leo-kun…?” Los ojos azules de Lyseria vacilaron con ansiedad.

(Perdóname, pero debo borrar tus recuerdos de esto).

Afortunadamente, manipular este simple recuerdo no tendría ningún efecto en su personalidad. Leonis extendió sus manos para tocar la sien de Lyseria.

“Leo-kun…”

Antes de que el Rey Demonio pudiera hacer algo más, su sirviente le rodeó bruscamente con sus brazos.

“¿Seria…-san?”

“Soy tu tutora, Leo-kun, así que quiero saberlo todo sobre ti. Pero si hay algo que no quieres compartir, no te obligaré. Puedo estar de acuerdo con eso, incluso si no eres quien creo que eres, así que…”

Los mechones plateados de Lyseria rozaron la mejilla de Leonis. Al sentir que ella lo abrazaba con fuerza, Leonis dejó caer sus brazos, poniéndolos alrededor de ella en su lugar.

(No debería alterar la memoria de mi sirviente).

Por alguna razón, una parte de él sabía que eso alteraría irremediablemente su relación para siempre si lo intentaba.

“Es cierto. Una vez goberné esa ciudad en ruinas, cuando aún era Necrozoa”.

Admitió Leonis, sentado en la cama junto a Lyseria.

Había optado por decir la verdad y reveló que una vez fue amo de un reino de incontables esqueletos y demonios.

“… Así que realmente fuiste un rey”.

“Sí, bueno…” Leonis asintió tímidamente, rascándose la mejilla. “Esa tierra acabó desapareciendo”.

“… ¿Cómo?”

“Hubo muchas razones, pero, bueno…” Los hombros de Leonis se desplomaron. “Simplemente, supongo que mi reinado dejó mucho que desear. Probablemente por eso…”

“¿Así que estás tratando de reconstruir ese reino?” “… No. Ya ha sido destruido”.

Esto no quería decir que no sintiera nostalgia por Necrozoa, pero ese lugar sólo había sido una base militar para los Ejércitos de los Reyes Demonio. El hogar de Leonis estaba dondequiera que estuviera la diosa Roselia.

(Además, ya tengo una nueva base de operaciones…)

“Lo que más importa ahora es encontrar a alguien muy importante para mí”.

Dijo Leonis.

“¿Te refieres a la dama de la que hablaste una vez?” “Sí. Roselia Ishtaris. Localizarla es mi…”

“Roselia… ¿No será…?” Intervino Lyseria. “Vi ese nombre en la inscripción”.

“¡¿También descifraste su nombre?!” Exclamó Leonis, sorprendido.

“S-Sí…”

“Y-Ya veo…” Susurró Leonis, casi impresionado.

Evidentemente, seguía subestimando la pasión de Lyseria por la investigación histórica.

“¿Es esa dama una maga como tú, Leo-kun?”

“No, ella es…” Leonis hizo una pausa para reflexionar. “En la época actual, es probable que sea una chica ordinaria”.

Después de que Lyseria saliera de la habitación, Leonis se sentó solo por un momento… pero entonces su sombra comenzó a agitarse y a fluctuar.

“Eso fue bastante peligroso, Magnus-sama”.

Un enorme lobo negro como el carbón surgió de su sombra. Era Blackas.

La solemne bestia se subió a la cama de Leonis y resopló ligeramente. “¿Por qué no le borraste la memoria a esa chica?”

“Era innecesario. Alterar su memoria cada vez que comenzara a sospechar algo se habría vuelto tedioso”.

“Hmm”. Blackas parecía no estar convencido.

Leonis suspiró y se encogió de hombros. “Reescribir los recuerdos de mis sirvientes empaña mi honor como Rey Demonio”.

“Tu honor, dices. Entonces no me corresponde hablar al respecto”.

Al final, Leonis no le dijo a Lyseria que era un Rey Demonio. No podía compartir la verdad con ella todavía.

(Pero algún día se lo revelaré todo).

Sin embargo, ahora no era ese momento. Cuando pusiera la reencarnación de Roselia bajo su protección y reformara los Ejércitos de los Reyes Demonio, se lo diría.

Enderezándose, Leonis se aclaró la garganta. “Más importante, hay algo por lo que siento curiosidad”.

“¿Qué es?” Preguntó el lobo negro.

“Lyseria encontró un escrito en el estudio de su padre que la ayudó a traducir la escritura de Necrozoa. Pero ¿cómo podría el Duque Christaria, un hombre de esta época, conocer el antiguo texto?”

