Isekai Goumon Hime (NL)

Volumen 1

Capitulo 1: Los Catorce Demonios

 

 

El castillo estaba encima de una colina desolada, rodeada en todos los lados por un denso bosque. Se construyó enteramente de piedra labrada y como tal, se parecía más a una fortaleza que a un castillo.

Emitía un aire opresivo, la mayoría de los que pasaran más de tres días dentro serían plagados por pesadillas de ser aplastados por piedras. Sus pasillos eran laberínticos, si uno se perdía en ellos, había una posibilidad más grande de morir de hambre antes de encontrar una salida. No se construyó con la comodidad de sus habitantes en mente; de hecho, parecía rechazar la idea de ser habitado en general.

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Su cocina no era diferente. La distribución era abismal y su atmósfera evocaba la sensación de estar encerrado en un calabozo.

Por no hablar de la naturaleza de los ingredientes que se le habían impuesto.

Kaito Sena vestía una camisa de algodón con mangas enrolladas y un delantal de carnicero. Sus brazos estaban cruzados y tenía una expresión hosca. Ante él yacía un imponente montón de órganos. Los variados trozos de carne eran todos suaves y relucientes los cuales desprendían un fuerte y peculiar hedor.

Suspiró, luego con un cuchillo afilado, comenzó a cortar los intestinos a lo largo. Luego removió los trozos blancos del corazón. Mientras estaba condimentando la vasta cantidad de carne con estoicismo como un sabio, la cocina tembló violentamente. Kaito ignoró esto, actuando como si nada hubiera pasado.

Incluso si el castillo fuera a derrumbarse y su vida fuera a terminar, era de poca inquietud para él.

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Tomó la botella de aspecto costoso que había agarrado al azar de la bodega, la abrió, y vertió su contenido en un frutero de plata. En seguida, comenzó a tirar la carne del órgano en el tazón junto a algunas hierbas que no podía identificar.

Su rostro severo, continuó cocinando incluso mientras todo el castillo temblaba de nuevo. Incluso si la mitad del castillo se fuera a derrumbar, Kaito todavía estaría bien, así que no le prestó atención a los temblores. Su mundo estaba en paz. Sin embargo, una voz malvada sonó y destrozó esa tranquilidad.

“¡Mayordomo! ¡Mayordooomo!”

Su nombre era de hecho Kaito y no Mayordomo. Por lo tanto, decidió que la voz posiblemente no estaba llamándolo. Bajo esa justificación continuó ignorándola, pero luego la manera en que estaba siendo llamado cambió.

“¡Kaaaiiito!”

“¡De acuerdo, de acuerdo! ¡Ya voy ahora mismo, así que cállate!”

Su vida estaba en riesgo si continuaba haciéndose el sordo. Golpeó el hígado que estaba recubierta en harina sobre la encimera, luego se fue por el pasillo. Gracias al pésimo ejemplar de claristorio*, el pasillo era menos claustrofóbico que la cocina. Al mismo tiempo, los patrones de luz que se proyectan en el suelo eran lo suficientemente ominosos para ser molestos. Corrió sobre los patrones, subió una escalera de caracol y finalmente abrió de golpe un enorme par de puertas dobles.

[Nt: Último piso de la nave central de una iglesia católica, en el que están los ventanales.]

Una violenta ráfaga de viento sopló en el rostro de Kaito. La sala del trono, como el nombre sugería, estaba adornada con un magnífico trono sobre un pedestal, y el despliegue de tapices servía para acentuar la grandeza de la habitación. Sin embargo, un cuarto de la habitación había sido destruida y el cielo azul pálido se asomaba a través de un gran agujero en la pared.

Parecía que había una seria posibilidad de que la mitad del castillo había sido arrastrado por el viento.

De pie sobre los escombros, una chica arrogante esperaba a Kaito, sus brazos doblados y sus piernas perfectamente esculpidas posadas sobre los escombros. Sus tacones emitieron un sonido cuando se giró para mirarlo.

Su cabello oscuro revoloteaba alrededor mientras lo perforaba con su mirada carmesí.

Su rostro, un pozo de belleza inhumana, estaba punteado por una sonrisa derramando placer sin restricciones. Fue realmente desagradable. Sus uñas pintadas de negro, las cuales brillaron con luz tenue cuando señaló hacia fuera. Habló en un susurro, su voz tan dulce como el canto de un ave con el tono de un gato que acababa de comer hasta hartarse.

“Contempla, Kaito.”

Obedeció y miró a través del agujero. El brillante cielo azul y el bosque de una tonalidad vivida verduzca habrían sido pintorescos si no fuera por el pegajoso rojo que manchaba el paisaje, acompañado por el hedor del óxido. El escenario una vez hermoso ahora era una nauseabunda vista para contemplar.

Un paisaje infernal de pesadilla se extendía tan lejos como el ojo podía ver.

Docenas de estacas de hierro sobresalían del suelo, atravesando una criatura extraña.

Isekai Goumon Hime Volumen 1 Capitulo1 Novela Ligera

 

Kaito estrujó su rostro tanto como pudo, pero aún podía ver los canosos y ensangrentados cadáveres.

“¿Y bien, Kaito? ¿Tienes alguna impresión?”

“¿Impresión…? Es repugnante,”

“Una valoración adecuada en verdad. Lo que, es más, carece del vocabulario e ingenio necesarios para entretener a su amo. Qué aburrida criatura.”

La chica se encogió de hombros. La agonizante criatura era un mosaico de cadáveres humanos. Era una criatura extraña, su piel un collage de rostros humanos con sus mejillas y cabelleras fundidos juntos y estirados hasta el límite absoluto. Cada rostro unía su voz en un coro de agonía. Una hilera de brazos humanos a lo largo de su espada servía como una melena, y un gran número de pechos colgaba de su gordo vientre.

La chica se rio de la blasfema abominación, con una voz llena de desprecio.

“El momento ha llegado, Kaito. El Caballero ha emitido su declaración de guerra. ¿O sería más adecuado considerar esto como un mero hostigamiento?”

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Parecía bastante contenta. Mirándola lamer sus granetes labios, Kaito pensó que se parecía menos a una pantera o a un lobo y más a un feroz y hambriento león. Suprimiendo su deseo de vomitar, apartó la mirada del cadáver de la bestia y dio su anuncio a través de un suspiro.

“No es que me importe, pero la comida estará lista en una hora. Guarda tu guerra o tortura o lo que sea para más tarde.”

Este era el absurdo acuerdo al que Kaito Sena había sido forzado después de ser asesinado.

***

 

 

“Como aún no has respondido, lo diré de otra manera. Dedícate a mí.”

“Me niego.”

Cuando registró la demanda directa de la chica que se llamó a sí misma Elisabeth, Kaito inmediatamente se negó. Naturalmente, estaba confundido al ser ordenado a hacer alguna extraña orden de la chica inmediatamente después de haber sido asesinado. Pero estaba seguro de su respuesta después de ver esa perturbadora pila de cadáveres. Luego estaban los cantos sedientos de sangre que habían sido dirigidos hacia ella, además de la sonrisa sádica de Elisabeth, pero, sobre todo, era que se dirigió hacia ella misma como la “Torture Princess.”

Temía que la hubiera hecho enojar, pero por alguna razón, asintió como si estuviera impresionada.

“Una decisión rápida, ya veo. ¿Por casualidad te encontraste con uno o dos recuerdos míos sueltos cuando fuiste convocado? Aun así, no esperaba una respuesta tan rápido.”

“Okay, olvida todo el ‘servirte’ por un segundo. Cuando dijiste ‘convocado’… Hey, espera, ¿dónde estamos? ¿Qué estoy haciendo aquí? ¿No…morí?”

