Isekai Goumon Hime (NL)

Volumen 2

Capitulo 6: La Prueba Mortal De La Novia

 

 

Una procesión solemne se abría paso por las profundas montañas rodeando el castillo de Elisabeth, pareciendo invitados rumbo a un funeral. Derribaban árboles y rompían sus raíces a medida que avanzaban. Familiares hechos de carne atados juntos por un alambre de púas balanceaban sus hachas con brazos incansables, limpiado el camino por su señora.

Los árboles habían tardado siglos en crecer, y ahora estaban siendo talados sin piedad por manos manchadas.





Cada vez que los árboles crujían y estaban a punto de desplomarse, un hombre flotando en el aire llevando ropa negra y cilíndricas y una máscara moldeado en base a una cabeza de cuervo exhalaba fuego de su pico y los quemaba a cenizas.

El comportamiento majestuoso del hombre estaba impregnado en dignidad. Sin embargo, el acto mismo de un demonio complicándose la vida para arreglar un camino de alguna manera parecía una actuación callejera.

El demonio, el Gran Marqués, tenía una aguja con forma de cerebro brillando en la nuca de su cuello, y trabajaba obedientemente para servir a su señora. A sus pies, el Marqués jadeaba mientras era transportado en una pajarera de hierro. Cada vez que el familiar empujaba la pajarera lateral hacia delante, el Marqué dentro se revolcaba por todas partes y soltaba un grito corta espeluznante mientras la piel debajo de sus vendajes estaba raspada.

Pisando fuerte la ceniza extrañamente coloreada negro azabache, avanzaban.

Muy detrás de ellos, subordinados con collar estaban llevando al hombro un extravagante palanquín.

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Sobre el dorado palanquín estaba un elegante trono y una piel de lobo blanco, y sobre el trono estaba sentada una hermosa y arrogante mujer. Mientras exponía sus largas piernas por debajo de su vestido de miriñaque escarlata, el Gran Rey se abanicaba con ese abanico de pluma de cuervo que tanto amaba. Ocasionalmente soltaba un bostezo mientras montaba con gracia.

La manera en que las mil tropas avanzaban era extrañamente tranquila pero animada.

Tan ominosa como una pesadilla, pero tan ostentosa como un desfile, se dirigían al pico de la montaña sobre el que descansaba el castillo.

Finalmente, pasaron la línea de árboles. Una colina estéril estaba más allá del final de los árboles. Su destino, el castillo que parecía una fortaleza que miraba desde arriba a los árboles en toda dirección, estaba sobre su superficie de roca desnuda.

El objetivo de la procesión era la puerta del castillo herméticamente sellada y la cabeza del señor del castillo, Elisabeth. Sin embargo, la procesión fue asaltada por una inesperada conmoción y los subordinados se tambalearon sobre sus pies mientras se detenían de golpe.

Una novia estaba ante ellos.

Una hermosa novia que parecía que había sido recién arrancada de un salón de bodas.

La figura como la nieve que proyectaba era absurdamente cómica, irregular, y fuera de lugar.

“… ¿Ahora qué podría ser eso?”

El Gran Rey involuntariamente frunció el ceño ante lo extraño que era. Pero sin importar cuantas veces revisó de nuevo, la figura delante del castillo todavía estaba ahí. La chica llevando un encantador vestido de novia estaba en su camino como un guardián.

Su cabello plateado estaba cubierto por un velo delicadamente bordado. Sus hermosas y pálidas mejillas proyectaban una suave sombra. Su vestido era simple pero elegante y estaba hecho enteramente de tela blanca, y sus hombros expuestos estaban adornados con encantadoras flores. Llevaba largos guantes de seda que cubrían sus elegantes y delgados antebrazos. Y su falda, la cual estaba compuesta de muchas capas de encaje, ordenadamente la cubrían hasta sus tobillos.

Estaba de pie sobre la colina estéril como si estuviera esperando a su novio.

Para ella estar así ante mil tropas parecía absolutamente cómico. Sin embargo, el objeto que agarraba en sus refinados dedos en lugar de un ramo servía para probar que su lugar adecuado era, de hecho, un campo de batalla y no un salón de bodas.

La lleva estaba llevando una peculiar alabarda, una que lucía casi como el hacha de un verdugo.

