Isekai Goumon Hime (NL)

Volumen 2

Capitulo 2: El Contratista del Káiser

Parte 2

 

 

Ella tenía toda la razón. Necesito hacer más fuerte—necesito prepararme para lo peor, de ahora en adelante. A este paso, voy a perder todas las cosas por las que he trabajado tan duro para obtener.

Kaito pensó en todas las cosas sádicas que el Gran Rey había hecho y dicho. Claramente contaba entre aquellos que tomaban cosas de otros. Incluso comparada con los otros demonios, de cuyas mismas vidas tomaba ventaja, Fiore estaba en una liga propia.





Al ritmo que iban las cosas, Kaito iba a quedarse miembro de los oprimidos y le quitarían todo.

Eso era algo se negaba a dejar que pasara. Pero con el fin de superar las dificultades ante él, la única con la que Kaito tenía que jugar era él mismo. La deslizó hacia delante; sin embargo, no despegó su mano de la ficha todavía.

Sintiendo su cautela, Vlad siguió hablando en su voz persuasiva.

“El hecho de que fuiste capaz de convocarme significa que aprendiste cómo activar dispositivos mágicos, ¿correcto? La siguiente lección es el examen práctico. Haz una herida profunda en tu carne y luego, usando el dolor como tu apoyo, reúne el maná fluyendo por tu sangre. Una vez que te hayas acostumbrado a reunirlo, intenta fusionar tu calor y tu dolor dentro de tu cuerpo. Luego, cuando puedas claramente sentir el maná sobre tu palma, usa tu voz para activarlo. Eso debería permitirte darle forma.”

Kaito bajó la vista a su palma sangrienta, la cual todavía agarraba la piedra. Después de pasar la piedra a su otra mano, comenzó a reunir maná alrededor del dolor de su herida. La herida se calentó gradualmente.

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Mientras sentía el calor y el dolor mezclarse, le recordó las heridas a las que se había acostumbrado tanto en vida, y sintió un ligero peso sobre su mano. Sin embargo, todavía no tenía una forma.

Kaito visualizó la cosa más cercana al calor—fuego. “—La (become).”

Mientras susurraba, una llama dorada se levantó en el aire. Rápidamente se desvaneció, pero Vlad aplaudió.

“Brillante. ¡Para un principiante como tú, es bastante raro volverse tan competente con el dolor tan rápidamente! Desafortunadamente, sin embargo, la magia que esa técnica te permitirá usar es limitada. Generalmente, convertir el dolor de otros directamente en maná es por mucho el método más eficiente. Con ese fin, necesitaría consumir la carne de un demonio…”

En ese momento, Vlad lamió sus labios de nuevo. Luego susurró, su voz goteando con la empalagosa dulzura de la miel.

“…o convocar un demonio tú mismo.”

“¡Amo Kaitooooo! ¡¿Dónde estáaaaaaaas?!”

De repente, la voz de Hina resonó. Cuando lo hizo, el cuerpo de Vlad comenzó a desmoronarse. Al parecer, planeaba retirarse rápidamente por voluntad propia antes de que pudieran ser descubiertos. Qué amable de su parte.

Desde las puntas de sus dedos, su cuerpo se transformó en plumas negras y pétalos de flor cerúleos. Los pétalos y las plumas fantasmales se arremolinaron mientras eran absorbidos en la piedra.

“¡Amo Kaitoooo!”

Kaito podía distinguir la voz de Hina a la distancia. En breve, terminaría yendo a los corredores subterráneos en su búsqueda. Kaito estaba perdido en cuanto a qué hacer.

Probablemente sería mejor para mí salir por mí mismo. Pero no creo que haya alguna manera de que sea capaz de esconder esta herida en mi mano.

Después de considerar sus opciones por un momento, metió la piedra vacía en su bolsillo y colocó el cuchillo de fruta en el suelo. Luego bruscamente envolvió el pañuelo alrededor de su mano y lo ató fuertemente con sus dientes.

“¡Amo Kaitooo, ¿dónde estáaaaas?!” “¡Voy!”