“¡Sí, sin duda! Estás bien y verdaderamente muerto. Tu asesinato fue tan sin sentido como un gusano que fue pisado—¡una muerte muy lamentable, indecorosa, cruel y repugnante! Sin embargo, convoqué tu alma aquí en un cuerpo de marioneta y te otorgué una nueva vida. Una rara bendición, ¿verdad? Adelante entonces: Regocíjate todo lo que quieras.”

“… ¿Una marioneta?”

Mientras escuchaba la extraña explicación de Elisabeth, Kaito acaricio todo su cuerpo. Para una marioneta, su piel se sentía sorprendentemente humana. No tenía un espejo, así que no podía inspeccionar su rostro, pero notando la falta de discrepancias en su campo de visión, sospechó que su altura era más o menos la misma que siempre había sido. Arrancó uno de sus cabellos, que normalmente se mantenía atado detrás de su cabeza, pero era el mismo viejo marrón pálido.

Mientras Kaito inspeccionaba su cuerpo con una expresión dudosa, Elisabeth habló nuevamente con un tono exasperado.

“Presta atención. El cuerpo almacenando tu alma es un golem de mi propia creación. No es uno de esos bultos de tierra que morirán al simplemente tener una parte de la palabra en su frente borrada. Es una obra excepcional, porque soy tanto una hechicera maestra como una habilidosa artesana. Es gracias a mi trabajo que me estás escuchando en el lenguaje de tu tierra también. Y la complexión es incuestionablemente robusta. Tiene órganos y sangre, cierto, pero mientras permanezca al menos el cincuenta por ciento de tu cuerpo intacto, puedes considerarlo inmortal. Ah bueno, la sangre fluyendo por tus venas ha sido mezclada con la mía, así que supongo que, si el cuerpo se desangra, tu alma se disipará.”

“Pero mi cuerpo, mi color de cabello, todo es igual.”

“Parece que tu estupidez está más allá de la ayuda. Ya hablé de mi habilidad, ¿verdad? No agrupes mi obra maestra con basura de una tienda de descuento. Si pones un alma en un contenedor que difiere demasiado de la forma de su vida anterior, la disonancia puede causar demencia. El cuerpo es diseñado para transformarse de acuerdo al alma habitante. Automáticamente elimina heridas y enfermedades, pero la apariencia y complexión es la misma que la tuya, desde el rostro que refleja tu empobrecida naturaleza hasta tu demacrada y frágil constitución. Siéntete libre de llorar por mi compasión.”

Fue entonces que Kaito notó el mayor cambio en su cuerpo. Mirando su brazo, se dio cuenta de que las cicatrices y laceraciones que se habían grabado una vez en él ahora habían desaparecido sin dejar rastro. El dolor, que antes era su compañero de toda la vida, había desaparecido completamente.

Huh… Eso es una sorpresa. Este no es realmente mi cuerpo después de todo.

Kaito finalmente lo aceptó. No había manera de que este cuerpo libre de sufrimiento pudiera ser el suyo. No estar dolorido por primera vez en un tiempo ciertamente era agradable, pero al mismo tiempo, lo hizo sentir incómodo, como si fuera una muñeca de plástico o algo así.

Mientras Kaito sostenía contra su pecho su brazo en asombro, Elisabeth continuó.

“Convoqué a una Alma Libre de Pecado para usarla como mi sirviente. La Iglesia me castigaría si descubrieran que invoqué algo malvado, incluso si sólo lo usara como una criada, ya ves. Encajas en el criterio, ya que tu muerte fue mucho más cruel de lo que tus pecados en vida justificarían, pero… Heh, hubo alguna resistencia extraña durante la invocación, pero pensar que serías de otro mundo… ¿Me pregunto si sacarte de una dimensión paralela es el auge de la fortuna o el infortunio? Ah, supongo que importa poco quién fuiste una vez. De ahora en adelante, sólo tienes que servirme con devoción incondicional.”

“Me niego.”

“Oh-ho.”

Elisabeth entrecerró sus ojos carmesíes, al parecer complacida por su respuesta. Su largo y delgado dedo se asemejaba a una cuchilla mientras levantaba la barbilla de Kaito. Lamiendo sus labios, susurró en una voz que era dulce como el néctar.

“Fuiste asesinado. Tu asesinato fue tan sin sentido como un gusano que fue pisado—una muerte muy lamentable, indecorosa, cruel, y repugnante. Incluso tu hueco y pequeño cerebro entiende eso, ¿verdad? Tu muerte fue mucho más cruel de lo que tus pecados en vida justificarían, cumpliendo el requisito para convertirse en un Alma Libre de Pecado, sin embargo, llevas el rostro de un hombre a punto de descender al Infierno. Aun así, ¿renunciarías a esta segunda vida? ¿Escogerías morir, aplastado como un gusano?”

“Oh sí, seguro. He tenido suficiente abuso para una vida. Soporté y continué, seguro, pero sobrevivir no es realmente lo mismo que vivir. Estoy agotado.”

Kaito dio su respuesta. Sin incluso la necesidad de pensarlo, podía decir que había sido una vida terrible.

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Había asistido a la escuela por un par de años. Después, había sido obligado a mudarse de un lugar a otro y ayudar a su padre con su trabajo ilegal. Cuando eso había tomado un giro hacia el sur y su mano de obra ya no era necesitada, su padre comenzó a golpearlo para desahogarse. Con todo, era una manera repugnante de vivir. Kaito ni siquiera recordaba cómo se veía su madre. Pero sospechaba que su cerebro había estado confundido por el dolor y la desnutrición, robándole la fuerza de voluntad para huir, y eventualmente había sido asesinada como él.

Estaba agradecido por su nuevo cuerpo libre de dolor, pero estaría condenado si se dejara usar por alguien más de nuevo. Si su vida de mierda se prolongaba, todo lo que eso significaba era que tendría que soportar incluso más mierda.

“He tenido suficiente. Tiraré la toalla. Ve a encontrar a alguien más para ser tu sirviente.”

“Ya veo. Bueno, te guste o no, te convertiré en un mayordomo.”

Una vez más, la respuesta de Kaito fue completamente ignorada. Su ceño se intensificó mientras Elisabeth se encogía de hombros.

“Convocar más sirvientes resultaría en la Iglesia lance su molesta mirada a mi camino. Y crear otra marioneta tomaría tiempo. ¿Qué sentido tiene crear más quehaceres por el bien de un sirviente, cuyo rol es hacer los quehaceres por mí? No puedo pensar en una mayor pérdida de tiempo. En todo caso, de—”

De repente, hubo un rugido mientras la puerta detrás de Elisabeth se abría de golpe.

La manera en que la gruesa y pesada puerta giró en el aire antes de finalmente chocar a su lado fue casi cómica. Una astilla rasgó su mejilla, pero ni siquiera se giró a mirar. Los ojos de Kaito se ampliaron de miedo mientras miraba embobado la entrada.

Allí en la entrada—sin una puerta—estaba un enorme caballo y su jinete.

Por riendas, el jinete sostenía una siniestra cadena de espinas, y la montura que estaba montando estaba hecha de hueso. Pero lo más extraño de todo eran los cuerpos. Ni el caballo ni él tenían piel. Parecían modelos anatómicos, sus músculos desnudos y brillantes y sus cuerpos revestidos con vasos sanguíneos. Con su carne rosa y reluciente, eran lo suficientemente horribles para que la mente se negara a analizarlos por supervivencia.

Finalmente girándose hacia la entrada, Elisabeth comenzó a hablar con un aire de tranquilidad.

“De todos modos, de los catorce demonios clasificados—el Caballero, el Gobernador, el Gran Gobernador, el Marqués, el Gran Marqués, el Monarca, el Gran Monarca, el Rey, el Gran Rey, y el Káiser—dejando fuera al Káiser, que ya ha sido capturado, tengo trece demonios y sus contratistas que debo masacrar.”