Su mango de metal negro azabache tenía una borla hecha de la cola de un animal adherida a él, y su enorme y feroz cuchilla evocaba la imagen de la mandíbula de un carnívoro.

Entrecerrando los ojos ante la extravagancia de la chica—porque, ¿de qué otra manera uno podría llamar a una novia de pie sobre un campo de batalla llevando un hacha de verdugo más que extravagante? —el Gran Rey, motivada por la curiosidad, avanzó al frente de sus tropas, palanquín y todo.

Como si la saludara, la novia lentamente abrió sus ojos cerrados.

Fijó su mirada esmeralda en la personificación de la muerte, el Gran Rey, que estaba ante ella.

Reconociendo la feroz voluntad ardiendo en sus ojos, el Gran Rey cerró de golpe su abanico.

“Ya veo. Supongo que esto no es una farsa o un capricho inútil.”

Murmurando suavemente, el Gran Rey concluyó que la persona absurdamente vestida ante ella era, sin duda, un enemigo.

Había reconocido que la chica en su vestido de novia era adecuada para estar sobre el campo de batalla, incluso más de lo que un caballero vestido con armadura lo habría sido. Sin pausa, le gritó a la novia— Hina—en una voz extrañada.

“Ah, te recuerdo. Eres la joven muchachita autómata, la que le tenía tanto afecto a ese débil pequeño muchachito amante, ¿verdad? ¿A qué podrías estar jugando? Aunque no pareces haber confundido esto con un salón de bodas, parece que te falta un novio. ¿Has venido a morir sola?”

“Precisamente. He venido aquí a morir.”

Sin una pizca de duda, Hina regresó monótonamente las palabras del Gran Rey. El Gran Rey frunció el ceño. Torció sus labios y luego le hizo una pregunta a Hina desde debajo de la sombra de su abanico de plumas de cuervo.

“¿Has venido a morir? ¿Por órdenes de Elisabeth? Qué trágico es, bisoña, ser usada como un peón expiatorio. ¿Y qué de tu vestido? ¿Una manifestación de tus persistentes arrepentimientos?”

“No hagas suposiciones infundadas. Amo Kaito fue lo suficientemente amable para cumplir mi último deseo y preparar este vestido para mí. Amo Kaito fue el único que me ordenó quedarme aquí, porque él es mi amado y único amo.”

“¡¿Por ese chico amante?!”

Los ojos del Gran Rey se ampliaron. Después de un momento, una sonrisa burlona se extendió por su rostro. Sacudió su cabeza y habló en una voz como si estuviera consolando a un gato.

“Qué lamentable en efecto. Lloro por ti, chica. No lo dudes, estás siendo usada como un peón expiatorio. Si te dijo que te quedaras aquí, para proteger a Elisabeth, entonces bien puede que te haya dicho que murieras por el bien de otra mujer. Como mujer que soy, no puedo evitar simpatizar contigo.”

El Gran Rey se compadeció de Hina, su voz llena de sincera compasión. Sin embargo, las comisuras de su boca se curvaron en una malvada y turbia sonrisa. Le susurró a Hina con una expresión verdaderamente desagradable en su rostro.

“Di, muchachita. Elisabeth puede que se haya negado a rendirse, pero ¿tendrías algún interés en convertirte en mi subordinada? Aunque no eres tan valiosa como Elisabeth, el hecho es que eres un espécimen bastante raro, una muñeca de la creación de Vlad. Puliría tus engranajes por ti todos los días, así nunca tendrías que temer a oxidarte. No hay necesidad de que seas usada y arruinada por un hombre como ese.”

“No te atrevas a burlarte de mi novio.”

Su oposición sonó terriblemente afilada. Una de las cejas del Gran Rey se crispó.

Hina balanceo hacia abajo su hacha de verdugo delante de ella. Pasó rápidamente por el viento y provocó un vendaval. Apuntando la hoja de su hacha al Gran Rey, Hina habló en voz baja.

“Ese amable hombre me dijo que muriera. ¿No logras entender el significado de eso?”

“Me temo que sí. Te hizo a un lado y te dijo que murieras. ¿Qué quieres decir?” “Después de sentir angustia por ello, ese hombre decidió confiar en mí y me confió una

grave orden. Y lo entendí. Había venido de un lugar de amor y confianza. Amándome desde el fondo de su corazón, finalmente me pidió pelear a su lado. Por fin, me incluyó en sus pensamientos y estrategias. Para que se amable y cobarde hombre confíe en mí tan completamente, piense en mí tan íntimamente… ¿tienes alguna idea de qué gran alegría es eso?”