La inscripción de la estatua no había sido escrita en cualquier lengua muerta. Había sido escrita en el texto sagrado avanzado, una escritura empleada exclusivamente por los sacerdotes más sabios y estimados.

“El Duque Christaria estudió historia antigua, pero que estuviera al tanto de las leyendas que rodean a los Reyes Demonio sigue siendo muy curioso. Es una pena que ya esté muerto…” Murmuró Leonis.

La Santa, Tearis Resurrectia, había sido revivida en las ruinas del Tercer Assault Garden como Void Lord02, convirtiendo las almas de los caballeros muertos en espíritus errantes. Sin embargo, Leonis no había localizado el alma del Duque Christaria cuando había estado allí.

El Rey No Muerto se llevó una mano a la barbilla mientras reflexionaba siniestramente: “Si al menos pudiera encontrar el cuerpo, podría usar la nigromancia para resucitarlo como ghoul03…”

Una unidad de la Academia Excalibur estaba investigando las ruinas semidestruidas del Tercer Assault Garden, pero no era probable que apareciera algún cadáver.

“Dejando eso de lado…” Dijo Leonis. Otro asunto pesaba en su mente. En concreto, ¿qué hacía Zemein, un oficial de los Ejércitos de los Reyes Demonio, en Necrozoa? “Zemein y Nefakess Reizaad. Los miembros de los antiguos Ejércitos de los Reyes Demonio parecen estar maquinando en las sombras”.

Cuando Leonis luchó contra Zemein en el Templo de la Diosa en Necrozoa, había hablado de una profecía.

(Un presagio, ¿eh?)

Leonis sabía de una que había hecho la diosa Roselia, que decía que renacería en esta era. ¿Había otra profecía, entonces?

“Encontré a Zemein en Necrozoa, tratando de resucitarme… al Rey No Muerto. Probablemente esperaba corromperme con el poder de la nada y convertirme en un Void Lord, como hicieron con Veira y los Seis Héroes”. Si Lyseria no hubiera deshecho accidentalmente el sello en él, ese plan podría muy bien haber llegado a realizarse. “Están tratando de usar a los Seis Héroes y a los Reyes Demonio para sus fines”.

¿Quién era el cerebro detrás de estos actos? Leonis sospechaba del Diablo del Inframundo, Azra-Ael, que podía ser el que movía los hilos, pero Zemein lo había negado. Sin embargo, nada le impedía mentir.

“Sin embargo, la muerte de Zemein fue una pérdida desafortunada”. Admitió Leonis.

Mientras Leonis había estado interrogando a Zemein, una chica enmascarada había aparecido y destruido al anciano. Incluso Leonis, con su dominio de la magia de la muerte, no podía traer de vuelta un alma que había sido completamente erradicada. Como mucho, podría manipular el cadáver de Zemein como se haría con una marioneta, pero no le proporcionaría ninguna información.

(No puedo evitar sentir que esa mujer me recuerda a alguien…)

“Leonis-sama…”

La sombra a los pies de Leonis comenzó a ondularse de nuevo, y de ella surgió una chica vestida de sirvienta. Era Shirley, la sirvienta asesina.

“Sí, Shirley, ¿qué pasa?”

“Vengo con un informe urgente, Leonis-sama”. Afirmó Shirley, levantando su falda en una digna reverencia.

“¿Oh? ¿Qué es?”

“Sus sirvientes de la Manada de Lobos Demoníacos han vuelto a actuar por su cuenta”.

“¿Otra vez…?” Leonis suspiró y se masajeó las sienes con cansancio.

La Manada de Lobos Demoníacos era un grupo compuesto por restos de los Sovereign Wolves04, una organización terrorista que había secuestrado la nave privada de la Familia Real, el Hyperion. Eran los primeros subordinados que Leonis había reunido desde que despertó del éxtasis, excluyendo a Lyseria, su sirviente personal.

Muchos de los hombres bestia del grupo eran bastante sanguinarios e impulsivos, y justo el otro día habían atacado una instalación de investigación en el Sexto Assault Garden, lo que les hizo quedar atrapados en el alboroto de Veira.

Su lealtad a su nuevo maestro Rey Demonio era alta, pero eran una fuente constante de disgustos para Leonis.

“¿Qué han hecho esta vez?”

“Se infiltraron en un muelle naval y están planeando robar armas”.

“…”

No hace falta decir que Leonis no les había ordenado hacer eso.

“… Por dios, manejarlos no es nada como comandar a los no muertos”.

Leonis volvió a suspirar.

