Boogiepop And Others (NL)

Volumen 5

Capitulo 3: Soy El Rey De La Distorción

 

 

Boogiepop And Others Volumen 5 Capitulo 3 Novela Ligera

 


Mi reflejo en el café cambió. Las ondas lo distorsionan.

La cara que me devolvía la mirada era la suya, con ese sombrero negro alto. ―¡¿Qué…?!

―Hola, Takeda-kun ―el reflejo habló―. Si tienes tantas ganas de verme, puedes hacerlo cuando quieras.

―………

Me quedé helado, incapaz de moverme.

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―Es muy sencillo. Aparezco cuando el mundo está en peligro. Todo lo que tienes que hacer es amenazar al mundo.

Y entonces -y esto era lo más imposible de todo- sonrió.





En ese instante, estuve seguro de que él era un farsante.

Nunca me había regalado nada parecido a una sonrisa.

―¿Quién eres? No te conozco ―grité.

Su sonrisa se amplió.

―Soy el Rey de la Distorsión. Nací para convertir este mundo en oro…

Otra ondulación recorrió la superficie y desapareció.

Tragué saliva y me encontré de pie como un idiota con una taza de café en la mano.

Nadie me miraba raro, así que no debí gritar en voz alta.

… ¿Fue eso un sueño?

Tenía que serlo. ¿Me había quedado dormido de pie y había empezado a soñar?

Pero…

Pero… si sólo era eso, entonces ¿por qué… por qué estoy…?

Estaba cubierto de pies a cabeza por un sudor frío.

9:26 A.M.

 

 

―¡Ay, la lluvia!

Iba a entregar una solicitud de ingreso en una escuela intensiva, pero ahora me refugié apresuradamente en el edificio más cercano.

Rebusqué en mi bolso, buscando el paraguas plegable que juré haber metido allí.

Pero entonces se me congelaron las manos.

Había un chico frente a mí. Parecía fuera de sí, como si no se hubiera dado cuenta de que yo estaba allí. Vació el vaso de papel que tenía en la mano y volvió al banco que tenía detrás.

Hui antes de que me viera. En realidad, no necesitaba huir, pero lo hice de todos modos.

El nombre del chico es Takeda Keiji-san.

Soy Niitoki Kei, Presidenta del Comité Disciplinario Estudiantil de la Academia Shinyo, una preparatoria privada. Y él es el chico que recientemente me rompió el corazón.

No, tal vez no tan recientemente. Fue hace unos seis meses. Pero para mí sigue siendo como si fuera ayer.

Soy extremadamente bajita y parezco joven; la gente suele pensar que todavía estoy en la primaria. Sin embargo, no sé si eso tiene algo que ver con que no pueda superar esto. Todos mis amigos piensan que soy muy buena separando las cosas, así que debe parecer que lo llevo bien, pero eso es sólo por fuera. No estoy haciendo nada de eso.

―Hahh, hahh…

El sonido de mi propia respiración me sacó de dudas. Estaba corriendo, sin aliento, con la bolsa abierta… Ni siquiera había sacado el paraguas.

―Soy una idiota.

La lluvia seguía cayendo, así que encontré el paraguas y lo abrí. Pero ya estaba empapada. Me limpié un poco el pelo con un pañuelo, sintiéndome triste. ¿Cuánto más triste puede estar una chica?

Había mucho revuelo a mi alrededor.

Cierto, había oído hablar de esto… había algún evento que empezaba hoy en la Luna… algo. Estaba demasiado ocupada estudiando para los exámenes de ingreso como para prestar atención a ese tipo de cosas.

Había una larga cola de gente entrando en un edificio de aspecto extraño. Guiados por algunas pobres almas vestidas como Hopper-kun. Ese debe ser el peor trabajo, pensé. ¿Cómo de calientes son esos disfraces?

Muchas parejas. Sólo con mirarlos me molestaba.

…no es asunto mío.

Suspiré y me giré para entregar con desazón mi solicitud de ingreso en la escuela intensiva, mi mundo desprovisto de sueños.

Pero sólo di un paso antes de congelarme.

Había una chica parada en el cruce delante de mí. Llevaba una gran mochila deportiva Spalding colgada del hombro. Mi compañera de clase, Miyashita-san.

―………

Estaba mirando al cielo.

O no el cielo, tal vez estaba mirando el edificio.

