Boogiepop And Others (NL)

Volumen 4

Capitulo 5: El Principio Detrás De Esto Es Simple

Parte 1

 

 

Boogiepop And Others Volumen 5 Capitulo 5 Parte 1 Novela Ligera

 





―Um… ¿qué quieres decir?

―Nada.

―No, espera… ¿Qué buscas?

¿Había dejado que me saliera con la mía?

¿Lo había preparado para que la alarma saltara si alguien empezaba a hackearme?

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¿Para que mi cagada hiciera que los chicos de por aquí fueran detenidos?

―Piensa lo que quieras ―dijo, y se volteó hacia el camarero―. Té Darjeeling.

Se giró de nuevo hacia mí.

―Tomaré la cuenta. Considera que es mi forma de dar las gracias.

Sonrió.

Me quedé boquiabierto por un momento, pero luego todo salió a pedir de boca y solté:

―¡Oh…! Eso lo explica todo. Creía que todo fue demasiado fácil. He estado bailando en la palma de tu mano.

Y ella me había salvado el culo. Suspiré y ella tomó un sorbo de su té, asintiendo.

―Bueno. Aprende la lección y no vuelvas a hacer ninguna estupidez.

―Debería estar enfadado. Sólo me estabas utilizando ―dije, repentinamente enojado.

―No lo siento ―dijo ella―. Francamente, te lo merecías.

―No me refiero a eso ―negué con la cabeza―. Quiero decir que, si hubieras hablado conmigo antes, podría haber ayudado mucho más.

Ella frunció el ceño.

―¿Qué quieres decir?

―Estuve hackeando y robando o lo que sea por… sin una buena razón. En realidad, sólo estaba aburrido. Así que… si hubiera sabido de ti, habría estado encantado de ayudar. ¿Por qué no dijiste nada?

La miré fijamente, realmente furioso.

Ya estaba enamorado de ella.

―………

Me miró fijamente, sin saber qué decir.

―¿Verdad, Kirima Nagi-san? ¿De la Academia Shinyo?

Ella frunció el ceño.

―¿Cómo lo sabes?

Me reí.

―¿Cómo es eso una sorpresa? Una chica tan atractiva como tú, difícilmente soy el único que ha averiguado tu nombre.

―………

Hizo una mueca.

Y así fue como conocí a Kirima Nagi.

Pero ahora mismo, frente a mí, ese mismo día estaba jugando de nuevo.

―¿Quieres decir que estás enamorado de mí? ―dijo la cosa con la cara de Nagi, sonriendo. Pero la forma en que sonreía no se parecía en nada a la chica que yo amaba.

―Es cierto, pero entonces no había forma de admitirlo ante ella.

Suspiré.

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―¿Por qué? ¿Por qué no se lo dijiste?

Esa sonrisa se hizo aún más amplia. Me irritaba sobremanera.

―¿Cómo diablos iba a hacerlo? Es una maldita superheroína. No va a dejar eso para salir conmigo.

Últimamente había intentado ayudarla, pero se limitó a decir que no quería que los amigos se metieran en esto y me mandó a volar. Hice lo que pude de todos modos, pero no creo que fuera de mucha ayuda. Es como si no hubiera estado allí realmente.

―Qué noble de tu parte.

Vaya, sonaba igual que ella.

Chasqueé la lengua y eché un vistazo al interior del café.

El resbaladizo interior era todo de madera, la superficie de las mesas ligeramente barnizada, que reflejaba la mitad de la luz habitual. Las lámparas que colgaban sobre cada mesa no eran ni demasiado brillantes ni demasiado tenues, y eran muy tranquilizadoras.

Incluso el aroma del aire era igual al del lugar real.

Pero…

―Lo mire como lo mire, esto tiene que ser una ilusión ―dije, frunciendo el ceño―. Estoy seguro de que mi cuerpo sigue en el Templo de la Luna. No sé qué está pasando con él…

―¿Eso crees? ―El Rey de la Distorsión levantó la ceja de Nagi, divertido.

―No sé qué pretendes, pero no voy a quedarme atrapado aquí. Encontraré una salida.

Observé al Rey de la Distorsión con mi mejor mirada.

―Eres muy valiente, Kentaro.

