Isekai Goumon Hime (NL)

Volumen 2

Capitulo 3: Batalla Por La Costa

Parte 1

 

 

La salada brisa marina se mezcló con el aroma de algo podrido.

El pueblo, construido dentro de una ensenada*, se extendía como un abanico con su espalda a las montañas. Sus muros de yeso se erigían para no dejar pasar la brisa marina y las tejas hechas de barro no esmaltado iluminaban al pueblo con magníficos tonos de naranja y blanco.

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[Nt: Es un accidente geográfico costero. Las ciencias de la Tierra generalmente utilizan este término para describir una entrada de agua circular o redondeada con una boca estrecha.]

A medida que uno se alejaba de la costa y se acercaba a las montañas, el paisaje urbano seguía una pendiente natural y subía en altitud. En el pico de sus cientos de escaleras de patas de perro, una sucursal de la Iglesia le había hecho la vista gorda al resplandeciente mar azul y todo su esplendor. Sin embargo, el edificio, el cual estaba adornado con una estatua de un santo al revés derramando lágrimas de sangre, ahora estaba trágicamente demolido debajo de una enorme flor.

Jugosos pétalos como lengua derramando moco que sobresalía de la flor. En los extremos de sus tallos espinosos, alarmantes raíces de color carne que se parecían a genitales humanos se extendían hacia afuera. Las semillas se arrastraban por el pueblo, aplastando los edificios a medida que se envolvían todo a su paso. Incontables cadáveres estaban esparcidos por las calles y en lo alto de las escaleras. Extrañamente, todos sus abdómenes estaban aplastados, como unas cuantas bolsas de cuero desinfladas. Hombres y mujeres por igual tenían las secuelas de la angustia prolongada grabadas en sus rostros.

Habían sido atravesados por las raíces y tenían sus órganos succionados por la fuerza. “Esto es…horrible…”

Mientras susurraba en horror, siguió las raíces con su mirada. Justo antes de que hubieran llegado al mar, su crecimiento se había detenido.





La enorme flor había estado evitando el mar, el cual estaba teñido de rojo. El, también, estaba contaminado.

El agua de mar teñido estaba haciendo espuma violentamente. Las playas y embarcaderos estaban cubiertos de pilas de algas disueltas y pescados muertos. En el mar, los cadáveres de ballenas y delfines con vientres hinchados también eran visibles.

Abandonados por sus pasajeros, botes pequeños que pertenecían a los ancianos locales y los grandes barcos comerciales por igual se estaban degradando a velocidades anormales.

Su carga se había desbordado por los pantoques* rotos y estaba flotando entre los cadáveres.

[Nt: Parte casi plana del casco de un barco, que forma el fondo junto a la quilla.]

Y en medio de ese terrible espectáculo el difuso contorno de una enorme isla había aparecido.

Tras una inspección más detallada, estaba palpitando.

La isla era, de hecho, una medusa color carne lo suficientemente grande para ser confundida por tierra. Era como si el propio mar hubiera desarrollado un tumor que chorreaba pus y se podría.

Tanto la flor como la medusa, hechas para crecer sin tener en cuenta sus límites naturales, se estaban derrumbando. Eran demasiado grandes para tener una buena vista, así que era imposible confirmar si tenían o no agujas en la parte posterior de sus cuellos. Sin embargo, era claro ver que habían sido incapaces de mantener sus egos.

Usando las runas mágicas que habían recibido de la Iglesia, tres de ellos se habían teletransportado al fondo de una de las escaleras que conectaban la ensenada a las montañas, ya que teletransportarse directamente a la aplastada sucursal de la Iglesia no era una opción. Desde esa perspectiva ventajosa, la serie de desastrosas escenas estaba justo ante sus ojos.

Su cabello negro volando en la húmeda brisa marina, Elisabeth puso presión en su cabeza.

“…Ah, qué dolor de cabeza. Parece que ambos están siendo controlados. Qué pareja tan lamentable son, cediendo a ella tan fácilmente. De todas las situaciones posibles que anticipe, es fácilmente la peor de toda.”

“¿Estás bien, Lady Elisabeth?”

“La exasperación hará poco para mejorar nuestra suerte, supongo… La flor es el Gran Conde, y la medusa es el Gran Duque. Los derribaremos comenzando con el más débil de los dos y antes de que puedan escupir sus corazones.”

“Sí, ma’am.”

Inclinándose profundamente, Hina ajustó su agarre en su alabarda. Kaito silenciosamente volvió a revisar los cadáveres esparcidos por todo el pueblo. Mientras lo hacía, vio una figura moviéndose.

“… ¡Un sobreviviente!”

Sus ojos bien abiertos con anticipación, Kaito rápidamente se dio cuenta de que había estado equivocado.

