Isekai Goumon Hime (NL)

Volumen 1

Capitulo 4: Un Enviado De La Iglesia

Parte 2

 

 

Cuando su susurró esas palabras en su oído, el nudo de estrés finalmente se deshizo. Kaito se dio cuenta de cuán enervado había estado, tanto por la espantosa exposición que había presenciado como por el destino que se le había impuesto. Al parecer, había llevado ese miedo a una muerte agonizante y horrífica todo el camino de vuelta con él.

Oh… Ahora lo entiendo. Tenía miedo.

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No sabía qué pasaría ahora. Pero aquí, al menos, estaba a salvo. No había dolor aquí y si alguien le deseaba el mal, Hina dijo que lo protegería.

Isekai Goumon Hime Volumen 1 Capitulo 4 Parte 2 Novela Ligera

 

En su antigua vida, nadie lo había protegido nunca. Esta era la primera vez desde que nació que se había sentido tan a gusto. Nunca había imaginado que algo tan pacífico lo esperaba después de la muerte.

Acompañado por esos pensamientos, Kaito de manera lenta pero segura se quedó dormido.

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Soñó.

Soñó, pero sabía que era un sueño.

Varias imágenes y sensaciones se proyectaron a través de sus ojos y su piel, apareciendo y desapareciendo como la luz de una lámpara giratoria.

Soportando incontables heridas. Suprimiendo innumerables penas. Las palabras Recuerda esto, se esculpieron en su piel cada vez que se equivocó en el trabajo. La cálida y pequeña lengua que lamería sus heridas. Los grandes y redondos ojos que parecían sugerir que podían incluso amar un pedazo de basura como Kaito. El dolor y la desesperación que sintió en el momento en que su tráquea fue aplastada. Lamentando el hecho de que no podía ni siquiera gritar. El cuerpo en la armadura. Los ojos del Caballero. La espantosa araña. La dolorida sonrisa de Neue.

La primera bondad que había recibido. Las palabras que Neue le había dejado.

El deseo que Kaito quería conceder, sin importar cuán imposible parecía.

La visión de la frágil chica, mirando al mundo exterior. Las personas, masacradas sin piedad. La malvada y cacareante chica.

La distante voz que escuchó.

“Pero si fuera a formar un contrato con uno de los trece demonios, su poder aumentaría y esas cadenas serían insuficientes para contenerla. Si eso sucede, se volvería por mucho más peligrosa que cualquiera de los contratistas actuales.”

“Te avergüenzas a ti mismo, Conde.”

“Tú y yo—estamos destinados a morir, abandonados por toda la creación.”

“Habiendo vivido la vida cruel y altiva de un lobo, moriré como una humilde cerda.”

“…Porque esa es la elección que hice.”

Su largo cabello ondeó mientras miraba por encima de su hombro. Kaito se dio cuenta de que estaba en su mundo dentro del sueño.

Ah, eso es cierto.

No vas a huir, ¿verdad?

Sin importar cuánto dolor y desesperación le esperaba, ella asumiría la culpa de su vida.

Asumiría toda la responsabilidad de su despreciable vida.

Como la Torture Princess, Elisabeth Le Fanu lo soportaría.

Fue entonces que Kaito abrió lentamente sus ojos.

Hina lo abrazaba, todavía acariciando su cabello. En su rostro llevaba una tranquila y fascinada sonrisa.

Había sido incapaz de hacer algo mientras acariciaba su cabello. Sintiendo que había hecho algo malo, Kaito rápidamente se levantó. Hina parecía reacia a soltarlo. Lo miró, luego inclinó su cabeza a un lado.

“¿Pudiste relajarte? Comparado con antes, pareces mucho más calmado.”

“Sí, gracias, Hina. Gracias a ti, fue capaz de poner mis pensamientos en orden.”

Kaito saltó de la cama e inmediatamente se fue a de la habitación. Sintiendo su nueva resolución, Hina no se levantó para seguirlo. Kaito se paró en seco, luego se dio la vuelta.

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Hina se sentó en la cama, una mirada satisfecha en su rostro mientras lo veía irse. Parado frente a la puerta, Kaito le hizo una pregunta.

“Hey, Hina. ¿Estarías triste si muriera?”

“En el horrible e improbable caso de que fueras a fallecer, Amo Kaito, seguramente también moriré.”

“No, no, no, no, no. ¿De qué estás hablando?”

“Bueno, verás, absolutamente no tengo ningún deseo de pasar siquiera un segundo en un mundo donde no existes.”

Como si se preguntara por qué haría una pregunta tan ridícula, Hina lo miró desconcertada.