“¿Qué hacemos, Leonis-sama?” Preguntó Shirley.

“Iré a detenerlos”. Leonis se puso de pie, sacó de la nada una máscara de calavera y se la puso.

Las sombras envolvieron todo su cuerpo, disfrazando a Leonis de un alto demonio vestido con un largo abrigo. Adoptó esta forma, la del Rey Demonio Zol Vadis, cuando se reunió con la Manada de Lobos Demoníacos.

El niño de diez años que asistía a la Academia Excalibur no era más que la fachada pública de Leonis. Este personaje enmascarado era el maestro oscuro que controlaba el Séptimo Assault Garden entre bastidores.

“El barco acaba de atracar en el puerto. ¿Cómo están las cosas por tu parte?” “Todo verde. He silenciado a los soldados que montaban guardia”. “Entendido. Vamos a entrar al almacén, entonces”.

La chica elfa oscura Lena silenció su dispositivo de comunicación. Ella y los demás se encontraban en la zona del muelle militar del Séptimo Assault Garden en el Puerto 04. Esta enorme armería almacenaba una gran cantidad de armas y municiones anti-Void.

El cielo estaba bastante nublado y la luna no se veía. Sin embargo, las nubes bajas reflejaban la iluminación de los numerosos reflectores, revelando cosas.

Varias sombras aferradas a los tejados descendieron silenciosamente al suelo. Llevaban capuchas que colgaban sobre sus ojos y máscaras que cubrían sus rostros mientras corrían bajo el velo de la oscuridad.

Eran los restos de los Sovereign Wolves, un grupo terrorista anti-imperial formado principalmente por hombres bestia. En la actualidad, funcionaban como la unidad operativa denominada La Manada de Lobos Demoníacos, una organización que trabajaba bajo las órdenes de Zol Vadis.

Al enterarse de que un barco cargado de equipo militar estaba a punto de atracar, planearon saquear el almacén en un intento de adquirir armas y municiones.

(Ugh ¡Soy un héroe, por el amor de Dios! ¿Por qué estoy merodeando como una especie de ladrón furtivo?)





En cuclillas junto a Lena, una chica de cabello verdoso hinchó las mejillas con disgusto. Era una joven hermosa, con ojos de un místico tono azul. Aunque no parecía tener más de trece o catorce años, el aire que la rodeaba daba la impresión de ser una hoja afilada y pulida.

Arle Kirlesio era un héroe elfo enviada por el Árbol Antiguo. Su objetivo era abatir a la Diosa de la Rebelión, que supuestamente regresaría en esta época, así como a los Reyes Demonio que la servían.

Sin embargo, durante un enfrentamiento en el que Arle había sido perseguida por los guardias locales, fue recogida por estos terroristas. Y mientras permanecía con ellos, se enteró de que su líder se llamaba a sí mismo Rey Demonio.

Zol Vadis.

Ese era el nombre de un Rey Demonio que había gobernado casi todo el mundo antes de la llegada de la Diosa de la Rebelión. Posteriormente, Zol Vadis fue asesinado por el héroe Leonis Shealto. Arle decidió permanecer con la Manada de Lobos Demoníacos para descubrir la verdadera identidad de su maestro, pero, desafortunadamente, aún no había ascendido a un rango que le permitiera conocerlo.

Por lo tanto, con ese fin, tenía que demostrar su fuerza y conseguir ser admitida en el círculo interno de la organización.

“Este plan fue idea tuya, ¿no?” Le preguntó a Lena. “El Rey Demonio… Quiero decir, Su Grandeza… no te ordenó hacer esto, ¿verdad?”

“Sí, así es”. Lena asintió con jactancia por alguna razón. “Su Grandeza dijo:

Espero lealtad de mis subordinados, pero no el tipo de adhesión ciega que tienen los esqueletos o los zombis. En otras palabras, Su Grandeza espera que pensemos y actuemos por nuestra cuenta”.

Lena lo explicó con orgullo, levantando un dedo índice.

“Por eso estamos haciendo esto, chica elfa”. Añadió uno de los hombres bestia.

Parecía que todos los miembros de la Manada de Lobos Demoníacos eran realmente leales a este Rey Demonio.

Arle agachó la cabeza y murmuró en silencio un encantamiento para un hechizo de visión nocturna. Pudo ver los vehículos que transportaban grandes cajas contenedoras al almacén.

*¡Boom, boom, boooooooom!*

De repente, una serie de explosiones estruendosas sacudieron el aire. Era una distracción causada por otro destacamento de la Manada de Lobos Demoníacos.