Era un soldado grotesco, un sirviente de los demonios, su cabeza ahora transformada en una flor. La criatura estaba pisando cadáveres y trepando sobre las raíces en busca de algo.

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Mientras Kaito se preguntaba qué estaba buscando, la respuesta a esa pregunta se hizo clara cuando un grito resonó de alguna parte.

Aunque se les había dicho que la Iglesia había reunido a los sobrevivientes y usado los círculos de teletransportación para evacuarlos, al parecer no todo el mundo había logrado salir. El subordinado estaba rastreándolos y matándolos en silencio.

Ahora que lo pienso, eso tiene total sentido. Con la calamidad cayendo sobre ellos tan de repente, por supuesto que no lograron sacar a todos tan rápido. ¡Mierda!

Chasqueando su lengua silenciosamente, Kaito le dijo en voz alta a Elisabeth.

“Elisabeth, hay subordinados merodeando alrededor. Tenemos que salvar a los sobrevivientes.”

“El campo de batalla no tolerará tal naïveté*. Es mejor pasar por alto las víctimas—o eso me gustaría decir, pero al Iglesia tendría mi pellejo. ‘Haz algo bueno por el mundo,’ o eso me dijeron…pero no tengo los recursos. Kaito, tú lidia con ello.”

[Nt: Ingenuidad.] “Espera, ¿yo?”

“No te preocupes, te daré esto.”

Elisabeth chasqueó sus dedos. Una espada con rubíes en espiral alrededor de su hoja cayó de la nada. Era la herramienta mágica que habían encontrado en el castillo de Vlad. Kaito rápidamente la levantó.

Kaito miró la espada tan fina como una aguja con desconcierto. Impasible ante su reacción, Elisabeth siguió hablando.

“Posees un cuerpo de golem, una creación de primera categoría de mi propia producción. Tu control de la magia superó mis expectativas, así que tienes varias herramientas a tu disposición. Pelea. Por lo que puedo decir, es lo que deseas, ¿sí?”

“Sí, tienes razón. Lo haré… No puedo simplemente sentarme y observarlas todo el tiempo.”

“Hina, tu tarea es…muy bien. Lo permitiré. Puedes quedarte al lado de Kaito. La idea de estar junto a alguien cuya expresión ha sobrepasado la ansiedad y comenzado a volverse tan feroz como la tuya me asusta, así que me abstendré de hacerlo.”

Mirando el rostro de Hina mientras hablaba, Elisabeth suspiró pesadamente.

Hina, quien había parecido tan en conflicto que parecía estar al borde de apuñalarse a sí misma o a Elisabeth, frenéticamente borró la angustia de su rostro. Cuando se inclinó ante Elisabeth, planteó una pregunta.

“Escuchar esas palabras me llena de gratitud. Es mi más grande deseo quedarme al lado de mi amado y protegerlo… Sin embargo, um, Lady Elisabeth, ¿tú qué—?”

“Ha, no desestimes a la Torture Princess. Mi poder actual es más que suficiente para aplastar a Gran Duque como a una hormiga.”

Elisabeth se mofó. Kaito y Hina, apunto de expresar su preocupación, mantuvieron sus bocas cerradas. La Torture Princess no estaba aparentando. Su expresión hizo eso mucho más claro.

Elisabeth tenía una sonrisa que era tanto feroz como cruel.

“Ahora entonces, partamos—chillarán como cerdos acuartelados y se retorcerán como orugas atascadas.”

Oscuridad y pétalos de flor se arremolinaron, y Elisabeth agarró la Executioner’s Sword of Frankenthal.

Luego subió las escaleras con largos saltos y brincos.

Llegó a una raíz cercana y saltó sobre ella. Luego de repente comenzó a correr con valentía hacia el cuerpo principal de la flor, permaneciendo sobre la raíz mientras lo hacía. Era como si estuviera corriendo sobre el brazo de su enemigo como una muestra de su poder. La raíz tembló cuando se elevó en el aire. Antes de que pudiera llegar a venirse abajo, sin embargo, Elisabeth gritó.

“¡Nail Gun*!”

[Nt: Pistola de Clavos.]

Oscuridad y pétalos de flor carmesí corrieron por la cima de la raíz en una espiral. Luego un ruido sordo sonó en sucesión.

Clavos oxidados aparecieron del aire y clavaron la raíz en la carretera y los edificios. Parecía que habían atravesado un conjunto de genitales humanos.

Estremeciéndose de dolor, la flor comenzó a soltar mucosidad espumosa desde el fondo de sus sépalos. Kaito frunció el ceño por reflejo. Pisando sin piedad las cabezas de los calvos, Elisabeth corría como un meteoro de obsidiana.