Kaito, sintiendo una jaqueca en camino, presionó su frente. Su respuesta había sido, una vez más, desmesurada. Kaito no sabía qué iba a ser de él. Sintió que debería decirle que no lo siguiera hasta la tumba, pero de momento simplemente regresó a la cama y acarició su sedoso cabello plateado. Hina sonrió una cálida sonrisa y acercó su mejilla a la de él.

La forma en que lo miró con afecto incondicional, realmente se parecía a ese cachorro de hace tanto tiempo.

Reflexionando sobre sus palabras en su mente, Kaito murmuró como para confirmar sus intenciones.

“Ya veo. Supongo, si no hay nada más, tendré que seguir vivo entonces, ¿no es así?”

Se dirigió al pasillo. No mucho después, arrancó a correr, buscando a Elisabeth.

***

 

 

La encontró en la sala del trono. Sentada sola ante el muro colapsado, mirando la luna llena.

Debajo, el oscuro bosque crujía.

En el lugar donde la bestia había sido atravesada, no ningún rastro de su cadáver. Pero su mancha de sangre estaba grabada profundamente en la tierra. Aun así, en mitad de la noche, el suelo parecía inquietantemente húmeda. Sin embargo, con el tiempo nuevos árboles crecerían y cubrirían eso también.

“¿Qué le pasó al cadáver de la bestia?”

“Se quemó junto con el Caballero. Eso poco importa. Lanza tu mirada hacia el cielo.”

Ni siquiera se dio vuelta cuando respondió, Elisabeth levantó una llamativa copa de la mesa que estaba junto a ella. La levantó por encima y la ladeó de un lado al otro, el vino con cuerpo arremolinándose dentro.

El vino tinto reflejó el blanco de la luna.

“Hay una buena luna esta noche.”

Se bebió de un trago el reflejo de la luna, luego volvió a poner su vaso en la mesa.

Kaito recuperó la botella de un tazón de plata lleno de hielo hecho por un espíritu. Le sirvió otra copa de vino, luego sacó el vial de veneno de su bolsillo. Vertió una gota del líquido transparente en el vino. La bebida brevemente cambió de un suave rojo a una nauseabunda pizca de púrpura antes de volver a su tono original.

Kaito le entregó el vaso a Elisabeth, que había estado observando todo el proceso.

“Muy interesante. ¿Y esto qué podría ser?”

“Me dijo que te envenenara.”

“Oh-ho, el veneno es muy fino. Incluso podría no vivir después de beberlo. Aquí, es una ocasión especial, así que te lo daré. Una copa de vino de tu ama. Acéptalo con agradecimiento.”

“Respetuosamente me niego. Tal cosa sería desperdiciada en mí.”

“Clueless, ¿eh? ¿Y qué te ofreció a cambio? ¿Una muerte sin dolor?”

“Me sorprende que pudieras adivinarlo.”

“Sí, bueno. No importa si vives o mueres, el Infierno seguramente te espera.”

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Elisabeth habló sin rodeos. Parecía que había más o menos sospechado qué estaba reservado para él. Probablemente no era el caso de que lo había estado ocultando de él; lo más probable era que simplemente no se hubiera preocupado lo suficiente como para decírselo.

Colocó el vaso de nuevo en la mesa, luego dio un gran encogimiento de hombros.

“Serías un tonto al aceptar su oferta. Es un precio demasiado alto a pagar si la muerte te espera al final de todas formas. Pero los detalles básicos son medio razonables. Si fueras a buscar refugio con otros miembros de la Iglesia y evitar ser capturado por Clueless y sus fanáticos, las probabilidades de que se te muestre misericordia y se te permita seguir vivo son en realidad bastante altas.”

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“¿En serio?”

“Eres de otro mundo, después de todo. Sería absurdo acusarte de herejía. Cierto, si sobrevivieras a los 13 asesinatos, probablemente serías tratado como una de mis posesiones, pero todavía tienes tiempo restante. Y Hina posee el conocimiento requerido para vincular el círculo de teletransportación con la Iglesia. Haz lo que quieras.”

“Espera…  ¿Estás diciendo que está bien que huya de aquí?”

“Por supuesto que no, tonto. Eres una marioneta mía. Serás mío hasta el momento en que

te rompas. Pero innecesario como puede haber sido, un sirviente mío me mostró piedad y

fallar en regresar esa piedad sería maleducado. Haz lo que te plazca. Pero si tienes

pensado huir, mejor lo haces a escondidas. Si te atrapo desertando, enfrentarás tortura.”

