Kiraware Maou ga Botsuraku Reijou to Koi ni Ochite Nani ga Warui! (NL)

Volumen 3

Capítulo Tres: La Noche Es Corta, Quédate Conmigo Chica

Parte 2

 

 

Las papas que podían comprar en Garaat tenían un sabor muy simple y unidimensional, pero las que ellos mismos cultivaban eran dulces y tenían una textura mucho mejor para ellas. Habían cultivado papas regulares hace mucho tiempo, pero después de que los padres de Luina fallecieron y ya no podían permitirse dulces, ella las cambió por batatas.

—¡A mí me encantan los rábanos, ¿sí?

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—¡Los rábanos también son geniales! —Todo lo que quedaba era la cuestión de llegar a una comida que combinara batatas y rábanos. Las batatas estaban muy bien fritas, pero ella nunca había comido rábanos fritos antes—. Hmm… ¿Y si hirviéramos las batatas y los rábanos junto con salchichas?

Lanzó su idea a medias, pero a las chicas les encantó. —Eso suena delicioso, ¿sí? —¡Vamos a hevilas!

El entusiasmo de sus hermanas la animó inmediatamente. Con el método de cocción fuera del camino, sólo tenían que sacar las verduras del suelo. Primero fueron las batatas.

—¡Mia! ¡Quiedo esta! —Marie gritó, señalando una planta alta que sobresalía del suelo.

—¡Oh wow, esa es enorme! No puedo esperar a comerla, ¿sí?

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—Bueno, primero tendremos que cavar para sacarla. Dame un segundo.

Myuke se agachó y empezó a cavar alrededor de la planta con sus propias manos. Hubiera sido más fácil usar una pala, pero no quería dañar las batatas. Queriendo ayudar, Bram y Marie también se agacharon y empezaron a imitarla.

—Sus manos se van a ensuciar, —advirtió. —Es más rápido si todas ayudamos, ¿sí? —¡Déjame cava! ¡Soy una chica grande! —Bram… Marie…

Esas brillantes sonrisas disiparon todas sus preocupaciones, y le dieron una oleada de energía. Cavaron, cavaron, limpiaron sus frentes, y luego cavaron un poco más. Después de un rato, se pusieron de pie y acordaron que era hora de que las batatas dejaran el amoroso abrazo de la tierra. El trío agarró a la planta y se preparó para tirar.

—¡A la cuenta de tres! ¡Uno, dos, tres!

Le dieron un fuerte tirón a la planta, y tres papas salieron volando del suelo.

—¡Tees!

—¡Y son enormes, ¿sí?!

—¡Se ven deliciosas!

Sólo con mirar las hermosas y perfectamente redondas patatas le dio hambre a Myuke. Quería encontrar un buen rábano lo antes posible para poder correr a la cocina y empezar a cocinar. Para ello, las chicas se dirigieron a esa sección del campo y empezaron a buscar un rábano prometedor. Marie encontró rápidamente uno con grandes hojas y se apresuró a venir.

—¡Puedo tira! ¡Mia!

Se inclinó y agarró la planta. Bajo la mirada atenta de sus hermanas, tiró, tiró y con un último tirón, el rábano salió de la tierra, cambiando de lugar con Marie, que cayó al suelo.

—¿Estás bien?

—No te hagas daño, ¿sí?

—¡Enconté un gan dábano!

Las dos chicas mayores soltaron suspiros de alivio mientras ella saltaba con una sonrisa y orgullosamente mostraba su botín.

—Wow, ese es enorme, ¿sí?

—Tres batatas y un rábano gigante… Eso debería bastarnos, ¿no? ¿Pueden llevarlos al pozo?

Después de dar a sus hermanas su tarea, Myuke fue a la cocina, echó un poco de agua en un cubo, y luego volvió al jardín. Fue difícil para ella llevar el cubo, lleno hasta el borde de agua, por su cuenta, pero saber que sus hermanas la estaban esperando le dio la fuerza que necesitaba.

—¡Lamento haber tardado tanto! ¡Lavemos estas verduras!

A Marie le encantaba lavar cosas. Jugar con el agua era peligroso en la cocina, pero podía chapotear afuera a gusto. Metía una patata en el agua y salpicaba alegremente.

—¡Está toda billosita!

Levantó la patata limpia y brillante en el aire con una sonrisa radiante.

—¡Buen trabajo! Yo también he terminado, ¿sí?