Después de inspeccionar la habitación una última vez, como si buscara a Vlad, Kaito arrancó a correr.

Detrás de él, todo lo que quedó una mancha de sangre fresca.

***

 

 

“Amo Kaito, menos mal, estaba tan pre— ¡¿Qué le pasó a tu maaaaaaaaaaaaaaaaano?!” “¿Huh? ¿Qué?”

Aunque la había envuelto con el pañuelo y oculto detrás de su espalda, no había ocultado su herida de los agudos ojos de Hina. Justo después de que habían encontrado en el corredor del primer piso, había soltado un grito, dado vueltas alrededor de Kaito, y agarrado su mano.

El pañuelo envuelto alrededor de ella ya estaba manchado de rojo, y sangre estaba goteando de ella.

Preguntándose qué excusa dar, Kaito inconscientemente levantó la vista al techo. Pero Hina no preguntó.

… ¿Qué? ¿Ella no…va a preguntar cómo me lastimé?

Hina miró en silencio el pañuelo empapado de sangre. Entonces, mientras Kaito estaba pensando, un torrente de lágrimas salió derramándose desde las esquinas de sus ojos piedra preciosa esmeraldas.

“¿Qu—? Hey, hey, hey, hey, hey, hey, Hina, ¿por qué estás llorando?”

“Lady Elisabeth está herida, y mientras no estaba mirando, mi amado Amo Kaito ha sido herido también… Mis lágrimas artificiales no dejarán de salir… Mis disculpas, mis más sinceras disculpas. A pesar de que me instruyó como tal, esto pasó porque no fui capaz de estar contigo… A pesar de que soy tu amante y tu escudo, yo—”

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“¡No, no, esto no es tu culpa! Quiero decir, hey, mi mano simplemente se deslizó cuando estaba limpiando los cuchillos… Incluso si hubieras estado ahí para mí, simplemente estaba siendo torpe, ¡así que por favor no te disculpes! ¡Soy el único culpable aquí!”

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“No, Amo Kaito, ese no es el caso. Si hubiera estado ahí, inmediatamente habría tomado tu mano en la mía y detenido el sangrado y luego partido en dos a ese violento cuchillo bastardo… ¡Wahhhh!”

“Hina, el cuchillo no hizo nada malo.”

Kaito estaba perdido en cuanto a cómo convencer a Hina de no asignarle la culpa a objetos inanimado. Mientras pensaba, Hina acarició su mano una y otra vez mientras tenía cuidado de evitar su herida.

Su tierno y afligido gesto llenó a Kaito de culpa. Cuando estaba a punto de abrir su boca para hablar, la expresión de Hina de repente cambio.

“¡Así es! ¡No debo quedarme aquí así! ¡Tenemos que tratar tu mano! Todo el equipo médico está en la habitación de Elisabeth, así que deberíamos ir—¡así es! ¡Antes de eso, hay algo que tengo decirte!”

“¿Algo que tienes que decirme?” “¡Lady Elisabeth ha abierto sus ojos!”

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En el instante que la escuchó decir eso, Kaito arrancó a correr. “¡Oh, Amo Kaito! ¡Por favor espérame!”

Mientras corría, ignorando la voz gritándole que se detuviera, pasó por un corredor decorado con imponentes estatuas de piedra mientras se adelantaba a Hina. Clavó sus pies en el suelo sobre los desagradables diseños emitidos por el claristorio de vitral mientras doblaba una esquina.

Siguió corriendo directamente por el corredor y luego abrió vigorosamente la puerta de la habitación.

“¡Elisabeth, ¿estás bien?!” “… ¿Hmm?”

Elisabeth estaba sentada en la cama, completamente desnuda.

Sus miradas se encontraron, luego se apartaron. Después de un silencio incómodo, los dos torpemente expresaron su confusión.

“…… ¿Huh?”

“…… ¿Hmm?”