Pero que Miyashita Touka estuviera aquí no tenía ningún sentido. Ella es la novia de Takeda-senpai. Debería ir a su encuentro.

Y ese brillo en sus ojos no era lo que uno esperaría de cualquier chica en una cita.

Me quedé boquiabierta. La había visto -o más bien, a alguien con su cara- con esa misma expresión. Y no en circunstancias normales.

No es posible…

Apenas se me pasó por la cabeza ese pensamiento, ella giró y corrió por el paso de peatones. Lejos de donde senpai estaba esperando.

―¡¿Espera, Miyashita-san?!

Preocupada, me moví para correr tras ella.

Pero no era necesario.

Segundos después, una figura salió de las sombras.

Lápiz labial negro en una cara blanca. Un sombrero negro, y una capa negra, envuelta alrededor de todo el cuerpo para que su silueta pareciera una pipa. Un aspecto que conocía demasiado bien-

―¡¿B-Boogiepop?!

Ese nombre era una leyenda. Los rumores se extendían entre las chicas de la zona. Un shinigami, de identidad desconocida, decía que mataba a la gente cuando era más bella, antes de que tuviera la oportunidad de volverse fea.

Y Boogiepop tenía la misma cara que Miyashita. Estaba decididamente menos segura de si compartía su género.

Boogiepop pasó volando junto a mí como el viento, deslizándose entre la multitud. Abrió una puerta en el lateral del extraño edificio -una puerta oculta, que parecía parte de la pared- y entró. ¿Una salida para empleados?

Pero nadie puso cara de extrañeza. Con ese atuendo, tal vez asumieron que Boogiepop era parte del evento.

―¡Espera! ¡Detente!

Yo lo sabía mejor. Kirima Nagi me había dicho lo que lo hacía aparecer.

Esto significaba que el mundo estaba en peligro.

―¡Disculpe! ¡Déjenme pasar! ¡Yo trabajo aquí!

Con esta mentira, me abrí paso entre la multitud, persiguiendo a Boogiepop. Llevaba tiempo trabajando con el comité disciplinario y sabía cómo dar a mi voz el nivel adecuado de autoridad.

Todos se creyeron la mentira y se apartaron del camino. Salté la valla y entré en el edificio.

Fue como recibir una bofetada de agua fría en la cara.

Seguí adelante al interior…

9:34 A.M.

 

 

¿Es esa Niitoki?

Me sorprendí al verla pasar por la cola y colarse por una entrada lateral.

―Oye, Sakiko, ¿qué pasa? ―dijo el tipo que estaba a mi lado, con aire ausente.

―………

No contesté, sino que me quedé mirando la entrada por la que pasó Niitoki Kei.

¿Ella? ¿Trabaja aquí?

Ni hablar.

Por lo que escuché, ella es la jefa del comité disciplinario de la Academia Shinyo. Ese lugar nunca permitía que las chicas aceptaran trabajos a tiempo parcial. No había ninguna razón para que ella entrara como empleada ahora.

Esa chica y yo, Michimoto Sakiko, habíamos estado juntas en la primaria y la secundaria, y era tan engreída y seria como yo. Como seguía presidiendo los comités, dudaba que eso hubiera cambiado en lo más mínimo.

¿Pero para que ella mintiera para entrar…?

―¿Para qué?

―¿Huh? ―Dijo el tipo, con ese mismo tono vacuo.

Se llama Takeshi, es un tipo de mi escuela, no es mi novio ni nada. Sólo estaba aquí con él porque tenía entradas y yo quería venir. Seguramente él pensaba que era una cita, pero yo desde luego que no.

―Nada.

Decidí que no tenía sentido pensar en ello y aparté los ojos de la puerta. Se mezclaba perfectamente con la pared. La fila comenzó a moverse de nuevo, así que tuve que moverme con ella.

―He visto un extraño personaje cosplay hace un minuto… ¿De qué se trataba? Nunca lo había visto. ¿Lo conoces, Sakiko?

―¿Había uno? No lo vi.

―Sí, era como, súper rápido. No pude verlo bien, pero su cara era toda pálida, con un sombrero negro.

―¿Qué, como Boogiepop?

―¿Hunh? ¿Cómo qué?

―No importa.

Él no lo sabría. Esa leyenda sólo se transmitía entre las chicas. No quería explicárselo. Me gustaban un poco esas historias, así que lo último que quería hacer era que un tipo cualquiera se enterara del secreto, tanto si se metía en él como si sólo se burlaba.