“¡Vamos, Arle!” Dijo Lena con entusiasmo.

“… De acuerdo, está bien”. Contestó Arle desganada, poniendo la mano en la espada Arc Seven que llevaba.

Cinco sombras saltaron de un tejado a otro bajo el abrigo de la noche.

(La resistencia de los hombres bestia es impresionante).

Hace mil años, la mayoría de los hombres bestia estaban unidos bajo el liderazgo de uno de los Reyes Demonio, Gazoth Grand Beast. Los hombres bestia de esa época luchaban con un físico poderoso y garras afiladas, infundiendo miedo a los aliados del reino. Y parecía que sus abrumadoras habilidades físicas habían sobrevivido hasta la época actual.

Arle se puso en marcha y saltó por delante de los hombres bestia.

“Apártense. Yo me encargaré de los guardias”.

“¡¿Huh?! Oye, novata, ¿intentas acaparar toda la gloria?” Un corpulento hombre bestia con cabeza de león le gruñó.

“Esa no era mi intención”.

“Detente, déjala en paz”. Dijo Lena con calma, disipando la ira del hombre bestia. “Es una buena oportunidad para ver de qué es capaz”.

“… Si tú lo dices”. Dijo el hombre bestia con cabeza de león.

“Ya basta de charlas, entonces. Arle, muéstranos lo que puede hacer un espadachín elfo”.

“Muy bien”. Respondió Arle, desenfundando su espada y dejándose caer desde el techo del almacén.

Un guardia con gafas de visión nocturna se giró hacia ella, apuntándole con su rifle anti-Void.

“¡¿Q-Qué?! ¡¿Quién eres tú?!”

Sin embargo, Arle ya había terminado de recitar su hechizo. “Espíritus del sueño, susurren su canción de cuna… Duerman”.

El vapor de mana cubrió la zona, dejando fuera de combate a todos los guardias que tenía delante.

“Intruso… solicito refuer…”

Algunos de los que patrullaban resistieron el hechizo de sueño e intentaron pedir ayuda, pero la espada de Arle brilló antes de que pudieran hacerlo. La espada surcó el aire más rápido que las voces de los guardias, cortándolos uno a uno. Naturalmente, utilizó el lado sin filo de su arma. Les asestó golpes secos que los dejaron inconscientes.

Arle había lanzado un hechizo que debilitaba el filo de su Arc Seven, asegurándose de que podía acabar con esto sin derramar sangre innecesariamente.

(Aun así, esto no es algo que deba hacer un héroe). Pensó, con el corazón lleno de culpa y autodesprecio.

¿Qué pensaría el Árbol Antiguo de su tierra natal si se enterara de esto? Y más importante, ¿qué pensaría su maestro, el Maestro Espadachín de los Seis Héroes?

“Vaya demostración”. Lena aterrizó detrás de ella y silbó como si estuviera impresionada. “Realmente los has eliminado tú sola”.


“¿Ahora seré admitida como socia cercana de Su Grandeza?”

Lena negó con la cabeza. “Todavía no”.

Arle se encogió de hombros.

“Ninguno de estos guardias parece blandir Espadas Sagradas”.

“No harían que las élites de combate anti-Void custodiaran un almacén”.

Respondió Lena.

Arle se paró frente a la mampara de aleación especial del gran almacén.

“Abrir esto es mi parte”. Lena se adelantó y sacó un terminal de hackeo.

“Voy a desbloquear la puerta”.

“Eso es innecesario”. Afirmó Arle.


“¿Huh?”

Un destello de su espada, y la robusta mampara se partió en dos y se desprendió.

“… ¡¿Qué?!” Gritó Lena con incredulidad. Los demás se quedaron igualmente sorprendidos. “Imposible. ¡Esta es una puerta de acero de mithril especial grado-militar! Está construida para resistir un ataque del Vacío”.

“Esta espada puede cortar el Orichalcum con facilidad”. Susurró Arle con sequedad. Luego entró en el almacén. “Vamos”.

Innumerables contenedores de carga formaban altas hileras en el interior. Estaba muy oscuro, pero la visión nocturna de los hombres bestia probablemente haría que el trabajo de carga se realizara sin problemas.

“¿Qué cajas tienen las armas?” Preguntó Arle. “No podemos llevarlas todas”.

“No lo sabemos. Por ahora, tendremos que abrirlas y buscar”. Respondió Lena.

Arle lanzó una mirada exasperada.

