Sekai Saikou no Ansatsusha (NL)
Volumen 4
Prologo: El Asesino Está Invitado Al Santuario
Íbamos camino a la capital real después de derrotar al demonio escarabajo. Nuestro medio de transporte era un carruaje tirado por un monstruo rinoceronte, cuya fuerza y resistencia superaban con creces a los animales normales.
“Estoy impresionado de que haya podido domar a un monstruo tan poderoso, señor”, le dije al Marqués Granvallen, que estaba sentado a mi lado. Le hablé cortésmente porque era mayor y tenía una posición más alta que yo.
“Fue todo un desafío. Mi dominio ha estado realizando investigaciones sobre la domesticación de monstruos durante décadas, y solo recientemente logramos resultados reales”.
Tenía sentido que el conocimiento sobre la domesticación de monstruos fuera escaso.
Los monstruos siempre aumentaban en número cuando aparecía el Rey Demonio, pero nunca desaparecían realmente. Tenían maná, lo que los hacía más duros que las bestias normales. Siempre había habido quienes querían domarlos, pero su naturaleza violenta dificultaba el progreso en ese frente.
“¿También has domesticado otros tipos de monstruos?” cuestioné
“No, solo rinocerontes. Cada monstruo es diferente. Estos son suficientes para mí. También son muy útiles en el campo de batalla”.
“Puedo imaginar. Definitivamente no me gustaría encontrarme con una criatura así en combate.”
La piel del rinoceronte era tan gruesa que ni siquiera sentiría una flecha o una lanza. Si varios de ellos cargaran como grupo, probablemente romperían la línea de defensa de un ejército.
“Creo que las artes de manipulación de monstruos de la Casa Granvallen son tan valiosas como las artes médicas de la Casa Tuatha Dé”, alardeó el Marqués Granvallen.
“Estoy de acuerdo contigo”, respondí.
De acuerdo, basta de charla trivial. Puede que tenga que hacer algunos preparativos antes de llegar al castillo real. Necesito información.
“Marqués Granvallen, dijiste antes que se están llevando a cabo preparativos en el castillo real para celebrar nuestra victoria sobre el demonio. ¿Se han establecido planes específicos para después de nuestra llegada?”
“Así es. Se decidió apresuradamente que se debería celebrar una fiesta tan pronto como la noticia de tu hazaña llegara al castillo. El plan es celebrarlo en cuatro días. Por eso se solicitó mi ayuda. El Alam Karla incluso dijo que desea invitarte al Santuario.”
Era poco probable llegar al palacio en cuatro días en un carruaje tirado por caballos. Por eso se necesitaban los servicios del Marqués Granvallen.
Lo que me preocupaba era la celebración. No había forma de que alguien creyera tan fácilmente que derrotamos a un demonio.
¿Y qué fue lo que dijo sobre el Santuario y el Alam Karla?
El Alam Karla era una persona de alto nivel.
“¿Por qué el gobierno central creyó mi informe? No sé por qué confiarían en que alguien que no sea el héroe fue capaz de derrotar a un demonio”, pregunté.
“No sé nada de eso. Solo me dijeron que transportara al Caballero Sagrado a la capital, Sir Lugh”, respondió el marqués.
“Ya veo. Entonces, ¿le importa que le pregunte si cree en mi informe?” “Por supuesto que te creo… Después de todo, somos aliados”. “¿Aliados?”
Marqués Granvallen sonrió sugestivamente y me susurró al oído: “También apoyo las ambiciones de Naoise”.
Naoise era hijo de uno de los cuatro ducados principales y compañero mío de clase. Aspiraba a cambiar el país. Sabía que Naoise estaba reuniendo aliados en la Real Academia, pero no podía creer que pudiera ganarse a alguien como Marqués Granvallen.
Después de eso, continué investigando al marqués. No podía estar seguro de nada, pero reuní una cantidad significativa de inteligencia.
***
El viaje hubiera durado cinco días a caballo, pero llegamos en un día y medio.
Nuestro carruaje pasó por la Real Academia en las afueras de la capital en el camino. La reconstrucción avanzaba rápidamente.
Entramos en la ciudad y nos dirigimos al castillo.