Takeshi dijo algo más, pero no me molesté en contestar.

Mientras rodeábamos el edificio, miré el Templo de la Luna. Era muy extraño.

El Templo de la Luna era un edificio alto, pero no tenía ni una sola ventana por ninguna parte. En su lugar, había rejillas de ventilación y extraños globos oculares que recogían la luz exterior a través de fibras ópticas. La forma del edificio parecía normal al principio, pero si se miraba más de cerca se veía que estaba todo retorcido. Cuanto más subía, más se inclinaba, y el último piso formaba un ángulo de 90 grados con el suelo. Era muy negro, como un pez de aguas profundas.

―Se mantiene erguido aunque esté todo doblado. Se diseñó para que sus partes mantuvieran la tensión entre sí, utilizando técnicas de construcción experimentales de última generación. Técnicas que nadie más querría utilizar.

Takeshi estaba parloteando, pero no me importaba nada de eso.

Este edificio era extraño.


No encajaba en absoluto, pero aquí estaba, como si fuera el dueño del lugar.

Eso me gustaba.

Eso me atrajo.

Era un desperdicio derribarlo.

Tal vez no quería entrar. Tal vez no lo necesitaba.

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Pero la única forma de ser parte de esto era si conseguía un boleto y entraba. Si me bastara con mirar desde fuera y asentir para mí misma, no necesitaría estar aquí con este patán, pero… si no entraba eso me dejaría… ¿triste? ¿Insegura de mi propia sensibilidad? Patética de todas formas, pero eso es lo que yo era.

No era nada especial. No como Niitoki Kei.

…¡Olvídate de ella, ya!

Sacudí la cabeza, sacándola de mi mente.

―¿Qué pasa?

¡Cállate! Cada vez…

―Oh… nada.

¿Cuántas veces tenía que decirlo?

Estaba segura de que este tipo quería más de mí. Lo sabía, pero… simplemente no me importaba.

Unos veinte minutos después de que la fila comenzara a moverse, finalmente llegamos a la entrada.

―Me parece un desperdicio entrar ―murmuré.

―¿Ah, sí? No seas ridícula ―se burló Takeshi. Por supuesto que lo hizo.

Dentro de las puertas, parecía el vestíbulo de entrada de cualquier otro edificio.

Pero si te fijabas bien, la rareza no había hecho más que empezar.

El suelo tenía una serie de suaves escalones que ascendían gradualmente. Hacia el fondo, empezaba a curvarse.

Este edificio no tenía pisos diferenciados.

Todos los niveles estaban conectados por una larga escalera.

Había una rampa lateral, presumiblemente para el acceso de sillas de ruedas.

Un anuncio dirigía a la gente a la fila de los ascensores de la izquierda. En la parte superior del edificio se celebraba una especie de espectáculo hipervisual virtual o lo que fuera, y los ascensores eran para la gente que había venido sólo a ver eso.

―Pongámonos en la cola ―dijo Takeshi.

―¿Por qué? ―Dije―. Subamos caminando. Ya estamos aquí.

―Qué fastidio… Todo va a ser igual.

―Pero…

¿Por qué íbamos a entrar para hacer cola de nuevo? No tenía sentido saltarse una parte.

Ese era todo el punto de este evento. Estábamos aquí para recordar un monumento moderno antes de que se perdiera para siempre.

―¿Qué eres, una niña pequeña? ¿Tienes que conquistar todo el edificio? No seas tan terca ―se burló Takeshi.

―¡Entonces haz lo que quieras! ―Le espeté…―. Iré sola.

Intenté alejarme.

―Espera… ¿qué hice?

Takeshi me agarró del brazo. ¿Qué le daba derecho?

―¡Suéltame! ―Siseé.

Lo hizo.

―¿Por qué estás tan enfadada?

―Lo que sea ―Me alejé a toda prisa, mezclándome con la multitud que se dirigía a la subida.

Takeshi intentó seguirme, pero esperó demasiado y se quedó atrás. No miré hacia atrás, así que no estaba segura de hasta dónde.

Sinceramente, ¿a quién le importa?

Enfadada, subí sola hasta que doblé la primera esquina y vi un banco. Me senté.

Estaba demasiado enfadada para caminar en línea recta.

Alguien a mi lado se reía. Se estaban riendo de mí, así que los fulminé con la mirada.

―¿Qué?

