Isekai Goumon Hime (NL)

Volumen 3

Capitulo 3: El Arma De La Iglesia

 

 

El cielo sobre la capital a la mañana siguiente era fresco y refrescante.

Su azul claro fue resaltado por las blancas nubes flotantes.

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El clima parece algo erróneo cuando piensas sobre cuán terribles son las cosas pasando aquí abajo.

Esa fue la reacción de Kaito.

Mientras caminaba hacia delante, miró alrededor y observó a las tropas marchando alrededor de él.

La armadura plateada de los paladines estaba brillando de manera resplandeciente a la luz del sol. La bandera que izaban, la cual tenía la imagen de un escudo de armas de lirio y a la Santa sufriendo, se ondeaba en el cielo azul cada vez que el viento soplaba. Su esplendor parecía bastante inapropiado, dado el aroma a sangre que el viento también llevaba.

Entonces Kaito reconfirmó la situación actual.





Muchos de los caballeros habían sido dispersados por la capital, actuando como escoltas al refugio de evacuación, pero ahora estaban todos marchando como uno. Además de los que se encargan del perímetro y aquellos a cargo de mantener la barrera, cada uno de ellos estaba actualmente avanzando hacia el lugar designado.

En verdad era una guerra sin cuartel.

Kaito y Elisabeth estaban viajando en la compañía encabezada por Izabella y Godot Deus.

De vez en cuando, Kaito chasqueaba sus dedos para masacrar a los subordinados acercándose con su espada. Confiando en su juicio, Izabella y los paladines dedicaron toda su energía a revisar entre los edificios para prevenir ataques sorpresa. Dejando a los demás actuar como sus vanguardistas, Elisabeth simplemente conservó su poder.

Finalmente, Kaito y los otros llegaron a su destino: una colina.

Un cementerio se extendía detrás de la colina, pero desde lo alto, Kaito podía mirar hacia abajo y ver todo el paisaje de la ciudad iluminado por la luz del sol.

Grupos de caballeros y paladines de otros campos de refugiados se suponían estaban a la espera después de haber rodeado la masa de carne en que el Rey, el Gran Monarca, y el Monarca se habían convertido. Sin embargo, desde esta distancia, era imposible confirmar o negar su presencia.

Como si en su lugar, lo que Kaito podía ver era un espectáculo bastante extraño.

“… ¿Qué pasa con eso?”

El área alrededor de la masa se manchó de gris por varias millas en cada dirección.

Los edificios dentro del radio de invasión se desgastaron como papel viejo, y algunos de ellos se habían transformado en formas y materiales que desafiaban las leyes de la física— algunos cristalinos y vidriosos, otros espumosos y granulares.

El mundo gris estaba en silencio. Color, tiempo, y forma habían sido robados de él. La misma naturaleza del espacio se movió una vez pasado cierto umbral, como si hubiera sido cortado con un cuchillo.

Kaito finalmente se dio cuenta de por qué la masa se había dejado de expandir. Simplemente estaba consumiendo sus alrededores de una manera diferente en lugar de corroerlos físicamente.

Está destruyendo el mundo.

O por instinto o debido a su contrato con un demonio, esa fue la conclusión a la que llegó Kaito.

El Káiser susurró bajo en su oído.

“Contempla. Los demonios son aquellos que destruyen las creaciones de Dios. Esto es lo que pasa cuando nos desencadenan de los egos de nuestros contratistas y se nos permite ejercer nuestro verdadero y desenfrenado poder. Ahora bien, la Iglesia. Aunque se coronen a sí mismos con el nombre de Dios, al final no son más que simples humanos. Veamos cuál es su juego—esto seguro será un espectáculo muy cómico.”

Geh-heh-heh-heh-heh-heh, fu-heh-heh-heh-heh-heh, geh-heh-hehheh-heh-heh.

El Káiser se rio en una voz que casi sonó humana. Parecía que tenía la intención de divertirse aquí.

No respondiendo le, Kaito observó la escena delante de él una segunda vez.

