Isekai Goumon Hime (NL)

Volumen 3

Capitulo 4: Una Cita Secreta

Parte 2

 

 

Sellando fuertemente la botella, Elisabeth la metió en la bolsa de cuero que habían robado de un almacén en el camino. Dentro ya había una botella con viento de primavera sellada dentro, una mariposa de juguete con un mecanismo de relojería, y un juego de hojas de té que crujían cuando se vertía agua caliente en ellas,

Chasqueando sus dedos, Elisabeth sacó una moneda de la nada. Colocó la cantidad de dinero designada en el mostrador de la tienda.

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“Eso saldrá de tu salario, sabes.”

“Seguro. Quiero decir, incluso si ahorrara, no es como si hubiera mucho en lo que lo gastara.”

Desde la casa de empeños, los dos habían dejado pago por las cosas que habían robado. La mayoría de ellas habían salido del salario de Kaito. Sin embargo, Elisabeth había pagado por algunas de las cosas de su propio bolsillo. Ahora, también, estaba enderezando su espalda y sacando un nuevo frasco del aparador colgante de la tienda.

Después de leer su etiqueta, colocó una moneda suya en lugar de una de Kaito.

“Hmm, entonces le llevaré estos hongos secos. Dice que su sabor picante único va bien con platos fritos y que presumen beneficios considerables para la salud de uno.”

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“Hey, espera, eso suena bien. Quiero ir con ese, también.”

“¡Tonto! ¡Para un hombre que ya ha llegado al límite de los niveles de afecto de Hina, pides demasiado! Te estoy confiando todos los bienes cuya calidad es incierta. Tengo la intención de ser la única que le lleve todos los productos que seguro serán bien recibidos.”

“Quiero hacer feliz a Hina, también, sabes.”

“¡Ha, es de Hina de quien hablamos! ¡Seguro estará encantada sin importar qué le llevemos!”

“Quiero decir, no te equivocas, aun así.”

La expresión de Kaito inconscientemente se suavizó mientras imaginaba el rostro encantado de Hina. Elisabeth asintió suavemente, también.

Una vez que terminaron de seleccionar souvenirs, dividieron el resto del sándwich a la mitad y lo terminaron.

Kaito se inclinó hacia el mostrador sin personal en agradecimiento por la comunidad.

Elisabeth, quejándose una vez más sobre el sabor, tragó agua de un trago.

“Ugh, me siento mal. ¿Hmm? Espera un minuto. Si la espantosa comida no te espanta, ¿por qué no simplemente te hice comer lo que quedaba?”

“Vamos, eso habría sido cruel.

Kaito asintió con la cabeza. Lo justo fue justo.

Después de patearlo suavemente en la espalda, Elisabeth salió.

Mientras daba sus quejas usuales, Kaito la siguió.

***

 

 

Para cuando salieron de la tienda de hierbas, la noche se había profundizado, y la luna llena había cambiado su posición. Sin embargo, sus movimientos no eran lo suficientemente obvio para que Kaito dijera si era o no la misma luna del mundo del que había venido.

Además, incluso si se ve como la luna de mi mundo, hay una posibilidad de que sea algo completamente diferente.

Todo lo que sabía era que la luz de la luna era claramente más brillante de lo que había sido antes.

Bañada en su brillo plateado, Elisabeth murmuró.

“Demos un pequeño paseo.”

Caminaron en silencio. Después de dejar el Mage’s Row, regresaron al distrito residencial.

Kaito entonces la siguió un camino ligeramente inclinado que llevaba hacia las partes más altas de la ciudad. No tenía ni idea de a dónde iba ella. Sin embargo, sus alrededores poco a poco comenzaron a lucir familiares.

Espera, esto es…

Finalmente, llegaron a la colina donde La Mules se había suicidado.

Las lápidas estaban silenciosamente alineadas en la tenue luz. Sus fríos rostros de piedra estaban fingiendo ignorancia en cuanto a la tragedia que había ocurrido esa tarde. De hecho, se veían casi como si se hubieran olvidado que había cadáveres escondidos debajo de ellas mismas.

Después de dar grandes zancadas más allá de ellas, Elisabeth se sentó en un pedazo libre de prado.

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Sin vacilación, sacó sus pálidas piernas de debajo de su inmenso vestido y agarró sus rodillas. Kaito se arrodilló en una rodilla junto a ella.

Los dos se quedaron mirando fijamente a la ciudad.