Había dos chicos sentados.

Uno de ellos parecía un poco cobarde, pero el otro era bastante alto. Él era el que se reía.

―N-no, es que… no todos los días se ve una pelea tan cliché. ¿Verdad, Shiro? ―se rio el alto.

El otro se retorció.

―Habara-san, no digas eso…

―No, lo siento, lo siento. Es que me vi en él. La chica que amo tampoco me da la hora ―Habara-san seguía riendo a través de su “disculpa”.

―………

No podía molestarme en responder, así que me limité a mirar hacia otro lado.

Pronto siguieron adelante.

―………

Respiré profundamente y empecé a calmarme.

Finalmente miré a mi alrededor y solté un pequeño grito ahogado.

―¡Vaya…!

Había estado demasiado enojada para darme cuenta, pero el interior era realmente elegante.

En primer lugar, estaban las luces.

Todo el lugar estaba iluminado con una luz tan natural que hasta resultaba difícil creer que estuviéramos en un edificio sin ventanas. Las fibras ópticas traían la luz desde el exterior, dirigiéndola de un lado a otro. A menos que se mire con atención, es difícil saber de dónde viene la luz. Parecía que venía de las innumerables ranuras de los techos y las paredes, pero no podía estar segura.

Y esas ranuras iban de arriba a abajo y en diagonal, por todas partes, mientras que el suelo era una suave escalera. Era imposible distinguir lo que estaba nivelado y lo que estaba inclinado.

Un lugar tan extraño.

Las paredes estaban pintadas de un verde tenue y moteado. Ahora que lo pienso, creo que alguien explicó: “El interior está diseñado para aliviar las tensiones de la gente eliminando toda sensación de orden geográfico”. Creo que fue Takeshi quien lo dijo, así que en realidad no había estado escuchando.

Había varios monitores alineados en las paredes, que mostraban diferentes explicaciones o imágenes animadas. Estas cajas cuadradas no coincidían con el resto del interior; parecía que las hubieran traído para este evento. Cualquiera que fuera el equipo que el propósito original de este edificio había requerido, tal vez nunca se había instalado.

Estaba empezando a disfrutar. Me alegro de haber venido. El interior era tan extraño como el exterior.

Incluso me planteé esperar a que Takeshi me encontrara.

Entonces alguien se deslizó silenciosamente por el estrecho hueco entre el respaldo de mi banco y la pared. Sólo me di cuenta por el viento; no dejó ninguna otra señal.

―…¿Mm?

Me giré para mirar.

Y… ahí estaba.

Boogiepop, envuelto en una capa negra.

―………

Realmente estaba vestido tal y como decían los rumores. Se movía entre el pasillo y la pared sin hacer ruido, deslizándose entre el flujo de la multitud.

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Su rostro… se podía tomar por el de un hombre, o por el de una mujer. Llevaba maquillaje, la cara pintada de blanco, con los labios pintados de negro.

―¡Ah…ah…!

Me quedé boquiabierta, y la capa se arremolinó, y entonces él -o ella-desapareció.

―¡Espera!

Me levanté de un salto y corrí detrás de Boogiepop, pero cuando llegué a la esquina, ya se había ido.

―¡Argh… qué demonios…!

Sentí que una oleada de pánico me invadía.

Me gustaban mucho las historias de Boogiepop. A menudo había pensado que, si realmente existía, me encantaría conocerlo.

Empecé a preguntar a la gente de mi alrededor, pero nadie más se había fijado en Boogiepop.

―¿Disculpe? ―dije, golpeando a otra persona.

9:58 A.M.

 

 

―¿Huh? Oh…

Sentí una mano en mi hombro. Cuando me di la vuelta, vi a la chica de la que me había reído allí de pie, con cara de desesperación. Aparentemente no se había dado cuenta de que era yo.

―Um, ¿viste a alguien con un sombrero negro pasar por aquí? ―preguntó.

―N-no. Shiro, ¿lo viste?

Shiro parecía confundido.

―Yo no, pero… ¿un sombrero negro? Como… ―murmuró.

Pero en el momento en que dijo que no lo había hecho, la chica se había ido, abriéndose paso entre la multitud.

―¿Qué demonios? ―Dije, desconcertado.

―………

Shiro se quedó pensativo.

―No, no puede ser… pero…

Parecía tener una idea, así que le pregunté, pero se limitó a negar con la cabeza.