El caballo dejó salir un relincho, y su jinete rugió de nuevo. Sus bocas eran simplemente huecos demacrados en su carne, y de ellas llegó el insoportable ruido de una tormenta pasando por un instrumento de viento roto. Mientras el alarido de odio sonaba en sus tímpanos, Kaito de repente entendió algo y estaba seguro de ello.

Demonio era la única palabra adecuada para describir esta horripilante criatura.

“Hey, ¿qué pasa con ese tipo? ¿Es el ‘Caballero’ que acabas de mencionar?”

“Para un imbécil que murió como un gusano, pareces sorpresivamente calmado.”

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“Mientras mi cerebro no esté atrofiado, puedo al menos tomar decisiones sensatas.”

“Bueno, estuviste cerca. Ese allí es un sirviente del Caballero. No hizo un contrato con un demonio por sí mismo, sino que se convirtió en el subordinado de quien lo hizo. Por elección propia. Un enclenque, en otras palabras. Tanto él como el caballero solían ser humanos, sin embargo.”

Escuchando la explicación de Elisabeth, Kaito sintió que su vista vagaba al caballo y el jinete otra vez. No podía creer que el jinete solía ser humano, ni quería hacerlo. Sólo un lunático voluntariamente se convertiría en algo así. Adivinando el proceso de pensamiento de Kaito por la mirada en su rostro, Elisabeth dijo con una risita.

“Tu reacción es entendible. Bastante desagradable, ¿no? Vender el alma de uno a un demonio y abandonar la forma de uno, todo en la búsqueda de un poder inhumano, es bastante lamentable, ¿no es así? Puedes reírte. Lo permitiré. Es su deseo, sin dudas— después de todo, la bufonería es bufonería precisamente porque inspira risa, ¿no estarías de acuerdo?”

Incluso como provocación, sus palabras fueron crudas. El jinete dejó salir otro, más penetrante rugido. La ira en su voz era tan aguda que Kaito tuvo que cubrirse sus oídos por miedo a que sus tímpanos se rompieran.

El jinete tiró las riendas y pateó el costado del caballo. El caballo aceleró a su máxima velocidad en un instante, rompiendo el suelo de piedra mientras cargaba hacia Elisabeth en un intento de pisotearla.

“Suciedad de nacimiento. Mi acero es demasiado bueno para alguien como tú—Iron Maiden*.”

Elisabeth articuló algo y extendió su mano. Oscuridad y pétalos de flores rojo intenso fluyeron de las puntas de sus dedos y se arremolinaron a través del aire. Hubo un fuerte gong y luego una marioneta de tamaño real surgió del suelo y cortó a través de la oscuridad.

La marioneta, la cual Elisabeth había llamado Iron Maiden, lucía mucho más amable de lo que el nombre sugería.

Hilo dorado que servía como cabello colgaba de su espalda, y las joyas que adornaba su rostro en lugar de ojos había unas luces que brillaban en azul. Sus labios se enroscaron en una cálida y amorosa sonrisa. Mientras abría sus brazos en bienvenida, el jinete se abalanzó sobre ella, consumido por la furia.

Fue justo cuando Kaito pensó que el caballo pisotearía el amable abrazo de Maiden que pasó.

En sintonía con el sonido de click de los cambios de marcha, la marioneta abrió bien sus ojos. Las joyas azules se dieron vuelta, ahora de un ardiente rojo escarlata. Su afecto olvidado, su expresión ahora convertida en odio, su estómago se abrió con un click.

Un par de brazos de hierro salieron de golpe del interior, cada uno equipado con grandes y fuertes garras. Luchando por salir, se abalanzaron sobre el caballo y su jinete, aplastando brazos y piernas con una fría y mecánica eficiencia. Los desesperados gritos del caballo y el jinete cayeron en oídos sordos mientras los brazos trituraban las extremidades de sus víctimas en bultos de carne parecidos a orugas.

El caballo y el jinete fueron incapaces de poner algún tipo de resistencia y después de ser esculpidos en una forma grotesca que se asemejaba a una albóndiga con cabeza, fueron llevados dentro del estómago de Maiden. Como simbolizando su castidad, su vientre estaba revestido de innumerables agujas.

“¡GYYAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHH!”

Ignorando los gritos de dolor, el pecho de Maiden se cerró.

Isekai Goumon Hime Volumen 1 Capitulo1 Novela Ligera

 

Mientras su expresión se volvía afectuosa una vez más, Maiden abrazó amorosamente su vientre. Los gritos trastornados viniendo del interior suplicaban su liberación. Solo escucharlos hizo que Kaito sintiera que se estaba volviendo loco.

“Una vez se entra en Iron Maiden, la muerte no viene rápidamente.”

Elisabeth habló sobre los espantosos gritos, claramente sin preocuparse, Girándose hacia Kaito, ofreció una sonrisa sugestiva.

“Si insistes en morir de nuevo, entonces no hay nada que hacer. Si algo soy, es generosa, después de todo, así que concederé tu deseo. Pero no simplemente te regresaré a un estado de muerte. Si tanto deseas la muerte, la tendrás por medio de mis métodos. Entonces. ¿Qué camino elegirás? ¿Te convertirás en mi mayordomo, o te convertirás en carne?”

“Mayordomo, por favor.”

“Bueno, eso fue rápido.”

Así es como Kaito llegó a servir a la Torture Princess.

Lo que nos trae al presente.

***

 

 

“¡Esto! ¡Es! ¡Repugnante!”

En conjunto con esta vivaz protesta, el corazón asado con guarnición de hierba aromática y salsa de vinagre de frutas que Kaito había hecho salió volando a través del aire, acompañado de un plato y un tenedor. Una peligrosa lluvia de comida y cubiertos arrojaron el antiguo mantel.

Continuando su diatriba, Elisabeth plantó un pie en la mesa con un stomp.

“¿Qu-Qué es esto? Es absolutamente repulsivo. Parece sabroso, pero la carne está medio cruda, y tiene la textura del caucho. La salsa de alguna manera toma el hedo peculiar del órgano, y los extraños sabores agridulces crean una horrible armonía que permanecen en la lengua. Es casi impresionante, de cierto modo.”

“Tu descripción es lo que es impresionante.”

Con ojos muertos, Kaito tiró del tenedor del muro en el cual se había empalado. Se preguntó de dónde sacaba el atrevimiento de dar una crítica tan dura.

Unos días habían pasado desde que había sido fuertemente instruido para convertirse en su mayordomo. Tales arrebatos le habían asustado al principio, pero dado que había vivido toda su vida a un pelo de la muerte, rápidamente se acostumbró.

Aún vestido en su poco favorecedor uniforme de mayordomo, Kaito suspiró pesadamente.

“Como sigo diciendo, no es necesario que me lo tires. ¿Qué eres, algún marido abusivo de los sesenta?”

“¡No conozco a ningún esposo abusivo de los sesenta, pero la comida que es repugnante merece ser lanzada! ¡¿Cómo llamas a esto?! ¡Es tan intragable incluso el forraje de los cerdos sería preferible! ¡¿Cómo es que tus platos son tan repugnantes?!”

“Seguías quejándote del olor, así que pensé en intentar usar vino esta vez para compensarlo.”

“…Espera. ¿Quieres decir que usaste mi preciado vino para crear esta porquería?”

Kaito decidió que el silencio era de oro. Sin necesidad de una respuesta, Elisabeth agitó su mano.

Una silla se alzó bajo los pies de Kaito con un gong. Parecía casi un personaje en una caricatura mientras se le subía por el trasero, luego lo ató en el lugar con correas. Cuando miró, estaba claro que el asiento y los reposabrazos estaban revestidos de agujeros hechos por agujas, alfileres, y clavos. Abandonando su comportamiento sereno, pateó sus piernas en pánico.