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―Al menos cuando estás mirando ―dije, riendo―. No sé por qué tomaste su forma, pero no puedo mostrar ninguna debilidad cuando estoy cerca de ella. Mala suerte.

Miré a la cara de Nagi directamente a los ojos.

―No hay nada aquí que no haya visto personalmente. Así que todo esto está ocurriendo dentro de mi cabeza. Es una especie de sueño. Es muy raro, pero es obvio que estás sacando todo de mis recuerdos.

―Ya veo. Tiene sentido ―Que Nagi me sonriera así seguro que me dio una inyección de confianza, a pesar de mí mismo. Si la verdadera reconociera mis esfuerzos así… pero esa era una tentación peligrosa.

No caigas en ella.

Ahuyenté esos pensamientos de mi mente.

―¿Qué estás tramando?

―………

El Rey de la Distorsión evitó mi mirada.

Pero la sonrisa seguía en sus labios.

―Llamaste a esto un sueño ―dijo, riendo suavemente―. Quizá lo sea. Pero considera esto, Kentaro.

―¿…? ¿Considerar qué?

―La vida que has llevado hasta ahora ha sido una pesadilla.

―¿Cuál es tu punto?

―¿Cuál es la forma más sencilla de escapar de una pesadilla, Kentaro?


―No te entiendo.

―Es muy sencillo. Lo más fácil del mundo.

El Rey de la Distorsión me miró a los ojos. Y entonces…

Dahhdadadan, dan da-dan…

Me pareció oír de nuevo esa canción en alguna parte y entonces un temblor sacudió el café.

Los cristales de las ventanas temblaron.

¿Un terremoto? pensé, olvidando que sólo era una ilusión. Pero no parecía un terremoto.


Llegaron más temblores, pero el intervalo entre ellos era demasiado regular. Se sucedieron al mismo ritmo que los latidos de un corazón humano.

Mi taza de café se cayó y el líquido de su interior se esparció por la mesa. Las lámparas rebotaban y los cables se caían de los enganches de la cafetería. Podía oír el estruendo de los platos al romperse.

―¿Qué…?

―No puede ser más sencillo ―dijo alguien.

Me giré para mirar.

Y me congelé.

Ya no tenía la forma de Nagi. Era un joven estudiante que nunca había visto antes.

Pero con esa misma falta de luz en los ojos.

―¿Quién eres?

―El Rey de la Distorsión. Te lo dije.

―No me refiero a eso… ¿quién es él?

Nunca había visto a este chico. ¿Cómo estaba él en mi ilusión?

―¿Él? Kirima Nagi sabe quién es. Su nombre es Saotome Masami. Es como tú.

¿Así que ahora tenía la cara de este Saotome?

―¿Saotome…?

―Al igual que tú, estaba enamorado de Kirima Nagi. Aunque en realidad la invitó a salir. Ella dijo que no.

―………

Me quedé boquiabierto.

Nunca había escuchado ese nombre. Pero si había aparecido aquí, eso significaba…

―Entonces, la mejor manera de liberarse de una pesadilla… ―El Rey de la Distorsión dijo―. Es despertarse. ¿Qué más?

―Hngg…

Podía sentir el miedo surgiendo dentro de mí, lo que todo el mundo teme más. A

saber…

Tal vez me estoy volviendo loco.

Si lo estuviera, entonces todo lo que he hecho se desmoronaría, convirtiéndose en nada más que un vergonzoso y patético error.

―¡Unh…arghhh! ―Grité, me levanté y salí corriendo de la cafetería.

Un momento después, ese temblor me golpeó de nuevo, tan fuerte que perdí el equilibrio y me caí. La aspereza del asfalto rozando mis palmas se sintió innegablemente real.

―Ay…

Intenté levantarme. Entonces, una enorme sombra se cernió sobre mí. Tan grande que cubría todo a mi alrededor.

―Es imposible…

Esto se sentía mal. Había visto algo así antes. Pero el hecho de que lo recordara no probaba si esto era una ilusión o no. Porque lo había visto en una película.

Una serie de temblores. Una sombra en el pavimento. Y luego un rugido desde arriba…

―¡Rrrroooaaarrr…!

Ahí estaba.

―Me estás jodiendo…

Me di la vuelta.

Y vi un monstruo.