―Oh, no… no importa.

Dadas sus razones para estar aquí, no me sentí cómodo indagando más, así que lo dejé pasar.

La música de Erik Satie que sonaba en los altavoces se interrumpió y fue sustituida por un número mucho más alegre.

¡Dahhdadadan, dan da-dan! Rock funky con un ritmo pegadizo. Ya lo había escuchado antes. Era “Custard Pie” de Led Zeppelin. ¿No fue en su mayoría sacada de canciones anteriores, pero presentada como un trabajo original? ¿Medio plagio? Es una canción un poco extraña.

―¡Totalmente incorrecto para este lugar…! ―dije, sacudiendo la cabeza ante el gusto del programador musical.

La multitud que nos rodeaba se detuvo, esperando algún tipo de anuncio que siguiera al repentino cambio de música. Se hizo el silencio. Oí a una madre cercana decir:

―Makoto-kun, cállate.

Y, un instante después, todas las fuentes de luz del edificio se apagaron, sumiéndonos en la oscuridad.

10:00 A.M.

 

 

Yo, Niitoki Kei, caminaba por una zona con un techo realmente bajo, de unos 180 centímetros de altura. Pero como yo medía 140 centímetros, esto no suponía precisamente un problema. Había todo tipo de cosas extrañas alineadas a mi alrededor.

¿Maniquíes, quizás? Esculturas humanas de tamaño natural, alineadas. Lo que las hacía tan extrañas era que partes de ellas -sus brazos o torsos, cuellos y piernas- estaban retorcidas y fundidas como un muñeco de plástico metido en el fuego. Los peores tenían la cara distorsionada. Al mirarlos, la cabeza me daba vueltas.

No había luces, pero encontré una linterna y la utilicé para iluminar mi camino.

Cuando abrí la puerta por primera vez y entré en el interior -estaba abierta, aunque tal vez sólo porque Boogiepop había roto la cerradura-, estas cosas me habían asustado. Pero una vez que me di cuenta de que eran maniquíes, me tranquilicé un poco.


Al inspeccionarlos más de cerca, cada uno de ellos llevaba la etiqueta “Teratsuki Modelo AD-23”, así que debían de ser de la colección del ricachón. O quizás eran cosas que él mismo hacía en su tiempo libre.

Un pasatiempo espeluznante…

Tenía la mala costumbre de intentar resolver cualquier cosa que me pareciera poco clara y este batallón de plástico hacía que esa parte de mí me picara como loca. No podía imaginarme en qué podía estar pensando quien hizo esto y lo alineó aquí. Realmente desagradable. No me interesaba lo importante que fuera Teratsuki; quería agarrarlo y gritarle: “¡¿Cuál es tu problema?!”. Pero no podía, porque estaba muerto.

Era evidente que me encontraba en el sótano del edificio, ¿o tal vez en una especie de ático? Estaba rodeada y podía oír voces tanto por encima como por debajo de mí.

Puede que Boogiepop haya encontrado una forma de salir donde está esa gente…

Estaba empezando a desmoralizarme.

En retrospectiva, empecé a preguntarme qué hacía siguiendo a Boogiepop aquí. Si el mundo realmente estaba en peligro, ¿qué iba a hacer yo al respecto? ¿Creía que intentando ayudar le devolvería de alguna manera lo de la última vez?

… Lo creía completamente.

Pero no estaba para nada segura de poder ayudar de verdad.

―Hmm…

Oí un ruido seco detrás de mí, como si algo se hubiera caído.

Oí un revuelo entre la multitud por encima y por debajo de mí.

―¿Mm?

No era un sonido feliz. Era miedo.

¿Qué pasó? Ahora que lo pienso, la música que escuchaba cambió de repente.

Escuché con más atención.

Dahhdadadan, dan da-dan…

Parecía bastante alegre. A una amiga mía le gustaba mucho la música occidental y me la había puesto esto una vez. Era “Custard Pie”.

Pero, ¿por qué esta canción? Antes de encontrar una respuesta, noté algo raro.

―¿Por qué puedo escuchar la canción tan claramente?

Apenas me di cuenta de esto, el volumen creció todavía más, hasta que me pitaron los oídos.

―¿Qué…?

El volumen seguía aumentando.

Incapaz de soportarlo, me tapé los oídos con las manos.

Pero incluso con los oídos tapados, el sonido seguía siendo igual de fuerte.