“¡Raaaah!” Un fornido hombre-oso blandió sus garras, desgarrando el costado de un contenedor.

“Heh, heh, heh, ahora veamos qué tesoro tenemos en este cofre…” Dijo el hombre-oso, chasqueando los labios mientras destrozaba las paredes del contenedor. “¿Huh? Espera… ¿Qué es esto?”

“¿Qué pasa, Bertuma?” Preguntó Lena mientras se acercaba.

“… ¡Espera!” Gritó Arle. Invadida por un sentimiento siniestro, agarró a Lena por el hombro y tiró de ella hacia atrás. En cuanto lo hizo, un sonido de aplastamiento, como el de una fruta al ser machacada, llenó el almacén.

“… ¡¿?!”

La cabeza del hombre-oso desapareció. Sus miembros colgaban sin fuerzas mientras su cuerpo inerte era lanzado al aire.

“¿Qué…? ¡Bertuma…!”

*¡R-Riiiiiiiiiip!*

Las paredes del contenedor fueron desgarradas desde el interior, y el horrible sonido reverberó. La cosa que emergió del interior era una figura humanoide. Su silueta negra poseía miembros alargados.

(¡¿Q-Qué es eso…?!)

Para Arle, parecía un caballero con armadura completa. Un par ojos rojos brillaban desde el interior de su casco, y un miasma oscuro salía de las costuras de su armadura.

“¿No es uno de los trajes de protección de combate anti-Void que utilizan en las regiones polares?” Comentó Lena mientras adoptaba una postura de combate.

“Jefa, ¿es esa una de las armas que se supone debemos robar?” Le preguntó un hombre bestia mientras también adoptaba una postura de combate.

“¿Así que hay alguien dentro de esa cosa?” Preguntó otro hombre bestia.

“Eso ya no importa, no después de haber matado a Bertuma”. Declaró el hombre bestia con cabeza de león, alzando sus garras. “¡Lo despellejare!”

“¡Shaz, detente!” Insistió Lena, pero él ya se había abalanzado sobre el enemigo acorazado.

*¡Vaaaaaaaah…!*

La armadura estalló desde el interior, y una aterradora cantidad de vapor aceitoso brotó de su interior. Algo apareció en la oscuridad, y tras vislumbrar su forma…

“¡¿Q-Qué…?!”

“Hey… ¿¡Eso no es…?!”

… Las voces de los hombres bestia se tiñeron de miedo. Un monstruo se deslizó desde el interior de la armadura. Su cabeza estaba anormalmente hinchada e innumerables dientes sobresalían por todas sus extremidades.

Cuando se enderezó, un miasma se arremolinó alrededor de su cuerpo.

“… Un Void”. Arle entrecerró los ojos.

Los Void eran los enemigos de la humanidad, quizá incluso de todo el planeta. Habían aparecido repentinamente hace sólo unas décadas, casi un milenio después de su época natal. No eran los monstruos de los Ejércitos de los Reyes Demonio, ni tampoco eran demonios. Los Void eran criaturas desconocidas que nunca habían existido en el viejo mundo.

“Oye, ¿qué demonios está pasando aquí? ¡¿Me estás diciendo que han introducido Void de contrabando en esta ciudad?!”

“Eso no puede ser…”

Los hombres bestia estaban confundidos.

Un hombre-tigre impaciente disparó su ametralladora. “¡Maldita sea, te haré volar en pedazos!”

Desgraciadamente, la piel acorazada del Void desvió las balas sin esfuerzo. “¡No sirve, no hace mella en él!”

“¡El armamento convencional no funciona contra los Void!” Le reprendió Lena.

El Void lanzó un brazo hacia abajo, el mero impacto del golpe fue suficiente para partir en dos al hombre-tigre.

“… ¡!”

“¡Es peligroso! ¡Corre!” Arle se adelantó con la Espada Sagrada Crozax agarrada en sus manos.

Ya había luchado contra monstruos como éste en la ciudad en ruinas. Los diferentes especímenes poseían distintas habilidades, pero los humanos y los hombres bestia eran impotentes incluso contra los más pequeños.

El Void emitió un aullido y volvió a levantar su brazo.

“¡Viento ominoso…!”

Una poderosa barrera de aire envolvió a Arle mientras avanzaba, y su espada brilló mientras se arqueaba, cortando el brazo del Void. El miasma oscuro salpicó la penumbra circundante como si fuera sangre.

“¡Arle!” Lena gritó tras su compañera elfa.