Bostezando, Elisabeth cruzó de nuevo sus piernas. Exhaló suavemente, luego se reclinó contra el trono. Su rostro, iluminado de perfil por la luz de la luna, tenía la afilada belleza de una espada.

No dijo nada más. Aunque Kaito siguió esperando, no parecía que vendrían más palabras.

Se giró para irse hacer ruido. Pero antes de que pudiera, Elisabeth murmuró en voz baja.

“Una pregunta, sin embargo. ¿Por qué no simplemente me pasas el veneno?”

“¿Hmm?”

“Has despreciado a los demonios desde ese asunto con el Conde. ¿Tienes la intención de sentarte de brazos cruzados y permitir el nacimiento de un demonio aún más poderoso? Seguramente Clueless te advirtió del peligro.”

Elisabeth se giró. Sus ojos carmesíes brillaron a la luz de la luna mientras se fijaban en Kaito.

Reflexionó sobre su pregunta. No la había anticipado, no de la propia Elisabeth. Después de pensar por un momento, respondió sinceramente.

“Al igual que ese tipo de la iglesia que sonaba importante, no creo que seas del tipo que hace un contrato con un demonio.”

“¿Oh?”

“Vas a morir sola—abandonada por todo en la creación, ¿verdad?”

“Sí, en efecto. Moriré con la soledad de una loba y tan penosamente como una cerda. Por mí misma.”

“Así que ni siquiera un demonio estará a tu lado, entonces, ¿verdad?”

Esa fue la declaración de Kaito. Probablemente ni siquiera tendría a un demonio a su lado cuando muriera.

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Porque había torturado gente inocente y apilado incontables cadáveres, sería ejecutada.

Ella misma había escogido esa solitaria y lamentable muerte.

Sus labios se retorcieron en una sonrisita. Sus hombros temblaron y estalló en una risa satisfecha. Asintió con la cabeza una vez y Kaito se fue. Salió al pasillo, luego dirigió su mirada a las ventanas del claristorio y la luz de la luna que estaban dejando entrar.

Intentando evitar mirar las espeluznantes imágenes que se estaban proyectando en el suelo de piedra, murmuró en voz baja.

“…Quedan onces, ¿huh?”

Apretó los puños, su rostro lleno de determinación.

A la mañana siguiente, con la ayuda de Hina, huyó del castillo solo y se dirigió a la Iglesia.

***

 

 

Kaito cruzó el círculo de teletransportación, el cual debería haber estado conectado a la puerta frontal del edificio principal de la Iglesia. Los muros carmesíes alrededor de él terminaron su trabajo y se derramaron como lloviznas de sangre. Pero después de que el carmesí se retiró, se encontró en una habitación oscura hecha de tierra compactada. Los ojos de Kaito se abrieron de par en par. Esta era la pequeña habitación que conectaba con los pasajes ocultos de la Iglesia.

Miró alrededor en confusión. Cuando lo hizo, encontró la peor persona posible esperándolo.

“Mi, mi, ¿viniste buscando la protección de la Iglesia?”

Clueless tenía una sonrisa calmada. Detrás de él estaba un número de sus seguidores, todos vestidos con trajes blancos cilíndricos, sus rostros cubiertos por capuchas.

Rodeado de los hombres de blanco, Clueless parecía un verdugo que dirigiendo un equipo de eliminación de cuerpos.

Miró detenidamente a Kaito como si estuviera examinando a un gusano, cuando habló, su tono estaba lleno de decepción.

“Mis disculpas, pero sería inconveniente para mí si se llegara saber acerca del trato que te ofrecí. Ya que pareces haberte negado, me temo que vamos a tener que arreglar esto internamente. Pero quédate tranquilo. Ya que no estabas planeando aceptar mi trato, eso habría pasado tarde o temprano.”

Los seguidores de Clueless agarraron los brazos de Kaito y lo arrastraron bruscamente hasta sus pies. Cuando lo hicieron, un agudo dolor atravesó de repente su pecho y soltó un gemido sordo. Clueless lo miró y levantó su voz en exasperación.

“Santo cielo. No causaría ninguna escasez de problemas si fueras a seguir haciendo ruidos como ese hasta ahora. Si sigues haciendo eso, eres responsable de destrozar tu boca. No es que me importara, por supuesto.”

Por órdenes de Clueless, arrastraron a Kaito. Basado en la dirección a la que era llevado, Kaito distinguió que no iba a la habitación privada de Clueless, sino a la sala de inquisición. Eso fue rápido. Aparentemente, Clueless no tenía más razones para mantener pretensiones con él.

Clueless sonrío de oreja a oreja mientras alcanzaba el pomo a la sala de inquisición.