“¡Espera, espera, espera, espera, espera! Hablemos sobre esto. Piénsalo. Nunca he cocinado algo antes, ¿y me estás pidiendo que cocine órganos?”

“Ahorra tus excusas. Por otro lado, ¿esa es la manera de hablarme a mí, la Torture Princess? Tienes algo de descaro. ¿Quizás tendrás tiempo de reflexionar sobre tu arrogancia mientras eres plagado de agujeros, hmm?”

“¡Lo lamento! ¡Mira, desde que fui asesinado, ha sido un poco difícil registrar sentimientos como miedo o peligro! Lo siento, ¿está bien? ¿Podemos simplemente saltar la tortura?”

“Muy bien. Te concederé misericordia…o eso me gustaría decir, pero ¿quieres decir que sólo me respetas por miedo?”

“Bueno, uh, eso no es…no, es verdad…”

“¿Qué, no hay excusa, entonces, Kaaaaito?”

Mientras gritaba que quería retractarse, el destino de Kaito pasó por su cabeza. Iba a convertirse en un alfiletero* humano. Sin embargo, Elisabeth pareció reconsiderar, y mientras resoplaba, la Silla de Hierro desapareció.

[Nt: Es una almohadilla pequeña que se usa para clavar en ella los alfileres y agujas que se quieren tener a mano.]

[Nc: Como termino Jiraya :v]

“Muy bien. En mi infinita generosidad, te concederé una última oportunidad—Exijo pudín.”

“… ¿Pudín?”

Su cómica orden fue puesta con un rostro serio, y Kaito inclinó su cabeza en asombro. Elisabeth asintió con la cabeza, luego cruzó sus piernas y se inclinó hacia atrás en su silla, su rostro lleno de convicción.

“Tengo mis dudas en cuanto a si un tonto que ni siquiera puede cocinar será capaz de manejar la pastelería, ya ves. Pero quizás tendrás facilidad para los dulces. No hará daño intentarlo. Y si incluso eso está más allá de ti, entonces, como cualquier cosa que no hace nada, pero produce basura, simplemente serás desechado.”

“Por favor no hables sobre desechar personas. Toca un poco demasiado mi fibra más sensible*. Pudín, ¿verdad? Creo que sé de qué estás hablando… Sin embargo, de donde vengo, suena más como purin**.

[Nt: “Tiene un fuerte impacto emocional” más o menos, por si no se entiende. **Así lo llaman los japoneses.]

“¿Purin? No conozco este plato, pero por el sonido del nombre, debería haber al menos una vaga similitud, ¿no?”

Kaito asintió a su respuesta poco entusiasta. En realidad, tenía fuertes recuerdos asociados con ese plato.

Hace mucho tiempo, la mujer viviendo con su padre en ese momento lo había servido para el joven Kaito. Él se había alegrado mucho, y ella recibió su alegría con una sonrisa forzada. Al día siguiente, se fue. Recordándolo, se dio cuenta de que probablemente había sido pensado como una expiación por dejarlo atrás y escapar sola.

Podía recrearlo con los ingredientes disponibles en la cocina, pero los utensilios de cocina eran insuficientes. Regresó a Elisabeth.

“Hey, Elisabeth. Puedes hacer golems de barro, así que ¿crees que podrías hacer una olla de cerámica?”

“¿Es algo que le pediría a la persona que considera deshacerte de ti? Qué compañero tan espantoso eres. Muy bien. ¿Qué es esta olla de uso osuno* de la que hablas?”

[Nt: Iba “ursine-wear pot”, después de discutirlo con los del scan y en unos foros, llegué a la conclusión de que en realidad es una manera con intención cómica de repetir lo que dice Kaito porque Elisabeth no tiene ni puta idea de qué es eso, pero ni idea de cómo ponerlo: v.]

Con sus limitados talentos lingüísticos, Kaito intentó explicar qué era una olla de barro. Elisabeth chasqueó los dedos, una expresión perpleja en su rostro. Un momento después, suaves pasos hicieron eco a través del corredor.

La puerta al comedor se entreabrió. Detrás de lo que era un pequeño golem, compuesto de bultos de tierra rectangulares. Se despidió, luego de repente se desplomó, dejando atrás un montón de barro.

“¿Qu—? Hey espera, Elisabeth; ¿qué acabas de hacer? ¿No te sientes mal por él?”

“No te compadezcas. A diferencia de lo que puedes pensar, no poseía ninguna voluntad. Ahora, una olla, ¿verdad?”

El barro se retorció, finalmente endureciéndose en la forma de una olla. Kaito siguió con su explicación, diciendo cómo necesitaba ser más corta y más redonda y cómo necesitaba un agujero para dejar salir el vapor. El barro cambió de nuevo, y después de un periodo de prueba y error, finalmente alcanzó una forma que Kaito reconoció.

“Ese barro es bastante tolerante al calor. Aunque todavía no estoy segura de lo que intentas hacer con ella, úsala como quieras.”

“Gracias. Eso es de gran ayuda.”

Teniendo mucho cuidado de no dejarla caer, Kaito regresó a la cocina con la olla. La llenó de agua, luego añadió el trigo y la puso sobre el fuego. Al hacerlo, podía tapar los finos agujeros que se habían formado en la olla. A continuación, calentó algo de leche en una cacerola y disolvió azúcar en ella. Una vez que se enfrió, añadió un huevo batido, luego mezcló con cuidado para evitar hacer burbujas. Engrasó la olla de cerámica con mantequilla, luego raspó la mezcla de huevos dentro con una toalla limpia. Pero aquí fue donde se puso difícil. Tuvo que poner la tapa, luego dejarla hervir a fuego lento durante diez o quince minutos. Colocó una red sobre la estufa y puso la olla encima de ella, pero no tenía fe en su capacidad de regular el fuego.

“Entonces, ¿cómo voy a…? ¿Huh? Espera, ¿esto funciona?”

Parecía que esa olla de cerámica que Elisabeth había hecho era increíblemente tolerante al calor. Aunque la estufa estaba en llamas, la cantidad de calor que la olla estaba recibiendo era la temperatura exacta para hervir la mezcla. El resto fue cuestión de suerte.

Pronto, un dulce aroma comenzó a flotar por la cocina. Para enfriar la olla, Kaito la llevó al refrigerador de naturaleza de hielo. La dejó enfriar por diez minutos, luego la llevó al comedor.

Para su sorpresa, Elisabeth estaba esperándolo pacientemente. No debe tender nada mejor que hacer.

“¿Hmm? Bueno, esto es una sorpresa. Pensé que huirías.”

“Bueno, gracias a ti, todo salió bien. Mira por ti misma.”

Kaito colocó la olla de cerámica ante ella. Elisabeth estiró su cuello inquisitivamente. Parecía estar esperando a que él quite la tapa. Kaito agarró el mango y lo hizo, causando que el dulce aroma volara por el aire. Al ver la sustancia de color amarillo pálido contenida dentro, Elisabeth ladeó su cabeza al costado.

“¿Qué es esto? Esto no es pudín.”

“Huh, realmente son diferentes, entonces. Esto aquí es purin. Es la versión de ‘pudín’ con la que estoy familiarizado.”

Purin, dices. Hmm.”

Repitiendo su palabra como un loro, Elisabeth tomó una cuchara y sacó un bocado. Le frunció el ceño con dudas mientras lo meneaba de un lado a otro, luego puso la cuchara en su boca. Después de un momento de silencio, tomó otra cucharada.

“Esto es bastante extraño…o más bien… Sí…es tan…tambaleante…y meloso.”