Agarró el mango de su hacha con fuerza. Lágrimas carentes de tristeza gradualmente brotaron en sus ojos esmeraldas. El Gran Rey hizo una muesca en asco y sacudió su cabeza aún más fuerte. Cuando habló, su tono estaba exasperado.

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“Y eso es suficiente para que mueras por voluntad propia. Enfrentada con mil tropas, planeas desperdiciar tu vida.”

“En efecto, y con extrema satisfacción.”

“Eso es…una sorpresa. Tú… ¡no estás cuerda!”

Cuando miró los ardientes ojos de Hina, el Gran Rey se olvidó de sí misma y gritó. Sus seductores labios rojos se separaron, y su expresión fue superada con shock. Lanzó su mirada hacia el cielo y luego siguió hablando desconcertada.

“Te has vuelto loca.”

“Ohh. ¡No sabías, Gran Rey, ¡el amor es locura! ¡El día que conocí al Amo Kaito, mi amor por él comenzó a volverme loca!”

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Hina fuertemente hizo su declaración. Balanceo su hacha de nuevo, esta vez al costado. El aire se dividió, y una poderosa ráfaga sacudió a los soldados. El dobladillo del vestido de novia giró espléndidamente,

Su vestido y velo blancos como la nieve temblaron mientras gritaba.

“¡Ahora bien, demonios, vengan a enfrentarme! ¡Mi nombre es Hina! ¡Soy la eterna amante de mi amado Amo Kaito, su leal compañera, su soldado, su arma, su salida amorosa, su muñeca sexual—¡y su novia!”

Al escuchar la fuerte introducción, el Gran Rey cerró su abanico y luego o balanceo hacia abajo delante de ella sin decir nada.

“Muy bien—si eso es lo dices, entonces haré que pisoteen ese cuerpo tuyo.”

En el siguiente momento, una ola de subordinados y familiares cargaron contra la novia.

Sus incontables pisadas sacudieron la tierra, y Hina preparó su hacha de verdugo y asumió una postura baja. Cuando sus oponentes llegaron a su posición, dio una patada fuerte contra el suelo y se zambulló en sus filas. Balanceo su espada de lado, masacrándolos por sus estómagos. Familiares pisotearon las entrañas, sacaron espadas de las vainas en sus espaldas, y avanzaron. La batalla había comenzado. Sin embargo, el Gran Rey rápidamente perdió el interés.

En medio del clamor, se inclinó muy atrás en su trono. “Hmm… Me pregunto sobre qué era todo eso.”

El Gran Rey sofocó un bostezo mientras murmuraba indiferentemente. Después de todo, la muestra de coraje de la novia posiblemente no podía durar. Ni siquiera los autómatas podía funcionar por siempre. Dado el número de soldados que enfrentaba, la batalla estaba destinada a terminar en un momento. El Gran Rey se encogió de hombros mientras hacía que un subordinado le sirviera un trago.

Bajó la copa de oro llena de vino, elegantemente pasando el tiempo.

Un puñado de cabezas volaron delante de ella, acompañadas de fuentes de sangre. Sin embargo, difícilmente le importaba perder unas cuantas docenas de hombres. Envió una mirada somnolienta a la batalla desarrollándose ante ella.

“Está dando su todo, ¿no es así…?”

Sangre rociaba, cabezas salían volando, y torsos cortados caían al suelo. El vestido de novia se ondeaba. Todos al unísono, los subordinados y familiares le cayeron encima como una ola. Ella rompió su formación y los hizo retroceder.

Sin importar cuanto tiempo pasó, el sonido de su hoja cortando carne nunca cesó.

Sintiendo que algo estaba mal, el rostro del Gran Rey se endureció.

Algo parece estar mal, ¿no?

Algo imposible estaba pasando.

Antes de que lo hubiera notado, una montaña de cadáveres se había amontonado delante del Gran Rey. Un gran número de cadáveres había caído al suelo, y más vísceras se amontonaban sobre ellos. Otro grito resonó. La cabeza de otro subordinado salió volando. El hacha fuertemente salió disparada por el aire, librándose de la sangre mientras avanzaba.