No hay otra palabra para definirlo. Eso es lo que era.

Cincuenta metros de altura. Como un volcán en erupción sostenido por seis patas tan grandes como los soportes de un puente de la autopista, sacudiendo el suelo a cada paso. El impacto hacía que los charcos cercanos se agitaran.

Y mientras el monstruo pisaba fuerte, aplastaba los edificios bajo sus pies.

―………

Me quedé boquiabierto. En cierto sentido, la aparición de esta cosa demostraba que estaba atrapado en una ilusión. Pero algo se apoderó de mis emociones que rara vez experimentaba cuando soñaba. A saber…

No puede ser. Esto no es posible. Debo estar soñando.

¿Quién piensa así cuando está soñando?

El monstruo agitó su enorme estructura y, como si la energía incontrolada que se desbordaba en su interior, innumerables rayos salieron disparados, destruyendo todo a su alrededor. Nada podía detener una destrucción tan abrumadora.

La devastación. Esta ciudad pertenecía ahora al monstruo.

Sentí que sus ojos rojos se giraban y se fijaban en mí.

Grité y me di la vuelta para correr.

La ciudad estaba desierta. ¿Había huido ya todo el mundo menos yo? Corrí por las calles vacías. La bestia gigante me siguió. A cada paso que daba, las ventanas a mi alrededor se hacían añicos.

―Qué… qué… qué…

¿Qué demonios está pasando?

Luchando por mantenerme en pie, corrí con todas mis fuerzas, doblando una esquina para intentar salir del camino del monstruo.

Vi a alguien agachado delante de mí.

Era un niño, llorando. Su cabeza estaba enterrada en sus rodillas.

―¡Oye, niño! ¡Cuidado! ―Grité.

El niño saltó y levantó la vista.

Me sorprendió ver que sus ojos eran humanos. Este no era el Rey de la Distorsión.

Él también se dio cuenta de esto.

―¿Un… un adulto?

El   monstruo   se   estaba   acercando. No le importaba seguir los caminos.

Simplemente atravesó los edificios.

―¡Corre! ―Dije, agarrando la mano del niño.

―¿Quién-quién e-?

―¡Habara Kentaro! Y no soy un adulto, ¡estoy en preparatoria! El chico me ignoró.

―¿Puede ver a Zoragi, señor?

Nunca había oído usar ese título para dirigirse a mí.

―Sólo llámame Kentaro, por favor. ¿Mm? ―Bajé la mirada hacia él―. ¿Zoragi? ¿Te refieres al monstruo

Me di cuenta de que había visto a este chico en alguna parte antes.

Sí, estaba con su madre al lado de Shiro y de mí en la cola. No le había prestado mucha atención, pero definitivamente lo había visto allí.

―¡…!

Recordé dónde estaba ahora.

―Te llamas Makoto, ¿verdad?

El chico me miró boquiabierto.

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―¿Cómo lo sabe?

Porque escuché a tu madre llamarte así, pensé. No me molesté en contestar.

―Claro, eso tiene sentido ―dije, sonriendo.

Por supuesto. Todo esto venía de nuestros recuerdos. Sólo que algunos de ellos provenían de recuerdos subconscientes apenas recordados, cosas que no sabíamos que sabíamos. Probablemente había pasado por delante de ese tipo Saotome alguna vez sin darme cuenta. Eso lo explicaba.

Y Zoragi era probablemente algo que había visto en la televisión cuando era pequeño.

―¡¿Por qué se detuvo?! ¡Corramos! ―Gritó Makoto.

―Oh… claro.

Empecé a correr de nuevo.

Pero no a ciegas, ya no. Tenía un destino en mente.

¿Qué dijo el Rey del Destino?

La mejor manera de liberarse de una pesadilla es despertar.

Tenía razón. Sólo tengo que despertarme yo mismo.

Con la sombra de Zoragi cerniéndose sobre nosotros, corrí tan rápido como pude, de vuelta a donde había empezado: al Templo de la Luna.

Y estaba parado exactamente donde estaba en el mundo real.

―¿Regresamos? ¿Eso es bueno? ―preguntó Makoto, ansioso.

―No hay problema. Déjame esto a mí ―Llevé a Makoto a través de la entrada sin personal.