Kaito se quedó mirándola, fascinado. Sin embargo, Hina lo llamó, y regresó a sus sentidos.

“Amo Kaito, debemos irnos también. Ten cuidado de no apartarte de mi lado.” “Oh sí, de acuerdo. Vamos.”

Asintiendo, Kaito arrancó a correr. Los subieron corriendo las escaleras, dirigiéndose hacia la dirección de la que habían escuchado venir los gritos. El pueblo, envuelto como estaba en raíces, parecía una ruina que no había sido habitado en un milenio. El hecho de que las señales de vida se podían ver claramente hacía que la escena se sintiera aún más espeluznante.

Mientras seguían por el camino principal y pasaban por una ventana en mirador llena de plantas de interior bien mantenidas, los dos descubrieron un subordinado. El subordinado, que estaba llevando una coraza escamosa hecha de hojas, lentamente se giró para mirarlos.

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Mientras parpadeaba sus ojos ampliados, sus últimos restos del humano que una vez había sido, Hina balanceó su alabarda rápidamente.


“¡Hiyah!”

Su puntería certera, cortó su cabeza floral. Sin embargo, incluso mientras se tambaleaba, estiró su brazo hacia Hina.

Quizás porque carecía de cerebro o médula espinal, perder su cabeza no había resultado fatal.

“¡No seas descarado atrevido conmigo!”

Con una mordaz reprimenda, Hina cortó el brazo que se acercaba a ella. Quizás sintiendo la diferencia en su poder, el subordinado estiró su otro brazo y extendió una cepa espinosa hacia Kaito.

Hina inmediatamente hizo girar su alabarda. Sin embargo, Kaito la detuvo con una mirada. Luego mantuvo su espada lista, como para bloquear el brazo del subordinado.

Cálmate y actúa racionalmente. Si no puedo lidiar con algo de este nivel, nunca dejaré de ser equipaje.

Justo antes de que la hiedra pudiera enroscarse alrededor de su espada, Kaito concentró sus sentidos en la herida en su palma y luego gritó.

“¡La (burn)!”

Una llamarada deslumbrante estalló. La llama mágica giró en una espiral amenazante, aferrándose a la hiedra y devorándola. Su brazo en llamas, el subordinado soltó un grito de angustia.

Ver los cadáveres cubriendo el pueblo en realidad había calmado a Kaito debito a sus íntimas experiencias en vida que involucraban odiar y enojarse por situaciones horribles. Sin embargo, su tensión física era otro asunto. Habiendo visto que su magia funcionó, soltó un suspiro de alivio. Su temblorosa mano finalmente se calmó.

Esa es Elisabeth para ti, siempre alerta. El arma en llamas parece que será efectiva contra estos tipos.

El subordinado se arrancó su brazo en llamas y comenzó a huir con una torpe marcha. Kaito decidió seguirlo. De repente, sin embargo, se dio la vuelta, agitando su brazo cuando su cuerpo estalló en llamas y cargó hacia Kaito.

“¡Gah!”

Parecía que Kaito estaba a punto de pagar por su descuido. Un segundo después, sin embargo, un ruido estruendoso resonó y el subordinado fue lanzado hacia el lado. Después de parpadear unas veces, Kaito finalmente se dio cuenta de lo que había acabado de pasar.

Hina había masacrado al subordinado con el lado opuesto de su alabarda, y se había ido volando y se estrelló contra el muro de un edificio. El fuego se había apagado en gran parte en el impacto, pero el subordinado estaba retorciéndose y convulsionando, sin embargo.

Ataques despiadados estaba diluviando sobre él.

“¡Incluso! ¡Si! ¡Amo! ¡Kaito! ¡Mismo! ¡Lo! ¡Deseara! ¡Sé! ¡Que! ¡Ser! ¡Golpeado! ¡Hasta! ¡La!

¡Muerte! ¡Es! ¡Un! ¡Castigo! ¡Ligero! ¡Para! ¡Tu! ¡Grosería!”

Con la expresión de una ogra, Hina gritó mientras golpeaba al subordinado entre cada palabra. Sus ataques estaban concentrados en su pecho, y su cuerpo de vegetal fue casi reducido a carne molida. Su mirada era gélida, y después de que había confirmado su muerte, dio una ligera inclinación de cabeza.

“…Y quédate muerto, basura.”

Su voz frígida, se giró hacia Kaito. Cuando lo hizo, su expresión hizo un giro completo de 180 Exhaló reverentemente, una brillante sonrisa flotando en su rostro mientras emparedaba su alabarda entre sus abundantes pechos y se abrazaba a sí misma fuertemente.