Kaito miró una vez más la escena ante él, inseguro de qué decir. Las extremidades pálidas de Elisabeth, cada una como una obra de arte sin una sola pincelada desperdiciada, estaban adornadas con cautivadoras runas carmesí. Sus delgadas y cruzadas piernas emitían una precaria sombra entre ellas, su cintura era tan delgada que parecía invitar a un abrazo, y las curvas de sus pechos estaban bien proporcionadas.

Después de mirar el hermoso y delgado cuerpo de Elisabeth de arriba hacia abajo, Kaito abrió su boca y habló mecánicamente.

“Lo siento mucho.” “Tendré tu cabeza.”

Kaito cerró de un portazo la puerta con todas sus fuerzas. Mientras limpiaba su sudor frío, respiró profundamente. Hina, que había estado persiguiéndolo, lo miró directamente a los ojos y levantó una mano.

Luego abofeteó fuertemente a Kaito en la frente. “Ow.”

“No debes entrar a la habitación de una dama sin siquiera llamar primero, Amo Kaito. Chico malo, señor.”

“Sí, eso…eso fue mi culpa.”

“Por favor espera aquí un momento. Lady Elisabeth, discúlpeme, voy a entrar.”

Hina abrió la puerta un pelo y luego se deslizó dentro. Cuando salió, estaba sosteniendo medicina y vendas.

Hizo espuma similar al cataplasma* mágico verde oscuro—aparentemente de la marca de Elisabeth—sobre la herida de Kaito y luego lo envolvió en un vendaje. Aunque funcionaba más lentamente que un hechizo curativo, se supone que cerraba heridas sin la necesidad de las puntadas.

[Nt: Sustancia medicamentosa en forma de pasta blanda que se extiende entre dos gasas y se aplica caliente sobre alguna parte del cuerpo con fines calmantes, curativos o emolientes.]

Más o menos cuando Hina estaba terminando su tratamiento, una voz llamó desde el interior de la habitación.

“Está bien ahora; mi análisis está terminado. Entren.” “Tan pronto como abra la puerta, ¿vas a torturarme?”

“Ha. Cualquier otro día, te sentaría sobre la Ducking Stool, pero en este momento no tengo el maná de repuesto. Sé agradecido por mi pobre condición.”

“Hombre, no me voy a alegrar por algo así. Preferiría ser sumergido en el agua.”

“…Cierto, me expresé mal. Si un demonio viniera a atacar, nos encontraríamos en un enorme aprieto. Es una situación desagradable.”

Mientras escuchaba su tranquila voz, Kaito abrió la puerta.

Justo como antes, Elisabeth estaba sentada sobre la cama. Sin embargo, ya no estaba desnuda, en cambio llevaba su habitual vestido bondage. Las runas carmesíes aún eran visibles sobre las secciones expuestas de su piel. Elisabeth estaba en mejor forma de lo que había esperado, sin embargo, y estaba delineando suavemente las runas en su hombro con su dedo.

“De manera muy simplificada, estas runas inhiben el maná corriendo por mi cuerpo. Actúan como coágulos sanguíneos. Debido a su obstrucción, no puedo usar mi maná tan libremente como desearía.”

“¿Lo contienen? ¿Tu maná no se he ido?”

“En efecto, no se me ha arrebatado nada. Si algo así pasara, dejaría de ser capaz de preservar las raíces de carne demoníaca corriendo por mi cuerpo, después de todo. Masacre a mi gente hasta que sus cadáveres se amontonaron, y hacerlo me ofreció el poder suficiente para mantener mi cuerpo incluso sin emplear constantemente el dolor de otros. Si eso fuera afectado, yo no duraría mucho tiempo.”

Elisabeth levantó su brazo delante de ella y luego agarró su codo, sus dedos mostrando sus uñas pintadas de negro. Las runas carmesíes palpitaban casi como venas.

“Mi energía mágica es muda, como la forma en que el agua que es demasiado clara puede aparentar ser absolutamente nada. Sin embargo, mientras dormía, mi sangre peleó contra las runas, y la mayoría de mi maná fluye una vez más… Por el momento, puedo convocar dispositivos de tortura, pero su poder está reducido. En verdad es bastante molesto.”