Incluso en ese momento, en mitad de la noche, podían ver la negra montaña de carne retorciéndose.

Finalmente, Elisabeth habló.

“… ¿Satisfecho?”

“Sí, fue suficiente,” Kaito respondió del mismo modo a su pregunta directa.

Ella asintió en silencio.

Un suave viento rozó sus mejillas. Kaito olió algo herrumbroso y en descomposición en él.

Sin embargo, intencionadamente evitó mencionarlo.

El tiempo pasó tranquilamente.

Mirando hacia abajo a la maliciosa masa de carne, Elisabeth murmuró exasperada.

“…Así que, dada nuestra anormal situación, ¿cuál es tu verdadero objetivo aquí?”

“Logré mi meta. Pudimos seleccionar presentes para Hina.”

“Ha, ¿sólo querías conseguir regalos de la capital para tu novia? Qué hombre tan fiel eres.”

“Ahora solo tenemos que regresar juntos para que podamos dárselos.”

Elisabeth cerró su boca fuertemente. Desde su lado, Kaito examinó su rostro. Su expresión era dolorida, como si claramente declarara que ella comprendía lo que él quería decir. Aun así, él no vaciló.

“Ahora que has comprado souvenirs, tienes que regresar,”

Elisabeth todavía no dijo nada. Kaito estaba a punto de decir más.

Entonces Elisabeth soltó un ligero suspiro y relajó todo su cuerpo. Abriendo bien los brazos, cayó de espaldas. Finalmente, susurró sobre algo completamente sin relación con la apelación emocional de Kaito.

“Observa, Kaito.”

“¿Observar qué?”

“Mira cuán brillantes son las estrellas. Es como si todas las tragedias del mundo no fueran nada más ilusiones.”

Elisabeth habló con una voz muy distinta a la suya; una que sonaba casi como si estuviera soñando. No dijo nada más. Después de pasar un momento dando le vueltas al significado de su silencio, Kaito rompió el hielo de nuevo.

“Sabes, lo llamé una cita… Te concederé que el modo de expresarse fue extraño, pero no quería ir solo. Quería vagar por la capital contigo.”

“¿Por qué?”

“Quería ver qué harías.”

“¿En qué sentido?”

“Quería ver cómo pasarías el tiempo, sabiendo que la batalla de mañana podría ir de cualquier manera y que te esperaba esa muerte segura. Y elegí seleccionar souvenirs para Hina. ‘Unos que definitivamente la harían feliz,’ dijiste.”

La respuesta de Elisabeth se retrasó.

Esta vez, Kaito no miró su rostro. Mirando fijamente a la masa de carne distante, continuó.

“Alguien que estaba totalmente satisfecho con morir, que se había renunciado a la vida, no haría eso, ¿verdad? ¿Realmente no quieres ir a casa?”

“…Escucha, Kaito.”

Justo como había supuesto, no lo negó. Su voz sonó bajo, junto al crujido de ropa.

Elisabeth se había levantado y parecía estar agarrando sus rodillas una vez más.

“Mírame.”

Respondiendo a su llamado, Kaito se giró hacia ella como si le hubieran jalado su cabeza.

Entonces tragó saliva.

Bajando su rostro a sus rodillas, Elisabeth tenía una dulce sonrisa.

Era el tipo de sonrisa que uno dirigiría a un niño que estaba pidiendo algo irrazonable.

“No has asesinado a nadie más que a tus enemigos, ni a un solo inocente. No cargas ningún pecado. Y que el inocente sea castigado por su sola existencia es absurdo. Una vez que esta batalla termine, regresa al castillo. Entonces toma a Hina y huyan. Como eres ahora, deberías tener poder suficiente para poder evadir la captura.

Por un segundo, Kaito no estaba seguro de lo que acababa de decir.

Antes de que lo hubiera comprendido completamente, instintivamente abrió su boca para hablar.

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“¡¿De qué mierdas estás hablando?!”

“Sin embargo, no debes matar personas. Te prohíbo hacerles daño, también.”

De repente, la voz de Elisabeth se volvió mordaz. Su expresión, también, se transformó en la de un orgulloso guerrero. Le dio una orden severa como la Torture Princess.

“Esta es la orden final de tu maestra, la Torture Princess.”

“Elisabeth…”

“No sucumbas a las tentaciones de los demonios. Si crees que es probable que lo hagas, entonces termina tu vida tú mismo. Es algo pesado, dañar a los demás, ser despreciado por el mundo, y cargar pecados constantemente.”