Me dieron un atuendo ceremonial y me dijeron que me cambiara. La ropa era mucho más elegante que los uniformes de nuestra academia y estaba diseñada con un motivo de caballero.
Dia y Tarte también recibieron prendas formales, aunque las suyas se veían diferentes a las mías. Debido a que me habían nombrado Caballero Sagrado, Dia y Tarte ahora eran reconocidos como mis asistentes.
“Lord Lugh, te ves tan guapo con ese atuendo”, comentó Tarte.
“Sí, te queda perfectamente… Sin embargo, no creo que esto se vea muy bien en mí. La ropa elegante como esta simplemente no funciona en personas de baja estatura”, se lamentó Dia.
“…Tampoco me siento muy seguro de mí mismo con este atuendo. También está un poco apretado en mi pecho. Prefiero ropa más ligera”, agregó Tarte. Parecía que tenía problemas para respirar. Decidí que sería mejor no preguntar por qué. Dia la miraba con resentimiento y yo fingí no darme cuenta de eso también.
“Creo que ambas se ven geniales”, dije.
Fue un cambio agradable verlos a ambos con ropa masculina.
Sin embargo, se vería mejor en Maha.
“Escucharte decir eso me hace sentir mejor”, respondió Dia.
“Sí, haré todo lo posible para soportarlo”, declaró Tarte.
“Me alegro. Vamos,” dije.
Los sirvientes parecían inquietos. Probablemente les habían dicho que apuraran las cosas.
***
El Marqués Granvallen nos informó que el Alam Karla esperaba nuestra llegada al Santuario.
El Alam Karla no era el nombre de un individuo, sino más bien un título heredado perteneciente a la doncella del santuario de más alto rango del Alamismo, la religión nacional.
Un sirviente nos condujo a Tarte, a Dia ya mí a través de un pasadizo oculto en el castillo hasta una cámara con una atmósfera mística. Se habían colocado vidrieras en las paredes, una rareza en este mundo, y prickets antiguos sostenían velas que los iluminaban. Sin embargo, una cosa me molestó sobre la habitación. Había algún tipo de poder que solo podía describir como una luz negra que obstruía algunas secciones de las paredes.
Así que este es el Santuario.
“Wow, es tan hermoso”, elogió Dia.
“Sí, me está poniendo un poco tenso”, admitió Tarte.
Sus ojos recorrieron la cámara con asombro. Todavía no habían notado la extrañeza de este lugar. Los exquisitos muebles los tenían hechizados, y con razón, ya que cada pieza estaba a la par de un tesoro nacional. En poco tiempo, algunos otros se unieron a nosotros. Evidentemente, no éramos los únicos invitados.
“Hola, Naoise, Epona y la Sra. Barton. Cuánto tiempo sin verte” saludé.
“Solo llámame Raquel. Me superas en rango ahora que eres un Caballero Sagrado, así que no hay necesidad de que te dirijas a mí formalmente”, respondió la Sra. Barton. La mujer era alta y hermosa, y tenía el pelo recogido en una cola de caballo. Recientemente se había graduado de la Real Academia como la mejor de su clase, y se la consideraba la joven esperanza de la Real Orden.
“Esta es una asamblea inesperada”, comenté.
“Supongo que podrías llamar a esto la fiesta del héroe. Todos ustedes fueron seleccionados personalmente porque están familiarizados con Epona, tienen una edad cercana y son extremadamente hábiles. Sin embargo, la posición social de Naoise puede haber influido en su selección”, explicó Rachel.
“… ¿Me estás insultando?” respondió una Naoise ofendido.
“Solo digo la verdad. Personalmente, prefiero casarme con Lugh. Nunca podría haber imaginado que serías nombrado Caballero Sagrado e inmediatamente matarías a un demonio. Serías un gran esposo”, continuó Rachel, poniendo su brazo alrededor del mío y presionándose contra mí.
Dia la fulminó con la mirada y Tarte empezó a llorar. Rachel nos aseguró que era una broma y me soltó.
Con una risa forzada, Naoise comentó: “Tan popular como siempre”.
“Epona, ¿has oído algo sobre por qué nos convocaron aquí con tanta urgencia?” Yo consulté. El héroe había estado tratando de esconderse detrás de Rachel a pesar de su estatus.
