Isekai Goumon Hime (NL)

Volumen 3

Capitulo 2: Un Banquete Bajo la Luz de la Luna

Parte 1

 

 

Sin importar cuán paralizado pueda parecer estar, el tiempo siempre avanza al mismo paso.

Al final de la batalla, el sol se había puesto, y la noche finalmente había llegado. La capital, cruelmente transformada como había sido, estaba oculta tras una fina cortina de oscuridad. Aunque probablemente sólo fue temporal, la masa de carne había dejado de expandirse también. Quizás habiendo sentido la disminución de ciudadanos disponibles para usar como materiales frescos, también había dejado de atacar indiscriminadamente.


“…Eso se sintió como toda una vida.”

Lejos en uno de los rincones de la plaza, Kaito murmuró para sí mismo. Sin embargo, todos los eventos que habían ocurrido hasta entonces habían tomado lugar en un periodo de tiempo curiosamente corto. Simplemente habían sido demasiadas tragedias manchadas de sangre, haciendo que su sentido del tiempo se distorsionara completamente. Y probablemente no era el único.

Por fin, los defensores finalmente habían ganado algo de tiempo que podrían usar para evaluar la situación.

Sin embargo, la batalla estaba lejos de terminar.

Incontables gotas llovieron sobre el pavimento. Atraído por el ruido, Kaito levantó su cabeza.


Cuando lo hizo, vio un cilindro de luz blanca aparecer alrededor de un puñado de personas, luego se transforma en gotitas y cae al suelo.

Cuando la luz se desvaneció, las personas que habían estado de pie ahí ya no se veían en ninguna parte. El círculo de teletransportación de la Iglesia estaba operando sin descanso. Sin embargo, alguien debe haber determinado que transportar a todos los presente en el día era imposible, ya que uno de los círculos estaba siendo usado para traer tropas y suministros desde el exterior de la capital.

Usando el grano recién entregado, las monjas de la Iglesia inmediatamente se pusieron a cocinar gachas*. Las personas esperando en fila para el círculo de teletransportación, habiendo vencido temporalmente su pánico que había surgido a partir de casi ser masacrado, ofreció voluntariamente su asistencia.

Enviándolos con miradas agradecidas, los sacerdotes a cargo del círculo de teletransportación tomaban turnos gastando su maná. Gotas de sudor brotaban en sus frentes. Y las personas a cargo de la barrera estaban aún más exhaustos todavía.

Supongo que las batallas no sólo se pelean en el campo de batalla.

Sin embargo, Kaito fue incapaz de asistirles.

El maná que poseía actualmente no únicamente venía de la sangre de Elisabeth; él mismo había generado un gran suministro también. Pero lo había conseguido del dolor como resultado de su contrato con el Káiser. Era incompatible con el maná de los sacerdotes, el cual los talentosos entre ellos podían obtener recolectando energía dentro de ellos mismos que habían acumulado de oración y que al parecer también era llamada energía espiritual. Y aunque habían envuelto su brazo bestial en tela para evitar asustar a alguien, había una posibilidad de que se deshiciera si prestaba una mano distribuyendo las raciones.

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…Hombre, duele admitirlo, pero realmente soy en parte malo ahora, ¿huh?

Mientras Kaito pensaba seriamente, de repente encontró vapor caliente acariciando su mejilla suavemente.

Frenéticamente, levantó la vista. Tras revisar, descubrió un tazón agrietado de gachas a base de vegetales flotando delante de su rostro, e incluso había una cuchara de madera. Una de las monjas de la Iglesia se lo estaba ofreciendo con una sonrisa afectuosa.

“Una bendición de Dios. Por favor, toma un poco.”

“¿Qu…? U-um, realmente no debería—”

“No seas absurdo. Si no comes, tu cuerpo no resistirá.”

La joven monja firmemente colocó el tazón en sus manos.

Kaito frenéticamente sacudió su cabeza para detenerla. La palabra inquisición pasó por su cabeza, además de las varias fanáticas, exhaustivas y despreciativas cosas que Clueless había dicho sobre los herejes. La actitud de Godot Deus hacia Kaito y Elisabeth no había sido exactamente amistosa, tampoco. Esa simplemente era la forma en que los representantes de la Iglesia eran.