Entre más avanzaba su oración, más suaves y más desorganizada se volvían sus palabras.

Cerró sus ojos, como en una oración. Cuando continuó, fue con una pequeña voz.

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“…Es una carga demasiado pesada para que la soportes.”

Su cabello crujió ligeramente cuando levantó su cabeza. Sus ojos todavía cerrados, miró fijamente arriba al cielo.

“Las estrellas son brillantes. Sin embargo, aquí abajo los gritos se elevan.”

“¿A qué te refieres con eso?”

“Es simplemente la manera de las cosas. El agradable tiempo que pasamos juntos hace un momento no cambia en nada lo que ha pasado antes o las cosas que pasarán después.”

“¿Por qué tiene qu—?”

“Obtuve gozo del dolor de las personas, placer de sus gritos. Tal fue la vida que escogí. Uno debe cuadrar sus cuentas para la cuenta que han subido. Si las acciones que he hecho fueran perdonadas, deformaría el mundo de la humanidad. Yo misma no puedo permitir eso.”

Abruptamente, Elisabeth abrió sus ojos. Kaito se encontró sin palabras.

Sus perfectos ojos carmesí como una joya no tenían miedo o vacilación. Eran tan tranquilos que rozaban la locura.

“La muerte de los torturadores debería ser decorada con sus propios gritos mientras bajan al infierno sin ninguna posibilidad de salvación. Sólo en tal momento la vida de un torturador está verdaderamente completa. Y en esta capital, un escenario apropiado ha sido preparado para ese final.”

“¿Un escenario…apropiado?”

Envuelto completamente por la belleza de sus ojos, Kaito le repitió sus palabras como un loro.

Elisabeth asintió con la cabeza profundamente. Girándose hacia la masa de carne, siguió hablando.

“Los Caballeros Reales pertenecen al rey y los paladines a la Iglesia. La Iglesia puede especializarse en pelear con demonios, pero también se les permiten armas bastante poderosas. Eso viene como resultado del hecho de que, en este mundo, el estatus de la Iglesia es más alto que el del rey.”

“…Ya…veo.”

“Siempre que un rey desea asumir el trono, el permiso de la Iglesia es necesario. Pero la Iglesia no es una organización completamente autónoma. Aunque la Iglesia históricamente ha tenido una fuerte autoridad en la manera en que los reyes han gobernado, sus decisiones también son influidas por los tiempos que el país está enfrentando. Dado el inestable estado en el que está en país, tomará incontables años para que las personas regresen a la capital y para que la industria y el comercio se recupere, incluso una vez los demonios sean erradicados.”

Kaito asintió con la cabeza. Ahora entendía una parte de la estructura de poder de este mundo, así como las dificultades esperando a su gente.

Elisabeth continuó, aún más sin emoción.

“Además, a este ritmo, se usará el telón de la guerra contra los demonios fuera de la vista de la gente. Se encontrarán incapaces de sacudir sus miedos, incapaces de purgar su ansiedad. La sociedad requiere un rito de pasaje.”

Un momento después, los ojos de Kaito se abrieron de par en par.

Hasta ahora, no había sido capaz de darse cuenta del punto de su historia, pero finalmente había hecho click. Se había dado cuenta de a qué se refería con un “escenario apropiado.”

“No quieres decir…”


“El método más efectivo con el cual unir a las personas es darles un enemigo común. La Torture Princess ha asesinado a demasiados. Quemarla en la hoguera debería resultar un símbolo adecuado.”

Elisabeth miró la masa de carne, como si mirara su propia muerte.

Una sonrisa de auto burla se extendió por sus encantadores labios.

“Los déspotas son asesinados, los tiranos son colgados, y los asesinos masacrados. Todo por el bien de la gente.”

El susurro de Elisabeth fue dulce, como si dijera que simplemente así eran las cosas.

Que así es como las cosas deberían ser.

Kaito apretó sus puños. Intentó gritarle, pero las palabras no salían.

Mientras cerraba sus ojos fuertemente, una idea que había tenido cruzó su mente de nuevo.

Algo está mal.

No sabía qué era, pero sabía que había algún detalle que estaba mal respecto a toda la situación. Se mordió su labio. Las palabras que le había escupido una vez a Godot Deus sonaron en sus oídos como petardos.