Elisabeth chasqueó su lengua. Mientras lo hacía, Kaito pensó en lo que Vlad le había acabado de decir. El Gran Rey sólo podía usar Sacrifice tantas veces como demonios quedaran.

¿Exactamente qué pasaría si Elisabeth estuviera en el extremo receptor varias veces? “¿Hay alguna forma de curarlo?”

“Tanto sí como no, en cierto modo.”

Elisabeth estrujó su rostro en irritación. Mordiendo ligeramente una de sus uñas, reveló el único método.

“La única manera de remover Sacrifice es infundir mi sangre en sanfra que tenga energía mágica más poderosa que la mía. Eso desharía el hechizo.”

“¿Sangre con energía mágica más poderosa que la tuya?”

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“Sí, en efecto. Más poderosa que la mía, la sangre de un gran hechicero y pecador sin igual. Vlad habría calificado, pero su cuerpo ya se ha convertido en ceniza… En cuanto a otros magos que pueden presumir poder superior al mío, el Gran Rey probablemente es la única. Tengo pocas alternativas aparte de derrotar la y usar su sangre.”

Los ojos de Kaito se abrieron de par en par. Habían querido disipar Sacrifice antes de que tuvieran que pelear con el Gran Rey. Pero para hacer eso, necesitaban sangre con energía mágica más fuerte que la de Elisabeth—y eso significaba que necesitaban la sangre del Gran Rey.

Me cuesta mucho imaginarnos logrando eso. ¿Realmente no hay nadie más cuya sangre calificaría?

Mordió su labio. Elisabeth sin duda comprendía cuán problemático era el método. Su expresión era seria. Pero sacudió su cabeza y luego se puso de pie.

“Es poco útil estar de brazos cruzados e inventarse predicciones desalentadoras todo el día. Vamos a la sala del trono, Kaito.”

“¿La sala del trono? ¿Por qué?”

“Porque tiene un conveniente agujero en ella.”

Kaito inclinó su cabeza ante su declaración. La tela extendiéndose por debajo de su cintura revoloteando, Elisabeth partió.

“Es hora de adiestrarse en los caminos de la magia, Kaito. La guerra probablemente sólo se hará más feroz desde aquí. Hina es lo que ella es, pero no será capaz de llegar a ti a tiempo—si te quedas tan débil como eres, estás expuesto a morir.”

Escuchando su severa evaluación, Kaito asintió con la cabeza. A partir de ahora, iba a necesitar ser capaz de protegerse a sí mismo.

También, aunque Elisabeth probablemente no tenía la intención de que él llevara las cosas tan lejos, Kaito quería volverse aún más fuerte que eso, si es posible.

A los débiles se les roba.

Aunque no tenía la intención de convertirse un saqueador él mismo, iba a ser obligado a pelear.

A veces, proteger la paz lleva un precio. Había sabido eso desde hace mucho tiempo.

***

 

 

Una flecha de fuego voló por el aire, una flecha de hielo perforó el suelo, y un martillo de relámpago se estrelló contra un árbol.

Aunque el fuego había sido lo más impresionante, las tres habían funcionado sin problemas. “¿Lo…lo hice?”

Su respiración irregular, Kaito limpió el sudor formando gotas en su frente. Cuando lo hizo, sangre se esparció a través de ella por su herida recién reabierta. Se sentía mareado, casi anémico. Eso probablemente era debido a que había gastado el maná en su sangre.

Aunque se repondría con el tiempo, la sensación no era demasiado agradable.

El área rodeando la colina desolada sobre la que el castillo estaba cubierta por un denso bosque.

Una sección de ella estaba manchada de un negro sangriento de cuando la bestia del caballero había sido atravesada. Aparte de eso, sin embargo, el resto del bosque era sereno, a excepción de las puntas recién quemadas de algunos de los árboles más altos.

La magia de Kaito tenía mucha fuerza detrás de ella. Había sentido un peso apropiado en sus manos, y se giró hacia Elisabeth—que estaba sentada sobre un nuevo trono traído de la tesorería—con una expresión cargada de anticipación.