“Yo me encargo de esto”. Arle contestó mientras volvía a lanzar un tajo al monstruo. “Tú conduce a todos los demás fuera de aquí”.

“¡Los elfos oscuros de Darkwood nunca abandonan a un camarada!” insistió Lena.

“Perdona que te diga esto, pero lo único que conseguirás será frenarme. No puedo luchar si tengo que preocuparme por protegerte”. Afirmó Arle secamente. “Pero a cambio, si salgo de esta, introdúceme en el círculo íntimo de Su Grandeza”.

Lena se mordió el labio y asintió. “Tch. Está bien. Pero no hagas ninguna locura. ¡Todos, nos retiramos! ¡Arle mantendrá a raya al enemigo!”

“¡S-Si…!”

Lena se dirigió a la salida del almacén con los hombres bestia a cuestas.

(Realmente soy demasiado blanda para mi propio bien). La héroe elfo suspiró mientras lanzaba un tajo al Void que cargaba contra ella.

No tenía ninguna obligación de rescatar a los subordinados de un Rey Demonio.

(Sin embargo, estoy en deuda con ellos)

En particular, Arle sentía que estaba en deuda con Lena. Si esa chica elfa oscura no hubiera estado allí para ayudarla, Arle podría haber muerto de hambre en algún callejón. Hace mil años, los elfos y los elfos oscuros eran enemigos irreconciliables, así que el hecho de que una elfa oscura la ayudara le parecía inusual hasta el punto de ser casi imposible.

“Ven, monstruo”. Arle provocó al enemigo, levantando la Espada Azotadora de Demonios Crozax. “¡Probarás las técnicas de espada que me transmitió el mismísimo Maestro Espadachín de los Seis Héroes!”

Con ese grito, atravesó al Void limpiamente, sin embargo, en cuanto lo hizo, sus largas orejas captaron un ruido estridente y de alta frecuencia.

Un Grito de Guerra.

Era una habilidad del Vacío que les permitía obligar al resto de su Colmena a salir del cascarón. Se trataba de un conocimiento elemental del Vacío, y cualquier estudiante de la Academia Excalibur lo habría sabido, pero Arle, que acababa de despertar en esta época, ignoraba el significado del sonido.

“¿Q-Qué?”

Y al momento siguiente…

*¡Crunch, crunch, crunch, crunch…!*

Los contenedores se rompieron todos a la vez, y aparecieron más Void de su interior.

“¡N-No…!”

Volviendo a llenarse de un temor inquietante, Arle se giró para ver a decenas de monstruos deslizándose desde las cajas apiladas cerca de la entrada.

(¡Son demasiados!)

Innumerables miradas carmesí brillaban en la noche como will-o’-the-wisps05… y cargaban contra ella a la vez.

*¡Vaaaaaaah!*

“… ¡Criaturas insolentes…!”

Arle blandió la Espada Azotadora de Demonios, cortando la cabeza del primer Void que la alcanzó. Sin embargo, las cosas aberrantes ni siquiera se inmutaron y continuaron su avance.

“¡Esto no puede ser… a donde…!”

Entonces, desde algún lugar oculto, un relámpago atravesó la oscuridad…

(¿Huh?)

… Y los cráneos de los Void salieron volando por los aires. Un rayo blanco atravesó el suelo, dejando a su paso un tenue olor a ozono. Una pequeña figura aterrizó en el suelo con un suave golpe de sus zapatos. Estaba vestida con un hermoso traje blanco, con el cabello de un electrizante tono azul.

Una chica esbelta empuñaba una katana que crepitaba como un rayo.

“¿Qué es esto? Me pareció percibir Void aquí…” La chica dijo, frunciendo sus finas cejas.

(¡Ella es…!) Los ojos de Arle se abrieron de par en par, con sorpresa.

La elfa reconoció a su salvadora. Era una de las estudiantes de la Academia Excalibur con las que Arle había luchado temporalmente en la ciudad en ruinas. Arle tenía una opinión excepcionalmente buena de esta joven, ya que ambas habían cruzado sus espadas en combate. No podía recordar su apellido, pero su nombre era…

(Sakuya, creo…)

La joven de la espada relámpago pareció reconocer también a Arle.

“¿No eres tú… la elfa que conocimos en el Tercer Assault Garden? ¿Qué estás haciendo aquí?”

“E-Er…”

Arle no podía simplemente decirle que estaba ayudando a los terroristas a robar armas.

“¡P-Primero derrotemos a estos monstruos!” Exclamó, apuntando con su espada a los Void que las rodeaban.