—El rábano también está listo. ¡Llevémoslos a la cocina!

Con las verduras limpias y el cubo vacío en la mano, se dirigieron de nuevo a la cocina. Entrando en el estadio donde se iba a celebrar el gran enfrentamiento, Myuke suspiró con ansiedad.

Bueno… supongo que es hora de hacerlo o morir.

Su plan era hervir las batatas, el rábano y las salchichas, pero no podía dejarlas caer al agua sin prepararlas. Tenían que ser peladas y cortadas para que encajaran en la pequeña boca de Marie, lo que significaba una cosa: tendría que usar un cuchillo. Estaba asustada. Increíblemente asustada. Pero no podía mostrarlo, no sea que hiciera entrar en pánico a sus hermanas. Tenía que ser una hermana mayor responsable y capaz y asegurarse de que las más jóvenes se divirtieran cuidando la casa por primera vez.

—¡De acuerdo, vamos a cortar! —dijo para animarse, y luego tomó el cuchillo.

Puso el rábano en la tabla de cortar y presionó la hoja del cuchillo en ella.

¡Vaya, qué duro!

El cuchillo se atascó en el rábano. Eso la hizo entrar en pánico, pero decidió respirar profundamente y calmarse. Empezó a mover el cuchillo de un lado a otro hasta que se estrelló contra la tabla de cortar con un ¡bam!, haciendo que las dos mitades del rábano se enrollaran.

—Buen trabajo, ¿sí?

—¡Wooow!

Las chicas la animaron, pero no tuvo tiempo de celebrarlo con ellas. Todavía tenía que cortar las mitades en rodajas finas. A medida que los trozos se hacían más pequeños, el riesgo de cortarse aumentaba, pero ella siguió forzando, y finalmente se las arregló para cortar toda la verdura. Esa, sin embargo, fue la parte fácil, todavía tenía que pelar la piel. Cerró los ojos, respiró profundamente y se preparó mentalmente. Luego tomó una rebanada de rábano y con cuidado pasó la hoja del cuchillo por el borde.

—…

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—…

Las chicas miraban en completo silencio mientras su hermana pelaba el rábano con el mayor cuidado y concentración.

—Está hecho.

Myuke terminó con la primera rebanada, pero estaba lejos de ser perfecta. El borde era muy desigual, y pelar sólo esa había tomado lo que se había sentido como una eternidad. Quedaban siete rebanadas para pelar, y luego tres patatas enteras después de eso. Al ritmo que iba, su cena no estaría lista hasta que Anima y Luina volvieran al día siguiente.

Incluso en una situación tan desesperada, sin embargo, no podía pedir ayuda. Los cuchillos eran herramientas peligrosas. Estaba completamente perdida, pero su lenta caída en la desesperación fue interrumpida por un golpe en la puerta.

—Parece que tenemos un invitado, ¿sí?

—¿Mami y Papi están en casa?

—Es demasiado pronto para que vuelvan. Además, no llamarían a la puerta, —razonó Myuke mientras llegaban más llamadas—. Iré a comprobarlo. Ustedes quédense aquí.

—¡No, déjame hacerlo a mí! Usaré esto si algo sale mal, ¿sí? —Bram anunció valientemente, tocando su vibrante pendiente verde. Ese pendiente, la piedra mágica del Dragón de Jade, era increíblemente poderoso; muy poca gente podía resistirse a él. Era tan poderoso, de hecho, que no era improbable que hubiera una sola persona en todo el mundo que pudiera enfrentarse a él: Anima.

—¡Déjame abrir!

—Muy bien, ¿por qué no vamos todas, entonces? —Por seguridad, Myuke tomó la delantera cuando se acercaron a la puerta principal y la abrió—. Oh, eres tú.

Una sonrisa de alivio apareció en la cara de Myuke. Ante ellas estaba una hermosa y joven mujer rubia, la líder del Primer Cuerpo de Caballeros de Raitén, Shaer.

—¡Shaer!

Habían pasado tres meses desde la última vez que vieron a Shaer, pero Marie todavía la recordaba. Trotó hasta la hermosa caballero y se aferró a sus piernas. Shaer se inclinó y le devolvió el abrazo.

—Me alegra ver que sigue siendo la niña animada que era hace tres meses, Srta. Marie. Pero no puedo creerle a mis propios ojos… ¿Has crecido, pequeña dama?

—¡Uh-huh! ¿Sabes cuántos años tengo?