Elisabeth se llevó a la boca cucharada tras cucharada, comiendo con implacable vigor. En cuestión de segundos, la olla de cerámica estaba vacía. Su cuchara retumbó en la mesa.

“¡Lo apruebo!”

“He sido aprobado.”

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Elisabeth sonrió, su expresión resplandeciendo con satisfacción, como si le dijera que era capaz de cualquier cosa que se propusiera. Por un momento, Kaito visualizó un par de orejas de gato sacudiéndose encima de su lujoso cabello negro.

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Para alguien que tiene a torturar a otro de inmediato, es sorprendentemente sincera.

Justo cuando esas palabras se colaron en la mente de Kaito, Elisabeth chasqueó los dedos. Temeroso de que hubiera visto a través de sus pensamientos, se preparó para que la Silla de Hierro apareciera.

Un tablero de ajedrez hecho de luz roja brilló ante él, sin duda conjurado mágicamente por Elisabeth. Viendo los ojos de Kaito ampliarse en sorpresa, Elisabeth habló.

“Parece que no eres completamente inútil. Teniendo en cuenta esto, te impartiré algo de información acerca de la situación actual.”

Elisabeth agitó una mano pálida. El tablero de ajedrez comenzó a girar hacia Kaito. Mientras se inclinaba hacia atrás, el tablero se detuvo, y su voz adoptó un tono cantarín.

“Regocíjate, porque el conocimiento es poder. Es el destino de las hormigas y los ignorantes que se juegue con sus vidas. Es al obtener conocimiento que los hombres superan a los insectos y se convierten en bestias, luego se convierten en humanos, y a veces superan incluso a Dios.”

Dos grandes piezas aparecieron sobre el tablero de ajedrez, una negra, la otra blanca.

Ambas adornadas con alas. Mientras flotaban, Elisabeth las señaló.

“En este mundo, Dios y el Diablo ambos son muy reales. Existen en un reino superior, donde los ojos humanos no pueden alcanzar, pero su existencia ha sido probada por teólogos, eruditos, y magos. Por supuesto, Dios y el Diablo no son nada más que nombres que les asignamos para conveniencia. Llamamos a la entidad que creó el mundo ‘Dios’ y lo que lo destruye ‘Diablo.’ Por consiguiente, el Diablo puede sólo interferir con el mundo del hombre una vez que Dios lo ha abandonado. Pero hay una excepción. Si el Diablo tiene un contratista, puede pasar de todo.”

“¿Un contratista?”

“Aquellos que usan sus cuerpos como intermediarios para invocar al Diablo a nuestra dimensión, donde normalmente no puede existir, y hacen un contrato con él. Luego el Diablo se fusiona con ellos y corrompe su forma, pero a cambio obtienen poder que pueden usar como deseen. Pero convocar al Diablo, que posee suficiente poder para destruir todo el mundo, no es una hazaña pequeña y no hay ningún recipiente que pueda contenerlo, por lo que aún no se ha manifestado. Sin embargo, incluso sus fragmentos poseen gran poder y esos son los que existen en nuestro mundo hoy.”

La pieza negra se hizo añicos y comenzó a llover sobre el tablero de ajedrez. Luego se transformó en catorce piezas, todas alineadas. En medio de la multitud de piezas con forma de bestias y hombre, una tenía una corona y estaba atada con cadenas.

“Catorce personas han formados contratos con catorce demonios. Todos están clasificados—el Caballero, el Gobernador, el Gran Gobernador, el Marqués, el Gran Marqués, el Monarca, el Gran Monarca, el Rey, el Gran Rey, y el Káiser—y cuando las personas dicen ‘demonio,’ se refieren a estos catorce además de sus contratistas.”

Delante de las catorce piezas de aspecto extraño había ahora una hilera de peones. Cuando las catorce colocaron sus manos en las frentes de los peones, los peones, también, se transformaron en horribles monstruos.

“El caballero sin piel que viste era un sirviente del Caballero. Llamarlos ‘sirvientes del contratista del demonio’ es un trabalenguas, así que los llamamos ‘subordinados.’”

Elisabeth colocó la pieza de vuelta en el tablero. Las catorce piezas y los grotescos peones comenzaron a marchar.

“Los demonios extraen su poder de los lamentos de las creaciones de Dios—especialmente del sufrimiento de los humanos. Como tal, los demonios y sus seguidores son responsables de no un número pequeño de desastres.”

De repente, las piezas de ajedrez abrieron sus bocas, que estaban llenas de feos y deformes dientes. Cuando una nueva hilera de peones se materializó, las piezas corrieron hacia ellos y los consumieron. Elizabeth chasqueó sus dedos. Una pieza con forma de mujer apareció en el tablero.

“La Iglesia—una organización que venera una imagen de Dios en la que la humanidad una vez confió, una infraestructura que guía a las personas de acuerdo con la voluntad de Dios, y una institución creada para preservar la larga paz de nuestro mundo—me ha asignado la tarea de cazar a los trece demonios excluyendo al Káiser, quien ya ha sido capturado. Por el momento, mi oponente es el Caballero.”

Kaito observó como una pieza a horcajadas sobre un caballo avanzó delante del resto. La torcida armadura sobre una pieza roja cargó hacia él. La pieza femenina se giró para enfrentarlo, sosteniendo una espada de color rojo brillante.

“El Caballero es el más débil de los catorce. Sin embargo, para una persona normal, parecería una pesadilla hecha carne.”

Mientras estaba hablando, el suelo tembló. Antes de que la espada pudiera alcanzar al Caballero, el tablero y las piezas se esfumaron.

Thud. Thud*. El castillo tembló una vez más. Elisabeth se puso en pie, siempre elegante.

Ignoró al desconcertado Kaito en su avance, con su vestido meciéndose con cada paso.

Nervioso, Kaito la siguió.

[Nt: Es “ruido sordo.”]

Elisabeth salió del comedor y continuó por el pasillo. Cuando llegó a la puerta de la sala del trono, la abrió de par en par.

El hedor de la sangre y la carne los golpeó como un camión.

Podían escuchar el sonido barbárico de algo que se atiborraba de carne.

Después de una breve vacilación, Kaito miró a través del agujero en la pared. Sobre el cadáver de la bestia ensartada de retazos estaba una nueva bestia. Estaba atiborrándose de carroña, arrancando grandes trozos de carne con su gran boca. Incrustados en su flanco estaban rostros humanos, cada uno llorando mientras rasgaban cualquier carne que pudieran alcanzar. Kaito apenas podía encontrar su aliento mientras estaba absorto en el horror del espectáculo.

Elisabeth se giró y habló con una sonrisa malvada.

“Esto, también, es el trabajo de un demonio. Esperaba esto, pero parece que un segundo ha aparecido.”

“No puedo creer que esperaras algo así…”

“La bestia llegó aquí sin descomponerse, así que sus materiales probablemente vinieron de la aldea vecina. Cuando un demonio ataca una aldea, deja unos cuantos sobrevivientes. Pero incluso si hasta un cuarto de los aldeanos escaparon, la primera bestia parecía demasiado pequeña para estar hecha de los cuatro restantes. Es sólo natural asumir que otro estaba en camino.”

¿Cómo puede hacer una predicción como esa con tanta calma? La cabeza de Kaito dio vueltas mientras reflexionaba esa insensatez.

Mientras estaba pensando, la bestia soltó un grito.

“¡RAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAARGH!”

Luego saltó, sus filas de pechos se balanceaban de un lado al otro. Enterró sus garras en el costado del castillo. Todo el castillo tembló, y polvo cayó del techo. La bestia giró sus ojos con intención asesina hacia Elisabeth.

Mirando a la bestia, cuya cabeza estaba sobresaliendo a través del agujero, Elisabeth suspiró.