―¡¿Qué demonios…?! ―grité, agachándome.

Al hacerlo, una voz en la canción me susurró al oído…

―Niitoki-senpai, ¿qué escondes…?

Me sobresalté.

Reconocí esa voz.

Pertenecía a ese hombre tan bonito… no, todavía era un chico.

―¿Vas a seguir ocultando esto para siempre?

―¡Imposible!” Grité. “¡Estás muerto!

Abrí los ojos y jadeé.

Estaba en otro lugar.

No estaba en ningún lugar del interior de ese edificio de la Luna.

Estaba en mi escuela, en el jardín de la Academia Shinyo.

―………

Era por la tarde, unos minutos antes de que cayera la noche, y estaba allí de pie, sola.

Me miré los pies.

Al igual que aquel día, había un charco de sangre en el suelo.

―Ya veo… aquí es donde viniste ―dijo aquella voz, detrás de mí.

Me giré.

―Dejaste algo escondido aquí, en aquel momento.

El interlocutor asintió. Alto. Guapo. Pero si se le miraba con atención, era difícil de

adivinar. Un chico un año menor que yo…

―S-Saotome-kun…”

No importa cómo lo mires, era mi kouhai en el comité disciplinario, Saotome Masami.

Pero… él… ese día, estaba segura de que…

―Tienes razón. No soy Saotome Masami ―asintió.

―Entonces… ¿qué…? ―me tembló la voz.

Sonrió y dio su nombre en voz baja.

―Soy el Rey de la Distorsión, gobernante de la distorsión en los corazones de los hombres. Estoy en todas partes y en ninguna.

Pero su aspecto, su voz, incluso sus modales eran claramente los de Saotome Masami.

No… mirando más de cerca, había una cosa distinta. Sus ojos. No había luz en sus ojos para nada. Sólo una superficie plana, como un cristal nublado.

Me recordó a los ojos compuestos de un insecto.

―¿El Rey de la Distorsión?

―He tomado la forma de Saotome Masami porque tú lo deseabas ―dijo el Rey de la Distorsión―. Él permanece en tu corazón, y la única forma de resolverlo es que te reúnas con él de nuevo.

―¿Qué quieres decir…? ―Dije, confundida.

Pero esa cosa con forma de Saotome Masami se limitó a reír.

―Ya sabes lo que quiero decir ―dijo.

Ya había conocido a alguien que hablaba completamente con declaraciones extrañas.

Es gracias a gente como tú que el mundo consigue seguir siendo un lugar medianamente decente.

Sí…

La forma de hablar del Rey de la Distorsión era igual que la de Boogiepop.

―………

Cuando me quedé mirándolo, él dijo:

―¿Caminamos un poco?

Comenzó a moverse por el jardín crepuscular.

―………

Dudé, pero al final me fui con él.

La grava bajo mis pies se sentía tan real, que era difícil creer que todo esto fuera una ilusión. Ni siquiera estaba segura de que lo fuera. Quizás realmente había viajado a través del espacio y el tiempo, de vuelta a ese lugar, a ese día…

Pero Kirima Nagi también estaba aquí… y Tanaka-kun… y…

Vacilante, le pregunté:

―¿Qué pasó con tu… tu novia?

―¿Mm?

―¿Manticore? Ella estaba… estaba contigo.

―Hmm. ¿Es eso lo que desea, Presidenta?

Eso me golpeó justo en el corazón.

Después de todo lo ocurrido, había hecho todo lo posible por unir las piezas… y fracasé.

¿Qué estaban haciendo Saotome Masami y Manticore? No podía ni empezar a imaginarlo. Ni siquiera quería hacerlo.

Sentía… una parte de mí sabía que estaría celosa de ellos y eso me asustaba.

¿Cómo era tener un mundo sólo para ellos dos, aunque se convirtieran en enemigos de todos los demás? No podía ni empezar a adivinar.

―Si lo hubieras deseado, habría aparecido como los dos. Pero sólo te estorbaría.

―Pero yo…

Sentí que esta conversación estaba tomando un giro muy desagradable.

El Rey de la Distorsión no dijo nada más, sólo caminó conmigo hasta las puertas de la escuela, sacó su tarjeta de identificación del bolsillo y la utilizó para abrir las puertas. (La puerta de nuestra escuela requería que pasaras tu tarjeta de identificación a través de ellas, como las puertas para boletos en la estación de tren).

Salió.