“¡Espléndido trabajo, Amo Kaito! ¡Dada tu habilidad, nadie sospecharía que esta es tu primera batalla desde que comenzaste a aprender magia! ¡No esperaría nada menos de mi amado! ¡Qué adorable eres, qué valiente, qué genial, cómo deseo abrazarte!”

“¿Gra-Gracias? Aunque estoy bastante seguro de que fuiste la única que hizo algo impresionante aquí. Por así decirlo, en serio.”

“Oh mí, no, ese no fue el caso en absoluto. Qué humilde eres. Pero, aunque estas criaturas son subordinados, su resistencia no es nada de lo que burlarse… Esta basura es bastante problemática. De aquí en adelante, sería mejor aplastarlos que cortarlos.”

Entonces escucharon un grito. Kaito y Hina levantaron la vista con sobresalto y luego asintieron con la cabeza el uno al otro y salieron corriendo.

Corrieron por algunas residencias y un área cerca a la pared de roca al oeste donde los locales vendían pescado en carritos* antes de llegar a un grupo de edificios de edificación gruesa y robusta.

[Nt: Como los de helado uwu.]

Una voz fue audible desde el interior de una puerta abierta hacia el este. “¡Ahí!”

Cuando cargó hacia adentro, Kaito presenció el Infierno.

¿Qué pasaría si ataras los labios de alguien junto a un alambre de púas y luego tiraras de ellos hasta que alcanzaran su límite?

¿Qué pasaría si metieras tentáculos en el abdomen de alguien mientras estuviera aún con vida y luego lo agitaras alrededor?

¿Qué pasaría si estrujaras el cuerpo de alguien hasta que sus huesos se rompieran y vomitara todos sus órganos?

Dentro de ese edifico, todas esas preguntas habían sido minuciosamente completadas.

Los dos subordinados habían masacrado la familia desapasionadamente, como si solo fuera otro día en el trabajo.

Los restos del abuelo, el padre, y la madre estaban pegados al suelo embaldosado. Daba la impresión de que habían sido asesinados en ese orden. La habitación era más o menos grande, y junto a la pared, arpones, equipo de pesca, botes, y redes viejas estaban alineadas en robustos estantes de madera. Entre ellos, frascos de conservas coloridas y sacos de aspecto pesado estaban apiñados juntos.

Al parecer, este edificio era un almacén. Basado en el hecho de que no tenía ventanas, la familia dentro debe haber pasado por alto la orden de evacuación de la Iglesia y había sido descubierta por los subordinados.

Eso había resultado en el espantoso espectáculo ante Kaito. Sin embargo, todavía había sobrevivientes escondidos entre los frascos de pepinillos.

Los sobrevivientes eran un par de niños. Un niño y una chica con mejillas sonrojadas estaban acurrucados.

Habiendo acabado de terminar de aplastar la carne, los subordinados no habían notado a Kaito y Hina aún.

Los subordinados pisotearon los restos de la madre—más concretamente, su estómago, el cual estaba colgado de su boca como un pez sacado de aguas profundas—y se estiraron su brazo hacia los niños.

El niño estaba en shock, y se quedó quito. Su tobillo estaba colgando del escondite, y la hiedra estaba a punto envolverlo. Justo antes de que pudiera, sin embargo, el cuerpo del chico jalado al espacio entre frasco y un estante. La niña estaba tirando del brazo del chico e intentando forzarlo a moverse.

Probablemente era su hermana mayor. Levantó ambos brazos para intentar ocultarlo y luego miró al subordinado. Sin embargo, la fachada valiente que puso se desvaneció pronto, como la llama de una vela. Su rostro se arrugó, y soltó un gemido bestial. Aun así, sin embargo, nunca dejó de defender al chico.

Había algo en sus ojos, algo que superaba el amor familiar y la resolución de una hermana. De repente, un recuerdo particular pasó por la mente de Kaito.

Hubo una vez en que un chico con cabello rojo se había sacrificado para empujar a Kaito fuera del peligro. Murmurando una pequeña maldición, ese chico tenía una sonrisa que parecía que estaba a punto de estallar en lágrimas antes de ser alejado por la serpiente.

Luego fue comido vivo.

Aunque no había querido morir, el chico había deseado la felicidad de Kaito e instintivamente lo protegió.

…Neue.

Desde que había sobrevivido a eso, ni un solo día había pasado sin que Kaito recordara ese nombre.

Antes de que lo notara, había atravesado al subordinado por la espalda.

Kaito hundió toda la hoja, junto a los rubíes de aspecto frágil que la adornaban, profundamente en el subordinado. El subordinado, perplejo, se dio la vuelta.

Cuando sus ojos se encontraron, Kaito le sonrió.

La (burn to death).”