“Um, todo lo que sabemos es que Alam Karla tiene algo importante que decirnos”, respondió Epona, actuando tímidamente como de costumbre.
Epona era una chica poco femenina como Rachel, pero carecía del mismo aura digna, por lo que el atuendo ceremonial no le sentaba tan bien a mis ojos.
“Ya veo, así que estás en el mismo barco que nosotros. ¿Cómo les ha ido desde la última vez que nos vimos?” Yo pregunté.
“Hemos estado bien. No ha pasado gran cosa” respondió Epona.
Todos intercambiaron información y se pusieron al día con los eventos recientes. Parecía que el héroe y los que estaban con ella habían sido encargados de defender la capital real y el área circundante. Habían estado pasando todo su tiempo entrenando.
Un rato después, una chica de cabello blanco, vestida con una túnica de color igualmente pálido, hizo su entrada. Era una hermosa joven de poco más de veinte años. Ella era la Alam Karla, la doncella del santuario de más alto rango.
Era la primera vez que la veía, pero supe de un vistazo que su mirada estaba modelada según la diosa que me había enviado a este mundo. Su cabello no era naturalmente blanco, y no había forma de que se lo hubiera teñido de ese color por coincidencia.
Esto significaba que la diosa debió, por alguna razón, mostrarse e interferir con este país. Tal vez incluso había fundado Alamismo para facilitarle la gestión del mundo.
“Gracias por reunirse aquí hoy, aquellos que servirán como escudo de la humanidad”. El Alam Karla habló con una voz clara y bien proyectada. Obviamente, había sido entrenada para hablar en público para asegurarse de que sus palabras llegaran al corazón de los oyentes.
La religión era un asunto espiritual, pero los medios para difundirla y fomentar la fe se basaban en una fría lógica. El comportamiento, la vocalización, la forma en que llenaba el tiempo y más de Alam Karla se calcularon meticulosamente.
“Todos ustedes fueron invitados aquí hoy para que pudiera compartir con ustedes un secreto. Den testimonio de la verdad, elegidos”, declaró el Alam Karla. A su orden, todas las velas se apagaron y la oscuridad llenó la habitación.
Varios puntos en la pared brillaron tenuemente, y la luz negra que los rodeaba se desvaneció.
La luz fluía de las estatuas colocadas a intervalos regulares a lo largo de las paredes. Había ocho en total, cada uno representando una combinación grotesca de hombre y animal, incluyendo una serpiente, un cerdo y un escarabajo.
Las esculturas del cerdo y el escarabajo tenían un tono diferente al resto.
Mientras que todos los demás eran verdes, eran llamativamente rojos.
“No puede ser una coincidencia”, me dije.
Había una estatua que representaba a cada uno de los tres demonios que había encontrado hasta ahora. Que el cerdo que había matado Epona y el escarabajo que yo había matado fueran los únicos rojos no era casualidad.
“Hay ocho demonios en total, y dos de ellos ya han sido derribados. Tu trabajo es matar a los seis restantes y detener sus esfuerzos por revivir al Rey Demonio.”
El gobierno debe haber creído mi informe porque estas estatuas estaban vinculadas a la vida de los demonios. Mi cuenta nunca había sido necesaria. Ya sabían de la desaparición del demonio.
Aparte de eso, ¿qué es eso de detener los esfuerzos de los demonios para revivir al Rey Demonio? ¿Eso significa que el Rey Demonio no puede regresar de forma natural y requiere que los demonios realicen alguna acción para devolverlos a la vida? ¿Por qué me dicen esto ahora?
Esas no eran las únicas preguntas en mi mente, tampoco.
Si hubiera sabido que existían estas ocho estatuas, habría estado mejor equipado para identificar a los demonios. Tal conocimiento habría sido invaluable en la batalla. ¿Por qué solo se nos estaba dando esta información vital ahora? Darle sentido a todo fue difícil.
Las luces se volvieron a encender y el Alam Karla se quedó allí, sonriendo.
Aparentemente, ella no iba a ofrecer nada más por su cuenta.
Volviéndome hacia ella, hablé.
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