Un camino se extendía desde la colina, llevando a lo que originalmente había sido el castillo real. Sin embargo, el espléndido castillo, el cual aparentemente había sido aclamado como parecido a una rosa de marfil, actualmente no se veía en ninguna parte. No era su jardín o las innumerables casas de vacaciones pertenecientes a prominentes aristócratas. Todas habían sido consumidas por la masa.

Cuando la masa de carne explotó por primera vez de un almacén en el distrito mercantil, se había extendido hacia el sector más importante de la capital como si hubiera estado apuntando a él.

A pesar de eso, la mayoría de las personas importantes lograron salir, incluyendo al rey.

Eso había sido gracias a Godot Deus, que había estado asistiendo a una reunión de defensa en la capital después de enterarse de la batalla entre el Gran Rey y la Torture Princess. Él sin ayuda de nadie había conseguido suficiente tiempo para evacuar.

Y una vez que había confirmado que todos habían logrado salir, cometió suicidio justo antes de que la masa se lo tragara para evitar otorgarle al demonio una oportunidad de hacer uso de su poder.

Como resultado, la Iglesia había perdido a uno de sus sacerdotes principales, una de las pocas personas que podrían haberse opuesto a los tres demonios fusionados.

Habiendo perdido su fuerza esencial, los paladines estaban esperando conteniendo el aliento a la llegada de cierto individuo.

La Shepherd, La Mules.

¿Qué tipo de persona podría ser?

Ella—de acuerdo a Elisabeth, era una mujer*—era un sumo sacerdote que poseía la autoridad para convocar bestias míticas y espíritus de primera clase. Los paladines, Izabella incluida, parecían tener mucha fe en ella. Sin embargo, su tardanza plantó una semilla de duda en la mente de Kaito.

[Nt: So, una mujer, dejaré en inglés de todas maneras uwu.]

El cuartel general de la Iglesia debería tener un círculo de teletransportación permanente instalado. Si ese es el caso, ¿entonces por qué llega tan tarde?

Dado el actual estado de emergencia, había incluso menos razón para ser tacaño en despachar a sus sumo sacerdotes.

Mirando fijamente la masa de carne, Kaito cruzó sus brazos. Sintiendo su irritación, Godot Deus le habló para calmarlo.

“Sé paciente, sirviente de Elisabeth. Entenderás una vez la veas.”

“¿Cuándo la vea?”

¿No cuando la conozca?

Mientras Kaito se preguntaba sobre eso, una voz sonó.

“La Mules ha llegado.”

Un estridente y traqueteante ruido sonó junto al reporte del mensajero. Una mujer apareció, montando una silla de madera con ruedas. Kaito por reflejó tragó saliva.

En el momento en que la vio, sus dudas en efecto se habían desvanecido.

La Mules parecía ser más un qué que un quién.

Vendas blancas como la nieve corrían desde su rostro a sus pies, atándola implacablemente a la silla. Debido a la manera en que estaba atada al respaldo y los brazos de la silla, parecía casi como si se hubiera vuelto uno con ella. Era imposible siquiera poder descifrar su constitución. Dado eso, era casi asombroso cuán claramente sus grandes ojos eran visibles desde el interior de los huecos en sus ataduras. Una luz extrañamente inocente ardía dentro de ellos.

Se veía como una pieza de equipo o quizás un monstruo infantil.

Fuera lo que fuera, ciertamente no parecía humana.

“Ha pasado un tiempo, La Mules. El hecho de que sigas con buena salud en verdad debe ser gracias a la gracia de Dios.”

La Mules no respondió al saludo de Godot Deus. En su lugar, rechinó sus dientes ante su chirriante bozal de metal. Gotas de saliva goteaban a través de los espacios entre sus ataduras sobre el suelo.

Los paladines se arrodillaron al unísono. Kaito se tambaleó hacia atrás en repugnancia.

Elisabeth susurró en su oído.

“La Mules es un sumo sacerdote y también ha sido canonizada* mientras estaba con vida. Sin embargo, no puede moverse por voluntad propia y no posee voluntad propia.”

[Nt: Declarada una santa.]

“¿No tiene voluntad? ¿Qué siquiera significa eso?”