“Si ustedes hubieran sido más fuertes, la Torture Princess ni siquiera habría nacido, ¿no es así?”

“Si alguien preguntara si la Torture Princess era buena o mala, entonces obviamente la respuesta sería mala. Era una locura pedirles a los aliados de sus víctimas que vinieran y la salvaran. Si estuviera en el lado de sus víctimas, entonces estaría aclamando desde los tejados que trabajara hasta los huesos y luego la pusieran en la hoguera. Lo que significa que esto no tiene nada que ver con ustedes. Soy al que convocó, y todo esto es simplemente yo siendo egoísta, así que en realidad es mi problema.”

“Lo que estoy intentando decir es que esa persona que me salvó no fue Dios o un héroe. No fue la fe, y no fueron ustedes.”

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“Fue la Torture Princess—la mujer más malvada en el mundo.”

¿Por qué, por qué, por qué, por qué, por qué? ¿Por qué?

¿Por qué?

Entonces Kaito se dio cuenta de algo.

En lo profundo de su corazón, una versión joven de sí mismo estaba gritando. El joven no había derramado ni una sola lágrima, ni siquiera cuando fue pateado, y quemado, y golpeado, y le arrancaron los dientes. Pero estaba llorando a pleno pulmón.

Como diciendo que esto, si no hay otra opción, era imperdonable.


“Finalmente encontré un héroe,” gritó.

“¿Por qué me la quitan?” Gritó.

“Ella me salvó, “gritó.

“De una vida que estaba destinada a terminar en desesperación.”

“¡Ella me sacó de ese infierno!” Gritó.

Kaito abrió su boca, luego la cerró. Intentó decir algo.

Intentó hacer entrar en razón a su yo joven, para respetar los deseos de Elisabeth. Sin embargo, no le dio voz a ni una sola de las objeciones y argumentos lógicos que brotaron a su mente.

Finalmente, sólo agarró suavemente a su yo llorón de la mano.

Sí, lo sé. Lo sé.

En este mundo, Kaito Sena había encontrado en quien cree por primera vez. Había encontrado una familia por primera vez.

Finalmente había sido capaz de tomar su vida en sus propias manos.

¿Quién había sido quien le había dado todo eso? De los dos mundos en los que había vivido, ¿quién había sido la única persona que lo salvó?

Créeme, me siento de la misma manera.

En ese momento, una tranquila y firme resolución brotó dentro de él.

Una resolución por el bien de su héroe.

Kaito suavemente retiró sus dientes de su ahora ensangrentado labio.

La confusión y la ira que había sentido antes se había borrado completamente de su rostro. Elisabeth no había notado nada. Girándose hacia ella, comenzó a hablar, sus palabras eran tanto como para sí mismo como para ella.

“Sabes, tú fuiste la única que me ha salvado.”

“… ¿De qué estás hablando?”

“La persona que me salvó después de ser torturado y asesinado como un gusano no fue Dios o algún noble héroe. Todos ellos pueden comer mierda.”

La fe en Dios estaba muy arraigada en este mundo, y las palabras de Kaito eran increíblemente blasfemas.

Sin vacilación, continuó.”

“La única que me salvó de ese infierno fue la Torture Princess. Solo tú, Elisabeth Le Fanu.”

Los ojos de Elisabeth se ampliaron. Eso probablemente no era nada parecido a lo que había estado esperando escuchar. Era raro verla tan genuinamente asombrada. Parpadeó unas cuantas veces. Sin embargo, finalmente sacudió su cabeza, una fina sonrisa se extendió por su rostro.

“…Y aquí estaba yo, preguntándome qué tendrías que decir. ¿Eres un idiota? No te pongas todo grandioso conmigo. Eso fue un capricho, nada más que una coincidencia. Sentirse en deuda por tal cosa sería espeluznante.”

“Una coincidencia, un capricho, todo está bien para mí. Hey, Elisabeth. Te lo dije, ¿verdad? Que hasta que comenzaras a caminar camino al infierno, trataré de no abandonar tu lado por cuanto tiempo como pueda, incluso si soy el único.”

“Mm, eso hiciste. ¿Y qué con eso? Ese momento está sobre nosotros, eso es todo.”

“Aún no está aquí.”

Kaito habló decididamente. Elisabeth frunció el ceño ante su extrañamente convincente declaración. Mirando sus ojos carmesíes, Kaito habló con la sinceridad de un hombre dando sus votos matrimoniales.

“No voy a dejarte morir.”