“Bienvenido, distinguido pecador. Aquí te recibiremos y aquí te negaremos.”

Cuando la abrió, la puerta hizo un sonido como el de las puertas del Infierno.

Llevaron a Kaito al otro lado de las barras de hierro. Mientras gritos de dolor lo rodeaban, fue llevado indefenso al pedestal de madera en el centro de la habitación. Ataron sus manos y sus pies con grilletes para evitar que huyera.

…Parece que tengo boletos de palco.

Kaito meditó cínicamente sobre su predicamento. No la había notado la última vez que estuvo aquí, pero ahora que estaba a punto de ser torturado, vio una pintura de la mujer dolorida en el techo. Lloraba lágrimas carmesíes mientras miraba hacia abajo a través de su velo a la gente siendo torturada. Kaito se preguntaba por qué ella estaba de luto. No sabía los detalles de su sistema de creencias. Pero dudaba de que esa escena que ella estaba viendo se suponía que era parte de ella. Los elegidos por Dios nunca desearían tal paisaje infernal. Incluso Kaito, que era de otro mundo, sabía eso.

“Lo mencioné antes, pero invocar a alguien de otro mundo es bastante raro. A través de la disección, deberíamos ser capaces de descifrar cómo te convocó Elisabeth. Y una vez que hayamos analizado el encantamiento, seremos capaces de darle un gran uso a la información para convocar personas nosotros mismos. No te preocupes—tu muerte no será en vano. De hecho, esto debería ser mucho más preferible que ser juzgado como el sirviente de Elisabeth. Serás capaz de servir al hombre y, al hacerlo, comenzar a expiar tus pecados. Ah, simplemente no puedo esperar.”

Clueless miró hacia abajo a Kaito, apenas capaz de evitar babear. Sus ojos estaban en llamas, muy diferente de cuando había estado mirando a Kaito como un gusano hace un momento. Había reconocido el valor de Kaito, aunque mucho de ese calor parecía estar presente sólo en los restos de carne restante después de que Kaito fuera diseccionado.

Uno de los subordinados sacó un gran cuchillo. Su compañero de la derecha tenía un par de cizallas de huesos y el otro a la izquierda tenía una sierra de vaivén. Se acercaron a Kaito, quien a este punto estaba bien y verdaderamente asustado. Quería gritar.

Sus pensamientos ardiendo, abrió su boca.

“Cuando dices ‘nosotros,’ ¿te refieres a ti y al demonio con el que hiciste contrato?”

La sonrisa de Clueless se congeló en su rostro. Kaito sintió la familiar sensación de las piezas encajando en su lugar. Clueless era el tipo de persona que era débil para los ataques sorpresa. En la vida pasada de Kaito, una de las personas que su padre había extorsionado era el presidente de una compañía que había estado maquillando los libros* y el presidente había usado a menudo esa misma expresión. Kaito suspiró pesadamente antes de continuar.

[Nt: O sea, haciendo cosas ilegales.]

“La cosa es, estaba conectado a la puerta frontal de la Iglesia, pero mi intención todo el tiempo fue venir a buscarte. Tu interferencia me ahorró algo de tiempo. Quería huir, pero no podía… Después de ver este infierno, no simplemente podía dejar las cosas así.”

Kaito pudo mover un poco su cabeza y miró a través de las barras de hierro. Incluso ahora, un paisaje infernal se estaba desarrollando alrededor de él. Justo junto a su pedestal estaba un hombre con su pecho abierto y su estómago expuesto, retorciéndose en agonía. Había una madre y su hijo, atado por gruesas cuerdas y ambos tosiendo sangre espumosa.

Kaito no tenía un sentido de justicia particularmente fuerte. Normalmente, el sacrificio sería la última cosa en su mente. Pero incluso él tenía sus límites. No podía simplemente dejar que este nauseabundo espectáculo continuara.

“Cuando vi este infierno, me di cuenta de sólo cuán sospechoso parecías. Los demonios consiguen su poder del dolor de la gente, de la discordancia en sus almas que el dolor causa. Y cuando vi la tortura que llevaban a cabo en nombre de la inquisición, tuve la misma impresión que tengo de los demonios… Después de todo, no parecía exactamente que estuvieran simplemente torturando personas para hacer que confesaran su herejía.”

Las personas alrededor de él estaban al borde de la muerte, retorciéndose en agonía infinita.

Las peores cosas que uno podría imaginar se le estaban haciendo a estos herejes. Este tipo de tortura sólo podría ser el trabajo de los demonios.