“Aunque sus rangos están por debajo del suyo, bestias míticas y espíritus de primera clase son similares en naturaleza a Dios, y convocarlos significa arrastrarlos desde un plano de existencia más alto. Para hacer eso, uno debe tener una fuerte conexión con Dios. Sin embargo, aparte de la Santa Sufriente, nadie puede mantener ese poder dentro de sí mismo por mucho tiempo y todavía mantener su cordura.”

Isekai Goumon Hime Volumen 3 Capitulo 3 Novela Ligera

 

Cuando escuchó esa devastadora verdad, el rostro de Kaito se puso rígido. Mirando de nuevo a La Mules, su mente corrió en asombro.

Así que espera, por lo que a los humanos respecta, ¿no significa eso que Dios y los demonios son ambos igual de fundamentalmente peligrosos?

Habiendo adivinado su tren de pensamiento, Elisabeth se rio en voz baja.

“¿Te tomó tanto tiempo darte cuenta, tonto? Dios y el Diablo, ambos no hacen nada más que crear el mundo y destruirlo. El hombre no está destinado a conseguir su calaña*.”

[Nt: Se refiere a su naturaleza o condición, en este caso se refiere a su poder.]

Mientras los dos estaban teniendo su conversación secreta, los preparativos de La Mules estaban avanzando.

Los paladines la habían girado hacia la masa de carne, silla y todo. También habían inclinado el respaldo de la silla para ajustar su “ángulo.” Una vez que habían terminado de fijar sus ruedas en el suelo con clavos, todos huyeron de su lado.

Dejados atrás, Kaito no sabía qué hacer. Entonces las instrucciones de Izabella cortaron por el aire.

“Ustedes dos deberían regresar también. Es demasiado peligro ahí.”

“Ok, entendido.”

Dejando a La Mules sola en la cima de la colina, los paladines se acostaron en el suelo junto a las lápidas en su ladera. Kaito y Elisabeth siguieron su ejemplo. Después de asegurarse de que todos habían evacuado, un joven llevando una sotana rojo oscura que parecía ser el asistente de La Mules con reverencia se acercó a ella. Sus manos temblaban mientras removía su bozal, luego se alejó arrastrándose sobre su estómago, tan aterrorizado como si ella fuera alguna especie de bestia carnívora.

Por un momento, La Mules no hizo nada. Sin embargo, luego abrió poco a poco su boca, como si bostezara. Saliva goteó de entre sus uniformes dientes blancos con aspecto herbívoro.

Toda la escena impregnada de locura, y Elisabeth murmuró mientras la observaba.

“La Mules nació con muchos estigmas dentro de ella, y puede usarlas como círculos de invocación. Pero activarla requiere las firmas no sólo de todos los sumos sacerdotes sino de aquellos de la realeza y titulados con nobleza también. Esa fue la razón de su retrasada llegada.”

“‘Activar’… Esa difícilmente es una manera de describir a una persona.”

“Mm, para nada. Es un sumo sacerdote que posee la autoridad para convocar bestias míticas y espíritus de primera clase sólo de nombre.”

Ante sus mismos ojos, la mandíbula de La Mules se estaba estirando más allá del punto para el que fueron diseñadas las mandíbulas. Sin embargo, abrió su boca aún más. Poco a poco, las puntas de sus labios comenzaron a desgarrarse. Inclusos las ataduras atando su rostro se desgarraron con audibles ruidos gimientes.

Luego se unieron en un diferente sonido pegajoso.

“… ¿Qu—?”

Los ojos de Kaito se abrieron de par en par. Una mancha tenuemente brillante había salido de la boca de La Mules. Su cabeza era una docena de veces más grande que su rostro, y estaba cubierta de mucosa como un animal recién nacido.

Era una escena grotesca, una en total desafío de las leyes que rigen las leyes de conservación de masa.

“En verdad, ella es la más grande arma que la Iglesia posee,” Elisabeth continuó en voz baja.

Entonces Kaito se dio cuenta de algo. La mancha estaba hecha de plumas empapadas.

Un pájaro gigantesco estaba intentando salir de entre sus delgados labios.

