Sekai Saikou no Ansatsusha (NL)

Volumen 5

Capítulo 9: El Asesino Persuade

 

 

El corazón del conde Frantrude ahora era mío, tal como lo había planeado. Mi yo del pasado probablemente lo habría hecho fácilmente y sin sentir, pero encontré la experiencia bastante dolorosa.

Me alegré por el bien de ambos de haber tenido éxito. No era lo suficientemente optimista como para confiar ciegamente en que el cortejo estaba garantizado para funcionar, así que había preparado un plan de respaldo, uno mucho más cruel que la seducción.


Ahora como Lugh Tuatha Dé, esperé en la cámara a que llegara el conde.

La puerta se abrió y el conde Frantrude irrumpió. Eran malos modales para un noble digno. Debe haberse estado muriendo por escuchar la respuesta de Lulu a su pregunta.

“¡Lulu! ¿Puedo tener tu respuesta?” preguntó con las mejillas sonrojadas y la esperanza en su voz. Un hermoso ramo de flores estaba en sus manos.

“Odio decírtelo, pero la chica de la que te has enamorado no está aquí”, le dije con frialdad, dándole las malas noticias.

“¡¿Cómo entraste en mi propiedad?!”

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“Te recomiendo que guardes silencio… Cualquier cosa menos podría poner en peligro su vida”.

Rodeé al estupefacto conde Frantrude, cerré la puerta y le di un codazo en la espalda. Se tambaleó, tropezó con una silla que había preparado y luego se dejó caer sobre ella.

“¡¿Quién diablos eres tú?!”

“Huh, estaba seguro de que me conocerías. Soy el hombre al que estás tratando de enmarcar.”

Se quedó sin palabras, y luego desvió la mirada.

“¿Cómo?”

“‘¿Cómo dices? ¿Estás preguntando cómo me enteré de este plan en la capital real? ¿O cómo estoy aquí cuando se supone que debo estar en el lejano dominio Tuatha Dé? ¿O cómo determiné que eres tú quien proporciona falso testimonio en mi contra? ¿O tal vez te estés preguntando cómo sé que tienes un romance en ciernes con una chica llamada Lulu?”

Quería que pensara que lo sabía todo para influir en la negociación a mi favor. Obviamente, en realidad sabía casi todo.

El rostro del conde Frantrude estaba pálido.

“Hablemos de esto, ¿de acuerdo? Me gustaría ser lo más civilizado posible. Dicho esto, realmente me has molestado. Deberías vigilar tu comportamiento, porque no tengo idea de lo que podría hacer”.

Le lancé un collar cuando terminé de hablar. Era uno que había usado como Lulu ayer. Le dije al conde que la pieza era un recuerdo de mi madre para asegurarme de que la recordaría.

“E-Eso es de Lulu”. Jadeó.


“Así es. Lo tomé pensando que sería una buena herramienta de negociación”, respondí.

“¡Déjala en paz! ¡Ella no tiene nada que ver con esto!”

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“Eso no es del todo cierto, dada su afiliación contigo. Su vida ahora está en peligro debido a las acciones de su amante idiota… Pobre chica. Me siento mal por ella.”

“¡No somos amantes!”

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“…Realmente no deberías mentirme. Mis subordinados me dijeron que gritó tu nombre cuando se la llevaron. Tu agitación también es clara como el día.”

“Yo—yo no me desviaré de mis ideales por su bien. Maté a mi propio padre por la Casa Frantrude. Estoy dispuesto a dejar de lado a una o dos chicas, sin importar cuánto las ame”.

El conde Frantrude no era estúpido. Lo más efectivo que se podía hacer en una situación de rehenes era hacer creer al captor que su prisionero no valía nada. De lo contrario, el captor seguiría tratando de aprovechar su seguridad en tu contra.

Solo había un problema: el conde Frantrude era un actor terrible. No tenía experiencia en situaciones de alta presión como esta.

Por otro lado, yo estaba más que aclimatado a gente como él. La persuasión sería pan comido.

“Ya veo. Si así es como quieres jugarlo, podemos traerla aquí por el día. Mañana, podría regresar con un dedo suyo. Oh, claro, estoy seguro de que te gustaría una señal de que está a salvo. Haré que escriba una carta usando la sangre que gotea del dedo que le falta. Le enviaré uno por día hasta que no le queden dedos”, dije, susurrando la última parte en su oído. Llené mi voz de malicia.

No importa cuán fuerte fuera el conteo, no estaba acostumbrado a lidiar con la muerte. Esta fue la primera vez que experimentó la frialdad del mundo y la malicia de un verdadero asesino. Atravesó su farol como si estuviera hecho de papel mojado.

“E-Espera. ¿Está Lulú a salvo?

“Sí. Siempre que no intentes hacer nada, tienes mi palabra de que la trataré con cuidado.”

“¿Que harás después? ¿Qué es lo que quieres que haga?” “Vaya, te das cuenta rápido”.

Quería aplaudir al conde. Le castañeteaban los dientes por el miedo, pero mantenía la cabeza recta. Podía ver que yo estaba aquí para discutir, no para matarlo, y entendió que eso significaba que no estaba interesada en vengarme.