“¿Cómo podía seguir con vida con sus cuerpos llenos de remaches, con sus cuerpos cortados en pedazos, con sus estómagos rasgados? Tal vez si tomaran serias medidas para mantenerlos con vida, la fachada sería más convincente, pero a la mayoría de ellos sólo se les dejó para sufrir. Cuando me mostraste esta habitación por primera vez, inconscientemente quemé la imagen en mi mente, así que cuando pensé en ello después, estuve seguro de ello. Sus vidas estaban siendo prolongadas a la fuerza por el poder de un demonio… Lo que significa que esta pequeña fiesta definitivamente no está aprobada por la Iglesia.”

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Cuando habían pasado por el pasaje subterráneo secreto de Clueless, no se habían encontrado con ningún otro miembro de la Iglesia.

Si esta tortura era asunto oficial de la Iglesia y cosas similares estuvieran ocurriendo en otro lugar, entonces debería haber más personas yendo y viniendo, personas haciendo cosas como transportar herejes y limpiar la sangre. Pero nadie había estado en esos pasajes, además de Clueless y sus hombres. Kaito no había visto ninguna otra persona de la Iglesia.

Clueless había evitado que Kaito se reuniera con alguno de los otros clérigos, ocultándose los obstinadamente.

En otras palabras, sus acciones estaban en contra de la Iglesia.

“También encontré interesante que te propusieras asesinar a Elisabeth sin ayuda. Cuando la Iglesia acudió a ella por ayuda, tengo que imaginar que no tenían ningún otro sitio al cual acudir. Probablemente estaban desesperados. Sin embargo, a pesar de esto, un supuesto miembro de la Iglesia vino al castillo en secreto e intentó hacer que yo la asesinara. La prevención del nacimiento de un demonio todopoderoso—suena como una excusa razonable al principio, pero después de que te libres de ella, ¿cómo planeas lidiar con los demonios restantes? Podía haber sólo una razón por la que querías deshacerte de tu perro de caza* después de sólo había asesinado a dos de los trece demonios—eres uno de los trece.”

Dado que había habido un contratista entre los Caballero Reales, no parecía extraño que hubiera uno en la Iglesia también. Y habiendo sido encargado de deshacerse de los herejes, se había encontrado en una conveniente posición para acumular dolor. Incluso había intentado usar su posición para eliminar a un enemigo potente. Pero lo había hecho de manera demasiado apresurada y demasiado descuidada.

Eso era lo que pasaba cuando uno fallaba en mantener las apariencias mientras menospreciaba a los demás.

Clueless lo había tratado como un gusano, Kaito se rio desdeñosamente mientras miraba su rostro.

“Tengo razón, ¿verdad, Clueless? Bueno, la única razón por la que fue capaz de darme cuenta fue porque Hina me ayudó a poner mis pensamientos en orden, pero, aun así.”

“¿Eso es todo lo que tienes que decir, muñequita temblorosa?”

Clueless sonrió con calma, sin confirmar ni negar las acusaciones de Kaito. Pero Kaito no falló en notar la vena ligeramente sobresaliendo en su frente.

Si no hubiera estado atado, Kaito probablemente se habría encogido de hombros, pero se conformó con asentir con la cabeza.

“Yup, eso es todo de mi parte. Encontré al demonio. Puse la trampa. Ahora es el turno de la Torture Princess.”

“Oh, pero el círculo de teletransportación está sellado desde este lado. ¡Imbécil! ¡No te quedan cartas para jugar!”

Clueless se rio. Los ojos de Kaito se enfriaron mientras se preguntaba si Clueless era un idiota. Kaito había observado a Clueless juguetear con el círculo de teletransportación antes. Era obvio que Kaito había visto venir esto.

Kaito respiró profundamente, luego exhaló bruscamente.

Y su estómago dolió.

“Sólo se coloca uno*, pero tengo un círculo justo aquí.”

[Nt: No estoy seguro, so “it only seats one, but I’ve got a circle right here.”]

Una mirada desconcertada se extendió por el rostro de Clueless, pero al momento siguiente, sus ojos se abrieron de par en par. Arrancó la camisa de Kaito.

Varias correas de cuero estaban envolviendo el vientre de Kaito. Un círculo de teletransportación carmesí brillaba bajo la piel de buena calidad. Clueless frenéticamente quitó las correas con sus cizallas de huesos, luego arrancó el vendaje bajo ellas. Cuando vio de dónde estaba viniendo la luz del círculo de teletransportación, dijo con la voz entrecortada.

“…Hijo de perra.”

“Es muy útil, cuánta sangre puede perder este cuerpo sin morir.”