El rostro de Elisabeth se congeló. Parecía que estaba a punto de decir algo, pero Kaito la ignoró y se levantó. Impuso la bolsa llevando los souvenirs de Hina sobre Elisabeth.

Luego corrió por la colina a toda velocidad.

“¡Hey, Kaito, espera! ¡¿Solo qué pretendes hacer?!”

Elisabeth gritó tras él. Pero no les puso atención a sus palabras y siguió corriendo.

Tenía un solo destino en mente.

La plaza donde el Monarca estaba preso.

***

 

 

Cuando Kaito llegó a la plaza, se encontró una vez más soportando las miradas de los paladines manteniendo el perímetro.

Comenzó a observar cuidadosamente la barrera de los sacerdotes. Mirándola fijamente, midió su fuerza. Luego, una vez estuvo satisfecho, pidió que le dejaran entrar. Recibió una mirada de odio, pero fue capaz de entrar exitosamente.

Una vez estuvo dentro, se dirigió a la sección de la plaza que había sido separada para ocultarla de los ojos de la gente.

El Monarca estaba sentado dentro de una jaula espinosa que Kaito había creado con magia. Un grupo de paladines estaba haciendo guardia sobre ella y dirigiendo miradas incómodas y llenas de odio al cuerpo derretido del Monarca.

Antes de que pudieran gritarle para que se detuviera, Kaito chasqueó sus dedos.

Cuando lo hizo, una espiral de oscuridad apareció sobre la jaula, y músculos elásticos y brillante pelaje comenzaron a entretejerse. El espantoso perro negro al que Kaito había encargado en secreto de vigilar al Monarca hizo su aparición.

Acostándose lentamente sobre su vientre, el Káiser movía su cola de un lado al otro.

“Llegas tarde, Oh indigno amo mío.”

“Sí, acabo de regresar.”

Sorprendidos por la repentina aparición del Kaiser, los paladines soltaron angustiados gritos.

Ignorándolos, Kaito le habló a su bestia.

“Parece que voy a tener que hacerlo después de todo, Káiser. Vamos.”

“Qué hombre tan egocéntrico eres, y qué tonto tan descomunal. Pero me diviertes. No tengo ninguna objeción. Pero obtén el permiso de los ratones primero. No me gusta su estridente chillido. El escándalo que hacen es desagradable.”

Con eso, el Káiser resopló. Kaito asintió con la cabeza, luego se dio la vuelta. Como había esperado, Izabella había sido informada de la manifestación del Káiser y entró a la cortina.

“¡Kaito Sena! Incluso si sólo lo estás usando como guardia, necesitas permiso antes de—”

“¡Izabella, hay algo que necesito!”

Adelantándose a ella, Kaito ágilmente interceptó su reprimenda. Frente a una petición, Izabella educadamente dejó de hablar. Sin perder su oportunidad, Kaito habló rápidamente.

“Sella la cortina y lanza un hechizo de silencio en ella. Y necesito que te asegures de que Elisabeth no se acerque al lugar.”

“¿Qué es esto de repente? ¿Qué en el mundo tienes intención de hacer?”

“Al final del día mi poder es solo un recurso temporal. Así que antes de que peleemos con el Rey el Gran Monarca, quiero acumular tanto maná como sea posible. Pero debido a la cantidad de maná involucrado, hay una buena posibilidad de que Elisabeth intentará detenerme. Por favor.”

“No puedo de buena fe darte permiso para hacer algo que tu ama prohibiría.”

“Eso es solo una excusa, sin embargo, ¿verdad? ¿Qué razón tienes para dudar de mí? Recibiste un reporte de los familiares que habían observado mi pelea contra el Gran Rey, ¿no es así? Si estuviera planeando huir y abandonar a la humanidad, lo habría hecho en ese entonces. Deberías saber ya que lastimo mi propio cuerpo para usar la magia con la que salvé a Elisabeth.”

“Eso es—”

“La magia negra requiere dolor. Esto es necesario para mí. Si no confías en mí, puedes ponerme tantos guardias como quieras. Y si hago algo sospechoso, siéntete libre de detenerme.”

“Kaito, aun así—”

“La Mules está muerta. Si la Torture Princess mete la pata, ¿quién crees que es el siguiente en la línea de combate?”

Para las personas afiliadas con la Iglesia, la herida de que su arma definitiva, la Shepherd, cometiera suicidio todavía era fresca y cruda. Kaito no dudó en dar cuchilladas en ella. También excavó en la consciencia de Izabella a propósito.