Si ese era el caso, ¿entonces cuál era la perspectiva de esta monja?

Desconcertado por el inesperado giro de los eventos, Kaito evitó encontrar la mirada de la monja.

¿Por qué alguien de la Iglesia me daría gachas? ¿Está envenenado? ¿Podría contener veneno? ¿Podría haber?

Entonces Kaito notó algo.

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Flamas mágicas iluminaban la plaza desde el interior de varios contenedores. Las flamas no poseían ningún riesgo de accidentalmente causar un incendio, y su luz dorada servía para calentar a aquellos presentes. En medio de la luz del fuego, las monjas estaban caminando por doquier y distribuyendo las gachas.

Parecía que estaban entregándole no sólo a Kaito sino a todos los que carecían de la energía para conseguirla ellos mismos.

Kaito miró de completamente boquiabierto los procesos. Los rostros de las monjas mientras recitaban palabras de oración y preocupación por los presentes estaban llenos de genuina amabilidad, el tipo que Kaito nunca había experimentado cuando estaba con vida. Aunque estaban tratando con el contratista del Káiser, era difícil ver sus acciones como maliciosas.

Pero si ese era el caso, entonces Kaito se encontraba con aún más razón para no encontrarse con su mirada.

¿No le causará problemas si alguien descubre que fue amable con el contratista de un demonio? Espera… ¿podría ser que ella no sabe quién soy?

Con esa idea, Kaito finalmente estaba satisfecho. Después de todo, su brazo izquierdo actualmente estaba oculto por un manojo de tela. Aunque su uniforme militar haría difícil que lo confundieran con uno de los habitantes, podría fácilmente haber sido confundido con uno de los magos simplemente tomando un descanso.

En ese caso, ¿qué debería hacer?

Los sentimientos de la monja probablemente serían heridos si descubriera más tarde que él había sido el contratista del Káiser. Estaba confundido. Sin embargo, no quería asustarla. Y no quería rechazar la rara amabilidad.

Finalmente, terminó tomando el tazón con su mano derecha.

“Lo aceptaré. Gracias por la comida.”

“No, gracias a ti por esta tarde. Que la protección de Dios esté contigo.”

Después de cerrar sus ojos y orar por él, la monja sonrió de nuevo. Entonces se fue, su grueso velo negro ondeando mientras se iba. Tomado por sorpresa, Kaito la vio irse.

Al parecer, ya sabía quién era él. Y, aun así, había traído comida solo para él.

“…Bueno, eso fue amable.”

Después de asentir con la cabeza unas cuantas veces, Kaito comenzó llevarse las gachas a su boca. Un débil y salado sabor se extendió por su lengua. Sin embargo, después de un momento, la dulzura del grano y los vegetales comenzaron a surtir efecto.

Debido al abuso que había sufrido en vida, el sentido del gusto de Kaito era débil. Mientras no tuviera detergente o veneno en él, podría comer simplemente casi lo que fuera. A pesar de eso, aunque no se comparaba con las comidas caseras que su amada Hina preparaba para él, sintió que el sabor de las gachas era más que decente. El calor comenzó a extenderse por todo su estómago vacío.

Luego finalmente se dio cuenta de cuán hambriento había estado.

“Incluso después de formar un contrato con un demonio, todavía puedo tener hambre, ¿huh?”

Después de murmurar para sí mismo, Kaito inclinó el tazón hacia arriba y terminó el resto de las gachas. Profundamente consciente de cuán pobre sus modales eran, tercamente raspó las últimas gotas de grano con su cuchara.

Luego pensó en la escena similar que había presenciado hace sólo unos días antes.

Una figura como de gato raspando persistentemente el fondo de una olla de cerámica flotó por su mente.

Hmm… Ahora que pienso en ello, ¿a dónde fue?

Poniéndose de pie, rápidamente miró alrededor. Sin embargo, la persona que estaba buscando no se veía en ninguna parte. Dado el hecho de que él habría sido capaz de identificarla inmediatamente si ella cruzaba su campo de visión, parecía poco probable que estuviera consiguiendo gachas.