El círculo de teletransportación estaba tallado en el estómago de Kaito. Los cortes eran profundos y sangre salía a chorros de ellos. Incluso apenas respirar enviaba dolores agudos propagándose por su pecho. Cuando los hombres de Clueless lo habían estado arrastrando hace un momento, él había pensado que podría morir por el dolor. Pero el tiempo que pasó apretando los dientes estaba dando buenos resultados.

“Como mi sirviente, incluso tú podrías usar tu sangre para invocar algo a tu lado.”

Elisabeth había mencionado eso una vez, hace algún tiempo. Clueless agarró fuerte las cizallas e intentó añadir cortes frescos a las heridas de Kaito. Pero llegó demasiado tarde, el círculo de teletransportación comenzó a brillar violentamente. Pétalos de flores carmesí volaron por el aire y la oscuridad comenzó a desplegarse. Los ojos de Clueless se ampliaron y gritó mientras retrocedía.

“No te acerques… ¡No te acerques, Elisabeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeth!”

“Ah, pero ¿cómo podría, después de escuchar mi nombre llamado tan apasionadamente?”

Una voz plagada de burla sonó y la oscuridad se disparó hacia delante. Los pétalos de flores carmesí revoloteaban por toda la prisión. Lo pétalos se convirtieron en gotas de lluvia, bañando la habitación en rojo.

Elisabeth, empapada en sangre, hizo su aparición desde el círculo de teletransportación. Su elegante cabello negro y drapeado ondeaban suavemente y su abundante pecho rebotó. Aterrizó sobre sus tacones, justo sobre la enorme herida de Kaito.

Su sonrisa era siniestra, ignorando los gritos de dolor de Kaito, chasqueó los dedos.

“Nada sofisticado para los don nadie, creo. Death by Hanging*.”

Cuerdas de paja cayeron del techo y se envolvieron alrededor de los cuellos de los hombres de Clueless. Fue casi cómico cuán rápidamente fueron arrastrados al aire. Sus cuellos hicieron fuertes sonidos de chasquidos cuando se quebraron sus espinas dorsales, sus tractos respiratorios se doblaron y sus venas explotaron. Las capuchas que habían estado ocultando sus rostros se cayeron.

Sus rostros estaban hechos de grandes y putrefactos sarcomas. No eran humanos. Eran subordinados.

“Esto no puede… Maldita seas. ¡Maldita seas!”

Las manos de Clueless temblaban mientras agarraba el collar de su cuello. Intentó murmurar algo. Pero cuando lo hizo, grilletes de acero se ataron alrededor de sus muñecas. Su mirada se congeló en Elisabeth y su sonrisa.

“Parece que te gusta el dolor, ¿hmm?”

“¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaargh!”

Los grilletes se sacudieron y sus muñecas se rompieron. Fragmentos de hueso perforaron su piel desde dentro. Gritó, retorciéndose en agonía. Pero de repente, sus brazos se deslizaron fuera de los grilletes atándolos.

Todo su cuerpo pronto se cubrió de veneno. Su abundante cabello rubio se cayó en mechones y su sotana se desgarró. Mientras sus extremidades seguían hinchándose, saltó en el aire. Ahora pareciéndose a una rana muy carnosa*, empujó su cuerpo a través de las barras de hierro de la prisión y huyó por el corredor.

[Nt: Piensen en una rana despellejada, con sólo la carne expuesta.]

Por alguna razón, el rostro de Elisabeth se retorció en sorpresa después de ver la enorme y espantosa forma de Clueless.

“Ese hombre… Posee una antinatural cantidad de poder mágico, ¡pero no es un demonio! ¡Es un debilucho, un mero subordinado!”

“¿En serio? Eso son buenas noticias, ¿verdad? Eso significas que puedes eliminarlo fácilmente.”

“¡Por supuesto que no es bueno, tonto! ¡Él es un miembro de la Iglesia! Seguramente bromeas… El único demonio que un miembro de la Iglesia encontraría es…”

Elisabeth chasqueó sus dedos. Las restricciones en los brazos y piernas de Kaito explotaron de golpe. Pétalos carmesíes se reunieron alrededor de su herida y la llenaron con sangre de Elisabeth. Kaito gritó por el repentino dolor de la forzosa transfusión y la hemostasia*.

[Nt: Contención o detención de una hemorragia mediante los mecanismos fisiológicos del organismo o por medio de procedimientos manuales, químicos, instrumentales o quirúrgicos.]

“¡Gah! ¿Qué estás haciendo? ¡Maldición, Elisabeth, eso duele!”

“Sígueme si quieres. O quédate, pero puede que vuelva tarde, o toma otra ruta para volver al castillo. Dependerá de ti seguir con vida hasta que recibas tratamiento apropiado.”