Subimos corriendo la gigantesca escalera del interior. A mitad de camino, Makoto dijo:

―¡Kentaro, estoy cansado!

Respiraba con dificultad y se sentó en las escaleras.

―¡Está bien, espera ahí! ―Lo dejé allí, corriendo hacia mi objetivo.

Estaba a mitad de camino cuando algo golpeó el Templo de la Luna, sacudiendo todo el edificio.

Zoragi nos había alcanzado y estaba atacando el edificio. Me derribó de nuevo.

Su rugido sonaba como si estuviera justo fuera de la pared.

¿Me estaba persiguiendo?

¿Por qué iba a perseguirme algo tan enorme?

Los golpes me derribaron un par de veces más mientras corría, pero por fin llegué.

―¡Ya me lo imaginaba!

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Tal y como sospechaba, me encontré tirado en el suelo. Zoragi estaba tratando de derribar todo el edificio, pero aquí estaba yo, profundamente dormido, sólo gimiendo un poco.

Molesto conmigo mismo, puse en práctica esa frustración.

―¡Despierta, imbécil! ―Grité y me pateé tan fuerte como pude.

***

 

 

―¡Wah!

Me puse en pie de un salto.

Me había dado una patada en la cabeza e instintivamente levanté los brazos para defenderme, pero no había ni siquiera la sensación de un bulto. Aunque sí sentí que me zumbaba un poco.

―Um… ¿estoy…?

Me llevó un momento encontrarme a mí mismo. Me sentía como si todavía estuviera huyendo de Zoragi… ¿qué era Zoragi? Me sentí como si me hubiera metido en un lío. Pero me sacudí la confusión rápidamente. Bien, estaba en el Templo de la Luna.

Estaba oscuro. No había ventanas y se había cortado la luz. Pero no era del todo imposible ver. Las lámparas verdes de las señales de salida de emergencia

arrojaban un tenue resplandor. Incluso con la energía cortada, las baterías internas durarían unas horas.

Cierto… los circuitos de esas son demasiado simples para que alguien les haga algo.

En la oscuridad que me rodeaba, podía oír a la gente gimiendo. Tanteé el terreno.

Todos estaban en algún tipo de coma. Como lo había estado yo hace un momento.

―¿Qué demonios está pasando aquí?

Mis ojos se estaban acostumbrando. Miré a mi alrededor.

―Unhhh…

Oí una voz familiar cerca. Estiré la mano y lo encontré.

―Hola.

―Unhh… no te conozco…

―¡Eh, Shiro, reacciona! ¡Despierta!

Le di una palmada a Tanaka Shiro en la mejilla.

Sus ojos se abrieron de golpe.

―Oh…

―¿Te acuerdas de mí? ¿Dónde estamos? Háblame.

―¿Habara-san? Cierto… este es el Templo de la Luna.

Sacudió la cabeza. Al menos seguía conmigo.

―¿Qué está pasando?

―No lo sé. ¿A dónde fuiste?

―Me encontré con ‘ella’. Y ‘él’ estaba allí…

Esto no era esclarecedor.

―¿Él?

―El otro con el que estaba ―murmuró―. Quiero decir, honestamente, estoy bastante seguro de que él la amaba más que yo. Creo que intenté disculparme…

No tenía ni idea de qué estaba hablando. Probablemente algo sobre la chica muerta por la que había venido al Templo de la Luna, pero todo era demasiado vago.

―¿Y tú, Habara-san? ¿También te llevaron a algún sitio?

―¿Huh? B-bueno…

Yo mismo no podía dar una respuesta directa.

No lo recordaba con tanta claridad. Estaba seguro de que me había encontrado con Nagi y de que ella sabía que estaba enamorado de ella… pero no podía admitirlo ante él.

―Sí, conocí… algo llamado el Rey de la Distorsión.

―Sí, esa cosa… ¿qué es? ―Dijo Shiro, asintiendo con la cabeza.

Me crucé de brazos, pensando.

―¿Qué está tratando de lograr aquí?

―………

Shiro estaba perdido en sus pensamientos, pero finalmente lo que yo dije lo atrapó.

―¿Él? ¿Quieres decir que sabes quién es el Rey de la Distorsión?

―Sólo puede ser una persona. El mismo que hizo este edificio tan raro.