—Dime cuántos años tienes.

—¡Tengo cuato!

—Vaya, ¿ya tienes cuatro? ¡Eso es fantástico! Me alegra ver que ustedes dos también están bien.

—Eso es gracias a la increíble cocina de Luina que comemos todos los días, ¿sí? ¿También te va bien a ti?

—No podría estar mejor. Aunque debo admitir que tengo un poco de hambre. Estaba pensando en aceptar la oferta de Lady Luina de unirme a todos ustedes para la cena, así que vine, —explicó Shaer, emocionada de indagar en la cocina de Luina—. Hablando de eso, ¿dónde podría encontrar a Lord Anima y a la Señora?

—¡Mami y Papi están en una cita! ¡Es nuesto degalo!

—Hoy es su cumpleaños, ¿sí?

—Mami tampoco cocinó hoy. —Myuke hizo una pausa—. Por cierto, ¿estás libre ahora?

—Tengo que estar en la capital mañana por la tarde, pero hoy estoy libre, sí.

Tardaría medio día en llegar a la capital usando su piedra de Pegaso, así que no tendría que salir hasta más tarde por la noche.

—¿Puedes ayudarnos a cocinar, entonces?

En respuesta, Shaer frunció el ceño y bajó los ojos.

—Es vergonzoso admitirlo, pero como he vivido mi vida con la espada, no he tenido la oportunidad de aprender las formas del cuchillo. Sin embargo, me encantaría acompañarlas a Garaat si así lo desean. Les invitaré cualquier cosa que deseen, ya sea un festín de dulces o de otro tipo.

—Eso está fuera de discusión. ¿Y si nos encontramos con ellos?

—Exactamente. Y prometimos que vigilaríamos la casa, ¿sí?

—¡Ayúdanos entonces! —Marie le propuso mientras arrastraba a Shaer dentro de la casa de la mano. Ese debe haber sido el último empujón que necesitaba, mientras miraba a Marie y asentía cuidadosamente.

—¡Si confían en mí, una novata, estaría más que feliz de ayudarlas!

—¡Muchas gracias!

Aunque dijo que no estaba bien versada en el uso del cuchillo, tenía años de entrenamiento y práctica con la espada en su haber. Las probabilidades eran buenas de que al menos pudiera cortar y pelar algunas batatas.

—Entonces, ¿qué prepararemos?

—Estamos hirviendo algunos rábanos, batatas y salchichas. Yo terminaré de pelar los rábanos, ¿podrías pelar las batatas y cortarlas en trozos del tamaño de un bocado?

—¡Sería un placer!

—Bram, ¿podrías preparar la olla, por favor?

—Por supuesto, ¿sí? ¿Cuánta agua debo poner en ella?

—Umm, llénala hasta la mitad, supongo. Marie, ¿puedes animarnos?

—¡Cocínenla! ¡Cocínenla!

Después de dar las tareas, Myuke volvió a pelar el rábano.

—Oh no… no puedo soportar mirar todo este desperdicio… —Shaer gimió derrotada. Mirando hacia arriba, su patata se había vuelto mucho más pequeña, y una gruesa capa de carne perfectamente comestible estaba pegada a la piel pelada.

—¡Pélala, Saer! ¡Pélala, Saer!

—¡Recuerda mis palabras, la próxima será perfecta!

Myuke se concentró aún más. Tenía que coincidir con la determinación de Shaer.

—¡Hecho!, —gritó.

—¡Yo también he terminado! —Por fin, todo el corte y pelado había terminado. Era hora de que echaran las verduras y algunas deliciosas salchichas a la olla—. ¿Cómo les gustaría sazonar esto?

—Veamos… supongo que podemos añadir un poco de sal y pimienta por ahora, —dijo Myuke, y añadió un poco de cada una a la sopa.

—No creo que eso sea suficiente, ¿sí?

—¿Quieres que te ponga otra pizca?

—No creo que haga daño añadir un poco más, —añadió Shaer.

—Bien… ¿Qué tal esto?

—Eso podría ser suficiente, ¿sí? —Bram lo notó, aunque pensaba que aún no era suficiente.

—Si quieren más, sólo tienen que añadirle a su tazón una vez que esté todo cocido.

Aunque a Bram le hubiera gustado un poco más de condimento, Myuke se adelantó y usó la piedra de lagarto de fuego para empezar a calentar la olla. Las cuatro vieron como el agua comenzaba a hervir lentamente.