“¿Cómo…cómo estuvo eso?” “Perfecto—”

Su respuesta fue clara y concisa. La expresión de Kaito se suavizó ante su elogio. Sin embargo, rápidamente cortó las palabras consagratorias cuando dejaron su boca. Por alguna razón, tenía una expresión completamente disgustada.

“Elisabeth, tu cara…me estás asustando aquí. ¿Hubo algún tipo de problema?”

Kaito planteó su pregunta tímidamente. Mientras colocaba sus codos sobre sus reposabrazos y sus mejillas en sus manos, Elisabeth lo miró fijamente.

“No hubo ninguno, lo cual es precisamente el problema. Ahora, Kaito… ¿exactamente dónde te hiciste esa herida en tu mano?”

“¿Qu-Qué, esto…? Simplemente me corté la mano un poco cuando estaba limpiando los cuchillos.”

“Es bastante profunda, para una ‘pequeño’ corte…y uno bastante conveniente, además. Todo lo que se necesita para volverse capaz de usar magia es un pequeño detonante, pero, aun así, eres demasiado competente… Me cuesta creer que esta sea tu primera vez.”

Mientras Kaito la escuchaba hablar, se sintió estallar en sudor frío. La idea de intentar engañarla y que resultara mal era aterradora. Eligió permanecer en silencio. Elisabeth se lamió sus labios, como preocupada por algo.

“¿Por qué podría ser eso? Cierto, tu familiaridad con el dolor empequeñece a la de la mayoría de los demás…significando que la mayoría de los preparativos difíciles de hacer ya están listo, pero… Kaito.”

Una gota de sudor corrió por la barbilla e Kaito.

Al momento siguiente, un ruido agudo como algo raspando contra el vidrio sonó.

Todos ahí saltaron cuando escucharon el chillido. Algo blanco estaba planeando sobre las copas de los árboles y soltando un chillido chirriante mientras volaba hacia la sala del trono. Tras una inspección más profunda, era un orbe blanco lechoso, permaneciendo en el aire al rápidamente batir sus alas.

Fuera lo que fuera, no era ningún tipo de forma de vida respetable.

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Inmediatamente, Hina saltó. El dobladillo de su vestido delantal ondeó mientras sostenía su alabarda en el aire. Mientras lo hacía, Elisabeth le gritó para que se detuviera.

“¡Hina, alto! ¡Esa cosa es un dispositivo conteniendo comunicaciones urgentes de la Iglesia!”

Hina, bajando su arma, cayó inmediatamente al suelo y aterrizó.

El orbe se detuvo delante de Elisabeth. Luego sus alas se cayeron, regresó a ser una joya ordinaria, y cayó en la palma de Elisabeth. Multitudes de runas pasaron zumbando por su superficie.

Elisabeth, habiendo descifrado el torrente de brillantes runas mágicas, abrió sus ojos de par en par.

“¿Los demonios están atacando un pueblo portuario al sur? ¿El Gran Conde y el Gran Duque han unido fuerzas?”

“¿Qué?”

Kaito soltó una exclamación sorprendida. Como él lo entendía, desde que la Torture Princess y el Káiser tuvieron su pelea y se derribaron, los demonios habían evitado llevar a cabo ataques a gran escala y en cambio prefirieron reunir poder individualmente. Además, después de que Vlad, su mediador, había sido capturado, ninguno de los demonios había trabajado junto con otro.

Pero, después de todo este tiempo, dos demonios estaban coordinando y atacando un pueblo humano.

Entrecerrando sus ojos color esmeralda, Hina habló en una voz tensa. “Eso claramente es obra del Gran Rey… ¿No es así, Lady Elisabeth?”

“Para estar seguros. O esa mujerzuela reveló mi estado debilitado a ellos o los está controlando a ambos directamente…pero, en cualquier caso, no tenemos más opción que ir. La Iglesia me ha dado órdenes directas de subyugarlos.”

“Espera, ¿qué? ¡No! ¡¿De qué estás hablando?!” Gritó Kaito.