De repente, como si hubiera sido empujado desde adentro, el pájaro salió disparado. Se liberó de un tirón.

Kaito intentó asimilar su completa y espantosa forma. Sin embargo, antes de que pudiera, emitió un corto sonido de silbido y desapareció.

La luz se disparó hacia delante de La Mules, y un impresionante viento estalló en un círculo. El respaldo de la silla se torció hacia afuera. Mientras lo hacía, todos los edificios en el lado del camino llevando desde La Mules a la masa de carne volaron en el aire como muñecas de trapo.

Acompañado por una onda sísmica, algo había ido rápidamente volando hacia la masa de carne.

“Ella es más poco más que un cañón viviente.”

Mientras Elisabeth hablaba, algo—lo más probable el pájaro que había salido de la boca de La Mules—golpeó la masa de carne. El humo azabache se disparó. Los rostros de las víctimas capturadas de la masa gritaron en sucesión. Incluso los paladines temblaron, su armadura repiqueteo, mientras voces terriblemente tristes llegaban a sus oídos.

Kaito forzó sus ojos, intentando ver a la masa detrás de la masa ocultándola.

Había un profundo y quemado agujero que le atravesaba. ¿Qué en la tierra había pasado?

Kaito pensó en los eventos que habían ocurrido en los últimos segundos para intentar ponerlos en orden.

El pájaro que La Mules hizo probablemente voló a ella a toda velocidad, se estrelló con su objetivo, luego se desvaneció.

Entonces otro extraño ruido de plaf sonó. Una segunda mancha asomó su cabeza por la boca de La Mules.

Aguantando la respiración, Kaito la vigiló. Intento con máxima compostura descifrar qué estaba pasando.

Justo como Izabella dijo, es obvio cuán efectivas estas bestias convocadas son.

Otro pájaro nació de la boca de La Mules. La luz resonó con un breve sonido de estallido.

La superficie de la masa estalló y se dispersó. El segundo bombardeo se había realizado con éxito. Sin embargo, Kaito cerró sus puños.

…Está yendo bien, ¿entonces por qué?

Una oscura sensación de inquietud estaba llenando su pecho, una que no podía reprimir.

Pasó mientras La Mules estaba escupiendo al tercer pájaro.

“Ya vienen,” Elisabeth murmuró en voz baja.

Prácticamente al mismo tiempo que habló, una sombra negra salió de la base de la masa. Incontables puntos negros aparecieron en lo alto, también. Los dos grupos casi parecían ejércitos de hormigas y moscas. Sin embargo, sus formas eran lo suficientemente siniestras para dejar en vergüenza a los bichos.

La masa de carne estaba soltando subordinados.

El maligno ejército marchó por el espacio gris, viajando hacia La Mules—tanto la cañonera como el cañón—con feroz intensidad. Mientras se acercaba a una tumba, Kaito se preparó para la batalla.


Entonces Godot Deus emitió una orden.

“Mantengan sus posiciones.”

Con una caída, La Mules movió su barbilla en un ángulo extraño. Su línea de fuego se movió.

El tercer bombardeo se disparó. Las llamas blancas estallaron, arrancando el pie de la masa. La banda de subalternos venideros pereció en el fuego.

Golpeados por la onda de choque, los subordinados con forma de pájaro violentamente se estrellaron contra el suelo. Huesos y vísceras salieron de sus cuerpos mientras florecían en lamentables pétalos carmesí en el camino.

Viendo el abrumador poder de La Mules, los paladines levantaron sus voces asombrados.

Por un momento, incluso Kaito sintió como si la victoria estuviera por llegar.

De repente, la superficie de la masa tembló y un trozo se desprendió.

“… ¿Huh?”

Kaito entrecerró sus ojos confundido. Era un trozo de carne cruda, pero su forma era como la de una masa cortada por un niño con un cortapastas rudimentario.

Agitándose en el viento, la delgada figuro flotó por el aire. Tenía la forma de un humano deformado. Ágilmente evadió el ataque próximo de La Mules. Fue golpeado por su onda de choque, sin embargo, y la figura flotó aún más alto en el aire. Sin embargo, no parecía que había sufrido algún daño. Mirándola, Elisabeth frunció el ceño y cruzó sus brazos.