—¿Cuánto tiempo planeas dejarla hervir? —preguntó Shaer.

—Hasta que las rodajas de rábano se ablanden. Déjame comprobarlo. — Myuke agarró un tenedor e intentó clavarlo en el rábano—. No, todavía está dura.

Esperó un rato antes de intentarlo de nuevo. Cuando finalmente lo hizo, el tenedor perforó sin esfuerzo la rodaja de rábano, y apagó el fuego.

—Muy bien, —dijo—, Creo que ya está hecho.

A pesar de la falta de entusiasmo de Myuke, Marie la miró con una brillante sonrisa.

—¡Myukey, tengo hambe! ¡Mi badiguita está haciendo “grrr”!

—¡Yo también tengo hambre! Comamos pronto, ¿sí?

—Todo sabe mejor cuando tienes hambre, como dicen. ¡Estoy segura de que todas disfrutaremos de tu cocina, señorita Myuke!

Escuchando sus pensamientos, se desecharon todas sus preocupaciones. —¡Sí, tienes razón! ¡Vamos, a comer mientras esté caliente!

Tenía que saber bien. Fue el resultado de un esfuerzo conjunto entre las cuatro, después de todo. Myuke sirvió a todas un plato de sopa, mientras los demás ponían la mesa. Llenó la jarra de la cocina con toda el agua que cabía en caso de que fuera terrible, y luego se sentó.

—¡Yo puedo dar las gacias! ¡Escuchen! ¡Gacias por la comiiida!

Todas siguieron el ejemplo de Marie, y luego sumergieron sus cucharas en la sopa.

—Mm, esto está bueno, —dijo Myuke—. Veamos cómo resultó el rábano… ¡Oh, vaya! ¡No está nada mal!

La sopa era demasiado ligera, con sólo un par de trozos de cada ingrediente flotando por ahí, pero estaba bien condimentada, por lo menos.

—Está muy buena, ¿sí?

—¡Oh, recuerdo haber cortado esto!

—¡Saer que lista!

—Sólo pude lograr tal hazaña gracias a sus implacables ánimos, Srta. Marie. Por supuesto, el carismático liderazgo de la señorita Myuke y sus precisas instrucciones fueron decisivas para el éxito también.

—Gracias, Myuke, ¿sí?

—¡Gaciaaas!

—¡De nada!

Myuke no podía ocultar su felicidad. Había cocinado con éxito su primera comida, y ya estaba planeando cocinar otra para Anima y Luina, quienes seguramente apreciarían su esfuerzo y amarían el resultado. Imaginando el día en que lo haría, continuó comiendo la sopa que las cuatro habían hecho juntas hasta que no quedó nada en su tazón.

***

 

 

Después de ver y disfrutar de la obra romántica, Anima y Luina fueron a comer un delicioso almuerzo y a comprar ropa nueva. Cuando finalmente se sentaron en un banco a descansar, el sol ya había empezado a ponerse bajo el horizonte.

Anima estaba disfrutando del paisaje, absorbiendo todo lo que había sucedido durante el día. Parecía tranquilo por fuera, pero por dentro, su corazón se aceleraba. El sol estaba desapareciendo del vasto cielo, lo que significaba que él y su esposa pronto se dirigirían a una posada. Era totalmente imposible para él mantener la calma cuando su primera noche a solas se acercaba a una velocidad tan peligrosa.

—…ma? ¿Anima? ¿Estás bien?

Su mente había vagado increíblemente lejos, pero volvió corriendo cuando Luina le tiró ligeramente de la manga.

—Oh, lo siento. Sí, estoy bien. ¿Tienes hambre?

Intentó ganar tiempo para calmarse. Una cena agradable y relajante seguramente le daría esa oportunidad.

—No, en realidad no, pero no me importaría unirme a ti si tu tuvieras.

—Yo tampoco tengo hambre.

No hacía mucho tiempo que habían almorzado. Deseando desesperadamente un poco de tiempo, Anima se estrujó el cerebro en busca de opciones, mientras Luina lo miraba con nostalgia.

—Está oscureciendo, —señaló.

—Sí, está oscureciendo.

—¿Estás cansado?

—No, estoy perfectamente bien. Mi resistencia es efectivamente ilimitada.