Después de reflexionar por un momento, Kaito se puso en marcha y se reincorporó al final de la fila de ración.

Cuando llegó al frente de la fila, regresó su plato a la vieja monja bruja e hizo su solicitud.

“Um, la mujer con la que estoy no ha comido todavía. ¿Sería posible para mí conseguir otro tazón lleno?”

Resoplando por su nariz de gancho, la monja le echó una mirada aguda al brazo izquierdo de Kaito.

Perforado por su mirada gris como de cuchillo, inconscientemente enderezó su postura. Sin embargo, después de un pesado silencio, la monja sacudió su cabeza ligeramente y rellenó el tazón.

Al parecer, tenía intención de simular no haber visto nada.

“…Muchas gracias.”

Había dos significados detrás de la manera en que le agradeció, y después de hacerlo, se fue. Con el tazón cálido y humeante en mano, inspeccionó la plaza. Sin embargo, como había esperado, la mujer que estaba buscando seguía sin verse en ninguna parte.

“Maldición, Elisabeth, ¿a dónde fuiste?”

En búsqueda de la hechizante figura de la Torture Princess, Kaito partió una vez más.

***

 

 

“¡Ow, hey!”

Casi media hora más tarde, Kaito se encontró siendo prácticamente expulsado de la entrada de la plaza por los paladines.

Detrás de él, podía escuchar la puerta cerrándose fuertemente. En verdad había sido dejado fuera.

Después de alguna manera evitar que se cayera, Kaito guardó el tazón en su brazo derecho para evitar que las gachas dentro se cayeran. Cepillando su flequillo al costado y limpiando su sudor, se giró para mirar por encima de su hombro.

“¡Entiendo que estén impacientes y todo, pero ¿los mataría ser un poco más gentiles?!”

Nadie respondió su arrebato furioso. La única respuesta que la hilera de paladines ofreció fue su silencio.

Furioso, Kaito apretó sus dientes. Sin embargo, al mismo tiempo, entendió por qué lo habían echado tan bruscamente de la plaza.

Después de notar la ausencia de Elisabeth, Kaito había caminado por la plaza en búsqueda de ella.

Atrayendo no poca porción de miradas de odio, Kaito miró en todas y cada una de las tiendas, con el tiempo llevando hasta a revisar debajo de los escritorios. Aun así, no pudo encontrarla.

Como último recurso, les preguntó a los paladines manteniendo el perímetro si la habían visto. Como resultado, descubrió que se había ido por su cuenta y fue expulsado y se le encargó traerla de vuelta.

“Por más que nos odie, todavía quieren que la traigan de vuelta. Si entienden cuán desesperadamente necesitan nuestra ayuda, podrían al menos intentar tratarnos como si estuviéramos de su lado, ¿no lo creen? Aunque…puedo entender por qué están tan enojados.”

Kaito murmuró para sí mismo, luego miró de reojo una última vez de manera breve a los paladines.

Viendo sus tensas figuras vestidas con armaduras, tragó saliva.

En ese momento, la mayoría del mantenimiento de la barrera estaba siendo realizada por los sacerdotes, liberando a los paladines de su pesada, e inusual responsabilidad. Sin embargo, justo como durante la tarde, todavía estaban vigilando el perímetro en un estado de alta alerta.

Mientras ayudaban a proveerles maná a los sacerdotes, también estaban sirviendo como escudos humanos. Se prepararon para el hecho de que si los subordinados el ataque, inmediatamente perderían sus vidas.

Sin embargo, la Torture Princess simplemente se había abierto paso a través de ellos.

Encima de todo eso, su sirviente había venido despreocupadamente paseando con un tazón de gachas en una mano.

…Hombre, tuve suerte de que no simplemente me golpearan.

Dándose cuenta de que los paladines podían difícilmente ser culpados por la manera en que lo habían tratado, Kaito suspiró.

Luego caminó una vez más por el camino.

Con la plaza a su espalda y gemidos viniendo de la masa de carne detrás de él, Kaito avanzó hacia adelante.