Los ojos del Gran Rey se abrieron de par en par. La copa de oro se cayó de su mano. Viendo a la persona de pie sobre la montaña de cadáveres, su voz se filtró.

“Esto debe ser una broma…esa cachorra*—”

[Nt: “Whelp” según vi podría ser un insulto para referirse a alguien joven, y en sí es sólo usado para masculino, pero bueh.]

Ahí estaba una feroz Valquiria*, un ser que desafiaba toda lógica.

[Nt: Ser mitológico del nórdico antiguo, significa “la que elige a los caídos en batallas”.]

Su vestido de novia manchado de un ojo intenso, la novia estaba sosteniendo su hacha de verdugo preparada.

Su velo estaba empapado de carmesí, como si hubiera acabado de estar atrapada en una lluvia de sangre. La sangrienta novia golpeó a un subordinado acercándose fuerte en el pecho con el mango de su hacha, luego se giró a un lado, esquivó el ataque de un familiar con la gracia de una bailarina, se lanzó a sí misma desde el suelo de nuevo, y giró en un salto mortal hacia atrás. Su velo trazó un suave arco* por el aire.

Cuando aterrizó, levantó la hoja de su hacha y cortó uno de sus oponentes limpiamente en dos.

Viendo sus aterradores movimientos, el Gran Rey instintivamente agarró su abanico de pluma de cuervo.

Esa hacha… ¿Es uno de los dispositivos de tortura de Elisabeth? No, no es eso.

¿Qué es, entonces?

El filo del hacha de verdugo negra que Hina empuñaba estaba más allá de los límites de lo aceptable. Era como uno de los dispositivos de tortura convocados de Elisabeth. Pero Elisabeth debería haber estado en coma. No debería haber tenido la libertad requerida para hacer un arma y dársela al autómata. El Gran Rey estaba desconcertada.

Lo que incluso más le sorprendió fueron los movimientos de Hina. La manera en que se estaba moviendo para matar a sus oponentes había pasado hace tiempo el reino de la elegibilidad y trascendido hasta el punto de ser repulsiva.

No había ni el más mínimo hueco en las defensas de Hina. Mantenía la vigilancia en toda dirección, llevando al límite a todo su cuerpo con tal fuerza que los vasos sanguíneos en el cerebro de un humano probablemente habrían estallado a estas alturas. La velocidad a la cual respondía a los variados ataques normalmente habría sido impensable.

Con eficientes movimientos, cortaba las cabezas de sus enemigos, abría sus pechos, y a veces usaba sus cadáveres como escudos mientras asesinaba todo a su paso. La única cosa que se podía sentir de sus movimientos era una resolución absoluta de matar a sus oponentes.

Fue entonces que el Gran Rey recordó cierto hecho.

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“Di, Vlad. Tus muñecas estás bien hechas, pero ¿no son un poco sosas?”

Las palabras que ella misma le había dicho a Vlad una vez pasaron por sus oídos. Sus autómatas habían sido en general de alto funcionamiento, pero el rango de sus emociones estaba limitado. Había estado carentes de pasión, y sus movimientos generalmente caían en patrones. Como resultado, no podían ser usadas como nada más que peones expiatorios.

A veces, la determinación, los impulsos, y las emociones fuertes—tanto negativas como positivas—podían concederles a las personas cantidades inusuales de poder. El Gran Rey recordó a un hombre que, a pesar de ser un humano ordinario, había sido capaz de derribar a cinco subordinados cuando estaba defendiendo a su hijo. Si fuera a asumir que esa autómata, cuyas habilidades estaban más allá de las de los humanos, poseía emociones de igual—o quizás aún más grande—intensidad…

¿Podría el amor…provocar tal—?

Lo que había nacido no podría ser considerado nada tan vulgar como una novia. Ella era simple y llanamente un monstruo.

“¡Puedo hacer esto tooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooodo el día!”

Mientras aullaba, Hina usó una pierna como punto de apoyo para girar y masacrar a varios subordinados más a la vez. Las tripas salieron volando de sus estómagos y le mancharon el rostro. Mientras violentamente escupía violentamente la carne que había aterrizado en su boca, agarró firme su hacha de verdugo y perforó el pulmón del subordinado que recién se había lanzado contra ella. Manteniendo su postura, se lanzó hacia delante. Atravesó a sus oponentes, pulverizó sus huesos, y luego los pateó al costado mientras gritaba.