“Cielos. Incluso considerando que todos ustedes fueron arrastrados a esto, es una vista lamentable en efecto.”

“¡GRAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAARGH!

“Te concederé el indulto. No te preocupes.”

Elisabeth chasqueó sus dedos. El suelo tembló. Incontables estacas arrasaron la tierra y se extendieron hacia delante. Una tras otra, perforaron el pecho de la bestia. Incluso con su cuerpo rasgado a jirones, la bestia todavía embistió hacia delante, intentando atrapar a Elisabeth en sus fauces. Pero su ataque fue impedido por más de cien estacas de hierro frío.

En sintonía con el sonido de estacas perforando su objetivo una y otra vez, una nube de polvo se mezcló con los pétalos de flores carmesí se hinchó hacia delante como una tempestad. Una vez despejado, los cadáveres de las dos bestias yacían lado a lado. La sangre oscura comenzó a acumularse en el suelo.

Elisabeth se giró para mirar a Kaito. Una gota de sangre pintó su mejilla, pero apenas parecía darse cuenta mientras hablaba,

“Puede que aún haya rastros del Caballero en esa aldea. No vamos. Acompáñame.”

Su vestido ondeando, Elisabeth partió.

Controlando sus temblorosas piernas, Kaito la siguió

***

 

 

Elisabeth descendió las escaleras al subterráneo. Misteriosos gemidos hacían eco a través del corredor, evocando la sensación de un laberinto conteniendo a un monstruo. De hecho, no sería sorprendente si realmente hubiera un monstruo aquí abajo.

Ella continuó a paso regular, finalmente llegando finalmente a una puerta al final del pasillo y pateándola para abrirla. Kaito estaba de pie junto a Elisabeth mientras miraba dentro.

La habitación no tenía muebles ni ventanas, y un círculo mágico masivo estaba pintado en el suelo.

Cuando miró más de cerca, se dio cuenta de cuán complejo era el diseño. El aire era sofocante con el hedor a hierro oxidado del revestimiento uterino. Entonces se dio cuenta de que el círculo mágico estaba pintado en sangre.

“Un círculo de tele transportación, grabado con mi propia sangre. Me lleva a donde sea que quiero, siempre y cuando pueda recordar que estuve allí.”

“No soy un gran fan del medio, pero eso parece bastante conveniente. No teníamos esto en el lugar de donde vengo.”

“Ah, sí, vienes de un mundo de máquinas. Harías bien en no menospreciar la magia. Como mi sirviente, incluso tú podrías usar tu sangre para invocar algo a tu lado.”

“¿Qué, tanto quieres que derrame sangre?”

“Deberías intentarlo alguna vez,”

“Humildemente me niego.”

Kaito estaba de pie nerviosamente junto a Elisabeth sobre el círculo mágico. Ella chocó sus talones.

Con un sonido como una bengala, pétalos de flores carmesí comenzaron a bailar a lo largo de la circunferencia exterior del círculo. Mientras giraban, así lo hicieron sus alrededores. Los pétalos rojos luego se fundieron, eventualmente formando gruesos muros cilíndricos. El olor a hierro embistió las fosas nasales de Kaito una vez más. En un instante, los pétalos de flores se habían transformado en sangre.

Elisabeth chocó sus talones una segunda vez y los muros se derrumbaron al suelo como cortinas. El escenario que los muros habían estado ocultando apareció.

Estaban sobre los restos de un campo de batalla.

Esa era la única manera en que Kaito podía describir la escena ante él.

Había fuego extendiéndose tan lejos como el ojo podía ver, e incontables cadáveres salpicaban el suelo entre los edificios en llamas. Lo único que Kaito podía pensar para compararlo era una fotografía de un campo de batalla en un país lejano que había visto hace mucho tiempo. Dos horas habían pasado entre la creación de la primera bestia y la llegada de Kaito y Elisabeth, pero las llamas no mostraban señales de calmarse.

Mientras miraba los cadáveres en llamas, Kaito podía sentir el sudor chorreando por su frente mientras el hedor de carne carbonizada llenaba sus fosas nasales y el calor irradiaba a lo largo de su piel.

Había un hombre cuya mitad fue completamente carbonizada. Una mujer vieja con no sólo su cabeza sino toda su columna vertebral arrancada. Una mujer con sus pechos cortados. Un joven cuyo rostro había sido arrancado completamente. Un niño medio muerto con sus brazos cortados que probablemente había estado intentando arrastrarse.

Ninguno de ellos conservaba siquiera una pizca de dignidad humana. Todas sus muertes fueron espantosas. A diferencia de la bestia, sus cadáveres eran incomprensibles. Era precisamente por eso que el espectáculo era tan horroroso, por qué la crueldad de ello se hundía en el cerebro de uno. El deseo de tener arcadas brotó en la garganta de Kaito antes de que finalmente se las arreglará para tragarlo.

No había ningún error en ello. Esto era el infierno.

Este era un lugar lleno de las peores cosas que uno podría imaginar.

“Lo mencioné antes, pero esto es obra de un demonio.”

Junto a Kaito, que había perdido la voluntad de hablar, Elisabeth susurró.

Se adelantó, luego se giró la mirarlo, el fuego a su espalda y su cabello negro bailando contra la brisa abrasadora.

“Los demonios obtienen su poder del sufrimiento de los hombres, de la discordancia en sus almas que trae el sufrimiento. Este es el resultado. Los métodos usados aquí son…lindos, supongo. Incluso ahora, horrores mucho más oscuros se están produciendo en otro lado.”

Kaito fue tomado por sorpresa por sus palabras. Estaba acostumbrado al dolor y el sufrimiento. Estaba muy familiarizado con el miedo y con las tragedias increíbles que ocasionalmente les suceden a las personas. Pero no había forma de que pudiera estar bien con un espectáculo tan espantoso como este, con personas siendo asesinadas en una manera que carecía de piedad o significado.

“¿Llamas a esto lindo? ¡Deja de joder conmigo! ¡Sin importar cómo lo mires, esto es el infierno!”

“Incluso el infierno tiene sus capas. Y esta es una superficial. En lo que a mí respecta, esto podría también ser un campo de flores. Los demonios dan a luz tragedias mucho más crueles que esta… Por eso la Iglesia le dejó tratar con cerdos como ellos a una cerda como yo.”

“¡ELISABEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEETH!”

Fui interrumpida por un grito furioso. Ante esa señal, un grupo de aldeanos emergieron de detrás de un corral de animales medio desplomado. Los hombres nerviosos, ropas manchadas con hollín, blandían herramientas de cultivo mientras rodeaban a Kaito y Elisabeth.

Un caballero armado sobre un caballo se acercó a ellos.

Kaito se congeló cuando lo vio.

Sin embargo, el caballero parecía ser un legítimo miembro de las fuerzas armadas de este mundo. Tenía un yelmo emplumado, y su caballo y armadura de plata estaban adornados con un escudo de armas en la forma de lirio.

Hubo un metálico schwing cuando el caballero desenvainó su espada. Elisabeth suspiró.

“Bueno, si no es una Caballero Real. He colgado a esos inútiles colosos, así que ¿qué negocios tienes conmigo?”

“¡No te hagas la tonta conmigo! Fui enviado a esta aldea desde la Capital, y he estado vigilándote en tu castillo. ¡Pero ahora finalmente muestras tu verdadera naturaleza! He sabido lo que eras todo el tiempo. Este horrible asunto, ¡todo es obra tuya!”

“¿Eres sordo? Mira la obra del Caballero. Entonces de nuevo, supongo que aquellos que no lo han presentado de primer mano pueden tener problemas entendiéndolo como tal. En cualquier caso, ten cuidado de no endilgar tu incompetencia sobre mis hombros. La Iglesia me ha asignado cazar demonios. No estoy en posición de matar humanos…por ahora.”