“¿Quién demonios crees que va a terminar siendo sacrificado por el bien de todos los herejes y personas que lo llaman un monstruo?”

“… ¿Y estás diciendo que esto es en verdad necesario para que pelees contra los demonios?”

“Sí. Prometo que te estoy diciendo la verdad.”

“Entiendo… Aunque personalmente seré uno de tus guardianes, tienes mi permiso. Sin embargo, Godot Deus tiene la última palabra en—”

“Permiso concedido. Haz lo que desees.”

De repente, una tranquila y profunda voz resonó. Izabella se dio la vuelta.

Kaito confiadamente miró fijamente al propietario de la voz.

Un sacerdote cuyo rostro estaba oculto por una oscura sotana carmesí estaba llevando con reverencia una joya. Un fantasma de Godot Deus flotaba sobre ella. Entrecerrando sus ojos como si intentara sacar algo, habló.

“Sirviente, puedo más o menos adivinar cuál es tu objetivo. Sin embargo, seguramente hay beneficios en lo que respecto nuestra batalla actual contra el demonio. Tienes mi permiso.”

“Muchas gracias. Esto va a ser bueno para ustedes, también.”

“Me pregunto sobre eso… Sin embargo…ah, sí. Hay una cosa que mejor te digo.”

“¿Qué es eso?”

“Bajo circunstancias normales, la Iglesia no permite replicar almas.”

Kaito frunció el ceño, confundido por la previsible declaración. Incapaz de descifrar el verdadero significado de las palabras de Godot Deus, instó a Godot Deus.

“… ¿Entonces?”

“Una vez este asunto esté resuelto, todas las reproducciones del alma de Godot Deus, yo mismo incluido, están programadas para ser destruidas.”

Kaito se sorprendió. La piedra en su bolsillo manteniendo el alma de Vlad se sacudió, como si Vlad encontrara este tema de gran interés. Kaito revisó las piezas de información que conocía.

Las almas reproducidas no son nada más que versiones degradadas de la persona de cuando estaba con vida. Aun así, sin embargo, tienen voluntades propias.

Destruir una piedra con la copia del alma de alguien dentro era prácticamente lo mismo que ejecutar a una persona.

La manera en que Godot Deus había muerto—cometiendo suicidio para que no fuera de utilidad al demonio—fue suficiente para dejar que Kaito entendiera la resolución que los miembros de la Iglesia tenían. Una vez más, Godot Deus estaba marchando hacia su propia muerte.

Al mismo tiempo, Kaito pensó en por qué Godot Deus le había dicho eso.

Godot Deus se preocupa por la gente y confía en Dios desde el fondo de su corazón. Pero tiene un lado egoísta, también.

Eso ayudó a Kaito a darse cuando de que la resolución que la Iglesia poseía los sacrificios que estaban haciendo posiblemente no podrían haber sido su único objetivo.

Espera, ¿podrías ser…?

Kaito miró fijamente a Godot Deus, intentando averiguar qué estaba pensando. Sin embargo, se veía claramente que no tenía intención de decir nada más. Finalmente, Kaito suprimió su conjetura y habló.

“Lo siento. Sé que no somos los únicos que están siendo sacrificados.”

“No tienes nada por lo que disculparte, sirviente. Sin embargo, deseo presenciarlo, Aunque puede que sea por el bien de luchar con los demonios, deseo presenciar qué es lo que pretendes ocultar de la mirada de Elisabeth con el fin de hacerlo.”

“Sí, ve a por ello. Mira hasta que tu corazón esté contento.”

Con eso, Kaito asintió con la cabeza. Después de comprobar para asegurarse de que los paladines vigilando lo estaban en su lugar, se giró hacia la jaula del Monarca. El hombre colgante estaba colgando su cabeza desde lo alto del piso de metal de la jaula.

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Chasqueando sus dedos, Kaito susurró.

“—La (rend*).”

[Nt: Rend: Arrancar, desgarrar.]

Al momento siguiente, sangre brotó del propio brazo de Kaito. Comenzó a cortar su cuerpo con pétalos de flor cerúleos.

Viendo su repentina y osada automutilación, algunos de los paladines soltaron gritos.

Ignorándolos, los dedos de Kaito bailaron mientras manipulaba su sangre. Usó las manchas derramadas de carmesí para pintar una fórmula mágica a sus pies y en el suelo de la jaula del Monarca.