Sakuya se encogió de hombros. “De acuerdo”. Respondió, levantando su arma y acercándose al flanco de Arle. “Los Void humanoides son muy inteligentes. No te descuides”.

“… Entendido”.

Arle sólo había luchado una vez hombro a hombro con Sakuya, pero sabía que la otra chica tenía mucho talento y habilidad. Juntas, tenían una oportunidad de sobrevivir. Sakuya y Arle sincronizaron su respiración y se movieron a la vez.

“¡Aaaaaaaaaah!”

“¡Vamos, Raikirimaru!”

Tan pronto como Sakuya dio un paso al frente, saltaron chispas. Corrió hacia adelante, cargando directamente al corazón de la formación de Void. Al ver esto por el rabillo del ojo, Arle observó a Sakuya con sorpresa.

No podía seguir sus movimientos. Todo lo que Arle podía distinguir eran destellos de electricidad que surcaban la oscuridad.

(¿Es este su verdadero poder?)

Que su espada estuviera envuelta en rayos era sólo un subproducto del poder de Sakuya. La verdadera habilidad de su Espada Sagrada era la aceleración continua.

“Viento, atiende a mi llamado y libera tus poderes… ¡Winde Rotso!”

Un aire afilado como una cuchilla atravesó el espacio. Este hechizo mágico de Segundo-Orden de los Fae le cortó el brazo a un Void.

“¡Hyaaaaaa!”

Arle hizo descender la Espada Azotadora de Demonios, cargando su hoja con mana. Crozax era una Arc Seven, un arma creada por Luminous Powers para asesinar a los Reyes Demonio. Como tal, al combatir cualquier otra cosa, su filo era tan afilado como el de cualquier otra espada. Por eso Arle la cargó con su mana.

El grito agonizante del Void reverberó contra los almacenes.

“Abriré una ruta de escape. Sígueme”. Arle gritó a Sakuya.

“Oh, tú sólo corre por ahora. Yo me quedaré aquí y exterminaré a los Void”.

“¡¿…?! ¡¿Qué estás diciendo?! ¡Hay demasiados!”

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“Soy una espadachina de la Orquídea Sakura. Nunca le daré la espalda a los Void”.


“… ¡¿Huh?!”

Una aguda y peligrosa sed de sangre surgió del cuerpo de Sakuya mientras mataba a otro Void.

“¡¿Piensas quedarte?!”

“Deberías irte. Siempre que lucho contra los Void, pierdo de vista lo que me rodea”.

La katana de Sakuya atravesó un contenedor metálico como un rayo caído del cielo. Mientras se movía, con su atuendo blanco ondeando, parecía nada menos que una guerrera demoníaca enloquecida.

(¿Q-Qué es esa chica…? ¿Una especie de berserker?)

Sin embargo, Arle tuvo poco tiempo para reflexionar sobre la idea. Sus sensibles oídos se agitaron. Una especie de monstruo gigantesco salió del contenedor que Sakuya había destruido.

*¡Vwooooooooooooohm!*

Voló el techo del gran almacén.

“¡Grrrrrrrrr…!”

Un gigantesco Void bípedo se levantó.

La sorpresa era evidente en la cara de Arle. “¿Los Void pueden llegar a ser tan grandes…?”

“Ese es un Clase-Ogro”. Sakuya se giró para mirar a la joven elfa. “Si esa cosa llega a la zona urbana, sería una catástrofe”.

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“¿Y pretendes derrotar a esa cosa?”

“Luchar contra eso sin ayuda sería difícil, lo admito”. Sakuya respondió con una sonrisa indomable mientras sostenía a Raikirimaru. “Tendré que ganar tiempo hasta que llegue la unidad anti-Void de la academia”.

Arle asintió. “… Entiendo”. Como héroe, no podía dejar que esa cosa llegara a los civiles.

(Si sólo tenemos que retrasarlo, deberíamos ser capaces…)

Pero entonces, ocurrió algo que Arle no esperaba.

“¡¿Quién te ha permitido causar estragos en mis dominios?! ¡Muere, monstruo de baja categoría!”

*¡Vroooooooooooooom!*

Bolas de fuego furiosas llovieron sobre el gigantesco Void. Columnas de llamas carmesí estallaron de tal manera que no se veía nada más a su alrededor.

“¡¿Qué…?!”

“… ¡¿?!”

Arle y Sakuya se congelaron ante la vista.

“¡¿Qué demonios acaba de…?!”

Ambas miraron hacia arriba, y allí lo vieron.