Viendo la ira en su rostro, Hina cerró su boca medio abierta y dio un paso hacia atrás.

Kaito miró duramente a Elisabeth. Hasta hace un momento, había estado atascada enferma en cama. Aunque su condición estaba un poco mejor, estaba muy lejos de estar completamente recuperada. De todas formas, sin embargo, se levantó de su trono.

“¿Lo has olvidado, Kaito? Si desafío las órdenes de la Iglesia, conoceré mi muerte en la hoguera.”

“¡Aun así, no pueden simplemente esperar que corras a toda prisa veinticuatro siete! Podemos contactar a la Iglesia y decirles—”

“¿Qué eres, una cabeza hueca? No me eximirían por un asunto tan insignificante como ese. La Iglesia se preocupa por mi condición. Su Dios se sienta ocioso, sin salvar a nadie. En el nombre de ese Dios, blanden sus látigos a sus sabuesos refrenados y, al hacer eso, hacen que el mundo gire. En el nombre de su Dios, todo está bien.”

“Bueno, ¡eso está jodido! Sabes, he estado pensando esto por un tiempo, pero ahora voy a salir y decirlo.”

La respiración de Kaito era irregular. Debido a su feroz ira, su mente contrariamente estaba comenzando a aclararse. Mientras tranquilamente ponía sus pensamientos en orden, dio voz a la sensación de incomodidad que había estado creciendo dentro de él por algún tiempo.

“Con el tiempo serás ejecutada. Después de que mates los catorce demonios, te van a matar en la hoguera. Esa es tu obligación, y esa es tu expiación. Pero, aun así, tus pecados no serán perdonados. Y lo siento, pero estoy de acuerdo. Has dejado demasiados cadáveres a tu paso.”

“No tengo ninguna refutación; todo lo que dices es como es. Pero, ¿y qué?” “Pero es retorcido que seas la única peleando.”

“…”

Elisabeth eligió permanecer en silencio. Kaito tomó eso como afirmación.

Ella misma debió haber notado solo cuán irrazonable era. Entre las incontables víctimas trágicas de los demonios y él habiendo visto sus batallas, Kaito, por su parte, había tenido dudas y frustración acumulándose dentro de él.

“Entiendo que otras personas no pueden enfrentarse a los demonios. Después de haber dejado tantos caminos a tu paso con el fin de obtener poder, eres la única que puede enfrentarlos. Pero, ¿por qué nadie más está derramando su sangre? ¿Por qué no están dando sus vidas para proteger a otros? ¿Cómo pueden dejarle todos los combates a alguien que sabe que va a ser asesinada—cómo pueden mantener sus manos limpias mientras le dejan la limpieza de los cerdos a la cerda? ¡Eso está mal! ¡¿Cómo pueden librarse con esa mierda?!”

“Kaito.”

“¿Cómo pueden simplemente sentarse en sus palcos? Es una cosa cuando las cosas están normal, pero cuanto estás tan débil como estás ahora—”

“Cuida tu lengua.”

Su voz, afilada como un cuchillo, detuvo a Kaito de golpe. Sintiendo como si hubiera sido apuñalado en la garganta, cerró su boca. Pero subyugado y silenciado como estaba, todavía miraba fijamente a Elisabeth. En el extremo receptor de su mirada, ella tenía una fría—sin embargo, de alguna manera dulce—expresión.

“Soy la Torture Princess, Elisabeth Le Fanu. He torturado y asesinado más que cualquier otro, capturada por la Iglesia, y sido capturada por la Iglesia, y se me ha encargado matar catorce demonios. Y una vez que los haya ejecutado a todos, yo misma seré puesta en la hoguera. He lastimado, oprimido, y matado sin piedad, brutalmente, y arrogantemente. Y ahora el festín y la festinista* han cambiado lugares. La humanidad tiene el derecho de usarme y matarme como quieran. Eso es lo que decidí.”

[Nt: Estoy seguro que la palabra no existe, aquí usa “feaster” y “feast” es “festín, banquete, etc”, ya saben el resto uwu.]