—Oh. De acuerdo…

Anima notó el tono abatido de su voz, pero no pudo entender por qué se sentía así. A medio año de casados, era capaz de leerla hasta cierto punto, pero el corazón de una mujer era tan vasto y misterioso como el océano. No podía esperar comprender todo sobre ella en tan poco tiempo.

Sin embargo, eso no significaba que pudiera ignorar sus sentimientos. Luina no era ajena a explicarle sus sentimientos, pero eso contrastaba con la personalidad modesta y refinada de ella que le daba los ojos gentiles de los que se había enamorado. No era de las que dan pistas vagas, y como no le decía lo que le pasaba, significaba que sentía algo más que desánimo. Sólo había una emoción que él podía pensar que provocaría su silencio: la vergüenza.

Basándose en la situación en la que se encontraban, una cosa que definitivamente la haría sentir avergonzada era compartir un beso. En otras palabras, ella quería besarlo, pero primero quería estar en un lugar más privado, especialmente después de lo que había pasado esa mañana. Una posada sería un lugar seguro para besarse, y posiblemente incluso ir más lejos que eso. Aunque Anima aún no había descubierto cómo abordar ese tema, definitivamente no era de los que rechazan un beso.

—Se está poniendo más frío, —dijo Anima—. ¿Deberíamos ir a una posada?

—Sí, vamos, —respondió ella con una sonrisa deslumbrante, demostrando que su intuición había sido acertada. Con ese impulso a su confianza como marido, tomó su mano, y caminaron por el camino empedrado hasta llegar a una posada.

—¿Qué piensas de este lugar? ¿Deberíamos conseguir una habitación aquí? — preguntó Anima.

—Sí. Cualquier lugar está bien mientras esté contigo.

Entraron en la posada y alquilaron una habitación en el segundo piso para pasar la noche. La habitación en sí era pequeña, pero era acogedora. Dentro sólo había una cama y un pequeño armario, así que después de una rápida mirada alrededor, se sentaron en el costado de la cama.

Anima echó un vistazo a Luina, que estaba mirando al suelo. No captaba su expresión, pero sus delicados hombros temblaban visiblemente. Asumiendo que tenía frío, puso suavemente sus manos sobre sus hombros para calentarla.

—¡Nh!

Ella colgó su cabeza aún más bajo. Sus hombros estaban sorprendentemente calientes, lo que era un alivio, pero también planteó la pregunta de por qué estaba temblando. Anima pasó unos momentos pensando en ello, pero no se le ocurrió nada, así que decidió preguntar.

—Umm, ¿Luina?

—¡¿Eep?!

Saltó y se mordió la lengua. Su cara roja como un tomate, las lágrimas comenzaron a acumularse en las esquinas de sus ojos.

—¿Estás bien?

—Ah-Ahm síi.

Claramente no estaba bien.

—Está bien, puedes decirme si tienes frío. Solo tenemos que conseguirte un cálido abri… ¡Eso es! ¿Por qué no te pones la ropa que compramos? ¡Eso seguro que ayuda!

—No tengo frío. De hecho, tengo un poco de calor.

Se dio unas palmaditas en las mejillas.

—Ya veo… Bueno, que bueno oírlo, —susurró, y una vez más se callaron. Los segundos pasaron lentamente hasta que el sol desapareció completamente del cielo— . ¿Tienes hambre?”

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—No, estoy bien, gracias. ¿Y tú?

Repetían una discusión previa, pero cualquier cosa era mejor que la incómoda tranquilidad del silencio. Al menos, él esperaba que se convirtiera en una bola de nieve en una conversación completa.

—No, yo también estoy bien. Hoy almorzamos tarde, pero pensé en preguntar, ya que es la hora de la cena. Honestamente, se siente extraño estar sentado aquí contigo, sólo nosotros dos. No es extraño en el mal sentido, por supuesto, es sólo… extraño.

—Estoy  contigo  en  eso,  —Luina  se  rio—.  Es  extraño,  pero  me  gusta.

Tendremos que agradecer a las chicas por darnos un regalo tan maravilloso.

—Sí. Myuke, Bram y Marie se esforzaron mucho. Espero que hayan comido una cena apropiada.

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—Estoy segura de que han hecho algo delicioso.

—La única vez que comí lo que ellas cocinaron fue cuando me comí los pasteles de barro de Marie. Me encantaría probar una comida real hecha por ellas.

—A mí también. Tal vez deberíamos pedirles que cocinen algo para nuestro próximo cumpleaños.

—Esa es una idea maravillosa.