“¡Envíen todos los que quieran! ¡Mi amor es inquebrantable!” El Gran Rey se estremeció ante el impetuoso timbre de su voz.

A pesar de su situación abrumadoramente desesperada, la novia realmente tenía intención de ganar.

Por el bien de su amado, por su solamente su novio, tenía intención de matar a todos y cada uno de sus mil oponentes.

¿Cómo puede ser esto? ¿Cómo puede ser que yo sienta miedo?

Darse cuenta de ese hecho llenó al Gran Rey de humillación.

En ese momento, sintió como si pudiera escuchar el sonido de la risa de Vlad timbrando en sus oídos. Había sido el tipo de hombre que disfrutaba desarrollos extraños como este. Sin embargo, el Gran Rey decididamente no lo era. Era una mujer que sólo tenía afecto por ella misma. No tenía ninguna pasión por giros de los acontecimientos inesperados.

¡Te maldigo, Vlad! ¡Todo esto es tu culpa por idear tan irritante creación!

El Gran Rey se puso de pie. Todavía había algunos subordinados y familiares restantes, pero no podía dejarle esto a ellos. Resignadamente cerró su abanico de plumas de cuervo y luego lo balanceo hacia abajo como si llevara a cabo una ejecución.

Desde encima de su palanquín, le dio órdenes a los dos que había estado manteniendo en reserva.

“Marqué, Gran Marqués—avancen.”

El cilindro negro de un hombre asintió lentamente con la cabeza. Mientras lo hacía, la puerta de la pajarera* se abrió, y el Marqués salió revolcándose. Soltó chillidos estridentes.

[Nt: No sé el nombre de la pajarera, es “rolling birdcage”.]

“¡Maldita seas, perra, puta-ta-ta, oh sí, Su Majestad, ¡de inmediaaaaaaaaaaaaaato!”

El Gran Rey apretó sus dientes. Mientras el Marqués estaba bajo su fuerte control, era más o menos incapaz de usar sus habilidades de control mental. Pero si aflojaba su aflojaba su correa sobre él, incluso solo un poco, las posibilidades eran altas de que inmediatamente se volvería contra ella.

De todas formas, dudo que mi control mental tendría mucho efecto en una autómata.

Habiendo llegado a esa conclusión, el Gran Rey dejó intacto su lavado de cerebros mientras enviaba a los dos tras la novia.

El Gran Marqués ascendió alegremente en el aire, alzándose sobre las filas de los subordinados y familiares. Abrió ampliamente su pico de cuervo y luego lanzó llamas negras de él, atrapando a sus subordinados en las llamas también.

“—¡Hiyah!”

En un abrir y cerrar de ojos, Hina levantó su hacha de verdugo en el aire tan alto en el aire como iría y luego la bajó sobre la tierra. El suelo se hinchó en cualquier parte que pasó la onda sísmica, arrojando los cadáveres de sus oponentes alto en el aire. Los cadáveres formaron una barrera y tomó las llamas humeantes de frente. Por un segundo, la masa carbonizada de ceniza negra bloqueó la visión del Gran Marqués. Cortándolo en dos verticalmente, la novia se lanzó hacia delante.

Debajo de su velo manchado de sangre, sus ojos brillaban con una luz bestial. Con un feroz grito de batalla, apuntó un corte diagonal al Gran Marqués.

“¡Ahora te tengo—!”

“Cierto, si tu oponente fuera solo el Gran Marqués, podrías haber sido capaz de asestar un golpe.”

El Gran Rey dijo dulcemente. Cuando lo hizo, una sombra negra apareció debajo de Hina.

El Marqués, que había estado reptando por el suelo en agonía, golpeó sus extremidades contra la tierra. Saltó en el aire como un grillo, con poder y fuerza que ningún humano habría sido capaz de reunir.

Hina estaba levantando su hacha en alto, y él se lanzó a su indefenso estómago como una bala.

Tomó el golpe directamente, y su cuerpo se dobló en un ángulo agudo. “—Gah—!”