***

 

 

Previamente, Elisabeth le había dicho a Kaito que muchos de los residentes de la capital eran ricos, particularmente aquellos que vivían no en las zonas mercantiles o industriales sino en el dedicado distrito residencial.

La prueba de sus palabras yace en el hermoso paisaje urbano extendiéndose ante él. Cada hilera de casas estaba decorada con ladrillos de diferentes colores, los cercos frente a la calle principal estaban hermosamente cuidados, y escaleras de piedra blanca llevaban a los porches* de las casas.

Le recordó a Kaito los suburbios turísticos europeos que había visto por un segundo en televisión. Sin embargo, el colorido y lleno de flores paisaje urbano estaba actualmente sumido en un silencio ominoso.

Ni una sola persona estaba a la vista. Afortunadamente, sin embargo, tampoco había ningún subordinado.

En la plaza, los paladines habían seleccionado a las personas sin discapacidades de entre aquellos que habían buscado refugio y enviaron a sus mejores hombres con ellos para escoltarlos fuera de la capital.

Gracias a eso, debería estar bien, incluso con las gachas manteniendo ocupada una de mis manos.

Ya no teniendo miedo de dejar caer las gachas, Kaito enérgicamente aceleró el paso. Cada vez que se acercaba a un callejón, se detenía, luego se asomaba en su esquina. Sin embargo, no encontró ni siquiera un solo gatito callejero.

Parecía que, por el momento, estaba solo.

En el momento en que se dio cuenta de eso, un abrumador silencio llenó sus oídos.

“…Aquí debería estar bien. Y no es como si realmente seré capaz de charlar con él* una vez que haya encontrado a Elisabeth.”

[Nt: Aquí usa una expresión que se puede interpretar como “hablar de una manera que demuestre que estás sexualmente atraído”, o sea, seducir o coquetear, I guess.]

Murmurando para sí mismo, Kaito detuvo temporalmente su búsqueda.

Después de preocuparse por un momento, dejó salir una voz baja desde lo profundo de su garganta, una que sonaba casi como la de un extraño.

“Káiser.”

“¿Llamaste, Oh indigno amo mío?”

Oscuridad se arremolinó delante de él. Delgados hilos de oscuridad se unieron para formar músculos flexibles y un fino y aterciopelado pelaje. En breve, un perro negro tan alto como los techos de las casas cercanas se había materializado. Aunque era gigante por naturaleza, podía cambiar su tamaño a voluntad.

La monstruosa bestia bajó la vista hacia Kaito, sus ojos brillando con abrasador fuego del infierno.

Mirando al magnífico sabueso que albergaba al Káiser, Kaito le hizo una pregunta sin ningún vestigio de miedo.

“Hay algo que quería preguntarte.”

“¿Qué es aquello que le inquieta y desea conocer?”

La respuesta del Káiser fue la imagen misma del servilismo. Kaito le frunció el ceño al sarcástico canino.

“¿Por qué no colaboraste cuando los subordinados lanzaron su ataque sorpresa?”

En ese entonces, el Káiser podría haberse abierto paso a través de los subordinados obstruyentes y cazado a los subordinados con facilidad. A pesar de eso, no había mostrado su rostro.

Por un momento, silencio descendió sobre ellos. Sin embargo, el Káiser rápidamente resopló en burla.

“La respuesta es simple. No me opongo a destruir a otros demonios para demostrar mi poder. ¿Pero por qué yo?, el supremo Káiser, ¿debería ser obligado a cazar a meros subordinados al servicio de algunos humanos? Esa no es tarea para un sabueso de mi calibre. ¿Eres tan tonto que usaría un cañón para destruir a una hormiga?”

Geh-heh-heh-heh-heh-heh, fu-heh-heh-heh-heh-heh, geh-heh-hehheh-heh-heh.

El Káiser se rio con una voz que parecía a la de un humano. Kaito entrecerró sus ojos, como si desafiara al Káiser.

“Soy tu contratista. ¿No es tu trabajo echarme una mano cuando la solicito?”

“No te des aires, chico. Eres mi amo, mi catalizador, mi herramienta, y mi carne. Yo no soy el ser mantenido. ¿Preferirías que te consumiera aquí y ahora?”