La Torture Princess, una mujer que había tiranizado y robado a muchos, habló con una serenidad que evocaba la imagen de un mártir. Su mirada carmesí perforó a Kaito. Tenía los ojos de un lobo solitario.

La pecadora sin igual, más orgullosa que cualquier otro, continuó.

“Yo, y nadie más, decidí eso. Y no dejaré que cualquiera critique esa decisión. Ni un alma.” Si importar qué dijera, no sería capaz de cambiar esa resolución suya.

Cuando se dio cuenta de eso, Kaito se tragó el resto de lo que quería decir. Después de todo, entendió que él, también, era constantemente protegido por la Torture Princess. No estaba en posición de juzgar casualmente a otros.

Sí, lo entiendo. Soy solo un lento sirviente—no tengo los requisitos para enojarme por eso.

Mientras Kaito involuntariamente comenzaba a apartar su rostro, Elisabeth comenzó a caminar. Su lustroso cabello negro se agitaba mientras sus tacones resonaban al golpear el suelo bruscamente.

“Iremos al pueblo en cuestión. Hina, Kaito, vengan—pero estén preparados para defenderse.”

Kaito asintió con la cabeza en consentimiento y luego apretó con fuerza su mano empapada de sangre.

Luego intentó seguir a Elisabeth.

De repente, sintió un tirón en su codo.

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“¿Huh?”

Kaito se giró para revisar detrás de él, y vio a Hina de pie ahí. Estaba mirándolo directamente con sus hermosos y transparentes ojos esmeralda.

Justo antes de que pudiera preguntarle qué estaba pasando, colocó su alabarda en el suelo y abruptamente extendió sus brazos.

“Perdóname, Amo Kaito.” “Hina, ¿qué estás—?” Entonces presionó sus mejillas.

Mientras emparedaba su rostro entre sus manos, Hina tenía una seria expresión. Aunque sus manos eran las de una muñeca, eran tan cálidas como las de un humano.

Después de un breve silencio, un signo de interrogación apareció sobre la cabeza de Kaito. “Hina, ¿jeh ehtehto de refnenthe?”

“¿Te has tranquilizado, Amo Kaito? Si es así, tengo algo que me gustaría decir.” Hina respiró profundamente.

Sus ojos llenos de preocupación y ansiedad, habló elocuentemente en una sola exhalación.

“La herida en tu mano no es algo que pudieras haberte hecho guardando cuchillos. Estás escondiendo algo—y, además, parece ser algo de lo que no puedes contarme a mí o a Lady Elisabeth.”

“…”

“No tengo intenciones de desafiar tus deseos e intentar sacarte información por la fuerza. Pero hay una cosa que te pido que por favor recuerdes. Sin importar qué secreto puedas albergar, siempre estaré a tu lado. Así que sin importar qué pase, por favor no dudes en llamarme. ¿Entiendes?”

Parecía que estaba intentando grabar sus pensamientos en la mente de Kaito. Las palabras lo sacudieron.

Escuchar su preocupación no le trajo nada más que felicidad. Durante su vida, ni una sola persona le había mostrado a Kaito amabilidad o buena voluntad. Y nadie, ni siquiera sus padres, habían tratado de protegerlo antes. Pero sin tener en cuenta lo que le estaba escondiendo, Hina le estaba diciendo que lo defendería.

Aun así, no podía revelarle su secreto a ella.

Si se lo digo, no hay ninguna duda de que ella y Vlad irían por las gargantas de cada

uno.

No contarle era doloroso, pero no tenía otras opciones.

Mientras permanecía en silencio, Hina aflojó su agarre en su rostro. Su expresión parecía un poco triste. Viendo eso, Kaito abrió su recién liberada boca y, como amontonando a lo que ella había acabado de decir, de repente sacó algo que necesitaba decirle.

“Hey, Hina… ¿por qué vas tan lejos para protegerme?” “Porque te amo.”