[Nt: “Arde hasta la muerte”, más o menos.]

Cuando escupió esa palabra, su maná se estalló. La espada estalló en llamas dentro del cuerpo del subordinado.

El subordinado soltó un incomprensible grito e intentó golpear. Luego se convirtió en carbón desde el interior hacia afuera.

Kaito, sin bajar su guardia ni un momento, soltó una segunda y tercera ráfaga de fuego antes de liberar su espada. El subordinado restante frenéticamente extendió la hiedra hacia él.

Entonces Hina aterrizó detrás de él.

“¡Hiyah!”

Después de recibir su patada de dos piernas, el subordinado chocó de cabeza contra un estante. Un frasco de pescado encurtido en aceite cayó y se hizo añicos. El estante se balanceó y luego cayó sobre el subordinado.

Sin perder su oportunidad, Hina levantó su alabarda y la mantuvo en lo alto. La empuñó como un ablandador de carne, bajándola encima del estante y golpeando al subordinado una y otro y otra vez.

Con cada fuerte y rítmico golpe, él estate se hacía más y más plano. Un líquido verde y pestilente se dispersó, mezclados con el aceite y el vinagre.

Cuando el estante destrozado estuvo tan cerca al suelo como podría, Hina lo pisoteó con un pie antes de bufar bajo.

Kaito, también, pateó el subordinado carbonizado en el estómago. Como un mal chiste, cayó en pedazos y se desmoronó al suelo. Su ira se calmó momentáneamente, Kaito se dio cuenta que estaba temblando.

“¿Qu-Qué está…pasándome?”

El subordinado estaba muerto. No había nada más a lo que temer. Kaito, intentando suprimir su temblor con lógica, se arrodilló sobre una rodilla. Intentando desesperadamente simular compostura, llamó a la chica estupefacta.

“¿Estás…estás bien? ¿Estás herida en algún lugar?” “…Pa…i…

“¿Huh?”

Una voz sorda se filtró de la boca de la chica, y Kaito respondió sin cuidado. Su instigación actuando como un gatillo, la chica de repente abrió su boca.

Su garganta sonó un poco mientras un grito sincero brotaba. “Pa…pi… Mami… Abue… No, no, nonono, ¡nooooooooooooooooooo!

¡Nooooooooooooooooooooooooooo!

“Sí…cierto… Lo siento. No llegamos a tiempo, ¿no es así?”

Como si Kaito, también, fuera un enemigo, la chica lo atacó y siguió gritando como un animal herido.

Dándose cuenta de que dejar que esto siguiera la pondría en peligro—podría morder su lengua o tener convulsiones—Kaito inmediatamente metió su mano en su boca.

Sus ojos se abrieron de par en par cuando mordió sus dedos. “¡…!”

Hina estaba a punto de hacer un movimiento, pero Kaito la refrenó con una mirada. Kaito estaba demasiado familiarizado con la desesperación que acompaña eventos que no se pueden deshacer; en su caso, había sido su propia muerte prematura. Así que frotó su espalda y pacientemente decía lo mismo una y otra vez.

“Cálmate; estás bien. Vas a estar bien, así que necesito que te calmes.”

De repente, el cuerpo de la chica se volvió débil. Sin embargo, no era porque se había calmado. Parecía que su espíritu simplemente había sido herido demasiado fuerte y se había vuelto flojo.

Aun así, ya no tenían que preocuparse de que entrara en pánico. Kaito sacó sus dedos ensangrentados y cubiertos de saliva de su boca, los limpió con su camisa, y luego le extendió una mano al niño.

Los ojos del niño estaban muertos, pero aun así retrocedió y apretó la mano húmeda de Kaito. Kaito dio un pequeño asentimiento.

Si aún podía sujetar las manos ofrecidas, probablemente estaba bien.

Levantando la chica y sosteniendo la mano del niño, Kaito se puso de pie. Cerró sus ojos y luego sacudió su cabeza.

“Sí, no hay otra manera… Estoy seguro que puedo manejarlo. Definitivamente. Estaré bien.”

Murmurando ambiguamente mientras pensaba, Kaito abrió sus ojos. Asintiendo una vez más, habló en una voz llena de determinación, completamente diferente a la que había acabado de usar.

“Hina, necesito que te lleves a estos dos al círculo de teletransportación, el que va al castillo, y luego regreses una vez que te hayas asegurado que están a salvo.”

“¿Qu…? ¡Dices eso, pero eso requerirá mucho tiempo! ¡Estarás en peligro!”

“No puedo activar el círculo por mi cuenta. Estarán en peligro si los llevamos con nosotros mientras peleamos o si los dejamos aquí mientras peleamos…y el tiempo es demasiado precioso para que ambos los llevemos. Por favor.”