“Hmm, originalmente era bastante diferente, pero recuerdo esa forma. Carne en forma de hombre… Ya veo. El Monarca se ha separado.”

“¿Separado?”

“Probablemente querían evitar ser objetivos todos a la vez. Bastante inteligente para una masa de carne. El fruto de su instinto de supervivencia, apostaría.”

Elisabeth asintió con la cabeza. Siguiendo la figura, La Mules giró su cuello con movimientos alarmantemente tranquilos. Sin embargo, los movimientos de su oponente fueron demasiado rápidos, y nunca fue capaz de establecerse en un ángulo de fuego.

Es como una batería* inalterable.

[Nt: También podría ser “tropa”.]

La Mules era inadecuada para una batalla contra un oponente constantemente en movimiento.

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De repente, la figura se encontró asaltada por flechas rojas. Los paladines habían estado en espera por toda la ciudad, y parecía que habían lanzado un ataque mágico. Sin embargo, la figura fue a la deriva perezosamente y pasó directamente sobre ellos. No estaba claro qué les había hecho, pero sus ataques se detuvieron abruptamente. Toda la escena parecía un poco ridícula, lo que la hacía más ominosa.


Kaito sintió un escalofrío correr por su columna. Sacudiendo su cabeza, Elisabeth habló.

“La tarea está más allá de ellos. Lo cazaré.”

Godot Deus asintió con la cabeza. Usando dispositivos de comunicación, los sacerdotes asistiéndole contactaron a lo que probablemente era otra unidad y les dijeron que no dispararan. Todo el tiempo, la extraña figura estaba creciendo en tamaño.

Frunciendo el ceño con inquietud, Kaito finalmente se dio cuenta.

¡No, no es eso! ¡No se está haciendo más grande! ¡Se está acercando!


Al mismo tiempo, Godot Deus gritó con una voz tensa.

“¡Protejan a La Mules!”

Los paladines se movieron en unísono. Mientras La Mules prepara su siguiente disparo, los guerreros santos trabajaron juntos para formar un perímetro alrededor de ella. Unos cuantos sacerdotes tomaron posiciones alrededor de ellos.

Al momento siguiente, un profundo ruido sonó, y la enorme figura humanoide pasó sobre las cabezas de Kaito y el resto.

Los rostros de varias víctimas flotaban sobre la superficie de su estómago plano.

Mirándolos, Kaito se estremeció con asco.

Se había encontrado con los ojos de cada uno de ellos.

Y todos se estaban riendo.

¡…!

En un impulso, Kaito corrió.

“Oh-ho, no es mala decisión.”

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Mientras el cumplido sarcástico del Káiser hacía eco en sus oídos, Kaito corrió hacia los puntos de apoyo que inconsciente había creado de la oscuridad y pétalos cerúleos. Estiró el brazo, intentando agarrar una altura que habría sido imposible de alcanzar para un humano normal.

Con su brazo bestial, cortó los rostros alineados en lo alto. Aplastó varios de ellos, y la sangre salió en oleadas.

Al mismo tiempo, todos los rostros intactos abrieron sus bocas.

Una baba roja sangre diluvio sobre los paladines.

“¡Ah, ah, ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!”

Gritos espeluznantes sonaron. En cualquier sitio que la saliva los tocó, las gotas derritieron la armadura de los paladines. Un horrible hedor flotó en el aire. Después de comer a través de armadura, piel, y hueso, el fluido incluso perforó agujeros en el suelo.

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Kaito mordió su labio horrorizado. Sin embargo, rápidamente apartó su rostro de las víctimas que estaban más allá de la salvación y observó el alcance de los daños.

La Mules estaba ilesa, ya que los sacerdotes rodeándola habían levantado una barrera para protegerla. Además de eso, habían usado su maná para fortalecer y consagrar los escudos de los paladines, y los paladines formaron un impecable muro alrededor de ella.

La figura pasó zumbando más allá de la cima de la colina, sus movimientos como los de una ballena saliendo a la superficie. Luego dio una vuelta y regresó, corriendo una vez más hacia La Mules y su guardia.