También hizo bien en no atacarme ni pedir ayuda. Entendió que era imposible vencer a un monstruo con un poder comparable al del héroe.

“Cuando llegue el momento de su testimonio en el juicio, lea este guion que preparé. Haz eso y te devolveré a tu chica.”

Casualmente le lancé una nota al conde Frantrude. Lo leyó y empezó a sudar frío.

“Me estás diciendo que tengo que traicionar al marqués Carnalie. Nunca podría. Le debo todo.”

“… ¿Es eso así?”

El guion decía que el marqués Carnalie amenazó y sobornó al conde Frantrude para que cometiera perjurio. El marques Carnalie fue la mente maestra detrás del complot para incriminarme.

“Esto es una locura. El marques Carnalie nunca perdonará tal afrenta… Buscará venganza.”

“Eso no será un problema. El marqués irá a prisión.”

Tiré otro documento. Contenía información que mostraba dónde había muerto realmente la víctima del asesinato y pruebas de que el marqués Carnalie había ordenado a nobles leales a él que transportaran el cadáver a Jombull.

Honestamente, la cuenta era solo parcialmente cierta. La mayoría de su contenido había sido fabricado o embellecido. Pensé que la mayor parte era precisa, pero aún carecía de algunos detalles necesarios.

Aun así, era adecuado para engañar a un hombre cuya mente estaba nublada por el miedo. Sería suficiente por el momento.

Mis agentes en todo el país estaban trabajando para reunir pruebas y completar nuestro caso. Para el día del juicio, tendríamos pruebas irrefutables.

Sin embargo, sin importar cuán condenatorias fueran las pruebas que presenté, no serían suficientes para acorralar al Marqués Carnalie. Necesitaba que el conde Frantrude me llevara allí.

“¿Qué…? Yo no… Esto es imposible. Solo han pasado unos días desde que se puso en marcha el plan. ¿Cómo reunió toda esta evidencia? ¿Cómo llegaste a mi finca? ¡No tiene ningún sentido!”

“¿No eres consciente? Fui elegido por la diosa para ser un Caballero Sagrado. Apareció en mis sueños y me dijo que la gente amenazaba con interferir con mis esfuerzos por salvar el mundo. Cuando desperté, estaba en la capital”.

Era una mentira tan descarada que resultaba cómica. Sin embargo, por lo que el conde sabía, la única forma de explicar la velocidad a la que recopilé información y llegué aquí era decir que fue obra de la diosa.

Cuando mi hechizo Demonkiller se convirtió en información pública, le expliqué que la diosa me lo había enseñado. Era bien sabido entre los nobles que Lugh Tuatha Dé, Caballero Sagrado, podía escuchar la voz de lo divino.

“Esto es lo que dijo la diosa: ‘Aquellos que interfieren con los esfuerzos de Lugh para salvar el mundo dejarán de recibir mis bendiciones’. ¿Estás listo para que tu vida termine?”

“Yo—yo nunca… nunca tuve la intención ni por un segundo de interferir con la salvación del mundo… Si hubiera sabido que la diosa me abandonaría, yo…”

“Sean cuales sean tus intenciones, no significa nada. El hecho es que la diosa decretó que yo salvaría el mundo y tú te interpusiste en mi camino.”

El conde Frantrude se levantó de su silla.

Creo que eso es suficiente.

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Uno de los fundamentos de la persuasión era el palo y la zanahoria. La técnica consistía en alternar entre refuerzo negativo y positivo para inducir la respuesta deseada.

“Mira, hay una manera de que puedas salir de esto: testifica como te digo. Todavía puedes recuperarte. Si cooperas, en realidad estarás ayudando a salvar el mundo. La diosa estará complacida contigo. Ella puede incluso bendecir el resto de tu vida”.

“¿Ayudaré a salvar el mundo? Pero yo… necesito dinero. Si el marques Carnalie es arrestado, mi familia estará arruinada”.

“Si eso es todo lo que necesitas, puedo proporcionártelo. Esto es todo tuyo si me ayudas.”

Saqué un saco lleno de monedas de oro de mi Bolsa de Cuero de Grulla y lo empujé hacia las manos del hombre.

El Reino de Alvanian ya había comenzado a usar papel moneda, pero las piezas de oro todavía estaban en uso activo cuando se negociaba con otros países, y también se aceptaban a nivel nacional.

Elegí usar monedas porque quería obtener un dominio total sobre el conde

Frantrude. La gente se volvió loca por el peso, el sonido y el brillo del oro.

El papel no habría tenido el mismo efecto.

Inmediatamente, los ojos del conde se iluminaron. Abrió la bolsa y miró dentro.

No era una suma pequeña. Afortunadamente, ahora que había completado la red de telecomunicaciones, podía ganar tanto dinero como quisiera.

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“Esto es mucho”.

Esto es el triple de lo que te prometió ese tacaño marqués de Carnalie. Es suficiente para perdonar la deuda de tu padre. No tienes necesidad de atender a esos advenedizos nunca más.”