“¡Calla tu mentirosa lengua! ¡¿Quién creería tal embuste?!”

La voz del caballero se volvió áspera, y le dio escalofríos a Kaito. El caballero apuntó su espada a Elisabeth y habló, su voz temblando con ira.

“No creas que he olvidado lo que has hecho.”

Elisabeth simplemente estuvo de pie allí, su rostro la imagen de la apatía, y no hizo ningún intento de negar la acusación. Su comportamiento hizo que el caballero perdiera la poca paciencia que le quedaba. Disparó un rápido recuento de sus acciones pasadas.

“¡Torturaste a toda la población de todo tu feudo! ¡Desmembraste sus cuerpos, arrancaste sus aún vivos corazones, cosiste cada agujero en sus cuerpos, tallaste en sus huesos, derretiste su carne, excavaste sus ojos, cortaste sus lenguas, y cuando te quedaste sin ideas, mataste padres e hijos, los ancianos, y hombres y mujeres por igual! ¡Al final, tus pecados alcanzaron incluso a los nobles! ! ¡Torture Princess! ¡Elisabeth Le Fanu! ¡¿Quién creería algo que saliera de tu sucia boca?!”

Al escuchar esas palabras, Kaito recordó la realidad que había sido presentada ante sus ojos unos días antes.

Recordó la escena que había presenciado cuando murió. Recordó la montaña de cadáveres, cada uno sin siquiera una pizca de dignidad humana. Recordó la sed de sangre de la furiosa horda y la sonrisa de la chica atada.

Elisabeth estaba sonriendo incluso ahora, escuchando la diatriba el caballero como se podría escuchar el canto de un pequeño pájaro.

“¡Y ciertamente no he olvidado la vista de lo que hiciste a mis compañeros caballeros en el Plain of Skewers*! ¿Tienes alguna idea de cuantas noches sin poder dormir soporté en el Reino después de sobrevivir a eso?”

[Nt: Se traduciría como “Planicie de Pinchos” más o menos, pero como parece ser nombre propio, y en inglés sí suena decente, así queda.]

La mano del caballero la cual sostenía su espada tembló. Sin embargo, de repente dejó de hablar y miró a Kaito. Su armadura hizo un sonido metálico mientras hablaba con Kaito en una voz llena de confusión y simpatía.

“¿Por qué estás con tal demonio? Había escuchado que Elisabeth estaba buscando un sirviente, pero si te está reteniendo contra tu voluntad, puedes venir a mí. Te protegeré.”

Kaito se giró a mirar a Elisabeth. Ella cruzó sus brazos y permaneció en silencio.

Era verdad que Kaito había sido traído de vuelta a la vida contra su voluntad y hecho para servirla. Y había presenciado personalmente sus crueles actos. En realidad, nada le gustaría más que vivir una simple vida de paz en este extraño nuevo mundo. Ahora su oportunidad de escapar. Pero justo cuando estaba a punto de dar un paso al frente, Kaito se detuvo.

“Vamos, entonces. Apresúrate.”

“Tu oferta suena como un sueño hecho realidad, pero ¿puedo preguntarte algo primero?”

“¿Qué es?”

“¿Por qué me miras con los ojos de alguien que acaba de encontrar su siguiente comida?”

Después de esta pregunta, un incómodo silencio descendió entre ellos. Los hombres, todavía agarrando sus herramientas de cultivo, se giraron hacia el caballero. Algunos de ellos lucían preocupados ahora. Pero el caballero no dijo nada. Mirando directamente al caballero, Kaito continuó.

“Cuando estaba vivo, conocí muchos tipos que realmente renunciaban a una comida caliente si significaba que tenían la oportunidad de golpear a un niño. Y tienes la misma mirada en tus ojos que ellos.”

No recibió ninguna respuesta. Al lado de Kaito, los hombros de Elisabeth comenzaron a temblar. Estalló en carcajadas. Se veía realmente extraña, su cuerpo retorciéndose mientras agarraba sus costados entretenida.

“Por supuesto, por supuesto. Tiene perfecto sentido. Ah, pero no esperaba que fueras un miembro del Cuerpo de Caballeros. Qué ridículo—dime, ¿me permitiría una pregunta, orgulloso señor?”

Su risa era dulce. Algunos podrían incluso decir que era inocente.

Sus ojos carmesíes brillando con alegría, habló en una suave y gentil voz.

“Masacre a esos quinientos hombres sobre la Plain of Skewers. Los maté, los aniquile, los extermine. Y ciertamente no recuerdo permitir que uno escapara.”

Su sonrisa se desvaneció. Sus ojos estaban llenos de desprecio, y su pregunta llegó en una voz tan fría como el hielo.

“Entonces, ¿por qué sigues vivo?”

En ese momento, las cabezas de los hombres sosteniendo las herramientas de cultivo salieron volando. Las cabezas cayeron al suelo, sus labios medio abiertos en sorpresa. Enjambres de moscas se desbordaron de sus grandes agujeros en el cuello. Las moscas luego se pusieron a trabajar arrastrando los cuerpos junto con sus piernas diminutas. Masticaron a través de la carne con sus pequeñas bocas, vendando la piel de sus cuerpos junto con moco y creando una versión miniatura de la criatura que Kaito había visto del castillo.

Kaito dio un paso atrás, el extraño espectáculo una vez más robando su aliento. Al mismo tiempo, todo el cuerpo del caballero fue envuelto en llamas de zafiro. La piel de su caballo palideció bajo la luz de la llamarada azul brillante, y el jinete mismo aumentó en tamaño.

Con el fin de adaptarse al crecimiento antinatural de su portador, la armadura del jinete se infló como un globo de agua. Cabello largo y gris y una barba se esparcieron por las aberturas de la ampliada armadura. Él caballero se había vuelto viejo y horrible.

Ante el Caballero demoníaco impostor, Elisabeth chasqueó su lengua, siempre intrépida.

“No sé si estabas intentando bajar mi guardia o simplemente consumir a mi sirviente ante mis ojos, pero, en cualquier caso, eres un tonto. Si tenías planeado transformarte todo el tiempo, podrías haberlo hecho desde el principio y ahorrarnos la farsa infantil. Tu experiencia haciendo un contrato con un demonio y sobreviviendo a la Plain of Skewers no te ha enseñado nada, parece.”

Elisabeth suspiró pesadamente, luego asintió con la cabeza en satisfacción.

“Pero quizás es por eso que fallaste en fusionarte con algo más que el rango más bajo, el Caballero.”

El Caballero soltó un furioso rugido. Su pálido caballo arrancó a correr a una velocidad mucho más rápida que incluso la de su subordinado sin piel. Fuego y relámpago salieron de alrededor del Caballero. Agarró el relámpago azul en su mano y lo transformó en una lanza masiva, luego atacó a Elisabeth.

No esquivó el golpe, y la lanza la atravesó.

Kaito reprimió un grito. El arma masiva emitió un ruido de tambor cuando atravesó el pecho de Elisabeth. Sangre roja comenzó a gotear de la herida que hizo. El Caballero entonces le dio un tirón a la lanza para liberarla y envió a Elisabeth al suelo.

Un recuerdo se proyectó a través de la mente de Kaito.

Era un recuerdo de sí mismo, golpeado y lanzado contra el muro, luego derrumbándose al suelo como basura.

“Elisabe—”

Kaito corrió hacia ella, luego se detuvo. Ella se estaba riendo. Retorció su estómago mientras se sentaba en una piscina de su propia sangre y se reía, como si todo fuera tan divertido que simplemente no podía evitarlo.

“Heh-heh, ha-ha, ha-ha-ha-ha-ha-ha, ahhh—ha-ha-ha-haha…ha.”