“Sí, entiendo eso. Me lo dijiste, ¿verdad? Que puede que tengas el corazón preconfigurado de una autómata, pero todavía es tuyo y solo tuyo. Que en el momento en que me elegiste como tu amo, y yo te elegí, que decidiste dedicarme tu amor a mí y nadie más… Eso me hizo realmente feliz.”

“Amo Kaito… De todas las cosas que me han pasado en este mundo, conocerte fue la más… De no ser por eso, ninguna de las otras cosas buenas habría pasado. Fue mi único momento de fortuna y mi suprema alegría.”

“Pero, ¿por qué yo?” “… ¿Amo Kaito?”

“No tengo nada para ofrecerte. Solo soy un humano ordinario. No puedo entender por qué me escogiste. No tengo casi tanto valor, lo cual significa que… O más bien, incluso si ese no fuera el caso, incluso si tuviera valor, no puedo dejar que seas arrastrada por cuán débil soy.”

Hina estaba a punto de abrir su boca, pero entonces la cerró. Motivó a Kaito a continuar. Asintió profundamente.

“Desde aquí en adelante, aún mucho más que antes, podría morir en cualquier momento. Así que lo diré una vez más. Incluso si muero, quiero que sigas viviendo. Sólo a eso me niego a renunciar.”

Kaito hizo su declaración. Ella le había ofrecido su mano y dicho que confiara en ella, pero no podía aceptarla.

Hina inhaló profundamente y luego exhaló frunció sus labios fuertemente.

Luego puso mucha fuerza en sus manos. Las mejillas de Kaito fueron aún más apretadas que antes.

“Dhe nuejo, ¿por qué esthas aprehando miz mejijas?”

“En primer lugar, en cuanto a por qué te escogí… Tomaría una semana entera revisar todo,

¿está bien?” “¿Por qué?”

Kaito parpadeó, no habiendo esperado su respuesta. Hina fijó su mirada sobre él, sus ojos rebosantes de calor y afecto. Sonrió como si mirara a alguien incorregible.

“Con el tiempo, explicaré por qué te escogí. Por qué posiblemente no podría haber sido alguien más. Sin embargo, en este momento, no tenemos el tiempo. Debemos ir juntos a donde está Elisabeth.”

“¡…! Hina, sobre lo que acabo de decir, necesito tu respuesta.”

“Lo entiendo perfectamente. Esos días pacíficos que valoras tan profundamente, que todos amamos, están a punto de desmoronarse…y tienes miedo. Pero no te preocupes, Amo Kaito. No necesitas hacer tales suposiciones.”

 

*********************************************

 


 

Hina presionó firmemente las mejillas de Kaito. Mientras las jalaba horizontalmente, sonreía.

“Es en predicamentos como estos que lo más importante es sonreír. Va a estar bien. Absolutamente los protegeré a ambos. Incluso si dices que no quieres que lo haga, me interpondré en el camino de todos tus enemigos. Y protegeré todo lo que tienes. Por favor cree en mí. No tienes ninguna necesidad de hablar de cosas tan tristes, porque ese día nunca llegará—no por toda la eternidad.”

Hina se rio, como reforzando su punto. Soltó las mejillas de Kaito, se inclinó profundamente, y luego levantó su cabeza.

Tenía los feroces y determinados ojos de alguien cuyo corazón estaba firmemente determinado.

“No lo permitiré. Sin importar qué.”

Levantó su alabarda y salió corriendo, su cabello de hilo plateado brillando con luz tenue mientras se iba. Kaito, ahora solo, miró hacia abajo a sus manos aturdido.

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Como era ahora, ¿sus ojos alguna vez lucirían así? Con calma levantó sus manos y luego golpeó su rostro. “…Vamos.”

El calor de las manos de Hina todavía perduraba en su rostro, y la piedra conteniendo el alma de Vlad todavía brillaba dentro de su bolsillo.

Ya no sabía qué era lo correcto.

Todo lo que podía hacer en ese momento era luchar desesperadamente contra la situación ante él.

Tenía que creer que ese terrible día nunca llegaría. Incluso si eso no era nada más que una mentira.

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