“…Esa ciertamente es una decisión rebosante de piedad hacia estos hermanos, así como hacia la gente de este pueblo. Sin embargo, para mí, tu seguridad es lo má—”

“Mi cuerpo es inmortal. Siempre y cuando tenga cuidado de no perder demasiada sangre, mi alma no desaparecerá. Sin importar lo mucho que me llegue a doler, seré capaz de sobrevivir. Por favor. No quiero ver a nadie más morir como lo hizo Neue.”

Kaito se inclinó profundamente. Cuando las cosas eran pacíficas, la había puesto al corriente sobre Neue, poco a poco. Le había dicho que la única razón por la que seguía con vida era gracias a que un chico se había sacrificado para salvarlo.

Hina contuvo bruscamente su aliento como si hubiera sido golpeada.

El sentido de justicia de Kaito no estaba particularmente en el lado fuerte. Él y el sacrificio no estaban en la misma oración. Y él sabía que él no tenía la fuerza para respaldar sus palabras. Sin embargo, aunque tuviera que ponerse en peligro, había algunas cosas que nunca quería ver de nuevo.

Nunca quería ver a alguien sacrificarse así de nuevo.

Sí…así es. No sé cuántas veces más pueda soportar eso.

Y con ese fin, tenía que hacer lo que sea que pudiera. Su rostro todavía apuntando hacia el suelo, le hizo su solicitud a Hina.

“¿Podrías pensar en esos niños como si fuera mi vida por mí?”

“Por favor, Amo Kaito, levanta tu cabeza. He estado siendo sumamente grosera.”

Inmediatamente, Hina se arrodilló. No habiendo esperado esa respuesta, Kaito se puso nervioso. Cuando ella lo hizo, se inclinó aún más profundamente antes de hablar elocuentemente.

“Fallé en considerar tu resolución y, al hacerlo, hice que bajaras tu cabeza… He sido indiscreta y oh tan grosera. Más tarde, dictaré el castigo por mi irremediable error yo misma. Por ahora, acataré tus órdenes y momentáneamente me retiraré. Sin embargo…”

En un instante, Hina levantó su cabeza. Miró directamente a Kaito, su reflejo fundido en sus ojos verde esmeralda. Desde el interior de ellos se asomaba una sensación de amor y angustia y poderosa ansiedad y preocupación, como la de una mujer dejando a su esposo solo en el campo de batalla.

“Me pediste que pensara en las vidas de estos niños como si fuera la tuya. Sin embargo, hace mucho tiempo pienso en tu vida como si fuera la mía.”

“Hina, te dije que dejaras de decir eso.”

“En efecto, pero para mí, es la verdad absoluta. Amo Kaito, es precisamente porque estamos en esta situación que te digo esto. Mi lugar en la vida está a tu lado, mi amor, y si te pierdo, entonces mi vida, también, terminaría. En la siguiente, si t dignas en pensar en mí, entonces cree en mí—y sin importar cuál situación pueda ser, todo lo que debes hacer es decirme o que te proteja o que luchemos juntos a tu lado.”

“Hina—”

“Eso es lo que significa ser compañeros*. Por favor, si no debes recordar nada más, recuerda eso. Aunque ahora seguiré tus órdenes y dejaré tu lado, te ruego que te cuides. Muy bien ahora, ustedes dos, qué niños tan buenos han sido. Vámonos.”

[Nt: Tal vez no se note, pero puede significar también “pareja”.]

Una vez que había tomado su decisión, Hina actúo rápidamente. De la misma manera tan fidedigna y delicada que la de una madre, alzó a los dos niños en sus brazos. Miró directamente a Kaito, y luego partió a toda prisa.

Saliendo por la puerta, corrió como el viento.

“…Confiar en ella. Compañeros, ¿huh?”

Murmurando en voz baja para sí mismo, Kaito frunció el ceño mientras pensaba. Sin embargo, luego rápidamente sacudió su cabeza y se giró para inspeccionar el almacén. Con su carne rasgada, sus entrañas revueltas, y sus cuerpos estrujados, los cadáveres apenas podían ser descritos como humanos ahora. Sin duda había soportado el dolor por demasiado tiempo.

Después de unos segundos de silencio, Kaito inclinó su cabeza.

“Gracias a que todos ustedes aguantaron por tanto tiempo, los dos niños sobrevivieron. No sé mucho sobre familias o padres, pero el hecho de que ustedes no usaron a los niños como escudos humanos… Eso es bastante asombroso. Al menos, creo que lo es. Descansen en paz…y sepan que los tres vamos a vengarlos. Yo, Hina, sobre todo, la Torture Princess.”