Hablar de las chicas fue suficiente para que finalmente rompieran el hielo. Incapaces de contener sus sonrisas, se miraron en silencio. En ese momento, bajo el cielo tranquilo y estrellado, Anima se encontró perdido en los dulces ojos azules de Luina.

Eran los mismos ojos de los que se había enamorado tan profundamente. Los dos se habían casado a la hora de conocerse, y medio año después, estaban sentados juntos, disfrutando de la presencia del otro. Su vida había dado un giro milagroso del odio y el derramamiento de sangre al amor y la calidez, y él estaba inmensamente agradecido por ello.

—Anima…

Los ojos de Luina ardían de pasión, y su cálido aliento pasaba suavemente entre sus encantadores labios mientras brillaban a la luz de la luna. Anima, hechizado, le robó un beso, pintándole las mejillas de rosa como el atardecer de verano a través de las nubes.

—Finalmente pudimos compartir un beso, —dijo Luina mansamente.

—Sí, me alegro. A decir verdad, he querido besarte desde la obra, pero no he podido encontrar una buena oportunidad. Sin embargo, estoy muy feliz de que hayamos podido hacerlo ahora.

—Yo también. Y sería aún más feliz si nos volviéramos a besar.

Respondiendo a su petición, Anima se inclinó para otro beso. Quería dar el siguiente paso, pero no se le ocurría cómo hacerlo, y eso estaba bien. No se arrepentía. Compartir besos era más que suficiente para él, ya que los dulces recuerdos que habían pasado el día haciendo vivirían en sus corazones por el resto de sus vidas.

—Sabes, —dijo Anima, recordando algo—, tengo un regalo para ti.

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—Oh, no tenías que regalarme nada.

—Por supuesto que sí. Eres mi amada esposa y hoy es tu cumpleaños.

—Gracias, pero, umm… lo siento. Yo te hice una bufanda, pero me la dejé en casa…

—No lo lamentes. No puedo esperar a probármela.

—Me alegro de que estés deseando hacerlo.

—Puedes apostar a que sí. Sólo espero que te guste mi regalo también…

Luina vio a Anima meter la mano en su bolsillo y sacó su regalo. En el momento en que lo hizo, las lágrimas comenzaron a brotar en sus ojos.

—¡Oh, Anima…!

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—He pensado mucho en qué regalarte y he decidido que este sería el mejor regalo para tu primer cumpleaños desde que nos conocimos. Sé que tomó un tiempo, pero gracias por casarte conmigo, Luina.

Tomó su mano izquierda y deslizó su regalo, un anillo de bodas, en su dedo anular.

—Gracias a Dios que encaja, —suspiró aliviado—. Estaba nervioso por eso.

—Gracias, Anima, —dijo ella, sonriendo alegremente al anillo que coronaba su dedo—. Estoy tan feliz. Esto puede sonar egoísta, pero lo único que me haría más feliz es que tú también tuvieras un anillo puesto.

—Pensé que dirías eso, —se rio—, así que me compré uno para mí también.

Verle a él poner un anillo a juego en su dedo anular le hizo sonreír aún más.

—Anima, conocerte y casarme contigo ha sido lo mejor que me ha pasado. Las palabras no pueden describir lo feliz que soy.

—Yo me siento de la misma manera. Cada día de mi vida ha estado lleno de alegría desde que me invocaste. Gracias por ser mi esposa, Luina.

—Es un placer para mí. Sigamos haciendo juntos recuerdos maravillosos. —Sí, eso hagamos…

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Se inclinaron lentamente cada vez más cerca hasta que sus labios se tocaron. Compartieron un largo y apasionado beso, y Luina pronto se encontró acostada en la cama mientras continuaban expresando sus sentimientos por el otro. Esa noche, en una acogedora habitación de una de las muchas posadas de Garaat, los dos hicieron el amor.

***

 

 

Anima y Luina caminaron por el camino pavimentado de vuelta a casa, disfrutando de la refrescante brisa de la mañana.

—¿Tienes frío? —preguntó él.

—Para   nada,    —susurró   ella,   con  la   cabeza   apoyada   en   su   hombro—.

Acurrucarme contigo hace que esta fría mañana sea muy agradable.

Cautivado por su encantadora sonrisa, Anima la abrazó aún más fuerte. Él se había enamorado de ella desde el momento en que se conocieron, pero que pasaran la noche juntos hizo que la amara más de lo que creía posible. Quería abrazarla con una fuerza que coincidiera con la de sus sentimientos al explotar dentro de él. Quería hacerlo, pero no podía.