Mientras lo hacía, el sonido de un taconazo sonó.

Una radiante mujer estaba en lo alto de la colina, mirando la figura.

“Ha pasado tiempo. Veo que has tomado una forma tan horrible, Monarca.”

Su lustroso cabello negro ondeándose en el viento, la Torture Princess se puso en guardia contra su presa demoniaca.

Habiendo la notado, los rostros de las víctimas en el estómago de la figura abrieron bien los ojos. Como si actuaran como conductos para las emociones del Monarca, se lanzaron de lleno en un inquieto y lleno de odio alarido.

“Elisabe…be-be-be-be-be-be… ¡ElisabeeeeeeeeeeeeeeeeEEEEEEEETH!”

Había voces de hombres, voces de mujeres, voces de ancianos, voces de niños, y voces bestiales.

Los gritos de las víctimas estaban resonando.

“Qué miserables son ustedes. Qué feos e impotentes. Esperen un poco más. Me llevará poco borrar sus deplorables vidas.”

Disfrutando sus gritos como si fueran aplausos, Elisabeth desenvainó al Executioner’s Sword of Frankenthal. Pétalos de flor carmesí se dispersaron mientras la blandía antes de detenerla de forma controlada. Apuntó su Elisabeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeth afilada punta al Monarca.

“Splendid Executioner: ¡The Boondock Saints*!”

[Nt: No reconozco el dispositivo, aparte es el nombre de una película. Y Boondock es una expresión que se refiere a una ciudad remota o atrasada según alguien de ciudad, también puede referirse a una montaña.]

Oscuridad y pétalos de flor carmesí se arremolinaron sobre los edificios de la capital, luego lanzaron algo hacia el suelo. El metal brilló mientras descendía con un estruendoso rugido. Bultos de varias formas y tamaños se amontonaron por cientos.

Cada uno de esos bultos era una cuchilla.

Cuchillos de trinchar, cizallas, navajas, y lanzas todas se apilaron en un patrón significativo.

Una por una, las variadas cuchillas se entrecruzaron con un artístico sentido del equilibrio.

Con el tiempo, el gigante hecho de cuchillas estaba completo.

Su torso estaba conformado por cada tipo de objeto de cuchilla imaginable. Su brazo derecho, sin embargo, estaba decorado con un hacha de verdugo, y su brazo izquierdo presumía una espada diseñada para decapitaciones.

El gigante de cuchilla se levantó con movimientos sorprendentemente delicados, luego balanceo su hacha de verdugo. Como un pedazo de carne en una carnicería, la figura humanoide fue atravesada limpiamente en dos desde arriba hacia abajo. A pesar de eso, sin embargo, cada una de sus mitades intentó huir.

Al momento siguiente, había sido cortado en cuartos.

El gigante se había movido más rápido de lo que podía ver el ojo, atrapando ambas mitades con su espada de decapitar y cortándolas horizontalmente.

La figura no tuvo ninguna oportunidad de escapar, y su carne fue cortada en pedazos. Perdiendo su fuerza, los pequeños trozos cayeron al suelo pavimentado. Sin un retraso de un momento, el gigante los aplastó bajo los pies.

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Mientras observaba la paliza unilateral, Kaito de repente se dio cuenta de algo.

The Boondock Saints y La Guillotine no son dispositivos de tortura, son herramientas de verdugo.

Cada vez que las cuchillas se proyectaban, los gritos de las víctimas de la figura se hacían más silenciosos. Cada golpe cortó a través de cada rostro en su camino, así que la cantidad total de dolor que el gigante estaba repartiendo no podría haber sido tan alta.

Esos probablemente eran a los dos a los que recurría Elisabeth cuando necesitaba terminar vidas rápidamente.

Con el tiempo, y en marcado contraste con su forma original, el Monarca había sido reducido al tamaño de un filete de cena.

De repente, uno de los rostros en el trozo de carne restante se inflamó violentamente. No estaba claro cómo había encajado en el interior, pero un cuerpo cayó de él sobre el suelo como si estuviera perdiendo un diente.