Hizo muecas doloridas y se levantó. Kaito podía ver claramente a través de la cavidad en su pecho. Algunas de sus entrañas cayeron del agujero, pero simplemente envolvió los cabos sueltos alrededor de su cuerpo y los sacó violentamente por completo. Sangrando profusamente ahora, lanzó sus tripas a un lado.

“Ya veo… Así que un daño de esta magnitud es más o menos tan leve como una comezón. Está a años luz de tener el alma de uno en llamas. Ahora entonces, pon mucha atención. Así es como se siente la verdadera agonía.”

Elisabeth levantó una mano en el aire. Una gran nube de oscuridad y pétalos de flores escarlata hicieron espirales alrededor. Luego cubrieron su cuerpo, ocultando todo el hueco con una tela negra fresca. Agarró algo dentro de la enorme espiral de carmesí y sombra.

“Regocíjate, imbécil. Desenvaino esta cuchilla por ti.”

Sonsacó una larga espada. Su hoja era de un tono rojo sangre, y parpadeó con un siniestro destello.

“¡Executioner’s Sword of Frankenthal*!”

[Nt: Espada del Verdugo de Frankenthal; better in english, I think.]

Dijo su nombre, y las runas grabadas en la espada cobraron vida. Cuando la luz llegó a los ojos de Kaito, pudo sentir las intenciones de las runas de entrando por la fuerza a su mente hasta que la frase completa tenía perfecto sentido.

Eres libre de actuar como desees. Pero reza para que Dios sea tu salvación. Porque el principio, el medio, y el final yacen en la palma de Su mano.

“¡Ven, disfrutemos al máximo!”

Elisabeth balanceo la espada por el espacio vacío, como si estuviera trazando ambos brazos de sus enemigos. Cadenas de plata volaron a través del aire en harmonía con sus cortes, envolviendo los antebrazos del Caballero y sacándolo violentamente de su montura. Colgaba en el aire, sin poder resistir Un momento más tarde, chasqueó los dedos, y la bestia se acercó detrás de Elisabeth. Sin girarse, balanceo su hoja de nuevo.

Cadenas envolvieron a la bestia, atándola firmemente. Hubo un fuerte ruido de desgarramiento mientras la carne se desgarraba en mil pedazos. Los grilletes se entrelazaron alrededor de su forma colapsada y la reforzaron mientras tomaba la forma de un caballo. Envolvieron al caballo pálido también, actuando como un par de riendas.

Elisabeth levantó su hoja a los cielos, y las puntas de las infinitas cadenas traqueteaban mientras se dirigían en espiral hacia el Caballero. Una vez que estaban terminados, los brazos y piernas del Caballero estaban atados, y en los extremos opuestos de esas ataduras estaban cuatro caballos, el suyo incluido. Llamó a su corcel, pero el caballo no le hizo caso.

“Ahora, entonces…veamos cómo te gusta ser Arrastrado y Dividido en Cuatro.”

Balanceo su espada, y los caballos arrancaron al unísono.


Las extremidades del caballero chirriaron, y sus articulaciones hicieron ruidos de chasquidos mientras eran arrancadas del lugar. Su carne, estirada hasta su límite, comenzó a rasgarse. La sangre se derramó por los huecos en su armadura. Pero los caballos no se detuvieron. El caballero gritó de dolor y rabia.

“¡ELISABEEEEEEETH! ¡ELISABEEEEEEETH!”

Su voz estaba llena de agonía y odio.

El Caballero se acercó a Elisabeth. Kaito, también, se acercó a ella por detrás, entonces se quedó sin aliento. Los ojos bajo el yelmo eran humanos una vez más. Eran diferentes de cuando se habían centrado en Kaito y ahora eran el azul más puro. Miraron a Elizabeth,

El contratista del Caballero era bastante joven.

Mirando los nobles ojos del joven, Elisabeth murmuró con ternura.

“Un sobreviviente de la Plain of Skewers, ¿hmm? Debe haber sido doloroso. Sin duda me detestas.”

“ELISA… ELISABEEETH…”

“…Mis disculpas, buen señor. Pero los gritos de un humano son tan desagradables como los chillidos de un cerdo.”

Había veneno en su sonrisa. El Caballero rugió, un ruido abundante de malicia y sed de sangre.

“¡ELISABEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEETH!”

Al siguiente momento, con el sonido de carne siendo triturada, las extremidades del Caballero fueron rasgadas de su torso. Las extremidades rebotaron por el suelo mientras viajaban, todavía atadas a los caballos. La fisura corría por todo su abdomen, y sus órganos venían derramándose en una suave cascada. Bajo el yelmo, el Caballero vomitó bocado tras bocado de sangre antes de respirar su último aliento. Luego su cuerpo entró en erupción en llamas azules silenciosas.

“Regresemos a casa. Ese purin tuyo era exquisito de hecho, pero era pobre como alimento. Estoy hambrienta.”

Su espada se transformó en una nube de pétalos carmesí, y Elisabeth se alejó caminando. Kaito no pudo evitar mirar fijamente. Pensó de nuevo en la escena que había presenciado cuando fue invocado. Eso y la acusación del Caballero. Si curioseaba pobremente, no invitaría a nada más que al sufrimiento. Aun así, tenía que saber.

“Hey, ¿todo lo que dijo es verdad? ¿Torturaste y mataste a todos tus súbditos, entonces luego te volviste en contra de los nobles?”

“Sí, en efecto. No dijo ninguna falsedad ni sostuvo malentendidos. Comprende a quien sirves. Soy la Torture Princess, Elisabeth Le Fanu. He causado más dolor y muerte que cualquiera antes de mí. Fui capturada por la Iglesia. Y ahora tengo la tarea de masacrar trece demonios.”

Respondió sin una onza de vacilación. Era tan despiadada e insensible como un demonio, quizás aún más. Recordando su felina sonrisa de cuando se había comido el purin, Kaito casi se sintió traicionado. Ella era alguien que lastimaba personas, alguien que robaba a los demás, y él no hizo ningún esfuerzo por ocultar el disgusto en su cara. Pero Elisabeth siguió su confesión de culpabilidad con algo completamente inesperado.

“Una vez los haya ejecutado a todos, yo, también seré puesta en la hoguera.”

Su declaración fue firme. Los ojos de Kaito se ampliaron. Elisabeth lo miró fija y directamente, sus ojos carmesíes tan claros como los rubíes. Su calmado semblante no daba ninguna señal de que estuviera mintiendo.

Una línea de antes resonó en la mente de Kaito.

Hasta el día de tu muerte, intenta hacer algo bueno al menos.

Así que es eso. Kaito permaneció en silencio, perplejo, inseguro de cómo reaccionar a esta revelación. Elisabeth le dio a Kaito un “humph” mientras entraba al centro del círculo de tele transportación.

“Una vez que regresemos, haz algo con la cena. Si puedes preparar dulces de ese calibre, seguramente puedes hacer una comida apropiada. Y si fracasas en hacer algo decente, es la Silla de Inmersión* para ti.”

[Nt: Es un método de tortura o castigo en el que se amarraba al acusado (encontré que principalmente mujeres) a una silla a un extremo de una polea junto al río, luego los demás usaban el otro extremo de la polea para ahogar a la víctima.]

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Kaito la siguió, pero se detuvo por un momento y miró hacia atrás.

La escena pintada ante él era un inconfundible paisaje infernal. Un grito sonó en la lejanía, y el corral de animales se derrumbó. Las llamas se hicieron más fuertes aún. Recordando la extraña forma del caballero, murmuró para sí mismo.

“…Doce más de esos, ¿huh?”

Kaito se alineó junto a Elisabeth.

Cuando los dos se desvanecieron, la lanza del Caballero estalló en llamas azules, se desmoronó en cenizas y se esparció en el viento.

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