―Entonces… ¿Teratsuki Kyoichiro? Pero está muerto…

―Ese es el problema. Tal vez sólo fingió su muerte y se esconde aquí en alguna parte. O tal vez está muerto y lo arregló para que todo esto sucediera de todos modos.

Fruncí el ceño.

―De cualquier manera, esta es una situación infernal. Todos estamos bailando en la palma de su mano.

―………

12:00 P.M.

 

 

El Rey de la Distorsión.

Al igual que Boogiepop, se había dado ese nombre.

No estaba seguro de cuándo notó por primera vez la distorsión en el mundo. En el momento en que tomó forma, el mundo hacía tiempo que había perdido su brillo, enterrado bajo capas de lo inútil y sin sentido. Al menos, eso es lo que pensaba.

No podía ver esas cosas inútiles como inútiles, y tampoco podía ver esas cosas sin sentido como totalmente sin valor. Sólo estaban distorsionadas. Esas distorsiones habían convertido lo que debería ser un camino inclinado hacia arriba en una interminable franja de Mobius.


Para él, las cosas “sin sentido” eran como las escaleras. Si uno comprobaba cada escalón con cuidado y seguía avanzando, acabaría abriéndose paso hacia algo más allá.

Pero le parecía que nadie más podía percibir esto. No, no era que no pudieran percibirlo. Era que lo rechazaban activamente. Apartando los ojos del brillo que producía su corazón, forzándose a sí mismos a un rincón de sufrimiento y actuando como si eso fuera todo lo que había.

Esto requería una cura drástica.

Y la “luna” proporcionaba el lugar perfecto.

El único problema que quedaba era si Boogiepop lo vería como un enemigo.

Pero sin importar los problemas que enfrentara, no tenía intención de terminar este “experimento”.

El Rey de la Distorsión.

Ese era su nombre.

12:01 P.M.

 

 

Mi estómago gruñó con fuerza.

Avergonzada, me sonrojé. Yo era la presidenta del comité disciplinario; mi trabajo consistía en ser exigente con los detalles. Pero eso no significaba que estuviera obligada a tener hambre exactamente un minuto después del mediodía.

Boogiepop se volteó para mirarme.

―¿Tienes hambre?

―En realidad no ―insistí.

Pero definitivamente la estaba sintiendo. Había planeado comer una hamburguesa después de entregar la solicitud de la escuela intensiva, así que no había comido nada en todo el día. Sólo la bebida de yogur que engullí antes de salir de casa.

―El hambre te pone los nervios de punta. Deberías comer algo.

―¡No tengo comida!

Boogiepop sacó una fiambrera de debajo de su capa y me la entregó. Estaba envuelta en una bonita servilleta.

―………

Estaba claramente hecha a mano. Para dos.

―Um, ¿esto es…?

―Sí. Miyashita Touka lo hizo para comer con Takeda Keiji.

―………

Lo miré fijamente.

―No puedo comer esto.

―La comida es comida.

―¡Esa no es la cuestión! Pobre Touka…

―No te preocupes. Tendrá que arreglárselas.

No digas eso con su cara.

Me quedé allí con el almuerzo en las manos durante un buen minuto o dos, pero finalmente suspiré, abrí la tapa y partí los palillos.

Me molestó que los onigiri fueran de diferentes tamaños y que los lados no estuvieran bien cortados, pero el sabor era bastante bueno.

―Está bueno ―dije, en voz baja.

No hubo respuesta de Boogiepop.

Pero con comida en la barriga, me calmé un poco, lo suficiente como para empezar a preguntarme si realmente debería estar sentada aquí comiendo en un momento como éste.

Salimos del escondite y estamos cerca de la entrada. El suelo alrededor del banco en el que estábamos sentados estaba cubierto de gente. No estaban muertos ni nada por el estilo, sólo dormían, pero en esta oscuridad los sonidos de ellos gimiendo o murmurando en su sueño me parecía que estaba escuchando los gruñidos de los muertos. Era… espeluznante.

¿Estaban todos reunidos con él? ¿El Rey de la Distorsión? ¿Como había conocido a Saotome Masami?

―………

Empecé a tomar el tercer onigiri con mis palillos, y luego suspiré.