Hina salió volando en la distancia y luego chocó contra el suelo. Mientras rodaba, luchó para ponerse de pie. Sin embargo, el Marqués había aterrizado y estaba corriendo a su lado. Extendió su mano para agarrarla, y una vez que la agarró, le rompió sus brazos.

Engranajes y aceite salieron disparados de su hermosa piel blanca. “¡Ah, gah, arghhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!”

Había sido creada con demasiada delicadeza, y el hecho de que poseía una sensación del dolor era contraproducente.


Su cuerpo se sacudió repetidamente, y sus ojos esmeraldas giraron hacia atrás en su cabeza. El Gran Marqués flotaba junto a ella. Justo antes de que pudiera exhalar fuego hacia ella, el Gran Rey gritó desde detrás de él.

“Alto. Me he interesado en esa niña. Nunca he visto a una de las autómatas de Vlad presentar tal exhibición. La quiero…pero al mismo tiempo, uno nunca puede ser demasiado cuidadoso. Quema sólo sus extremidades.”

El Gran Marqués asintió y luego soltó una llama controlada. Cuidadosamente quemó las hermosas extremidades de Hina a cenizas. Donde su puño había estado, sólo quedaba el hacha de verdugo.

Apretando sus dientes y tratando desesperadamente de suprimir sus gritos, Hina miró agresivamente al Gran Marqués. La animosidad ardiendo en sus ojos esmeralda era intachable. Sin embargo, literalmente no tenía pierna sobre la que pararse.

El Gran Rey la miró fijamente, y finalmente la paciencia regresó a la sonrisa del Gran Rey.

“Veo que finalmente te has calmado. Eres alguien bastante obstinada, pero ciertamente nadie podría acusarte de ser aburrida, joven muchachita autómata.”

“…”

“Ahora bien, una vez haya asesinado a Elisabeth, ¿qué hacer contigo? En primer lugar, tendré que echarles un buen y largo vistazo a esos engranajes tuyos. Entonces una vez que haya terminado mi análisis, quizás te dejaré sin brazos y piernas y simplemente te colgaré en la pared así. Tu boca y tus partes inferiores todavía deberían funcionar, así que estoy segura de que esos que vengan a mi tienda estarán complacidos contigo.”

Una grácil sonrisa encontró su camino al rostro del Gran Rey, y cubrió su boca con su abanico mientras hacía comentarios vulgares. Mientras lo hacía, Hina resopló y se río de ella.

“Ha, qué cerda. No eres diferente a la gente que venía a visitar a Vlad. Ahora, una vez más, te lo declararé. Convertirme en la novia de ese hombre…me hizo feliz desde el fondo de mi corazón.”

“Santo Cielo, todavía tratando de tener la última palabra incluso en ese estado tuyo. Qué adorable.”

El Gran Rey habló magnánimamente. Mientras lo hacía, Hina escupió algo.

Era un pequeño colmillo de animal, y encajó con fuera en un agujero abierto en el mango de la alabarda.

En el momento siguiente, Hina saltó con solo su torso. Su velo nupcial, el cual había sobrevivido al fuego, ondeó, y engranajes salieron dando vueltas de ella. Mientras lo hacía, el mando del hacha giró desde el punto donde el colmillo se había clavado.

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La hoja del hacha curvada salió de su lugar y voló en el aire.

Hina la agarró del reverso con sus dientes y luego la balanceo con nada más que la fuerza de sus dientes.

“¿Hwah?”

Con ella, atravesó el cuello del Marqués limpiamente.

Su cabeza giró por el aire y luego aterrizó en el suelo con un thump. Sus ojos miraron de izquierda a derecha, como si intentara darle sentido darle sentido a una mala broma. No parecía entender la situación todavía.

Después de un breve tiempo, sin embargo, la boca del Marqués se aflojó y dejó de moverse completamente. Su cabeza y cuerpo se desplomaron, transformándose en plumas negras.

“…Oh… ¿mi?”

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Incapaz de seguirlo, el Gran Rey soltó una voz atípicamente tonta. Sin embargo, al mismo tiempo, su lado racional estaba precisamente analizando la situación.

Debido al lavado de cerebro, sin duda.

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Las fuertes ataduras que había colocado sobre los dos habían resultado contraproducentes. Por qué se les había ordenado “quemar sólo sus extremidades.” el Marqués no había sido capaz de responder al ataque de Hina lo suficientemente rápido. Aun así…

“¿Un autómata…mató…un demonio?”