“¡No seguirte no parece una gran opción, entonces, ¿verdad?!”

Después de luchar para ponerse en pie, Kaito salió disparado tras Elisabeth. Sólo se había recuperado un poco de su pérdida de sangre. Si pudiera ignorar el dolor, probablemente podría seguirle el paso.

Habiendo pasado por la puerta, la rana carnosa estaba huyendo torpemente por el pasaje. Elisabeth le hizo un gesto con la mano. La oscuridad y los pétalos carmesí se fusionaron, luego se convirtieron en una enorme rueda con clavos. La rueda giró hacia ella, pero se desvaneció a medio camino como si fuera repelida por algo.

Por un segundo, Kaito pensó que vio la cola de un perro negro proyectándose del respaldo de la rana.

La rana carnosa se giró y luego, con una expresión aliviada, se fue corriendo, incluso más rápido que antes.

“Esa reacción… ¡¿Podría realmente ser él?!”

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La voz de Elisabeth estaba teñida de una desesperación no característica. Aunque su oponente era un simple subordinado, desenfundó la Executioner’s Sword of Frankenthal.

La rana carnosa saltó un conjunto más grande de escaleras, luego hizo trizas la puerta en la parte superior. Al ver a la rana, un clérigo viejo y de aspecto amable llevando un manojo de pergaminos gritó y cayó sobre su trasero. Un grupo de creyentes se escondió detrás de un clérigo joven que aparentemente los había estado guiando por los alrededores. Kaito no había esperado que la Iglesia fuera una organización tan ordinaria y recta.

El camino que la rana carnosa estaba tomando llevaba a una ordenada y limpia habitación de mármol. Siguió huyendo, rociando espumoso veneno mientras corría. Mientras se dirigía a la sala de culto, Elisabeth balanceó su espada en su dirección.

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“¡Gibbet!”

La oscuridad giró en espiral en un patrón largo y vertical, una jaula apenas lo suficientemente amplia para que una persona de pie quepa aprisionó a la rana carnosa, escurriendo grandes cantidades de veneno de ella. Cadenas rodearon la jaula. Aunque la rana carnosa se escapara de la jaula, las cadenas la contendrían. Pero al momento siguiente, el cuerpo de Elisabeth se estremeció y cayó sobre sus rodillas.

“Rrrgh… Mm… Ah, mi cuerpo…”

La jaula se desmoronó, regresando a oscuridad y pétalos. Las cadenas, también, perdieron su poder, colapsando al suelo y serpentearon unas cuantas veces antes de esfumarse.

“¡Elisabeth!”

Patrones de caracteres serpenteaban por su cuerpo. Las características de golem de Kaito intentaron descifrar su significado, pero fallaron. Su banco de conocimiento le dijo que era la Palabra de Dios, incapaz de ser traducida o vocalizada.

Las sagradas escrituras fueron grabadas por todo su cuerpo como quemaduras. Parecía como si hubiera sido marcada.

Así que esas eran los grilletes que la Iglesia le había puesto. Pero ¿por qué se activaron justo ahora?”

“Quema… Rrrgh… ¿Po-Por qué…? ¿Quién…?”

Aunque estaba caída sobre sus manos y rodillas, Elisabeth lanzó una mirada llena de ira a su costado. Sobre el altar estaba un clérigo, agarrando su cuello y agitándolo de lado a lado mientras cantaba una oración. Con cada verso, los patrones en la piel de Elisabeth brillaban escarlata. Gritó con una rabia aterradora.

“¡No yo, imbécil! ¡Ese es a quien deberías detener! ¡Tonto!”

La rana carnosa eliminó a los devotos e hizo trizas los bancos de iglesia mientras se dirigía a lo profundo de la Iglesia.

Una horda de guardias finalmente se había reunido, pero la rana carnosa los mandó a volar sin piedad. Presionados bajo su vientre, sus huesos se hicieron añicos en su armadura. Pero incluso en su confusión, el clérigo nunca detuvo su oración.

Kaito subió corriendo los cortos escalones, luego extendió su mano contundentemente.

“¿Qué—?”

“¡Pediré prestado esto, anciano!”

Kaito arrancó el collar del arrugado cuello del hombre y lo lanzó. Elisabeth se puso de pie, luego salió disparada como una flecha recién disparada. Pero todavía estaba cubierta de serias marcas de quemaduras.

Elisabeth corrió, todavía siendo atormentada por las sagradas escrituras mientras Kaito la seguía.

El corredor estaba plagado de los cadáveres maltratados de los guardias y sólo se hicieron más prevalentes entre más avanzaban. Parecían haber estado vigilando una imponente puerta, pero esa puerta ahora estaba abierta de par en par.