Un gran demonio, vestido con un abrigo negro como el carbón, miraba arrogantemente hacia abajo.

Un infierno rojo iluminó la noche mientras las estridentes sirenas sonaban por todo el muelle. Su hechizo de Quinto-Orden, [Onda Infernal], era magia de fuego con una extensa área de efecto, capaz de reducir a cenizas los huesos de un trol.

(¿Por qué hay Void aquí?) Leonis enarcó una ceja bajo su máscara de Rey Demonio.

Siguiendo el informe de Shirley, había venido aquí para detener a la Manada de Lobos Demoníacos en su imprudente operación no autorizada. Sin embargo, encontró a los Void arrasando en su lugar.

Por el momento, decidió eliminar a esos adefesios.

(Pero dicho esto, esas dos…)

Leonis detectó dos figuras familiares entre los restos. Una de ellas era Arle Kirlesio, una héroe de los elfos. Su presencia aquí no le sorprendió demasiado. Sabía que, por la razón que fuera, actualmente formaba parte de la Manada de Lobos Demoníacos. Su objetivo era probablemente asesinar al Rey Demonio que los lideraba. La presencia más curiosa era la otra.

(¿Qué hace Sakuya aquí?)

Sakuya miró fijamente a Leonis, con su espada sagrada en la mano. Y cuando él se encontró con su mirada con una expresión confusa protegida por su máscara…

“¿Quién eres tú?” Preguntó Sakuya con un tono que, aunque calmado, sacudía el aire con la pura enemistad que contenía.

No parecía la misma de siempre. Sus ojos estaban llenos de una frialdad aterradora.

(¿Q-Qué hago ahora?) Leonis se preguntaba frenéticamente mientras intentaba pensar en una solución apropiada. (Tranquilízate. Ellas no saben quién eres).

En este momento, Leonis no parecía un niño de diez años, sino un ser oscuro que comandaba esta ciudad en secreto… el Rey Demonio Zol Vadis. El Manto de las Ilusiones que había robado a un antiguo demonio le permitía tanto alterar su apariencia como confundir la forma en que los demás lo percibían. Su cubierta no era fácil de descubrir.

(En ese caso…)

“Soy el Rey Demonio Zol Vadis”. Exclamó Leonis a ambas con una floritura de su manto. “¡Aquel que reina sobre esta ciudad desde las sombras!”.

“… Qué… ¡¿Qué?!” Gritó Arle, con sus orejas agitadas por la sorpresa. “¿Tú eres… el Rey Demonio…?”

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“¡¿Reinas sobre esta ciudad desde las sombras?!” Repitió Sakuya, con una voz llena de ira.

“En efecto. El Séptimo Assault Garden ya es mi dominio”. Leonis matizó y blandió los brazos con grandilocuencia.

No le importaba declarar eso. Mencionar el nombre de un Rey Demonio no le parecía una mala idea.

“… ¿Así que fuiste tú? ¿Eres tú quien ha introducido estos Void de contrabando en la ciudad?”

“¿Qué?” Leonis frunció el ceño.

El contrabando era una forma interesante de expresarlo. Leonis había pensado que los Void surgían de grietas en el espacio.

“¿Insinúas que llamé a estos Void para eliminarlos yo mismo?” Preguntó Leonis.

Sakuya vaciló ligeramente. “Uh, bueno…”

“Estas despreciables criaturas no son más que enemigos míos”. Explicó Leonis, imponiéndose a las dos chicas desde arriba. “El Séptimo Assault Garden me pertenece a mí y a mis fuerzas. No dejaré que estas monstruosidades huecas hagan lo que quieran en mis dominios”.

Arle echó mano a su Espada Azotadora de Demonios, pero se detuvo. Se dio cuenta de que desafiar al Rey Demonio aquí significaría una derrota unilateral. Sakuya, por su parte, mantenía sus ojos entrecerrados dirigidos a Leonis con Raikirimaru en posición de alerta.


Afortunadamente, el estruendo de los pasos que se acercaban rompió el estancamiento.

“Parece que las fuerzas de la Academia Excalibur se acercan…” Sakuya se volvió para mirar.

“Me despido por esta noche”. Dijo Leonis. “Tengo asuntos urgentes que debo atender”.

Con un gesto de su manto, Leonis se dispuso a marcharse. Después de todo, tenía tarea para mañana.

“¡E-Espera…!” La voz de Sakuya resonó en la noche. Pero el Rey Demonio Zol Vadis ya se había ido.

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