“…Oh, ya veo. Así que vas a comerte a tu contratista, perder tu vínculo a nuestro mundo, y volver corriendo a casa justo tan pronto como llegaste aquí. Sería el hazmerreír de la humanidad. Nadie nunca va a querer convocarte de nuevo. Eso sería excesivamente divertido, ¿no es así?”

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Cualquiera que se arrodillara ante un demonio rápidamente encontraría su cabeza aplastada. Kaito por instinto sabía que temblar y humillarse a sí mismo ante el Káiser sería la cumbre de la estupidez.

Precisamente por eso Kaito estaba actuando tan arrogante. Mientras hablaba, un sonido pesado y sordo sonó.

El brazo izquierdo de Kaito se había desvanecido desde el codo hacia abajo.

“… ¿Huh?”

Sangre salió a chorros sobre pavimento de piedra. La única razón por la que fue capaz de evitar que se le cayera el tazón de gachas era que los dedos en su mano derecha se habían endurecido por el shock, en lo que podría ser sólo descrito como un milagro.

Delante de los ojos perplejos de Kaito, el Káiser escupió algo. Un bulto de carne cayó en la piscina de sangre con un fuerte chapoteo, y la tela negra envolviéndolo se soltó. Kaito lo miró fijamente, perplejo.

El brazo humano, el cual en su mayor parte había sido transformado en el de una bestia, parecía casi completamente extraño para él.

…Espera, ese es mi brazo, ¿no es así?

En el momento en que esa retrasada realización se desarrolló, un agudo dolor atravesó sus nervios.

“—¡Rrk!”

Kaito inmediatamente contuvo un grito. Antes de ese momento, había probado el agudo dolor de la muerte cientos de veces. Sin embargo, incluso él era débil a los ataques sorpresa.

¡Cálmate, cálmate, cálmate, cálmate, cálmate! Esto no es nada.

Al intencionadamente probarlo y acostumbrarse a sí mismo a él, Kaito dominó el dolor.

Unos cuantos segundos más tarde, había recuperado completamente su compostura.

El labio del Káiser se había torcido ligeramente, como en admiración.

“Oh-ho.”

Encorvándose, Kaito puso su tazón en la superficie del camino.

Fue, en cierto modo, estúpido cómo inmediatamente priorizó la seguridad de las gachas. Chasqueó sus dedos. Su sangre derramada se convirtió en pétalos de flor carmesí. Se reunieron en su herida, luego regresaron a su cuerpo. Después, levantó su brazo izquierdo y lo presionó contra el corte transversal. Su carne y huesos descubiertos entraron en contacto, e hicieron un sonido de salpicadura cuando los aplastó uno contra el otro.

—La (return).”

Oscuridad y pétalos cerúleos los rodearon como una superficie adhesiva rudimentaria. Hueso, carne, y las fibras de su ropa todo se estiró como si cientos de delgadas y horribles manos hubieran brotado de ellos. Se entrelazaron, fusionándose.

Al final, todo había regresado a su estado original.

Kaito inmediatamente fijó su mirada en el Káiser.

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“¿Estás bien ahora, Káiser? Realmente tienes que hacer algo respecto a ese temperamento tuyo.”

“Y tú deberías hacer algo respecto a tu hábito de despreocupadamente pinchar* a tu propia bestia… Hmm, parece que tu espíritu es inquebrantable. Y veo que tu apariencia de demente está intacta también. Muy bien. Retorcido como eres, perdonaré tu insolencia. Sin embargo, ¿qué tienes intención de hacer respecto a la contradicción que llevas, Oh indigno amo mío?”

[Nt: Como incitar o provocar, por si no quedó claro.]

Káiser cayó pesadamente sobre su estómago. Descansando su barbilla en sus patas delanteras cruzadas y finalmente tomando una pose apropiada para tener una conversación, le hizo su pregunta a Kaito.

Kaito inclinó su cabeza ante la repentina pregunta. El Káiser sopló aire que apestaba a herrumbre por su nariz, luego dio una risa gutural.