Una oficina impresionante estaba detrás de ella. Un anciano llevando una diadema y una vestimenta dorada sentado muerto sobre una silla de terciopelo, su cuerpo aplastado de la cintura para abajo.

La pared detrás del hombre había sido hecha pedazos.

Más allá de la pared había un pasaje oculto, cubierta en todas las superficies por el tenue brillo de la Palabra de Dios. Con cada paso que la rana carnosa dio, su cuerpo hacía espuma violentamente mientras su carne se quemaba. Pero Elisabeth no era diferente. Al instante en que se lanzó hacia el corredor, los patrones en su cuerpo se reavivaron de nuevo y soltó un grito de agonía.

““Rrrgh… ¡Aaaaaargh! ¡Ah, ah!”

“¡Elisabeth, no seas estúpida!”

Apresuradamente, Kaito corrió para apoyar a Elisabeth. Mientras la apoyaba, soportó el dolor en su estómago y caminó hacia delante. La rana carnosa, de alguna manera aún con vida, llegó al final del pasillo. Se aferró a la pared, derramando un diluvio de lágrimas todo el tiempo.

“Oh mi Lord. Me equivoqué. Hambriento de poder, te dejé encerrado. Si sólo hubiera creído en ti, nunca habría hecho tal cosa. Pero ahora te ofrezco mi todo. Te liberaré como señal de mi devoción. Así que, por favor, sálvame de esa demoníaca mujer.”

La rana carnosa vomitó algo. Desde dentro de la masa de flema, retiró una llave de oro.

Después de calcar las Palabras de Dios y ofrecer palabras de oración, insertó la llave en lo que parecía ser una pared monótona. Un sonido de click sonó y la pared brilló violentamente antes de desvanecerse.

Una profunda oscuridad y un frío penetrante salieron del interior. En el centro de la persistente oscuridad estaba una Silla de Hierro.

Sobre ella estaba un hombre de cabello negro.

El hombre lentamente levantó la mirada. Su oscuro y enredado cabello crujió y sus ojos carmesíes brillaron. Por lo que Kaito podía ver de sus rasgos faciales detrás del cabello, poseía cierta belleza andrógina. Pero en el instante en que vio al hombre, su garganta se inflamó, quedó intimidado y comprendió algo.

Eso hombre era aterrados. A pesar de que poseía una hermosa forma humana, no era humano. Era algo repulsivo.

Sin embargo, a pesar de todo eso, su rostro lucía de alguna manera familiar.

Sin ningún ruido, las correas sujetando los brazos y las piernas del hombre se quemaron hasta convertirse en cenizas. Se puso de pie lentamente, como si se estuviera levantando de un trono. Vestido con un atuendo de prisión, arrancó una aguja suelta de su espalda y salió sangre a chorros. Sin embargo, su expresión no cambió en lo más mínimo.

Sus ojos estaban vacíos, como si estuviera en un sueño despierto.

Clueless, la rana carnosa, gateó hacia el hombre y se arrodilló torpemente ante él con ojos que pedían piedad a gritos. Sin siquiera mirar la rana carnosa, el hombre levantó un pie.

Luego bajó su pie desnudo sobre su cabeza. Los grandes ojos de la rana salieron disparados por el impacto.

“Ble—”

La sangre roja oscura comenzó a derramarse hacia delante. La cabeza de la rana carnosa había sido aplastada abruptamente y su tejido cerebral gris brotaba. Pero incluso rodeado por la sangre, el hombre seguía sin emociones. Levantó la vista, como si simplemente hubiera pisado una rana común que se había metido en su camino.

Fue entonces que vio a Elisabeth, de pie en la entrada, por primera vez.

Su expresión distraída se desvaneció, reemplazada por una sonrisa extremadamente encantadora.

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“Elisabeth.”

Su voz, llena de ferviente adoración, era la misma que Kaito había escuchado en la tesorería del castillo.

“¡VLAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAD!”

Gritó Elisabeth, empujando a un lado a Kaito. Él voló hacia la pared y se desplomó sin decir una palabra.

Se apresuró a la habitación, balanceando la Executioner’s Sword of Frankenthal. Cortó en el vacío aire y cientos de cadenas se abalanzaron sobre el hombre como un torrente. Pero las escrituras sagradas aún ardían en su carne y sus cadenas carecían de su fuerza habitual. Aun así, habrían sido suficientes para cortar al Caballero con el que había peleado antes en pedazos, pero una cola negra canina azotó por el aire y bloqueó hasta la última.

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