—Dime si te duele, ¿de acuerdo?

Anima era increíblemente poderoso. Pudo haber herido a Luina con cada abrazo. No importaba que tan fuerte quisiera abrazarla, nunca lo haría a costa de herir al amor de su vida.

—Puedes abrazarme más fuerte, —le dijo ella. Fue una frase corta y simple, pero fue suficiente para hacer que las mariposas revolotearan en su estómago.

—¿De verdad?

—De verdad, de verdad. Puedo sentir cuánto me amas cuando lo haces.

—Me alegra oír eso.

Tranquilo por sus amables palabras, Anima apretó a Luina. Normalmente, ella no mostraría afecto en público, pero estaba tan contenta de estar con Anima que parecía no importarle. Debía estar realmente feliz.

—Qué cumpleaños tan maravilloso tuvimos, —dijo ella.

—Sí, nunca lo olvidaré. No puedo esperar a saber qué se les ocurrirá el año que viene.

—Yo tampoco. Pero primero, tenemos que celebrar el próximo cumpleaños de las niñas. Tendremos que inventar algo increíble para pagarles por esta hermosa experiencia.

—Por supuesto. El cumpleaños de Bram es el siguiente, ¿verdad? No puedo esperar a hacer algo increíble por ella. Sólo imagina la sonrisa que tendrá en su cara.

—Yo tampoco puedo esperar, pero hay otras cosas que tenemos que esperar antes de su cumpleaños, también.

—¿Como qué?

—¡Como el Festival de disfraces!

El alegre anuncio de Luina hizo que el corazón de Anima se detuviera.

—Un festival, ¿eh…?

Sus ojos brillaron mientras miraba fijamente el frío suelo. Un recuerdo del pasado lejano volvió a él, nublando su mente. Era un recuerdo de su infancia, de antes de que tuviera la edad de Myuke, cuando vivía como la oveja negra de su familia. Un festival había tenido lugar cerca de su casa, y su familia lo había dejado atrás, saliendo a divertirse y a disfrutar de los colores vibrantes, los sabores únicos y el excitante bullicio de la ciudad. Anima, afectado por la soledad, se había propuesto seguirlos y divertirse bastante, pero no mucho después de su partida, sus ojos de mirada malvada habían provocado que un hombre le diera una bofetada en la cara.

Con las mejillas hinchadas, la ropa rota y el dinero robado, se había escabullido de vuelta a casa, sólo para ser saludado por las miradas desdeñosas de sus hermanos. Esperaba que se preocuparan o se entristecieran por él, pero se pusieron del lado del hombre que había golpeado a un niño inocente. Le insultaron, le dijeron: “aprende a comportarte con los demás, perro rabioso”, y se cerraron aún más a él. Huelga decir que no le gustaban los festivales después de eso.

—¿Estás bien?

—Sí, acabo de recordar algo, —respondió Anima con una sonrisa tranquilizadora—. Estoy deseando ir a un festival contigo.

Más de cien años habían pasado desde entonces, y en los seis meses que había pasado con Luina, había aprendido a lidiar con los fantasmas de su pasado. Pasar tiempo con su amada esposa y sus adorables hijas le trajo una felicidad mucho más fuerte que el mísero dolor de algún trauma infantil. Gracias a ellas, estaba genuinamente emocionado por el evento.

—Así que, —continuó—, ¿puedes decirme más sobre este “Festival de disfraces”?

La voz alegre de Anima puso una gran sonrisa en la cara de Luina, y le dijo con entusiasmo todo lo que había que saber. El Festival de disfraces iba a comenzar a finales del mes siguiente, y como su nombre lo sugería, la gente se disfrazaría. Según Luina, el festival se originó a partir de la creencia que el pueblo de Garaat sostenía hace siglos de que los espíritus de sus antepasados volvían al mundo de los vivos una vez al año para reconectarse con sus familias.

El regreso de los espíritus presentaba una oportunidad para que los espíritus malignos vagaran por el mundo también. Influirían en las mentes de la gente, y en respuesta, la gente se pondría todo tipo de trajes para asustarlos. Sin embargo, muy pocas personas seguían creyendo en la historia. Todos lo veían como una oportunidad para divertirse y ponerse trajes creativos.

—Eso suena como un gran momento.