Interpretando su significado, Izabella gritó con voz tensa.

“¡¿Estás loco?!”

Era la segunda vez de Kaito dibujándolo, pero cualquier conocedor de la magia sería capaz de decir cuán repulsivo era.

Este era un procedimiento para convertir el dolor de otro en el de uno.

Sus ojos llenos de compasión y compostura seca, Kaito susurró.

“Voy a torturarte ahora. No será mucha ayuda, pero hay algo para tranquilizar tu mente.”

Levantó su brazo por encima de la cabeza.

Las comisuras de su boca curvándose desagradablemente, el Káiser sonrió. El Monarca lentamente giró su cabeza derretida al costado.

Balanceando hacia abajo su brazo como un director de orquesta, Kaito hizo su declaración.

“Esto va a dolerme igual de fuerte.”

El torso del Monarca se desgarró.

Y al mismo tiempo, el pecho de Kaito se rasgó.

¡AAAAAAAAAAAAAAAAARGH!

Bloqueado por la magia de silencio, su espeluznante voz se desvaneció antes de que pudiera atravesar la cortina. Sin embargo, entró violentamente a los oídos de los paladines dentro. Sus rostros se contorsionaron al unísono.

Kaito delicadamente cortó el cuerpo del Monarca. Cortó sus brazos, arrancó sus ojos, y sacó sus intestinos. Pero debido a que se fusionó con un demonio, el Monarca transformado no murió.

Además, la fórmula mágica estaba regenerando su cuerpo.

¡AHHHHHHHHHHHH! ¡AHHHHHHHH! ¡AHHHHHHHHHHHH!

Mientras gritaba, el Monarca sacudía su jaula como un demente.

Kaito ignoró sus súplicas sin palabras. Agitó su mano sin pausa.

Los órganos del Monarca bailaron por el aire, sus mejillas fueron arrancadas, y sus piernas se rompieron en cuatro.

Mientras la tortura del Monarca continuaba, justo como Kaito había prometido, él mismo experimentó el mismo dolor. De vez en cuando, el dolor hacía que Kaito muriera de shock. Cuando lo hacía, se reviviría a sí mismo, satisfecho con sus resultados.

Hombre, esto realmente es más eficiente que simplemente herirme a mí mismo, ¿no

es así?

Mientras estaba muriendo y reviviendo, la magia que había disparado carcomía al Monarca. Era una manera mucho más eficiente de reunir dolor que simplemente atormentar su propio cuerpo frágil. A medida que Kaito y el Káiser sufrían más y más dolor, la cantidad de maná a su disposición paulatinamente aumentaba.

Mientras observaban el horrible espectáculo que se desarrollaba delante de ellos, uno de los paladines murmuró:

“…Esto es una locura.”

Cuando las escuchó, Kaito eligió permanecer en silencio.

No tenía palabras con las que refutarlas. Era bien consciente de cuán loco era.

Su resolución y determinación firme, Kaito continuó la tortura. La visión de un chico que había muerto por su bien, Neue, le envió una mirada inquisitiva por enésima vez. Pero Kaito no se giró para regresarle su mirada. Solo un poco más, y alcanzaría la cantidad de maná que había determinado era necesaria.

Solo un poco más, solo un poco más…”

Luchando para verter agua carmesí en su taza, Kaito desesperadamente luchó para hacer que se desbordara.

Finalmente, la mañana llegó.

Cuando salió, Kaito le cortó la cabeza al Monarca.

El demonio, que había elegido una vida de devorar personas y al final se le concedió un dolor agudo, finalmente fue liberado. Se desplomó sobre el suelo de piedra. Sangre goteaba de su deplorablemente convulsionado cuerpo.

Varias veces más sangre se extendió por la jaula.

Los paladines estaban en silencio. O el miedo o el asco les había robado sus voces.

En medio del aplastante silencio, Kaito murmuró en voz baja.

“Buen trabajo, Monarca.”

Con una mano ensangrentada, se cepilló su flequillo hacia atrás.

Sangre coagulada pegada a sus mejillas.

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Incluso embestido por un imaginable dolor, no había gritado ni una sola vez. Su rostro manchado de sangre, sonrió.

“Ahora bien, sobre el Rey y el Gran Monarca.”

Isekai Goumon Hime Volumen 3 Capitulo 4 Parte 2 Novela Ligera

 

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