“¿Qué, tonto, no te habías dado cuenta? Eres el contratista de un demonio, la personificación misma del poder diseñado para destruir el mundo. Sin embargo, tú salvas a otros, recibes su gratitud, y sientes serenidad. Ridiculeces sobre ridiculeces. Tan absurdas e insalvables contradicciones. Debería darte vergüenza, chico.”

“… ¿Estabas viendo eso?”

“Y riendo todo el tiempo. Presentaste un espectáculo bastante desagradable e indecoroso.”

El Káiser resopló sarcásticamente otra vez, soplando gases en el rostro de Kaito que olían inequívocamente a sangre. Kaito apretó sus puños mientras bajaba la mirada. El Káiser tenía razón. Dado su poder y situación, sus acciones eran increíblemente contradictorias.

Mientras Kaito reflexionaba sobre eso, el Káiser continuó.

“A la larga, esa contradicción se convertirá en una estaca y perforará tu pecho. No diferente a esa mujer destinada a la hoguera.”

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“Elisabeth.”

Kaito respondió a sólo esa parte. Dirigió sus pensamientos al inevitable destino de ella.

Después de que superaran su predicamento actual, Elisabeth sería quemada en la hoguera. Y dado que él era su sirviente y el contratista del Káiser, el hecho de que no había lastimado a nadie no sería suficiente para dejar que Kaito escape a ser ejecutado también.

Sin importar cuántas hazañas buenas acumulara, era demasiado para que la Torture Princess fuera torturada.

Kaito se mordió su labio un poco. El Káiser, mirándolo, se rio en voz baja.

“El poder de los demonios es supremo, y se alcanza por primera vez cuando uno extiende su mano más allá de los límites de la avaricia y el deseo. No malinterpretes eso, chico. El que … ¿olvida su más grande deseo no es nada más que un tonto disfrazándose de un santo. Acumulación del Dolor de Diecisiete años, yo— ¿Hmm? Sería inconveniente si me vieran, ya que me ocupo poco del chirrido de un ratón.”

El Káiser no dijo más mientras su silueta se derrumbaba y sus músculos de acero y fino pelaje se disolvieron gradualmente. Luego se desvaneció en una espiral de oscuridad, el resplandor de su fuego infernal fue lo último en irse.

Espera, ¿qué acaba de pasar?

Frunciendo el ceño, Kaito levantó la vista en sorpresa. Vio a una sombra torcida acercándose desde el final del camino. Preocupado de que fuera un subordinado, Kaito levantó su guardia. Sin embargo, la sombra resultó pertenecer a dos paladines.

Debido al hecho de que uno de ellos había estado apoyando el hombro del otro, el par en conjunto pareció ser un monstruo por un instante.

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Su marcha era inestable.

¿De alguna manera ayudar en los esfuerzos de evacuación los hirió y forzó a regresar antes?

Con eso como hipótesis, Kaito comenzó a llamarlos a los dos.

“¿Están bie—?”

“Vamos, camina… Entiendo cómo te sientes, pero no podemos evitar el cuartel general por siempre. Y a menos que quieras que alguien nos encuentre, tienes que dejar de llorar.”

“Mierda…mierda, mierda… ¡Todos bien pueden irse al infierno!”

Al escuchar su conversación, Kaito frenéticamente se calló. Al parecer, los dos se habían escabullido temporalmente de la plaza. Además de eso, el que estaba siendo apoyado estaba gimiendo y golpeándose a sí mismo en la cabeza no envuelta en el hombro de su compañero. Claramente estaba en algún tipo de estado desconcertado.

Ah, mierda, eso no es bueno.

Mirando alrededor, Kaito se coló en una puerta que alguien había dejado abierta durante su escape. Agachándose detrás de un cerco, hizo de su cuerpo una bola tan pequeña como podía.

Después de todo, no había ninguna escasez de personas que tenían animosidad hacia el sirviente de la Torture Princess.

Y dudo que ese tipo quiera que alguien lo escuche llorar.

Cautelosamente mirando a través del cerco, Kaito miró hacia la carretera. De todos los lugares que los dos podrían haber elegido, los dos paladines terminaron deteniéndose casi directamente delante de él. Kaito contuvo su respiración para evitar ser descubierto.

Sin darse cuenta de él, uno de los paladines susurró mientras intentaba evitar que su compañero se hiciera daño a sí mismo.