Ese cuerpo era la verdadera forma oculta del Monarca.

A diferencia de la del Gran Conde, a quien Kaito había visto una vez, la piel del Monarca estaba derretida, y se veía difícilmente humana. El Monarca se quedó sentado, colgando su cabeza como si esperara a que llegara el fin. El gigante de cuchilla levantó su pie, teniendo la intención de darle el golpe final.

¡Espera un minuto, eso es…!

Mientras lo hacía, Kaito se topó con una idea. Chasqueó sus dedos.

“Estás tramando algo retorcido de nuevo, ¿no es así, chico? Muy bien. Actuaré como deseas.”

Respondiendo a su llamado, el Káiser apareció en medio del aire. Pateando contra el suelo con sus pies de acero, corrió al lado del Monarca. Apenas escurriéndose entre el gigante y el camino, el Káiser agarró el cuello del Monarca en su boca y se retiró.

Un fuerte ruido sonó cuando el gigante golpeó su pie contra el vacío suelo.

El sabueso de primera clase había capturado al Monarca vivo.

Con su presa arrebatada de sus garras, Elisabeth se giró para ver a Kaito.

“¿Solo qué crees que estás haciendo, Kaito?”

“Tuve una idea. ¿Te importaría dejarme lidiar con él?”

Kaito respondió con una petición. Asesinato pasó por los ojos de Elisabeth mientras lo miraba, y los caballeros alrededor de ellos enviaron recelosas miradas en su dirección también. Sin embargo, Kaito perseveró sin vacilación.

“No es como si él tuviera la suficiente fuerza para huir. No puedo decirte qué estoy planeando hacer con él aún, pero…si todo llega a empeorar, y no tenemos éxito en derribar a la masa hoy, entonces creo que vamos a necesitarlo.”

“Aun así, ¿tienes la intención de retener dos demonios en tu custodia?”

“No voy a hacer un contrato con él. ¿Y si dejamos que los paladines lo manejen?”

“… ¿Y esto en verdad es necesario?”

“Lo es.”

Al escuchar la pregunta de Elisabeth, Kaito asintió con una expresión seria en su rostro. Los dos se miraron fijamente. Finalmente, Elisabeth se dio cuenta de que Kaito no planeaba dar marcha atrás. Chasqueando su lengua, suspiró mientras continuaba.

“Aunque no sé qué planeas para él, admitiré que hay mérito para capturarlo. Te concedo mi permiso. Sin embargo, no te atrevas a dejar que se escape. Godot Deus, presta atención. Llevaremos al Monarca de vuelta con vida.”

“Como dice Elisabeth, hay valor en capturar un demonio. Mientras permanezca bajo la supervisión de la Iglesia, lo permitiré.”

Al escucharlos estar de acuerdo, Kaito asintió con la cabeza. No siendo excesivamente aficionado de su molesto chirrido, el Káiser esperó a que los humanos llegaran a su conclusión antes de arrastrar al Monarca. Todavía colgando en la boca del Káiser, el hombre medio derretido no mostró señales de movimiento. Después de verificar para asegurarse que se había ocupado de él, los paladines se separaron del lado de La Mules.

Elisabeth hizo lo mismo, convirtiendo el gigante de cuchilla en pétalos de flor de nuevo. Era demasiado pequeño para ser de mucha utilidad al tratar con la entera masa de carne.

La Mules fue a iniciar su bombardeo de nuevo. Un pájaro fresco estaba saliendo de su boca.

En ese momento, Kaito entrecerró sus ojos.

Sintió como si la masa de carne, habiendo perdido al Monarca, estuviera retorciéndose.

Al momento siguiente, su herida echó espuma como si el lugar hubiera comenzado a hervir.

Con movimientos fluidos, los ojos, una nariz, y una boca sobresalieron de su superficie.

Sobre ellos, fibras parecidas a una telaraña se estiraron y comenzaron a coser piel.

Con el tiempo, el rostro de un hombre estaba expuesto. Aunque sus músculos parecían flácidos, sus rasgos marcados y masculinidad viril podía verse claramente.

Abrió sus gruesos labios.