El esquema del Marques Carnalie tenía algunos agujeros significativos. En su apuro por avanzar en el plan, había sido descuidado, dejando atrás muchas pruebas. Sin embargo, su mayor error fue gastar poco en el soborno. Pagar a su testigo más importante con unas tacañas mil monedas de oro iba a ser su perdición.

“Por la diosa…”

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Parecía que la zanahoria era bastante efectiva. Un empujón más fue todo lo que se necesitaría para romper la mente del Conde Frantrude por completo.

Tenía un truco más bajo la manga.

“Usa ese dinero para comprar tu libertad. Entonces véngate del marqués Carnalie por engañarte y explotarte.”

“¿Me engañó? ¿Qué quieres decir?”

“¿De verdad no tienes idea?”

Me encogí de hombros para fingir incredulidad.

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“Pareces estar agradecido con el Marques Carnalie por comprar tus obras de arte y presentarte a los advenedizos”.

“E-Eso es correcto. Si no hubiera comprado todas esas pinturas y esculturas y no me hubiera puesto con esos plebeyos ricos, la Casa Frantrude se habría hundido hace mucho tiempo.”

El conde creía sinceramente que le debía todo al marqués Carnalie. Las cosas no podrían haber ido mejor para mí.

“…Existe tal cosa como ser demasiado confiado, ya sabes. Había algunas falsificaciones entre las piezas que coleccionaba tu padre. Pero el noventa por ciento de ellos eran genuinos, y el diez por ciento restante estaban tan cerca de los originales que tenían un valor real”.

“¡Eso es una mentira! Contraté a un inspector para confirmar que eran falsos”.

“Ese inspector era cómplice del marqués Carnalie. Tengo algo que creo que deberías ver. Elaboré una lista de los clientes a los que el Marques Carnalie vendía arte. El collar de Galatea se vendió al barón Dolaira, el jarrón de Frattora fue al vizconde Marleeda, la pintura de paisaje de Faran Furulu fue comprada por la Compañía Balor, y la lista continúa. El Marques Carnalie cercó cada uno por un alto precio. Si no me crees, puedes confirmarlo tú mismo. Estoy seguro de que tienes un conocido o dos en esta lista. Visite sus fincas y pida ver el arte que compraron. Estarán encantados con la oportunidad de mostrar sus costosos tesoros”.

“¿Qué? E-Esto no puede ser…”

“Tu padre era un tonto, pero tenía buen ojo para las galas. Su colección valía más de lo que gastó para adquirirla. Si todas las obras se hubieran vendido por el precio adecuado, serías asquerosamente rico”.

El padre del conde Frantrude había amado profundamente el arte y solo compraba piezas de la más alta calidad. Era un desastre como gobernante de un dominio, pero era un verdadero experto como coleccionista. Incluso las falsificaciones que se dejó engañar para comprar no hicieron nada para disminuir su habilidad de evaluación, dado que todas eran de mayor calidad que las originales. No se basó en el conocimiento sino en su corazón y su ojo para la creatividad al elegir hermosas piezas.

“El Marques Carnalie también está recibiendo una comisión de los advenedizos que te presentó. El hombre te tocó como a un violín. Ha hecho que la Casa Frantrude venda su honor y se ha beneficiado enormemente en el proceso. ¿Vas a dejar que se salga con la suya?”

Casi me echaría a reír al descubrir todo esto por mí mismo. No viste un caso de alguien que haya sido engañado y desangrado hasta este punto muy a menudo.

El conde Frantrude era un hombre inteligente, pero ingenuo y demasiado convencido de la tontería de su padre. El marqués se había aprovechado de eso.

“¿Q-Qué he hecho…? ¡Yo—tengo que hacerle pagar!”

“Esta es tu oportunidad de hacer precisamente eso. Como puede ver, tengo pruebas que señalan al Marqués Carnalie como el verdadero criminal. Todo lo que tienes que hacer es dar testimonio, y él estará arruinado. Una vez finalizada la prueba, puede comenzar una nueva vida con este dinero. Con Lulu a tu lado.”

“Puedo vengarme… y nunca más tener que preocuparme por el dinero. Y Lulu…”

“No hay duda de que la diosa te bendecirá a ti y a Lulu por ayudar a salvar el mundo”.

“Puedo estar con Lulu… con la diosa cuidándonos…”

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El conde Frantrude tragó saliva y apretó con fuerza la bolsa de dinero. Ya no tenía miedo, y sus ojos estaban puestos en el futuro.

Usé el palo y la zanahoria, luego lo llené con un deseo de venganza. El conde Frantrude era ahora mi marioneta y bailaba como yo deseaba.

Mi trabajo en la capital real estaba completo. Era hora de volver a Tuatha Dé.

Mis operativos en todo el mundo estaban ocupados reuniendo información para derribar al Marques Carnalie. Llegado el día del juicio, usaría una mirada inocente mientras derribaba al que intentaba destruirme.

Iba a pasar el resto de su vida en la cárcel lamentando intentar meterse conmigo.

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