“Vamos, podemos hacer que te dejen descansar con los heridos. Al menos vamos a la estación de primeros auxilios hasta que te hayas mejorado—”

“¡No seas idiota! Los niños nuevos estarían ansiosos incluso en la mejor de las situaciones; ¡no puedo dejar que me vean así! …Maldita sea, maldición… Eso fue horrible… Maldición, lo siento, lo siento… Ahhhhh, lo siento… No puedo… No puedo seguir con esto…”

Después de recuperar sus sentidos, los llantos del paladín se hicieron aún más feroces.

Mientras sollozaba, sus piernas se enredaron y se cayó. Sin embargo, su pánico no se redujo. Arrastrándose por el suelo mientras lloraba, se enroscó en una bola y comenzó a vomitar.

Kaito no podía culparlo. Realmente no podía.

La razón por la que se siente tan culpable probablemente es por lo que pasó al final de la operación de búsqueda y rescate en el área alrededor de la masa carnosa.

Esa era la hipótesis de Kaito.

La operación de búsqueda y rescate para las personas que no habían sido capaces de salir a tiempo había terminado más o menos al atardecer.

Aunque esa misión había concluido, su trabajo estaba lejos de terminar. Si hubieran mirado entre los edificios un poco más, probablemente habrían logrado encontrar muchos más de los residentes.

A pesar de eso, sin embargo, la misión había sido abortada.

La razón fue el hecho de que muchos de los rescatistas habían estado exhaustos.

Kaito, también, había participado en la misión, e hizo memoria de los eventos que habían ocurrido a mitad de camino.

La mayoría de las personas que caían presa de los demonios encontraban destinos que estaban más allá de la descripción. Los empleados de la Iglesia eran profundamente conscientes de eso, y los paladines probablemente habían hecho las paces con ese hecho de antemano. Sin embargo, la manera en que las víctimas en la capital habían sido transformadas fue más espantosa de lo que cualquiera hubiera imaginado.

Lo que había sido particularmente espantoso fue el estado del pequeño teatro diseñado para que los comerciantes ricos llevaran a cabo recitales. La Iglesia había invertido en la construcción del edificio—y como resultado, había sido capaz de poner restricciones de poner restricciones de lo que se podía realizar ahí—el cual presumía un gran diseño. Sus delicados vitrales proyectaban luces vívidas sobre el escenario. Cuando la masa de carne había atravesado el muro detrás de los niños y las niñas alineados en el escenario, los había devorado desde las cinturas hacia abajo y fusionado sus cerebros y órganos.

Habían sido transformados en blasfemas y repulsivas obras de arte, completamente irreconocibles como humanos. Intensificando el horror de la escena estaba una estatua de la sangrienta Santa derramando lágrimas colgando desde el techo abovedado, cuidando de ellos simbólicamente.

Cada vez que eran cortados, los niños gritaban, ocasionalmente prestando sus jóvenes voces a aleatorias y angelicales canciones.

Eso fue más que suficiente para detener las manos de los guerreros enviados a eliminarlos, especialmente los paladines, los Caballeros Santos. La experiencia hizo añicos su resolución.

Al final, el deber de asesinar a los niños recayó en Elisabeth.

Fue la única que nunca apartó sus ojos de las trágicas figuras de los niños.

Después de eso, no una pequeña cantidad de caballeros jóvenes habían caído en estado críticos de agitación psicológica.

Probablemente todavía había sobrevivientes ahí fuera, escondiéndose y temblando después de haber presenciado escenas de atrocidad comparable. Sin embargo, dado el hecho de que la batalla seguramente sólo iba a volverse más intensa a partir de ahora, no podían arriesgarse a usar todo el personal restante.

Como resultado, la misión de búsqueda y rescate había sido abortada.

Incluso Kaito estuvo de acuerdo en que esa decisión había sido necesario.


Sin embargo, todavía había personas como los paladines que había visto que estaban abrumados con inaguantable culpa.

“Lo siento, lo siento, lo siento. ¡Arghhhhhhhh!”