Sus ojos ardían con ira silenciosa mientras hablaba, y cuando terminó, salió del almacén.

Se detuvo por un momento y miró alrededor. Una tenue luz estaba brillando desde el cielo gris nublado. Las resbaladizas e inquietantes raíces brillaban sobre los edificios y el pavimento. Esparcidas alrededor de ellas aquí y allá estaban los cadáveres como bolsas de cuero.

Mientras miraba espectáculo infernal, Kaito se quitó su nerviosismo y comenzó a regresar al camino principal.


Cuando lo hizo, escuchó un grito ronco desde la parte de atrás de un callejón.

Kaito miró con atención el espacio entre los edificios. Entonces, para asegurarse de que la sangre no dejó de fluir, metió su dedo en la herida en su mano y la reabrió. La sangre fluyó por el mango de su espada y en su bolsillo. La piedra tembló ligeramente desde el interior.

Podía sentir una mano fantasmal en su hombro. Vlad se rio, como burlándose de él.

“Mi, mi, mi, bastante pesado el rol que has asumido. Entonces veamos, aunque tus enemigos son simples subordinados, ¿puede un hombre tan verde* como tú sobrevivir?

¿Cómo deseas colocar tus fichas?”

[Joven, inmadura, inexperto, etc.]

“…Voy a lograrlo. Si no puedo manejar esto, entonces quedarme al lado de Elisabeth hasta el final nunca iba a ser posible. Y he considerado lo que Hina me dijo, también. Voy a permanecer con vida, sin importar qué.”

“Ya veo. Qué gallardamente trágica es tu resolución y qué maravillosamente tonta.

En ese caso, por deferencia a tu obstinación*, también apostaré por tu supervivencia.”

[Nt: Aquí en lugar de poner “obstinacy” estaba “obstinance”, esto es más o menos una manera de darle énfasis a la terquedad de Kaito en cumplir su objetivo (o eso es lo que entendí después de buscar en varias páginas, ya que en wordreference no estaba “obstinance”).]

“¿Apostar? No tienes nada con lo que apostar.”

“Tus palabras cortan como cuchillos. Es bastante difícil entretenerse con el cuerpo de un hombre muerto, sabes. Me divertiré, aunque sea una mera cuestión de actitud—y odio perder. Ten cuidado de no dejarme insatisfecho.

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Con esas palabras amenazadoras, la mano fantasmal se separó del hombro de Kaito. Chasqueando su lengua, Kaito comenzó a correr de nuevo.

Pasó por los cada vez más escasos edificios y se dirigió a un camino construido al lado de la montaña. A diferencia de las superficies de ladrillo que habían sido diseñadas para los edificios—posadas, instalaciones públicas, y las residencias de las personas adineradas—la desnuda pared de roca aquí tenía sólo un camino de madera pegada a ella.

Parecía ser un atajo oculto hacia la ensenada, la cual parecía estar bastante lejos.

Quizás sólo fue diseñado para ser usado por los locales, ya que no tenía pasamanos. Sin embargo, la madera parecía fuerte, y el amplio camino parecía estable. Simplemente caminar por él debió haber sido lo suficientemente seguro. Sin embargo, si uno estuviera llevando un bebé en un brazo y agarrando un hacha en el otro mientras se movía lentamente hacia atrás, esa era una historia completamente diferente.

En lo alto del camino, un hombre barbudo estaba frenando varios subordinados que se acercaban de esa manera mientras soltaba gritos bestiales.


Después de confirmar el recuento de los subordinados atacando al hombre y al bebé— contando cinco en total—los ojos de Kaito se abrieron de par en par en ira.

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¡Me estás tomando el pelo! ¡Una espada en llamas no va a ser suficiente para que lidie con tantos!

“Ahora veamos, ¿cuál es el plan? La suerte parece estar en tu contra justo desde el comienzo. No sería totalmente razonable abandonarlos a su suerte y huir, pero… si hicieras eso, ¿eso implicaría un aplazamiento de nuestra apuesta de antes? Aunque sería divertido verte morir, también sería un pequeño desperdicio.”

Dijo Vlad, desinteresado. Kaito, congelado en el lugar, chasqueó su lengua mientras se devanaba los sesos.

Incluso sin usar la espada, sé cómo materializar fuego. Pero respecto a si puedo o no reunir suficiente potencia de fuego para alcanzar a los cinco… Sí, aun no tengo la confianza en ese aspecto. Y si mi ataque sorpresa falla, me atacarán en grupo. ¿Qué puedo hacer que sea eficaz?

Mientras estaba pensando, los subordinados estaban extendiendo su hiedra hacia delante. El hombre barbudo balanceaba su hacha aún más frenéticamente—como aparentemente había estado haciendo hasta entonces—y apenas se las arregló para repeler las cepas. Sin embargo, parecía peligrosamente cerca de salirse del camino.