Yo me apresuré a hacer lo mismo y fui tras él.

El cielo estaba rojo y soplaba un viento otoñal que esparcía las hojas de arce. El chico y yo bajamos la colina.

Era como si fuéramos una pareja.

―Nunca estuve… ―Murmuré―. Nunca pensé en Saotome-kun de esa manera.

Sí. Era Takeda-senpai quien me gustaba, no este tipo.

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―Sí, estoy seguro. No estoy aquí para cumplir deseos ―dijo el Rey de la Distorsión, sonriéndome―. Pero sigue alojado en tu corazón. Sólo te estoy dando la oportunidad de hacer algo al respecto.

―¡¿Qué significa eso?! ¿Qué intentas conseguir mostrándome este sueño?

―No estoy tratando de hacer nada. Eres tú quien está tratando de lograr algo, Presidenta.

―¡Deja de llamarme así! ―Le espeté―. No es que me guste ser presidenta del comité disciplinario.

―Pero alguien tiene que hacerlo… ―se rio―. Y hacerlo te hace ganar algunos puntos para las solicitudes de la universidad, ¿verdad?

―¡No lo hago por eso!

―Todo el mundo cree que sí. Niitoki Kei es una persona muy aburrida. Una niña buena. La recadera de los profesores.

Se burló.

Que lo dijera con la cara de Saotome Masami me hizo enfadar aún más.

―¡No quiero oír eso de ti!

―¿Entonces a quién quieres? Si Takeda Keiji lo dijera, ¿qué pensarías?

Jadeé―. ¿Y si esa es la razón por la que Takeda Keiji no reaccionó para nada cuando le dijiste que lo amabas?

―¡Senpai no…!

―Pero él te rompió el corazón. ¿Por qué lo defiendes?

―Erp…

Me sentí mareada y me arrodillé, poniendo las manos en el suelo. Mi mano tocó algo duro.

Sorprendida, miré hacia abajo, y encontré el arma que Kirima Nagi había dejado caer ese día. Una pistola aturdidora capaz de lanzar millones de voltios.

―¡…!

Antes de que tuviera la oportunidad de preguntarme por qué estaba aquí, la estaba sosteniendo como aquel día.

―Sí… ahora tienes un arma una vez más. ¿Qué harás con ella esta vez? ―dijo el Rey de la Distorsión. La pistola aturdidora en mi mano se convirtió en un arma de verdad―. Tu ira te da poder. ¿Ves? Está cambiando de nuevo.

La pistola se convirtió en una especie de subfusil que sólo había visto en las películas. Luego se convirtió en una escopeta con un cañón de tres centímetros, el tipo de arma que podía hacer volar a la gente.

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―¡…!

Me di cuenta de que me estaba diciendo a mí misma que esto era sólo una ilusión, poniendo excusas. Esto era un sueño, así que no importaba lo que hiciera.

Apunté con el arma a Saotome Masami, al Rey de la Distorsión.

Pero…

―Argh…

Pero mis manos no hicieron nada. Ni siquiera pude poner el dedo en el gatillo.

―Argh… ¿por qué?

No lo entendí. ¿No estaba enojada?

―¿Qué está pasando?

¿Por qué me dolía tanto?

―Ya veo… esto no es enfado. De ninguna manera ―dijo el Rey de la Distorsión―. Entonces, ¿qué es? ¿Qué sentimientos te dejó Saotome Masami?

―¡¿Rrrraghh…?!

Estaba temblando como una hoja.

Me sentía como si me tambaleara al borde de un precipicio.

Si daba un paso más, me caería.

―Ahora… ¿qué es lo que estás pensando? ―me susurró al oído el Rey de la Distorsión.

―Yo… yo… estoy… ―Tartamudeé.

Entonces una mano me agarró el brazo por detrás.

―Ya basta ―dijo una voz. Me giré.

De pie, igual que aquel día, justo cuando creía que estaba perdida… una silueta con un sombrero negro.

―¿Boogiepop…? ―Dije.

―Oh… pensé que vendrías ―dijo el Rey de la Distorsión, como si saludara a un viejo amigo.

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La figura de negro frunció el ceño.

―¿Me conoces? ―preguntó.

―Pero no permitiré que te interpongas en mi camino. No permitiré que nadie detenga mi experimento, no hasta que haya convertido todo en oro.

―Dime tu nombre.

―Soy el Rey de la Distorsión.

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