“—Graaah!”

Un rugido emanó de su oscura garganta.

Los paladines inmediatamente levantaron sus escudos. Trabajando al unísono, protegieron a La Mules del aire decolorado. Los sacerdotes también actuaron rápidamente y levantaron su barrera. Todas sus respuestas fueron precisas. Sin embargo, en el momento en que el rugido pasó sobre ellos, cayeron al suelo como marionetas a las que le habían cortados los hilos.

Aun así, el resto de los paladines dieron lo mejor para no parecer desconcertados y en su lugar intentaron lidiar con calma con la situación.

“¡Escuadrón Dos, avancen!”

Siguiendo las órdenes de Izabella, un grupo diferente de paladines levantaron sus escudos y, acompañados por un puñado de sacerdotes, tomaron sus lugares defendiendo a La Mules. Mientras lo hacían, un convoy de sanadores rescató a los caídos. Sin embargo, una vez estuvieron a salvo en la ladera trasera de la colina, Izabella revisó sus condiciones y frunció el ceño.

Mirándolos a su lado, Kaito inclinó su cabeza.

“¿Ellos están…simplemente dormidos?”

“Sí, eso es lo que parece. ¿Qué en el mundo pasó ahí?”

Los paladines y sacerdotes caídos simplemente estaban en un letargo profundo. Aunque sus vidas no parecían estar en peligro, tampoco mostraban señales de despertar.

Cayendo sobre una rodilla, Elisabeth revisó su pulso y respiración.

“Hmm, un hechizo diseñado para hacerlos dormir, quizás… Ella estaba atrapada en el rugido; ¿La Mules está—”

Entonces algo peculiar pasó.

“Hee-hee… Hee-hee-hee… Hee-hee-hee… Ha-ha… Ha-ha-ha-ha-ha.”

Era una voz que ciertamente uno no esperaría escuchar en el campo de batalla. Lo que era más extraño, sin embargo, era de dónde venía.

Los paladines sosteniendo sus escudos se giraron nerviosamente para mirar su fuente.

La Mules…

…se estaba riendo como un niño.

La Mules se rio inocentemente, con una voz con una voluntad definida detrás de ella.

Fue ahí cuando Kaito se dio cuenta por primera vez de cuán joven era. Su voz era clara y hermosa, y sonaba entretenida, casi como si algo agradable hubiera pasado.

Después de reírse por un rato, abruptamente inclinó su cabeza al costado.

“… ¿Hoo, wah?”

Después de decir algunas palabras que no parecían tener ningún significado particular, La Mules abrió su boca ampliamente.

Luego, después de sacar su lengua, mordió fuerte. Los músculos en su mandíbula estaban desarrollados de manera poco natural, y sin piedad puso toda su fuerza detrás de la mordedura.

Eficientemente se cortó la lengua, y se tiró cómicamente sobre el suelo.

Les tomó un momento a todos comprender qué había acabado de pasar.

“¡La Mules!”

Un sanador corrió a su lado. Sin embargo, La Mules obstinadamente se negó a abrir su boca.

Varias personas agarraron su mandíbula, intentando desesperadamente abrirla por la fuerza. Sin embargo, sus esfuerzos fueron en vano.

Sangre escurría de los huecos entre sus apretados dientes, ensuciando sus ataduras blancas como la nieve.

Mirando fijamente el horrible espectáculo, Godot Deus dijo con apagada voz.

“Nos atraparon… Pero… ¿cómo?”

Nadie levantó su voz para responder su pregunta.

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La Mules vigorosamente tragó tragos de su propia sangre una y otra vez. Finalmente, convulsionó, luego dejó de moverse.

Un pesado silencio se extendió por la cima de la colina.

Kaito repasó la situación. Luego de haber disparado un solo ataque, el rostro del hombre se había desvanecido de la superficie de la masa. Habían sido capaces de capturas al Monarca. Y habían exitosamente efectuado una buena cantidad de daño al Gran Monarca y al Rey.

Y el arma definitiva de la Iglesia, La Mules, cometió suicidio.

Esos fueron los fríos y duros hechos de la escena que se exponía ante él.

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