El Gran Rey murmuró, horrorizada. La realidad se había apartado demasiado de sus expectativas.

El Marqués había sido débil, era cierto. Aun así, este era un contratiempo inaceptable, al nivel de un conejo matando a un león o un sirviente derrotando a un rey. Era algo que alguien como ella, que estaba muy por encima de lo demás, absolutamente no podía permitir.

El Gran Rey puso fuerza en la mano en que estaba agarrando su abanico de plumas de cuervo. Su abanico favorito crujió y luego ruidosamente se rompió. Habiendo finalmente abandonado su elegancia, las venas en su frente palpitaron mientras gritaba, “¡Mátala!

¡Mátala, mátala, mátala! ¡No se le puede permitir a esta chica vivir más tiempo! ¡Quémala a nada! ¡Ni siquiera dejes ceniza!”

Escuchando sus gritos goteando con sed de sangre al descubierto, el Gran Marqués asintió profundamente. Abrió la boca de su máscara de cuervo. Viendo el fuego del infierno arremolinarse dentro de sus fauces, Hina bajó su cabeza y murmuró en voz baja.

“Amo Kaito… Aunque la muerte nos separe, siempre seré tuya. Creo que yo, también, tengo un alma…y estará esperándote.”

Un estallido de llama se disparó hacia delante, la más grande hasta ahora. La violenta masa de muerte negra se le vino encima a Hina.

Mientras lo hacía, una sonrisa llena de amor y afecto se extendió por su rostro. “Te lo suplico, no me sigas demasiado rápido.”

En ese momento, la novia estaba susurrando como si rezara, apunto de ser quemada hasta la muerte.

Muy lejos, arriba en el castillo, el novio observaba todo.

Mil cadenas estaban clavadas en su cuerpo. Estaba suspendido en el aire como una presa atascada en una telaraña.

Cierta fórmula mágica estaba escrita en el suelo debajo de sus pies. Si alguien con conocimiento de magia hubiera visto la inscripción, sin duda habría abierto sus ojos de par en par por reflejo en shock.

El hacha que Hina había estado usando estaba conectada al garabato arcano. Kaito lo había basado en los dispositivos de tortura de Elisabeth y lo había creado con la ayuda del Káiser. La fórmula transfería todo el dolor que la hoja recibía a las cadenas y luego directamente al cuerpo de Kaito.

Los demonios encontraban poco placer en el dolor de subordinados y familiares.

Para poder dárselo al Káiser en la forma de “dolor humano,” Kaito tenía que volver experimentar todo el sufrimiento reunido él mismo.

El hombre joven, que había acabado de experimentar la agonía de la muerte de miles, que hace poco tenía sus nervios achicharrado, y que había acabado de morir incontables veces y fue revivido por igual, susurró.

“¿Puedo ir ahora? A este paso, mi novia va a morir.” “Oh sí—esto debería ser suficiente, demente.”

Al siguiente momento, las llamas negras intentando sepultar a Hina fueron devoradas por sombras.

Todos los presentes abrieron sus ojos ampliamente. Al mismo tiempo, plumas negras y pétalos de flor cerúleos comenzaron a descender del cielo. Bailaron sobre el campo de batalla, como si celebraran algo.

El hermoso color y la siniestra sombra se fusionaron sobre el suelo empapado de sangre. “¿Qué…es—?”

Los ojos del Gran Rey eran como platos llanos cuando contemplaron a la última persona que ella alguna vez habría esperado.

Un demente empapado en sangre había aparecido.

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La tela negro azabache hecha por magia que adornaba su cuerpo se agitó en el viento. El esbelto traje traía a la mente un uniforme militar, y estaba adornado con tela rojo intenso y parcialmente ensanchado en un largo abrigo. Su dobladillo se movió rápidamente.

La figura guardaba un parecido con Vlad, pero daba menos la impresión de un noble y más la de un oficial militar. Pisoteando las plumas negras y pétalos cerúleos, habló.

“Lamento la tardanza, Hina.”

Kaito murmuró en voz suave, una no correspondiente a la situación. Entonces el novio tomó su lugar junto a su novia.

Isekai Goumon Hime Volumen 2 Capitulo 6 Novela Ligera

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