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Anima se sintió así desde el fondo de su corazón. No podía esperar a ver a sus adorables hijas con cualquier lindo disfraz que se les ocurriera.

—¡Es muy divertido! No hemos podido asistir en los últimos dos años debido a nuestras dificultades financieras, pero eso se acabó gracias a ti.

—Ten cuidado de no resfriarte antes de que empiece.

—Me aseguraré de seguir cocinando saludablemente, llenando las comidas todos los días.

—Sólo escucharte decir eso me dio hambre.

—A mí también, y estoy segura de que las chicas también tienen hambre. Démonos prisa en llegar a casa… —La voz de Luina se alejó y comenzó a oler el aire. Había captado un dulce aroma proveniente de una panadería cercana que reconoció al instante. Ella y Anima habían dejado la posada antes del amanecer, pero eso no significaba que el pueblo estuviera durmiendo. Garaat estaba empezando a despertarse, y los negocios locales se estaban preparando para el ajetreado día que se avecinaba—. Deberíamos conseguir algo para las chicas antes de volver a casa.

—Sí, —Anima estuvo de acuerdo de todo corazón. Sería su recompensa por cuidar la casa.

La pareja entró en la panadería, donde compraron un pastel de plátano recién horneado. Imaginando las sonrisas emocionadas de las chicas mientras ponían sus ojos en el pastel que esperaban que aún estuviera caliente cuando llegaran, prácticamente se fueron saltando del establecimiento.

Una vez fuera, se movieron rápidamente para poder ver a sus tres chicas lo antes posible. Regresaron a casa enseguida y Luina abrió la puerta, abriéndola en silencio para no despertar a las niñas. Al hacerlo, sin embargo, los sonidos de una animada conversación que era mantenida escaparon de la casa.

—Están despiertas… —Luina dijo—. ¿Crees que estuvieron despiertas toda la noche?

—Están demasiado animadas para haber hecho eso. Y también, ¿hueles eso?

Se colaron dentro y siguieron el olor.

—¡Ah! ¡Mami y Papi!

La alegre bienvenida de Marie resonó por toda la casa cuando entraron en el comedor. Con los brazos extendidos, corrió hacia Anima y Luina con una sonrisa radiante, se detuvo frente a ellos, y… eso fue todo.

Dejó de mirar, pero luego volvió a mirar hacia arriba con la frente fruncida. Inclinando su cabeza a izquierda y derecha como un gatito encaprichado por un ovillo de hilo colgante, evaluó la situación. Un terrible dilema se había presentado ante ella: ¿a quién debía abrazar primero?

—Estamos en casa, Marie.

—¿Cómo estuvo su día de ayer? ¿Fue todo bien?

Anima y Luina le acariciaron la cabeza, lo que inmediatamente reemplazó su expresión de preocupación por una sonrisa encantada. Al mismo tiempo, la puerta de la cocina se abrió de golpe, y Myuke y Bram entraron en el comedor.

—¡Bienvenidos a casa, ¿sí?!

—¡Llegan a casa muy pronto! ¡¿Tuvieron una buena cita?!

—Tuvimos una cita maravillosa, —dijo Luina, sonriendo y asintiendo—. ¿No es así?

—Sí, fue increíble. Gracias por el regalo tan considerado, chicas.

Las chicas intercambiaron miradas y sonrieron con orgullo.

—¡De nada! Saben, saben, ¡yo cuidé la casa!

—Y escuchen esto: ¡cocinamos para nosotras dos días seguidos!

—¡Estaba súper delicioso! Guardamos algo para ustedes también, así que mejor lo prueban más tarde, ¿sí?

—¡Y, y Sher vino a visitarnos!

—Le dimos una cálida bienvenida, ¿sí?

—Hablando de calidez, también nos dimos un baño.

—¡Fue todo vapooso!

—Fue muy cómodo, ¿sí?





—¡Y luego tomamos leche después del baño! ¡Ahhh, fue tan refrescante!

No paraban de hablar de su memorable día en casa, pero el resultado final fue que se divirtieron mucho. Era la primera vez que cuidaban la casa, y había ido a las mil maravillas. Nunca lo olvidarían.

—Lo hicieron muy bien. Estoy orgullosa de ustedes.

—Y por eso, les trajimos un regalo: ¡un pastel de plátano fresco! ¿Deberíamos comerlo juntos después del desayuno?

La vista del hermoso pastel hizo que las chicas sonrieran incontrolablemente.

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