A este paso, más personas iban a morir. Las emociones negativas asaltando el cerebro de Kaito ganaron sobre la tensión corriendo por su cuerpo. Cuando su ira llegó a su límite y arregló sus pensamientos, se le ocurrió una idea.

Entonces gritó a todo pulmón.

“¡Hey, imbéciles! ¡Por aquí! ¡Miren hacia aquí!”

Los subordinados se giraron a mirar, al igual que el hombre barbudo. La voz de Vlad sonó con exasperación.

“Bueno, bueno, bueno, ¿exactamente qué crees que estás haciendo?”

“¡Vete a la mierda!”

Los subordinados, inseguros de a quién atacar, se detuvieron por un momento. Kaito, aprovechando esa oportunidad, desterró a Vlad de sus pensamientos y entró en su medio. Entonces tomó el borde de la espiral carmín y la presionó contra su garganta. Las joyas, mágicamente estiradas largas y delgadas, eran tan afiladas como navajas.

Kaito luego las hizo girar alrededor de su cuello. Sangre salpicó en todas direcciones, empapando a los subordinados.

Kaito imaginó en dolor en su garganta transmitiéndose a la sangre y luego gritó. “¡La (burn)!”

La sangre estalló en llamas. Los subordinados comenzaron a arder, y Vlad rugió con una risa entretenida.

“¡Ya veo, ya veo, así que tenía ese método a tu disposición! Absurdo como es herirse a uno mismo, ¡veo que fue bastante efectivo! ¡Eres un tonto aún más previsor de lo que pensé!”

Irritado, Kaito pateó una de los subordinados en el costado y lo envió a caer por el lado del acantilado.

El hombre barbudo, repentinamente entendiendo la situación, usó la parte de atrás de su hacha contra el subordinado más cercano a él. Después de mirar para asegurarse de que había caído apropiadamente, Kaito la giró su espada sobre 1 un subordinado que no estaba ardiendo tan brillante como los otros y lo atravesó.

Finalmente, todo lo que quedó de los subordinados fueron cadáveres quemados. “Parece que… lo logré.”

Mientras sangre goteaba por su cuello, Kaito fue superado por el mareo y se arrodilló en el lugar. El hombre barbudo corrió frenéticamente hacia él. Mientras ajustaba su agarre en el bebé llorando, le gritó a Kaito.

“¡Hey, tú! ¡¿Estás bien?!”

“Sí…estoy bien. Mi alma no desaparecerá solo por perder esta cantidad de sangre.”

“No puedo decir que seguí una palabra de eso, pero… ¡nos salvaste! ¡Salvaste a la hija de mi amigo! No fui capaz de protegerla por mi cuenta. Gracias, hijo.”

El hombre bruscamente agarró la mano de Kaito. Pero cuando estaba a punto de arriba a abajo, se detuvo. Parecía haber notado el corte profundo en la palma de Kaito. Los ojos del hombre se abrieron de par en par mientras hablaba.

“Hijo…estás empapado de sangre.” Kaito no lo escuchó.

Un violento y metálico sonido como un trueno resonó sobre sus cabezas.

Como si hubiera sido llamado, Kaito inclinó su cabeza y miró hacia la cima de la montaña. En la ubicación donde la oficina de marca había estado antes, cientos de cadenas brillaron cuando estallaron.

En ese momento, admiración y anhelo brillaron en los ojos de Kaito.

Mientras decía su nombre, su tono era como el de un niño elogiando a un héroe. “…Elisabeth.”

La hermosa chica que hacía caer el juicio sobre los demonios estaba de pie delante de la flor gigante.

Clavos oxidados estaban perforando la base de la flor, donde sus raíces eran más gruesas. Mientras estaba encima de ella, su vestido se ondeaba en el viento.

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Cadenas estaban envueltas alrededor del cuerpo de la flor, rodeándola una y otra vez. La lengua en el centro de los pétalos estaba siendo aplastada por una robusta rueda de hierro. La flor tembló, incapaz de escupir su corazón.

Desde la parte de atrás de su espalda, soltó un gemido bestial. La presión del viento resultante sopló hacia atrás el cabello de Elisabeth. Sin embargo, su expresión no mostró señales de cambio. Susurró, sus ojos carmesíes concentrados en la espantosa flor.

“Tiranizaste a otros, les robaste, y asesinaste, y al final, te arrebataron todo. Irónico,

¿verdad?” “¡Elithabebebebebeeeeeeeeeeeth!”

“No te preocupes, Gran Conde. Yo, la Torture Princess, te concederé un castigo y muerte adecuada a tu vida.”

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