―¿Qué está pasando? ―Pregunté.

―No lo sé ―respondió Boogiepop.

Eso era todo lo que había podido sacar de este shinigami desde hacía tiempo. No parecía dispuesto a tomar más medidas.

―Pero estás aquí porque percibiste algo, ¿verdad? ¿No tienes ni idea de lo que es?

―Si fuera tan fácil, no estaría aquí.

Me rendí y volví a la comida.

Pero Boogiepop continuó.

―El que se hace llamar Rey de la Distorsión no tiene ningún poder destructivo. Lo único que hace es provocar algún tipo de respuesta en la gente. Esto no es como la última vez.

―La última vez… ¿te refieres a Manticore?

―Estuvieron a punto de crear algo que hubiera devorado a la humanidad. Ese era el verdadero problema. Ese lamentable monstruo no venía al caso. Pero esta vez… parece que el verdadero peligro aún no ha comenzado.

―¿…?

Hizo parecer que lo que decía era obvio, pero no le entendí en absoluto. Dudo que Miyashita Touka lo hubiera hecho tampoco.

¿Qué estaba pasando bajo ese sombrero?

Una vez más, mi obsesión por aclarar las cosas me tenía en vilo. Había demasiadas cosas que no sabía sobre la figura que tenía delante, demasiadas cosas que quizá nunca llegaría a saber.

Definitivamente hay similitudes con el trastorno de personalidad múltiple, pero…

Cuando todo terminó, le pregunté a mi amiga Suema Kazuko sobre el tema. Ella

sabía mucho sobre psicología anormal. Según ella…

―¿Trastorno de personalidad múltiple? ¿Cómo?

―Um… simplemente, como… su personalidad cambia de repente y…

―No puedo decirlo con seguridad. Pero Niitoki-san… hay una cosa que sé con seguridad. Casi todos los casos de trastorno de personalidad múltiple son falsos.

―¿Huh?

―Mentiras y actuación. Casi siempre.

―Pero… ¿no todas las veces?

―Claro, pero no tenemos forma de demostrarlo nunca. El trastorno de personalidad múltiple no es más que una teoría. Una creada por Stevenson para Jekyll y Hyde. Si algo así existiera, explicaría por qué la gente cambia de repente. La teoría se popularizó sobre todo en Estados Unidos, donde los abogados que intentaban hacerse un nombre utilizaron la idea para reforzar las afirmaciones de que sus clientes eran inocentes por razón de locura.

―………

―Niitoki-san, incluso tú tienes al menos un secreto, ¿verdad? ¿Puedes decir realmente que nunca has tenido que hacer una actuación para mantener ese secreto? ¿Una actuación que te haga parecer muy diferente a tu yo habitual? Pero afirmar que eso es una personalidad distinta es un salto bastante grande”.

―Lo entiendo, pero…

―Los corazones humanos son realmente muy flexibles. ¿Sabes que en los melodramas siempre se habla de no mentirse a uno mismo? Lo hacemos todo el tiempo. Hasta el punto de inventar una nueva personalidad. Pero, en última instancia, esa sigue siendo la personalidad real de esa persona, en mi opinión. Parece obvio que las personalidades y las mentes humanas tienen muchas más facetas de las que la gente tiende a pensar.

―Pero, ¿no es cierto que a veces no saben que tienen otra personalidad?

―Mm, esa es la cuestión. Ese es el problema. Afirman que no recuerdan nada. Pero, ¿cómo podemos demostrarlo?

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―¿Huh? Um…

―¿Darles un examen de detector de mentiras? Todo lo que mide son cosas como cuánto estás sudando. Inútil en cualquier actor decente. La gente los ha engañado sudando cuando dicen la verdad, y fingiendo calma cuando mienten. ¿Medir sus ondas cerebrales? Lo único que muestra con algún grado de fiabilidad es si estás despierto o dormido. ¿Y qué? ¿Rezamos a Dios?

―Hmm.

―El trastorno de personalidad múltiple es una especie de paradoja de Xenon. Tal vez están mintiendo. Pero si intentamos demostrar que no lo hacen…

bueno, es más fácil decirlo que hacerlo. Obviamente, alguien malo en eso será atrapado rápidamente. Incluso en los tribunales, se rechaza la mayoría de las

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