Aun así, disculparse no va a hacer ninguna diferencia. Si yo fuera uno de los residentes, nada de lo que dijeran podría hacer que los perdone.

Sin importar cuánto pidieran perdón, a las personas que habían abandonado, la decisión de dejar de buscar sobrevivientes significaba todo. No había ninguna duda de que esas personas estaban resentidas con el mundo tanto como lo había estado Kaito en su vida pasada, si no es que muchas veces más.

Kaito comprendió todo eso, a tal punto que dolió. Sin embargo, también podía apreciar los sentimientos de aquellos que no podían soportar no disculparse.

Como para animarlo, el otro paladín masajeó la espalda de su compañero vomitando.

“…Sí, hombre. Eso fue horrible, de acuerdo. Nunca había visto un lugar tan cerca al infierno como ese.”

“Personas…personas viéndose así… ¡Ahhhhhhhhh! Es sacrilegio. Sacrilegio, todo ello. Santa, Dios, ¿por qué no los protegieron? Tan cruel; es demasiado cruel… Y encima de eso, ¿por qué tuvimos que ser los que lo hicieran? ¡Con nuestras propias manos, nuestras propias espadas! ¡Ahhhhhhhhhhhhhh!”

Agarrando su cabeza, el paladín gritó. Golpeó su cabeza contra el pavimento de piedra una y otra vez.

“Esto no es para los que nuestras espadas están destinadas. No lo es, no lo es, no lo es. No, no, ahhh. No me mires; ¡no me mires así!”

“Vamos, cálmate. Entiendo cómo te sientes, pero tienes que controlarte. Por favor, tienes que parar.”

El otro paladín lo sostuvo, aunque sus hombros estaban temblando también.

Kaito se encontró a punto de salir de detrás del cerco. Queriendo decirles que no habían hecho nada malo, espontáneamente reunió fuerza en sus rodillas.

Cuando lo hizo, sin embargo, el paladín masajeando la espalda de su compañero gritón— con cuestionable efecto, ya que ambos llevaban armadura—habló de nuevo.

“No puedo aceptar la decisión de nuestra comandante—¿por qué no simplemente hacer que la Torture Princess maneje a los subordinados?”

Espera… ¿qué acaba de decir?

Kaito podía sentir un frío extendiéndose por su cabeza. Gracias al abuso que había sufrido en vida, cada vez que sus emociones negativas cruzaban cierto umbral, su intensidad disminuía. En su lugar, recuperaba su claridad mental y se calmaba.

Kaito imaginó la expresión en el rostro de Elisabeth en el teatro.

“Qué lamentable son todos ustedes. Vayan ahora a su descanso.”

Mientras los liquidaba despiadadamente tan cuidadosamente como podía, Elisabeth había sido la única que nunca apartó sus ojos.

La Torture Princess fue la única que había presenciado esa tragedia en su totalidad.

“¡Esto no es para los que nuestras espadas están destinadas! ¡Deberíamos simplemente dejarle cosas como esa a la persona que ya carga con pecado!”

Geh-heh-heh-heh-heh-heh, fu-heh-heh-heh-heh-heh, geh-heh-hehheh-heh-heh.

La risa del Káiser hizo eco dentro de los oídos de Kaito. Su voz sonaba tanto despectiva como inquietamente humana.

El pelo en el brazo izquierdo de Kaito se erizó, y luego el dobladillo de su negro y largo traje creció cuando se puso de pie. Cruzó el césped con zancadas mágicamente potenciadas, alcanzando la puerta en un instante.

Cuando lo hizo, un golpe sordo resonó.

“… ¿Huh? “

Kaito por reflejo se detuvo en seco. Escondiéndose detrás de la jamba, observó a la calle.

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Ahí, vio algo totalmente inesperado.

El paladín que había sugerido que deberían dejarle el asesinato de los subordinados a la Torture Princess se había derrumbado en el pavimento, y sangre estaba corriendo de su nariz. Una hermosa mujer con cabello plateado y gotas rojas goteaban de su puño en un guantelete delante de él.

Izabella Vicker se parecía a una afilada y refinada espada mientras hablaba en voz baja.

“¿Eso es todo lo que tenías que decir?”

“… ¡C-comandante!”

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